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APUNTES PARA UN ANALISIS DE COYUNTURA EN GUATEMALA
Guatemala está viviendo en este momento histórico, una de las crisis más profunda, violenta y
desintegradora del sistema político, económico y social en toda su historia. Esta crisis es la
expresión más clara de la descomposición y del fracaso del sistema impuesto y mantenido por
la oligarquía criolla, los grandes terratenientes y empresarios, por los ricos surgidos de la
contrainsurgencia, el crimen organizado y por el imperio.
Es el resultado de la grave y generalizada corrupción de todas las instituciones, principalmente
aquellas que están llamadas a garantizar el camino para transitar al establecimiento de un
sistema político verdaderamente democrático y transformador.
Esta crisis es también el resultado de haber profundizado la debilidad de las instituciones y
limitado gravemente los más elementales derechos políticos, económicos y sociales de los
pueblos, creando con eso una situación de generalizada conflictividad social, violencia e
inseguridad en contraposición del contenido y espíritu de los Acuerdos de Paz, los cuales no se
cumplieron completamente.
Como consecuencia, En Guatemala la situación de pobreza y pobreza extrema ha crecido
exponencialmente y es insostenible, la exclusión y la discriminación prevalecen, y la población
se ve obligada a migrar hacia otros países, principalmente hacia los Estados Unidos.
El incremento de la violencia en las actuales condiciones es incontrolable; la delincuencia
común y el crimen organizado crece cada día que pasa, al amparo de las instituciones del
Estado.
En los últimos dos años, Guatemala ha entrado en una fase de grave desestabilización política,
económica y social con riesgos de retornar al pasado de terror y de borrar los pocos, tibios y
reducidos avances en la brecha abierta con la Firma de los Acuerdos de Paz Firme y Duradera, el
29 de diciembre de 1996.
Los grupos económicos surgidos de las mafias conrainsurgentes y del crimen organizado, se
están disputando el control del poder económico y financiero de los grupos oligárquicos y de
capitalistas aliados con el imperialismo. Estamos presenciando una batalla por el control total
del poder del Estado y así determinar el rumbo que seguirá el país.
La disputa se manifiesta de diferentes formas incluyendo la forma violenta entre quienes
quieren seguir controlando el poder político para enriquecerse más por medios ilícitos y
quienes quieren imponer un modelo capitalista donde los recursos del estado se inviertan en el
desarrollo económico y no se desvíen por los caminos de la corrupción.
En medio de la crisis de los tres Organismos del Estado, que carecen de legitimidad,
representatividad y credibilidad, hay claras señas de agotamiento del modelo económico
oligárquico, monopólico, opresor, explotador y que expulsa decenas de miles de migrantes
cada año, y que es fuente enfrentamientos cada vez más generalizados con los pueblos
indígenas y los movimientos sociales, en especial con los territorios rurales, y que imponen
límites a la modernización de la economía. Esto, frente a las necesidades del imperio,
presionado por la debilidad de su economía, sus limitaciones que le impone el crecimiento de
China y de los BRICS, en general. Esto le demanda tener a su disposición economías
sobordinadas en su área directa de influencia, con mayor nivel de captación de sus excedentes
y de los dólares que emite sin respaldo en grandes cantidades.
En esas condiciones, el principal obstáculo a los planes imperiales en este momento son los
sectores oligárquicos aliados a las mafias y crimen organizado que se han enriquecido con base
en la corrupción y el despojo violento empobrecido cada vez más a los pueblos a quienes
arrebatan los territorios, sus recursos naturales, y los obligan a migrar en busca de su
sobrevivencia.
En esa batalla del imperialismo, por imponer su hegemonía, utiliza a la Comisión Internacional
Contra la Impunidad, CICIG, junto al Ministerio Público y la Corte Suprema de Justicia, bajo la
bandera de la lucha contra la corrupción.
Tenemos un país intervenido, con un gobierno que no inspira la más mínima confianza, el
Congreso de la República es la institución que más rechazo genera y la Corte de
Constitucionalidad es un instrumento al servicio de los poderes fácticos para limitar los cambios
al sistema.
Esta crisis del Estado y las contradicciones del imperio con el modelo oligárquico, han
construido una situación que presenta claras oportunidades para la construcción de un amplio
movimiento de fuerzas progresistas y revolucionarias, en el que se incluyan con apertura y
tolerancia, movimientos sociales, pueblos indígenas, intelectuales, académicos, empresarios
progresistas y fuerzas políticas revolucionarias y progresistas, para disputar el poder político del
Estado y construir una fuerza transformadora que derive en la posibilidad de convocar a una
Asamblea Nacional Constituyente, que permita expresarse en un auténtico pacto político en el
que se exprese la pluralidad étnica y cultural del país, para construir un nuevo Estado,
auténticamente democrático.
Para esto hacemos un llamado a todos los sectores a la creación de un gran movimiento
nacional por la democracia, por recuperar la soberanía nacional, la justicia y el bienestar social y
humano.
Pablo Soto
Convergencia Guatemala