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¿POR QUÉ CUBA Y PUERTO RICO NO SE INDEPENDIZARON
CON EL RESTO DE LAS NACIONES HISPANOAMERICANAS DURANTE EL SIGLO XIX?
El siguiente ensayo de carácter historiográfico no pretende plantear una
hipótesis sobre la interrogante, pero si pretende sugerir algunas causas que puedan
explicar las razones por las cuales las islas de Cuba y Puerto Rico no lograron
alcanzar su independencia a diferencia de las demás colonias de España que
participaron de un proceso de lucha durante la segunda década del siglo XIX que
convergió en la libertad de los pueblos hispanoamericanos. Para poder comprender
e insertar estos hechos históricos es necesario pasar breve revisión sobre los
procesos revolucionarios que de desarrollaron en Europa y en América.
Para fines del siglo XVIII las colonias europeas en América iniciaron un
proceso que consecuentemente les llevaría a independizarse de sus respectivas
metrópolis. El primer golpe vino de las colonias británicas, que irónicamente habían
sido las más recientes en establecerse, tenían más de cien años de atraso en su
establecimiento con relación a las colonias españolas. Las guerras de independencia
de Estados Unidos alcanzaron un carácter revolucionario al enfrentarse y derrotar al
Imperio Británico y cambiar por completo las estructuras políticas, económicas y
sociales existentes. Su ideología se basaba en las ideas de los filósofos ilustrados
que retaban la autoridad de los monarcas y de la Iglesia, un nuevo marco teórico se
desarrolló en torno a las concepciones existentes del gobierno, el sistema de
producción y las relaciones sociales. Aunque esta última no alcanzó en sus
beneficios a las mujeres y mucho menos a los negros que tendrían que resistir
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aproximadamente tres cuartos de siglos y una guerra civil para alcanzar su libertad;
aunque mucho más tiempo todavía para lograr cierto grado de igualdad.
El turno le llegaría unos años después a las colonias españolas. El carácter
turbulento de la Revolución Francesa que predicó y universalizó los ideales de
libertad, igualdad y fraternidad que los americanos estadounidenses pusieron en
práctica durante su guerra de independencia, puso en riesgo a los monarcas
europeos que le declararon la guerra a la Francia revolucionaria. Con la guerra y la
revolución surge la figura de Napoleón, quien termina invadiendo a España en 1808.
Desde el punto de vista estratégico la iniciativa responde al intento de evitar el
contacto de los ingleses con el resto de los países europeos. Los ingleses eran los
únicos que mantenían a raya a los ejércitos napoleónicos. Esta invasión a la
Península Ibérica es el punto de escisión que marcó el inicio de los acontecimientos
que terminarían con el dominio de España y también de Portugal en sus colonias de
América. Es notable que el desarrollo de una revolución cause el inicio de otra.
La noticia sobre la ausencia del gobierno español, la caída de la Suprema
Junta de Sevilla y el dominio total de Francia sobre España, crearon un ímpetu
revolucionario en los territorios americanos entonces dominados por los españoles.
Las revueltas estremecieron a Venezuela, el Río de La Plata, Nueva Granada, Chile,
México y Centroamérica en general. Sin embargo, en las islas de Cuba y Puerto Rico
esos movimientos no tuvieron una manifestación de la magnitud ocurrida en las
demás colonias de Tierra Firme. Los movimientos fuera del área insular atravesaron
por varias etapas hasta que finalmente y por una variedad de factores pudieron
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derrotar a las tropas españolas y proclamar su independencia. Pero, ¿por qué las
islas de Cuba y Puerto Rico no participaron de esos procesos?
Al aplicar la metodología de la investigación histórica basado en las
concepciones modernistas del método científico se nos obliga a estudiar estos
procesos de forma lineal: causa y efecto. Aunque existen otras formas de estudiar la
historia e inclusive el paradigma postmodernista plantea métodos alternos de
investigación, este trabajo utilizará el reduccionismo, el pensamiento analítico y el
mecanicismo para tratar de contestar la interrogante planteada, que es objeto y
sujeto de este trabajo. Al seguir esta línea de pensamiento nos preguntamos
entonces, ¿cuáles fueron las causas por las qué las dos islas colonias de España no
se insertaron en las luchas de independencia hispanoamericanas?
Durante los procesos de las diversas independencias, la América Insular
adquirió un papel estratégico y económico muy destacado para las potencias
europeas, sobre todo las islas del Caribe. Tradicionalmente, las islas de los
españoles en el Caribe habían sido un terreno privilegiado para dirimir los conflictos
entre el Imperio Hispánico y las otras potencias europeas. Como hechos más
destacados de estos conflictos es necesario citar que la pérdida de las islas del
Caribe por los españoles continuó y, tras la guerra de los Siete Años1, cedieron su
parte de las isla de Santo Domingo a los franceses en 1795 y perdieron Trinidad en
1797 a favor de los británicos, quiénes también estaban muy interesados por Puerto
Rico y ocuparon momentáneamente La Habana entre 1762 y 1763. La principal
1
Sobre las consecuencias para las islas del Caribe después de la Guerra de los Siete Años y del Tratado de París
de 1763, véase los comentarios de Fred Anderson, en Crucible of War: The Seven Years' War and the Fate of
Empire in British North America, 1754–1766, London, Faber and Faber, 2000, páginas 127-193.
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consecuencia de la ocupación británica de La Habana y del interés por Puerto Rico
mostrado por los británicos durante la Guerra de los Siete Años fue que el monarca
español Carlos III se esforzó por reequilibrar la situación de las colonias americanas,
para eso envió al Mariscal Alejandro O’Reilly en 1765 a rendir un informe de la
situación en Puerto Rico.
Las islas españolas del Caribe fueron los primeros territorios coloniales donde
se desarrolló este proceso de reequilibrio iniciado por Carlos III. Allí se llevó
adelante el proceso de liberalización del comercio colonial con nuevos puertos de la
Península Ibérica en 1765 y la introducción libre de esclavos en 1789. Estas medidas
permitieron una prosperidad económica (basada en el azúcar y el comercio de
esclavos) y también social muy destacada en las islas de Cuba y Puerto Rico, que
estuvo acompañada de una reorganización militar y de la hacienda pública, las
cuales permitieron que la isla de Cuba se convirtiera en el principal enclave militar y
económico del Imperio Hispánico en el Caribe. Desde esta isla se apoyaron las
operaciones militares contra los británicos durante la guerra de independencia
norteamericana (1776-1783), que permitieron el control español de toda la costa del
Golfo de México en la paz firmada en París en 1783. En esta isla se refugiaron los
hacendados blancos de Haití y Santo Domingo, que huyeron de la revolución de los
esclavos entre 1791 y 1804, por que Cuba era la isla más segura del Caribe.
La posición geográfica que ocupaban las dos islas con relación al comercio
que España tenía con América les confería una consideración especial de parte de la
metrópoli. Esta posición cobró mayor importancia con los descubrimientos,
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explotación y transportación marítima de los recursos mineros (oro y plata) que la
madre patria hurtó de nuestro Continente. Las rutas de los galeones españoles
cargados de oro y plata de México y Perú pasaban por el puerto de La Habana y de
San Juan, respectivamente, antes de lanzarse al océano abierto en su trayecto hacia
Cádiz y Sevilla. Obviamente la codicia de los enemigos de España y quizás también
de sus amigos, que ansiaban y buscaban apoderarse de tan magnánimos
cargamentos provocó la preocupación de la Corona española. El resultado fue la
fortificación de los puntos estratégicos de las rutas españolas, siendo Cuba y Puerto
Rico lugares donde España construyó grandes fortalezas militares que ocupó con sus
ejércitos. El tiempo le dio la razón al aparato administrativo español ya que ambas
islas fueron presa del ataque de piratas y corsarios al servicio de las potencias
europeas enemigas de España, entre ellas, Inglaterra, Francia y Holanda2.
Es gracias al recelo con el cual España cuidaba de sus preciadas posesiones
isleñas que el poder absolutista y represivo de su gobierno se hacía sentir con
mayor fervor que en otras colonias. Hay que recordar que las islas menores, algunas
eran guaridas de piratas, otras habían sido ocupadas por las potencias enemigas,
esto en parte al abandono de parte de la Corona española, la isla de Jamaica la
perdió a manos de los ingleses y que también había perdido el control de la
Española a manos de los franceses. La consecuencia de esto fue una política de
persecución en contra de cualquiera que tuviera la osadía, si quiera de criticar al
2
Las descripciones que realiza en su obra: Cayetano Coll y Toste, en Narraciones históricas, Pub. Editorial
Cultural, 1976, demuestran el interés de las potencias enemigas de España en tomar posesión de Puerto Rico
entre los siglos XVII – XVIII.
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gobierno por sus acciones. Aquellos pocos que se atrevieron tuvieron que practicar
el ostracismo voluntario para no perder su vida.
Por otro lado, el elemento criollo en las islas no tenía, a inicios del siglo XIX,
la evolución, tanto en términos cuantitativos como cualitativos, tan avanzados y
acelerados que había tenido en el resto del Continente. Una vez más la geografía y
la represión oficial nos ayudan a entender el por que las noticias de libertad,
igualdad y fraternidad no circulaban como lo hacían en tierra firme. Al estudiar el
movimiento independentista hispanoamericano no hay forma alguna de negar la
importancia de los criollos durante este proceso. No se descarta la participación e
importancia de los demás grupos sociales, pero fueron los criollos los dirigentes y los
que contaban con la educación política y militar para lograr tales hazañas.
Además, no se puede pasar por alto otra causa que pocos historiadores
ignoran al tratar estos temas: la influencia y participación de Gran Bretaña y de
Estados Unidos en los procesos independentistas hispanoamericanos3. Pudiera
parecer paradójico, debido a la ayuda que especialmente Gran Bretaña le suplió a
los grandes héroes de la lucha independentista, Simón Bolívar y José de San Martín
en sus enfrentamientos con las fuerzas españolas, así también como en la política
europea, pero la situación con las islas era diferente. El propio Estados Unidos desde
sus inicios no había ocultado sus ambiciones, especialmente por la isla de Cuba, y
también por Puerto Rico. El ex presidente Thomas Jefferson le escribió al presidente
James Monroe, lo siguiente: “Reconozco sinceramente que yo siempre he mirado a
3
Esta tesis es planteada por el historiador británico John Lynch en Las revoluciones hispanoamericanas 18081826, Barcelona, Editorial Ariel, 1989.
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5
Cuba como la más interesante adición que pueda jamás hacerse al sistema de
nuestros estados”4.
Para 1824, el Secretario de estado, John Quincy Adams, había comunicado al
embajador estadounidense en Madrid que la anexión de Cuba “es una premisa
indispensable para la integridad de Estados Unidos”5. Luego de Ayacucho, el
gobierno de Estados Unidos previno a Bolívar de que no permitiera a los patriotas
acudir en ayuda de Cuba para lograr su liberación. En 1826, Santander notificaba a
Bolívar la comunicación de Ravanga, ministro de Relaciones Exteriores de Colombia,
quien en mensaje confidencial daba cuentas de la gestión emprendida por Estados
Unidos para hacer que los patriotas se abstuvieran de organizar la expedición
libertadora a Cuba. Además, el gobierno de Estados Unidos dio instrucciones a su
representante ante el Congreso Panamericano de 1826 en Panamá de manifestarse
en contra de cualquier cambio en el estatus de Cuba6. Estados Unidos objetaba no
sólo que Cuba se separase de España para ser dominada por otra potencia, sino
también que se uniese a cualesquiera de las repúblicas de la América meridional. La
oposición estadounidense a la independencia de Cuba y Puerto Rico es evidente al
entender que les era más fácil enfrentar a la debilitada España que al pueblo
hispanoamericano y al posible desarrollo del nacionalismo cubano y puertorriqueño.
De todas formas, Estados Unidos obtenía más beneficios económicos de Cuba y
Proyecto filosofía en español, La Doctrina Monroe, “Carta de Jefferson a Monroe el 24 de octubre de 1823”,
Recuperado de la Red el 2 de abril de 2010 en: http://www.filosofia.org/ave/001/a264.htm.
5
Ibíd. Reunión del 7 de noviembre de 1823 del Gabinete norteamericano según el Secretario de Estado, John
Quincy Adams.
6
Véase a Germán A. de la Reza, El Congreso de Panamá de 1826 y otros ensayos de integración en el siglo
XIX. Estudio y fuentes documentales anotadas, UAM-Eon, México, 2006.
4
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Puerto Rico con sus tratados comerciales con España, que el que pudiera obtener al
tener que negociar con ambas islas en su carácter de naciones independientes.
Otro elemento importante que no se debe pasar por alto al tratar de explicar
la permanencia de las islas de Cuba y Puerto Rico bajo el yugo español es la falta de
unidad política y militar del movimiento independentista hispanoamericano7. No
existió un mando político ni militar unificado al iniciarse las hostilidades contra
España en América, cada colonia luchó sola en los inicios, por eso es más propio
hablar de sus revoluciones que no de una sola revolución. Los alzamientos en las
diferentes localidades se desarrollaron separadamente o compitieron entre sí. Simón
Bolívar y José de San Martín, los dos principales dirigentes en Sudamérica, no se
encontraron hasta 1822, y el resultado de su encuentro fue negativo en cuanto a su
amistad personal y provocó más retraimiento entre ambas partes. En México, la
lucha contra España desarrolló su propia serie de dirigentes y no tuvo contacto con
la de América del Sur. La zona de Guatemala a Costa Rica permaneció en paz y
finalmente se declaró independiente de España sin tener que recurrir a la lucha. Así,
pues, la América española no declaró su independencia como una unidad. Hubo una
serie de declaraciones, cada una aplicándose a una región limitada.
Las colonias insulares no lograron desarrollar movimientos independentistas
hasta mucho después y siguieron dependiendo de España. La falta de consenso
general en lo que tiene que ver con los propósitos y objetivos concretos evitó la
inclusión de las islas de Cuba y Puerto Rico en la lucha contra la metrópoli. Los
7
Varios autores plantean esta idea, entre ellos: Ángel Rodríguez, América Latina: Tierra de Contrastes, San
Juan: Ediciones Santillana, 1992, y Alfredo de León, América Latina Contemporánea y Puerto Rico hacia el
futuro, Bogotá, Editorial Panamericana, 2009.
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grandes terratenientes y el clero no querían independencia absoluta de España, sino
aspiraban a una mera autonomía, presidida por el rey de España. Por su parte la
burguesía comercial interesaba romper las barreras monopolistas y proteccionistas
de
la metrópoli, sí deseaba la independencia absoluta de España y el
establecimiento de un gobierno representativo que garantizara la libertad de
comercio. En Cuba y Puerto Rico, la burguesía criolla no eran tan numerosa como en
el resto de Hispanoamérica y además el comercio, a diferencia de la zona
continental, era controlado por peninsulares. Por otro lado, las reformas económicas
discutidas anteriormente, establecidas por Carlos III, satisfacían los intereses de los
comerciantes peninsulares de ambas islas.
No hay duda que en los planes de Bolívar la idea de extender la guerra
revolucionaria contra España incluía las islas de Cuba y Puerto Rico. Bolívar lo
establece tan temprano como en 1815 en su Carta de Jamaica y lo repite en 1820
en una carta al general Santander8. Pero también conocía de la oposición de Estados
Unidos y del interés de Inglaterra de ocupar ambas islas. Bolívar conocía muy bien
cuál era la posición de Estados Unidos. Por eso no le agradó que Santander invitara
a los Estados Unidos al Congreso de Panamá en junio de 1826. Bolívar
probablemente no consideró las dificultades de una expedición a las islas del Mar
Caribe. Sus naves cargadas de tropas, bestias, armamentos y víveres podrían ser
fácilmente destruidas por la poderosa Marina de Guerra de los Estados Unidos o por
sus corsarios. La oposición de Estados Unidos no era meramente diplomática.
8
Ambos documentos pueden ser encontrados en una edición preparada por Mario Hernández Sánchez en Simón
Bolívar, discursos, proclamas y epistolario político, Madrid, Editorial Nacional, 1981, páginas 148-172; 265291.
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Ofreció a España una flota y un ejército para bloquear los esfuerzos de Bolívar. La
expedición a Cuba y a Puerto Rico exigía de planes estratégicos y logísticos muy
distintos a los escenarios bélicos en Tierra Firme. Lamentablemente sus planes se
vieron frustrados por una combinación de factores.
Cuba y Puerto Rico no participaron en el proceso independentista porque
había una organización militar fuertemente ligada a la metrópoli, una prosperidad
económica conectada al azúcar y al comercio de esclavos, el miedo de los
hacendados a una revolución de los esclavos negros como la de Haití, que los
inmigrados no habían olvidado, y los intereses de Francia, Gran Bretaña, Holanda y
Estados Unidos en el Caribe, para los cuales la mejor solución era la que había, la
pertenencia de Cuba y Puerto Rico al debilitado Imperio Hispánico. Aún así a partir
de 1810 también se hablaba de la independencia de las islas.
Estas circunstancias no evitaron sin embargo que en los decenios de 1820 y
1830 algunas conspiraciones independentistas aunque fallidas se desarrollaran,
como las de las sociedades secretas Soles y Rayos de Bolívar, en 1823, Águila Negra
en 1829, en Cuba, con el apoyo de Colombia y México, y algunas incursiones en
Puerto Rico desde Venezuela en 1816 y 1825. Pero entre 1790 y 1837, las
oligarquías criollas de las islas adoptaron una actitud reformista y no dieron apoyo a
los independentistas. En 1810, durante el trienio constitucional (1820-1823) y en
1836, Cuba y Puerto Rico enviaron diputados a las Cortes de la metrópoli, pero las
Cortes de Madrid de 1837 decidieron que Cuba y Puerto Rico se tenían que regir por
un estatuto colonial. En 1838 hubo una conspiración independentista en Puerto
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Rico, conocida como La Conspiración del Regimiento de Granada9. En Cuba, durante
la década siguiente, una parte de la burguesía criolla hizo gestiones para incorporar
Cuba a Estados Unidos como estado esclavista. Este fue el objetivo del desembarco
de Narciso López en 185010, pero fue detenido en 1851 y ejecutado. La guerra de
Secesión de Estados Unidos detuvo el proceso y la burguesía cubana volvió a
adoptar la actitud reformista, que fracasó, y en 1867 optó por el independentismo
con el inicio de la Guerra de los Diez Años.
La ruptura final de las posesiones españolas en el Caribe no llegaría hasta
1898, cuando por motivaciones imperialistas, Estados Unidos decide intervenir en la
Segunda Guerra de Independencia Cubana (1895-1898) y declara la guerra a
España. Con este acto asegura mantener su influencia en el Caribe. A Cuba no
pueden anexarla, después de la humillante derrota que la potencia industrial le
inflingió a España, debido a la Enmienda Teller, que un sector antiimperialista en el
Congreso había logrado insertar en la declaración de guerra de Estados Unidos a
España. Pero, sí anexaron como colonia a Puerto Rico hasta el día de hoy, y a Cuba
la mantuvieron como una neocolonia hasta la victoria de Revolución Cubana de
1959 liderada por Fidel Castro Ruz. El destino político de Puerto Rico dependerá de
las decisiones que las nuevas generaciones tengan a su bien tomar y de los planes y
estrategias del Congreso de los Estados Unidos de América.
9
Véase a José Pérez Moris y Luís Cueto González Quijano en: Historia de la insurrección de Lares, Río
Piedras, Editorial Edil, Río Piedras, páginas 40-80.
10
Sobre las hazañas de Narciso López, véase la obra de Anderson Chenault Quisenberry en Lopez's expeditions
to Cuba, 1850 and 1851, publicado por la Universidad de Harvard a través de J.P. Morton & Company, 1906.
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vVql1dNvp2mnuLk&hl=en&ei=AcW4S7exM4Xy9QT8t8nqAw&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=2
&ved=0CA0Q6AEwAQ.
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