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¿ Quién
lo que está bien
y lo que está mal? Ética y racionalidad
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Luis Guerrero Martínez
PLAZA Y VALDES
UNIVERSIDAD
IBEROAMERICANA
CIUDAD
DE MfXICO
¿QUIÉN DECIDE LO QUE ESTÁ BIEN
Y LO QUE ESTÁ MAL?
Ética y racionalidad
Luis Guerrero Martínez
UNIVERSIDAD
IBEROAMERICANA
Índice
Introducción
11
Primera parte
1. Ética abierta como ética del crecimiento
2. La responsabilidad ética al hacer juicios de valor
3. Racionalidad, lenguaje y falacias en los juicios de valor
4. La percepción de la ética en nuestra sociedad
5. La perspectiva ética en el nuevo contexto mexicano
6. La fuerza social de la sociedad civil
7. Hacia una cultura del "buen" consumidor
17
41
53
75
89
113
117
Segunda parte
8. El bien no es uno sino múltiple.
Aristóteles y la virtud
9. Racionalidad y sublimación moral
Kant y el deber
10. El marco ideológico de la moral permisiva
11. Los límites del conocimiento humano.
Laironía en el Romanticismo
12. El amor a sí mismo.
Schleiermacher y el Romanticismo
13. La ética como forma de vida.
Kierkegaard y el deber existencial
125
137
147
171
179
189
14. El silencio como contrapunto de la ética.
Kierkegaard-Derrida
15. El mito moral de la Ilustración.
Horkheimer y Adorno
16. La tiranía de lo social. El pensamiento político
de Hannah Arendt
17. Un diagnóstico moral de nuestra época. Gilles Lipovetsky
y la moral individualista
18. Hacia una ética del lenguaje. Walter Benjamin
y la época de crisis
19. La buena vida. Fernando Savater y la renovada
divulgación de la ética
Bibliografía
201
218
227 .
231
235
237
241
Introducción
¿Quién decide lo que está bien y lo que está mal?
E
le estar acompañada de cierto reclamo y escepticismo hacia los defensores de
staética.
pregunta,
frecuentemente
repetida
en nuestra de
cultura
contemporánea,
sue-a
la
Refleja
el convencimiento
generalizado
que nadie
puede imponer
los demás criterios morales. A 10 largo del siglo xx, y especialmente a partir de los
años sesenta, amplios sectores de la sociedad fueron transformando sus criterios morales; desde entonces, las instituciones o las "buenas costumbres" han dejado de tener
influencia decisiva en la formación de un comportamiento moral uniforme, basado en
ideologías y estereotipos ancestrales. Esta liberación moral, en muchos campos de la
cultura, es la base que da soporte a la pregunta inicial. Pareciera que hoy en día, cualquier intento de la ética por establecer criterios de moralidad es al mismo tiempo un
intento conservador por retomar a una moralidad caduca y en muchos casos viciada.
Sin embargo, a esta realidad social deben sumarse otros aspectos éticos que han
sobrevivido en nuestra cultura contemporánea, los cuales es necesario considerar para
un mejor juicio sobre las perspectivas de la reflexión sobre la ética, y que a su vez
sirvan para una necesaria renovación de la ética como saber orientador del
comportamiento moral. Nuestra sociedad conserva intacto el impulso humano de hacer
juicios de valor, aunque ahora los criterios puedan ser distintos: juzgamos las acciones
de los políticos; reprobamos en muchas ocasiones la falta de responsabilidad social de
algunas empresas; criticamos con frecuencia a nuestros jefes, a los colegas e incluso
a nuestros familiares; reprobamos la criminalidad que se vive en las calles; nos
escandalizamos ante los actos de corrupción que salen a la luz pública. Nuestra
generación no ha perdido una clara manifestación de nuestra necesidad de moralidad,
me refiero a la experiencia de "estar indignados". La indignación como experiencia
vital reprueba comportamientos que consideramos no deben justificarse. Cuando
usamos la expresión "eso no se vale", referida al comportamiento de un tercero,
11
¿QUIÉN DECIDE LO QUE ESTÁ BIEN Y LO QUE ESTÁ MAL?
manifestamos que sí hay un mínimo de criterios morales que no deben relegarse tan
fácilmente. En los diversos ámbitos del comportamiento humano podemos encontrar
situaciones que son reprobables, que consideramos claros atropellos a los derechos, a
la justicia o a la integridad de una persona. La experiencia de la indignación, así como
el reclamo de justicia o de castigo son argumentos de Jacto a favor de una moralidad
compartida.
En las últimas décadas, para tratar de salvar los dos problemas aludidos -el
descrédito de una moral rígida, llena de preceptos, y el reclamo natural de criterios
morales-, se ha propuesto en diversos estudios de la ética la alternativa de una "ética
de mínimos", la cual ayudaría a buscar algunos criterios de moralidad que, por su
contundencia y aceptación generalizada, sirvan como plataforma para el desarrollo de
una adecuada conciencia moral. Pero además de los preceptos básicos que surgen de esa
"ética de mínimos", que sirven para fundamentar otros criterios éticos, es necesario
también profundizar en los procesos racionales y culturales que nos inducen, en la
práctica, a emitir un determinado juicio de valor. Debemos ser conscientes de ese
proceso y educar nuestra propia forma de elaborar juicios éticos, ya que no solamente
es necesario tener un mínimo de contenidos o criterios morales, sino que es
imprescindible un adecuado proceso racional que nos ayude a evitar los diversos vicios
que distorsionan ese proceso racional-valorativo.
En la práctica, consciente o
inconscientemente todas las personas hacen juicios morales, pero en esa práctica el
problema más ftecuente es la poca consistencia en el proceso para racionalizar y hacer
más objetivos esos juicios, ya que suele haber muchos prejuicios personales y culturales
que nos inducen a un determinado veredicto moral, con lo que el mismo juicio moral
puede volverse inmoral; este fenómeno acontece tanto en personas "moralmente
conservadoras" o en aquellas que se consideran "moralmente liberales".
¿Quién decide lo que está bien y lo que está mal? Desde una perspectiva de valores
sociales, la respuesta a esta pregunta tiene, en muchos casos, elementos más objetivos:
históricos, científicos, económicos, sociales, jurídicos, etcétera. Para responder a esta
pregunta sería muy conveniente hacer un análisis de algunos de los fenómenos más
recientes de los valores emergentes en la sociedad; de esta forma tendríamos que
estudiar, por ejemplo, cómo se ha formado la conciencia ecologista que promueve el
respeto a la conservación de los recursos naturales y al medio ambiente; cómo se ha
formado la conciencia de igualdad de géneros, que reconoce los derechos y
oportunidades iguales a mujeres y hombres; cómo se ha desarrollado la conciencia a
favor de los derechos humanos; cómo se ha formado la conciencia de responsabilidad
social y laboral de las empresas, etcétera. Cada uno de estos fenómenos sociales
emergentes, en sus diversos niveles de desarrollo e impacto cultural han ido
fortaleciéndose como criterios de moralidad social. En estos casos es más sencillo
estudiar los diversos elementos que explican su génesis y desarrollo.
12
INTRODUCCIÓN
Los diversos estudios que componen este libro están divididos en dos partes. Los
capítulos correspondientes a la primera parte se apoyan en dos ejes básicos: la noción
de ética abierta y la percepción actual de la ética. La propuesta de una ética abierta se
basa en diversas consideraciones sobre la naturaleza humana: su libertad, su carácter
abierto, el progreso humano, el trabajo; esta concepción corre paralela al criterio ético
de responsabilidad por ser sí mismo, por desarrollarse y crecer como seres humanos con
cualidades específicas, así como la importante corresponsabilidad en el crecimiento
de otros y de la sociedad en su conjunto. El crecimiento humano, por su carácter
abierto, no se refiere a un listado de códigos y normas de comportamiento moral, sino
al criterio fundamental de "responsabilidad moral de crecimiento". Este criterio tiene
importantes consecuencias, ya que implica un ejercicio racional y valorativo de la
libertad.
A lo largo de la historia de la filosofía, la ética ha sido objeto de elevadas
especulaciones, aunque en la mayoría de los estudios siempre ha sido considerada
como un saber práctico encaminado a la orientación moral. Este carácter práctico
debe estar acompañado por un conocimiento de las costumbres morales de una
determinada época para que pueda cumplir mejor su cometido de orientadora. La
percepción actual de la ética, como segundo eje de los primeros capítulos, se refiere a
esta necesaria referencia de los parámetros culturales y sociales; en el caso de este
libro, he querido hacer un aporte mediante un estudio de las percepciones sobre la
ética o diversas cuestiones valorativas que suelen estar presentes en nuestra sociedad
actual.
La segunda parte del libro está compuesta por doce capítulos que hacen un
recorrido por diversos autores clásicos y contemporáneos que han hecho diversos
aportes a la ética. El común denominador de estos estudios se corresponde a los dos
ejes de la primera parte, por un lado mi interés por estudiar a autores que pueden
servir como fundamento a los criterios planteados en la ética del crecimiento, en sus
aspectos individual y social; y por otro lado, estudios que permitan tener una mejor
explicación de los diversos paradigmas socioculturales de la ética. El conjunto de
estos estudios recoge una parte importante de mis intereses y preocupaciones en tomo
a las cuestiones éticas. Algunos de ellos habían sido publicados como artículos, aunque
han sido revisados para esta publicación.
¿Quién decide lo que está bien y lo que está mal? No pretendo dar una respuesta
dogmática a una cuestión tan compleja. Mi objetivo, en todo caso, es despertar en el
lector algunas reflexiones en tomo a la ética y a los juicios de valor que le ayuden a
tener mayor conciencia de su responsabilidad moral al emitir sus propios juicios.
13