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PALABRAS, PALABRAS, PALABRAS ¿Sabías que la mujeres hablan el triple de palabras que los hombres? Según la Dra. Luan Brinzedine es porque entre otras cosas: “las hormonas sexuales afectan el desarrollo cerebral desde el vientre materno de diferente forma. En los hombres se desarrolla más la parte sexual del cerebro haciendo que ellos tengan más problemas para comunicarse, no así el caso de las mujeres en las que se desarrolla más el área comunica>va haciendo más fácil expresar sus emociones”. Hay estudios que demuestran que la tasa normal de conversación es de 120 palabras por minuto y que podemos pensar a un ritmo de 1.300 palabras por minuto. ¡Qué hacemos con todas ellas! “Una persona buena produce cosas buenas del tesoro de su buen corazón, y una persona mala produce cosas malas del tesoro de su mal corazón. Lo que uno dice brota de lo que hay en el corazón”. Lc.6:45 Nuestras palabras no son inofensivas, Oenen poder. Será bueno analizar el estado del contenido de nuestro corazón y lo que estamos haciendo con las palabras que salgan de allí. Creo que un buen termómetro es la forma en que nos relacionamos y portamos con las demás personas. ¿Estamos siendo duces o amargos? ¿Estamos siendo amables, pacientes, compasivos o solemos tener problemas con los demás? Saquemos cuentas: Si dedicamos, por ejemplo, tan sólo 10 minutos a pensar cosas negaOvas, ya sea de nosotros mismos o de otra persona, uOlizaríamos 13.000 palabras negaOvas. Lo que éstas producirán será acumular auto-‐compasión, tristeza, rabia, resenOmiento, ira, etc. Cuando abrimos nuestra boca, haciéndolo desde nuestro dolor y frustración acumulada, soltaremos palabras irresponsables pueden dar pie a pleitos, palabras crueles pueden destruir una vida, palabras llenas de resenOmiento que pueden causar odio, palabras que no miden consecuencias y pueden hieren o matar. ¡No! ¡No queremos eso! Entonces debemos hacerle frente, declarándole la guerra a esos pensamientos negaOvos, tal como nos enseña la Palabra: “Destruyendo argumentos y toda alBvez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cauBvo todo pensamiento para que se someta a Cristo”. 2ª Cor.10:5 Cuando entregamos a Dios el control de nuestra vida, Él controla nuestra mente y nos da la capacidad de controlar nuestra boca. Él puede sanar y cambiar nuestro corazón, para que de nuestra boca salgan palabras amables, que bendicen, que abrazan, que suavizan las cosas. Palabras alegres que sean como un sol que ilumina el día, palabras oportunas que alivien las cargas de los demás y palabras repletas de amor, que dan tesOmonio del Dios que adoramos. “Seamos siempre amables e inteligentes al hablar, así tendremos una buena respuesta para cada pregunta que nos hagan”. Col.4:6 15-‐06-‐15
