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Los 90: otras indagaciones, de Susana Romano
Sued y Pampa Arán (edits.)
Epoké ediciones, Córdoba, 2005
Reseña: Analía Gerbaudo
Universidad Nacional del Litoral
“Los 90, su literatura y su crítica: una lectura”
Abrir un texto de crítica (abrir un texto, podríamos decir), supone necesariamente un gesto de detención y envío: envío a
otros textos, recuerdo de otras lecturas, de otras interpretaciones. Gesto explícito desde el título del trabajo de compilación
realizado por Romano Sued y Arán en Los 90. Otras indagaciones. Título que pone los artículos recogidos en diálogo con
otra publicación del equipo dirigido por Romano Sued (Umbrales y catástrofes: literatura argentina de los 90, 2003) y luego, con el conjunto de indagaciones que, desde diferentes ángulos, retoman la pregunta de Barthes al interrogar qué es lo
que la literatura puede en un contexto marcado por un “horizonte de catástrofe” (Romano Sued, 2003).
¿Qué es lo que la literatura puede en una cultura signada por la “hegemonía del
mercado” y por la aparente imposición de una “forma de la memoria puramente
transicional”? ¿Cómo juega la literatura en la producción social de la memoria?:
¿discute el decir oficial?; ¿revisa el modo en que se construyó la narración de los
hechos?; ¿rescata sucesos olvidados por las narraciones más expandidas? ¿Cómo se
juega la relación entre escritura, memoria y duelo? ¿Qué relación hay entre herida
y cicatriz y literatura cuando la escritura se produce desde un contexto marcado
por la multiplicación de la muerte, la ausencia de castigo a los culpables de esas
muertes y la aparente necesidad de conciliación y olvido? ¿Cómo juega la crítica
literaria al producir lecturas de esa producción, en el marco de las tensiones de esta
década políticamente obscena? ¿Cómo se juega el rol de los intelectuales en este
contexto? Y finalmente, cómo leer respuestas posibles a estas preguntas desde la
cercanía temporal, desde la casi inmediatez de los acontecimientos.
Los intelectuales que escriben (Romano Sued, Arán, Patiño, Mattoni, Pacella,
Camblong, González, Da Silva Catela, Malhol, Schirmer, Casarin, Barei) desde
aristas diferentes y tomando diferentes corpus (ensayos de Horacio González, escritos de Fogwill, Saer, Piglia, Heker, Picolli, Cazes, Carrera, Bossi, Kohan, etc.),
ensayan respuestas tentativas a estas preguntas, arriesgan pronósticos, elaboran estados de la cuestión. En definitiva, describen un mapa de la zona cultural que se
configura en el espacio de Argentina en el marco de la producción literaria y en el
lapso de la década pasada.
La hipótesis global que Romano Sued esboza en Umbrales y catástrofes... se
retoma, básicamente, desde la compilación que realiza junto a Arán dos años después: “hay varias modalidades de captación de la catástrofe y de captura de la tradición” (Romano Sued, 2003: p. 9). No obstante el tono de algunas preguntas es
más incisivo: “Me pregunto... si la literatura puede ser considerada in extenso como
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un testimonio, como una memoria, como un documento que aloja y promueve la
memoria, o como un texto que enmudece y silencia las huellas. ¿Serán, entonces, el
arte o la poesía, un falso testimonio, un documento de lo falseado porque en él
habita la desaparición, esa forma de muerte sin duelo ni memoria?” (Romano Sued,
2005: p. 10). Y la respuesta tentativa es decididamente más desencantada:
Nos dice Wacjman: “Quizás el siglo XX inventó el concepto de crimen perfecto, no el que
queda impune, tan viejo como el crimen mismo, sino aquel del que nadie sabrá jamás que
hasta tuvo lugar. Un acto en blanco, enteramente sin memoria. (...)”.
Este párrafo sería acaso aplicable a los discursos argentinos, la literatura de la década del
noventa, durante la cual se habrían extremado los síntomas de una cultura de la ausencia de
huellas que se venía arrastrando desde la última dictadura militar. Los noventa son, en muchos sentidos y para muchas miradas emblemáticos. Sobre todo en este aspecto de participación colectiva en el no saber, en el no inscribir, en el no recordar. O llenar todo, sin intervalo,
de objetos que pueblan los lugares, souvenirs de todas partes, abarrotamiento de objetos que
ocupan el lugar de otra cosa: los lugares de los acontecimientos han sido pulverizados, borrados, promovida la supresión del dolor... en gozante complicidad con la exculpación social.
(Romano Sued, 2005: p. 10)
Sería imposible condensar aquí el cruce de hipótesis que sobre el problema
recortado presenta cada ensayo, así como también sería imposible dar cuenta de los
variados estilos de escritura de dichas hipótesis. Sirva entonces este silencio, obligado por el breve espacio destinado a una reseña, como una interpelación a la lectura
del material sobre el que escribimos esta apretada interpretación. Sirva como un
estímulo a ponerse en diálogo con escrituras que se atreven a ofrecer sus puntos de
vista sobre la cultura promovida desde la literatura (y desde su crítica) escrita en
Argentina en la década pasada. Sirva como estímulo a conectarse con una enunciación que reconoce las paradojas y contradicciones que atraviesan el seno mismo de
la institución desde la que producen quienes escriben: en la crítica a la mercadotecnia, a la conversión de la figura del intelectual universitario en una suerte de “experto tecnocratizado” se cifra otra lectura de las marcas que deja en la cultura
universitaria una década cuyas políticas se gestan mucho antes de su inicio y cuyas
secuelas permanecerán, probablemente, mucho más tiempo del que quisiéramos.