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2º Bachillerato. Literatura: Poesía del XX.
Orientaciones para la interpretación y comentario de textos:
“Diario de un poeta recién casado”, de Juan Ramón Jiménez.
Mar1
Se trata de una composición lírica en versos endecasílabos y heptasílabos, con dos
eneasílabos (vv.8 y 11). Podemos considerarlo verso libre, si bien encontramos ciertas
recurrencias en la métrica, con predominio de metros clásicos (los de siete y once han sido
profusamente utilizados, combinándolos, desde el Renacimiento). Como se sobrepasan las
doce sílabas, algunos lo llaman “verso libre medio”, más corto que el versículo. Pese a no
existir rima definida, como es propio de este tipo de versificación, encontramos algunas
asonancias: vv. 2 – 4 (en ae), vv. 6 – 8 (en eo), vv. 11 – 13 (en ia), vv. 3 – 15 (en ee).
El poema pertenece a “Diario de un poeta recién casado”, de 1917, obra que marca la
transición de su autor a una nueva etapa, a partir de su experiencia oceánica y amorosa. En
ella abandona las características del Modernismo: ya no encontramos el léxico brillante, la
adjetivación sensorial y los ritmos marcados, que ahora dejan paso a una expresión más
escueta, con mayor concentración conceptual y emotiva. También la métrica comentada es
característica del libro, al igual que la brevedad de las composiciones, como ocurre con la
que nos ocupa. Y en cuanto a los motivos temáticos, observamos la presencia del mar, un
mar cambiante que se convierte a menudo en reflejo del poeta, de su ansia de absoluto y
belleza.
El yo lírico habla con ese mar al que en su trayecto, que presenta en forma de diario,
observa con admiración. Le sorprenden su plenitud, su capacidad creadora (vv. 4, 7-8, 14).
El mar, omnipresente en el libro, simboliza la vida, la soledad como forma de conocimiento,
el gozo del poeta, el eterno tiempo presente, un universo que se modifica y permanece a la
vez. Nos habla también de sí mismo, de su obsesión por encontrar el mundo, por recrearlo
con el lenguaje (vv. 3 y 15, con un significativo cambio de entonación en ese último verso que
manifiesta la vitalidad con que abordará su objetivo intelectual y literario). La poesía se
convierte en forma de conocimiento y se identifica con la belleza, con la eternidad y la idea
de absoluto. El mar se observa de forma exaltada (véanse las exclamaciones retóricas),
como forma cambiante que recoge en sí el mundo en toda su amplitud. Como lo pone en
contacto con la belleza y el universo, busca su identificación con él (es la idea repetida en los
versos 3 y 15).
Si en la poesía anterior de Juan Ramón todo lo que cambia suponía para el poeta
melancolía, conciencia dolida de temporalidad, de acabamiento, ahora la mirada es
diferente, está llena de entusiasmo. Se ofrece una visión cósmica (v.8) del hombre y su
mundo. La identificación poeta-paisaje ya no es resultado de la nostalgia o la tristeza
modernistas, sino de un proceso intelectual, de observación y reflexión, que la alejan de
representaciones sensoriales y cromáticas de la naturaleza. Poemas como éste suponen el
inicio de la época Intelectual, el camino hacia la poesía pura, despojada de lo anecdótico y
sentimental. El horizonte del poeta se dilata: hay un descubrimiento de los objetos y los
seres que se presentan a sus ojos como si fuesen nuevos. Juan Ramón se preguntará en esta
etapa por la realidad profunda que hay tras las cosas y, a través de su “Obra”, como él la
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Recuerda que no se te ofrece la respuesta a la pregunta tipo PAEG, sino un comentario libre del que puedes
obtener la información necesaria para interpretar el poema y, a partir de ahí, resolver ese ejercicio.
2º Bachillerato. Literatura: Poesía del XX.
llamaba, irá descubriendo la eternidad en todo lo que muda, con lo que presenta su obra
elementos propios del vanguardismo novecentista con el que se le ha relacionado. Es la
palabra la que crea el mundo, de ahí las referencias a la forma de mencionar el mar (en
masculino o en femenino): ...sin compañera o sin compañero / según te diga el mar o la mar,
creando / el espectáculo completo / de nuestro mundo de hoy.
Conceptos como desnudez, soledad, plenitud, inmensidad y creación son
fundamentales en el texto, y encontramos sustantivos, verbos y algunos adjetivos que a
ellos nos remiten. El epíteto ha dejado de ser un recurso que propicia matices sentimentales
y coloristas; ahora rebasa lo anecdótico y muestra cómo se ha superado la angustia por el
paso del tiempo, el miedo a la muerte y a la desposesión que observábamos en libros
anteriores (incesante, inmenso, completo, único, sola).
Comprobamos que no se trata de un texto retórico, si bien la sencillez formal
esconde una complejidad creciente del contenido. Además de los recursos citados
(exclamaciones, adjetivación conceptual), a Juan Ramón le bastan el símil (v. 10: como un
parto), la anáfora (a ti mismo), la correlación (compañera o compañero / el mar o la mar), el
uso de polípote (plenitud de plenitudes) o la modificación de una locución verbal (dándote a
luz) para mostrar la identificación del mar con su propia naturaleza infinita y cambiante al
mismo tiempo, así como el ansia del poeta de participar en la creación, de ser, como el mar,
creador de sí mismo.
Véase, asimismo, que los verbos están en presente, con lo que se trasciende lo
anecdótico y se hace universal. O en gerundio, para señalar lo que es constante y repetido.
En algún caso se emplea el subjuntivo (diga, encuentre), porque el anhelo de identificación y
perpetuación no se ha cumplido del todo (debemos esperar a su poesía “suficiente” o
“verdadera” para hallarlo cumplido).
En conclusión, Juan Ramón se va aproximando, a través de una especie de
neoplatonismo muy personal, a la llamada poesía pura, “desnuda”, que superará del todo
las limitaciones de los sentidos de sus comienzos neobecquerianos y modernistas.