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Contrarrestando el extremismo islámico conflictos ineludibles Por Giovanni E. Reyes (*) Este año ha irrumpido en Europa no solo con el desafío de superar la crisis financiera que ha arrastrado a la economía real de la región, la economía que produce bienes, servicios y genera empleo. A eso se agrega el despliegue de tropas francesas en Malí. El objetivo es detener el avance de grupos fundamentalistas islámicos que desde hace siete meses se habían hecho con el control sobre la parte norte del territorio de ese país, enclavado en el corazón del Sahara. Se trata de una guerra ineludible. Con base en conceptos básicos de las ciencias políticas, es posible concluir que existen guerras evitables, casos en los cuales las ofensivas diplomáticas y la negociación pueden tener un importante margen en la solución de los conflictos. Sin embargo, ocurren situaciones en las que enfrentar la confrontación es algo inescapable. Este es el caso de los islamistas tratando de controlar Malí. País que sería clave para la expansión de grupos extremistas. No son pocas las situaciones en las cuales las grandes potencias han tratado de escapar de sus responsabilidades. No es que los países centrales sean los gendarmes del mundo, pero los países de mayor poder tienen responsabilidad respecto a muchos de los nexos con las naciones, especialmente aquellas que presentan menos desarrollo. Un ejemplo para ello, para solo mencionar una relación que implica a las metrópolis más desarrolladas con las condiciones del Tercer Mundo: la venta de armas deja al menos para Estados Unidos un total de 52 mil millones de dólares para 2011. Europa no se queda atrás y los mayores productores de armamento son Alemania, Suiza, Francia, Italia y Reino Unido. En el caso de África es de resaltar que luego de la “primavera árabe” que se ha estado gestando, deshaciéndose de los regimenes dictatoriales que al menos en los pasados 30 años, si no más, se habían instalado en los países de África del norte, los grupos islamistas han tratado de establecerse pero no ha sido este el escenario más generalizado. Siguen los problemas en Egipto, cuya sociedad al parecer desea fortalecer un régimen de inclusión social más tolerante lejos de los extremismos, pero los “hermanos musulmanes” desean establecer su propia posición hegemónica. Los conflictos, en un sentido similar se tienen también en Argelia. Nótese cómo una respuesta prácticamente inmediata a los avances de las tropas francesas en Mali - que actúan en coordinación con el ejército de este país - se concretó en la toma de planta petrolera en Argelia. El secuestro realizado por los islamistas fue masivo. Luego, la situación se saldo con un rescate cruento: al menos 22 personas del total murieron en la retoma del lugar. El norte de África es una región muy importante, posee reservas petroleras que han sido decisivas en tener influencia en la economía mundial, en particular desde que en octubre de 1973, con ocasión de la Guerra de Yom Kippur, ocurriera la primera crisis del precio del petróleo, misma que luego se repetiría en 1979 - 1980. Esto generó una estampida mundial de inflación, petrodólares y promoción de deudas externas en muchos países. Si los países más desarrollados no apoyan a lo que por lo general son las débiles naciones africanas, en particular las que están en el Sahara – casi de Mal i- como a aquellas que se encuentran al sur de esta región, cada vez los islamistas extremos pueden ganar posiciones, tener con ello zonas de aprovisionamiento y lanzarse a la toma de nuevos territorios. Es aquí en donde el mundo estaría pagando el descuido que tiene de África como región marginal – excepto con las reservas petroleras del norte. Todo ello también, como gran secuela de los procesos colonialistas que concluyeron en ese continente en general en las décadas de los años sesenta y setenta. Francia está comprometiendo su capacidad bélica, arriesgando la vida de sus soldados y poniendo también en condición de vulnerabilidad su propia infraestructura urbana como país. Desde enero se ha reforzado la seguridad francesa en puntos más estratégicos y en los lugares emblemáticos de París. Esto, es de advertirlo, también puede causarle problemas políticos al presidente Françoise Hollande, como parte de decisiones que muchas veces no son populares para todos los sectores de la sociedad gala. Es hora de que funcione la diplomacia y la capacidad de respuesta de Europa como un continente que esperanzadoramente desea ir dejando atrás, nacionalismos fraticidas. Es hora de que – aún en medio de los problemas fiscales que mantienen acorralas a sociedades como la española, la griega y hasta cierto punto a la italiana - la respuesta europea y de Estados Unidos sea tan indiscutible como contundente. Entretanto, no es de desestimar que otros países africanos, aunque en menor medida, han tratado de enviar tropas, especialmente para consolidar la retoma de ciudades que hasta hace un mes estaban en posesión de los rebeldes. Por el momento, otras potencias europeas, en especial Alemania, han respaldado las acciones francesas brindando apoyo logístico a las operaciones. Mientras tanto, el presidente de Malí, Dioncounda Traoré, ha anunciado ya, convocatoria para elecciones presidenciales para el próximo 31 de julio. Lo que se busca es fortalecer la legitimidad política del gobierno. Esta medida también correspondería a exigencias que las potencias que apoyan la recuperación del territorio norte de este país, han requerido del mandatario africano. Ya ha pasado suficiente tiempo de olvido en una región en donde la pobreza, las enfermedades endémicas incluyendo la presencia de HIV, han generado una crisis permanente con su cauda de indigencia, para naciones empobrecidas en un continente que bien puede ser un granero para el mundo. No contar con la presencia y los aportes de África es una pérdida para todos, especialmente ahora que el mundo demanda un desarrollo cada vez más equitativo en lo social, más sostenible en lo económico y más sustentable en lo ecológico. (*) Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor de la Facultad de Administración de la Universidad del Rosario.