Download LAS MOTIVACIONES DE CARLOS MARX Por Jorge Rendón

Document related concepts

Materialismo dialéctico wikipedia , lookup

Jóvenes hegelianos wikipedia , lookup

Dialéctica wikipedia , lookup

Karl Marx wikipedia , lookup

Ludwig Feuerbach wikipedia , lookup

Transcript
LAS MOTIVACIONES DE CARLOS MARX
Por Jorge Rendón Vásquez
Cuando terminaba el segundo milenio de nuestra era, una
encuesta entre intelectuales de Gran Bretaña consideró que los
dos hombres más influyentes en este período fueron Jesús y
Carlos Marx.
¿Por qué Carlos Marx?
La indagación de cómo Carlos Marx llegó a adquirir tal
importancia podría comenzar por el momento en que ingresó a la
Universidad de Bonn en 1835, a la edad de diecisiete años. Se
inscribió en Filosofía y Literatura, desoyendo a su padre quien
quería que siguiera la más promisoria carrera de Derecho. Más
que a los cursos, su primer año de estudios estuvo dedicado a la
bohemia, de la que se alejó al año siguiente cuando conoció a
Jenny von Westphalen, una chica de su edad, que lo cautivó. El
padre de Jenny no vio, sin embargo, con buenos ojos esta
relación, no por la edad del joven enamorado, sino porque éste
pertenecía a una familia de judíos de clase media, en tanto que él
era un aristócrata. Conminado por su padre, Carlos tuvo que
trasladarse a la Universidad de Berlín a seguir Derecho, donde
se aplicó a conciencia a estudiar, aunque sin abandonar su
inquietud por la Filosofía y la Historia que, luego de algún
tiempo, pasaron a ocupar su atención completamente.
Por entonces, en las Facultades de Filosofía de Alemania
reinaban las enseñanzas de Georg Wilhelm Friedrich Hegel, cima
de las disquisiciones que desde Aristóteles constituían la
Filosofía, definida por éste como “la ciencia teórica de los
primeros principios y de las primeras causas”. Su campo era la
Metafísica, término con el que Aristóteles aludía al mundo de las
ideas y sus relaciones, es decir a lo que estaba más allá de la
física o de la naturaleza. Con una terminología difícil, que se fue
haciendo más abstrusa, los filósofos partían de premisas
circunscritas al pensamiento como una entidad compuesta de
esencias, o conceptos, de los que deducían otras ideas para
alcanzar, según ellos, la verdad. En ese mundo de abstracciones,
al que denominaban ser, ajeno a la naturaleza, se imponía una
idea absoluta, a la que algunos identificaban con Dios, como la
causa última de las demás ideas. Hegel aportó una variante
importantísima en este juego de elucubraciones. Se le ocurrió que
las ideas no eran invariables, como se venía sosteniendo desde
1
Aristóteles, con la excepción de Heráclito, sino que se convertían
en su contrario. Así, el ser podía tornarse en no-ser, y éste en otro
ser, distinto del precedente. Expuso este punto de vista en su
extenso libro titulado Lógica, denominación que desde Aristóteles
designa la ciencia del pensamiento y de sus leyes, reducidas, en
definitiva, a la deducción y al silogismo. “Esta lógica de
Aristóteles —decía Hegel— ha formado la ciencia lógica hasta
nuestros días. Ha recibido desarrollo, sobre todo de los
escolásticos, que no han sido sino simples desenvolvimientos que
no han aumentado su materia.” A la transformación de una idea
en otra le llama Hegel movimiento dialéctico. En su
Fenomenología del espíritu expone cómo la historia marcha,
obedeciendo a esta evolución conceptual.
Las casi cuatrocientas páginas de la Lógica de Hegel son por
demás oscuras. Hay que tener ganas de leerlas por algún interés
especulativo o por hallarse obligado a aprendérselas para
aprobar un examen, como debía acontecer en la Facultad de
Filosofía de Berlín, en la que si bien los catedráticos no se
presentaban en las clases con palmetas, blandían sobre los
estudiantes la amenaza de las notas, luego de sus sesudas, largas
y aburridas explicaciones con indoblegable pertinacia germana.
Había en esa Facultad, no obstante, algunos estudiantes
inteligentes que hallaron un foco de atracción en esa tediosa
cháchara. Era la parte en que las ideas pueden convertirse en su
contrario. En un comienzo sólo advirtieron que podía ser un filón
de futuros desarrollos. Entre ellos estaban Bruno Bauer, Ludwig
Feuerbach, Max Stirner, David Strauss y Carlos Marx, los que se
vieron pronto formando parte del grupo que se denominó los
jóvenes hegelianos o hegelianos de izquierda.
Carlos Marx terminó su tesis doctoral en 1841 y, ante la
animadversión de los profesores de la Universidad de Berlín, la
sustentó en la Universidad menos conservadora de Jena. Versaba
sobre Demócrito y Epicuro y su orientación materialista. Con tal
antecedente resultaba impensable seguir la carrera académica.
Prefirió el periodismo de izquierda y se trasladó a Colonia. En
1843 publicó sus libros Sobre la cuestión judía y Crítica de la
filosofía del Derecho de Hegel, cuestionando en ambos la religión.
También ese año se casó con Jenny Westphalen. Tenía entonces
veinticinco años. En 1844 se fue a vivir con su esposa a Paris,
trabajando siempre en el periodismo comprometido. Allí conoció a
Friedrich Engels, quien acababa de publicar su libro La situación
2
de la clase obrera en Inglaterra, cuyas ideas fundamentales eran
semejantes a las suyas.
Carlos Marx había continuado, mientras tanto, con sus
indagaciones filosóficas. Asumió el materialismo de los filósofos
franceses del siglo XVIII, La Mettrie, Holbach y Diderot. Fue
muy importante para él sobre todo la influencia de Holbach para
quien lo único existente es la naturaleza increada y en eterno
movimiento, uno externo espacial y otro interno causado por la
acción y la reacción de sus moléculas constitutivas. Volvió los ojos
hacia Heráclito y su tesis del perpetuo devenir, y vio entonces
claramente la realidad del universo, como si avanzando por un
oscuro túnel, se encontrase súbitamente con la diafanidad
prodigada por la luz del día. Hegel tenía razón al postular la
dialéctica como motor del cambio; pero no es en el mundo de las
ideas donde las cosas evolucionan, negándose y convirtiéndose en
sus contrarios, sino en la naturaleza por la acumulación de
sucesivos cambios cuantitativos que dan lugar cada cierto tiempo
a cambios cualitativos. La cosa: tesis, genera su contrario:
antítesis, que se transforma en otra cosa: síntesis, la que, a su
vez, se convierte en tesis, y así sucesivamente (La planta da la
semilla de la que sale otra planta; a cierta temperatura, el agua
se vuelve hielo o vapor, etc.). El mundo mental no se proyecta,
por lo tanto, hacia el exterior originando la realidad, como había
sostenido Hegel, sino a la inversa: la conciencia refleja la
naturaleza, parte de la cual son la sociedad y la propia
conciencia. Las ideas, los conceptos se forman en la mente como
reflejos abstraidos de la realidad material en evolución. Engels
coincidió con estas conclusiones. La revolución en la Filosofía fue
inmediata y contundente. Ella dejaba de ser el árido ámbito
poblado de abstracciones en relación sólo entre ellas,
prescindiendo del mundo real y sus cambios. En sus Tesis sobre
Feuerbach, Carlos Marx hizo una afirmación esencial a modo de
epílogo: la filosofía se había ocupado sólo de interpretar el mundo
de diversos modos; de lo que se trataba, en adelante, era de
transformarlo.
El 21 de febrero de 1848, Carlos Marx y Federico Engels
publicaron en Londres, por encargo de la Liga de los Justicieros,
el Manifiesto Comunista, un folleto de unas cincuenta páginas,
en el que hacen la siguiente declaración teórica fundamental,
enunciativa de la evolución dialéctica de la sociedad: “Hasta
nuestros días, la historia de la humanidad, ha sido una historia
de luchas de clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos,
3
señores feudales y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en
una palabra, opresores y oprimidos, siempre frente a frente,
enfrentados en una lucha ininterrumpida, unas veces encubierta,
y otras franca y directa, en una lucha que conduce siempre, a la
transformación revolucionaria de la sociedad o al exterminio de
ambas clases beligerantes.” A partir de esta declaración, la
historia de la humanidad tomó otro sentido. El 25 de febrero de
ese año estalló en Francia la revolución popular que derrocó al
régimen de Luis Felipe I, seguida de las revoluciones en
Alemania, Italia y otros países.
Luego de residir en Bélgica, acosado por la persecución de los
gobiernos burgueses y feudales que habían advertido el
significado de sus planteamientos, Carlos Marx se instaló en
Londres en mayo de 1849, y allí permaneció hasta su muerte el
14 de marzo de 1883.
Durante veinticinco años concurrió todos los días a la
Biblioteca del Museo Británico, en cuya rotonda ocupó el mismo
sitio, en el que prosiguió sus investigaciones y redactó la mayor
parte de sus escritos y libros, entre los cuales se halla El Capital.
Ese sitio sigue vacío, como si estuviera esperándolo.
La motivación que impulsó a Carlos Marx en la universidad
pudo haber sido su curiosidad por saber qué es la Filosofía,
entenderla y, a partir de cierto momento, tratar de cambiarla.
Ya, fuera de la universidad, su motivación fue vislumbrar el
mecanismo del cambio de las cosas, y, luego, aplicando el método
dialéctico que él había perfeccionado, cambiar la sociedad, como
un gigantesco experimento, en el cual los intelectuales y los
dirigentes de la clase obrera que lo siguieron, se colocaron a la
vanguardia de este contrario dialéctico que hace también la
historia. ¡Y vaya si lo logró!
Una de sus enseñanzas más importantes fue que la evolución
de la sociedad —de cualquier clase de sociedad, incluida la
socialista— sólo puede ser dialéctica, y que el quid para
determinar el sentido de su marcha estriba en descubrir sus
términos contrarios en su base material, que es la actividad
económica,
analizando
exhaustivamente
sus
elementos
constitutivos y comportamiento, y observando sus mutaciones. A
este método de interpretación de la realidad se le ha dado la
denominación de marxismo en homenaje a su genial creador.
(26/5/2012)
4