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Hayabusa (sonda espacial) wikipedia , lookup

(25143) Itokawa wikipedia , lookup

Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial wikipedia , lookup

Exploration Mission 2 wikipedia , lookup

Minería de asteroides wikipedia , lookup

Transcript
Asteroides ricos en minerales
E
ste año es especialmente agridulce para las personas interesadas
en la exploración espacial.
Por una parte, el sistema de
taxis espaciales de la NASA será
retirado este año, además Estados Unidos
se quedará sin un sistema propio para lanzar
misiones tripuladas por primera vez desde el
inicio de la carrera espacial.
En pocas palabras, el mayor
participante en la exploración
tripulada del sistema solar
acaba de colgar la toalla.
No hay una fecha definida para la posible
reactivación del proyecto “Constellation” (originalmente diseñado para activar una colonia
lunar permanente y para iniciar la exploración
humana de Marte).
Lo más probable es que, en caso de que
se reactive, el proyecto solamente se dedicaría a poner astronautas en “órbita baja” (a
menos de mil kilómetros sobre la superficie
terrestre).
Las empresas privadas que, supuestamente, deberían tomar el lugar de la NASA,
aún no han realizado un solo vuelo de
prueba de sus sistemas de lanzamiento, y no
han podido resolver el problema del enorme
costo que implica cada lanzamiento.
Pero a esas empresas solo les interesa lanzar gente a la inútil estación espacial
internacional para poder cobrar al gobierno
el mismo dinero (casi 30 millones de dólares
por pasajero) que tendrá que pagarle a Rusia
para enviar a sus astronautas a ese lugar.
El resto del sistema solar ha sido abandonado.
Otras naciones siguen cosechando éxitos en sus proyectos. Desde el 1 de octubre
de 1969, Japón ha desarrollado un creciente
interés por el espacio.
Usando tecnología propia, han aprendido
a construir y lanzar satélites artificiales y han
lanzado también sondas de exploración.
En la actualidad, la JAXA (la Agencia de
Exploración Espacial Japonesa) es una institución independiente que presume de cosas
que la NASA nunca pudo hacer.
El 9 de mayo de 2003, fue lanzada la
sonda MUSES-C. El término “MU” se refiere a
una serie de cohetes desarrollada por Japón
desde hace décadas.
La palabra “MUSES” indica que se trata de
una nave de exploración desarrollada por los
ingenieros de JAXA y lanzada con un cohete
MU.
Asteroides ricos en minerales
El nombrecito no le dice mucho a nadie,
excepto a los expertos de JAXA.
Además esta nave tenía una misión muy
importante, y por eso fue rebautizada con un
nombre mucho más eufónico: “Hayabusa”,
que significa “halcón peregrino”.
Después de un largo vuelo, Hayabusa
llegó a las cercanías de un asteroide llamado
Itokawa, en honor a Hideo Itokawa, el padre
de la cohetería moderna japonesa.
Los asteroides no son raros; Itokawa es el
número 25 mil 143 descubierto desde la Tierra
y para el cual existe una órbita bien definida.
Cada año son descubiertos varios centenares de estos fragmentos de un planeta que,
apenas formado en el joven sistema solar, fue
destruído por el impacto con otro planeta.
En noviembre de 2005, Hayabusa se posó
suavemente en la superficie de Itokawa. Esto
es muy notable, pero no sin precedentes.
El 12 de febrero de 2001, la sonda NEAR
Shoemaker logró la misma hazaña sobre la
superficie de un asteroide famoso, el EROS
(433 de la lista general de asteroides).
Lo que NEAR Shoemaker no logró hacer
fue despegar de nuevo de la superficie; además no contaba con un recipiente para tomar
muestras.
El Hayabusa logró abrir y cerrar las compuertas de su cámara de muestras (aunque
no logró dejar otra sonda llamada Minerva,
más pequeña, en la superficie de Itokawa).
Luego inició su largo camino de regreso a la
Tierra.
En el mes de junio, la sonda pasó cerca de
la Tierra y dejó caer la cámara en paracaídas.
Después de frenar en la atmósfera terrestre,
la cámara cayó en Australia. Poco tiempo
después fue recuperada.
Desde el inicio de la carrera
espacial, solo la Unión Soviética
ha logrado tomar muestras de
otro mundo y traerlas a la Tierra
en una nave automática.
Este país, que ya no existe, se hizo de unos
cuantos kilos de rocas lunares por este medio.
Los otros intentos (en Marte y en cometas)
o no han funcionado o las “muestras” han
sido rastros microscópicos de gas y polvo desprendidos de un cometa.
Solo Hayabusa ha logrado descender en
otro cuerpo del sistema solar (que no sea la
vecina Luna) y ha conseguido traer muestras
físicas a nuestro planeta.
Los resultados de Hayabusa tardarán en
llegar a nuestras manos, y es probable que
solo exista una pequeña cantidad de polvo
de asteroide en su interior.
Asteroides ricos en minerales
Será necesario trabajar por muchos días
para poder analizar las muestras y reducir
los datos.
Este pequeño logro puede tener consecuencias enormes.
El pedacito de cielo que trajo
Hayabusa podría ayudar a confirmar lo que sospechamos de
los asteroides.
Se sospechaba que son pedazos de un
planeta ya formado que fue destruido en los
primeros milenios del sistema solar y que su
composición química general es muy similar
a la terrestre.
Esto último es especialmente interesante. La sociedad humana apenas ha arañado
la corteza terrestre en algunos sitios.
Las minas más profundas apenas tienen
unos cuatro kilómetros de profundidad (normalmente son mucho más someras).
Lo invito a que intente dibujar esa mina
a escala con un globo terráqueo (solamente
recuerde que ese globo, que probablemente
tiene 30 centímetros de diámetro, representa
a un planeta con más de 12 mil 750 kilómetros
de diámetro... sus cuatro miserables kilometritos resultarán casi invisibles).
A esto hay que agregar que solo hemos
perforado minas en sitios muy reducidos de
la superficie del planeta.
A pesar de esto, hemos obtenido riquezas
minerales fabulosas: hierro, estaño, aluminio,
zinc, oro, plata y tantas cosas más.
En los pequeñísimos fragmentos de la
corteza que hemos minado, hemos encontrado lo necesario para construir al mundo
moderno.
Imagine que alguien “arrea” un asteroide
(las técnicas son sorprendentemente accesibles, sobre todo si está dispuesto a esperar
un par de décadas para que hagan efecto) de
manera que entra en órbita terrestre.
En un lugar así, podría usted establecer
una red de minas mucho más grande que
todas las que han existido alguna vez en la
historia de la humanidad.
Lo mejor del asunto es que podría usar
cualquier técnica que quiera, por sucia que
sea, pues no hay un ecosistema que cuidar.
Un solo asteroide podría producir muchas
más riquezas minerales que las generadas
por todas las minas de la historia.
En pocas décadas, la Tierra podría contar con una nueva luna artificial japonesa, de
donde saldrían riquezas increíbles.
Por la noche, su luz bañará el parque
temático que probablemente ocupará el
terreno desde donde la extinta NASA lanzó
las primeras misiones lunares.