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El Diario de Hoy 16-10-06
OPINIÓN
MEDITANDO  El prestigio de Víctor Hugo, el gran poeta del romanticismo francés, con
su elogio y defensa de la catedral de Nôtre Dame, impidió que el fanatismo urbanístico
destruyera esa joya del arte gótico  Luis Fernández Cuervo*
La poesía y los dichos de los poetas
o participé este año en el
Quinto Festival de Poesía,
recientemente celebrado
en nuestro país, pero leí y anoté algunas de las ideas expresadas por
los poetas asistentes a ese festival.
Quiero ahora comentar algunas de
esas afirmaciones, por si pueden
servir de orientación y aclaración
a los que se interesan por la poesía.
Siempre habrá algún lector o
lectora que criticará que dedique
mi tiempo y pretenda ocupar el
suyo con este asunto. ¿Acaso no
hay cosas más importantes? ¿No
existen problemas más urgentes?
Sí, sin duda. Otros columnistas se
ocuparán hoy de ellos. Yo me defiendo afirmando, rotundamente, que la poesía es y seguirá siendo una de las cosas más importantes en cualquier cultura.
¡Pobre del pueblo o país donde no exista poesía! Creo que fue
José Antonio Primo de Rivera, el
fundador de la Falange Española,
el que dijo algo así como que los
pueblos siempre habían seguido
sólo a los poetas. Como nunca
fui falangista no me acuerdo literalmente de esa frase, pero una
vez se la dije a un amigo salvadoreño, con ánimo de escandalizar y, claro, con manifiesta incredulidad, se rió en mis barbas
de semejante “disparate”. La verdad es que a José Antonio le pudo más el idealismo poético que
su sentido político. Fue encarcelado y fusilado por los comunistas y con su muerte, lo que de
idealismo político-poético tenía
la falange se desvirtuó rápidamente.
Por lo menos ocho siglos antes de nuestra Era, toda la educación de la juventud griega se hizo leyendo y releyendo la Iliada
y la Odisea del poeta Homero y
admirando y tratando de imitar
las virtudes morales y heroicas de
sus personajes.
N
a en los tiempos de
Pericles, los atenienses se
burlaron del poeta Tirteo,
que era cojo, y desterrado de
Atenas fue a parar a Esparta.
Tirteo se vengó, precisamente
con sus himnos de exaltación nacionalista y guerrera, inflamando
los ánimos de los belicosos lacedemonios contra los atenienses.
Después vendría la guerra del
Peloponeso… Atenas, donde reinaban con esplendor todas las artes, perdió; la belicosa Esparta,
que nunca fue nada en esos me-
Y
nesteres artísticos, ganó. Pero el
triunfo de la barbarie hundió para siempre la poesía y las bellas
artes de toda la Grecia.
El prestigio de Víctor Hugo, el
gran poeta del romanticismo
francés, con su elogio y defensa
de la catedral de Nôtre Dame, impidió que el fanatismo urbanístico destruyera esa joya del arte
gótico y orgullo hoy de todo francés, creyente o no creyente.
Pablo Neruda, cuando decide
cancelar su poesía oscura y torturada, para pasarse a una poesía
clara y popular, posiblemente influyó más en la izquierda revolucionaria latinoamericana que “el
Capital” de Carlos Marx o las vulgarizaciones marxistas de la chilena Marta Harnecker, esa “niña
mal, de familia bien” como la definió algún poeta.
Puede que José Antonio exagerara, pero no se puede despreciar --es un gran error-- la influencia que los poetas y sus
obras han tenido y tienen --para
bien o para mal-- en el curso y desarrollo de una cultura.
e he ido lejos de donde
quería ir… comienzo
ahora a comentar algunas frases de los poetas que participaron en el reciente festival de
poesía.
“Yo escribo para mí, no para los
demás”. Entonces ¿por qué publica? No, eso es mentira y verdad a
la vez. “Escribo para encontrarme,
para saber quién soy.” Eso sí es válido. Tal vez sea una pena que a su
avanzadaedadnosepaquiénesusted, dado que sigue anclado en el
“rojerío” apolillado; pero de alguna manera, al escribir, todo poeta
descubreaspectosdesímismoque
estaban ocultos. “Escribo porque
tengo necesidad de hacerlo”. Eso
me parece mejor; es más, sólo deberíaescribirsepoesía--siguiendo
elconsejo de Rilke-- cuandose tiene absoluta necesidad de hacerlo.
¿Sentarse ante el papel en blanco
con el bolígrafo en la mano, “a ver
que sale”? Eso es un crimen. Eso
vale, en todo caso, para escribir un
artículo de prensa. Para la poesía,
jamás. Eso lo puede hacer un “versificador”; nunca un poeta.
“La poesía comprometida ya
no existe”. Esta frasecita tiene mucho intríngulis. Si se refiere al
compromiso más o menos marxista y revolucionario, ¡enhorabuena! ¡bien enterrada está! Casi
toda ella es poéticamente perece-
RUZ
M
dera, pobre, o más falsa que Judas,
incluyendo los ripios de Neruda
en honor de Stalin y la bomba de
500 megatones o sus insultos al
mariscal Tito y al general Franco.
Casi todo el Canto General nerudiano --salvo Alturas de Machu
Picchu-- es falso y deleznable. La
buena poesía nunca se prostituye
y siempre será comprometida.
¿Con quién? Con el Arte, con la
Belleza, en sus múltiples formas.
Hay muchas otras frases de esos
poetasquenosvisitaronquemegus-
taría comentar. No sé si lo haré en
alguna otra ocasión. Por hoy, vale.
*DR. EN MEDICINA Y
COLUMNISTA DE
EL DIARIO DE HOY.
[email protected]