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ECLIPSES Aunque los eclipses no son fenómenos muy frecuentes, si que despiertan un gran interés para todos los observadores del cielo. Podríamos decir que un eclipse de Sol es básicamente la ocultación gradual del disco solar por la silueta de la Luna nueva que alcanza al Sol en su movimiento a lo largo del Zodiaco, llegando a cubrirlo total o parcialmente. Si el eclipse es total, durante los escasos minutos en que la Luna mantiene tapado por completo al Sol, la claridad del día deja paso a un breve crepúsculo en el que incluso aparecen las estrellas más brillantes y los planetas observables a simple vista. En los eclipses parciales el efecto en la Tierra es casi imperceptible a lo largo de las varias horas de duración, y sólo usando filtros especiales que nos permitan mirar al Sol sin riesgo para la vista puede mostrarnos lo que está sucediendo. Para que se produzca un eclipse de Luna, el satélite debe encontrarse en fase de Luna Llena, y en ellos se observa como gradualmente se oscurece a lo largo de varias horas. El fenómeno se inicia en un extremo y puede afectar al disco completo (eclipse total) o sólo a una parte (eclipse parcial). Los eclipses de Luna son fácilmente observables, ya que a simple vista se puede seguir el proceso y ver todas las tonalidades que adquiere nuestro satélite a medida que penetra en la sombra que la propia Tierra proyecta sobre él. Debido a la refracción de la luz solar a través de la atmósfera terrestre, la Luna rara vez llega a oscurecerse por completo, tomando a menudo un color rojo mortecino. El hecho de que el Sol y la Luna presenten tamaños aparentes semejantes para un observador terrestre (alrededor de medio grado) hace que sean posibles estos eclipses totales. Si la Luna estuviera más alejada de la Tierra, su diámetro aparente sería menor, y no se podrían dar eclipses totales de Sol. Como la Luna describe órbitas elípticas alrededor de la Tierra, hay momentos en los que está más cerca de la Tierra y su diámetro aparente es ligeramente mayor que el del Sol, produciéndose así un eclipse total; en los momentos que se encuentra más alejada su diámetro aparente es menor, por lo que no oculta totalmente al Sol, y la Luna queda en el interior del disco solar, dejando un brillante anillo a su alrededor, produciéndose un eclipse anular. Es muy interesante notar que si estuviéramos en la Luna, lo que para un observador terrestre es un eclipse de Luna, sería un eclipse de Sol en la Luna, mientras que el eclipse de Sol pasaría casi inadvertido, pues se limitaría a una minúscula mancha oscura dibujada sobre el disco de una deslumbrante Tierra Llena. Los eclipses de Luna pueden observarse desde todo un hemisferio terrestre (aquel desde el que se divisa la Luna en el momento del eclipse), mientras que un eclipse total de Sol afecta sólo a una estrecha franja de varios miles de kilómetros de longitud, pero con una anchura a lo sumo de unos pocos cientos de kilómetros. Esto explica que aunque los eclipses de Sol son en suma mucho más numerosos que los de Luna, para un determinado observador terrestre la contemplación de un eclipse total de Sol sea un hecho extraordinariamente poco frecuente. Es más habitual observar un eclipse de Sol parcial, ya que tanto los eclipses totales, como los anulares, se observan como parciales desde lugares a uno y al otro lado de la franja donde se producen. Estas zonas pueden abarcar continentes enteros, y se observa como el disco de la Luna sólo cubre parcialmente al Sol. PERO, ¿POR QUÉ SE DAN LOS ECLIPSES? Si el Sol y las órbitas de la Tierra y la Luna estuvieran en el mismo plano, en todas las fases de Luna Nueva tendríamos un eclipse de Sol y en cada Luna Llena se produciría un eclipse de Luna. Además, en este supuesto, todos lo eclipses de Sol se producirían en las regiones tropicales y ecuatoriales de la Tierra, debido a la inclinación de esta. Pero la órbita de la Luna, respecto del plano que contiene la órbita de la Tierra alrededor del Sol (conocido como eclíptica), tiene una pequeña inclinación de 5 8' 43", que es suficiente para que la Luna pase en la mayor parte de los meses al norte o al sur del Sol, y al norte o al sur de la sombra terrestre. Sólo si la Luna Nueva o la Luna Llena está situada en la misma eclíptica o a muy pocos grados de ella, sucederá un eclipse total de Sol o de Luna. Si la Luna se encuentra a una distancia un poco mayor de la eclíptica en las fases de Nueva o Llena, se puede llegar a producir un eclipse parcial de Sol o de Luna. Si es un eclipse parcial de Sol la sombra de la Luna no llega a interceptar a nuestro planeta, sino que pasa ligeramente por encima del polo norte terrestre, o por debajo del polo sur. En ese caso, desde determinadas regiones del planeta puede verse el disco de la Luna cubriendo parcialmente el del Sol. Hay otros eclipses de Luna, estos son los conocidos como penumbrales, que resultan prácticamente imperceptibles al observador, debido a una disminución casi nula del brillo de la luna. Este hecho se apreciaría como un eclipse parcial de Sol, para un observador situado en la luna. Cada seis meses aproximadamente, se dan las condiciones para que se produzcan eclipses, debido al movimiento de traslación de la Tierra alrededor del Sol, al ocurrir las fases de Luna Nueva y Llena muy cerca del plano de la eclíptica. Los eclipses suelen acontecer por parejas: un eclipse de Sol (parcial, anular o total) y otro de luna (parcial o total), separados por dos semanas. No siempre se producen los eclipses en enero-febrero, julio-agosto. La órbita Lunar gira alrededor del eje de la eclíptica con un período de 18,6 años, lo que hace que las condiciones para que se produzca eclipse no repitan cada 6 meses exactos, sino aproximadamente cada 5 meses y 20 días. Conforme avanzan los años, los eclipses van adelantando sus fechas. Cada nueve años, aproximadamente, los eclipses vuelven a ocurrir por las mismas fechas. Transcurridos 18 años y 10 días, aproximadamente, período denominado con el nombre de Saros, se producen 38 grupos de eclipses, con la particularidad de que a continuación se inicia un nuevo ciclo en el que se reproducen con muy pequeña variación las mismas configuraciones orbitales que dieron lugar a los eclipses del ciclo anterior. En otras palabras, se repiten los eclipses casi de la misma forma. El hecho de que el período Saros no contenga un número entero de días terrestres hace que eclipses semejantes de períodos diferentes afecten a regiones del planeta de distinta longitud geográfica, aunque similar latitud. De todas formas, las pequeñas diferencias que se van introduciendo en cada período Saros se van acumulando ciclo tras ciclo, de manera que transcurridos muchos períodos, las semejanzas desaparecen. OBSERVACIÓN DE UN ECLIPSE DE SOL La observación de un eclipse de Sol entraña serios riesgos para la vista, que obligan a tomar precauciones. Nunca se debe observar el Sol, haya o no eclipse, si no es a través de filtros especiales, pues incluso cuando la Luna ha ocultado casi por completo el disco solar, su luminosidad sigue siendo suficiente para producir graves lesiones oculares. Sólo si se trata de un eclipse total no es necesaria protección durante los breves minutos de la totalidad. En los eclipses totales de Sol, como ya dijimos, la Luna se interpone entre la Tierra y el Sol, ocultándolo completamente, resultando sólo visible un halo blancuzco en la región más externa de la atmósfera solar, denominada corona. Es la visión de la corona alrededor del negro borde lunar la que hace que los eclipses totales de Sol sean un espectáculo fascinante para el público en general, además de científicamente relevante para la astrofísica. Muchos descubrimientos astronómicos se han producido gracias a las observaciones hechas en estas circunstancias. Por ejemplo, fueron medidas de la desviación de la posición aparente de las estrellas más cercanas al Sol las que sirvieron para determinar la atracción que la gran masa del Sol ejerce sobre la luz y validar la teoría de la Relatividad de Einstein. Para la observación de la corona también se puede utilizar determinados filtros o cronógrafos, que son telescopios que simulan artificialmente un eclipse ocultando el disco luminoso del Sol. Por eso, los eclipses totales, en que el espectáculo de la corona es algo natural, siguen constituyendo ocasiones privilegiadas para llevar a cabo observaciones coronales. Por ello se considera de máximo interés aprovechar la oportunidad que este eclipse total nos brinda para contribuir a un mejor conocimiento de la corona. Si queremos observar un eclipse de Sol podemos utilizar un vidrio de soldador del 14, y si no se dispone del filtro adecuado, hay alternativas como la de proyectar la imagen del Sol sobre una pantalla o cartulina blanca. Para ello es necesario una caja de cartón de al menos medio metro de longitud, abierta por un extremo. En el extremo opuesto (que dirigiremos al Sol) se practicará un agujero de 1mm de diámetro. Sobre la pantalla blanca, situada fuera de la caja, cerca de su extremo abierto, se podrá ver la imagen del Sol, pequeña pero suficiente para apreciar el eclipse. También se pueden utilizar carretes de fotos velados. El medio más idóneo y más seguro es la utilización de filtros tipo “Mylar”, este tipo de filtros están hechos de una delgada lámina metalizada que se puede recortar. Existen gafas de cartón especiales para la observación del Sol que están provistas de filtros de este tipo y que se pueden conseguir fácilmente y a unos precios muy asequibles. Conviene descartar los cristales ahumados y las radiografías, ya que no son suficientemente opacas. Pero sea cual sea el filtro, el contorno solar debe verse perfectamente definido, sin deslumbrar. Si no es así, es que el filtro es insuficiente; debe duplicarse... o desecharse. Nunca ha de tenerse la sensación de deslumbramiento. Observar un eclipse de Sol es muy fácil y puede llegar a ser espectacular, si se hace bien; hacerlo mal es peligroso. Si tiene dudas pregunte a alguien entendido en el tema que le pueda asesorar, pero no deje de contemplar este espectáculo y de fomentarlo entre sus familiares y amigos. Si disfruta de vacaciones y puede ir a contemplar el eclipse en la franja de totalidad... mucho mejor. Eclipse de Sol del 29 de marzo de 2006 Parcial en España CIUDAD PRINCIPIO ECLIPSE MÁXIMO ECLIPSE FIN ECLIPSE (HORA LOCAL) (HORA LOCAL) (HORA LOCAL) Albacete 11:14:18 12:12:08 13:12:32 Ciudad Real 11:13:45 12:09:25 13:07:37 Cuenca 11:16:59 12:13:37 13:12:39 Guadalajara 11:18:09 12:13:12 13:10:34 Toledo 11:16:00 12:10:47 13:07:59 (*) MAGNITUD 0.404 (28,88%) 0.373 (25,76%) 0.386 (27,06%) 0.363 (24,77%) 0.360 (24,48%) (*) La Magnitud es la fracción del diámetro del disco solar que estará cubierta por la luna. También indicamos el % de superficie cubierta.