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¿Cuándo se debe iniciar el tratamiento de reemplazo renal? La pregunta que con mayor frecuencia se hace es cuándo iniciar el tratamiento de sustitución renal. Esto llevó a que se creara la ADQI (Acute Dialysis Quality Initiative), que dio origen a la AKIN (Acute Kidney Injury Network), grupo de trabajo integrado por especialistas en cuidados intensivos y nefrólogos cuyo objetivo es desarrollar la colaboración internacional, interdisciplinaria e inter-sociedades, para facilitar la investigación y estandarizar las prácticas de prevención y tratamiento de la IRA. AKIN propuso una modificación a los estadios de gravedad de la IRA y estableció los criterios para iniciar la TRR, como se muestra en la Fig. 1. Figura 1. Modificaciones propuestas por AKIN a la clasificación y tratamiento de la IRA El aumento de la creatinina y la disminución de la diuresis son los principales criterios para iniciar la TRR, pero ADQI ha establecido criterios numéricos para esto y ha definido que, si se cumple un criterio, se plantea la terapia de reemplazo; si se cumplen dos criterios, la terapia es obligatoria y si se cumplen tres o más criterios, es de urgencia. Los criterios son los siguientes: oliguria o anuria menor de 200 ml en 12 horas acidosis metabólica grave, con pH menor de 7,1 hiperazotemia grave, con BUN igual o mayor de 80 mg/dl hipercalemia igual o mayor de 6,5 meq/L) signos clínicos de toxicidad urémica hiponatremia o hipernatremia grave, con Na menor de 115 o mayor de 160 meq/L; hipertermia anasarca o sobrecarga de líquidos importante insuficiencia orgánica múltiple, incluyendo disfunción renal SIRS, sepsis o shock séptico con disfunción renal. Algunos estudios demuestran que la supervivencia puede mejorar si la terapia de reemplazo se implementa en forma precoz (Gettings et al. Intens Care Med 1999; 25: 805-813), pero es difícil establecer el momento preciso y la diálisis profiláctica no ha mostrado ventajas específicas. El objetivo de la terapia de reemplazo es simular las funciones y la fisiología del riñón nativo: realizar una adecuada purificación de la sangre, en calidad y cantidad; restaurar y mantener la homeostasis; evitar complicaciones; lograr una buena tolerancia clínica y favorecer condiciones que permitan una recuperación de la función renal. A continuación se analizará cómo alcanzar estos objetivos.