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POPULAR ~ MODERNIZADA POR jOSÉ COMAS SOLA I I . ASTRONOMÍA POPULAR \• ,¡rESCGLA I SUPER!êR D' AGRIGULTURA~l --J -I~II3LIOTECA. \ frmari. _ . E_:_ \ j)resiaige _ ..!f__ _ _ ~ )'Íom bre_ ___l.~6~_,_ ~ :-. -f ~ ... I BIBLIOTECA DE ENSEÑANZ.A. PoPULAR ASTRONOM[A POPULAR MODERNIZADA POR JOSÉ COMAS SOLA Di rec or del Obscrvatorio ast o .ómico del Tibidabo ( Barcelona) Edición ilustrada con 1 og grabados TOMO li F. GRANADA Y c.·, EDIToREs 344- DIPUTACION- 344 BARCELONA • Lecci6n undécima.-Los eclipses . . T.ección duodécirna.-Ojeada general sobre el sistema solar. Lección décimatercera.-Los planetas mcdianos Lecciórl décimacuarta.-Los gran des plaoetas . . Lecci6n dt!cirnaqllinta.-Los cometas. . . . Lecci6n déclmas•xta.-Las estrellas fugaces . Ltcci6n décimaséptima .-El cielo estrellado . Lecci6n décimaoctava.-Las constelaciones Lecci6n décimanovtna.-Las estrellas. ·, ; LecciÓn vigésima.-EI calendario I 7 29 45 63 77 93 IOl lli 131 1-15 LECClON LOS Sombras proyectadas por l'os objetos opacos.- -De dia cuando alumbra el hermoso Sol, veís extendcrse por la parte opuesta, la sambra de los arboles, de las rocas, de las casas; veis vuestra propia sambra proyectarse a vuestros pies, 6 dibujarse en una pared. De noche, cuando encendéis una tam para ¿no habéis observada grandes sombras extrañas que se extienden a · ¡o largo de las paredes?-Todo objeto opaco iluminado de un lado proyecta, pues, su sambra, deteniendo la luz, por el lado opuesto. Volvamos otra vez aun a nuestra Jampara con globo de cristal deslustrado, que nos ha servida ya para representar el Sol; y a nuestra bolita, nuestra manzana 6 nuestra naranja que para nosotros figura la Tierra. Mantenga- ASTRONOIIIÍ-\ POPULAR 9 mosla detras de la bola y muy cerca de ella. La part~ de pape) que corta la sombra forma como una ~ancha redonda, un circulito obscuro ' Fi~. 68.-Sombra penumbra de una bola en medio de la superficie iluminada. El circulo obscuro es a corta diferencia tan grande como la bola misma. Pero apartemos paulatinamentc· la hoja de papel, y vcremos como disminuyP . la «mancha de sombran, como se va estrcchando, lo cuat prueba que la sombra decre1'<' hasta terminar en punta. Al mismo ticmpo si obscr- IO CAMILO FLAMlliARIÓN d.is atentamente veréis alrededor de la mancha obscura un circulo grisaceo, semiiluminado únicamente, 'pero no del todo obscura, que' aumenta a medida que el pape! se aleja, en tanto se empequeñece la mancba obscura. Esta extensiÓt\ semiiluminada alrededor de la sambra mas negra es lo que llamamos penumbra: es el espacio en el que la bola no oculta toda la esfera ilmninadora, sino tan sólo una parle de la misma, deteniendo de esta suerte únicamcnte una parte de la luz, no toda. Eclipses dc Ltma.-Figuraos ahora la Tierra, esfera opaca, fiotando en el espacio ínmenso frente a la gran esfera iluminadora que es el Sol. La Tierra proyecta también bacia la parte opuesta del Sol, una gran sambra que se prolonga tras ella en el espacio. Esta sombra' tiene asimismo la forma de un cono. Cerca de nuestro globo tiene el mismo diametro, la misma amplitud que él, pero luego se estrecha, y acaba en punta a 1.400,000 kilómetros aproximadamente de la Tierra. La Luna, según ya hemos visto, gira alrededor de nucstro globo a una distancia de 384,000 kilómetros. Cuando pasa detras de la Tierra, por la parte opuesta al Sol, puede ocurrír ASTRONOMiA • POPULAR ll \ \ ' \ ' Fig. 59. -Eclipse total de Luoa. La Luoa esta por completo en la somhra de la Tierra. Fig. 60. -Eclipse parcial de Luna. La Luna s6lo e• ta en parte en la sombra de la Tierra. que atravicse la sombra de la Tierra, que se ~xtiende mucho mas alla, y en tal caso pierde ASTRONOMÍA POPULAR 13 Se ve la sombra proyectada por la Tierra, sobre la Luna, como se veda la sombra proyectada en la pared por un objeto cualquiera, y esta sambra parece perfectamente redonda en Fig. 61.-EI eclipse de Luna del 15 de 3 h. 50 m. (mitad dèl eclipse) su contorno: aquí encontramos, de paso, una nueva prueba de que la Tierra es redot1da. Condici01tes de un eclipse de Luna.-¿ Cuando puede ser eclipsada la Luna? Cuando se encuentra en oposición con el Sol, y como entonces hay Luna llena, sera únicamente en este caso cuando haya eclipses de Luna. Todos los ' ' .., CA~1JLO FL.\M::O.JARIÓN meses pasa la Luna a la parte opuesta al Sol ; si pasara siempre exactamente detras de la Tierra, a cada \'Uelta atravesaría la sombra, y habría cclipse~sicmpre que hubiera Luna lle- Fig. t;;.-Fotografln del eclipse de Luoa del 15 de Ago>to de 1906, >acada en el Observatorio de !'lanterre na, es decir, todos los meses. Pero no ocurre asl; por el contrario, con la mayor frecuencia la Luna pasa algo por encima ó por debajo del cono de sombra en Jugar de atravesarlo ó de rozarlo únicamente, y en tal caso ya no hay eclipse de Luna. Eclipses de Soi.-También el Sol puede ser . ;· t6 ' . ' ··- CAMILO FLAMMARIÓN Tierra, la Luna pasa, a cada vueHa, entre la Tierra y el Sol: tenem os entonces, como no habréis olvidado, L1ma nueva. Si entonces pasa ex~ctamente por delaote del Sol, entre él y nosotros, precisamente por la misma llt1ea, en el momento en que pasa nos oculta , el Sol. En el momento en que nos oculta por un instante y por completo el hermoso globo de fuego, hay eclipse total de Sol, y si nos oculta tan sólo un parte, vemos un eclipse parcial de Sol. Cor1diciones de un eclipse de Sol.-Pero ¿eó- • mo, diréis tal vez, la Luna, que es centenares de miles de veces mas pequeña que el Sol, cómo puede ni por un momento ocultarnos el Sol por completo?-Pronto lo comprenderéis. Por experiencia diaria debéis saber, que un objeto mas pequeño, y mas cercano a nos. otros, puede ocultar a nuestros ojos un objeto mayor situado mas lejos. Vuestra mano colocada delante de vuestros ojos, cubrira una casa situada a cierta distancia, y basta toda una montaña que se elevara en el horizonte. La Luna es mucho menor que el Sol, pero esta mucho mas cerca de nosotros, lo cual compensa el tamafio; es to hace que Ja Luna ... i ,_ I• I- ASTRON6MfA POPULAR tenga un dúimetro aparente casi igu.al que el del Sol, según hemos ya observado.-Ademas, la Luna no siempre esta a igual distancia de la Tierra: tan pron to se acerca a ella un poco, y entonces nos parece algo mayor que el Sol, tan pronto se aleja y su ditimetro aparente es algo menor que el del Sol. Si la Luna pasa, por conaiguiente; justamente por delante del astro en el momento en que por estar mas cerca de nosotros nos parece mayor, puede ocultarnoslo completamente durante algunos icstantes, lo cua! origina el eclipse total. Si en aquet momento, por el contrario, se encuentra mas alejada de la Tierra, pareciendo menor que el Sol, no puede ocultarnoslo por completo: pasando ante él produce el efecto de una gran mancha negra cubriendo casi toda el disco, pera dejando desbordar a su alrededor como una corona, como un am1lo de Iuz. Entonces se dice que se verifica un eclipse anular de Sol. Si la Luna pasara siempre exactamente entre nosotros y el Sol, habrfa eclipse de Sol cada Luna nueva, es decir, todos los meses. Pero en la mayoría de los casos la Luna no pasa directamente por la misma linea, sina alga por TOMO JJ.-2 \ 18 CAMlLO ----------- FLA:"ti:\IARIÓ:-.ó ~ --------- encima 6 por debajo, no verificandose entonces ninguna clase de eclipse. Proyección de la sambra de la Luna sobre la Tierra.- Cuando hay eclipse de Ltma, es para todo el mundo; quiero decir que estando privada la Luna de su luz total 6 parcialmente, el eclipse es visible desde todos los países que tienen noche en aquel momento, y la Luna sobre su horizonte. Pero no ocurre lo propio con los eclipses de Sol, como vais a ver. La Luna, como la Tierra, tiene · tras sl s u pequeño cono de sombra. Cuando pasa entre nosotros y el Sol, esta sombra encuentra la su' perficie de la Tierra, y entonces forma una pequefia mancha redonda obscura sobre esta superficie iluminada por el Sol, que es la sambra proyectada por la Luna, la cual deslizase sobre la Tierra, como se desliza por la pared yuestra sombra cuando pasais entre ella y el Sol. Ahora bien, la superficie de la Tierra se encuentra casi en la pequeña parte del cono de sombra; la mancha obscura es, pues, muy pequefia en prO. porci6n: jamas pas a de unas ochenta leguas de anchura todo lo mas. S6lo los habitantes sobre quienes pasa la sombra de la Luna, v~n el Sol totalmente eclipsada; mientras en otq1s .. , i\ I ~ \ 20 ,, CMHLO FL.HIMARIÓN partes, por el contrario, otros observadores continuaran viendo el astro en toda su plenitud, pues no encontnindose la Luna justamente f rente a aquellos parajes, no les oculta en mod.o alguna el Sol y no los cubre con su sambra. Los que se encuentran solamente al paso de la penumbra que rodea la mancha negra, ven un eclipse parcial, porgue la Luna sólo les oculta, en el momento de su paso, una parte del disco brillante. Ahora bien, como esta sambra estrecha q1Je se desliza de esta suerte por la superficie de la Tierra, pasa así por los mares como por los continentes, por los desiertos como por los lugares habitados, ocurre que los eclipses de Sol sólo pueden ser vistos en una pequeña extensión de paises habitados. Y entonces un Jugar determiuado, la ciudad ó pueblo en que habitéis tienen pocas probabilidades de encontrarse precisamente en el paso de la sombra. Asi es que parCL cada lugar aislado son muy raros los eclipses de Sol, especialmente los eclipses totales. Pero trasladandose a los paises por donde debe pasar la sambra, pueden observarse con mucha frecuencia. Descripción de un eclipse de Sol.-Un cclip- I 22 ( CAMJLO FLAMMARJÓN se total de Sol es un fenómeno muy curioso y sorprendente: ¡ una noche corta en mitad del día!-Imaginaos un cielo puro, sin nubes, y un Sol radiante. De pronto debilltase la luz del astro, apareciendo en el contorno del disco brillante una escotadura negra y redonda- es el borde de la Luna obscura-Ja cua! avanza y gana terrenc paulatinamente. Bien pronto queda oculta la mitad del Sol, sucediendo desde estc momento al resplandor del dia wna claridad mortecina. El paisaje queda velado por la sombra, y todos los colores palidecen.-Sorprendidos los pajaros, cesan en sus alegres cantos y se ocu! tan bajo el follaje; los ganados inquietos balan ó mugen; los polluelos se acurrucan ba jo las alas de la madre; las mismas flores cierran sus corolas, cua! si la noche se viniera encima.-Ya no se ve mas que un pequefio creciente de Sol, que va me~guando cada vez mas, y acaba por desaparecer. y entonces empieza la noche ... una noche profunda y lügubre; reina el silencio por doquiera; las cstrellas brillan en el cielo; el aire sc cnfría y sopla una brisa cuyo frescor sobrecogc. Los pajaros nocturnos salen de sus nidos, y los murciélagos remontan el vuelo. Los animales l ! ! I . Fig. 66.-F.clipse del SO de Agosto de 1905 Principio de la totalidad (Fotogr:¡fías sacadas por el Sr Coma, Sola ' Fig. 67.-Eclipse del 30 de Agosto de !905 Fiu de la totalidad eu el observatorio 'nstalado en \ïnarot) CAl\ULO FLAMMARIÓN parecen asustados: el caballo niégase a avanzar, y el perro échase temblando a los pies de s u amo. Y el mi sm o hombre... nosotros C}Ue estabamos previamente prevenidos, los que hemos venido a observar y sabemos que ese es un fenómeno completamente natural, nos sentimos impresionados, absortos, a pesar nuestro. Hay un momento en que parece haberse extinguido la magnífica antorcha del cielo, y no podemos menos que exclamar: <<J Si se extinguiera el Sol para, siempre jamas! i si ya no nos diera nunca mas su luz! i qué seda de la Tierra! ¡de nosotros mismos!»-Pero no: alrededor del disco negro de la Luna, sc ve como una corona radiante (véase la pagina 130 del primer tomo de esta obra) de suave luz, que indica aún el Jugar del Sol; y cuando nues tros ojos se han acostumbrado a Ja obscuridad, reconocemos que la noche no es tan obscura como al principio nos pareciera.-¡ Ah!. .. de súbito surgen de los espectadores mil gritos de alegria que, desde hacla varios minutos esperaban inmóviles y silenciosos: un relampago de luz brota del borde del Sol, y el rayo se desborda cada vez mas ardicnte. La Luna, continuan- ASTRONOMiA POPULAR do su camino, descubre paulatinamente el djsco solar, por el lado opuesto al que habfa comenzado a invadir, y reaparece la radiante luz del dia. Snpersticiones rela.tivas a los eclipses .-Los pueblos antiguos, ignorantes y supersticiosos, tenfan un horror grandes a los eclipses. Eran para ellos un prodigio, un trastorno de la Tierra ... 1 El Sol, la Luna, perder su luz! ... 1 Aquello seguramente aouociaba alguna desgracia, una g!Jerra, una peste, un diluvio!-Unos crefanse que era el fio del mundo; otros se imaginaban un espantosa dragón que se comfa al Sol profiriendo gritos desesperados ... Sin embargo, los hombres instruidos, los sabios de entonces sabian ya-como todo el mundo sabe en nuestros dias-que un eclipse no era una cosa sobrenatural, sino por el contrario un hecho muy natural y sencillísimo. Habiase observada inclusa que al cabo de 18 años y I I dí as la Tie·rra y la Luna volvían ambas a un~ posición - parecida frente al Sol, y que los eclipses se sucedían también, casi simultaneamente. Por medio de ese perlodo vosotros mismos os haUais en situación de predecir, con varios años de an- 2Ó C. \~111.0 FLA~t:\1.\R IÓ:>: telación, los eclipses que habnin de Yerificarse, pues os bastara saber cmíntos han sido Jos .observados en los años precedentes, y añadir a la fecha de cada !JOO 18 años y 1 I días. Epoca dc los edipses.-Pero esto sólo es poco mti.~ .í mell()S, como solcmos decir, sobre Iodo por lo que a los eclipses de Sol se rcfierc, los cuales no son todos visibles dcsde los mismos puntos. Los astrónomos, perfcctos .conocedorcs dc los movimientos dc la Ticrra y dc la Luna, pueden calcular exactamcntc el momento en que la Luna atraYcsan1 la sombra ó pasara por delantc del Sol; saben predecir, con años, con siglos de antelación, el dia, la hora, el minuto, el scguodo, en que tendra Jugar el eclipse; los Jugares en que podni Yerse, y todas las apariencias del fenómcno7 Todos los años hay, as; dc Sol como de Luna, a lo menos dos ecJipSCS ~ a Jo Dl<Í.S siete, YiSiblCS Cll alguna partc dc la Tierra; porquc hemos de tencr muy presr-nte que cuando se , ·erifica un eclipse, no ('S si~·mpre visible en el país en que habitamos. · Conforme hemos ya dicho, los eclipses totales dc Sol, son muy raros para un Jugar determinada. Asf, en París, no ha habido mas que un _ • ASTRONOMiA POPULAR sólo eclipse total de Sol en el siglo xvm, no lo ha habido después y ya no lo habnl basta el año ¡ 2026! No obstante, los dc los años 1927, rg6r y 1999 seran casi totales. \ a -~.- T-"." LECCION DUODECIMA OJEADA GENERAL SOBRE EL SISTEMA SOLAR Ya hemos visto c6mo describe Ja Tierra en el espacio del cielo su gran curva anual, su inmensa 6rbita alrededor del Sol. Ahora habéis de saber que nuestro globo no es el único que gira de esta suerte alrededor de la brillante esfera ardiente. La Tierra tiene bermanas ... quiero decir que hay otros globos parecidos a ella, macizos, opacos y por sl mismos obscuros como ella, aislados también y sin apoyo ninguno en· el espacio, y circulando asimismo alrededor del Sol. Esos globos llamanse planetas, de una palabra griega que significa astros errantes. A simple vista no podríais distinguir de las estrellas estos astros, pues tienen para nuestros ojos el mismo aspecto que ell os: son punti tos mas ó menos brillantes en Ja negra pro- ,..,. 30 . CAl\fiLO FLAMMARIÓN fundidad del cielo. Sin embargo, hay grandes diferencias entre ellos y las estrellas. Distinción entre los planetas y las estrellas. - En primer término, las estrellas Se nos muestran siempre en el mismo lugar las unas con relación lÍ las otYas. Quíero decir que si en una noche determinada se observa un grupo de estrellas, un mes, un año después, reconócese que esas estrellas estan siempre dispuestas de la misma manera, incluso las que se ballaban mas próximas. Por lo que se refiere a los I planetas, ocurre todo lo contrario. Una noche veis brillar un planeta junto a una estrella facil de reconocer, y algunos días después esta mas lejos ; cerca de otra. Los astrónomos conocen perfectamente los diversos grupos de estrellas ~ de modo que cuando ven un as tro que parece cambiar de sitio, y pasearse, si vale la palabra, de grupo en grupo a través de las estrellas, dicen en seguida: he aquí un planeta. , En Yealidad, los planetas cambian de Jugar en el cielo, puesto que, según hemos dicho, giran alrededor del Sol, como la Tierra. Otra diferencia. Cuando se observa un planeta con un anteojo (hemos ya habl'ado de estos instrumentos maravillosos que hacen parecer ~ . . i .................................... .......rJ.~ ASTRONOMh, POPULAR 31 ---------------------- los objetos mayores y mas cercanos de lo que se les ve a simple vista), ya no se distingue entonces un sencillo punto luminoso, sino un disco nuís ó menos amplio, comparable en un todo con el de la Luna observada a simple vis- Fig 68,-Piancta visto con el telescopic. y cuyo tamallo parece muy aumentado mïentras permancce invariable el grosor de las cstrellas que le rodean, ta. Las estrellas, por el contrario, por una razón que mas lejos os explicaremos, vistas a través de los mas potentes telescopios, de los que mas aumentan, parecen siempre puntitos temblorosos. Los planetas no son como el Sol oi como las es trellas, manantiales de luz; no brillan con luz propia. Son, como hemos dicho, obscuros por sl mismos, son globos opacos y macizos, - 3_2__________c_A_M_l_L_O__FL_A_~_f_M_A_R_IÓ_N____________ cual la Tierra y la Luna. Brillau porque son iluminados por el Sol, y envían, reflejan su luz, como hace la Luna y la misma Tierra. Y como aquélla, ni son pulidos cual un espejo, ni puramente blancos. Su superficie es descolorida y desigual como la de la Tierra, pero la luz del Sol es tan viva que un simple reflejo, enviado de~de tan lejos basta nuestros ojos, nos hace parecer el planeta radiante. En realidad, un planeta es una bola muy grande, y si nos parece pequeño es ii causa de la distancia. Pareciéndonos venir toda la luz que nos envia de un solo puntito, nos hace creer que éste es muy brillante. Pero cuando se mira el planeta con un anteojo de gran aumento, parece considerablemente ampliado, y entonces toda la luz que envía al instrumento, pareciéndonos ostentada, por asi decirlo, en una superficie mayor, la creetl)os menos viva. Asl hemos visto la superficie de la Luna, tan deslumbradora a simple vista, parecernos, a través de anteojos de gran aumento, iluminada tan sólo como lo son nuestros campos en un hermoso dia de verano. Y, en efecto, es lo mismo; si os acordais, la Tierra vista de lejos brilla también ; desde la Luna nos ha parecido • ASTRONOMf.\ POPUI-<\R 33 tan luminosa como Ja Luna vista desde aquí, y a mayor distancia brilla como una clara estrella de color tranquilo y algo verdoso, errando en la noche del e5pacio. ¡ Nuestra Tierra también es un astro del cielo! Es un planeta, y Ja contaremos según el rango que le corresponde, entre los otros planctas hermanos suyos. Contando la Tierra, hay ocho planetas prillcipales, cuatro dc dimensión mediana y cuatro grandes, todos los cuales giran alrcdedor del Sol; ademas hay una gran cantidad de planetas insignificantes. He aquí los nombres de los planetas principales con sus distancias al Sol, y comen7.ando por el mas cercano ú éstc: -·--I --I .=; -:: .;~ .;~ Mcrcurio . Venus La Titrra. Mane J6pitcr. Saturoo Urano • Ncptuno a a a a a 5~ alllnn •• ll!la1lru .. .. ,. 149 » ,. " 227 ," ,. ",. 775 .. ,. :1 1421 " ,.» » :i Z858 a u;s "» ,. ,. 108 itl 81l ,. " ,. .." , ,. , , ,. » , , » I Estos nombres son los de antiguas divinidades de Ja mitologia. Como veis, la Tierra es la tercera en el orden de las distancias, a partir del Sol. Estos ocho globos giran alrededor dt>l TQ;o.JQ 11.-3 . •. 34 CAMILO FLAM:IlARIÓN Sol absolutamcote como la Tierra, y en el mismo sentido, describiendo cada uno su órbíta, que tiene también la forma de una elipse, pero de una clipse poco diferente de un drculo. Es de,. advertir que los mas cercanos describen, como es natural, órbitas mas pequeñas, y los mas alejados, órbitas inmensas. Ademas, ocurre que los planetas mas cercanos al Sol, que han de recorrer un ramino mas corto, corren en el mismo ticmpo nu\.s nl.pidamente, y que los mas lcjanos, que han de recorrer una ruta mucho m~ts larga, sc mueven mas lentamente. Por consiguiente, por doble razón estos últimos cmpleaní.n un tiempo mas considerable en dar su inmensa \'uelta; mientras los mas cercanos habran acabado Ja suya en poco tiempo. Acabamos de nombrar los planetas principalcs; esto quiere decir que a un hay otros. EfectiYamente, entre la órbita de Marte y la de f t't.piter, hay un amplio espacio de 540 millones de kilómetros, y en este espacio circula todo un enjambre de pequeños planetas, pero muy pequefl.os: algunos no son mayores en superficie que una provincia de cualquier Estado Europeo. Sc han dcscubierto ya mas de 7oo dc csos globos minúsculos, que giran absolu- Fig. 69.-Sistema solar JÜ CA:\fii.O FL.\MM,\RIÓ:\ tamente como los planetas principales. Son tan pequeños y estan tan lejos de oosotros, que diflcilmente se les distiogue, y no pueden obserYarse, en general, como no sea con anteojos dc gran potencia. , Hay mas aún. La Tierra tienc una Ltma, una compañera que la sigue por doquicra gi: rando a su alredcdor. Pues bien, nuestro globo no es el únicÒ que goza de tal compañía. Marlc ticne dos lunas y júpiter tiene ocho .. Saturna tiene diez lunas, como diez bolas que juegan a su alrededor. Vemos cuatro satélites dc l'rano, y, en fin, X eplllllO, el mas Jejano de Jos planetas, sólo tiene una !una , como nosotros. ¿Hemos acabado ya? Aun no. Ademas dc los planetas, giran alrededor del Sol, astros muy s in guiares: los cometas, que sólo se Yen de tiempo en tiempo, y que son \'apores luminosos errantes por el espacio ... Ya YOI\'crcmos ,¡ hablar de ellos. \'amos a detenernos algo mas en los mismos planctas, que examinaremos luego mas detalladamente uno tras otro, y diremos las cosas curiosas, sorprendentes, que en cada uno de ellos se ha obser\'ado. Procuraremos desde luego formarnos una idea de conjunto de todo esc ASTRONOMÍA POPULAR I I 37 grupo de globos que revolotean por el espacio alrededor del mismo astro esplendente, formaudo lo que se llama el SISTEMA soLAR, lo que poddamos designar familia del Sol. En primer término, hallase ocupada el centro por el Sol enorme y radiante, globo ardiente como un hogar, brillante como una antorcha, difundiendo a su alrededor, el calor, la luz y la vida. En torno suyo circulando todos en el mismo sentido, se encuentra primero dos planetas; después, el tercero, la Tierra, con Ja Luna que !e sirve de cortejo; sigue luego un cuarto, y mas alla, el enjambre de los pequeños planetas. En fin, a mucha mayor distancia, campean en el cielo, cuatro otros planetas principales acompañados de sus satélites girando con lentitud majestuosa. En última término, a través de este conjunto, figuran los cometas ·z1agabundos ... Hay que representarse la enorme distancia que separa a esos globos, y las vastas órbitas que describen, para lo cua! \'amos a imaginarnos una representación en miniatura del sistema solar. Supongamos, pues, una vasta llruJUra, y en nwdío, reprcscntando al Sol, una gran esfera dc un metro de dicímetro. Para representar ' I Ct\MILO FLAMMARIÓN proporcionalmente las distancias y los tamaños de los planetas, coloquemos en primer término a 48 metros {So pasos) de la gran bola un cañamón, que representara Mercurio. Una cereza colocada a 84 metros (140 pasos) representara a Venus. Otra cereza a 120 metros (20o pasos), sera la Tierra. ¡No es mayor en proporción nues tro pobre globo!. .. Un simple guisante a 192 metros (320 pasos) señalara el Jugar y el tamaño de Afarte. En cuanto a los pequeños planetas, no vale la pena de ha biar de ellos: arrojad al aire si queréis un puñado de finísimos granos de arena. Después de esto vayamos a colocar a 624 metros (medio cuarto de !egua), una grande y hermosa naranja, para representar el gran }1'1-piter. Saturna senl. una manzana regular colocada a 1 1000 metrOS, a mas de un kilómetro de la bola. Alejémonos aún el doble (2 kilómetros) y coloquemos un albaricoque, que sení Urano. En fin, corred hasta tres kilómetros y medio, casi una !egua, y colocad a Neptuno hajo forma de un melocotón. Ademas, si colocais un grano de mijo al lado de la cereza que representa la Ti~rra, siete al lado de la naranja (Júpiter), diez en torno de la manzana (Saturno), cuatro aire- ASTRONOMÍt\ POPULAR - - - - - - - - - - -- ---- s 39 dedor del albaricoqqe (Urano) y sólo uno cerca del melocotón (Neptuno), habréis representada los satélites. Y luego imaginad que todo esto se pone en movimiento, comienza a correr, a girar en torno del globo central: este voltear fantastico nos representara en miniatura- el sistema solar. Los cometas sedan pequeños cohetcs lanzados a través de este conjunto. La a tracción universal.-Tengamos un mcmento mas dc atención. Hemos ya explicada como la Tierra atrae hacia sí toda materia: tos objetos sólidos, los Jíquidos y el mismo aire tan ligero. Cuando cae un objeto, es la Tierra que lo atre; si arrojais una piedra al aire con todas vuestras fuerzas, la atracción de Ja Ticrra disminuye paulatinamente la velocidad dc fa piedra, Ja detiene, y la hace caer por fin. Ahora bien, la Tierra no es única en atraer. Toda masa de materia atrae, tanto mas fuertemcnte cuanto mas pesada es. "Entonces el Sol, que es milcs de veces rmí.s pesado que la Tierra ¿ atrae también miles dc veces mas fuerlemente?»-ccSln.-ccLa Luna, que es 8o veces mas ligcra que la Tierra, ¿ atrae con una fucrza 8o veces menor?>>-En efecte; por eso precisamente, según os acordaréis, hemos encon- -}O CA~IlLO FLAJ.1~1ARIÓN trado todos los objetos menos pcsados, es decir atr~ídos con merws fuerza, en la Luna que en la Ticrra. Por consiguiente, todos los globos se atraen eni re sí, pero el Sol, el gran Sol, como es natural, domina sobre todos. Esta masa enorme atrae hacia sí con fuerza prodigiosa a la Tierra, a todos los planetas, cuanto esta, en fin, a su alrededor, hasta una distancia inmensa. Pcro entonces, diréis, si la Tierra y los planetas son atraídos con tal fuerza por el Sol, debieran ir todos bacia él, como la piedra al caer Ya a la Tierra que Ja atrae. Debieran venir dc todas partes a precipitarse en el Sol, a chocar1 a romperse contra él... Indudablemente, así debiera ser si no fuese por una causa que lo impide. Hagamos otro pequeño experimento, que mil veces habréis ya ..realizado. Si a tais una piedra al extremo de una cuerda y la hacéis girar nipidamente como una honda, la piedra dcscribe un circulo en el aire alrededor de vuestra mano que esta en el centro del círculo. Entonces sentís que la piedra tira de la cuerda y parece cseaparse, y cuanto mas de prisa lc dais \'UCltas, mas fuerza tenéis que emplear I f ASTRONOMiA POPULAR para retenerla. Pero si la cuerda se rompe, 6 de pronto Ja soltrus, la piedra se escapa, Ianzase con velocidad, huye oblicuamente en la fJ ../ í/ ! - - - · ·- -- ..... . Fig. ¡a - A B D. cfrculo que recorre la piedrai C, centro d el circulo i A, punto donde queda libre i A F, direcci6n que toma al escapar. dirección en que se enconlraba en el punto del circulo en que se rompió la cuerda. Todo objcto que gira de esta sucrte, hacc un esfuerzo incesante para escapar oblicuamen- ·P I· C.\~111.0 FL.\M:\IARIÓ:'-1 te lejos del centro éÍ cuyo alrededor da vueltas: a este esfucrzo llamasele fuerza centrífuga. La Tierra gira alrededor del Sol, como la piedra alrededor de la mano; tiende por lo tanto incesantemente a escaparse, a huir lejos del Sol, por cfecto de la fuerza centrífuga. ¿Por qué no huye? ¿Por qué no huye Ja piedra mientras la mano tiene sujeta la cuerda? Porq_ue la retiene la fuerza de nuestra mano. Con la Ticrra pasa lo propio: la atracción del Sol la retiene é impide que sea arrastrada pór la fuerza centrifuga. ¿Lo comprendéis todo ahora? Si no hubiera mas que atracción, la Tierra se precipitaria hacia el Sol; si no hubiera mas que fuerza centrífuga, entonces huiría la Tierra lejos del Sol a través del espacio. Esas fuerzas Iu-· chan entre sí; la fuerza centrífuga impide que sc escape. La Tierra, lanzada oblicuamente, es sicmprc rctenida, siguiendo siempre el camino entre arnbas fucrzas, y obligada a girar sin arcrcarsc ni alejarsc del Sol. Lo mismo absolutamcnte ocurre para los demas planetas. l'or una razón ana.Ioga los pequei1os globos llamados satélites giran a distancia alredcdor de sus planetas, globos muy grandes a propor- 43 ASTRONOMÍA POPULAR ción. La Luna gira alrededor de la Tierra: por efecto de la fuerza centrífuga huirla para perderse en el cielo, pero la Tierra la atrae, y esta atracción la retiene, impidien~o que se es- ,, L/ / / / ' ·.··. ·.·., ,., /{I / T Fig. 11.-T, la Tierra; S, el Sol; T l, camino que seguiria la Tierra al escapar, si el Sol no !e atrajera hacia sl se· gíin T S. cape.-Así cada planeta, cada satélite sigue el camino que tiene indicado en el cielo, en el cspacio vacío, sin separarse, sin perderse, como si estuviera trazado de antemano; todo el sistema solar se mueve sin desorden, con un conjunto admirable, con una regularidad const.ante producida por el mismo movimiento. :.-. LECCION DECIMATERC1A LOS PLANE-TAS MEDIANOS {y[ erctlrío.- l'emts.- La Tierra.-Afarte Los cuatro primeros planetas del sistema solar se parecen mucho entre sí; en otros términos, 1\Iercurio, Venus y Uarte son parecidos por mas de un concepto, a la Tierra, nuestra mansión. Son globos de tamaño mediano, como el nuestro, mientras los pequeños planetas que vienen a continuación son proporcionalmentc casi insignificantes, y los cuatro últimos, por el contrario, son mundos gigantescos.-Juzgaremo; mcjor las semejanzas y las diferencias haciendo separadamente el retrato de cada uno de estos astros. M ercurio.-Estc es el planeta mas vecino del Sol y el menor de los cuatro: es casi veinte 7.'eces (m.;j.s exac,tamcnte diez.y ocho veces) me- CAMILO FLAMMARIÓN nor que la Tierra y sólo tres veces nzayor que nuestra Luna. Precisarlan diez y seis globos parccidos para hacer el peso del nuestro.Como ya hemos dicho, su distancia al Sol es de s8 millones de kilómetros, es decir dos ve- Fig. 72.- Tamaño\ comparado, de ll1ercurio y de la Tierra ces y media mayor que la de la Tierra. Este pequeño planeta es el mas agil de todos, pues corre tan aprisa siguiendo su órbita, que en un segundo avanza 48 kilómetros; de modo que en ochenta y ocho dlas ha dado la vuelta completa. La situación de Mercurio es todavla un asunto no rcsuelto. Mientras Schiaparelli, hacc pocos años dedujo de sus observaciones que T\fercurio dirigia siempre la misma cara al ASTRONOMiA POPULAR 47 Sol, es decir, que el tiempo que invertía en dar una vuelta alrededor dc su eje era el mismo que el de la traslación, otros observadores han " l'ig. 73.-0rbita de Mercurio. El planeta visto desde ia1 Tierra aparece. tan pronto ñ un lado del So¡ como ~ otro creído, ma!> recientemente, que la rotación de :\fercurio no se separa mucho de 24 horas. Pero su año-me refiero al tiempo de su vuelta completa-no es mas que de tres meses. En fin, el eje de Mercurio es oblicuo como el de la Tierra, pero aun mas inclinado que el de ésta. Si recordais que de esta inclinación resultan para la Tierra las estaciones, comprenderéis C,\;\IILO FLAMMARIÓN que también en l\Iercurio hay climas y estaciones, siendo en éllas diferencias mucho mayores que en nues tro globo; en cambio, cada cstación Fig H .-F3ses d e Me rcu rio vist3s al telescopio sólo dura unos vcinte dlas (Ycintidós exactamcnte). Como el planeta esta muy cerca del Sol, rccibe una luz deslumbradora, y siete veces m{ts calor que el que recibimos en la Tierra. «j Hace, pues, calor de veras en Mercurio!, pensaréis.-Sl, realmente. Sin embargo, como este globo esta rodeado de una atmósfera muy pesada y muy cargada de nubes, esto templa ASTRONOMiA POPULAR 49 algo, indudablemente el ardor del Sol, pues por experiencia sabéis cuanto disminuye el calor de sus rayos, cuando nuestro cielo, ó sea nuestra atmósfera, esta cubierta de nubes. Fig. 76.-E:rplicación de las fases de Mercurio No obstante, los habitantes de Mercurio ... "i Cómo! ¿habitantes en Mercurio?-Tal vez. ¿Por qué no? Es cierto que nada sabemos sobre el particular, pero nada tiene de imposible. Sólo que si hay seres vivientes en aquel pafs de calor tórrido, preciso es que estén organizados de una forma particular para resistiria y completamente distinta de la nuestra. TOMO H.-4 I so CAMILO FLAMMARIÓ~ Girando alrcdedor del Sol, parece l\Iercurio, visto desde la Tierra, pasar ya por un lado del astro, ya por el otro, sin alejarse nunca mucho. Por eso es tan difícil distinguir este planeta. Estando siempre junto al Sol, sólo esta de dia Fig. 76.-Paso de l\1ercurio por el Sol. La Jlnea puntuada in· dica el camino que parece recorrer el planeta; la dirección ., de izquicrda a derecha. sobre el horizonte, y brillando entonccs los poderosos rayos solares borran el palido reflejo del pobre planeta, baciéndolo invisible. Sin embargo, puede observarse cuando esta Jo mas separado posible del Sol, ya de un lado, ya de otro. Entonces puede distinguirse poco dcspués de la puésta del Sol, en la luz rosada del creptisculo, como una pequeña estrella palida: u nas dos hora s después està ya pues to. ASTRO:-;'OMÍA POPULAR ----· ----~- ------- También puc:dc obscrYarse por la mañann, sobre una hora antes dc la saJida del Sol, cuando esta a In otra parte del astro con relación :\ nosotros. Pero pronto lo borra el rcsplandor dc la aurora, dcs\'ancci~ndo:.e en Ja claridad cada \·ez mayor del día.-Los antiguos, que lo Yeían ya por la mañana, ya por la noche, creycron al principio distinguir dos estrellas distintas, pero pronto se reconoció que cran en realidad un solo y mismo pla11eta, que parece ora seguir, ora preccder el Sol. En su viaje alrededor del Sol, Mercurio alérasc y acércase altcrnativamentc <i la Ticrra; debe parcccr, pues, unas Yeces mayor y otras mas pcqueño. Pero para juzgar de ello no basta con nuestros ojos, que sólo Yen el planeta como un punti to luminoso; hay que obsen·arlo con un anteojo, en cuyo caso nótase que Mercurio ticne fases absolutamente como la Luna. A Yeces se muestra como un crecientc, otras como un scmidrculo, y otras, en fin, preséntanos entero el disco. Esto basta para probar que M ercuno no es lumirzoso por sl mismo, y que sólo brilla merccd al reflejo de la luz del Sol. Por lo demas, la explicación de estas fases, es muy scncilla, y parecidas a las de la - CAMILO FLAMMARIÓN Luna. Sólo la mitad del pequeño globo recibe los rayos del Sol; gi rando alrededor de es te astro, el planeta muéstraños ya su parte iluminada (cuando està en oposición con el Sol, en a), ya su parte obscura (cuando esta en e), ó ya parte de ambas (b, d}. En ocasiones ocurre un fenómeno curioso: pasando el planeta entre el Sol y nosotros (figura 75 1 posición e), se encueotra precisamentc en la misma Hnea, viéndose entonces (por su parte obscura) como una peque1ia ma!lclza negra {fig. ¡6), que pasa por el disco del Sol, y atraviesa de una a otra parte. Es un fenórneno parecido a un eclipse del Sol oculto por la Luna; pero aqui el planeta es rnuy pequeño y sobre todo esta demasiado alejado para ocultar al Sol al pasar ante él: sólo marca un pequeño punto obscuro en su superficie, cual seria una oblea negra en un gran disco de papel. Es el fenórneno conocido con el nombre de paso de Mercurio por el Sol. Pero en el caso mas frecuente el planeta no pasa justamente por la. linea que va de nosotros al Sol, sino un poco por encima (f), ó un poco por debajo (g), en cuyos casos no se verifica el paso. T'emts. \'enus, el segundo planeta, m:ls \STRQ:-;Q:\IÍA POPULt\R 53 alejado del Sol que ~Iercurio, es mas facil de obsen·ar. \'isto desde la Tierra parcce también, describiendo su órbita, pasar de una partc del --. d •. .\\ ·, \ .' ''I 'I ! I '' / \ b :' ;_¡;-~.~~::~.--. -· Fig. 77, Ui\'cna' posiciones de Venu,, èon rdaci6n al Sol y a l" Ticrra, las coales producen las fases y las difercncias de distancia (l'I pei)Uclio globo colocado L-erca del Sol es Mercnrio), Sol (fig. F77. a) a la olra (e). pero apart;índnsc mucho mas. Cuando esta muy lejos, lo ,·emos en el ciclo como una cslrrlla brillante, unas ,·cecs por la noche, hacia el Occidente, después de haberse 54 CA:\IILO FLAJ\1:\L\RIÓ!II puesto el Sol, y otras por la mañana, hacia Oriente antes del alba. Los antiguos crelan aun habérsclas con dos estrellas difcrentes; llamaban al astro Lucifer, es decir, porta-lw;, cuando lo ,·eían por la mañana, y Vesper, es decir, la estrella de la noche, cuando lo Yeían brillar dcspués de puesto el Sol. Pero YÍnose por fin, en conocimier_lto de que no son en rcalidad dos estrellas, sino un mismo y solo planeta, que u nas veces· precediendo al Sol sale con él, y otras ''eces siguiéndole pe:manccc aún sobre el horizonte cuando ya sc ha puesto. Tal yez habréis admirado su claridad Yi,·a y blanca, tranquila ordinariamente y no temblorosa como la de las estrcllas. La primera aparece con el crepúsculo de la tarde, y la última se desvancce por el resplandor de la aurora. Durante varios siglos ha lleYado el nombre gracioso de estrella del pastor; y sorprcndidos los antiguos por su gran brillo, lc dicron el nombre de la mas hermosa de las diYinidadcs. Sin embargo, esta luz tan viva es únicamente un rcflejo de la luz del Sol, y la prueba esta en que \'cnus ofrece también fases como Mcrcurio. ASTRONOl\IÍr\ POPULAR ss Ademas, girando en su órhita, tan pronto se acerca como se aleja de nosotros, lo cua! hace que parezca mas grande ó mas pequeña. Cuando esta casi a la parte opuesta del Sol, Fig. 78.-\'enus en el creciente, visto con el telescopio. Fig. 79.-Venus en el primer cuarto, visto con el telescopio. sc nos muestra en toda su plenitud, pero en cstc momento esta m<Ís alcjado de nosotros; otras veces se muestra hajo forma dc semicírculo, ó hajo la de un creciente prolongado y estrccho. Cuando pasa entre nosotros y el Sol, ya sólo nos muestra su parte obscura en cuyo caso no podcmos distinguirlo en modo al- 56 ' CA:IriJ.O FLAMl\IARIÓ~ guno, a me nos que pasc precisamentc de f rente 11i nwy arriba ni muy abajo, pues cntonces se \'e pasar por delante del Sol como una manchita redonda y negra que se desliza de una parte <l otra del disco radiante. Es el paso de Venus por el Sol, en un todo parecido al paso cle 1\fcrwrio; en el último cuarto del siglo pasado vióse en los afios 1874 y 1882. Como veis, Venus parécese mucho a Mercurio ¡ pero aun se parece mas <i Ja Tierra. Este globo es casi del tamaño del nuestro, opaco, algo mas ligero, sin embargo. La rotación de Venus es todavla un problema por resolver. Schiaparelli creyó deducir hace algunos años que presentaba siempre, como suponla para Mercurio, el mismo hemisferio al .Sol. Pcro las observaciones posteriores, cfectuadas con instrumentos de gran potencia, no ho..1 comprobado las aserciones de Schiaparelli, por manera que nada se sabe en concreto sobre la rotación de Venus y por consiguiente sobre sus climas. Observada Venus con el telescopio, presenta por lo común un disco blanca sin detalles especiales que sea posible tomarlos como puntos de referencia. Con toda probabilidad, Venus es un planeta rodeado de una ASTRONOMÍA POPULAR 57 atmósfera espesa y opaca que no permite distinguir la topografia del mismo. Su eje esta también indinado como el de la Tierra, resultando de cllo estaciones como las nuestras; Fig. 80.-Venus en su plenitud, visto con el telescopio pero como es menor la órbita que tiene que rccorrer, y el planeta marcha, por otra parte, con mayor velocidad que la Tierra, su año, 9 sea el tiempo de una vuelta completa, no es mas que de siete meses y medio en Jugar dc doce. Ademéís, como esta a menor distancia del Sol que la Tierra, el calor que rccibc es unas dos veces mas fuerte. ss CAl\IILO FLA:\IMARIÓ:-< !\o es, pues, imposible que no haya en Venus seres Yivos, habitantes com·enientemente organizados para vivir allí. Ello es mas que probable, pues el planeta Venus, es una Tierra parecida a la nuestra. Supongamos que esos seres, pensantcs, raèionales como nosotros, observan y reflexionan. Entonces es natural imaginar que contcmplan el cielo. Ven br_illar en la noche como una pequeña estrella, el tercer planeta. . . la TIERRA.-¿ E xami nan sus aspectos? ¿ Procuran calcular su volumen, su peso? ¿Nos atisban con algún instrumento extraño?-¡ Quién sabe! Tal Yez discuten entre sí acerca de si csic planeta puede estar habitado, cuales son sus habitantes, y hacen mil suposiciones extravagantes respecto a nosotros. Tal \'CZ se imaginan que som~s mejores y mas dichosos de lo que es en realidad, y se forjan de la Tierra una idea mucho mas hermosa de lo que realmente es. Pcro no Yolvamos a la Tierra; bastantc hemos hablado de ella. Observemos en una noche despejada una especie de estrella errante, rojiza, MARTE, el último de los planetas medianos.-.U ercurio y re nus lh\manse los pla- ,\STRONO~lf.\ POPULAR 59 netas intcriures, porgue gi ran dent ro de la órbita de la Tierra, y l\larte, situado m{ts alia, el primero de los planetas cxteriores, es decir, situados fucra de la órbita terrestre. Ma rte . -1\Iarte, que graYi ta a 227 milloncs .!:'i¡;. 81.-Mahe \'Ísto ..Ïslo con el tcle;copio, con las manchas blanca• formadas por los hielos de sus polos de kilómetros del Sol, tiene que recon·er m<ÍS camino que la Tierra, y avanza mas lentamente en el mismo tiempo, emplea unos dos años (un año y once meses) en recorrer su órbita. Viajando a tran~s del cielo gira sobre si mis- 6o CAl\llLO FLAJ.!l\L\RIÓN mo en Yeinticuatro horas y media; su eje también esta indinado como el de la Tierra. Marte es la mitad de nues tro globo en diametro; pero, por otra parte, tiene con él asombrosas semejanzas. Tiene también una atmósfera en la que flotan nubes y soplan vientos. Con los telesc-opios de los astrónomos distínguense marcs y rontinen tes, cuyo mapa ha podido trazarse. Hay días y nochcs parecidos a los .nuestros ;i corta diferencia, pero la luz del Sol es dos veecs menos dva y su calór dos veces mcnos intenso que en la Tierra. l\farte tiene estaciones como las nucstras, pero dos veces mas ]argas, pues su a1io es doble. Hay, en fin, alli climas difcrentcs, paises c<Uidos en su ecuador y regioncs hdadas alrededor de los polos. Desdc aquí ,·emos las nieves amontonadas que blanqucan aquellas regiones polares, y se las ve cómo se licúan parcialmente en la cstación dtlida, hajo la acción del Sol, y cómo se extienden y amontonan durante la estación frla. Sin duda a lguna hay en Marte vegctalcs, y tambié•í probablemente aní males; pcro el matiz rojizo que se observa en los continentes hacc pensar que all! la vegetación en Jugar de ser ' ASTRONOMÍA POPULAR 61 - verde como aqul, podría muy bien ser roja ... ¡ Figuraos arboles con hojas encarnadas, bosques rojos y praderas rojas también !- Es to Fig. 82.-0rbita de Marte y sus posiciones con relaci6n a b. Tierra. T. (Los otros do• planetas colocados mas cerca del Sol que de Ja Tierra, son Venus y Mercurio.) aparte, si pudiéramos transportarnos al mundo de Marte, no nos pareceda indudablemente muy distinta del nuestro. Sus habitantes, si los hubiera, se nos parecerían, pues, de un modo extraordinario. Hemos dicho que visto desde aqul Marte LECCION DECIMACUARTA LOS C.RANDES PL.\l\ETAS jzípiter.- Mas alla de la órbita de Martc cncu{~ntrasc en primer término el enjambre arrcmolinado dc los planetas minúsculos, astros insignificantes, que só\o tienen importancia por su número, que en la actualidad pasa de los soo. No nos ocupemos de ellos. Atravcsando su rcgión llegamos ai planeta mayor del sistema solar, al cua! los antiguos dieron el nombre del padre de sus dioses, como para cxpresar que era rey y señor entre los astros que circulan alrededor del Sol: JúPITER. Es un globo enorme, mil trescientas veces mayor que la Tierra. ¡ Calculad qué enorme globo constituirlan r,3oo Tierras juntas! ... Júpiter se halla a 775 millones de kilómctros del Sol, unas cinco veces mas lejos que la Tierra. Hay igualmente cinco veces mas camino que CAMILO FL.-\MMARIÓN recorrer, y su año es doce veces mas largo que el nuestro. Pero mientras avanza en su órbita, la enorme bola gira sobre sí misma mucho mas rapidamente que la Tierra: da una Yuelta entera (rotación) en menos de diez horas (nueve horas cincuenta y cinco minutos). Los dlas y las noches de Júpiter son, pues, mucho mas cortos que los nuestros. Su eje apenas esta inclinado, de donde desde lucgo se deduce, que los días son allí siempre iguales a las noches: cinco horas de. luz y cinco horas de obscuridad. Sus climas son constantes, y el calor disminuye regularmente desde su ecttador hacia los polos. No hay estaciones: en Júpiter no existe invierno ni verano, y el planeta esta todo el año en la misma condición que la Tierra en la primavera. Pero esa primavera perpetua de Júpiter seria para nosotros un invierno espantosa, pues el calor del Sol ll~ga con veinticinco veces menos intensidad, a causa de la mayor distancia, a no ser que 'alguna otra fuente de calor tempere el planeta, cosa posible y hasta probable desde el momento en que con el telescopio se ven grandes nubes y vapores que sólo pueden producirse :í cicrto grado de calor. Por consiguiente, ASTRONOMfA POPULAR ---------------------------------- 6s si en Júpiter hay habit~ntes deben estar organizados de una manera totalmente distinta a la nuestra y que los habitantes que pudieran existir en Marte, Venus y Mercurio. El inmenso globo esta rodeado, como la Tie- • Fig. 83 -Júpiter visto al t elcscopio rra, de una atmósfcra de la que fiotan nubes, las cuales vense desde aqul, a través del telescopio, como bandas grisaceas. Pero lo mas notable de Júpiter son s us siete satélites que lo aoompañan a través del cielo, girando a su alrededor como la Luna gira alrededor de la TOMO I I . -5 66 CAMILO FLAMMARIÓN Tierra. De manera que los habitantcs dc Júpiter, si los hay, ,·en en sus noches brillar siete lunas nada mcnos. Visto desdc la Ticrra, Júpiter parece una · hermosa estrella de luz blanca y tranquila, casi tan brillante como Yenus ; pe~o cuando se mira con un potente telescopio, se ve el planeta como un pequeño disco surcado de bandas paralclas, que no son otra cosa que las fajas ticmpo dc nubes dc su atmósfera. Al mismo . . distfnguensc a su alrededor cuatro puntitos brillantes, ó sea sus cuatro principales satélitcs. Para distinguir los otros cuatro, se requiere poderoslsimos instrumentos. Ahora bien, ¿ crceríais que esas cua tro pequeñas lunas, tan distantes de nosotros que a simple vista no podemos verlas, nos han prestado grandcs servicios? ¿Cómo? ' 'oy <Í explic:iroslo. El primero que las distinguió fué un • gran astrónomo llamado Galileo (en 16ro}, des· cubriéndolas al dirigir hacia el Sol un telescopio, instrumento maravilloso que entonces acababa de inventar. Vió aquellos pequefios globos girar alrededor del mayor, lo cual le sirvió de ejemplo para haccr comprender cómo la Tierra y los dem:is planetas giran alredcdor ASTRO!\'OMÍA POPFLAR 67 del Sol, pues en àquella época mucha gente rutinaria y testaruda rchusaba aún crecr en ello, sostcniendo, por el contrario, que es el Sol quicn gira alrededor nuestro . • ~ ·~ ·.'l' \ Fig. 84.-Diferencia de distancia entre Júpiter y la Tierra, seg6n la. posici6n de la Tierra. en su 6rbita. T, posición en que Ja ..ri erra est! mfi.s cerca; T', posici6n en que estñ mas lejos; TT', diferencia de su distancia que la luz tiene que recorrer de m!is en el scgundo caso. Girando los satélites alrededor dc Júpiter pasan a menudo por la sombi·a que el planeta proyecta tras sl, y cntonces estftn eclipsados, exactamente como la Luna cuando pasa por la sombra de la Ticrra. Cuando se eclipsa un sa- 68 CA:IIILO FLAMliiARlÓ:-1 télite de Júpiter, vese desde aquí extinguirse de repente para iluminarse en cuanto el pequeño globo sale de la sombra. Este curioso fenómeno nos ha conducido a un importante.,descubrimiento: a j medir la velocidad de la luz! Vamos aún mas adelante, pues el asunto lo merece. Cuando la Tierra, describiendo su órbita, se encuentra ci la misma parte del Sol que Júpiter, esta mas cerca de éste que cua_ndo se halla en la partc opuesta, al otro lado del Sol. ¿Cua! es la diferencia? Todo-lo ancho de la órbita de ·la Tierra (el diametro dc T a T), es decir el doble de la distancia de la Tierra al Sol: zg8 millones de kilómetros. Conociendo perfectamente el ticmpo que emplea cada satélite de Júpiter en dar la \'uelta, ya comprenderéis que haya podido calcularse con toda exactitud en qué momento deba pasar por la sombra. Observóse que cuando la Tierra esta mas alejada de Júpiter, los eclipses parecen retrasarse algunos minutos, sin que cambie, no obstante, el movimiento de los satélites: ¿ cómo puede ser es to? Entonces r«;Jlexionóse que la luz para v:nir dcsde allí has ta nosotros a-través del espacio, ASTRONOMfA POPULAR 1 69 debe emplear cierto tiempo, tanto mayor cuanto mayor sea la distancia. Imaginad, por ejemplo, el momento en que el satélite sale de la sombra y entra en el espacio iluminado por el Sol. En el mismo momento nos envia de rechazo la luz recibida, partiendo el rayo Juminoso directamente hacia nucstros ojos. Por muy deprisa que ande, ha de emplear cierto tiempo en salvar la distancia que separa el satélite de nosotros, y en el momento en que llega a nuestra vista, -vemos al satélite cuando recomienza a brillar. Pero si la Tierra sc balla 298 kilómetros mas lejos, la luz tendra que recorrer este exceso, y llegara por consiguiente mas tarde que en el caso contrario, y como es"t e retraso es aproximadamente de un cuarto de hora, haciendo un ~ sencillo calculo se encuentra cjue Ja lu1; atraviesa los espacios vacíos del cielo con una velocidad de 3oo,ooo kilóm.etros por segundo, velocidad espantosa, inimaginable. Necesita ocho minutos y medio para llegarnos del Sol. ¡ 149 millones de kilómetros en ocho minutos y medio! Sn.turno. Tal es el mundo dc Júpiter. Saturnu, que vicne dcspués, es aún mas maravilloso. ~ 70 CAli11LO FLAM:.URIÓN - Es menor que Júpiter y sólo ochocicntas sesenta y cuatro Yeces mayor que la Ticrra, lo cua] ya es un tamaño régular. A la enorme distancia él que sc halla del Sol, 1,421 millones de kilómctros, dcscribe su órbita inmensa · c~n una vclocidad· de nuevc 'kilómetros por scgundo, ó sea dos \'eccs menor que la de la Tierra, empleando trcinta años en realizar s u gran viaje; un año de Sa turno · cquh·ale ú trcinta de los nues tros. Pero ('n dcsquite, gira sobre sí mismo sólo en diez horas y un cuarto, de modo que sus elias son mucho m<Ís cortos que los nucstros. Ademas cstando su ejc indinado, tiene estaciones, cada una dc las cuales dura mas dc sictc años ... En fin, para tencr una idea dc lo que pucdcn ser cstas estaciones hay que saber que el calor del Sol se sientc en Saturno con novcnta veces • menos intensidad que en la Tierra, de suertc que si allí hay scres vivicntes y no 1wy ulra cosa que pucda calentarlcs mas que los rayos solares, es preciso que estén organizados de forma extraordinaria, para rCs1St1r scmcjante frío... i. SúiD el pensa ri o causa estrcmccimicnto! Pcro lo m<Ís cxtraordinario en Saturno, es 4 - - CAJ\ULO FLA:\iM.\RIÓN • , doscicntos kilón;etros de espesor! i Apenas nada! Y en la parte llana es tan ancho, que la Tierra podria rodar por él a su gusto como una bola en un camino: i 48,ooo leguas de amplitud! Y aun queda entre el globo y el anillo un intervalq dc 32,ooo kilómetros. Aun hay mas: es te anillo maraviiJoso no es sencillo, sino triple, dividida en tres partes no según su espesor, sino según su anchura. Es como tres anillos, cada uno mayor que el otro, y dejando entre sÍ un pequeño intervalo. Como el globo mismo, el anillo bril!a por el reflejo de la luz del Sol, que ilumi,n a ya una superficie ya la olra. Saturno avanza junto con su anillo muy i?1clinado sobre su órbita, de manera que nunca podemos ver desde la Tierra el anillo en pleno, de frente, sino oblicuamente, pareciéndonos entonces oval. Asf también parecen ovales un cJrculo, un lazo, una rueda vista oblicuamente, según podéis comprobar por vosotros mismos. Visto desde el globo dc Saturna el anillo debe produrir durante la nochç, el efccto dc un inmenso arco iris, clevandose en el espado como un gran puente. :- .: f f : r, ' ' AST!WNOMÍA POPULAR !l í, J, ' 73 Ademas de este anillo, Saturno tiene diez ltmas que giran a su alrededor. Observado a simple vista, el planeta nos parece como una simple estrella, muy viva, no~ distinguiéndose ni el anillo ni los satélites. Para distinguirlos es preciso çontemplar el astro a través del telescopio. Urano. -- Saturno es el último y mas Icjano de los planelas co11ociclos por los antiguos. Pero hace ya un siglo, en I78I, \Villiam Herschel, astrónomo hannoveriano emigrado en Inglaterra, dcdic<íbasc a contar las estrellas dc un pcqucño rincón del cielo v31liéndosc para cllo de un gran lelescopio, cuando distinguió como una pequeña estrella que cambiaba de lugar lcntamente, reconociendo al punto que era un planeta que giraba a gran distancia de Saturno. Bautizósele con el nombre de Urano, otro _ dios de los antiguos. Urano tiene cuatro satélites, y es casi invisible para nuestros ojos a causa de Ja enorme distancia que de él nos separa. Sin embargo, es un globo de gran tamaño: sesenta y cinco veces mayor que la Tierra. Su distancia al Sol es dc 2,858 mill_o nes de kilómetros, y la vclocidad de su marcha no llega a ocho kilómetros ' ' ·. .... 74 ' 1- :-f\M!LO FLAM:\1.\RiÓN por segundo, empleando ochenta y cuatro afios en recorrcr su órbila completa. Aun no ha podido comprobarse con toda exactitud en cml.nto tiempo gira sobre sí mismo. El calor y la luz del Sol son en él cienlo .sesenta veces menos intensos què en Ja _Ti~rra. Nept111w. - Ultimamente descubrióse otro planeta mucho mas alejado todavía, no intcrvinicndo en su dcscubrimient.o la casualidad, sino el dtlculo, caso ,-crdaderamcnte· extraordinario. Por razones dc las cuales no podemos dar una idea, ~;1 1846, un astrónomo francés, 1\ L Le \' crricr, a<!_ivinó, si val e la palabra, que debía Jwbcr olro planeta, ademas dc los conocidos. Cakuló dónde dcbía cncontrarsc ... y sin 1 mirar m;ís que sus cif ras alineadas en el papel, di jo: «Debc hallarse en tal Jugar del cielo; _ mirad y lc vcréis». Se miró, en efecto, y se vió justamcntc donde él . dijo. l\Iucho trabajo hubiera costado distinguirlo a simple vista, tan lcjos se halla y tan minúsculo parece. Diósele el nombre dc Neptuno. Situado a 4,478 milloncs dc kilómclros del Sol, cslc globo, ochco>nt.a y cinco veces mayor que la Ticrra, es absolulamcnte invisible sin tclescopio. Da la vuclta alrcdedor del Sol en ciento sesenta y I . I. 75 ASTRONOMÍA POPULAR cinco años, ó si queréis, un año de Neptuno equivale a ciento sesenta y cinco de los nuestros. Cada estación dura· en él cuarenta y un año!;. Visto desde Neptuno el Sol parecerla una gran estrella, radiante, deslumbradora en medio del negro cielo. La luz que el Sol envia a este planeta llega a él con una intensidad novecientas veces menor que la que tiene Ja de la Tierra; de modo que el dla es en Neptuno casi tan obscuro como la noche. El calor del Sol es también allí novecientas veces menor, de modo que no podem os f ormarnos idea del frío horroroso que debe rcinar en Neptuno, ni dc la clasc de scres que podrlan vivir en cse mundo obscuro y helado. Neptuno tiene un sòlo satélitc, como ia Tierra. I~ 932 , ... EL SISTEMA SOLA& 3•••m le Its plmlu Dlllaatll Dlalaulallullutlla Dmtli a Dllatlr. al Sll ea lrillt· laia lr¡ua {riu 1lnlt I \elhil· alnh lla ella lli 111 h "'" ltll fltrrl klllatl.i la ulfpllt• lllllltlllll l•fhm reu 11 lanptr· 11111 Dmllai lilla lftllitr) I - - ·- ¡o- - --- -- -- -- -- - 0.387 1 MC(CUrío. , .. 58 Venus . . . • . o7233 108 La Tierra •.. 1.0000 149 Marte •. • . . . 1.5237 227 Peq ueños pla r.,,. me neta' . . . . . Jo piter . . . . . 5.:!0t8 775 Saturno . . • . 9.5389 f..l21. Urano . . . . . 19. 1833 ¿.858 Neptuno . . • . 30.0551. 4.478 ,..., o· 87 •. 97 3° 24' 224 70 365 25 1° 51' 686 98 oo o· 0.373 0.999 1 0.528 0.052 0.9;5 1 0147 IIJ IIJ ,,.1!11 ,,.1111 1° 19' U a. Ui i. 1t.OIH 1.279 2° 30' 29 167 9.299 719 7 4.Y34 00 46' 84 69 1° 47' 164 280 3 798 56 0.061 0.787 i 0.105 1.173? 0.807 1 0.711 IIJ IIJ mn "" 31.0 0.242 92 0.128 14 0.195 16 0.300 ltlatlla laellaatlh ili Emlt "'rt I• ~r•ll• 0.489 ? ? 25h ? 0.802 ? 2Sh 66m 4s 23° 27' 1 0.376 24 37 23 24 52 IIJ pm 2.26~ 9 55 37 3 4 10 14 24 26 49 98(1) 0.754 ? 0.142 ? l22(1J±. 0.89~ Soi.-Di4metro (síendo 1 el de la Tíerra)=108.56-t.383,272 kílómetros. Volumen~l.283,720. (Siendo I e l de la Tierra). Masa= 324,439. (Sitndo lla dc la Tierra). Densidad- 0.253. Peso en la superficie =27.6. Rotación~25d 4b en el Ecuador. Dill.metro angular=32'3". Luna.-Distancia media 4 la Tierra: 60.2745 radios te~restres=384,454 kílómetros. Di:lmctro=0.273. 1 (Sicndo i el de la Trerra)=3,482. Vol umen: lfso=22,105.740.000 kilómetros cúbicos. Masa· t¡ • Densi; dado·,0.615. P so en lo suptr 1..:tt=O.I ï4. R vol u e ón y rotación-274 ib. 11,~ ó 27d, 321,661 ó812.360,591 S<gund .. s. ReYo ució .• sioódic . ó mes lunar~29d t ~h .um ~., 684 ó 29d, 530,587. (1) Las indrcaciones d e m:is de 900 iodrcao un movimento relrógrado • , I . LECCION DECIMAQUINTA ! LOS COMETAS ,t, 11 ¡, ' " A veces aparecen en el cielo astros singulares cuyo aspccto extraordinario atrac Ja atención de todo el mundo. En las noches en que tal ocurre, personas que jamas se toman el trabajo de mirar las estrellas levantan los ojos él lo alto y se os acercan para deciros: "¿ Habéis visto el cometa?, Es esto, en verdad, una cosa muy curios ~ que tiene algo de extravagante. Figuraos en el estrellada cielo de la noche como una largo rastro de luz. En uno de los extremos el res'plandor eS mas COnCentrada que YÏvo: es la cabesa del cometa. Distlnguese en ella como una gran estrella paJida, difusa, nubosa, Hamada núcleo, y alrededor una especie de aureola vaporosa de luz muy débil, que es la cabellera; de ahí el nombre de cometa, que , en griego 78 .CAMILO FLA~IMARIÓN significa astro cabelluda. En fin, el rastro dc luz que partc de la càbeza y va extendiéndose en el cielo, pero cada vez mas palido, se llama la cola del cometa. Tal es el aspecto que en el caso mas frecuente ofrccen los cometas a lo menos cuando briHan con todo su resplandor. Pero no son todos semejantcs como vais a ver, y un mismo cometa cambia con frecuencia considerablcmentc dc apariencia durante el tiempo que .permancce visible. Por lo común, cuando se desc1¿bre, es decir, cuando sc comienza a distinguir un cometa en las profundidades del espacio, es muy pequefio, apenas visible y desproYisto dc cola. Pero a mcdida que se acerca a nosotros y al Sol, paret:e aumentar rapidamente, y. se vueh·e cada vez mas brillante. Su cola se forma, se alarga, SC ·extiende a veces desmesuradamcnte, se convierte en inmensa. Cada noche el cometa parcce mas hermoso y radiante: entonces prccisamenlc todos lo contemplau y admiran. Al mismo ticmpo viaja a través del cielo, observandosc, en efecto, cada noche, que ha cambiado dc Jugar. Pero pronto va a menguar y palideccr: sc aleja, dismiouye, s u cola pareee ndclgazar y desvanecerse, y si bien durante al- ASTRONOMÍA POPULAR • 79 ' podran segunas semanas aun los astrónomos guirle con sus telcscopios, se le pierde de vis- Fig. ' 86.-Comcta visto en el cielo :\. simple vi•ta ta en la inmepsidad del cielo <Í donde va a hundirse. Como hemos notado, no todos los cometas se pareccn. Los unos se muestran con una cola magnifica, al paso que los otros Ja ticnen So CAMlLO FLAMMARIÓN corta y palida. Se han visto otros que tenian varias colas dis pues tas en forma de abanico; pero a muchos, por el contrario, faltales por completo, y no tienen otra apariencia que la de una nubecilla brillante, ó, si queréis, de una estrella vista a través de la neblina. Hay cornetas que por lo pequeños apenas son visibles, y éstos sólo son observados por los astrónomos, constituyendo el mayor número. Pero hay otros que son magnlficos y ad.mirados por todo el mundo. Entre los mas hermosos que se han contemplado, indicaremos únicamente los de 1852, 186I, r862 y r882 que tal vez algunos de mis lectores habran observado, y cuyo recuerdo habran conservado muchas personas. ¿Qué es, pues, un cometa? Es un astro errante completamente distinto de un planeta. Un planeta es un globo sólido, ó al menos pesado, macizo; el cometa, por el contrario, sólo esta formado de gases, de vapores transparentes y luminosos, mas ligeros que el aire que respiramos. Figuraos una especie de nube excesivamente ligera y diafana, viajando a través del espacio como las nubes se deslizan en las alturas de la atmósfera. , 82 CAMILO l•LAMMARIÓN res, pero como esta absolutamente vacío dc toda materia, lo atraviesa sin resistencia. Pero si ese vapor es tan ligero que un soplo bastada para desvanecerlo y lo dispersaria por el espacio, en cambio ocupa a veces una iomensa extensión en el cielo. Así por ejemplo, un hermoso cometa que apareció en ·t8II, tenia un núcleo de 628 kilómetros de diametro, y su cabellem se extendía a mas de goo,ooo Ieguas alrededor. En cuaoto a su col~ ocupaba la enorme extensión de. 180 millones de kilómetros: mas que la distancia que media de la Tierra al Sol. Otra diferencia hay entre estos astros y los planetas. 1\Iientras los planeta.s circulatl alrededor del Sol siguiendo órbitas redondas a carta diferencia, los cometas, por el contrario, girao alrededor del Sol describiendo elipses (óvalos) extremadamente alargadas, de tal manera que tan pronto pasao muy cerca del Sol como se alejan de él hasta una inmensa distancia. Hay inclusa muchos cometas que describen una órbita tan prolongada, que van tan extraordinariamente lejos, mucho mas alla del último de los planetas, que sólo vuelven al cabo de millares de años, ó bieo ya no vuelven ASTRONOMÍA POPULAR en absoluto, perdié11dose en la pmfundidad infinita del cielo: no sc les yueh·e a \'l'I" jarmís. Estos son comúnmente los mas hcrmosos. Asl Fi¡r. 118.-Pequeno cometa sin cola, visto con el telescopio (co· meta de Encke, . io\'isiblc ~ •imple vista, que vuclve cada tres anos). por ejemplo, el preciosa cometa vis to en 181 x no volvera basta dentro de unos 3,ooo afios, y hay otros que han pasado muy cerca de nosotros, se han visto brillar intensamente a su paso, y a los cu ales hay que decir adi ós: el ca- CA~IJLO FLAMMARr6::-: mino que siguen ya no nos los volvenl. a traer ja mas. Notad bien que un cometa sólo es visible cuando pasa muy cerca del Sol. En tal caso el vapor ligero se dilata, aumenta, se calienta y brilla reflejando la luz del astro como una nubecilla brilla en el aire cuando el Sol Ja ilumina vivamente. Sólo entonces, pues, ~ientras recorre la parte de su órbita mas cercana al Sol, se nos mucstra el cometa: Durante todo el resto dc s u ipmenso viaje ng es mcis que· una nubccilla obscura, un vapor invisible errante ~1. través del espacio frío y negro, y desaparece para nuestros ojos. Es muy considerable el número de los cornetas, cspecialmente pequeños, de los cuales obsen·an los astrónomos dos ó tres cada año; pero los grandes son mucho mas raros. Cuando se ha visto brillar un cometa ~a su pas o cerca del Sol, ¿ puede sabers e si vol vera? ¿ puede prcdccirse la época de su regreso? Sí; pero vais a ver con qué condición.- Si un paseante os encontrara por la calle y os preguntara al pasar: «¿Volveré por aqul? ¿En cuanlo ticmpo podré estar dc vuelta?>>, lc contcstaríais dcsde luego: «Decidme primero el camino . ' 86 CAMILO FLAMMARIÓN sigue. Y entonces, calculando el camino que ha de recorrer, puede apreciarse el tiempo que empleani para ello. Pero trazar de esta suerte y de antemano Ja forma de la ct,rva que uno de esos astros vagabundos ha de recorrer en el espacio es cosa harto difícil; precisan observaciones muy cxactas y Jargos calculos, los cuales sólo han podido hacerse respecto de un limitado número de cometas, y, nat~ralmente, para los que van menos lejos y regresan antes: cincuenta aproximadamente, y aun por lo que a algunos se refiere no puede predecirse su vuelta con toda precisión, debiendo advertirse que los mejor conocidos no son los mas brillantes. Entre los grandes y hermosos cometas, sólo hay uno cuyo regreso pueda predecirse con toda fijeza: es el llamado de Halley, nombre del astrónomo que calcul6 su camino antes que nadie. Pas6 cerca del Sol en 1759 y en 1835, J ha VUe)tO a pasar en 1911. En cuanto a los que se presentan por vez primera, al menos desde que se sabe observar los cometas, nadie puede predecir su llegada, la cual constituye siempre una visita inesperada : i ' -········--.....'8 ~--. ~\ '! ' Fig. 90.-0rbitn de un cometa en forma de el i psc muy alargada. T, representa la Tierra En otro tiempo se tenla gran horror ! los cometas, a causa de su aspecto singular, de su._ llegada imprevista, de su rareza, pues los que se dis tinguen a simple vista no ·son muy comu~ nes. Los qne nosotros encontr~os hc:miosos, eran entonces horribles, creyéndose que anun· ciaban a fOli hombèes grandes desdicbas, guerras, hambres, pestes ... uYa -v.eis, decfan, tal ado se ha visto un comet~ terrible, y fustamente en aquel año hubo una ~erra .desastrosa. Cuando apareció tat otro- comet~ liubo gran inundación: éuando tal otra; se .pe:ra11e-·· ron las cosechas y_ se en.Çareció todo». Pero por desdicha no- pasan muchos añoS< sin que ocurra a la humanidad alguna dèsgracla, -onlin;uiamente por su culpa. Las guerras no son raras, ~orno tampoco Jas hambres y las inundaciones. Y entonces, t:uando aparece un .cometa, no importa en qué momento, hay gran prqbabilidad de que algún ' país de Ja Tierra sufra algú.JJ azote. Pero ya podêis tomprender que -èl ta no es ciusa de esas calamídades de -'Ja ¡, -, : ASTRONOMÍA POPULAR i L L 8g los rcyes y los príncipes cometían la necedad de crcer que el cometa les amenazaba con alguna desgracia, como si los astros del cielo pudicran apartarse de su camino para ocuparsc de 1os reyes, de los príncipcs, del común de los mortalcs... ¡qué boberla! ¡ Y pensar que en nucstros días hay gente que cree en semejantcs absurdos! Y es que las personas ignorantcs . \ 1os pa•'ses: son s•.empre Ias m1smas en todos supersticiosas, crédufas, siempre dispuestas a asustarse cuan,d o no hay por qué. Otros individuos, con mucho mejor scntido, sólo sc han preguntada si estos astros errantes a través del cielo, podrían al pasar chocar contra la Tierra y conmoverla, romperla ó lanzarla fuera de s u camino ... ¿Es imposi ble que un cometa choque con la Tierra cruzandose en s u camino? Y en tal caso ¿qué ocurrirla? ¿Alguna catastrofe tal vez? Recordemos ante topo que el cielo es vastísimo, que hay mucho espacio para pasar, y pocas probabilidades dc que se cncuentren dos astros precisamentc en el mismo camino y justamente en igual mamento. Pero si a pesar de todo f uer a as!, ¿ sabesc lo que ocurriría? Sí, ó al menos podemos forjarnos una idea , \- go '_,_ CAMILO FLAM:MARIÓN de ello. En primer término recordemos que los cometas estan formados de vapores excesivamente ligeros, que al encontrar la Tierra no producirían un choque como si fueran algo duro y macizo; todo lo mas harían el efccto de una gran rafaga de aire ... Y, ademas, estos vapores, mucho mas ligeros que el mismo aire, no podrían penetrar en él, y llegar hasta nosotros, ni siquiera sentidamos un soplo. Por lo demas, ya se ha verificado un encuentro parecido, si no con la Tierra, con otro planeta, habiéndose podido ver desde aquí lo qué ha ocurrido. Es Yerdad que no chocó contra el planeta, pero casi rozó con él... Era un cometa grande y hermoso, que acababa de pasar muy cerca de la Tierra, y que se lanzaba rcctamentc contra júpiter. ¿Qué iba a ocurrir? Aquel gran globo no podia sufrir gran cosa; pero lo ,que preocupaba extraordinariamente cran s us satélites. ¿I ba el cometa a chocar contra alguno dc aquellos pcqucños globos y decto del choquc arrojarle fuera de su órbita, ó tal ,·ez arrastrarle consigo a través del cielo? Pues bicn, nada de cso ocurrió. El cometa pasó libremente, muy cerca de Júpiter, por en- i '¡ ' ' ... ·. ASTRONOMiA POPULAR 1. I r i. :i ' gr tre sus lunas, sin causar la menor perturbación; por el contrario, el mismo cometa, aquel vapor ligerísimo, ïué perturbado en su marcha, y atraldo fuertemente por el gran globo dc Júpiter, sufrió tal revolución, que cambió en absoluto de dirccción y fué a perderse en la profundidad del cielo, de donde ya no volvera jamas.-Es mas: un fenómeno parecido oourrió no hace mucho tiempo en la misma Tierra. En el mes de Noviembre de r872 un cometa se acercó tanto a nosotros, que debió tocar con la cola la atmósfera terrestre. ¿Qué ocurrió? Nada, 6 algo mejor que nada: una magnífica lluvia de estrellas fugaces. En 191 I la Tierra pasó por el interior de la cola del cometa de Hallcy y no ocurrió completamente nada.-No temamos, pues, a los com~tas, astros inofensivos, que no anuncian ni causan ninguna desgracia.«Pero si algún cometa chocara contra la Tierra, tal vez los vapores de que esta formado, mezchindose con nuestro aire, lo harían irrespirable, mortal para nosotros. »-El citado caso del cometa de Halley demuestra la inverosimilitud de estos efectes.-«¿ O no podrfa ocurrir que vinicra del fondo del cielo algún cometa aun CA:\!ILO l<"LAM;>,IARI ÓN desconocido, mas pesado y mas compacto? y si entonces chocara contra la Tierra ... » ¡Ah, si tanto dccís!- ya comprendéis· que puede imaginarsc todo lo que se quiera, pero no es razon,able forjar t~les fantasías y alarmas; estad seguros dc que el choquc con un cometa es lo mcnos temible del mundo; podéis dormir tranqui los, s i vuestra tranquilidad depcndc de esta. .. ·- .. ,. ~ LECCTON DECIMASEXTA J_. \S ESTRELL.\S FUGJI.CES I .. I ¿No ha beis visto en alguna noche dcspcjada dcsprcndcrse de súbito una estrella, dcslizarsc silenciosamcntc en el cielo y desaparccer? A veces su luz es Yiva y momentanea, dejando tras sí un pequeño rastro luminoso, que sc borra al cabo de un memento. Entonces decimos: «Es una estrella fugaz)).- Pero, ¿es rcalmcnte una estrella? ¿ Pucden éstas desprendersc del cielo y caer en la Tierra? De ningún modo: ahon.1 que sa'bemos que el cielo no es una bóveda azul dondc estan fijas las estrcllas como pequeñas lcímparas, ó brillantcs centellcadorcs, que la Tierra no es la basc, los cimientos del Universo, no podcmos imaginar csto. ¿Qué es la Tierra en el cic lo? Un planeta como cualquicr otro y no dc los mayorcs. ¿ Y las estrellas?-- J;:n la p1·óxima lccción ,·eremos que las •. .. . ~ .......................a..~....................~ 94 CAMILO FLAM.M1\RIÓN cstrcllas son otros tantos soles enormes, parccidos al nuestro, y que nos parecen puntitos brillantcs <'t causa de su distancia inimaginable. Por lo tanto no son estos grandes soles los que salen de su sitio de súbito para deslizarse hacia nuestra pequefía bola ... Las estrellas fugaces-recordad bien este nombre-no son estrellas, ni siquiera planetas, son pequelios cuerpos que circulan cua! torbellinos a través del espacio. Son siempre pequcñas masas sólidas, como bloques de piedra ó de meta!, que giran alrededor del Sol describiendo elipses parecidas a las dé los cometas. Pero mientras vagan de esta suerte en el vacio del cielo, son absolutamente invisibles a causa de su pequefiez. La extcnsión del espacio donde gira la Tierra esta tachonada de esos pequeños cuerpos, que la atraviesan en todos los sentidos con rapidez vertiginosa. La Tierra los encuentra en su paso, como un globo de juguctería lanzado al ai re pas a a través de un puñado de arena arrojado vivamente contra él al ascender ... Aquellos cuerpos eucontrando a la Tierra en su camino, atraviesan las alturas de la atmósfcra, se deslizan por ella, poco mas ó menos co- -~ : '¡ ASTRONOMiA POPULAR YS .1 : I i ( r \ : i l' I I I mo hacc una piedra llana que, lanzada oblicuamente, resbala por Ja superficie de un estanque ... Penetran masó menos profuodamente t'O el aire, siguieodo la dirección en que se mucven, y como marchan con asombrosa rapidez, experimentan al penetrar súbitamente en el aire, una resistencia enorme; es como un choque, un frotami~nto y compresión tan fuertes, que se calienta basta el extremo de inflamarse, pues todo choque y frotamiento engendran calor, calor que es, naturalmente, tanta mas vivo cuanto mas violento es el choque, ó mas rapido el frotamiento. Aunque fuerao grandes como una casa, a la altura a que atraviesan el aire no pueden pa- ' recernos mayores que puntitos luminosos deslizandose rapidamente. Pero sólo brillan en el momento de su paso por nuestra atmósfera y cuando han salido de ella, continúan su camino otra vez obscuros é invisibles. Estas pequeñas masas de materia que producen las estrellas fugaces no estan igualmente diseminadas por el espacio en el camino de la Tierra. En ciertos parajes abundan mas que en otros donde estan mas espaciadas. Son especialmentc muy numerosas en las regiones por •.. g6 1- C,\:\IJLO FLA:.DlARIÓX donde ~ttra\'icsa la Ticrra hacia el 15 dc Kovicmbrc y' hacia el 10 dc Agosto; en esos puntos constituycn como enjambres por entre los cualcs pasamos. Por esta razón, en tales noches (12, 13, ¡.¡. de i\'oviembre y g, ro, 11 de Agosto), el cielo esta surcado por doquiera de estrcllas fugaces. Acordaos de esas fechas, y en una de esas noches, cuando el cielo esta despejado, alzad los ojos al cielo: en menos de un cuarto dc hora habréis podido contar·una veintcna dc csas graciosas llamas fugitivas. Tal ,·ez ~~ contemplar esos fragmentos de matcria diseminados en el espacio, os preguntaréis de dónde vienen. ¿Xo podrían ser restos de algún globo destruido, que hubiera sido roto, puh·erizado en medio del cielo?-¡ Tal vcz! Pero también podría ser q'ue fueran' restos de Ja materia de que ~tan hechas la Tierra, los dem~ts planetas y los cometas, restos que no habiéndosc rcunido en grandcs masas para formar globos, han permanecido siempre diseminados en polvo ó fragmentos mas ó menos grandcs. ¿ Y s i os dijera que esas fugaces cstrcllas que sc deslizan tan rapidas han podido ser detenidas <i veces en su carrera? ¿ Cogcr una es- i I I : I I 1 I I ASTRONO:\IÍA POPULAR 9ï 1 li trella fugaz? ¡Qué sueño!-Pues no, no es imposible. Yo, el que os habla ha tenido en su mano trozos de esas estrellas.-¿ Cómo? Voy a explid.roslo. Los fragmentes de materia errantes en el espado y que la Tierra cncuentra a su paso tan a menudo, como os he dicho, no haccn mas que atravesar las alturas de la atmósfcra, bajo formas de estrellas fugaces. Pero ü veces - -esto depende de la dirección que Jleyen penetrau mas profundamente en el aire, y pasan mas cerca del suclo, mas próximos a nosotros. Entonces ya no se ve como una estrellita, sino como un globo de fuego, muy grande en ocasiones, de brillo deslumbrante, que hicnde el aire con estrépito y pasa dejando tras si un largo rastro de luz parccido al que deja un cohete voladpr. Entonces se da :i cste globo inflamada el nombre de bólido en Jugar de estrella fugaz. En el fondo, es el mismo fenómeno visto mas de cerca. Con frecut.ncia el bólido atraviesa el ciclo y desaparece como habla venido. Pero también suele ocurrir que cstalla de súbito en medio del aire, ya silcnciosamente, ya con horrible estruendo, parecido a un cañonazo. Dividesc T0:\10 11.--'¡ l"'""· .... I g8 CAMlLO FLAMMARIÓN I en trozos inflamados los cuales caen en la Tierra, ó bien el bloque completo llega hasta el suclo y a consecuencia del choque húndese mas ó mcnoso Acúdese entonces de todas partes y se encuentran trozos de piedras ardientes que muy pronto se eofriano Estas piedras caídas del cielo, estos trozos de estrellas fugaces extintas, lhimanse aerolitoso ¿No es cosa muy extraordinaria, piedras que no vicnen de la Tierra, pequeños f~agmentos de astros?ooo Es muy curioso saber de qué substancias estan formados, para tener una idea de Ja materia celeste, para ver si se parece a Ja de que nuestro globo esta constituldoo Ambas son, efectivamente, muy parecidaso Esos aerolitos son casi siempre piedras grisaseas, ferrtl ginosas (es decir, que cootieoen partículas de hierro), con el aspecto de Jas piedras ordinariaso Otras veces son pedazos, bloques de hierro, hi erro. completameote semejante al nues tro, hierro que puede forjarse si se quiere para hacer eslabones, hojas de cuchillo, herramieotaso oo Hay aerolitos de todas dirnension~s: u nos ca en reducidos a pequefíos granos rnenores que los de cebada, otros en bloques enDrmcs, rnacizos, ' ..• f. Fig. 91.-Calda de uo b61ido \ 100 •· .... CAMILO FLAMMARIÓN pesando miles de kilogramos.-¡ No seria muy agradable recibir en Ja cabeza semejantcs es~ trellas fugaces! Hace años un arabe de Argelia estuvo a pun~ to de ser muerto por un aerolito que cayó junto a él, en pleno mediodía. Ese pobre hombre se creyó muerto. He aquí cómo explicó el curiosa caso: «01 una detonación parecida a un cai1onazo, y después como un mugida en el aire ... Miré a lo alto y vi como .una nu be obscura, y algo negro que se precipitaba sobre mi cabeza. De pronto esta cosa cae junto a mí, haciendo saltar el polvo, y al acudir al punto en que habla caldo el objeto vi una gran pie~ dra profundamente bundida en la tierra. Al querer retiraria del hoyo que había hecho al caer, me quemé la mano, pues estaba aún muy caliente». Habiendo acudida otras personas, y enfriada va Ja piedra, pudo transportarse facilmente. Estas caídas no son muy raras. Así, en t:l museo del Jardín de Plantas, de París, hay va9os centenares de esos guija:rros del cielo re~ cogidos en la Tierra. '· LECCION DECIMASEPTIMA EL CIELO ESTRELLADO En una hermosa noche sm )una, dirigid la vista al cielo, y a través del aire tranquilo y transparente, veréis brillar en lo alto las estrellas como puntitos trémulos. Contemplémoslos un instante. ¿ Habéis notada cu~n temblorosa parece su luz? Dirlase que es la llama de una himpara agitada por el viento, vista desde lejos. Este temblor es lo que se llama centelleo, y es debido a una ligera agitación del aire que hace, por as! decirlo, flotar, vacilar el pequeño rayo de luz procedente de la estrella y que atraviesa Ja atmósfera para llegar a nuestros ojos. As! parece temblar también un objeto brillante en el fondo de un estanque, si se agita el agua a través de Ja cual se distingue. Las estrellas también cêntellean vivamente, .c úañdo el aire es puro; los planetas, por el ¡: , 102 ' CAMlLO FLAMMARIÓN • contrario, como hemos ya observado, tienen un resplandor mas tranquilo y centellean poco ó nada. Las estrellas son muy diferentes en brillo: unas brillan vivamente, al paso que otras son mas palidas, y otras, en fin, tienen una luz tan débil que no podemos distinguirlas.- ¡ Cml.ntas veces sieodo nifio he intentada contar las que mis ojos penctrantes podian distinguir en el cielo! Pcro pronto me descorazonaba, y os ac-onsejo que no os toméis tal trabajo, porquc estan todas eontadas y a todas .sc les ha dado s u nombre correspondiente; y, por lo dcmas, no son innumerables como se creeria, pues la mejor vista no puede distinguir, en el caso dc hallarsc el cielo Jo mas despejado posible, mas de tres mil. Esto por lo que se refiere a la mitad del cieló-pues ya sabéis que un observador situado en la Tierra sólo ve una mitad del cspacjo, halhindose la otra .mitad oculta por la misma Ticrra. Por consiguiente, para saber cu~ntas son las estrellas observables a simple vista, doblaremos el número y tendremos unas 6,ooo. Las estrellas han sido clasificadas según su brillo. a fin de !ener una guia para distinguir- • I \STRONOMÍA POPULAR 103 las: las mas brillantes llamense estrellas de primera magnitud; las que siguen después, estrellas de segunda magnitud, y asi sucesivamente. Pera esta no guiere decir en modo alguna que las estrcllas llamadas de primera magaitud scan en realidad mayores que las otras, ni que sean por sl mismas mas luminosas. Quiere decir únicamente que vistas desde la Tierra, nos pareccn mas brillantes. En todo el cielo hay 18 estrellas de primera magnitud. En la segunda magnitud figuran 6o estrellas. Menos brillantes aun son las de tercera magnitud, de las cuales hay 182. Las estrellas de cuarta magnitud son en número de 550, y las de quinta en número de 1,610. Estas son ya muy débiles, y sólo se las ve en las noches muy despejadas. En fin, las estrellas de sexta magnitud, las mas pequefias que pueden distinguirse a simple vista son en número de 3,6oo.-Todos estos números sumados forman el total de 6,ooo. Pera euando en Jugar de contemp1ar sencillamente el cielo COll los ojos, se mira a través del telescopio, entonces cambia en absoluta el aspecto. Descúbrense millares y millones de cstrellas, que nuestra vista demasiado débil no podia distinguir. Un pequei1o espacio del cielo \STRONOMfA POPULAR do cambiar de posición las estrellas. de hora en hora. La que, por ejemplo, nos pareda sobre cierto punto del horizonte-en Ja dirección de Fig. 92. Pequefto eopncio del ciclo, visto con el telescopio àquel campanario lejano, si queréis,- dos 6 tres horas dcspués esüi mas lejos. En el curso de una nochc salen unas cstrellas, al paso que otras se ponen, y todas han cambiado de Jugar. Pero como parecen girar todas juntas, no se "'-' ,, I lOÓ 1- l.l C.\JIIU.O FLAJI!MARIÓN han deformado los grupos que forman, los cuales nos permitinin reconocerlas a pesar de su traslado. Visibilidad del cielo para diversas posiciones dc w1 obser7•ador en la Tierra. - Ahora figuraos un hombre, un observador colocado jus- · lamente en un polo de la -:r:ierra- en el polo Nortc, si os placc.- Ve <Í su alrededor y sobre su cabeza, sobre su horizonte, la mitad del cielo; pero siempre la mitad: siempre lc parccc que las mismas estrellas, giran a su alrcdcdor en el mismo ticmpo de 24 horas. Las que \'C cc¡ç.a del horizonle le parecen ,dar la vuelta a cstc horizonte; las que estan mas elevadas parecen- describir un círculo menor, y las que estan casi encima de su cabeza descríbenlo mucho mas pequeño aun. En fin, si hay alguna situada en llnea recta sobre su cabeza, ésta lc parecera siempre inmóvil en el mismo sitio, en plena mitad del cielo. Este punto del cielo que parecc inmóvil esta justamente en la dirección del prolongamiento imaginario del eje de la Tierra, y corresponde al polo terrestre, en el cual esta col(jcado nuestro observador. Le llamaremos, pues, el polo del cielo; en la suposición que hemos hecho, es el polo boreal del :. I i! ASTRONOMÍA POPULAR cielo. Nuestro observador así colocado, vera, pues, siempre, según hemos dicho, la misma mitad del cielo; Ja otra mitad le sent siempre .':t , '' .. I• i \ .; ¡. j I Fig. 93.-Parte del cielo siempre visible para nosotros. T o· das las estrellas comprendidas dentro del gran circulo que roza el hori7.Ónte gi ran, quedando siernpre sobre el mismo; las otras salen y sc ponen. dcsconocida. Si estuviera colocado en el otro polo de la Tierra, verla por el contrario, la otra mitad; tendría el polo austral del cielo ~nci¡n;t _ de la cabeza, y las estrella~ que pueden - 108 CAM1LO FLAMMARIÓN verse desde el polo boreal estaran ocultas para él. Supongamosle ahora transportada a un punto del ccuador. Todo cambia entonces; pues por efecto del movimiento de la Tierra el cielo le parece girar aúo, pero de distinta manera. En Jugar de ver un solo polo del cielo recto sobre su cabeza, ve los dos en los dos extremos opuestos del horizonte, el uno delante de él, por ejemplo, y el otro detnis. En el espacio dc 24 hora s ve sucesivamente todo el ciclo; todas las cstrellas parécenle, unas tras otras, salir por la misma parte de su horizonte--por su derecha, si esta vuelto bacia el Norte,-elevarse en el cielo a mas ó menos altura, descender luego y poncrse por la otra parte de su horizonte,--hacia su izquierda.-Algunas llegan a pasar sucesivamente por encima mismo de su cabeza. Nosotros que no estamos colocados en uno ni en otro polo, ni en el ecuador, sino entre ambos, observamos un efecto comprendido entre las . dos apariencias que acabam os de describir. Las estrellas parécennos también girar alrededor de un pur1to inmóvil, que es el polo del citdo (e) polo boreal): pero este polo no : t r ASTRONOMiA POPULAR esta recto sobre nuestra cabeza ni en el borde del horizontc. Las estrellas mas próximas a este polo, girando a su alrededor, parécennos pasar ya por encima, ya por debajo, pero sin ponerse jamas: estan siempre encima del horizonte. Las otras estrellas, mas alejadas del polo, llegau, al dar la vuelta, a tocar el horizonte y a desccnder bajo el mismo: se las ye salir y ponerse. En fin, en la parte opuesta dc la región del cielo siempre visible, alrcdcdor del polo austral del cielo, correspondiente al polo austral de la Tierra, hay una región siempre invisible para nosotros, y que sólo puede verse viajando por el hemisferio austral. Visibilidad del cielo en las diversas épocas del año.-Pero en todo lo que precede, cuando decfamos, por ejemplo, qui! en el espacio de 24 horas todas las estrellas de la parte del cielo visible para nosotros han pasado ante nu~stros ojos, entendlamos en realidad que estaban sobre el horizonte, ante nt¿estros ojos, en efecto. Pero esto no basta para que pudiéramos verlas en realidad. Sólo podemos ver las estrellas de noche. De dia estan all!, efectivamente; pero la luz del Sol difundida en el espacio, y absorbiendo la suya demasiado débil, nos impide CAMlLO_ FLAMMARIÓN 110 distinguirlas. Unicamente podemos observar, pues, las estrellas que se encuentran sobre el horizonte durante la noche . Ahora bien, según hemos dicho hay estre-· llas que estan siempre sobr~ el horizonte; por lo tanta, podemos Yerlas todas las noches si éstas son despejadas. Las otras estrèllas que salen y se ponen, se encuentran sobre el horizonte, según las épocas del año, ya durante el dia, ya durante la noche. Durante una mitad del año, toda una gran parte del cielÒ, con las eslrellas correspondientes, se encuentran sobre· el horizonte por la noche, pudiendo enlonccs observarsc aquellas estreJJas. En la misma época, la otra parte del cielo esta sobre el horizonte durante el dia. Pero ocurre todo lo contra- ' rio para la otra mitad del año: las estrellas que salidas durante el dia, eran invisibles, estan sobre el horizonte por la noche y recíprocamente, de donde _se desprende que las eslrellas que pueden observarse en las diferentes épocas del año no son las mismas,-y que todas, incluso estas últimas, no parecen a todas horas en las mismas posiciones. . , I li LECCION DECIMAOCTAVA LAS CONSTELACIONES Desde los tiempos m<is remotos se ha visto la utilidad de conoccr las estrellas, las mas impOI·tantes por lo menos. Pero en el número, pequefío en proporcióo, de las estrellas visibles {l simple vista, habla ya mucha confusión; dc modo que para reconocerlas, se dividieron en grupos, según la disposición que prcsentan a nuestros ojos. Ún grupo de estrellas que presenta cierta forma, cierta disposición que permite reconocerlo, Jlamase una constelnción. Cada con~<telación tiene su nombre, que es el de un objeto, un animal, un hombre, y lo mas a menudo el de un dios ó un héroe de la antigua mitologia: pues tales nombres, dados casi todos por los antigu?s, los hemos conservada hasta nuestros dlas, aunque desgraciadamentc esos grupos de estrellas no tengan ninguna relación dc forma con las cosas que sus nombres - I -. I CA:IIILO FLAMJ\IARIÓN I designan. Ademas algunas de las estrellas mas notables tienen nombre aparte. En cuanto a las otras indlcase a qué grupo pertenecen, y para distinguirlas de las otras estrellas del mismo grupo, se les da a cada una como señal distin/iva una letra del alfabeta griego, ó un simple número de orden, del mismo modo que para distinguir una casa en una gran ciudad sc indica primera la calle y después el número de orden de la casa en esta calle. Dc esta manera puede ser reconocida cada estrella, han llegado a trazarse mapas del Cielo en los que estan indicadas hasta las mas insignificantes estrellas en su Jugar respectiva, como las ciudadcs y los pueblos lo estan en un mapa de Geografla. i Conocer las estrellas del cielo! i poder llamarlas por sus nombres señalandolas de noche con el dedo! i Cómo me extasiaba con esto cuando era niño! ¿No es realmente una C'Osa encantadora?- Esc placer podéis tenerlo también vosotros y yo puedo procuraroslo. No se trata de conocer las estrcllas como un astrónomo; si no de saber reconocer y saber los nombres de las mas bermosas, de los grupos ó constclaciones mas notables. 'I I 12 y I ,: 1 I 1 , : I_ I ' ASTRONOMÍA POPULAR IIJ Principales constelaciones .-Regiór1 siempre visible del cielo.-Veamos, pues, de reconocer las constelaciones principales comenzando por las que son visibles todas las noches.-Cuando Fig-. 94.-La Osa 'Mayor en una noche bien despejada contemplais el cielo, una persona instruída os mostrara un grupo , de siete estrellas muy brillaotes (6 de elias de seguoda magnitud) cooocido vulgarmente con el nombre de Carro. No sé qué relación de forma se ha encontrado entre esta constelación y un carro ... pero si queréis una comparacióo con un objeto que os sea mas familiar, os diré que se parece a una cometa empinada en el aire: 4 estrellas sefialan los cuatro angulos del jugu~te al paso que otras 3 represeotan la coTOMO JI.--8 '· I 114 CAMILO FLAMMARIÓN la ... Los astrónomos llaman a esta constelación la Osa mayor. Es visible todas las noches, pera tiene diversas posiciones según la hora de la noche y la estación del año. Acostumbraos a buscar en el cielo y encontraria a la primera ojeada, lo cual os seni muy útil como vais a ver. A poca distancia de la Osa mayor hay una muy vasta extensión de cielo donde no se ve ningún grupo de estrellas que Il~me la atención; pero en media de este espacio destacase una sola estrella muy brillante (segunda magnitud}, y faci! de encontrar. Si se imagina una linea que pase por las dos estrellas del cuadro de la Osa mayor que figura como la cabeza de la cometa (en la parte opuesta de la cola}, prolongando esta línea llegara justamente a la estrella de que hablamos. Observadla bien, pues aunque..no sea la mas brillante, es la que importa conocer mas de todas las del cielo, ya que su posicióo en el cielo coincide casi con el polo (boreal}, por cuya razón parece iomóvil, mientras todas las demas parecen girar a su alrededor. Es la estrella polar, y en cuanto la reconocéis ya estais orientados, pues os sefiala el polo Norte. Volviéndoos hacia ella tenéis -- I i: ! I I i ' '[ ASTRONOMiA POPULAR us al frente la dirección del Norte, y a espaldas el Sud; el Oriente esta, pues, a vucstra derecha y el Occidente a la izquierda. Conociendo la estrella polar no hay miedo a que os perdais, , I'ig. 9~. Alineación para encontrar la estrella polñr pues si tal ocurriera facil os seda ballar el camino perdido y reconocer la dirección qu: llevabais. De esta suerte los marioos, observando la estrella polar, pueden conocer la dirección que debcn seguir en el mar por Ja noche. La estrella polar constituye el extremo de la cola de la Osa met!or, constelación de forma muy j ASTRONOMIA POPULAR I 17 laciones visibles en la hora de la noche en que podéis observarlas no son las mismas en todas las estaciones del año, supongamos desde luego que estamos en invierno y que contemplaeasiopea .Ea Osa )dener y la Polar .Ea Osa ./fíayor Fig. 96 mos el cielo hacia las siete ó las ocho de la noche. Recorriéndolo con una rapida ojeada, pronto reconocemos la Osa mayor, que, en tal mamento asciende oblicuamente sobre el horizonte, con la cabeza hacia arriba. Gracias a ella vamos a encontrar la Osa menor y la polar: henos ya orientados. La polar se nos muestr11 como siernpre situada a mediana altura entre t>l horizontc y el cenit ó sea el punto elet cielo ... CAMILO FLAMMARIÓN ' situada verticalmente sobre nuestra cabeza. A la otra parte de la polar, opuesta a la Osa mayor, es decir, hacia el cenit, ciérnese la Casiopca. Hemos ya encontrada, por consiguiente, las constelaciones que conoccmos, las cuaIcs van a guiarnos para hallar las otras. Pcrmanezcamos orientados, y busqucmos en el cielo, alga hacia el Este, una hermosa estrella de primera magnitud cuyo brillo atraera pronto nuestra mirada: es la Cabra (estreiJa principal de la constclación del Cochero). Podéis aseguraros de que es ella observando que, se encuentra muy lejos en el cielo y en la direccióa de la cabeza de la Osa mayor. Debajo de la Cabra (casi a la misma distancia que la Casiopea y en la parte opuesta), veis brillar dos hermosas estrellas poco alejadas una de otra: son lòs Gemelos, los dos herrnanos, Castor y Pollux (fig. g¡). Sin cambiar de posición y teniendo siempre la polar ante vos.otros, volved un poco la cabeza hacia el Oeste (a la izquierda): algo por encima del horizonte veréis brillar una hermosa estrella de primera magnitud Hamada T'c"ga, en la pcqucfia constelación de la Lira. La reconoceréis teniendo en cuenta que se halla a la ' \ II8 Ce nil 1. .J:a Osa }lfayor. 2 . .J:a Polar (Osa }lf~nor). 3. C:asiopea. •· .J:a C:abra (el C:ochero). 5 . .J:os q•melos. fi. Vega (la .f:tra). 7 • ./{tair (~/ ./{guila". I. €1 C:isne. €1 20 de j)iciembre d las siele de la noche €sle j)erecha Oesle Jz:quicrda .J:tnea del horiz:onte .J:tnea del horiz:onte Fig. 97.-Cielo de invierno.-Parte Norte ¡I 120 CA!\ULO FLAMMARIÓN misma distancia de la polar que la Cabra y directamente en la parte opu esta: la polar esta situada casi en el centro de la línea imaginada entre aquellas dos. Ahora, seguid en el cielocon vuestro dedo levantado, una línea que vaya hasta la cabeza de la Osa mayor hacia la Lira, que acabiis de reconocer; esta llnea, prolongada en la misma dirección, os conducc casi rectamente a una estrella de primera magnitud, entre dos mas pequeñas: este grupo es la constelación del Aguila. En !in,· scguid en la misma forma una línea q~e vaya desde la Casiopea hacia el Aguila, y casi a mcdio camino pasaréis junlo a una estrella de scgunda magnitud, la única brillante en aquellas cercanlas; esta estrella hallase en medio de la constelación del Cisnc. Volvamos ahora la espalda a la polar para contemplar la parte opuesta del ciclo, la parte Sud j esta \·ez, tenemos el Oeste a la derecha y a la izquierda el Este. Todo el mundo ha obseryado tres estrellas situadas casi a igual distancia en llnea recta, llamadas comúnmente los Tres 'Reyes. Distlnguense algo hacia el Este. En cuanto las hayais reconocido observad cuatro hermosas estrellas que forman una !"s- I ' . ' ~ :_ - --- . _, .,._, ::: _-:-~ - eenif I. .Cos ~ru /t~yes (0ri6n} . .Z .J'{Tdebardn (~oro}. J. Sirio fPerro }lfavor). -t. }'roci6n (P~rro }lfenor). 5. euadrodo d~ pegaso. ó . ./fndr6meda. 7. Perseo. I . .Cas Plévades· él .ZI de j)iciemóre d las ocho de la nociu! és te Jz:fUierda Oeste j)erecha .Cfnea del hori;:onfe .Cinea del horiz:onfe Fig. 98.-Cielo de invieroo.-Parte Sur 12.2 CAMILO FLAMJ\.1ARIÓN pecie de cuadrado largo, en medio del cua! encuéntranse los Tres Reyes. Dos estrellas, en los dos angulos opuestos del cuadrado alargarlo, son de primera magnitud. Todo este gran grupo, con algunas estrellitas cercanas, forman la hermosa constelación de Orión, la mas notable del cielo y muy faci! de distinguir. Encima de Oríón brilla una preciosa estrella rojiza; es Aldebartin, en la constelación del Toro (fig. g8). Debajo de Orión, precisamente opuesta a Aldebanln, destacase la mas hermosa estrella de las noches de invíerno, la magnifica Sirio, que forma parte de la constelación del Perro mayor. Encontraréis facilmente estas dos estrcllas observando que ambas se encuentran en la alíneación de las estrellas de Oríón, los Tres Reyes: Aldebaran encima, Sirio abajo y casi a la misma distancia. A la izquierda (Este), en la !inca que va de Aldebaran a la estrella de primera magnitud que forma la parte superior del cuadrado alargado de Orión, en la opucsta y casi a la misma distancia, brilla en la constelación del Perro mayor, otra estrella dc primera magnitud (Proción}. En la antigua mitologia, Orión es un gigan- I I C.UULO FLAM~I.-\RlÓN banin (en la lloca que va de Aldebanin a Orión, a la otra parte de aquél y casi a igual distancia) un apretado grupo de estrellas pequefías. Este grupo es muy conocido por la gente del campo, que Jo llama la Cl11eca, pues les recuer- Fi¡r • 99.-Las Pl~yades i simple ,.¡,ta da una gallina rodeada de sus polluelos. Los aslrónomos le han conservada su antiguo nombre: las Pléyadas. Con vuestros penetrantc;; ojos distinguiréis ~n él facilmente seis ó siete estrcllas; pero cuando se contemplan las Pléyade.-; con g-randes telescopios, vesc adcmas un gran número de otras mucho mac; pequeñas (unas r ,ooo). El ciclo er1 vcrano.-Observemos ahora la• constelaciones que brillan en nuestro horizonte duran te Ja e.c;tación floriria, hac i a r. o de Junio, AS1:RO~OMÍA POPULAR por ejemplo. Supongamos que son las diez de la noche, la hora mas cómoda para vosotros en esta época del año. Volvamonos hacia el Fig. 100.-El grupo dc las Pléyades visto con el tele•copio Norte; casi todas las estrellas que observ~e mos en esta región del cielo son las mismas que hemos ya visto en el cielo de invierno, pero tienen una posición inversa, como sabéis. Asi la Osa mayo-r, ciérnese en esta época en lo alto del cielo, en tanto la Casiopea esta debajo de la Polar. CAMlLO FL~\IMARIÓ:-1 La Cabra, que estaba hacia el cenit, esta ahora a la izquierda, cerca del horizontc; mas lejos se hallan los Gemelos, hacia el Oeste. La posición ha cambiado, pero qo las alineaciones, y las mismas que nos han servido para reconocer las estrellas nos serviran para encontrarlas. Así, iremos a encontrar la Lira en la parte opuesta de los Gemelos, a la misma distancia de la Polar; el Cisnc brilla debajo; el Aguila esta ;crea del horizonte, en el ocasq, semiborrada por el resplandor vago del crepúsculo. Por la parte Sud, por el contrario, tenemos cstrellas completamente nuevas para nosotros: las constelaciones de invierno han desaparecido, brillando ahora en primer término, a mediana altura en el cielo, una magnifica estrella de primera m_agnitud, Arltlrn (en la constelación del Bo)• ero). Esta estrella es faci! de reconocer pues sc encuentra en la prolongación de la cola dc la Osa mayor. Debajo de Arturo hay otra estrella muy brillante Hamada la Espiga, que señala la constelación de la Virgen. Mas hacia la derecha 6 sea el Oeste, atrae nuestras miradas la hermosa estrella del León. EI León, la Espiga y Arturo forman en el ciclo un gran triangulo; seguid con el dèdo levan- /. Osu )Yfuyor. 2. }'olur (Osu )Yfenor) .J. Clusioptu. ol< • .Eu Clubru (el Clochero}. 5 . .Cos Çemelos. 6 Vegu (Iu .J:iru}. 7. fttuir (el ftgüilu). 8. €1 Clisne. Cenit €1 2 de ]tfuyo d /us dier. de la noche €ite JJuechu Oesfe Jr,r¡uierdu .J:tnea del ho~ir.onfe .J:tneu del horir.onfe Fig. 1>1.-Cielo de verano.-Parte Norte CAZ>ULO FLAM;\lARIÓN tado la llnea que va desde el León a la Espiga, prolongadla y encontraréis cerca del horizonte, un poco al Este, la estrella principal del Escorpi6n. Se encuentra por lo tanto en la parte opuesta al León, quedando la Espiga entre ambas. En fin, en la región austral del cielo, siempre ocult.a para nuestros paises, hay varias hermosas constelaciones. Os citaré únicamente las dos mas célebres: el N avio y la Cruz del Sud. Es inútil que os las describa porque nuoca las veréis como no estéis en el hemisferio austral. El Zodíaco.-Los antiguos astrónomos, obscrvando el camino aparente que parece seguir el Sol en el cielo pasando ante ciertas estrellas (fig. 26, pag. 85 del tomo I), habían dividida tales estrellas en doce grupos, haciendo otro tanto en el circulo trazado en el cielo por el Sol. Las constelaciones forman lo que se llama el .Zodfaco; cada una. de elias es un signo del Zodíaco. He aqul el nombre de esos doce signos: Aries, Tauro, Géminis, Cancer, Leo, Virgo, Libra, Scorpio, Sagitario, Capricornio, Aqunrio y Piscis. Entre esos nombres latinos reco- Cenil o.; o o .... .... ¡;:: I. ./irluro ( ,¡ .!Joyuo). Z . .Ca €spiga (la Virgen). .J. €1 .J:,dn. 4. €1 €scorpidn• €1 Zl de }tfayo d las diez .d~ la noche Oesle j)uecha .Cfnea del horizon/e .Cfnea del horizonle Fig. 102.-Cielo de verano. • Parle Sur ____ 130 _::; CAMILO FLAMMARIÓN noceréis algunos de los que hemos citado; los otros no tienen estrellas notables.-En otro tiempo decíase: «el Sol esta en el signo de Aries,, por ejemplo, para significar que el astro pareda pasar en aquel rnomento por delante del citado grupo de estrellas. Como hay doce meses, cada mes correspondia con escasa diferencia a la posición del Sol ante una de las constelaciones; por esto en los almanaques cada mes lleva aún la indicación dc un signo del Zodfaco. Pero a consecuencia" de una pequeña diferencia que aumenta con el tiempo, encontramos que en nuestra época el Sol no corresponde ya en realidad, en un momento del año, al grupo de estrellas cuyo signo tiene el mes. El Zodiaco prestaba grandes servicios a los _!:alculos de los antiguos astrónomos ; pcro los de nuestros dias lo emplean poco, por tener mcjores métodos de observación. ) ' ' .. ' LECCION DECIMANOVENA ' LAS ESTRELLAS Estrellas de color1 variables 1 périódicas . Observando con atención las estrellas, puede notarse que no todas tienen una luz perfectamente blanca; algun as tienen un matiz rojizo, azulado, ó amarillo... Si se observa con el telescopio1 sus colores parecen mucho mas elaros y mas vivos. Vense estrellas rojas, azules, amarillas, verdes, de todos colores ... Estas llamaose estrellas variables . . Las hay que son aúo mas extraordinarias: son las que se ven brillar sucesivamente ya con luz vivísima, ó ya debilitarse y basta desaparecer completamente, para de nuevo encenderse1 por decirlo as{, al cabo de cierto tiempo. Aquellas cuyo brillo aumenta ó disminuye de esta suerte alternativamente durante cierto período de tiempo, lhímanse estrellas periódicas. . 132 CAl\11LO FL~MMARIÓN En fin, hase visto a veces ¡cosa admirable! aparecer en el cielo estrellas nuevas, que después de haber brillada durante mas 6 menos tiempo, han acabado por extinguirsc por completo ... ¡ Ign6rase lo que ha sido de elias! Grupos de estrellas. - Estréllas dobles, tri- Fig 103.-EstreUa doble vi•ta con el telescopio Fig. 10~.-Estrella cufldruplc vista con el tele~copio ' ples, etc.-Hemos ya observada uno 6 dos grupos formados de estrellas muy juntas unas a otras y al decir juntas me refiero a nuestros ojos-(las Pléyades, por ejemplo). Una buena vista distingue facilmente las estrellas que forman esos grupos, de los cuales hay en el cielo muchos parecidos. Pero hay también muchas estrellas que a simple vista parecen sencillas, absolutamente · parecidas a las otras, y que en realidad son ASTRONOMiA POPlJI:AR 1 33 dobles, triples ... Figuraos dos, tres, cua tro ó cinco estrellas tan cercanas unas de otras que su luz se confuode y a causa de nuestra vista Fig. lD.l.-Nebulosas de forma rcdonda ú oval vistas con el telescopio sólo parecen formar un punto brillante; pero observando con el telescopi o pueden ·verse separadas las dos, tres ó cuatro estrellas. Y, cosa aun mas curiosa, esas cstrellas no son del mismo color· si una, por ejemplo, es blanca, la f34 CAMILO FLAMMARIÓN otra seni azul, _6 roja, 6 verde ... En fio, en ese grupo se ve la estrella mas pequeña (ó-las mas Fig. 106.-Nebulosa de forma irregular vista cou el telescopio pequefias) girar alrededor de la mayor, como los satélites alrededor de los planetas. Nebtllosas.-Hay mas aun. Cuando la nochc es bien negra y despejada, puede distinguirse ASTRONOMÍA POPULAR 135 entre la constelación de Casiopea y la de Perseo, una estr€.1la que parece nubosa, cua! si se viera a través de la niebla: dirfase que es Fig. 107.-Nebulo•o. vista al telescopio, formada en apariencia por un conjunto de pequeftas estrellas una nubecilla débilmente luminosa. Esto es lo que se conoce con el nombre de nebulosa. A simple vista pueden verse en el cielo varias nebulosas ¡ pero si se mira con el telescopio descúbrense a centenares, tan pequeñas y de brillo ·. ( Fig. 108.-Porci!in de Via IMtea ó. simple vista CAMILO FLAMMARIÓN es lo que se llama la Vía lcictea (camino de !eche). Podríase comparar también a un do, que tiene repliegues, islas sombrías en medio de un lecho luminoso. La VIa l:ktea no es otra cosa que una inmensa nebulosa, que ' vemos extenderse alrededor del cielo. Observandola con el telescopio vese distintamente por estar formada de un asombroso conjunto de pequefias estrella s: ¡ millones y millones! ¡ En un pequeño espacio de la Via lactea apenas ma.yor que la amplitud de la Luna, se ven ·con el telescopio ccntenares de veces mas estrellas que todas cuantas distinguen nuestros ojos en la inmensidad del cielo! Distantias de las estrellas.- Como hemos dicho, las estrellas son soles, tan gran<ies, tan ardientes, tan luminosos como el nues tro; pero es tal su distancia que nos parecen débiles centellas, pequeños brillantes en la bó'Ueda aparente del cielo. No he de recorda ros que en realidad no existe esta bóveda, y que lo negro del cielo es el espado sin limites en que giran la Tierra y los planetas, donde esta el Sol, y a través del cuat nuestra mirada húndese sin obsbiculo para llegar a las estrellas, muchQ mas lejanas aún. ASTRONOMiA POPULAR 1 39 Tal vez os imaginéis que las estrellas estan todas ordenadas en el espacio a la misma distancia de nosotros, de tal manera que por su Fig. 109.-Una peque!la parte de la Vía laetea vista al tele•copio disposición circular forman la apariencia del contorno de una bóveda. No es as!: creemos verlas todas a la misma distancia,. porque nuestros ojos no pueden juzgar de la diferencia de su alejamiento. En realidad, hallaose a distancias muy diferentes, pera $iempre enormes. ~ · CAMILO FLAMMARIÓN Figuraos, pues, las estrellas como sembradas, discminadas en el espacio, aqul una, alia otra y mas lejos otras aun, inmensamente alejadas entre sl. La mas cercana a nosotros esta <I una distancia asombrosa... Sabéis ya que dP aquí al Sol hay 149 millones de kilómetro~ . Para ir hasta Neptutlo, el planeta mas lejano, habría que recorrer un camino 30 veces mayor, lo cual ya es enorme. Pues bien, podrlais recorrer con Ja imaginación, no ya 3a veces, ni xaa, sino 1,000, 1a,aaa 1aa,aaa veces la· misma distancia en todas sentidos a nuestro alrededar sin encontrar ninguna estrella. La mas cercana esta aún mucha mas lejos que todo esta. ¡ Entonces nosotros, con nuestro Sol y tado su sistema, estamos aislados en el espacio, como perdidos en media de un inmenso desierto! - Indudablemente, y entre las mismas estrellas hay distancias parecidas. \·eamos de forjarnos una idea de ello. Para ir de aquí a la estrella mas cercana, hay que imaginar .a través del cielo una distancia, ¿qué os diré? 226,aoo veces mayar que la que hay dc aquí al Sol; 226,aaa veces 149.aao,aaa de kilómetros. j y ~sto sólo la estrella mas próxima! La que sigue esta aún dos veces mas lcjos. 1Y en cuanto a Jas atras ... ! - ASTRONOMiA POPULAR .-. • Pero veamos si hay algún medio para darnos cuenta exacta de estas distancias. Cna bala de cañón que según dijimQs empleada xo años para ir d~ la Tiorra al Sol, invertida para llegar a la estrella mas cercana algo así como 2 millones de años. En cuanto a la luz, de la cual os hablamos a propósito de Júpiter, y que recorre 3oo,ooo kilómetros por segundo, nos llega del Sol en ocho minutos; .de Júpiter en unos cuarenta minutos y en cuatro horas de Neptuno. Pues bicn, para ,-enir de la estrella mas próxima de la cual hablamos hace poco, invierte tres años y ocho meses-¡ tres años y ocho meses \'Íajando a ra~Ón de J00 1 000 kiiómetrOS por segundo! ¡ 252 ooo,ooo 1 ooo,ooo dc kilómetros! Y no olvidéis que se trata de la estrella mas próxima.-La estrella mas briUante del ciclo, Sirio, de la cua! hemos hablado en èl capitulo precedente, se halla aún entre las mas cercanas, separandonos de ella una distancia 1. 30o,ooo veces mayor que la que media entre el Sol y la Tierra ¡ 200 mil billones de kilómetros!... S u luz emplea 22 años en atravesar el espacio y llegar basta nosotros. La luz de la estrella polar llega al cabo de cincuenta años: si la mi rais cualquier noche- ' CAMILO FLAMMARIÓN de este año, el rayo que lleve a vuestros ojo~ habra partido de la estrella hace medio siglo, mucho tiempo, tal vez, antes de vuestro nacimiento. Hay estrellas tan alejadas de nosotros, que su luz llega aqul al cabo de centenares de años, y otras mas alejadas aún, las que forman la Vía Iactea, por ejemplo, cuyo rayo viaja durante mil, dos mil, diez mil años, antes de llegar a nuestros ojos. y en cuanto a las nebulosas, grupos de estrellas, ó cúm~los de vapores, se hallan a distancias del mismo orden que las de las estrellas. Si las ve mos hoy, podemos asegurar que existen hace miles de años, y que su luz marcha durante todo este tiempo para llegar hasta nosotros. Naturaleza de las estrellas.- Las estrellas son soles... lo cu al significa que nuestro Sol es también una estrella, entre las estrellas del ci el o, y no de las mas brillantes: es una de las que forman la Vla lactea. Visto desde una distancia parecida a la que nos separa de las estrellas, nuestro Sol se nos apareceria como un punt;to luminoso, confundido entre los otros. Las estrellas son soles ... "Entonces, se os ocurrira preguntar, ¿ tienen también Tierras, ASTRONOMfA POPULAR 143 planetas que giran a su alrededor?n-Indudablemente, al menos por lo que se refiere a la mayoría de elias. «¡Ah! ¿ Y habda babitantes en esos planetas?n-Es muy posi ble; porque, ¿ puede concebirse que de es os millones y billones de soles, uno solo, y precisamente el nuestro, tuviera planetas girando a su alrededor, 6 que de todos esos planetas, uno solo, cabalmente el nuestro, nuestra bolita, una imperceptible partlcula de polvo en la infinidad del cielo, tuviera habitantes? La mayorla de las estrellas, son indudablemente centros de sistemas muy parecidos a nuestro sistema solar. Hay estrellas cuya luz es colorada: pues bien, los mundos a los cuales iluminan tienen un sol azul, rojo ó verde, y el dla es en aquellos planetas verde, rojo 6 azul respectivamente. Hay otros sistemas que tienen en su centro estrellas dobles, triples ó cuadruples, de modo que tales mundos tienen dos, tres 6 cuatro soles de diferentes colores, girando unos en torno de los otros, con dlas alternativamente rojos, azules, verdes y blancos. ¡ Qué asombrosa complicación de movimientos, qué órbitas de forma irregular deben tener con planetas dominados por varios so- ' 144 CAlltiLO FLAMMARIÓN les! i CUéinta variedad reina en el uoiverso! i Cuan poco conocemos aún de todo ello! i Ah, cómo se ensanchan los horizontes de nuestra imaginación y de nuestra inteligencia cuando pensam os en todas estas cosas: el universo infini to, los mundos por millones, por billones!. .. Por otra parte, si las estrellas nos parecen fijas, inm6viles, débese a una ilusión de nuestra vista. Las estrellas no $OD inmovibles, antes bien se mueven, giran en el cspacio con rapidez; pero estan tan lejos, es fan rapido s u cambio de lugar, y el camino recorrido tan imperceptible, que parecen fijas; hay que obsen·arlas con precisión extremada para adYcrtir su movimiento. Nuestro Sol mué\·ese tam- bién a través del espacio arrastrando consigo Ja Tierra y to dos los planetas: tenemos la prucba de cllo. Todo se mueve en el universo: todo cambia y se transforma. Sólo hay inmutable las leyes de la naturaleza, y la Causa eterna, cuyos efectos mudables y pasajeros son las cosas que vernos. .· - LECCION VIGESIMA EL CALE!\i>ARIO Utilidad del calendario.-Antes de terminar, es conveniente que consagremos nuestra última lecci6n a un asunto de utilidad practica, resultado inmediato de la observaci6n del cielo. El conjunto de reglas que sirven para fijar " la medida del tiempo llé:imase Calendario. Como vais a ver, esta medida es una consecuencia del estudio de los movimientos de la Tierra y de I~ apariencias de los astros, en una palabra, de la Astrot1omla. Ya sabéis que la rotaci6n de la Tíerra sobre sl !Uisma nos da la duraci6n del dia (con la noche que sigue}. Sc ha divídido esta duraci6n en 24 partes iguales llamadas horas; cada hora en 6o minutos y cada minuto en 6o segundos. La mcdida de estos pequeftos espacios de tiempo que regulan nuestra vida, nuestros .. TOMO II.-10 - CAMILO FLAMMARIÓN trabajos cotidianos, nos la proporciona, pues, uno de los movimientos de la Tierra. Por otra parte, la revolución de la Tierra alrededor del Sol produce las útaciones y su duración nos da el afío. De esta suerte la medida de tales espacios de tiempo mas largos, que sirve para regular los trabajos de los campos y nos permite calcular las fechas de la Historia y la duración de nuestra propia existencia, nos la proporciona también otro movimientQ de la Tierra. Duración exacta del a1ío.-Lo primero que nos importa conocer es la duración exacta del año. Este tiene, según hemos dicho 365 días, lo cua! significa que en el tiempo de su revolución alrededor del Sol, la Tierra da 365 vueltas completas sobre si rnisma. Si el año tuviera 365 días justos, estaria hecha muy pronto la cuenta: tantos años, tantas veces 365 dlas. Pero el año no tiene exactamente 365 dlas, sino 365 dias 5 horas 48 minutos, 48 segundos, lo cual equivale a 365 dlas 6 horas ó 365 días y un cuarto. Vais a ver cuantas complicaciones causa este entremetido cuarto de dia. Supongamos desde luego que no tuviéramos en cuenta el cuarto y contaramos 365 dlas jus- que eran, sin ' mos para su tiempo. Eiirt8~;~8,Sêt,_"!lUêsti;•ll· tendda algunas horas meoQI~'.~tu~ ral. ¿Qué importa esto?;'pi~~i.fB.is. vais a verlo. n6mico.-Conteuios, partir de cierto mc•mf!Dt4~, os parece, del eq11Ut~<occ,io ·:u~M:riu11rtB.i'ir&~ -"'Jlu~:.pa,o:;.,;!.~ el afio supesto es el 21 :]llt;1~<ZO~ As~l!iaJI~c al afio 365 dlas, es • uÇJ~è'~llii!,~•~OQ sigu1ente, al cuarto sado de un àta, y toi~i,!ilt.JiPJ~. por equinoccio de pri~~~~..-.;?«lt~la-ó:~~~~ dad. sera el 22, PUf!StOI:'!'Q1ilCSJ~-A~IPt¡ldci~-(iílt~.• dfa menos qu.s= lo del)id!~::l~I(Pf;Jio renciaseradedos nos encontraremos coJ~fjS..(ifi~¡~~¡.'!j casi. Y cuando .c...,.,...,, ---.·· CAMILO FLAMMARIÓN , dias, estar en el equinoccio de primavera, la / Tierra tardara aún cerca de un mes para llegar a él. No es esto todo. Al cabo de trescientos años, cuando el almanaque seguido de aquella forma señalani Ja primavera, estaremos en pleno invierno, y al cabo de siete siglos las estaciones seran contrarias a las indicadas por el calendario: y el verano caera en Enero y el invierno en J ulio. ¿ Comprendéis la confusiq_n, el desarreglo que esto producida? En lugar de servir para regular los trabajos de los campos, los aniversarios de las fiestas, tal almanaque sólo serviria para enredaria todo. ¿Qué h.acer pues? Reforma juliana.-Días complementarios.Año bisiesto.- Para remediar esta coofusión cada dia mas creciente, Julio César, dictador de la República romana, pidió consejo a un notable astrónomo llamado Sos(genes, el cuat hizo i~ siguiente sencilla refiexión: pues to que cada año natural tiene un cuarto de dia ademas de los 365, sumando este residuo un dia completo al cabo de cuatro años, para compensar este exceso precisa afiadir un dia al cuarto aílo civil, y a::.l estaremos de acuerdo con el año natural al comenzar el nuevo. En efecto, .... _ _N_~ _I~S_o_ ____c_A_r.._n_L_O_F_L_Al>_1_MA_R_Ió _ ~--~-- siguiente, en el cuarto afio, 6 afío bisiesto, Febrero tuvo 29 dlas en Jugar de 28. Los otros tres años, los de 365 dfas, fueron designados con el nombre de aflos comunes (ordinarios, no bisiestos). Pero los romanos eran un pueblo muy singular, y tenlan ideas harto extravagantes. As!, por ejemplo, contaban los dias al revés (hacia el fin del mes) y en Jugar de decir 3 1 de M arzo, declan: el primero antes de Abril¡ en Jugar del 30, el segundo antes de Abril; el 29, el tercero antes de Abril, y as{ sucesivamente. Otra idea igualmente absurda fué que habiendo siempre tenido Febrero 28 dias, alterar la cuenta hubiera sido según ellos, un sacrilegio, y habria atraido graves desgracias ... ¿Qué hacer pues? Imaginóse una cosa muy ingeniosa según vais a ver. Se convino en afíadir el dia, a condición de que no fuera confado, permaneciendo, por as! decirlo entre los otros, entre el séptimo y octavo dia antes del fin del mes. Pero túvose gran cuidado en no llamarle séptimo, porque entonces todo se hubiera perdido: llamósele sencillamente dos veces sexto, 6 bisextus en latln. Y el afio en que se contaba dos veces el sexto dia antes del fin de Febrero, se llamó año bisiesto, Asi se arre- •' ASTRONOMfA POPULAR glaba toda y nada sabia el Destino... ¡ Oh superstición I Hemos Cú.. ,;er.,ado el dia suplementario, que era útil para rt:stablecer la cuenta, y lo hemos dt!jado al fin de Febrero conservando asimismo el nombre de afta bisiesto. Pera no nos tómamos tantos trabajos para disimular el número, sino que contamos osadamente el 29 de Febrero cada cuatro afios, sin que por e11o deje de girar la Tierra como de costumbre. El calendario reformada de esta suerte con un dia suplementario destinada a impedir el desorden, fué llamado calendario Juliana, del nombre de quien ordenó la reforma (Julio César), cuarenta y seis años antes de Jesucristo; es decir, hace mas de diez y nueve siglos. Reforma gregori~na.-Pero la diferencia entre el año de 365 días y el año natural, aslronómica, no es de un cuarto de dia justo, de seis horas, sino de 5 haras 48 minutos 48 segundos, es decir, de un cuarto de hora menos que lo que habíamos contada. Por consiguiente, añadir uP dia entera cada cuatro años, es añadir demasiado, pues hace que nos adelantemos a la Naturaleza, de tal manera, que al cabo de r 28 años la diferencia es un dl a com- CAMILO FLAMMARIÓN pleto, nos adelantamos un dia a cada estación, diferencia que se convierte en ro días a los 1,280 años. Para restablecer el orden, que esta incesante diferencia habla acabado por turbar considerablemente, el papa Gregorio XIII hizo lo que babia hecho César: llamar a un astrónomo para que le- diera consejo. Este sabio aconsejó que era preciso suprimir desde luego los ro dlas contados de mas desde los tiempos de Julio César, ~ luego quitar en adelante el dia suplementario, que hace- al año bisiesto, 3 veces en 400 años. Parà mas comodidad, escogióse el año bisiesto del año secular (que comienza el siglo) para suprimiria tres veces consecutivas, dejandolo la cuarta vez. Así los afios 17001 r8oo, xgoo, que según el antiguo sistema, hubieran sido bisiestos, no tuvieron mas que 365 días según la nueva reforma; pero el a fio 2opo, Q sea el cuarto, permanecera bisiesto. Este arreglo mas perfecta, lleva el nombre de reforma gregoriana. Hay una regla muy sencilla para saber si el afio es 6 no bisiesto, viendo si la cifra del afio es divisible por 4 sin quedar residuo. As! por cjcmplo, el afio 1904 fué bisiesto. Sin embargo, por la segunda reforma, su- • ' I .. ASTRONOMÍA POPULAR 1 53 prímense los bisiestos de los afíos seculares tres veces cada cuatro, de modo que para saber si un año debe ser ó no bisiesto, precisa antes de dividirlo por 4, suprimir los dos ceros en que termina el número. Así el año 1800 no fué bisiesto, porque suprimidos los dos ceros, queda 18 que no es exactamente divisible por 4· Tampoco lo fué el tgoo, pero sí lo seni el 2ooo, porque quitando los dos ceros queda 20, que es divisible por 4 sin quedar residuo. El mes .-La · duración de una lunación, ha dado ya idea de este período de tiempo al cual llamamos un mes. Pero durando la revolución de la Luna sólo veinticinco días, no resultaba un número exacto de meses en el año, lo cua] era muy incómodo, y obligó a renunciar a seguir el curso de la Luna, dividiendo el año en doce meses,, unos de 31 y otros de 30 días con excepción de Febrero. Como se comprende, puede comenzarse donde se quiera a contar los días del año. Los romanos, según hemos dicho, comenzabanlo en I . o de Marzo, de modo que el séptimo mes era Septiembre; Octubre el octavo, N oviembre el novenó, Diciembre el décimo como indica la ·significación de esos no111bres. Los otros meses r 1 54 / CAMILO FLAl\L'\fARIÓN del año eran también designados prímitivamente, según su rango (primero, segundo, tercero, etc.), pero mas tarde cambióse el nombre, dandose al primer mes el del dios de la guerra, JJarte, muy venerado entre los romanos, como grandes luchadores que eran. Abril deriva de una palabra que significa abrir, pues en este mes brotan IÒs gérmenes de las plantas, y se entreabren los capullos para que salgan las flores. M ayo es taba consagrada a la di osa Maya. junio es el nombre alterado de ]uno, que era también una diosa. Enero ha tornado el nombre del dios jano; Febrero, de Febrtto, el dios de los muertos. En fin, mas tarde dióse por adulación el nombre de julio César al quinto mes (en espafiol Julio) ,· y el de A ugusto, otro emperador, al sexto, que en español es Agosto. Otros emperadores quisieron también dar sus nombres a otros meses, pero no pudieron Iograrlo. Dcsde entonces se ha cambiado varias veces el principio del año; basta qu,e, ignórase la razón de ello, se fijó en el I. 0 de Enero, en pleno invierno, bien que conservando por rutina, por habito, y mas ó menos desfigurados, los nombres de los meses puestos por los romanos. He aquí por qué varios de .. ASTRONOMÍA POPULAR , -~ ¡~- .).) nuestros meses Jlevan el nombre de antiguos dioses en los que nadie cree y que ni siquiera eran los de nuestros antepasados. En cuanto a los meses que han conservado sus nombres derivados de su número de orden, el absurdo es aún mayor, porque comenzando el año en Enero, Septiembre, que significa séptimo, es el noveno; Octubre es el décimo en vez del octavo; N oviembre el onceno y Diciembre el duo- décimo, contra lo que tales nombres significan. Dfas de la semana.-Este perlodo de siete dlas que llamamos semana es también de origen muy antiguo. Hace miles de años que los hombres han observado siefe astros que cambian rapidamente de lugar en el ciclo, mientras las estrellas parecen fijas: son aquéllos, el Sol, la Luna, y los cinco planetas entonces conocidos, todos los cuales llevan los nombres de los dioses de aquellos tiempos a quienes se consagraron los dias de la semana. Hemos conservado aquellos nombres tal cual eran entre los romanos, y en las palabras que sirvcn para designar nuestros días reconoceréis, mas 6 menos desfigurados, los nombres de la Luna y de los planet as: I --· . .;;; CAMILO PLAMMARIÓN Lunes Manes . . Miircoles • Jueyes . Vieroes. Siibado . Lunre dies d(a de la Luna. ,. /lfartis Marte. ",. ,.,. ltfercurio. Mercurii ,. ,. Jovis • Júpiter. Veneris Venus. " Saturni • Saturno. ,. .. .. ,. " EI primer dia era el dia del Sol, Solis dies; designaci6n que conservan aún los ingleses, los alemanes, etc. (Sunday, Sontag). Nuestra palabra domingo, viene de dies dominica, y significa d!a del Sefíor (Dominus en latln). Enun año común, hay 52 semaoas y un dfa (pues 52 veces 7 s6lo hacen 364). El último día de un año ordinario lleva, pues, el mismo nombre que el primero. De suerte que en cada año común, las fechas del mes adelantan un día en la semana; pero en el año bisiesto, teniendo Febrero 29 dlas en Jugar de 28, a partir del último èlía las fechas ganan en la semana aun otro grado, lo cual implica dos días de diferencia. Estos calculos tan sencillos pueden ser muy útiles, si en un momento determinado os encontrais sin almanaque. Para que un almanaque responda a su objeto, no s6lo debe indicar los nombres de los dfas y de las fechas, etc., si que también las horas de la salida y puesta del Sol y de la Luna, lòs eclipses, el Jugar de \ ASTRONOMfA POPULAR 157 los planetas principales, los cometas, en una palabra, todos los fenómenos astronómicos que deben ocurrir en el año, y que la ciencia puede predecir. Esta última lección completa la exposición de los elemenlos de Astronomía que son los principios de la mas positiva y mas absoluta de las ciencias; si los habéis comprendido bien, sabréis ya dónde os ballais, en qué mundo vivls, cómo esta construfdo el Universo, y poseeréis una de las bases esenciales de toda instrucción seria. ' .. FIN DE , Biblioteca Ambos Mnndos Se· han publloado las obras slguien tes: La Boh~me, por Murger (2 tomos).-(2.• edición). El crepúsoulo, por Jorge Ohnet.-(2.• edición). Indiana, por jorge Sand.- (2.• edición). Mimi Plnson, por Alfredo d~ Musset. -(;¡.• edición). La mujer de trelnta anoa, por H. de Balzac. - (2. • edición). Los mlneroa de Pollgnlea, por Elías Bertbet. MuJares de rapi fia¡ La se flOr Ita Cachemlra, por j uho Claretie.-(2.• edición). El caplt'n Richard, por A. Dumas (padre). Roma bajo Nerón, por I. J. Kraszewski.-(4.• edición) Dosla, por Enrique Gréville. Renata Mauperln, por E. y J. de Goncourt.-(2.• edición). El últlmo atenlenae, por Víctor Rydberg.- (2.• edi ción). Elllbre de IGe aneba, por W. M. Thackeray.-(z.•edición). Las l'grlmas de duana, por A. Houssaye. - (2.• edición). Margot, por A. de Musset.-(2.• edición). Una entretenlda, por A. Houssaye. -(2.• edición). Cuentoa al oldo, por A. Silvestre.-(z.• edición). La modelo, por E. y J. de Goncourt.-(2 tomos). La pecadora, por Arsenio Houssaye. El oura de Longueval, por F. Halévy. Colomba, por Próspero Merimée. Etplrlta 1 por Teófilo Gautier. Werther, por Goethe. Historia sln nombro, por Julio Barbey d'Aurevilly. EN PREPARACION Enrlquet•, oor F. Coppée. Laia de Corlnto, por A. Debay. Nlnen de LenolcSa, por A. Debay. Precio de cada volumen. . . Encuadernado en tela . . • • reales 8 , , 4 :Annario ~íenttlico éIndustrial POR VÍCTOR DELFINO . CoN UN PRÓLOGO DE JOSÉ COMAS SOLA • ---Año 1909--- •· PRIMERO DE SU PUBLICACIÓN Un yoluminoso tomo de mAs de mil p¡Çginas de nutrida lectura, ilustradas con multitud de grabados. ~ Preoio.: ~O peseta.a ~ . l.iA ACTUAl.iiO .AO REVISTA MUNDIAL D~ lNFORMAOIÓN GRAFIOA VJI AÑO DE SU PUBLICACIÓN SS PUBUICR TODOS UOS SABRDOS ba mAs baula, mas exlem, mAs amena y mas variada de Rspaña 20 céntimos, 36 pa2inas prolosamente ilostradas Crónica ilustrada de los sucesos del mundo eotero, actualidades cientificas, curiosidndes y pasaliempos, p;iginas para la mujer y para la juventud, pitzas dc música. oovela, artc, sport, caricaturas, gran des concursos con premi os y otras atracciones originales SUSCR.Il?CIÓN España, trimestre, 2'50 pesetas.- Extranjero, un año, 15 lraoeoa Se remite GRATIS un ejemplar A quien lo solicite Redaeei6o yAdministrati6o: Dipulael6n, IU.-Talleres: Pasèo San Joan, il - - - - E..A.E.CELONA - - - Para el pago de suscripclones se admlten solamente cheques sobre plazas bancarias de Europa ó bllletes de Banco europeos o americanos (dollars). Bibliotsco dB Enssñonzo Popular Constituyen esta BI BLIOT ECA mamuzles de unas 200 pdginas, de papel satinado, m 8. 0 , y la mayor parte del texto profusamente ilustrado. HUXLEY.-Introducci6n al estudio de la Ciencia. MEUNIER.-Historia del Arte. DUFOUR.-Diccionario de las falsificaciones. FLAMMARIÓN.-Astronomía popular. » -A través del espado. '' - ¿ Qué es el cielo? - Los terremotos. FERRitRE.- El darwinisme. F. PAULBAN. - La fisiología del espíritu. L. BROTIDER.-Historia de la Tierra. V ARIOS AUTORES. - Las estrellas y los cometas. SERIEX Y MATHIEU.-El alcoholisme y sus estragos. ZABOROWSKI.-Los mundos desaparecidos. AMIGUES.- Excursiones celestes. LEMONNIER.-Higiene de la cocina. ACLOQUE (A.).-Los insectes perjudiciales. J. P. MAHAFFY.- La antigüedad griega. A. S. WILKINS.-La antigüedad romana. » , Precio de cada volumen, d la rústlca. 2 reatea Los mismos, enc:1adernados en tela. 3 11 2724.-Tip. EL Al<UA11JO. -Diputaci6n, JH. -F . GJtAIIAJ>A y c.·