Download La noción de trabajo en dos proyectos políticos

Document related concepts

Peronismo wikipedia , lookup

Unidos y Organizados wikipedia , lookup

Reforma constitucional argentina de 1949 wikipedia , lookup

Partido Justicialista wikipedia , lookup

Partido Demócrata Cristiano (Argentina) wikipedia , lookup

Transcript
La noción de trabajo en dos proyectos políticos:
el peronismo de 1943-1955 y el kirchnerismo
Franca Bonifazzi 34
Introducción. El trabajo como categoría política
El siguiente escrito pretende reflexionar sobre la noción de trabajo, a partir de dos Proyectos Políticos: a) la experiencia del peronismo en el gobierno durante 1943-1955 y b) el actual período de gobiernos kirchneristas
inaugurada a partir del 2003. La lectura dominante en los estudios de la
Ciencia Política centraron las teorizaciones sobre el trabajo en el marco de
las relaciones entre el Estado y el Movimiento Obrero. A diferencia de ésta,
se busca aportar al campo disciplinar a partir de la riqueza analítica de los
procesos políticos. En tal sentido, la hipótesis central es: que ambos proyectos dan cuenta de una nueva perspectiva desde los gobiernos y el Estado
hacia la constitución de la forma del trabajo, del mundo del trabajo y de las
organizaciones del trabajo en el centro de la política argentina. A saber, se
transfigura la problematización sobre la cuestión social hacia el problema
del trabajo como un derecho a garantizar.
Una de las directrices que guiaron mi formación, fue la de considerar
que un análisis político siempre es situado; es decir, se encuentra inmerso en una temporalidad, trama de situaciones, configuraciones históricas,
espacialidad, actores relevantes, correlación de fuerzas. Un análisis contempla la singularidad de los procesos políticos. En palabras de Nohlen,
cada Ciencia Política tiene características propias, influidas por el propio
desarrollo político del país; y cuyas reflexiones sobre la disciplina y como
34 Estudiante avanzada de la Lic. en Ciencia Política (UNR). Integrante del CEDeT. [email protected].
99
La democracia argentina como escenario de disputa hegemónica
ésta se enseña tienen ese trasfondo histórico y contextual (Nohlen, 2007).
Hablar de noción, concepto o categoría en términos situados, nos permite ubicar el aporte que las realidades operan sobre los andamiajes teóricos con los que reflexionamos los problemas políticos. Arturo Roig
sostiene que las categorías son categorías sociales, “resúmenes de la
realidad con los que construimos nuestro discurso y juegan, a pesar de
su origen histórico, un papel a priori sobre el cual se organiza la experiencia” (Roig, 2008: 105). En consecuencia, ¿cabe a la Ciencia política
preguntarse por el trabajo? , más bien, ¿por la categoría social del trabajo? Si bien otras ciencias aportan a la reflexión sobre el trabajo, y nos
valdremos de cuantiosos escritos de las mismas, este escrito intenta dilucidar el interés político por la reflexión sobre el trabajo para un proyecto político. En relación a éste último punto, cabe mencionar, que los primeros esbozos sobre la política y los problemas del pensamiento político, en nuestro país, no vinieron precisamente de la mano de politólogos,
sino de una “literatura de ideas”, como lo denominará Altamirano
(Altamirano, 2005). Ensayos, conjunto de tipos textuales, desde proclamas y manifiestos políticos hasta escritos de combate o de doctrina; textos de una intervención directa en el conflicto político o social de su
tiempo fueron el situs de la reflexión política; muchos de los cuales
serán recuperados para ahondar en este escrito.
Sobre el silencio a lo largo de mi transitar universitario, respecto al pensamiento político situado, circunscripto a materias residuales pero sin ser
transversal a los estudios políticos, es que se sitúa este escrito. En este
sentido, abordaremos ambos procesos enmarcándolos en la vigencia del
debate sobre el trabajo como integrador social, y las posibilidades de
garantir tal enunciado en la sociedad contemporánea. A partir del mismo,
propondremos la noción de trabajo como una noción que debe formar
parte de las reflexiones políticas y sociales; a diferencia de posturas que
lo consideran solo un hecho, factor o variable económica. Recuperar la
dimensión política de esta categoría, permite vislumbrar las consecuencias de los procesos neoliberales, que consagraron fuertes niveles de marginalidad y exclusión social, los cuales han podido ser revertidos a partir
de la revalorización de la política y de pensar la democracia de manera
sustantiva, desde la perspectiva de ampliación de derechos, en éste caso
del derecho al trabajo.
100
Aportes conceptuales para repensar la democracia argentina
De la cuestión social a la cuestión nacional. El trabajo como derecho
Cuantiosa bibliografía se puede hallar referida a la historia de trabajo, la
cual en su mayoría, acompañada de la reflexión sobre la cuestión social,
coincide en que él mismo es un interrogante de la modernidad (Neffa, 2003;
Meda, 2004). Si bien parece que existió desde siempre, hablar de y sobre el
trabajo apenas supera los 200 años en la larga vida de la humanidad.
En sintonía con Carballeda, y desde una perspectiva situada, es inseparable en Latinoamérica la cuestión social de la “cuestión nacional”. A
saber, dicho autor sostiene que “en nuestro continente, la serie de circunstancias que construyen los escenarios de intervención, otorgan una
dimensión singular y propia a la intervención social. Donde este hacer
implica la necesidad de estar situado en una serie de coordenadas históricas y culturales para poder comprender y explicar la esencia de los problemas sociales, la construcción de la demanda, el sentido de ésta, lo que
se oculta detrás y lo que se naturaliza (…) la cuestión social surge como
producto de diferentes tensiones. Una de ellas, es la propia dispersión de
culturas y civilizaciones que origina la conquista, con la consecuente
resistencia a estos nuevos signos del poder. Como forma de respuesta a
este avasallamiento, el asedio cultural del colonizador, es respondido
desde la tenacidad del colonizado como forma de resistencia. Es allí
donde se construyen nuevos signos de sociabilidad en la búsqueda del
lazo social perdido o avasallado” (Carballeda, 2010: 5-6).
No casualmente, en la textualidad de la nación Argentina, el derecho al
trabajo devino pivote de la constitución del lazo social en los proyectos
políticos que se pretende analizar: el peronismo del ‘43 al ‘55 y el kirchnerismo desde el 2003. Remarcamos la categoría de Proyectos Políticos, ya
que la misma implica la recuperación de la primacía de la política por sobre
el “pensamiento modélico”, que pretende resumir todo, una idea abarcadora entendible para todos, con un sesgo proveniente de las matrices dominantes de la formación de los economistas; donde, ceteris paribus, la aplicación de recetas y formulas claras y distintas daría solución a los problemas de la vida social y política. Por eso, sostiene Zaiat, “el modelo”,
mediante iniciativas precisas e instrumentos determinados busca alcanzar
el “equilibrio general” de la economía, lo que deriva en un estado de bonanza y estabilidad, dónde no se debería hacer nada para alterarlo, dejando que
funcione en un círculo virtuoso. Dicha concepción, da cuenta de la coloni101
La democracia argentina como escenario de disputa hegemónica
zación del discurso económico en el espacio público, trasladando un concepto idílico de “equilibrio” que contrasta con una realidad cambiante,
dónde existen relaciones de fuerzas, conflictos y dilemas propios de la política, que distorsionan la mentada armonía (Zaiat, Alfredo, 2010).
En consecuencia, resaltamos la noción que incorpora a la economía como
algo más complejo que un conjunto de variables matematizables, reconociendo el desequilibrio reinante, que obliga a trazar prioridades políticas,
objetivos y metas para alcanzarlos. Citamos a colación a Claudia Bernazza,
para quien “los grandes proyectos políticos, o proyectos de gobierno, presentados en las naciones emergentes como proyectos nacionales, lograron
movilizar en las primaveras democráticas del continente discursos, recursos y voluntades, los que confrontaron con los proyectos que se proponían
desde embajadas imperiales o empresas multinacionales. Colaboró en esta
operación, seguramente, la riqueza etimológica de esta palabra. Proyecto
significa lanzar hacia adelante (pro: adelante; iectus: eyectar, lanzar). Es un
término que se ocupa del presente, pero se ubica en el futuro. Es, claramente, una palabra dinámica, que no refiere a ninguna esencia. Es la celebración de la existencia, porque las personas, a la manera de los dioses, ponen
todo su empeño para crear un mundo a la altura de sus convicciones”
(Bernazza, 2011). Se prefiere la utilización de éste concepto al de gobierno, ya que permite una visión más amplia que integra a otros actores de la
comunidad política en los grandes objetivos que se conciertan.
Volviendo de la digresión sobre la necesidad de pensar en términos de
Proyecto Político, y enmarcando éste escrito en un libro que considera a
la democracia como una categoría en disputa, la cuestión del trabajo no
dejó de ser uno de los frentes de batalla sobre los sentidos de la democracia en nuestro país. Desde principios del siglo XX, rastreando la Historia
del Ministerio de Trabajo, en el 1904 se envía el primer proyecto al congreso con el objetivo de regular el trabajo obrero y sus relaciones con el
capital, proveniente de Joaquín V. González. En el mismo año, en tiempos
de roquismo, también se encomendó a Bialet Massé llevar adelante un
estudio sobre las condiciones del trabajo y de la población en general,
poniendo en evidencia la pauperización extrema a la cual se encontraban
sometidas las clases trabajadoras argentinas. Cabe destacar, que más allá
de las críticas del Informe de Massé, en su “Situación de la clase obrera
en Argentina”, la mirada que efectuaban los positivistas de la época des102
Aportes conceptuales para repensar la democracia argentina
estimaba a la clase trabajadora criolla y mestiza por considerarla ociosa y
sin condiciones de participar en la construcción de un país capitalista
(González, 2011a: 18). El gaucho no era el trabajador de la Europa que
tanto añoraron Sarmiento y Alberdi para la construcción de la Argentina
triunfante, por tanto, más allá de las tibias propuestas como la ley la Ley
N° 4.661 en 1905, la creación en 1907 del Departamento Nacional del
Trabajo –a los fines de sistematizar estadística pertinente relativa al
mundo laboral-, y la ley 8.999 de Cantillo y Palacios que ampliaba las funciones del Departamento, incorporando el Consejo del Trabajo; reinaba
una concepción de leve incorporación y fuerte represión a los trabajadores35. Es justamente la denominación de “cuestión social”, aquella que
anida en su interior una formulación de “contener la conflictividad
social”; del qué hacer con lo social, como algo exógeno a la vida política
del país. Más precisamente, si bien existieron relaciones entre el movimiento obrero y el Estado, y se evidenciaron instancias de arbitraje; no fue
hasta la llegada de Perón, en 1943, a la recientemente creada Secretaría de
Trabajo y Previsión social, que el trabajo pasa de ser una cuestión a convertirse en el pilar de la democracia, con ampliación de derechos y no
ajena a los problemas de la vida nacional.
El litigio por la igualdad y la conformación del sujeto trabajadores
Existe una cuantiosa bibliografía que reflexiona sobre las relaciones entre
el Estado y el Movimiento obrero en Argentina. Una de las lecturas inaugurales respecto al peronismo la realizó Gino Germani, con una apuesta
enmarcada en la corriente de la “Sociología científica”, y fuertemente
estigmatizante de la adhesión de los trabajadores al peronismo (Germani,
1962). Centrando su análisis en las bases sociales que acompañaron el
proceso, dicha posición consideraba que gran parte de los trabajadores
recientemente urbanizados, con escasa consciencia de clase, se encontraban en “estado de disponibilidad” para el proyecto “fascista” que significaba el peronismo. Si bien tal hipótesis fue dada por tierra por el estudio
35 En el siguiente apartado se menciona la Historia del Ministerio de Trabajo a partir de lo expuesto en la página oficial del mismo:
http://www.trabajo.gov.ar/historia/.
103
La democracia argentina como escenario de disputa hegemónica
de Murmis y Portantiero, quienes a partir de un trabajo de rigurosidad
científica, demostraron la existencia de una amplia adhesión de trabajadores con larga trayectoria gremial al peronismo, la mirada de Germani da
cuenta de una concepción de la Ciencia que desestima la experiencia local,
en sintonía a la concepción de los positivistas de antaño. En contraposición, lecturas revisionistas y de autores del pensamiento de la Izquierda
Nacional, como ser el caso de Jorge Abelardo Ramos, invirtieron la hipótesis germaniana despreciativa de las bases sociales que adhirieron al proceso político en curso, re mitificando y revalorizando a los migrantes
internos como sustrato de la vida nacional, expresión genuina de lo popular y los intereses de la patria. Cabe destacar, por su parte, el ensayo de
Carlos Astrada en su “Mito Gaucho”, que construye a partir del criollo, el
gaucho, una interpretación del Ser Nacional, dónde rescata la gesta heroica de éste durante las batallas de la independencia, trazando un puente con
los trabajadores del 17 de Octubre, donde el trabajo opera como constitutivo para el lazo comunitario y emancipador de las mayorías populares. El
pueblo se había materializado en Estado, un Estado que defendía al trabajo y las grandes conquistas sociales en este sentido.
No sólo fue planteada la interpretación del peronismo a partir del binarismo entre viejos y nuevos obreros. Otra de las claves interpretativas clásicas, provino de las relaciones de autonomía y heteronomía entre el movimiento obrero y el Estado. Dicha reflexión también contó con cargas
peyorativas en sus ciernes respecto a la “cooptación” por parte del Estado
de la clase trabajadora argentina. En este punto, nos interesa subrayar, en
sintonía con Germán Pérez y Ana Natalucci, que la gramática política de
corte movimientista, muy presente en América Latina y en el fenómeno
del peronismo, “conciben a la historia en dos etapas: la de resistencia –
de retroceso político y económico de los sectores populares- y la de ofensiva”. En ésta última, en coyunturas favorables al campo popular, se alienta a la articulación e integración al Estado, las organizaciones se piensan
como puentes entre el pueblo y sus representantes, y se combina representación corporativa con apelación a un lenguaje de derechos, y movilización como condición de posibilidad para generar cambios en el orden
social instituido. (Natalucci, Peréz, 2012: 21).
Cabe destacar pues, que las inquietudes teóricas sobre autonomía-heteronomía del movimiento obrero al Estado se encuentran fuertemente
104
Aportes conceptuales para repensar la democracia argentina
ancladas en una posición del intelectual, de su autonomía, y no tanto en
una racionalidad política claramente movimientista. Por su parte, como lo
destaca Piñero Iñiguez, la adhesión de los trabajadores al peronismo, sea
espontánea u organizadamente, se debe a un acto de clara racionalidad
política colectiva, a saber, las conquistas sociales en materia laboral que
–no exenta de construcciones míticas y místicas– perduró en el imaginario de las clases obreras por generaciones (Piñeiro Iníguez, 2010: 290).
Caracterizándolo brevemente, la irrupción del peronismo implicó una
ruptura política y cultural con la Argentina de años anteriores. El 4 de
junio de 1946, Juan Domingo Perón36 asumió como Presidente de la
República Argentina, hasta el 16 de septiembre de 1955 que fue derrocado por un golpe militar. Luego de sucesiones de gobiernos conservadores,
preocupados por defender los intereses de la clase dominante, el peronismo como nuevo sujeto histórico, emergió con el objetivo de liquidar el
Estado liberal, incorporar de forma democratizante a la clase trabajadora
–momento en que, por primera vez, las masas se convirtieron en sujetos
históricos y de derecho– e ingresaron masivamente las mujeres a la arena
política y social (Rosano, 2005: 1). En éste sentido, se erigía el Proyecto
de la “Nueva Argentina” que contraponía la democracia formal, dónde la
única beneficiada había sido la oligarquía, con un gobierno de democracia
real en beneficio del pueblo.
De esta manera, retomamos a Svampa, cuándo sostiene que “el discurso
de Perón presentará una nueva lectura de lo social (…) la transformación
de las masas en pueblo”, “la culminación de una aspiración propia de
toda democracia: la constitución de un pueblo soberano”. (Svampa, 2010:
269, 278). Horacio González también señala, que a partir de la irrupción
del peronismo, las cuestiones del trabajo, de organización sindical, de la
36 Cabe aclarar que Perón fue miembro del gobierno de facto denominado GOU instaurado el 4 de junio de 1943. Allí, Perón se des-
empeñó en el Departamento Nacional de Trabajo, anticipando y realizando muchas de las medidas a favor de la clase trabajadora. Luego se desempeñó como Vicepresidente y Ministro de Guerra del Régimen. A su vez, es necesario recordar un hito histórico
como el 17 de octubre, dónde contingentes enormes de trabajadores ocuparon la plaza de Mayo exigiendo la liberación de Perón,
preso en la Isla Martín García desde el 13 de octubre por el régimen militar. Éste acontecimiento de fuerte movilización popular
generó controversias históricas aún abiertas sobre su interpretación, por lo cual se lo considera un hito decisivo, y para los peronistas, significa el nacimiento de la “Nueva Argentina”.
105
La democracia argentina como escenario de disputa hegemónica
producción y de la vida serán asuntos de Estado (González, 2011).
Nos encontramos pues, frente a una nueva vinculación del Estado respecto a lo social, no se trata de si existían o no dichas relaciones precedentemente, sino de un nuevo modo que constituye una nueva subjetividad –el
pueblo-trabajador- y reordena las prioridades de Estado, dónde el trabajo es
un derecho fundamental para la realización democrática y comunitaria. El
trabajador es un sujeto de derechos, de derechos ciudadanos. A diferencia
de la vertiente liberal, en que el trabajo es un generador de valor; o bien de
las ciertas corrientes marxistas, para las cuales, el trabajo es una mercancía;
la novedad del derecho al trabajo, es dar cuenta de la subjetividad, de la no
cosificación del hombre, del reconocimiento de un habla, una organización
colectiva del trabajo, que protesta, que incide en la política. La ampliación
y el reconocimiento del derecho al trabajo, dentro de la matriz del peronismo y el justicialismo, para la cual “no existe más que una clase de hombres:
los que trabajan”, constituyó el valor más integrador de los preexistentes en
el país, ya que un trabajador es considerado par de otro trabajador, y potencialmente todas las personas podrían ser trabajadoras (Fontela, 2010: 77).
No solo se constituye una adhesión por conquista de derechos, sino también
porque el valor de ese derecho genera la pertenencia comunitaria y democrática, la igualdad de todos los argentinos como trabajadores.
Dentro de los emblemas de igualación social que permitió la conquista
de derechos laborales se destaca el Estatuto del Peón Rural. El mismo,
sancionado por decreto 28.169/ 44, posicionó en el mismo lugar a los trabajadores urbanos y rurales, generando un cambio distintivo, en uno de los
núcleos de poder oligárquico, con el objetivo de modificar las relaciones
sociales existentes. Siguiendo al análisis de Santiago Regolo, la extensión
de la legislación laboral y social urbana al ámbito rural, intentaba expresar un colectivo unificado, bajo la lógica de la figura del trabajador
(Regolo, 2012: 194). Retomando las palabras de Perón, con la sanción del
estatuto, “la Constitución del ‘53 abolió la esclavitud, pero lo hizo teóricamente porque no es menor la esclavitud de un hombre que en el año ‘44
trabajaba para ganar 12, 15 o 30 pesos por mes”. En consecuencia, “la
ampliación del concepto de ciudadanía a partir de su carácter social, y
no comprendido meramente en su aspecto formal y jurídico, le permitió a
Perón vincular su programa de políticas sociales con un nuevo sujeto
social” (Regolo, 2012: 204).
106
Aportes conceptuales para repensar la democracia argentina
En términos del propio Perón, de lo que se trata, es de “transformar la
masa inorgánica en pueblo organizado”, es decir, en sujetos conscientes de
sus derechos (Perón, 1974: 103). O en términos de Eva Perón, en su discurso del 17 de octubre de 1949, “no hay fuerza capaz de doblegar a un
pueblo que tiene consciencia de sus derechos”.
Rancière, en una de sus recientes escritos, pone en cuestión el presupuesto de la tradición de izquierda, en la cual los intelectuales son quienes
deben aportar a los dominados las explicaciones de la dominación que les
somete. Más bien, en su análisis considera que lo que les faltaba a los proletarios, no era tanto el conocimiento de los mecanismos de explotación
sino un pensamiento, una visión de ellos mismos como capaces de vivir
algo diferente al destino de explotados y dominados; poner en cuestión el
orden de discurso que le asignaba el orden social, subversión que implica
el propio rechazo de la palabra supuestamente propia del modo de ser
obreros (Rancière, 2011). Es decir, vivenciar (habitar) otra habla, un habla
para este caso de fiesta, derroche, gasto, ajena a ellos mismos. Ex-propiar
a la oligarquía por un instante de la felicidad.
La matriz del peronismo, no posee un enclave de revalorización del
trabajo en términos de subordinación, sacrificio, en una lógica de fascismo como numerosas lecturas intentaron vincular. Bien por el contrario,
buscó permitir a través del mismo la realización del ciudadano en comunidad, el derecho a gozar de una vida digna, de realización comunitaria.
Su gesto emancipador pudo llevarse adelante a partir de un Proyecto
dónde las relaciones entre el capital y el trabajo eran consideradas conflictivas pero no necesariamente antagónicas. La transferencia de ingresos a partir de la legislación laboral, de los convenios colectivos de trabajo, marcó un hito de un modo de articulación del Estado, el empresariado y la organización colectiva del trabajo, que permitió modelizar el
caso argentino en el mundo.
Como categoría social, para el peronismo la noción de trabajo hace referencia a la constitución del colectivo de trabajadores, a una construcción
doctrinaria dónde el trabajo es un valor que iguala a todos los argentinos,
a la vez que propicia dignificación y bienestar para él mismo, a una nueva
matriz de distribución de los bienes económicos y simbólicos de una
comunidad, y a su vez, materializa años de modificación en las relaciones
sociales a partir de la Constitución Nacional de 1949.
107
La democracia argentina como escenario de disputa hegemónica
En éste último punto, a partir de la reforma constitucional, en su artículo 37, “Derechos del Trabajador, de la familia, de la ancianidad y de
la educación y la cultura”, se consagran en su primer apartado los
Derechos del Trabajador. El primero de ellos, es el derecho a trabajar,
como “medio indispensable para satisfacer necesidades espirituales y
materiales del individuo y la comunidad”, por lo cual se lo considera un
derecho a ser protegido por toda la sociedad. A sí mismo, se garantizan
en los artículos siguientes los derechos a una retribución justa, a la capacitación, a condiciones dignas de trabajo, a la preservación de la salud,
al bienestar, a la seguridad social, a la protección de la familia, al mejoramiento económico, y a la defensa de los intereses profesionales37. Sin
embargo, en dicha legislación, no se contemplaba el derecho a huelga,
objeto de numerosas críticas, aunque fundamentado en que el trabajo
había adquirido su forma de redención, su forma reivindicativa básica,
en tiempos de distribución de la renta nacional del “fifty-fifty”. Cabe
destacar, como menciona Horacio González, que aquí se encontraba un
talón de Aquiles, al considerar que se podía detener la historia en un
momento único de felicidad, la heráldica reivindicativa comenzó a atravesar conflictividades propias de las fuerzas sociales, como lo fue la
huelga de los Ferroviarios en 1951, y las sucesivas embestidas económicas que ponían en jaque la posibilidad de garantir los derechos conquistados (González, 2011a: 48).
El peronismo en contexto
Al desarrollo del escrito, podemos hablar de un Estado peronista - diferenciado de aquel que legitimaba condiciones de trabajo inhumanas y
prácticas políticas signadas por el fraude y la corrupción- que intentó una
reparación social con aquellos sectores olvidados, articulándose con la
clase trabajadora, para garantizar sus conquistas sociales38.
La ausencia de una burguesía nacional, con intereses diferenciados a la
37 Ver Constitución Nacional de 1949 en Terroba, Luis Alberto (2010): “La Constitución Nacional de 1949. Una Causa Nacional”, Ed.
Fundación Ross, Rosario.
38 Las fronteras de lo político se redefinen, cambiando las relaciones de significación y representación social.
108
Aportes conceptuales para repensar la democracia argentina
oligarquía agroexportadora, impulsó medidas desde el Estado, como la
nacionalización del comercio exterior39, con el objetivo de transferir la
renta agraria diferencial hacia la industria en un intento de modificación
del esquema productivo del país. Dicha medida, se complementó con la
nacionalización del Banco Central, dejando el control de la política de
inversiones, la regulación de los intereses y la emisión de moneda en
manos estatales (Rosano, 2005: 2-3). A su vez, en un contexto de Segunda
Guerra Mundial, con un bloqueo económico y armamentístico de Estados
Unidos, e Inglaterra como principal compradora de productos agropecuarios y deudora, se tomó una de las medidas fundamentales para avanzar
hacia un modelo de desarrollo independiente: la nacionalización de los
ferrocarriles a partir de la reconversión de la deuda británica (Romero,
2001: 104). Junto a ésta medida, la nacionalización del transporte automotor, el impulso a la flota mercante, la soberanía sobre los puertos y la
implantación de un régimen estatal de reaseguros; permitían tener un control estatal sobre la comunicación y el trasporte, así como del comercio
exterior. Por su parte, el Estado también nacionaliza los servicios básicos
de agua, luz, gas y teléfono (Galasso, 2003: 3-10).
La redefinición de las relaciones sociales con la emergencia del peronismo obligó a darle legalidad a la legitimidad del proceso40. De esta manera,
se llevó adelante un cambio en la legislación, la Constitución del ‘49, incluyendo los derechos del trabajador, la familia, la ancianidad, educación y
cultura. Se realizó así una nueva redistribución de los recursos, a partir de
las políticas de convenios colectivos de trabajo y la implementación de una
nueva legislación laboral, se mejoró el acceso a la salud pública, la educación, planes de viviendas, sistema jubilatorio y la seguridad social.
Por su parte, la industrialización por sustitución de importaciones, programada por el 1º Plan Quinquenal, se sostenía con la ampliación del mercado
interno a partir de políticas tendientes a mantener el pleno empleo, el aumen-
39 El IAPI, Instituto Argentino de Promoción del Intercambio, funcionó bajo la órbita del Banco Central con el fin de centralizar el
comercio exterior y transferir renta a distintos sectores de la economía.
40 Esta redefinición no se trataba de un proceso feliz, sino de momentos de turbulencia social y fuerte enfrentamiento. La popula-
ridad del gobierno fue subestimada, fuertemente criticada por los sectores altos y medios del país, y en ese contexto surge el calificativo “gorila” para denominar a aquellos que estuvieran en contra del peronismo.
109
La democracia argentina como escenario de disputa hegemónica
to de salarios, y en consecuencia, la creciente capacidad de compra de los trabajadores para aumentar la demanda agregada. Esta estrategia virtuosa también generaba una espiral inflacionaria que obligó a reorientaciones económicas a mediados de los años peronistas y con el 2º Plan Quinquenal.
Las conquistas sociales eran sostenidas por la llamada columna vertebral
del movimiento. El entramado sindical comenzó a organizarse, por rama
de la industria y con una con una Confederación única, lo que permitió un
mayor poder de negociación frente a la patronal. El Modelo Sindical
Argentino, perdura de derecho41 hasta nuestros días, donde el unicato
cegetista vino para quedarse. Sin embargo, cabe comprender que el mismo
no se trata de un aparato del Estado o un factor de presión, sino de un factor concurrente en los aparatos del Estado –organizaciones libres del pueblo- detentores de poder real, en cuanto pueblo organizado, que junto al
gobierno y los factores del Estado, coordinaron una misión común en los
años peronistas (Vázquez, 2009). Otros autores, remarcan la laxa autonomía del movimiento obrero en estos tiempos (Torre, 1983; Romero, 2001).
A su vez, cabe enmarcar su accionar dentro de la llamada cooperación o
articulación de clases que pregonó el peronismo dónde los trabajadores y
los empresarios organizados, y con la mediación del Estado, acordaban
mejoras salariales y sociales que, en última instancia, beneficiarían a
ambos, aunque por momentos, la sublevación de los cabecitas negras
hacía temblar los augurios de conciliación de clases.
Aquellos sectores populares, en situación precaria y sin posibilidad de
sindicalización, recibieron ayuda social de parte de la Fundación Eva
Perón. Aquí, cabe aclarar un postulado fundamental sobre el que se erigía
la ayuda social, Eva Perón no hablaba de beneficencia, sino pregonando
una revolución simbólica en los imaginarios de ayuda social. En este sentido, entendía que la misma no se trataba de una dádiva o limosna, sino de
verdadera justicia social. Por ello, construyó policlínicos, hospitales de
tránsito, escuelas, hogares-escuelas, hogares de tránsito, hogares de ancianos, colonias de vacaciones, hoteles para obreros, Escuelas de
41
Si bien de hecho existen no sólo la CTA como sector que reclama desde los años 90´la personería jurídica como Central de
Trabajadores alternativa- aunque mucho de sus sindicatos ya la obtuvieron, no así la central-, sino también la CGT Azul y Blanca,
una facción de la CGT que se manifiesta disidente de la conducción actual de la misma en manos de Hugo Moyano.
110
Aportes conceptuales para repensar la democracia argentina
Enfermeras, la Ciudad Infantil, Campeonatos infantiles, la Ciudad estudiantil, etc. (Vázquez, 2009).
La soberanía política sobre los ejes y recursos claves del país, se potenció con un proyecto de Perón, uno de los primeros antecedentes de UNASUR, de integración política latinoamericana: el ABC. La integración con
Brasil y Chile, permitía la formación de un Bloque de negociación internacional que los potenciaba frente a los Estados Unidos.
En fin, los años peronistas levantaban tres banderas: la soberanía política, la independencia económica y la justicia social; ecos que aún titubean
en el presente. Sin embargo, como esperanza de apuesta transformadora,
se vio sitiada y truncada por una fuerte reacción, que comenzó con los
bombardeos de la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955, y seguidamente,
el golpe de estado denominado “Revolución libertadora” e inscripto en
una seguidilla de golpes de estado, proscripción de movimiento mayoritario de masas en Argentina a partir del decreto 4161 e iniciación de tiempos de violencia política.
Cabe destacar, que la noción de trabajo originada en los años peronistas,
no pudo ser rescindida tras años de dictadura y golpes de Estado. El cambio social, cultural y simbólico que generó, obligó a que luego de deslegitimarse y derogarse la constitución social de 1949, se debiera incorporar
el artículo 14 bis a la Constitución Nacional de 1853, el cual incorporaba
el derecho a huelga y versaba de la siguiente manera:
“El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes,
las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de
labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución
justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea;
participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial.
Queda garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de huelga. Los
representantes gremiales gozarán de las garantías necesarias para el
cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad
de su empleo. El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social,
que tendrá carácter de integral e irrenunciable. En especial, la ley esta111
La democracia argentina como escenario de disputa hegemónica
blecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades
nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los interesados con participación del Estado, sin que pueda
existir superposición de aportes; jubilaciones y pensiones móviles; la protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna.”42
Las grandes transformaciones sociales llevadas adelante, se ubicaron en
un contexto internacional funcional a una economía del pleno empleo, en
el marco de los años dorados de la posguerra. Con la vuelta de Perón al
poder en el año ‘74, se reintentó un nuevo esquema de pacto social, que si
bien garantizó desempleo cero, las relaciones de fuerza, la turbulencia política y la fuerte conflictividad social, no permitieron sostener más allá del
de su breve mandato. Ya por aquellas épocas, Héctor Cámpora vislumbraba, que se invertía la ecuación de Presbich sobre el “deterioro de los términos de intercambio” para los países productores de materia prima, y frente
al alza de los precios de la commodities, por la década del 70, inicialmente del petróleo, proponía un esquema de modificación impositiva y renta
progresiva a la actividad agropecuaria, acompañada con políticas de mejoras de productividad al sector, un desarrollismo de perfil distribucionista.
El peronismo, un tanto reacio a la cuestión agraria, desestimó en aquél
entonces dicha reflexión, que luego fue repensada por el kirchnerismo.
Tal como sostiene Mariano Fontela, no fue hasta la década del ‘90, que
perduró en el imaginario social y nacional la huella del trabajo digno, de
la revolución peronista. En consecuencia, los años de neoliberalismo, no
sólo consolidaron las diferencias sociales extremas, una extraordinaria
desigualdad de ingresos, la exacerbación de una sociedad de privilegios,
sino que se instalaron valores de idealización del éxito, el trabajo dejó de
ser un bien social y se convirtió en un problema individual, relegitimándose “la vieja moral burguesa por la cual se reprobaba que alguien renunciase a someterse a una actividad legal y remunerada así fuera pésimamente remunerada y agraviara la propia dignidad” (Fontela, 2010:77).
De esta manera, volvían a operar discursos, como antaño se adjudicaban a
los mestizos y gauchos, de que se trataba de sectores ociosos, sin ánimo
42 Artículo 14 bis en: http://es.wikipedia.org/wiki/Art%C3%ADculo_14_bis
112
Aportes conceptuales para repensar la democracia argentina
de trabajar, esquivando la realidad de la destrucción de la sociedad salarial, el congelamiento de los salarios, la flexibilidad laboral y el desempleo de tasas mayores al 25%.
Kirchnerismo, emergencia de la novedad
En primera instancia, luego del retorno de la democracia, reconocemos
que el peronismo, en una de sus expresiones, llegó a ser también liberal.
Transfiguración acaecida en un Estado en manos del pueblo que devino un
pueblo sin una mano del Estado, o más bien, un asegurador del orden y de
la propiedad privada, antes que un defensor de la distribución del ingreso,
de mejorar las condiciones materiales y simbólicas de las personas. De ser
un movimiento de masas, que pudo articular las demandas de los miles de
hombres de aquel subsuelo de la patria sublevado para ser contenidas en
el Estado, en su devenir, se convirtió también en un Estado peronista al
que una (la) sociedad le pasó por al lado. En estas marcas históricas es que
se inscribe entonces el fenómeno “kirchnerista”.
Las condiciones históricas en las que surge el kirchnerismo, datan de las
consecuencias devastadoras un período de liberalismo económico antiestatalista, culminando con los sucesos del 19 de diciembre del 2001 van
a marcar un hito en la historia argentina. Diferentes interpretaciones han
sido atribuidas a este fenómeno, coincidiendo en que fue una crisis multifacética. Considerada un momento de crisis institucional y el pesimismo
generalizado, se combinan una crisis del régimen de acumulación, producto de la aplicación salvaje del esquema neoliberal; una crisis del modo de
regulación, producto de un Estado desertor en sus funciones sociales, pero
activo en defensa del gran capital financiero; una crisis de representación,
producto de una burocracia político-parlamentaria que llega al cenit del
rechazo y la desconfianza popular; una crisis del mundo del trabajo asalariado, típica de occidente actual, pero que se expresa con inaudita crueldad en una Argentina donde, según criterios de la O.I.T, dos tercios de la
población activa no tiene trabajo genuino y el otro tercio padece de sobrecarga laboral o stress ocupacional. Por último, una crisis intelectual y
moral caracterizada por el escepticismo y los deseos de abandonar el país
por parte de la juventud (Cieza, 2004). La escisión de la sociedad civil de
la política, debido a la crisis de hegemonía de la clase dirigente, introdu113
La democracia argentina como escenario de disputa hegemónica
cía lo relevante de esta discusión: cómo iba a plantearse el nuevo modelo
de país, como se iba a restablecer la autoridad. Va a ser Néstor Kirchner43,
quién elegido por el 22% del voto popular, debió enfrentarse a ese “infierno del cual había que salir”, caracterización que él había atribuido al contexto argentino en el momento de su asunción en el año 2003. Teniendo
que poder hacer frente al “que se vayan todos”, el gobierno Kirchnerista
debió incluir en sus discursos a las demandas de cambio, a una propuesta
progresista de reanudar la vida pública, enlazada a la restitución de la
cohesión social de la mano del Estado.
Una de la maneras de ampliación de la las fronteras políticas, era llegar
a los sectores medios a partir de la bandera de los Derechos Humanos, iniciando el juicio a las Fuerzas Armadas, destituyendo su cúpula y autoproclamándose “hijo de las madres y Abuelas de Plaza de Mayo” (Galasso,
2011: 142). La defensa de los derechos humanos como política de Estado
implicó, a su vez, desde 2004 la conversión de la ESMA en espacio para
la Memoria, definitivamente logrado en noviembre del 2007.
Comenzó entonces, una baterías de medidas de intervención en la economía, donde las dificultades de existencia de una burguesía nacional, y la
fuerte extranjerización del aparato productivo, o su consiguiente concentración en un puñado de familias desde la última dictadura militar, no lo
hacían una tarea nada fácil. Se intervino el PAMI; desde el Ministerio de
Desarrollo Social se diagramaron y se implementaron como primeras
medidas, el Plan de Seguridad Alimentaria El hombre más urgente, el Plan
Nacional de Desarrollo local y Economía social Manos a la Obra, y el Plan
Nacional Familias; se llevó adelante el PROFE; se volvió a la negociación
colectiva y los convenios colectivos de trabajo, se renovó la Corte
Suprema de Justicia; y se llevó adelante el pago de la Deuda Externa en
simultaneidad al No al ALCA, inscribiéndose en la seguidilla de gobiernos nacional-populares, reformistas o revolucionarios, como los de Hugo
Chávez, Evo Morales, Fidel Castro.
43 Néstor Kirchner fue elegido intendente de Río Gallegos en 1987, y en 1991 se convirtió en gobernador de su provincia debido al
éxito de su gestión municipal. Su candidatura recibió el apoyo de Eduardo Duhalde –presidente interino desde el renunciamiento del
ex Presidente De La Rúa- con el fin de derrotar a Carlos Menem (candidatura antes ofrecida a Carlos Reutemann quién renunció a aceptarla). Kirchner asumió el 25 de Mayo de 2003, luego que tras haber ingresado al ballotage, Carlos Menem renunciara a presentarse.
114
Aportes conceptuales para repensar la democracia argentina
En relación a la conducción política, Cremonte sostiene una coincidencia entre el estilo de Néstor Kirchner y el de Perón: utilizar el desorden
para producir un orden más sólido. Logró utilizar el conflicto como fuente de una nueva articulación y orden, mostrándose como la única opción
“razonable” frente a sus adversarios (Cremonte, 2007: 400-401). Una de
las claves para consolidar su debilidad de inicio44 resultaron las elecciones
de 2005, dónde se impuso el kirchnerismo frente al duhaldismo45 en las
urnas. Dicha reacomodación de fuerzas, permitió una coyuntura en la cual
el gobierno comenzó a consolidar su hegemonía dentro de las filas peronistas, a la vez, que se legitimó socialmente.
La victoria en 2005, se proyectó al 2007 con una elección de Cristina
Fernández de Kirchner obteniendo el 46 % de los votos, frente al 19, 5%
obtenidos por Elisa Carrió. La opción electoral continuó siendo la de
apostar por la transversalidad estableciendo formulas con sectores peronistas y no peronistas – inherente a la cultura frentista del peronismocon una fórmula de Concertación Plural llevando a Julio Cobos, dirigente radical, de Vicepresidente.
A meses de haber asumido su cargo como Presidenta de la Nación se
desató uno de los conflictos46 más críticos que azoto su gobierno: el
“conflicto del campo”. El dilema del peronismo y la cuestión agraria no
resulta una novedad histórica, pero en abril del 2008, con la resolución
de retenciones móviles, se hizo carnadura en una de sus facetas más fustigadoras. De errores políticos, desconocimiento del universo de sujetos
agrarios o inexperiencia de Lousteau, el problema derivo en un lock-out
patronal de casi cuatro meses, movilizaciones y cacerolazos a lo largo y
ancho del país, que implicaron una fuerte pérdida de hegemonía del
kirchnerismo. El eco de la derrota político-cultural se manifestó en otra
capitulación: el kirchnerismo perdió las elecciones de 2009 en la provincia de Buenos Aires llevando a Néstor Kirchner como candidato, y
44 González caracteriza al kirchnerismo por su debilidad, la fragilidad que se halla inscripta en su conformación.
45 Fue decisiva la elección en Buenos Aires, dónde Cristina Fernández de Kirchner se enfrentó a Hilda “Chiche”Duhalde.
46 El gobierno de Néstor Kirchner debió cargar en sus hombros momentos críticos como la tragedia de Cromagñon, el caso Skanka,
el asesinato del docente Fuentealba, o la intervención del Indec, aunque ninguno cobro dimensiones tales que les hiciera perder
su caudal electoral.
115
La democracia argentina como escenario de disputa hegemónica
comenzó su ciclo de gobierno siendo la primera mayoría en la cámara
legislativa47. Las figuras victoriosas de la oposición en el conflicto resultaron ser nada más y nada menos, que el Vicepresidente Julio Cobos48,
Carlos Reutemann y Francisco De Narváez, consolidándose a nivel
nacional la organización del Peronismo Federal49, un aquelarre de dirigentes de peso provinciano pertenecientes al peronismo, demostrando su
performance en las elecciones de Santa Fe y Buenos Aires, dos de los
distritos electorales de mayor peso.
Sin embargo, frente a la recaída se avizoró una gran avanzada. Ley de
Medios, estatización de las AFJP, estatización de Aerolíneas
Argentinas, Asignación Universal por Hijo, Reforma Política, serían
algunas de las medidas llevadas adelante en un lapso menor de un año.
La negativa por parte del Congreso a la designación de Marcó del Pont
para presidir el Banco Central, luego del fracasado Fondo del
Bicentenario que permitiese asumir los pagos de la deuda, significó
nuevamente una embestida al gobierno en curso. Sin embargo, las dificultades de la oposición en presentar “argumentos contundentes” y
“aglutinantes” frente a los discursos magistrales de cuño neo desarrollista otorgados por la economista allá por febrero de 2010, dejaron en
evidencia su incapacidad de conformar una estrategia opositora que
pudiese hacer frente al kirchnerismo.
Otro acontecimiento se va a manifestar como decisivo para dar las
señas de una nueva rearticulación de la hegemonía kirchnerista: los
festejos del Bicentenario. Desbordadas las arterias de la ciudad de
Buenos Aires, millones de personas se apropiaron de la calle para dis-
47
El Frente Cívico y social realiza un muy buena performance en esas elecciones, a la vez, que Fernando “Pino” Solanas, con
Proyecto Sur obtiene el segundo puesto en CABA.
48 El conflicto fue muy singular porque el compañero de fórmula presidencial, a meses de asumir, se transforma en el paladín de
la oposición; sin renunciar a su cargo de pertenecer a la vicepresidencia del poder ejecutivo.
49
Si bien, luego de la intervención del PJ en el 2005, y la asunción de Kirchner como Presidente, se conforma el Peronismo
Disidente, son las elecciones de 2009, la excusa para agrupar a Alberto Rodriguez Saa, Carlos Reutemann, Ramon Puerta, Jorge
Busti, Felipe Sola, Juan Carlos Romero, Eduardo Mondino, Roberto Basualdo y el ex jefe de la SIDE Miguel Ángel Toma, entre otros.
A su vez, ésta estructura llevo adelante acuerdos frentistas con el PRO, como lo fue el caso de Provincia de Buenos Aires, generándose la Alianza Unión-PRO-Federal.
116
Aportes conceptuales para repensar la democracia argentina
frutar eso días jolgoriosos. Para sorpresa de los medios masivos de
comunicación, la cobertura del evento resultaba innegable y necesaria,
mostrando El Bicentenario como la apertura definitiva de una puerta
que estaba entreabierta, que había un montón de ciudadanos que todavía no se animaba a cruzar, personas que aún no eran convocadas, que
no se sentían participantes reales. Año de apertura y de pérdidas, ya
que el 2010 culminó con la muerte de Néstor Kirchner, y con una fuerte y masiva vuelta de los jóvenes a la política; y una adhesión durante
las elecciones de 2011 del 54% de los votos a la electa Pta. Cristina
Fernández de Kirchner.
A diferencia de los años peronistas, el kirchnerismo, que trastocó los
cimientos sociales, no identificó claramente al trabajo como un valor que
fuera igualador social y de ciudadanía, ya que en términos fácticos, el
escenario contextual no permitía garantir tal enunciado. Los primeros años
de Néstor, estuvieron signados por un período de recuperación económica, refuncionalización de la industria nacional, estabilidad macroeconómica, superávit fiscal y creación de empleo. En sus propias palabras, “los
problemas de la pobreza no se solucionan desde las políticas sociales sino
desde las políticas económicas”. El eje ya no se centra en un nuevo modo
de pensar lo social, sino en mantener un superávit fiscal que permita el
desendeudamiento y la distribución del ingreso.
Cuando mencionamos la diferencia entre trabajo y empleo, en la actualidad se menciona a éste último como aquel que permite recibir una
remuneración a cambio de una actividad. Trabajar en la actualidad no
necesariamente equivale a retribución justa, o a retribución, existen “trabajos solidarios”, “trabajos ad honorem”, “trabajos no remunerados”. En
suma, si bien el eje es la erradicación de la pobreza, las propuestas se
enmarcan en políticas de “desarrollo con inclusión social”. En el marco
de un contexto internacional crítico, dónde el trabajo fue cuestionado
como un valor, incluso algunos llegaron a teorizar sobre su potencial
extinción, con una Europa de desempleo por encima del 20% y un modelo de acumulación del capital mundial centrado en la valorización financiera y no en la producción, el trabajo, como apuesta, posee los rasgos
con los que Horacio González califica al kirchnerismo: es producto de
una gran debilidad de inicio pero con una apuesta de gran voluntad política (González, 2011b).
117
La democracia argentina como escenario de disputa hegemónica
Entre la herencia y la novedad. Del trabajador al empleable.
En primera instancia, como lo destacábamos en el apartado anterior, el eje
del debate sobre el trabajo en el kirchnerismo, se vincula a la creación de
puestos de trabajo para reducir los índices de desempleo y pobreza. Casi
como una ecuación, la matriz keynesiana que da cuenta que los problemas
sociales se resuelven con la política económica, vislumbra un fuerte intento de recuperación económica y con una apuesta no tan clara de reconstitución identitaria de los sujetos trabajadores.
En palabras del Ministro de Trabajo, Carlos Tomada, “la particular
experiencia social y política argentina, que emergió de una crisis terminal, causada por los efectos del <modelo neoliberal> (…) ha debido rescatar la economía argentina del fondo al que había llegado, recuperar la
capacidad del Estado de gobernar y reiniciar el proyecto de política
pública que ganará sus títulos democráticos y de justicia” (Tomada,
Carlos, 2007: 73). En este sentido, el ministro arguye que el rol de su sector ministerial se abocó a la promoción del trabajo, empleo y seguridad
social a través de una batería de políticas públicas activas, que articuló las
políticas macroeconómicas a las laborales y sociales.
La primera tensión que enumeró Tomada se enmarca en: una herencia de
sociedad de trabajo, en el marco de una sociedad de mercado que preconiza la economía global. En tal sentido, persiste a su criterio un dilema entre
la integración social, que descansa en la práctica de los actores sociales y
sus esperanzas de justicia, y una integración tecnocrática que se basa en
los equilibrios de mercado y de la economía. En consecuencia, optar por la
primera es un ejercicio de voluntad política decisiva, de seguir apostando
al trabajo como integrador, dador de ciudadanía y generador de identidad.
La opción que alentó la comprensión sobre el trabajo, fue avanzar en
políticas laborales inclusivas centradas en la recuperación del empleo, la
mejora en la distribución del ingreso, el fortalecimiento de las instituciones del trabajo, la formación profesional y laboral de los trabajadores. A
partir de los mismos, se recuperó la negociación colectiva como instrumento de redistribución del ingreso, y se estableció el salario mínimo vital
y móvil. Sin embargo, garantizar el derecho al trabajo permanece como
materia pendiente, un 40% de los trabajadores permanecen en condiciones
de trabajo no registrado, subcontratado o precario, lo cual los inhabilita de
gozar de los beneficios distributivos de las medidas antes mencionadas. Se
118
Aportes conceptuales para repensar la democracia argentina
continuaron políticas de transferencias de ingreso como los seguros de
capacitación y desempleo, distintos programas de empleo en articulación
con el ministerio de Desarrollo Social de la Nación, se intensificó el control y la inspección laboral, se motivó a la responsabilidad social empresaria, se promovieron políticas de empleabilidad juvenil, se consolidó un
sistema Nacional de Formación continua. Políticas activas que permitan a
los trabajadores superar la brecha de formación de recursos humanos,
potenciar su empleabilidad, y potenciar herramientas para el autoempleo.
Los problemas de la pobreza no sólo se vieron resueltos con las políticas
económicas, y el dato de la no disminución de la informalidad laboral llevo
a la formulación de medidas de transferencias de ingresos más fuertes
como fue la Asignación Universal por Hijo, es decir la ampliación del derecho de las asignaciones familiares de los trabajadores registrados a los trabajadores informales con hijos. En suma, son de reciente sanción las leyes
contra el trabajo infantil, de regulación del servicio doméstico y de los trabajadores rurales. Podríamos argüir, como lo realiza Mariano Fontela, que
se desarrolló una política de dignificación del trabajo y se mantiene pendiente una política similar que revalorice a los trabajadores, como ideal
igualitario de persona que potencialmente incluya a todos los argentinos
(Fontela, 2010:80). Nos cabría preguntarnos, ¿es posible tal desafío?
Conclusiones. ¿El trabajo es todavía un valor?
A partir de las reflexiones transcurridas en el siguiente escrito, en primer
lugar, cabe destacar que tanto el peronismo entre 1943 y 1955, como el
kirchnerismo del 2003 a la actualidad han otorgado un rol fundamental al
debate sobre el trabajo. Para ambos proyectos políticos, se trata de una
prioridad en sus agendas y sus políticas.
En primera instancia, cabe destacar que la revalorización del trabajo realizada con el peronismo opera como una novedad, como un nuevo modo de
lectura de lo social desde el Estado y el gobierno. A saber, para el peronismo la noción de trabajo hace referencia a la constitución del colectivo de
trabajadores, a una construcción doctrinaria donde el trabajo es un valor
que iguala a todos los argentinos, a la vez que propicia dignificación y
bienestar para él mismo, a una nueva matriz de distribución de los bienes
económicos y simbólicos de una comunidad, y a su vez materializa años de
119
La democracia argentina como escenario de disputa hegemónica
modificación en las relaciones sociales a partir de la Constitución Nacional
de 1949. Su contexto de emergencia, en una economía industrial y un capitalismo de producción, llevó a que las pugnas por el Proyecto de país se
dirimieran entre quienes querían perpetuar un modelo social excluyente,
sin distribución de la renta diferencial de la tierra, y quienes se vieron, por
primera vez, siendo protagonistas de la democracia y de un modelo de país.
Por su parte, la llegada del kirchnerismo al poder, se manifestó en un
contexto de debilidad política, de agotamiento de la expresión local del
modelo neoliberal, aunque en el marco de la globalización del patrón de
acumulación de valorización financiera, que socava las bases de las economías de trabajo. La apuesta de los años kirchneristas, se emparentó con
ampliar la demanda agregada, aumentar los niveles de empleo, mejorar la
empleabilidad de los trabajadores, pero tibiamente pudo avanzar en recuperar el colectivo de los trabajadores, aún hoy fragmentado y con serios
déficit de representación por sus delegados gremiales, que ha llevado a la
partición no sólo de la CGT sino también de la CTA. La fuerte transferencia de ingresos que garantizaba en años peronistas la negociación colectiva, no puede ser ampliada a todos los trabajadores por el alto índice de
informalidad laboral, lo que ha obligado a otras medidas de apropiación
del excedente económico, como la recuperación por parte del Estado de
las AFJP, de YPF, entre otras, dando cuenta que en una economía globalizada y de concentración financiera, la distribución no sólo se garantiza
con hipótesis económicas heterodoxas sino con decisiones políticas que
implican avanzar en desmontar nudos concentrados de la economía.
En función de lo expuesto, el desafío actual es: avanzar en las heterogeneidades en el seno de la clase trabajadora (trabajo no registrado, terciarización, extranjerización de las relaciones laborales) para poder recuperar
el ideal igualitario del trabajo y reconstituir una dinámica sindical que
permita defender adecuadamente los intereses de la clase trabajadora
(AAVV: Derechos Humanos en Argentina, 2012).
120
BIBLIOGRAFIA
• Altamirano, Carlos (2005): Para un programa de Historia Intelectual y otros
Ensayos, Siglo XXI Editores, Buenos Aires.
• AA.VV. (2013): Derechos Humanos en Argentina. Informe 2012, Ed. Siglo
XXI, Buenos Aires.
• Basualdo, Eduardo (2011): Modelo Político y Sistema de Acumulación. Tres
ensayos sobre la Argentina actual, Ed. Cara o Ceca, Buenos Aires.
• Bernazza, Claudia (2010): Proyectos Nacionales o Políticas de Estado, en
Revista Reseñas y Debates: www.ryd.org.ar, Buenos Aires.
• Carballeda, Juan Manuel (2008): “La cuestión social como cuestión Nacional, una
mirada genealógica” en Revista Margen N° 51. Disponible en www.margen.org.
• Cieza, Daniel (2004): “Los intelectuales orgánicos”, en Revista Foro Federal,
1º Encuentro, Buenos Aires.
• Cremonte, Juan Pablo (2007): “El estilo de actuación pública de Néstor
Kirchner” en Rinesi, Eduardo; Nardacchione, Gabriel; Vommaro, Gabriel
(comps.): Los lentes de Víctor Hugo. Transformaciones políticas y desafíos teóricos de la Argentina reciente, Ed. Prometeo, Buenos Aires.
• Cremonte, Juan Pablo (2008): “Estilo de época y comunicación mediática”
en Rinesi, Eduardo; Vommaro, Gabriel, Muraca, Matías (comps.): Si éste no es
el pueblo. Hegemonía, populismo y democracia en Argentina, Ed. UNGS-IEC,
Buenos Aires.
• Fontela, Mariano (2010): Peronismo y Ciencias Sociales, Ed. Siglo XXI,
Buenos Aires.
• Galasso, Norberto (2003): Cuadernos para otra historia. Disponibles en
www.discepolo.org.ar, Buenos Aires.
• Galasso, Norberto (2011): De Perón a Kirchner. Apuntes sobre la historia del
peronismo, Ed. Punto de Encuentro, Buenos Aires.
• Guerrero, Omar (2004): Principios de Administración Pública, Biblioteca Jurídica
Virtual, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Ciudad de México.
• González, Horacio (2011a): Genealogías de Trabajo y la Violencia en la historia Argentina, Ed. Homo Sapiens, Rosario.
121
• González, Horacio (2011b): Kirchnerismo: una controversia cultural, Ed.
Colihue, Buenos Aires. http://www.ifad.org/gender/glossary_s.htm
• Laclau, Ernesto (1996): Emancipación y diferencia, Ed. Ariel, Buenos Aires.
• Laclau, Ernesto (2005): La Razón populista, Ed. Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires.
• Meda, Dominique (2004): Le travail. Que sasis-je?, Ed. Puf, París.
• Mouffe, Chantal (1999): El retorno de lo político, Ed. Paidós, Barcelona.
• Neffa, Julio (2003): El trabajo Humano. Contribuciones al Estudio de un valor
que permanece, Ed. Asociación Trabajo y Sociedad, Buenos Aires.
• Nohlen, Dieter (2005): ¿Cómo enseñar Ciencia Política? en Revista Nueva
Época, Año 4, N° 5, Julio, Facultad de Ciencias Sociales UBA, Buenos Aires.
• Perón, Eva (1949): Discurso del 17 de Octubre.
• Perón, Juan Domingo (1974): “Conducción Política”, Ed. Freeland, Buenos Aires.
• Perón, Juan Domingo (2008): “Comunidad Organizada. Vigencias y herencias”, Ed IMA, Buenos Aires.
• Piñeiro Iñiguez, Carlos (2010): Perón, la construcción de un ideario, Ed. Siglo
XXI, Buenos Aires.
• Ranciére, Jacques (2011): En tiempo de la igualdad. Diálogos sobre política y
estética, Ed. Herder, Barcelona.
• Regolo, Santiago (2012): Hacia una democracia de masas. Aproximaciones
histórico-sociológicas de la Reforma Constitucional de 1949, Ed. Instituto
Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón, Buenos Aires.
• Rivas Leone, José Antonio (2002): La politología: Retos y desafíos. En Revista
de Ciencias Sociales, Volumen VIII, Nº 001, enero/abril, Universidad de Zulia,
Maracaibo, Venezuela.
• Roig, Arturo (2008): El pensamiento latinoamericano y su aventura, Ed. El
Andariego, Buenos Aires.
• Romero, Luis Alberto (2001): Breve Historia Contemporánea de la Argentina,
Ed. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.
122
• Rosano, Susana (2005): Rostros y máscaras de Eva Perón: imaginario populista y representción, Ed. University of Pittsburgh, Pittsburgh, Estados Unidos.
• Santoro, Marcos (2007): “La acechanza del pueblo intratable”, en Revista El
Río sin orillas, Nº1, Ed. Las Cuarenta, Buenos Aires.
• Svampa, Maristella (1994): El dilema argentino: civilización o barbarie, Ed.
Taurus, Buenos Aires.
• Terroba, Luis Alberto (2010): La Constitución Nacional de 1949. Una causa
Nacional, Ed. Fundación Ross, Rosario.
• Torre, Juan Carlos (1983): Los sindicatos en el gobierno: 1973-1976, Centro
Editor de América Latina, Buenos Aires.
• Vázquez, Pablo (2010). Estudio preliminar en Perón, Eva: Evita. Su legado de
puño y letra, Ed. Fabro, Buenos Aires.
• Zaiat, Alfredo (2011):
www.pagina12.com.ar.
¿Proyecto
o
Modelo?
Disponible
en:
123
124