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EL ORDEN ECOSISTÉMICO
EQUILIBRIO, RESILIENCIA Y PRODUCTIVIDAD ECOLÓGICA
INTROUCCIÓN
El conjunto de factores que hemos estudiado forman lo que podemos llamar "el orden ecosistémico". La
lectura detallada del texto básico de los primeros temas de este módulo, nos ha debido llevar a la convicción
de la existencia de dicho orden. De hecho, la ecología ha cimentado el conocimiento y la definición de un
orden natural, en el que las partes se ensamblan en nichos interdependientes.
Es a este orden sistemático al que podemos llamar igualmente "equilibrio". El término de equilibrio es
originario de la física, específicamente de la mecánica. De allí lo trasladaron los biólogos para explicar
ciertas características del sistema vivo. Puede prestarse a falsas interpretaciones y su aplicación debe
hacerse con cautela, pero no existe hasta el momento otro término que caracterice mejor el balance de
funciones dentro del ecosistema.
El término no tiene el mismo significado que en la física, pues aquí se refiere a que los diferentes elementos
del sistema están balanceados y mutuamente se mantienen dentro de determinados límites e impiden que
el sistema global se destruya. Dentro del sistema vivo, el término "equilibrio" no es, pues, sinónimo de
muerte sino de complementariedad y de balance.
Hemos visto a lo largo de los capítulos anteriores que el sistema está cuidadosamente balanceado. En el
análisis de los ciclos biogeoquímicos se pudo observar el balance existente entre oxígeno y gas carbónico.
Igualmente se puede comprender cómo se balancean los distintos niveles tróficos. El concepto de equilibrio
se puede observar con claridad en la manera como se limita la población dentro del ecosistema y ese es el
ejemplo que vamos a utilizar para explicar el concepto de equilibrio.
LA RESILIENCIA
El ecosistema está lleno de lo que podríamos llamar colchones de seguridad, márgenes en los cuales es
posible vivir y reproducirse. Dentro de estos márgenes precisos, a veces extremos, se desarrolla la vida de
las diferentes especies. Es a estos márgenes de la vida a lo que llamamos resiliencia.
Resiliencia es también un término extraído de la física. Allí significa la resistencia de los metales a la ruptura
por choques. En ecología, resiliencia significa que el sistema no es estático sino que se mueve dentro de
determinados límites.
El equilibrio en la naturaleza no se comporta como una balanza sino como un péndulo. Esta imagen, sin
embargo, también es demasiado mecánica. Se podría decir más bien que el mismo sistema va creando sus
propios márgenes de posibilidades. Es uno de los aspectos más inquietantes y interesantes de la evolución.
A pesar de que cada una de las especies ocupa un nicho ecológico, ninguna de ellas está ligada muy
estrechamente a condiciones ambientales o físicas precisas. Hay especies que tienen una gran capacidad
para resistir cambios bruscos de temperatura, de salinidad, de humedad, de sequía, etc. otras tienen límites
estrechos. Las especies se pueden mover, por tanto, dentro de ciertos límites. Los límites amplios los llaman
los ecólogos con el prefijo griego euri-y los límites estrechos con el prefijo esteno-.
•
Las cucarachas, por ejemplo, son una especie muy antigua con amplios márgenes de adaptación tanto a
la temperatura como a la comida. Son euritérmicas y euritróficas. Las podemos encontrar junto al fuego
o buscando alimento en el refrigerador. Si se las deja sin alimento suficiente acaban refugiándose en
lugares como las bibliotecas y adaptándose a los alimentos más extraños.
Las especies se pueden mover dentro de un espectro de posibilidades más o menos amplio.
El ecosistema, como estructura global, recoge todos los márgenes de adaptación de las distintas especies y
puede decirse que tiene una cierta movilidad dentro de un flujo determinado de condiciones ambientales.
La resiliencia significa que pueden cambiar, dentro de determinados límites, las condiciones de humedad,
temperatura, presión atmosférica u otras y el sistema puede seguir reproduciéndose. Estos márgenes,
tienen un límite y sus extremos se interrumpen generalmente de manera abrupta, a la manera como se
rompe un metal. Al pasar dicho margen, el sistema se derrumba y es imposible que se pueda volver a
reconstruir o tendrá que cambiar radicalmente sus características.
A través de todo el proceso evolutivo, el cambio brusco o lento de las condiciones climáticas han significado
una transformación a veces radical de las zonas de vida. Las glaciaciones del pleistoceno, por ejemplo,
modificaron mucho las condiciones de todo el planeta. Estas modificaciones son un problema estrictamente
ecológico. Las zonas de vida se forman adaptándose a las nuevas condiciones. En los picos máximos de
glaciación, por ejemplo, las taigas polares se desplazaron hacia el sur e hicieron correr las zonas de coníferas
y estas a su vez desplazaron a los bosques caducifolios. Las zonas se reprodujeron iguales, solo que
desplazadas hacia el sur.
Puede decirse quizás que la evolución ha ido favoreciendo los márgenes estrechos de resiliencia. Mientras
más antigua sea una especie, posee una gama más amplia de posibilidades de adaptación. Son más
resistentes a los cambios de las condiciones externas como la temperatura, la humedad, etc.
Los sistemas complejos, más tardíos en el proceso evolutivo, han diferenciado las funciones de las distintas
especies, o sea que cada especie ocupa un lugar más estrecho, si así puede decirse, dentro del ecosistema y
por lo tanto, tiene márgenes menos espaciados de movilidad. Dicho de otro modo, los ecosistemas más
complejos y más recientes están compuestos por organismos muy especializados, que sólo pueden vivir
adaptados a su medio dentro de márgenes muy precisos.
Esta determinación de las funciones y, por lo tanto, de los límites de adaptabilidad de las especies, es
posiblemente una de las barreras encontradas por el proceso evolutivo antes de la aparición del hombre.
Podríamos decir con una imagen un poco tosca, que la pirámide del ecosistema estaba demasiado llena. Las
posibilidades de seguir incrementando el número de nichos era cada vez más escasa.
EL CONCEPTO DE POBLACIÓN
Tomamos la población ecositémica como ejemplo de los conceptos anteriores, equilibrio y resiliencia. Quizá
de esta manera las comprendamos mejor. Los ecólogos llaman población al número de individuos de una
sola especie que habitan en un territorio determinado.
Se puede comprender fácilmente que si una población se multiplica en exceso el equilibrio del ecosistema se
desploma. La población de cada especie, o lo que es igual, de cada nicho ecológico, se mantiene dentro de
sus límites, pues depende de la energía acumulada en el nivel inmediatamente anterior.
•
Si los jaguares se multiplicaran tanto que necesitaran consumir todas
muriendo ellos mismos por falta de alimento.
las dantas, acabarían
Por lo general ninguna población alcanza el nivel máximo de crecimiento poblacional, que podría ser posible
dentro de su medio, sino que se mantienen por debajo de su margen de reproducción, aminorando en esta
forma los riesgos de colapso del sistema total. Los ecólogos llaman potencial biótico al máximo nivel posible
de crecimiento poblacional permitido por las condiciones ambientales y por el suministro de energía.
El equilibrio o balance poblacional está, pues controlado por las leyes de la transmisión de la energía y por la
predación. Esta ley se puede resumir brevemente diciendo que no puede haber más gallinazos que
mortecina.
Los controles para mantener el equilibrio, difieren en los distintos sistemas. Mientras el sistema sea más
primitivo, su control depende más de estímulos externos como son el calor, la humedad, etc. A medida que
el sistema se desarrolla y perfecciona va creando sus propios mecanismos de control, como la predación, las
conductas sexuales, la territorialidad, etc.
PRODUCTIVIDAD ECOLÓGICA
Con estos presupuestos podemos introducir el concepto de Productividad Ecológica. La importancia de este
concepto se verá en los siguientes Módulos.
Se puede comprender fácilmente que a través de la fotosíntesis se va construyendo el depósito de energía
que requiere el sistema vivo. La Productividad Ecológica no es más que la velocidad en la cual se almacena la
energía por medio de la fotosíntesis. Parte de este depósito de energía es consumida por los organismos
que la transforman. Ellos también necesitan energía para vivir. En última instancia, "vivir" es un trabajo, en
el sentido físico del término y en el cual, la energía se deteriora en calor.
"Vivir" es un continuo consumo de energía. Este es un punto central para entender el funcionamiento del
sistema vivo. La otra parte del depósito de energía la consumen los demás organismos vivos. De esta forma,
la flora sintetiza materia orgánica que sirve de alimento para la fauna.
La Productividad Ecológica está dividida de la siguiente manera:
• Producción Bruta, que significa la velocidad total de la fotosíntesis.
• Producción Neta, que significa la materia orgánica sintetizada en cada uno de los niveles
tróficos.
Este concepto de Productividad Ecológica es necesario retenerlo. Es importante para comprender la manera
en que la cultura se relaciona con el ecosistema. Es el instrumento adecuado para comparar la productividad
de los ecosistemas en su estado no intervenido, con respecto a la productividad del ecosistema ya
intervenido. Una buena parte de la intervención de la cultura en el ecosistema consiste en aumentar, para
su propio consumo, la Producción Neta.
Odum lo plantea de la siguiente forma: "La naturaleza lleva al máximo la producción bruta, mientras que el
hombre lleva al máximo la producción neta".