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“75 años educando el corazón de niños y jóvenes” Homilía en la Misa de acción de gracias por los setenta y cinco años del Colegio José Manuel Estrada Obra Don Orione Mar del Plata, Pquia. San José, 17 de septiembre de 2012 Queridos Padres Orionitas, sacerdotes, directivos y docentes, exalumnos, y todos los que componen la comunidad educativa del Colegio José Manuel Estrada: Como obispo de Mar del Plata me uno a la alegría por este aniversario tan significativo para la familia espiritual de Don Orione en Mar del Plata. Se trata de una obra surgida de un corazón grande, querida y auspiciada por él. Una obra de aquella caridad que, según el santo fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, sólo ella puede salvar el mundo. Obra de caridad hacia tantos niños de este nuevo barrio San José que seguía creciendo en lo que, por los años 30, era la periferia de la ciudad. Bajo la guía y la caridad de sacerdotes identificados con el carisma orionita se fue plasmando el ideal de iluminar las mentes con las letras y con el Evangelio, y mover los corazones con el fuego del amor solidario. Al leer el lema de este aniversario: “75 años educando el corazón de niños y jóvenes”, deseo destacar ante todo la cifra. Cuando una institución alcanza este número de años, se suele hablar de bodas de diamante. Hablamos de bodas porque hay un vínculo de amor entre la institución y la sociedad. El diamante, además, es una piedra preciosa caracterizada por su dureza y por su brillantez. Dos notas que la trayectoria de este colegio ha podido mostrar. El tiempo transcurrido, en efecto, ha mostrado la solidez de los cimientos espirituales, y destacadas personalidades de los distintos ámbitos del quehacer de la sociedad, han probado el merecido prestigio alcanzado. Pero el lema mencionado alude a la “educación del corazón” y éste es un punto fundamental. En efecto, una escuela no existe sólo para transmitir conocimientos o saberes parciales, aunque se los enseñe con excelencia didáctica. Éste sería un logro importante pero muy imperfecto. Lo decisivo en una escuela cristiana y católica, es la educación del corazón del niño y del joven, promoviendo los valores y procurando despertar su sentido moral y la referencia a los ideales del Evangelio. Una educación que sólo instruye no forma la personalidad, sólo entrega un instrumento que podrá ser empleado para el bien o para el mal. Éste debe ser el ideal de todo docente en nuestras instituciones. Nuestras convicciones se transmiten ante todo cuando el docente las comunica con el elocuente lenguaje del ejemplo, cuya eficacia es mayor que muchas palabras. Si este colegio surge del amor, es responsabilidad de los continuadores de la obra mantener vivo el sentido de la caridad como principio inspirador de todo cuanto hacemos. Las lecturas bíblicas de esta Misa han girado en torno a la caridad que llena de sentido la vida del hombre. En este sentido, escuchemos las palabras del mismo Don Orione: “Acercarse al corazón del niño, del joven, especialmente del más necesitado, con el fin de hacer cristiana su vida. Acompañar su desarrollo integral con caminos que lo lleven al desarrollo responsable en la solidaridad especialmente hacia los más pobres”. La Iglesia a lo largo de los milenios de su historia, ha estado siempre vinculada con la educación del corazón de los hombres junto con el cultivo de las artes y las letras. Tiene gran experiencia de humanidad. Pero ante los fuertes desafíos del presente, es preciso detenerse a reflexionar para cobrar nuevo impulso. Llegó la hora en que los presupuestos sobre los que se asentaba la sociedad deben ser aprendidos y elaborados nuevamente. La adversa cultura secularizada y relativista debe servirnos de estímulo para un diálogo por momentos tenso pero necesario con los desafíos del presente. Es preciso reflexionar y capacitarse, mirando la realidad presente sin renunciar a nuestros valores, antes bien encarnándolos en nuestro testimonio de vida. Nuestra identidad cristiana y católica no nos cierra al mundo actual, sino que nos mueve al discernimiento, al testimonio y a la creatividad. Una vez más resultan significativas las palabras de San Luis Orione al elegir el nombre de José Manuel Estrada que llevaría el colegio. En el ilustre católico educador de la juventud y excelente hombre cívico encontraba una inspiración para esta obra. Oigamos sus palabras: “Nuestras escuelas deben rebosar de espíritu cristiano y religioso, pero no deben oler demasiado a sacristía”. La tarea educativa de la niñez y de la juventud es la más seria y trascendente que tiene una sociedad. Es obra de amor. Entusiasma y compromete, es necesaria y difícil. Pero el Espíritu Santo sigue actuando en el mundo y sabemos que es un Espíritu Creador. Guía a la Iglesia y cuando encuentra corazones bien dispuestos los convierte en instrumentos del Reino de Jesucristo. Queridos docentes, ante la ardua tarea sirva de estímulo la exhortación del santo que con su presencia y su compromiso apostólico honró nuestra ciudad y llenó de santo orgullo nuestra Iglesia: “En los niños, en sus ojos y en sus rostros se ve el reflejo del cielo, vean siempre en ellos a los predilectos del corazón de Jesús”. Deseo y pido para esta noble institución las gracias que la renueven en el fuego del carisma original, de modo de poder contribuir al bien común de la sociedad y al crecimiento del testimonio de la Iglesia. Con mi bendición. + ANTONIO MARINO Obispo de Mar del Plata 2