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Revista electrónica mensual del Instituto Santo Tomás (Fundación Balmesiana)
e-aquinas
Año 4
Mayo 2006
ISSN 1695-6362
Este mes... FAMILIA, ¡SÉ LO QUE ERES!
(Cátedra de Familia y Vida del IST
en colaboración con el Instituto Berit de la Familia)
Aula Magna:
CARLO CAFFARRA, Familiaris consortio veinte años después, y la
actual situación del matrimonio y la familia
RODRIGO GUERRA, La familia en la filosofía de Karol Wojtyla
2-16
17-30
Documento:
JUAN DE DIOS LARRÚ, La historia del Instituto Juan Pablo II para
estudios sobre matrimonio y familia
ARMANDO MARSAL, Teología del cuerpo de Juan Pablo II
50-92
Publicación:
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, El corazón de la familia
93-96
Noticia:
MANUEL DE LOS REYES, Congreso “Amar el amor humano”
(Pontificio Instituto Juan Pablo II)
© Copyright 2003-2006 INSTITUTO SANTO TOMÁS (Fundación Balmesiana)
31-49
97-100
Juan José Pérez-Soba, El corazón de la familia
El corazón de la familia
Juan José Pérez-Soba y Díez del Corral
Madrid, Facultad de Teología San Dámaso, 2006
Hay que agradecer a la Facultad de Teología “San Dámaso” de Madrid el
impulso necesario para que este nuevo título, EL CORAZÓN DE LA FAMILIA,
de su colección Presencia y Diálogo, conozca la luz tras un largo período de
gestación de manos de su autor, Juan-José Pérez-Soba y Díez del Corral. Desde
las páginas iniciales y conociendo al autor en su intensa actividad, donde se dan
cita tareas académicas, formativas, pastorales, espirituales, se percibe la ilusión
y el inmenso cariño oculto detrás de este proyecto editorial, investigación y
fruto maduro de una vocación sacerdotal en plenitud en el marco de la teología
moral.
Recogiendo sus palabras se desvela su pretensión: “Desde hace al menos diez años
mi propia tarea como profesor y sacerdote la he dirigido sobre todo a enseñar a amar y de
modo particular a enseñar a amar esponsalmente”. Una tarea fascinante de
aproximación al corazón humano, lugar por excelencia de la vida y la madurez
del hombre, “donde cada realidad alcanza su valor preciso, y sobre todo, donde los
acontecimientos cobran un sentido y permiten al hombre construir una historia”.
Analizando su trayectoria personal se alcanza una mejor comprensión de una
obra que se hace de lectura necesaria para la familia, educadores y agentes de
pastoral, sacerdotes y para todos aquellos que han entendido que la familia es el
camino de la Iglesia. Juan José Pérez-Soba se ordena sacerdote en 1991, se
licencia en Teología moral, es Doctor en Teología en matrimonio y familia por el
Pontificio Instituto Juan Pablo II para los estudios de matrimonio y familia y
Profesor de Teología Moral Fundamental de la Facultad de Teología "San
Dámaso" de Madrid, además de vicedecano de la misma.
Por su condición de sacerdote diocesano en una parroquia de Madrid, cuenta
con amplia experiencia parroquial, lo que le permite adentrarse en la realidad
de la pastoral de la familia en primera persona. La investigación y la enseñanza
de la Teología Moral es su verdadero centro de gravedad. Su tesis doctoral: El
amor es nombre de persona, Estudio de la interpersonalidad en el amor en Santo Tomás
de Aquino, proporciona las claves de su trayectoria posterior y en concreto de la
obra presente. En la introducción de la misma ya nos anticipa una dificultad:
“Nunca es fácil hablar del amor. La diferencia entre lo que se dice de él y lo que él
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sugiere es tan grande, que es muy normal quedarse en el campo de la sugerencia y se
descuida una profundización en sus contenidos .... Tal vez por ello, el camino escogido
por muchos estudiosos ha sido el tratar no del amor en sí, sino de los ¨tipos de amores´”.
Él va a tratar del amor en singular y lo hará con especial maestría en la obra que
nos ofrece. Su vinculación al Instituto Juan Pablo II primero en sus estudios y
después como docente en Roma, Valencia, Madrid, y como Miembro del "Area
de Ricerca di Morale Fondamentale" de la Pontificia Universidad Lateranense.
atestigua su familiaridad e identificación con el legado de Juan Pablo II en su
dimensión antropológico-teológica y en su visión del hombre y de la familia.
Este ha sido el humus intelectual en el que se inscribe la obra comentada.
Todo el material que ahora se publica ha tenido su origen en conferencias
pronunciadas desde 1998 hasta la fecha actual, aunque posteriormente se haya
producido una integración en la perspectiva y un enriquecimiento de todos los
temas. Como buen pedagogo quiere orientar desde el principio sobre la
perspectiva elegida, que se ilumina progresivamente según avanza la lectura.
En ningún momento decae su interés, porque en todos los temas tratados hay
una razón interior que emerge y deslumbra por su belleza y por la poderosa luz
que desborda de sus planteamientos y de su fundamentación antropológica y
teológica, que se convierte en un camino seguro para no iniciados y para
veteranos que tal vez requieran una síntesis poderosa a la hora de interpretar la
verdad del matrimonio y la familia.
En sus páginas hay proximidad y profundidad, para no omitir las profundas
razones y para transmitirnos con nitidez la belleza del amor humano y su
armonía sin par, en ese enlazamiento del eros con el ágape, que tan
magistralmente nos ha expuesto recientemente Benedicto XVI en su primera
encíclica Dios es amor. Nos llega con especial claridad desde El corazón de la
familia la gran renovación que sobre estas cuestiones nos ha legado Juan Pablo
II. La primera parte la titula LA LUZ DE LA FAMILIA, con una mirada original
y profunda a la revelación del Plan de Dios sobre el matrimonio y la familia.
Acostumbrados a valorar la relación hombre-mujer desde la sociología y desde
la conflictividad de la pareja humana en sus diversas etapas biográficas, el
lector encuentra una perspectiva, que remueve escombros y desestima
prejuicios, al tiempo que pone el Evangelio de la familia en el primer plano del
corazón humano y de la evangelización. Conecta con el Vaticano II cuando los
padres conciliares se preguntan sobre el propio ser de la Iglesia: Iglesia ¿qué dices
de ti misma?. La Iglesia en su Constitución dogmática responderá
afirmativamente, Lumen Gentium, es decir “Luz de las gentes”. Años más tarde,
en 1994, coincidiendo con el Primer encuentro mundial de las familias, Juan
Pablo II habría de recuperar la pregunta y con espontaneidad hacer del
recuerdo desafío al preguntar a las familias que le escuchan: “Y tú, familia, ¿qué
dices de ti misma?”. El ya sabía la respuesta y la ofrece con acento paternal y
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Juan José Pérez-Soba, El corazón de la familia
educativo: “¡Familia, tú eres Gaudium et spest!”, “¡Tú eres, el gozo y la
esperanza!”. Era el título de la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo
actual y con ello el Papa aludía a la identidad de la familia como familia
doméstica que ha de hacer presente a la Iglesia en el mundo. Gozo y esperanza,
luz del mundo, el matrimonio como vocación a la santidad, el evangelio de la
vida y la nueva evangelización, son como mimbres que vertebran esta primera
parte. Esa identidad que la familia recibe para comunicarla está presente como
cordón umbilical en toda la obra.
La segunda parte, titulada “EL PRINCIPIO” aborda el modo como el cristiano
puede descubrir en su propia vida su vocación al amor y expone las cuestiones
teológicas implicadas. Toma como eje la contestación de Jesús a la pregunta de
los fariseos sobre el repudio (Mt 19, 1-12), filón fundamental de la enseñanza
específica de Juan Pablo II contenida en las audiencias sobre el tema: Hombre y
mujer los creó, y conecta con los primeros capítulos del Génesis. El simple
enunciado de los capítulos que componen esta segunda parte habla por sí
mismo: el misterio de la familia; la familia en el proyecto de Dios; la llamada del
amor, la promesa de un futuro; dar un nombre al amor; la verdad de un
lenguaje: el amor hombre-mujer. Todo ello apunta a un modo de conocer que
se presenta como esencial para el matrimonio y plantea el salto desde lo
cotidiano a lo sublime, salvando la distancia entre la experiencia del amor y la
revelación divina. En la relación hombre-mujer, la aceptación de la diferencia es
una llamada a la unión, e implica la necesidad de “vivir para otro”. En este
horizonte la presencia de Dios se manifiesta como destino de la propia vida, un
amor esponsal que se propone como origen desde la plenitud del
acontecimiento de Cristo, que une inseparablemente a Dios y el hombre, la
creación y la redención.
La tercera parte de la obra es de carácter pastoral, centrada en el DIRECTORIO
DE PASTORAL FAMILIAR de la Iglesia en España. Existe un desfase todavía
presente entre la teología, la espiritualidad y la pastoral, en parte por una
ausencia de clarificación y de comunicación que impide salvar la distancia entre
la propia jerarquía de la Iglesia en los documentos que emite y las comunidades
católicas. Esa fractura es analizada en el propio Directorio y valorada en toda su
amplitud en El corazón de la familia. El desconocimiento del Directorio es un
hecho muy generalizado y sin embargo es clave su difusión para configurar la
pastoral familiar y hacerlo con el protagonismo que corresponde a la familia. El
Directorio apuesta por una nueva pastoral familiar, que adquiere una mejor
comprensión en la obra de referencia. Marca una nueva época para afrontar la vida
de las familias en la Iglesia y la resolución de los problemas que vive en la actualidad. La
familia no es un problema sino una solución, una esperanza capaz de hacerse
cultura y evangelización, respuesta ante el desafío cultural, a condición de que
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la familia encuentre su propia identidad, que es la vocación al amor en la que se
inscribe todo amor humano que sea fiel a sí mismo y a la verdad que contiene.
Es especialmente esclarecedor el último capítulo, dedicado al “pansexualismo”
de la cultura actual, conectado con el puritanismo. Nos descubre el trasfondo
cultural de la Introducción del Directorio y la posibilidad de una respuesta
global, evangelizadora y eclesial.
Al llegar a la última página se experimenta un especial estado de espíritu, aquel
que brota de la compañía de un maestro, de un guía experimentado, que nos ha
acompañado a lo largo del camino y que ha sabido iluminar todos sus
vericuetos para introducirnos en una experiencia de vida que llamamos
vocación. La obra es recomendable por muchos conceptos. Su visión
integradora rompe el dualismo de fe y vida. Sus destinatarios ya han sido
relacionados, pero ha sido escrito pensando especialmente en los matrimonios y
las familias, en su vida y sus problemas, en la necesidad que sienten de aliento
y de luz. En todo momento –confiesa el autor- he tenido en cuenta como perspectiva
el devolver a los matrimonios el protagonismo de sus propias vidas, conducirlos a la
fuente de su amor conyugal de la que brotan tantas decisiones nobles y la respuesta a su
propia vocación al apostolado. La respuesta generosa que he encontrado me ha
reafirmado en la en la fecundidad de las familias como una expresión original de la
fecundidad de Dios.
Manuel de los Reyes Díaz
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