Download La Guerra del Peloponeso

Document related concepts

Expedición a Sicilia wikipedia , lookup

Guerra del Peloponeso wikipedia , lookup

Alcibíades wikipedia , lookup

Demóstenes (general) wikipedia , lookup

Batalla de Egospótamos wikipedia , lookup

Transcript
Atenas contra Esparta
Philip de Souza
Osprey-RBA 2009
Introducción.
La obra fundamental para conocer el enfrentamiento entre Atenas y Esparta es la
Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides, que la dejó incompleta, y fue
completada por el libro Helénicas de Jenofonte.
Antecedentes.
La Guerra del Peloponeso estalló por la rivalidad entre Atenas y esparta. Tras la
derrota de los persas, Atenas convirtió la Liga de Delos en su imperio. En 464 aC un
terremoto asoló Esparta, y los mesenios se rebelaron. En principio Esparta solicitó
ayuda a Atenas para sofocar la rebelión, pero al llegar el ejército ateniense a
Lacedemonia, fue despedido. Este incidente inició una escalada de tensión política.
Atenas se alió con Argos, vieja rival de Esparta, y presionó a Megara para que
abandonara la Liga del Peloponeso. En 459 aC, Atenas se fortificó y construyó los
“muros largos”, y se alió con Tesalia. En 457 aC un ejército peloponesio fue por mar
hacia Grecia central para ayudar a una de sus ciudades aliadas. En su regreso hacia el
sur por tierra, fueron atacados por Atenas y sus aliados en Tanagra. Tras dos días de
lucha los espartanos ganaron la batalla con el apoyo de los tesalios, que cambiaron su
bando. En 456 aC Atenas envió una flota de 50 naves que incendió los astilleros
espartanos y tomó Calcis y Naupacto, en el golfo de Corinto. En Naupacto se
establecieron mesenios rebeldes que se convirtieron en aliados de Atenas. En 451 aC se
llegó a la paz entre Atenas y Esparta por cinco años. Al acabar la tregua, el ateniense
Tólmides atacó a los beocios, y fue vencido en Coronea. Eubea y Megara se rebelaron
entonces contra Atenas, y los peloponesios invadieron el Ática. Pericles se dirigió al
frente de un ejército contra los espartanos, pero éstos se retiraron. En 446 aC llegó la
paz, una tregua de 30 años, que sancionaba el statu quo, aunque Atenas perdía el control
de Beocia. Pero la guerra estaba implícita, y como dijo Tucídides, fue el miedo que
Esparta desarrolló hacia Atenas la causa de la guerra.
Contendientes.
Atenas era una democracia, regida por la Asamblea de ciudadanos. Pero en el
día a día, la ciudad se gobernaba por el Consejo de los 500, que se elegía cada año, y un
subcomité de 50 miembros que estaba reunido casi constantemente durante un mes. La
Asamblea, donde se votaba a mano alzada, estaba en realidad controlada por los
políticos, personajes de prestigio familiar, o por riqueza o por victorias militares, como
Cimón o Pericles, hijo de Jantipo.
Esparta tenía elementos monárquicos (dos reyes) y democráticos (asamblea),
pero estaba controlada por una oligarquía. Elpoder lo ejercían 5 éforos, que se elegían
por un año y no eran reelegibles. El consejo de ancianos o Gerousia estaba integrado por
28 miembros mayores de 60 años, y funcionaban como órgano judicial y consultivo.
Las votaciones en la Asamblea eran por aclamación, lo que daba lugar a
manipulaciones.
El ejército ateniense era mandado por un grupo de 10 generales elegidos por ka
Asamblea, que podían ser juzgados y castigados por sus errores.
El ejército espartano era mandado por uno de los dos reyes, que marchaba a la
campaña acompañado por dos de los éforos, excepto en caso de expedición fuera de
Grecia. La única ocupación de los espartiatas era la guerra. Se agrupaban en unidades de
15 hombres, el “sisition”, grupo de comedor. A finales del siglo VI aC eran unos 10.000
espartiatas, reducidos a la mitad al comenzar la Guerra del Peloponeso. Completaban su
ejército con los periecos, “los que viven alrededor”, campesinos, artesanos y
comerciantes. Los aliados de Esparta eran las ciudades de arcadia: Orcómenos, Tegea y
Mantinea, además de Corinto y Tebas. Las expediciones lejanas eran encargadas a
mercenarios o aliados, porque temían perder el control de los ilotas si se alejaban. Los
ilotas eran esclavos de Laconia y Mesenia; los de Laconia eran más dóciles, y
participaban en las campañas como porteadores o infantería ligera.
En 431 aC, Atenas tenía unos 40.000 hombres adultos; de éstos, 1.000 podían
costearse un caballo, y unos 20.000, el equipo de hoplita. Estas fuerzas se completaban
con mercenarios y aliados para reunir el ejército.
Estallido.
La guerra estalló porque los espartanos acusaron a los atenienses de no respetar
una de las cláusulas del tratado de paz de los Treinta Años: respetar la autonomía de las
ciudades. La Liga del Peloponeso celebró una asamblea en Esparta en 432 aC. Corinto
se quejó de la defensa ateniense de Corcira y la situación de Potidea. Corcira era una
antigua colonia de Corinto que solicitó ayuda a Atenas para distanciarse de la metrópoli;
Potidea era otra colonia de Corinto integrada en la Liga de Delos. Atenas exigió a
Potidea que no recibiera a los epidemiurgos corintios (inspectores de colonias), y que
desmontara sus fortificaciones. Potidea obtuvo una promesa de ayuda de la Liga del
Peloponeso. Atenas sitió Potidea, y Corinto la acusó de romper la paz. Megara se
quejaba de haber sido marginada por el comercio ateniense, Egina de soportar una
guarnición ateniense. Los espartiatas apoyaron ir a la guerra tras un duro debate;
enviaron una embajada a Atenas que no consiguió nada, y se declaró la guerra.
Los tebanos dieron el primer golpe, atacando a Platea, aliada de Atenas, que se
resistió.
Campaña: Los primeros 20 años.
Los primeros 10 años de guerra son llamados de “Guerra Aquidámica”, por el
rey de Esparta Arquídamo. La estrategia de esta época fue invadir el Ática durante la
primavera para destruir las cosechas, mientras los atenienses se refugiaban tras las
murallas de su ciudad. Se pretendía obligar a los atenienses a combatir en campo
abierto, pero éstos respondieron con la estrategia de Pericles: emplear la flota para
golpear a los peloponesios en otros puntos. Las invasiones anuales de la Guerra
Arquidámica, del 431 al 425 aC, apenas lograron algo. Platea fue evacuada excepto por
sus combatientes. En 429 aC Arquídamo intentó negociar su rendición, sin obtener
nada. En 426 aC Atenas atacó Pilos, y el contingente espartano en el Ática tuvo que
regresar rápidamente.
Atenas sufrió epidemias de peste en 430, 429 y 426 aC; en la segunda murió
Pericles. Atenas intentó una expedición a Sicilia suspendida por falta de aliados; sofocó
la rebelión de la isla de Lesbos en 428 aC, Platea cayó, sus combatientes fueron
ejecutados y las mujeres esclavizadas.
Una trirreme transportaba 170 remeros y 30 marineros. En 429 aC, los
espartanos, con 47 trirremes, fueron derrotados por Formión, ateniense, con sólo 20, en
el golfo de Patrás. Los espartanos enviaron una segunda flota de 77 naves que también
fue derrotada en Naupacto. A partir de ese momento los espartanos y sus aliados
peloponesios evitaron los encuentros navales, pese a haber sido capaces de atacar en
Salamina y capturar tres naves atenienses.
En 425 aC, el rey espartano Agis invadió el Ática. Los atenienses tomaron Pilos
(como ya se ha indicado) y se fortificaron, en una posición delicada para Esparta porque
se podía apoyar una rebelión en Mesenia. Los atenienses consiguieron sitiar a un grupo
de espartanos en Esfacteria, y aunque los espartanos estaban dispuestos a negociar para
salvar a sus ciudadanos, la arrogancia del ateniense Cleón lo impidió. Cleón obtuvo la
rendición de los sitiados. En 424 aC Atenas cosechó varios éxitos, pero fueron
derrotados en Delión. Los espartanos al mando de Brásidas contraatacaron y tomaron
Anfípolis. Tucídides fue acusado por la derrota y exiliado, comenzando a escribir su
Historia de la Guerra del Peloponeso.
En 423 aC se llegó a un armisticio, aunque se mantuvo la tensión con
escaramuzas. En una de ellas en Anfípolis murieron Cleón y Brásidas. Con su
desaparición se iniciaron negociaciones de paz. Esparta y Atenas habían perdido
muchos hombres. Nicias consiguió la paz: se devolverían los territorios arrebatados al
enemigo. Pero a los pocos meses, la guerra se reanudó.
En Atenas, Alcibíades propuso aliarse con Argos. Agis, rey de Esparta, derrotó a
Argos en 418 aC, pero al año siguiente Argos atacó hacia Mantinea. Agis marchó contra
los argivos, que se situaron en las colinas de Mantinea. Agis no se atrevió a
acometerles, y se retiró. Para obligarles a bajar, los espartanos comenzaron a desviar el
río para inundar la llanura. Los argivos y sus aliados bajaron de las alturas, y la batalla
se planteó en el llano. En la formación hoplita, se producía una derivación hacia la
derecha. Para evitar ser rodeado por su izquierda, Agis ordenó a su ala izquierda que se
desplazara hacia ese lado. Pero entonces se creó una brecha en su formación. El ala
izquierda espartana, superada por los argivos, comenzó a retroceder hacia su
impedimenta. En ese momento, los argivos cometieron un error: en vez de atacar al
grueso de Agis por su flanco descubierto y desplazarse hacia su retaguardia, siguieron
presionando al ala izquierda espartana. Agis consiguió derrotar a los enemigos que tenía
enfrente, y giró su formación hacia su izquierda, y corrió en auxilio de su apurada ala
izquierda, la salvó, y derrotó a los argivos. No obstante, Agis permitió que los Mil, un
cuerpo hoplita argivo de élite, cuyas familias eran favorables a los espartanos, escaparan
de la batalla. Esparta recuperó así su prestigio militar.
Pese a la teórica paz, Atenas tomó la isla de Melos (Milo) y la repobló con sus
colonos.
Egesta, ciudad siciliana, pidió ayuda a Atenas contra Selinunte, otra ciudad
siciliana aliada de Siracusa y por tanto de Esparta. Alcibíades se mostró partidario de
preparar la expedición y convenció a la Asamble. Se enviaron 60 naves al mando del
propio Alcibíades, Nicias y Lámaco. La víspera de la partida, los cipos llamados
Hermes aparecieron mutilados. Se abrió una investigación, y se sospechó de Alcibíades.
En Sicilia, frete al criterio de Nicias de atacar, Alcibíades impuso el de esperar y reunir
más aliados en la isla. Entonces, Alcibíades fue llamado a Atenas para declarar sobre los
Hermes, pero el político escapó a Esparta.
Nicias y Lámaco necesitaban dinero. En 414 aC comenzaron el asedio de
Siracusa, construyendo muros para encerrar la ciudad. Los siracusanos intentaron
detenerles elevando contramuros. En uno de esos combates cayó Lámaco. El
Peloponeso envió recursos a Siracusa, entre ellos el espartano Gilipo, que incitó a los
siracusanos a pasar a la ofensiva. Nicias estaba enfermo. Atenas envió refuerzos al
mando de Demóstenes. Gilipo consiguió destruir los almacenes de suministros
atenienses. Las trirremes siracusanas reforzaron sus proas, haciéndolas más pesadas, y
derrotaron con facilidad a las atenienses. Los atenienses pensaron en retirarse, pero un
eclipse fue interpretado como una negativa de los dioses a hacerlo. Los siracusanos
destruyeron la flota ateniense, y después al propio ejército. Nicias y Demóstenes fueron
ejecutados, y los prisioneros atenienses recluidos en una cantera: los que no murieron de
hambre o frío fueron vendidos como esclavos.
En Esparta, Alcibíades convenció a los espartanos de que tomaran Decelia y la
fortificaran, para tener una base de operaciones en el Ática y cortar a Atenas la ruta de
suministros desde Eubea. Así se hizo en 413 aC. Al año siguiente, con el apoyo del oro
persa, los peloponesios iniciaron una ofensiva naval sobre Atenas.
Un trierarca en la guerra.
Los discursos que se escribían para los juicios son una buena fuente de
información sobre la Grecia clásica. En uno de ellos aparece un trierarca, cargo público
que suponía mantener una trirreme operativa. La costumbre era pagar a los hombres la
mitad de su sueldo y el resto al final de la campaña. En este caso, el trierarca pagó los
sueldos y otros gastos para tener contentos a sus hombres. El trierarca era el
comandante de la nave, y si no era marino, se dejaba aconsejar por el timonel o
kubernetes. Un buen timonel era muy apreciado, y el acusado le pagó generosamente
para mantenerlo a su lado. Su barco fue escogido por Alcibíades para varias campañas.
Se desconoce el veredicto.
El mundo en guerra: política y cultura.
El mundo griego se polarizó entre Esparta y sus oligarquías, y Atenas y sus
democracias. Como era un conflicto que se vivía internamente dentro de muchas
ciudades, estallaron muchos conflictos paralelos. Los conflictos locales podían
desencadenar una cadena de tensión. Se llamaba a Atenas o Esparta para desalojar del
poder a la facción rival. El caso de Corcira fue dramático, y la guerra interna alcanzó tal
escala de violencia que la ciudad se declaró neutral.
En 424 aC los atenienses intentaron negociar con el gran Rey su apoyo contra
Esparta. Pero en 414-413 aC un sátrapa de asia Menor se sublevó contra el Gran rey con
apoyo de ciudadanos atenienses. El Gran Rey negoció con los lacedemonios su apoyo
contra Atenas a cambio de la entrega de las ciudades griegas en Asia Menor.
Entre las Guerras Médicas y la guerra del Peloponeso, Atenas vivió un gran
esplendor cultural y artístico. Eurípides describió en Las Troyanas el sufrimiento que la
guerra acarrea a las mujeres, retratando el arrasamiento que la propia Atenas había
infligido a Melos. Eurípides era tan admirado que algunos de los atenienses
esclavizados en Siracusa lograron su libertad recitando fragmentos de sus obras.
Hipareta, una ciudadana ateniense.
Hipareta era la esposa de Alcibíades. Nació hacia el 440 aC en una familia
acomodada. Con los ataques espartanos, la población del Ática se refugió tras los
“muros largos”. El hacinamiento favoreció la expansión de una epidemia que diezmó a
la población. Hipareta sobrevivió a la enfermedad. Se casó con Alcibíades con 16 años.
Le dio un hijo y una hija, un tercero murió en la infancia. Para Pericles, la mayor gloria
de las viudas era que los hombres no hablaran de ellas ni para alabarlas ni para
maldecirlas. Alcibíades consiguió como botín o compró una esclava del saqueo de
Melos y la convirtió en su compañera sexual. Hipareta no estaba dispuesta a consentirlo,
abandonó su casa y pidió el divorcio. Pero Alcibíades la reclamó y la encerró en casa,
donde la mujer murió poco después.
Resolución: la caída de Atenas.
El oro persa permitió a Esparta construir una flota, contratar marinos y remeros,
y atraerse a los aliados de Atenas. Alcibíades huyó de Esparta: los lacedemonios
desconfiaban de él y tuvo una relación sentimental con la esposa del rey Agis. Entró en
tratos con Tisafernes, sátrapa de Caria, para atraerse a los persas a la alianza con Atenas.
La estrategia persa estaba clara: enfrentar a los helenos entre sí para debilitarlos y
conseguir la recuperación de los territorios e islas del Asia Menor. Alcibíades intrigó
para instaurar un régimen oligárquico en Atenas, los Cuatrocientos. Pero al no
conseguir la paz con Esparta, se reinstauró la democracia. Alcibíades sobrevivió una vez
más.
En 410 aC Esparta obtuvo l alianza con Bizancio, consiguiento cortar el
Helesponto con el tráfico de grano vital para Atenas. Atenas consiguió recuperar la
ciudad dos años después. En 407 aC, el espartano Lisandro mejoró la flota espartana. En
406 aC Alcibíades dejó la flota ateniense en manos de su amigo Antíoco, que sufrió una
dura derrota a monos de los espartanos. Alcibíades fue responsabilizado del desastre y
huyó de Atenas. Ese año, Atenas obtuvo la gran victoria de las islas Arginusas sobre los
espartanos; pero los estrategas victoriosos fueron ejecutados por orden de la Asamblea
por no haber recogido a los náufragos.
En 405 aC Lisandro asediaba Lámpsaco, en la orilla asiática del Helesponto. La
flota ateniense iba al rescate, varando en Egospótamos, en la orilla europea del
Helesponto, enfrente de Lámpsaco. Lisandro rehuyó el enfrentamiento. Unos días
después la flota ateniense varó para forrajear, dispersándose los hombres por la zona.
Lisandro atacó entonces, y capturó o destruyó prácticamente la totalidad de la fota. Era
el fin de la guerra. En la primavera de 404 aC, con el ejército lacedemonio a las puertas
y la flota de Lisandro bloqueando El Pireo, Atenas se rindió: los muros largos fueron
derruidos, su flota reducida a 12 trirremes, y se estableció un gobierno oligárquico de 30
hombres, los “Treinta tiranos”.
Consecuencias.
Tucídides cerró su obra en 411; la completó Jenofonte en sus Helénicas. Para él,
Atenas perdió la guerra por los conflictos internos. Los Treinta tiranos instauraron un
régimen represivo y autoritario. Tebas, Corinto y Megara se distanciaron de Esparta al
no querer compartir ésta el botín del saqueo de Atenas, y apoyaron la revuelta que en
ésta última derrocó el régimen oligárquico y restauró la democracia. Los antiguos
aliados de Atenas no aceptaron el control de Esparta. Además, Esparta apoyó la revuelta
de Ciro el joven que reclamaba el trono a su hermano Artajerjes. Persia entonces rompió
con Esparta.
Del 396 al 390 aC, Esparta entró en guerra con Corinto, Argos, Tebas y Atenas.
Esparta se reconcilió con los persas. En 387-386 aC se estableció la Paz del Rey. Las
ciudades helénicas en Asia Menor volvieron al control persa. Persia garantizaría la paz y
atacaría a la polis que la rompiera. Persia se había convertido en el gendarme de Grecia.
Siracusa, el desastre ateniense.
Nic Fields
Osprey-2009
Introducción.
El crecimiento de Atenas tras las Guerras Médicas y su imperialismo a través de
la Liga de Delos despertó el miedo de Esparta. La ambición de la hegemonía en el
mundo helénico llevó a Atenas a desarrollar su imperialismo. Esta hegemonía era
rechazada por los griegos, muchos de los cuales no eran demócratas radicales como los
atenienses.
El origen de la guerra se encuentra en el interés de Atenas por Corcira, y la
revuelta de Potidea. Pero la causa más importante, según Tucídides, fue el miedo de
Esparta hacia Atenas. Esparta no era belicista, pero la ambición de Atenas se lanzó
contra Corinto y Megara, y éstas empujaron a Esparta a luchar contra Atenas. La
primera fase de la guerra fue ganada por Esparta. Pero seguidamente Pericles impuso
una nueva estrategia: refugiar a toda la población atenienses tras los “muros largos” y
hostilizar al enemigo sólo con acciones navales. Pero a la muerte de Pericles, en 429 aC,
llegó al poder el demagogo Cleón, que impuso una política más agresiva. Esta fase
acabó con la pérdida de Anfípolis por Atenas y la Paz de Nicias. Un sector ateniense,
espoleado por Alcibíades, clamaba por volver a la guerra de forma agresivas, pero
fueron derrotados en Mantinea (418 aC). Alcibíades propuso entonces atacar Siracusa.
El strategos o comandante griego sólo planifiocaba la batalla y desplegaba a sus
hombres; después se situaba en primera fila de combate, porque era lo que se esperaba
de él: obviamente, ya no dirigía el resto de la batalla. Atenas tenía 10 stragos, elegidos
anualmente por la Asamblea: era el único cargo en que un ciudadano podía ser
reelegido. Su papel era ser el poder ejecutivo del Estado. Los strategoi estaban
controlados por la Asamblea.
Nicias era un comandante cauto y supersticioso, y deseaba la paz; Lámaco era
audaz; Demóstenes, duro y experimentado; Eurimedonte se vio acusado de haber sido
sobornado; Alcibíades pasó de ser comandante de la expedición,a traicionar a Atenas.
En 467 aC, Siracusa se convirtió en una democracia, y adoptó una política
imperialista. Hermócrates se convirtió en el líder de la resistencia de Siracusa, y Gilipo
era un espartano.
Lo que definía a la polis eran sus ciudadanos, no su territorio. Pero eso, hablaban
de “los atenienses”, más que de “Atenas”. El ejército de la Polis eran los ciudadanos,
que se pagaban el equipamiento de hoplita. La panoplia se componía del escudo o aspis,
de un metro de diámetro, casco de bronce, protección corporal y espinilleras de bronce.
El aspis era de madera, con una cara exterior forrada de bronce y la interior de cuero;
pesaba unos 7 kg. Se llevaba con una embrazadera (porpax) y una empuñadura cerca del
borde (antilabe). El casco más común era el corintio, hecho de una hoja martillada. El
modelo calcídico y ático dejaban el rostro al descubierto. El cuerpo se cubría con una
coraza, la más común de capas de lino encoladas (linothorax). La lanza o doru era de
fresno, de 2 a 2’5 m., con punta y virola (sauroter). Como arma secundaria se llevaba
una espada (kopis) de filo y lomo convexos, con punta.
La formación de falange estaba formada por los hombres formados en 8 a 12
filas. La táctica principal era arrojar las jabalinas y cargar hasta legar al choque y
empujar al enemigo con el escudo (othismos aspidon), alanceando con las dos primeras
filas de combatientes, hasta que el enemigo cedía y huía: en este caso no era perseguido,
porque el objetivo era controlar el campo de batalla, no aniquilar al contrario. La batalla
se daba en terreno llano.
La guerra tenía sus reglas: declaración previa de hostilidades, respeto hacia
fechas y lugares sagrados, devolución de los cadáveres enemigos, respeto a los no
combatientes, lucha en la estación adecuada, no persecución de los vencidos. Pero estas
reglas no se aplicaban en las luchas contra los “bárbaros”, y se fueron abandonando en
la guerra del Peloponeso.
El uso de la caballería en la guerra en Grecia estaba limitado por la falta de
forraje y de agua, y el terreno escarpado. Además, los animales de la época eran
pequeños, y no se conocían las herraduras. Por eso, la caballería en la Hélade no se
utilizaba para el choque, sólo para el hostigamiento, la exploración y descubierta, el
ataque de flanco o la persecución. Sus armas eran para combatir a distancia: jabalinas
arrojadizas. Pero un ataque de la caballería no podía destruir a una formación hoplita
cerrada. Mantener el caballo era caro, por lo que era propio de los aristócratas. Cada uno
de los 10 clanes de Atenas suministraba una phyle de jinetes, mandada por un
phylarcos. Toda la caballería estaba al mando de dos hippardoi, cada uno al mando de
cinco phyle, y de un ala. La caballería de Siracusa era muy importante.
Las clases más pobres servían como tropas ligeras, las cuales también podían
ser suministradas por aliados o mercenarios. Vestían túnicas y sombreros de fieltro,, un
escudo de piel de animal, y jabalinas. Estas jabalinas se lanzaban atándoles al asta una
tira de cuero que servía como impulsor. También utilizaban la honda, lanzando piedras
o proyectiles de plomo, a veces hasta una distancia de 350 m. El arco griego era simple,
aunque se conocía el compuesto, con piezas de cuerno y tendones, usado por cretenses y
escitas. Los griegos despreciaban el combate a distancia, sólo respetaban la lucha
cuerpo a cuerpo. Por eso, el arco no se valoró realmente en la Hélade hasta el final de la
guerra del Peloponeso. Los peltastas eran sobre todo de Tracia, usaban un pequeño
escudo de mimbre forrado de piel (pelte), un par de jabalinas, espada corta y daga.
Las trirremes griegas tenían a lo sumo unos 40 m de largo y 6 de manga. Eran
impulsadas por tres hileras de remos, cada uno de ellos manejado por un hombre. Su
principal virtud era la velocidad. Los tres niveles de remeros eran los talamillo, 27
hombres en la línea inferior, los 27 zugioi, y los superiores o 31 thranitai, que
coordinaban las remadas y eran los que trabajaban más. En una trirreme iban 200
hombres, 170 de ellos remeros, y 10 hoplitas y 4 arqueros. El resto eran marineros. Eran
pocos combatientes porque lo principal era que la nave fuera muy rápida y estable, y
demasiada tripulación la desestabilizaba. En navegación, los combatientes permanecían
sentados en la crujía. En la trirreme era esencial el espolón. Para conseguir dar un golpe
que destruyera al enemigo sin dañar la nave propia, se debía embestir a más de 10
nudos, es decir, un ritmo de boga de más de 50 paladas por minuto. Un buque
embestido no se hundía, podía ser capturado como trofeo e incluso reparado.
La capacidad de carga de la trirreme era muy limitada, lo que hacía que muy a
menudo debiera recalar para reaprovisionarse. Por eso, la mayoría de batallas tenían
lugar cerca de tierra. En combate, las velas se arriaban y se maniobraba a remo. Las
flotas enfrentadas formaban en línea de frente de dos en fondo. Se luchaba de dos
formas: embistiendo, propio de los atenienses, lo que requería naves pequeñas y
rápidas; o abordando, propio de los quiotas, lo que requería naves grandes y pesadas
para embarcar unos 40 soldados. Esta última fue la tendencia que prevaleció y llevó a
construir naves cada vez más grandes. Para la embestida habían dos opciones. La
diekplous: formación en columna simple, buscando una brecha en la formación
enemiga: cuando ésta se presentaba, se viraba rápidamente y se embestía al enemigo por
la banda, o se cruzaba la línea enemiga para embestir a la nave contraria por la popa. El
periplous consistía en la lucha individual nave contra nave, rodeándose para embestir al
contrario por la banda o la popa y evitar a su vez ser embestido. Para evitar los ataques,
lo mejor era situarse en aguas cerradas que impidieran al contrario maniobrar, o formar
en círculo defensivo con las proas hacia fuera (kyklos) o formar en dos filas de frente,
de forma que la segunda atacara a los barcos enemigos que atravesaran la primera línea.
El plan ateniense en principio era socorrer a los aliados en Sicilia, pero su
objetivo no declarado era conquistar la isla. Por eso, Nicias pidió unos efectivos tan
importantes. La lentitud de los atenienses en elaborar su plan y reunir flota y ejército dio
tiempo a Siracusa a rearmarse y prepararse: nuevos barcos, entrenamiento intensivo,
reparto de armas a la población y construcción de nuevas murallas.
Siracusa se asentaba sobre la isla Ortigia, unida a tierra por un camino elevado,
con parte de la ciudad construida en tierra firme (ciudad exterior). Atenas contaba con
aliados en la Magna Grecia. La armada que envió Atenas era de 134 trirremes, 60 de
ellas “rápidas”, es decir, de guerra, y 5.100 hoplitas, junto a fuerzas de infantería ligera,
y sólo 30 jinetes. Para equipar e integrar esta expedición, Atenas recurrió a sus aliados.
Al llegar a Sicila, Lámaco propuso atacar inmediatamente Siracusa; Nicias, poco
partidario de la guerra, propuso rodear la isla con la flota para amedrantar a sus
enemigos, y después volver a Atenas. Alcibíades propuso establecer una base en
Catania, al norte de Siracusa. Entonces, Alcibíades fue reclamado a Atenas en la
investigación por la mutilación de los Hermes. Alcibíades se fugó a Esparta y traicionó
a Atenas. La flota ateniense se dirigió hacia el norte, tomando Hícara, y después volvió
a Catania. Nicias planteó atraer al ejército siracusano hacia Catania, mientras que en
realidad las fuerzas atenienses asaltaban Siracusa. Pero los siracusanos regresaron a su
ciudad. Los dos ejércitos se enfrentaron en Anapo, y los atenienses obtuvieron la
victoria. Seguidamente, los atenienses se dirigieron a Catania, a sus cuarteles de
invierno.
En la primavera siguiente, del 414 aC, los atenienses decidieron iniciar el asedio.
Para ello desembarcaron en el Gran Puerto, construyeron un campamento, y tomaron las
alturas de las Epípolas, donde construyeron dos fuertes para aislar la ciudad, uno en
Lábdalo y otro en Sica. Seguidamente, para encerrar a los siracusanos, comenzaron a
construir un gran muro de norte a sur, desde su campamento en el Gran Puerto hasta la
costa norte de las Epípolas. Para impedirlo, los siracusanos intentaron construir hasta
tres muros transversales en el camino de la construcción ateniense, y así impedir la
construcción de ésta. En una de estas batallas y escaramuzas murió Lámaco. Siracusa
estaba a punto de rendirse, pero entonces recibió ayuda de Corinto y Esparta, asumiendo
la defensa de la ciudad el espartano Gilipo. Tras una primera derrota, Gilipo venció a
los atenienses, capturó el fuerte de Lábdalo y detuvo el avance del muro.
Nicias comprendió que podía quedar aislado y sitiado a su vez por los
siracusanos. Escribió a Atenas, pidiendo refuerzos o permiso para retirarse. La
caballería siracusana hostilizaba a los atenienses y les impedía aprovisionarse. Atenas
decidió enviar refuerzos. Gilipo lanzó un ataque, y aunque en el mar ganaron los
atenienses, Gilipo capturó el fuerte de Plemisio, lo que obligó a los atenienses a
trasladar su campamento a un terreno insalubre y pantanoso.
Los siracusanos se prepararon para derrotar a la flota ateniense, reforzando las
proas de sus trirremes para poder embestir a las naves atenienses también por la proa.
Seguidamente, Gilipo atacó a los atenienses por tierra y por mar, y su campamento del
Gran Puerto. Tras tres días de combates, los siracusanos controlaron las aguas del Gran
Puerto.
Entonces llegaron los refuerzos atenienses, al mando de Demóstenes.
Demóstenes se propuso recuperar las Epípolas lanzando un ataque nocturno, que acabó
en un fracaso. Demóstenes propuso abandonar el sitio y regresar, pero Nicias se opuso,
porque planteó que se debía solicitar el permiso de la Asamblea de Atenas, por temor a
ser acusado de traición. Cuando finalmente decidió retirarse, se pospuso la partida por
un eclipse lunar. Al saberlo, los siracusanos se decidieron a atacar. La flota ateniense,
luchando en el espacio reducido del Gran Puerto, fue derrotada. Los siracusanos
cerraron la bahía, y cuando los atenienses intentaron abrirse camino, se produjo una
nueva batalla, en la que de nuevo fueron derrotados.
Sin posibilidad de escapar por mar, 40.000 atenienses decidieron huir por tierra
hacia el norte, hacia Catania. Pero los siracusanos les hostigaron y finalmente tras varos
días de brega les obligaron a rendirse. Sólo sobrevivieron 7.000 prisioneros que fueron
esclavizados.
La expedición fracasó por la defección de algunos importantes aliados de
Atenas, la inferioridad de la caballería ateniense, la imposibilidad de mantener la
sorpresa, la retirada de Alcibíades que afectó a la moral, y no retirarse a tiempo.
En la guerra griega se rehuía el asedio y el asalto, por la pesada panoplia y el
coste político de un gran número de bajas en un ejército de soldados-ciudadanos. El
asedio se resolvía por hambre.
La derrota de Siracusa supuso para Atenas pérdidas importantes en hombres,
barcos y dinero. Los enemigos de Atenas decidieron cortar su ruta de suministros, sobre
todo de trigo, con el Mar Negro. En las batallas de Cinosema, Abido (411 aC) y Cícico
(410 aC), Atenas mantuvo abierto el Helesponto para sus barcos. Persia dio dinero a
Esparta para construir una flota. En la batalla de las islas Arginusas (406 aC), Atenas
aún derrotó a los peloponesios, pero en Egospótamos (405 aC) el espartano Lisandro
derrotó a los atenienses. La falta de flota y la posibilidad de perder sus rutas de
suministros y el hambre llevó a Atenas a pedir la paz. La democracia fue sustuida por
un gobierno oligárquico, el de los Treinta Tiranos.
La peste que asoló Atenas, en el 430 aC, cambió la polis, supuso una revolución
moral y social, descrita por Tucídides, y por Sófocles, en Edipo Rey: el hombre, pese a
su poder, está a merced de fuerzas superiores que pueden cambiar su destino.
Alcibíades huyó de Esparta tras yacer con la esposa del rey espartano Agis.
Consiguió que la flota ateniense permaneciese en su base de Samos, donde se instaló
una democracia en el exilio. En Atenas, el gobierno de los 400 reemplazó al de los
Treinta Tiranos, instaurando el terror oligárquico, y siendo derribado. Se instaló el
llamado gobierno de los 5.000, porque era el número de ciudadanos que podían pagarse
la armadura de hoplita. En el verano de 407 aC. Atenas volvió a controlar el
Helesponto, pero la flota fue derrotada en Noción, y Alcibíades cayó en desgracia, se
exilió en el Helesponto, se puso al frente de un grupo de bandidos, hasta ser asesinado
en 404 aC. Pero ya el año anterior, en Egospótamos, el poder de Atenas se había
desvanecido.
Hoplitas, guerreros de leyenda.
Nicholas Sekunda
Osprey, 2009.
En griego, “arma” es hoplon, y en consecuencia hoplita es “hombre armado”; de
la misma forma, falange significa “formación de batalla”. El hoplita está desarrollado
hacia el siglo VII aC, con las guerras Médicas sufre algunas transformaciones, hasta que
tras la muerte de Alejandro Magno pierde su preponderancia en el campo de batalla por
la acción de la caballería y la infantería ligera.
Los hoplitas eran ciudadanos soldado. Los ciudadanos hoplitas se agrupaban en
tribus, que se subdividían en fratrías o otras agrupaciones.
En Atenas, el año empezaba a finales de verano. En esa época, al cumplir los 18
años, los jóvenes atenienses empezaban su formación y entrenamiento militar, que
duraba dos años. Al acabar, eran considerados ciudadanos de pleno derecho. Durante
estos dos años, se les llamaba “efebos”. Competían en carreras idividuales y por
equipos, desnudos o armados como hoplitas, así como danzas pírricas, con armas y
armadura, para acostumbrarse a ellas. En muchos estados los efebos eran adiestrados
por guerreros adultos, y esta pareja se les llamaba “amantes”, aunque entre ellos no
hubiera relación amorosa o sexual, que si bien podía existir, en Esparta estaba mal vista.
Los hoplitas luchaban en línea, y a ello se dirigía la principal instrucción. El escudo era
un arma colectiva y compartida que sostenía la línea de batalla, por eso era deshonroso
perderlo. Para Jenofonte, los mejores guerreros debían situarse en primera y última
línea, con los peores en medio. La última línea empujaba el avance e impedía que los
guerreros del centro huyeran. El entrenamiento de las tácticas de grupo era vital.
A finales del siglo VI aC, la panoplia costaba alrededor de 30 dracmas, el salario
de un mes de un artesano. Era un equipaje caro, y las armas se heredaban de padres a
hijos. El escudo pesaba unos 6’2 kg; podía resistir ataques, pero las flechas y las lanzas
lo podían atravesar. Estaba hecho de madera, con un forro frontal de bronce, pintado,
antes del 500 aC de negro con figuras en rojo, después a la inversa. Elemento
importante era el borde, que evitaba que se doblara con los golpes de la batalla. El casco
era ligero, se adornaba con penachos y crestas, en principio para hacer más alto al
hoplita, después fue un símbolo de rango militar.
La coraza musculada, que imitaba la musculatura, era una evolución de la coraza
de campana. La coraza compuesta se componía de varias piezas metálicas cubiertas de
lino o cuero para que se oxidaran. La ingle se protegía con una falda de tiras de cuero
(pteruges). Las grebas se ajustaban por la memoria metálica del bronce, y eran la
primera pieza que se ponía el hoplita, porque con la coraza era difícil agacharse.
La lanza (dory) era el arma principal de madera de fresno, de unos 2’75 m, con
punta y contrapeso (styrax o sauroter) sujetos con brea o clavos transversales. Tenía una
empuñadura de cuero en el punto de equilibrio. La espada más utilizada tenía puño
cruciforme, hoja recta y de doble filo que se ensancha en la punta. Otro tipo era un sable
curvo, con el filo en la parte cóncava (la falcata) y otro, un tipo de bracamarte.
Las tribus se dividían en parroquias, donde se registraban todos los varones para
su alistamiento. La Asamblea convocaba la movilización, y decidía cuantos soldados
debían participar en la campaña: en función de ello, se movilizaba a un grupo de edad.
El reclutamiento era obligatorio para todos los varones entre 20 y 60 años, incluso con
deficiencias físicas importantes: los cojos también luchaban en Esparta.
Las armas se guardaban en fundas colgadas de la pared, o en cajas. En campaña,
el hoplita transportaba la comida en cestas de mimbre (gylion). Cada hoplita tenía un
criado o esclavo, el “portador de equipaje” que transportaba el equipo, hacía la comida,
y en las marchas caminaba al lado del mismo, marchando así el ejército en columna de
dos. El resto de la impedimenta era transportado en carretas.
Los griegos comían dos veces al día: el desayuno, a media mañana, y la cena, al
anochecer. Las batallas se realizaban a mediodía, tras el desayuno.
El ejército formaba en línea de batalla. El campamento, con las carretas y los
“portadores de equipajes”, quedaba a cargo de los soldados más ancianos. Ya formada
la línea, se transmitía hombre a hombre el santo y seña, en forma de pregunta y
respuesta, como hoy. Se indicaba el avance. Los soldados más veteranos, en la última
línea, empujaban al ritmo adecuado y procuraban que nadie huyera. De hecho, si la
falange se colapsaba y se desmoronaba, era porque la última línea fallaba. Era difícil
mantener el paso y la formación, por los obstáculos del terreno (por eso se buscaba para
las batallas un terreno llano) y el miedo. La formación a menudo se rompía antes de
llegar al contacto con el enemigo. Para evitarlo y hacer la formación más potente, se la
dotaba de más filas, incluso de 25, como los tebanos en Delión. Durante el avance, al
llegar a unos 3 o 4 estadios (550-750 m) del enemigo, los ejércitos entonaban el paean,
cada uno en su propio dialecto. Antes de iniciar la carga, se hacía un sacrificio,
degollando un animal (cabra, oveja). Al llegar a un estadio de distancia (185 m), se daba
la señal de carga, dando el grito de guerra (eleleleu!), y se lanzaban a la carrera contra el
enemigo. Era el momento decisivo: si se hacía demasiado pronto, los hoplitas llegarían
cansados; si se hacía tarde, faltaría el impulso, y se corría el riesgo que el enemigo
cargara antes, aterrorizando a los propios. Se cerraban los escudos. En el choque, se
empujaba al enemigo y se le alanceaba en sus partes desprotegidas. Era el momento de
mantenerse unidos y protegerse mutuamente. Al romperse la lanza, se iniciaba la lucha
cuerpo a cuerpo con la espada. En la confusión era importante el santo y seña para
reconocer al amigo o al enemigo, dado que los blasones de los escudos eran
individuales. La motivación del hoplita para mantenerse en el combate era que luchaba
junto a sus amigos y familiares.
Un ejército derrotado huía, y entonces sufría muchas bajas en la persecución.
Los que huían soltaban el escudo. Un cobarde era un “arroja-escudos”. Las órdenes se
daban con trompetas.
Al concluir la persecución, los vencedores recogían a sus heridos y muertod,
despojaban a los enemigos muertos de sus armaduras, vestimentas y joyas, y se
repartían el botín a partes igualers, excepto la parte que se daba como ofrenda a algun
dios. Conb despohjos del enemigo se erigía un trofeo, clavando armas y armaduras en
un tronco de árbol, en el lugar donde el enemigo se retiró por primera vez. El enemigo
derrotado enviaba un heraldo, y solicitaba enterrar a sus muertos: era su reconocimiento
de la derrota. Concedido el permiso, se abría una fosa común para estos cadáveres,
mientras en la ciudad de origen quizás se levantara un cenotafio en memoria de los
caídos, y se publicaba una lista de bajas.
¿Por qué los estados griegos no aprovechaban su geografía abrupta para
desarrollar un nuevo modelo de guerra? Porque era más barato lanzar a sus ciudadanos a
una rápida batalla campal con el enemigo, que pagar a un ejército de mercenarios para
desarrollar una guerra en territorio más complicado, instruyendo arqueros e infantería
ligera. La caballería era muy cara, y sólo se desarrolló a partir del siglo V aC; la
infantería ligera era poco valorada, y se consideraba caro entrenar a arqueros. Los
hoplitas eran en su mayoría granjeros, y votaban en la Asamblea realizar una campaña
corta que les permitiera volver pronto a ocuparse de sus campos. Por eso los griegos
eran poco partidarios de emprender asedios.
Pare resolver un asedio, se consideraba muy costoso en vidas realizar un asalto.
Se conocía en ariete y la escalada de muros, pero el uso de ambas tácticas acarreaba
pérdidas importantes por la resistencia de los defensores. Construir una rampa de asedio
exigía mucho tiempo. Los espartanos eran los únicos que podían hacerlo, porque tenían
un ejército que lo era a tiempo completo. En el siglo IV aC se introdujo la artillería de
asedio, y el panorama cambió, muchos estados pudieron entonces realizar asedios.
La mejor opción para resolver un asedio era forzar una batalla, obligando a los
sitiados a salir a luchar. Para ello se recurría a la estrategia de devastación, que obligaba
a los defensores a salir para defender su territorio y sus cosechas. Esta estrategia
favorecía a los espartanos, porque las cosechas maduraban antes en el sur. Los
espartanos podían recoger su cosecha y después avanzar hacia un enemigo que aún no
lo había hecho, más al norte, y saquear su campo.
La mayoría de guerras tenían su origen en disputas fronterizas. Las desunión
provocada por los partidos políticos a partir del siglo IV aC favoreció la toma de
ciudades por traición. Esta estrategia cambió cuando entre 353 y 341 aC Polyido de
Tesalia, ingeniero de Filipo de Macedonia, desarrolló las máquinas de asedio.
Guerra en el mar
Nic Fields
Osprey, 2009
La trirreme era el principal modelo de barco de guerra del mundo helénico. El
hallazgo de minas de plata en Laurion permitió a Atenas construir una flota de 200
trirremes. En 480 aC, Jerjes de Persia invadió Grecia. Derrotó al ejército en las
Termópilas, mientras la flota ateniense se enfrentaba a la persa en Artemiso: no la
derrotó, pero le infligió importantes daños. Temístocles evacuó Atenas y retiró la flota
al canal de Salamina. En el estrecho canal, la flota persa no pudo imponer su
superioridad numérica, y fue derrotada. Atenas se convirtió en una potencia naval. Al
año siguiente, los persas fueron derrotados en Platea (479 aC).
Las tácticas fundamentales de combate naval eran el ataque con espolón, propio
de naves pequeñas y ligeras, y el abordaje, propio de naves más grandes y que
transportaban más soldados. Este modelo de combate fue el que prevaleció, barcos
grandes que incluso transportaban máquinas de guerra y muchos soldados, ya en la
época helenística.
Las tácticas de embestida eran el diekplous (atravesar la línea enemiga y
embestir al contrario) y el periplous (rodear al enemigo y atacar en su cuarto de popa).
Para contrarrestar estas maniobras, se podía formar el kyklos (anillo defensivo con los
espolones hacia fuera) o la formación en línea doble, de forma que si el enemigo
cruzaba la primera, era atacado por la segunda.
Pericles mantuvo el poder naval ateniense. Planificó encerrar a la población de la
polis tras los “muros largos”, mientras su flota saqueaba el peloponeso y cortaba las
rutas de abastecimiento enemigas. Tras el desastre de Sicilia, Esparta se planteó
convertirse enpotencia naval (413 aC). Tras varias derrotas, Esparta derrotó a los
atenienses en Egospótamos, y Atenas tuvo que ceder. Durante la guerra, atenas creó
bases cerca de las costas enemigas, como Pilos o Citera.
La Guerra del Peloponeso tuvo varias fases. La primera, del 460 al 451 aC acabó
con ventaja de Atenas. Poco después, las revueltas en el impetrio ateniense impulsaron a
Esparta a atacar.
La Guerra del Peloponeso tuvo tres fases:
-La guerra arquidámica (431-421 aC)
-La expedición a Sicilia (414-413 aC)
-La guerra Jonia (412-404 aC)
La Guerra Arquidámica se llamó así por el rey Arquídamo de Esparta, que inició
las campañas de asolar el Ática mientras los atenienses rehuían el combate terrestre y
atacaban por el mar. En 431 aC, Atenas estaba en guerra con Corinto, y apoyó la
rebelión de Corcira contra Corinto. Atenas destruyó la flota de Corinto, pero ese año
murió Pericles. Le sucedió Cleón, que en 425 aC lanzó un ataque contra Sicilia. La flota
ateniense ocupó Pilos, en Mesenia, mientras el resto de la flota ateniense y la
peloponesia se dirigían hacia el lugar. Los espartanos no podían desalojar a los
atenienses de Pilos, pero ocuparon la bahía de Ambarino y la isla de Esfacteria. La flota
ateniense se refugió en una bahía cercana, desde donde atacó y derrotó a la flota
peloponesia, bloqueando a los espartanos en Esfacteria. El estrategos ateniense
Demóstenes utilizó tropas ligeras como arqueros para acosar a los espartanos y forzar su
rendición. Esparta quedó humillada, pero después derrotó a los atenienses en Delión. En
421 aC, se llegó a la Paz de Nicias, en teoría una tregua de 30 años. Atenas intentó crear
una liga antiespartana en el Peloponeso, pero fue derrotada en Mantinea. En 416 aC,
Atenas atacó Melos, comportándose brutalmente con la población en el asedio y
ganándose el rechazo de toda la Hélade. La posición de Esparta se vio favorecida, y la
paz ficticia se rompió.
Un nuevo líder ateniense, Alcibíades, empujó a la Asamblea de Atenas a
conquistar Sicilia, , el granero de Esparta. Para ello, era necesario apoderarse de
Siracusa con un gran puerto. Alcibíades era un comandante ambicioso y enérgico, e
inició las hostilidades, pero fue reclamado a Atenas para responder por un sacrilegio
cometido. Siguieron al mando Nicias y Lámaco, que perdieron el tiempo en operaciones
inútiles mientras Siracusa recibía refuerzos de Esparta y Corinto y preparaba su defensa.
Nicias comprendió que había fracasado, pero aplazó la retirada por un eclipse. La flota
ateniense quedó encerrada en el gran puerto y fue derrotada al no poder romper el cerco.
El ejército ateniense intentó retirarse por tierra, pero sufrió una terrible masacre y tuvo
que rendirse.
Atenas había sufrido una muy dura derrota. Esparta construyó una flota con el
apoyo del oro persa. En 412 aC se inició la guerra Jonia. La Liga de Delos se rebeló
contra la debilitada Atenas, que sufrió la derrota de Quíos (411 aC). Alcibíades regresó
a Atenas y derrotó a los espartados en Abido y en Cícico. Pero em 406 aC, en Notio, los
atenienses fueron derrotados. Alcibíades no estaba al mando, pero se le responsabilizó
de la derrota y cayó en desgracia. Le sustituyó Conon, que fue derrotado en
Egospótamos por Lisandro. Atenas perdió 170 trirremes y 3.000 hombres. Atenas se
rindió en marzo de 404 aC. La guerra del Peloponeso había acabado, dejando exhaustas
a las potencias helénicas.
Durante el siglo IV aC, Atenas reconstruyó su flota, y en 323 aC tenía 315
trirremes y 50 cuatrirremes. Pero en 322 aC sugfrió su derrota definitiva a manos de la
flota macedonia en Amorgos.
La trirreme era una nave frágil, maniobrable y rápida. Tenía tres niveles, con un
hombre por remo. El remo medía 4’5 mts, los de los extremos eran más cortos que los
del centro. El remero se sentaba sobre el banco y un cojín de cuero. El remo se sujetaba
a la banda con un escálamo, al cual se ataba con un estrobo de cuero untado de grasa.
Las dimensiones de la trirreme eran inferiores a 40 m de eslora y 6 de manga. El
forro del casco era “a tope”, con los tableros unidos por sus cantos. Una cuerda, la
hypozomata, unía la roda con la popa, tensada en el centro, reforzaba el casco. El casco
era estilizado, ligero y de calado plano. Los maderos se unían con clavijas y espiguillas
de roble. Se utilizaban maderas de abeto, pino y cedro, maderas ligeras, pero que si
estaban demasiado en contacto con el agua, se empapaban, y el barco perdía ligereza.
Por eso se sacaban del agua y se ponían a secar periódicamente. Esta circunstancia tuvo
mucha importancia en Siracusa: como los atenienses no pudieron sacar sus barcos del
agua ante la posibilidad de un ataque, sus trirremes estaban pesadas en la batalla
definitiva en el gran puerto. En invierno se varaban en el dique seco y se cubrían de brea
para protegerlas de la broma. También se embreaban antes de una campaña. Las naves
tenían nombres de diosas, ninfas, ideales, o animales. A proa llevaban una placa con una
imagen pintada que hacía referencia a su nombre. También se pintaba la proa como la
cabeza de un animal, donde el espolón figuraba el hocico. El ojo se representaba con
una pieza de mármol tallado, pulido y pintado.
Los remos eran muy importantes, y la madera para los mismos muy apreciada,
era de abeto joven, de Tracia. Las velas podían ser “ligeras” o de papiro, o “pesadas” o
de lino.
Atenas disponía de dos puertos con tinglados para las trirremes de guerra, en Zea
y Muniquia.
Los remeros no eran esclavos, sino profesionales entrenados. Había 27 remeros
en el nivel inferior (talamillo), 27 intermedios (zygioi) y 31 superiores (thranitai), éstos
instalados en un saledizo que desplazaba hacia abajo el centro de gravedad sin
incrementar la eslora. Antes de Sicilia, un remero cobraba un dracma, después las
penurias impusieron una redución a la mitad, 3 óbolos. Los remeros estaban expuestos a
los ataques enemigos por los lados, sobre todo los de la parte superior. En la batalla del
gran Puerto de Siracusa, los siracusanos utilizaron esquifes para deslizarse entre las
trirremes atenienses y hostilizar a los remeros. Por eso los costados se protegían con
cubiertas de cuero o lona.
En la época de Temístocles, una trirreme embarcaba 10 hoplitas y 4 arqueros,
éstos encargados de la defensa del capitán y del timonel, y 17 marinos, el resto, unos
170, remeros. Las trirremes de Quíos embarcaban 40 hoplitas; las persas, 30 guerreros.
Una tripulación de trirreme suponía un gasto de un talento al mes. Las naves
eran costeadas por el Estado, pero los ciudadanos ricos podían pagar equipamiento y las
reparaciones de algunas naves, los trierarcas. La trierarquía era una contribución muy
honrosa, aunque arriesgada y onerosa.
La trirreme no era demasiado marinera, no podía resistir los embates de un mar
embravecido. Las trirremes recalaban constantemente en la costa, incluso para comer y
dormir, y reaprovisionarse. Por eso era muy difícil bloquear un Estado. La única
estrategia era intentar interceptar la flota enemiga, si se conocían sus movimientos, pues
era difícil: los atenienses no consiguieron evitar la llegada de una flota de socorro a
Siracusa. El control absoluto del mar era imposible. La gran ventaja del poder naval era
poder atacar a un enemigo situado a gran distancia: Atenas pudo atacar en Sicilia, el
Bósforo, Chipre o Egipto.
Las murallas de Grecia
Nic Fields
Osprey, 2009.
La arquitectura militar helénica era financiada con fondos públicos, con el botín
de campañas militares, o con aportaciones de ciudadanos ricos. Se buscaba acoplar la
fortificación a la naturaleza. Las fortificaciones más primitivas eran las acrópolis, en
una colina. El elemento principal de construcción era el ladrillo de barro secado al sol,
sobre zócalo de piedra, o bien muros totalmente elevados en piedra. El ladrillo de barro
era barato, pero precisaba ser elaborado, y era necesarias arcilla y agua; a veces era más
barato y rápido construir con piedra. Los ladrillos se hacían en moldes de madera. Un
tamaño algo común era 0’45x0’45x0’10 m.
Las piedras se extraían de las canteras, con cuñas de madera hinchadas con agua,
y se transportaban en vagonetas de cuatro ruedas, o en trineos o rodillos, arrastrados por
bueyes. Se buscaba al construir unir belleza y funcionalidad, para impresionar al
visitante y disuadir al enemigo. La mampostería trapezoidal se empleaba mucho en
arquitectura militar. La mampostería poligonal tenía gran fuerza de cohesión. El
acabado del corte se hacía con sierras y taladros, martillos y escoplos. Existían sistemas
para elevar las piedras y colocarlas en su sitio, surcos en forma de U por donde se
pasaban cuerdas, o agarraderas o salientes para sujetar las piedras durante su elevación,
que en el último momento se suprimían. También se utilizaban cuerdas, palancas y
poleas.
El objetivo de las fortificaciones era la defensa del territorio (chora) de la polis,
de sus cultivos y cosechas. Los griegos no conocían técnicas de asedio elaboradas, y por
eso no se plantearon la construcción de recintos amurallados complejos en sus ciudades.
A partir del 500 aC aparecen las torres, de dos plantas, con terraza dotada de parapeto
para la defensa. Entonces comenzaron a amurallarse las ciudades, no sólo la Acrópolis.
Atenas desarrolló el “muro largo” para unir la ciudad con su puerto y abastecerse por
mar. Esta idea, abandonar al enemigo el campo, causó malestar en los atenienses.
A finales del siglo IV se incorporó el techado al camino de ronda a parodos, para
protegerlos de las catapultas oxybeles.
El recinto se hacía con un zócalo de 2’5 m de anchura y 1 m de altura, con la
piel externa de mampostería, y el interior relleno de piedras, tierra y escombros. Sobre
él se elevaba el muro, de 7 o 8 m de altura, de ladrillo, con la superficie recubierta de
arcilla o de cal para protegerlo de la lluvia. El camino de ronda se embaldosaba. En
Atenas la puerta principal era la de Dipylon, en forma de antepatio, esto es, en forma de
U, quedando la puerta al fondo de la U, flanqueada por dos muros laterales, y cuatro
torres en las esquinas. Para atacarla, el enemigo debía penetrar en el antepatio,
quedando expuesto al fuego por tres lados y desde las torres.
Cuando los macedonios diseñaron las máquinas de guerra, comenzaron a abrirse
ante los muros zanjas y parapetos para impedir el acercamiento de aquéllas a éstos.
También se instalaron en los caminos de ronda máquinas de guerra de torsión, para
disparar sobre las máquinas enemigas. Los proyectiles eran esféricos, y se clasificaban y
marcaban según su peso, para calcular su alcance.
Durante la Guerra del Peloponeso, los atenienses construyeron algunas
fortalezas para controlar puntos estratégicos, como caminos, pasos, etc. Tenían muros y
torres, y en su interior se construían cisternas para el agua y barracas para los soldados.
Un ejemplo es el Gyphtocastro, en Eleuteras, entre Atenas y Tebas.
Mantinea fue una refundación de 5 poblaciones, que se establecieron en un
llano, desviando un río, el Ofis, para protegerse, rodeándose de una muralla, 120 torres,
circulares o rectangulares, con 10 puertas encabalgadas (la entrada discurre
paralelamente al circuito unos metros), y poternas en el flanco derecho de las torres, así
los infantes que salían por ellas estaban protegidos por sus escudos. Mantinea, con
Mesena, fue concebida por Epaminondas tras su victoria en Leuctra para contener a los
espartanos.
Mesene fue fundada por Epaminondas con mesenios liberados de Esparta. Se la
dotó de murallas que encerraban un amplio perímetro para que dentro quedaran tierras
de cultivo y pastos que permitieran resistir un asedio. Tenía como acrópolis una
fortaleza natural, el Itome.
Para Platón, defender la ciudad era una virtud, y por tanto la fortificación
degradaba el carácter moral del ciudadano. La mayoría de las polis contaban con una
población inferior a 5.000 habitantes, por lo que podían alinear como mucho entre 500 y
1.000 hoplitas. Los hoplitas eran ciudadanos que se pagaban el equipamiento militar. En
Atenas también luchaban los pobres como remeros, lo que ayuda a entender el
desarrollo de la democracia. La lucha en batalla era más ritual que táctica. Era un
choque de ejércitos casi pactado, en una llanura y en verano. El strategos luchaba en
primera línea, porque lo más importante era dar ejemplo de valor, no desarrollar la
táctica.
Los macedonios introdujeron importantes cambios: se armó a los campesinos
que podían armarse, con una lanza o sarisa de 5 m y una armadura ligera. Esta sarisa se
manejaba con dos manos, por lo que el escudo se redujo a 60 cm de diámetro, y se
colgó del cuello. La sarisa se empuñaba a 1’80 m del pie o contrapeso (sauroter), lo que
representaba que sobresalía 3’60 m por delante de la fila. Si la falange helénica luchaba
con las dos primeras filas, la macedónica lo hacía con las cinco primeras filas.
El armamento, entrenamiento y espíritu del hoplita no estaba hecho para la
guerra de asedio. Las ciudades se rendían por hambre o por traición. A finales del siglo
V aC aparecieron las primeras máquinas de asedio: arietes, “tortugas”, escalas. A
principios del siglo IV, probablemente en Sicilia, se desarrolló la catapulta de torsión,
una ballesta grande.
El sitio de Platea (429-427 aC) duró dos años, al cabo de los cuales se rindió por
hambre. Antes se intentó construir una rampa, abatir la muralla con arietes e incluso con
fuego.
El sitio de Siracusa (415-413 aC) por los atenienses fracasó porque no
consiguieron aislar la ciudad por tierra y se perdió el dominio del mar.
El sitio de Mantinea (385 aC), el rey espartano Agesípolis ordenó utilizar el río
Ofis, que atravesaba la ciudad, para rendirla. Construyó una presa aguas debajo de la
ciudad que rebalsó las aguas hasta que éstas lamieron y dañaron la muralla de barro,
obligando a la población a rendirse. Después de la derrota espartana en Leuctra, la
ciudad fue reconstruida, desviando el río por fuera de la ciudad para que sirviera de foso
natural.
El sitio de Palaípafos (498 aC) fue efectuado por los persas, cuyos antecesores
en el Próximo Oriente tenían gran experiencia en la expugnación de ciudades. Los
persas utilizaron rampas de asalto para tomar las ciudades jonias. Palaípafos, en Chipre,
fue tomada por una rampa; en las excavaciones se han encontrado muchas puntas de
flecha, testimonio de su uso masivo durante la lucha. Los asediados intentaron destruir
la rampa cavando una mina bajo la misma, apuntalándola con vigas de madera, y luego
prendiéndoles fuego.