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460
REVISTA CLINICA ESPAÑOLA
ducidas por bacterias, y en este sentido han sido
muy empleadas en la desinfección de las heridas. T,eniendo en cuenta la oscuridad etiológica
de la artritis reumatoide y los desiguales resultados terapéuticos obtenidos para combatir esta
enfermedad, ROSENBERG (Ann. lnt. Med., 25,
832, 1946) ha intentado su tratamiento con diamidinas. En 6 enfermos jóvenes de artritis reumatoide ha empleado inyecciones de propamidina y estilbamidina. La dosis más corriente fué
la de 50 mgr. , disueltos en 10 c. c., y que se inyectaban intramuscularmente tres veces por semana, hasta completar la cantidad de un gramo. Un estudio ulterior de tales enfermos demuestra que los signos clínicos y los datos de
laboratorio de los mismos no experimentaron
ninguna meJoría en el curso de la medicación ni
con posterioridad. No se observó ninguna manifestación tóxica por las diamidinas.
Radioterapia en la osteomielitis de los dedos.Como secuela de las infecciones de los dedos
queda a veces una osteomielitis de una o más
31 marzo 1947
falanges o del metacarpo, afección de una extraordinaria cronicidad y de tratamiento difícil.
A veces se forman secuestros; otras veces son
diagnosticados como tales y extraídos fragmentos decalcificados, pero vivos. Los tratamientos
se prolongan, y a veces hay que recurrir a la
amputación. BAKER (Proc. Roy. Soc. Med., 40,
109, 1947) es un ferviente partidario de la radioterapia, en la forma propuesta por FINZI y PIIILLIPS, es decir, empleando dosis pequeñas. Generalmente se emplea una dosis igual a 1/ 10 de
la dosis eritema, es decir, 50 a 75 r. en sus casos, la cual se repite cada siete días, durante tres
a cinco semanas. En 3 de los enfermos se logró la curación cuando la amputación parecía
inevitable; aun los aspectos radiológicos de secuestros pueden desaparecer por efecto de la
terapéutica. Unicamente l a destrucción de las
superficies articulares o la pérdida de s ustancia
ósea originan alteraciones radiológicas permanentes. La dosificación debe ser cuidadosa, ya
que un exceso de radiación puede ウ セ」 イ@ contraproducente.
EDITORIALES
PROGRESO EN EL TRATAMIENTO DE LA
INTOXICACION MERCURIAL Y POR OTROS
METALES PESADOS
En un editorial de esta Revista (21, 256, 1946)
se ha comentado el nuevo camino que en el tratamiento de la intoxicación arsenical abría la
aparición de la sustancia llamada Bal (British
anti-lewisite) o dimercaptopropanol. Allí se afirmaba que los datos hasta entonces existentes
presagiaban grandes cambios en la concepción
de la esencia de las intoxicaciones por metales
y en los medios para combatirlas. Pocos meses
han transcurrido desde entonces, y ya se han
publicado varios importantes trabajos confirmatorios de la utilidad del Bal (sustancia a la que
propone designar como dimercaprol el Comité
de Farmacia de la American Medica! Association) en el tratamiento de la intoxicación arsenical, y han surgido otros demostrativos de la
trascendental eficacia del citado cuerpo en la
intoxicación mercurial.
Como se recordará, el fundamento del empleo
del dimercaprol .se deduce del conocimiento desde W ALKER y VOEGTLIN de que la toxicidad del
arsénico depende de que reacciona con algunos
tioles existentes en el protoplasma celular, de
tal modo, que se impide el metabolismo de ciertas sustancias fundamentales, y los citados au-
tares pensaban especialmente en el glutation.
Cuando posteriormente se ha conocido la importancia que los sistemas enzimáticos celulares
poseen en las actividades metabólicas del organismo, se ha comprendido la acción de los metales pesados como debida a la unión a elementos esenciales de tales sistemas, con lo que éstos resultan inutilizados. PETERS demostró que
el arsénico inactiva el sistema de oxidación del
ácido pirúvico, por unirse a componentes sulfurados de las proteínas, que son una parte de los
enzimas celulares. BARRON y KALNITZKY han
podido comprobar que el mercurio y el cadmio
poseen una acción idéntica a la del arsénico:, se
combinan con grupos SH de las proteínas componentes de los enzimas, y forman así mercaptidos, quedando destruído el sistema de la succinooxidasa.
En la búsqueda de sustancias que se uniesen
con el arsénico con más avidez que los grupos SH de los t ejidos, STOCKEN y THOMPSON investigaron el efecto de ditioles sencillos, y entre ellos resultó ser de una gran eficacia el dimercaptopropanol, llamado British anti-lewisite, por ser la neutralización del efecto vesicante de esta última sustancia la prueba que se empleaba para demostrar su actividad. El empleo
del Bal es capaz de destruir la unión del arsénico con las proteínas de la piel, originando ti-
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toセi@
XXIV
NúMERO 6
EL VIRUS DE LA ENCEFALITIS
oarsenitos, poco tóxicos, cuya eliminación urinaria se manifiesta por un aumento del arsénico
en la orina, tanto en los animales intoxicados
(EAGLE, MAGNUSON y FLEISCHl\.iAN) como en la
clínica humana (WEXLER, EAGLE, TATUM, MAGNUSON y WATSON). Los efectos beneficiosos del
Bal no sólo se manifiestan en la evitación y cura
de los efectos locales de los vesicantes arsenicales, sino también contra los efectos generales
tóxicos de los distintos preparados de arsénico.
Las complicaciones surgidas en el curso de la
arsenoterapia de la sífilis han sido tratadas con
dimercaprol por LONGCOPE, LUETSCHER, WINTROBE y JAGER, y por CARLETON, PETERS, STOCKEN THOMPSON y WILLIAMS; los resultados in、ゥ」。セ@
un acortamiento notable de la duración de
las dermatitis graves y quizá mejoría en encefalitis y agranulocitosis, si bien los enfermos
tratados de estas últimas complicaciones han
sido muy pocos; no se ha observado efecto beneficioso sobre las hepatitis surgidas en el tratamiento con salvarsán.
En el caso de la intoxicación por el mercurio,
los hechos son similares a los que se manifiestan en la intoxicación arsenical. GILMAN, ALLEN,
PHILIPS y ST. JOHN han estudiado la estabilidad de los compuestos formados por la reacción
del mercurio con Bal, con tiosorbitol y con el
セッョ@
escasaglicósido de Bal; tales 」ッューオセウエ@
mente disociables, y este hecho exphca en gran
parte la acción detoxicante de los mercaptanes.
Los citados experimentadores han demostrado
la acción protEctora de estos cuerpos sobre el
riñón de animales a los que se inyecta cloruro
mercúrico. Si se inyecta a conejos intravenosamente cloruro mercúrico, en cantidad de 3 miligramos por kilogramo, la mayoría de los animales mueren entre los dos y los seis días; la
inyección intravenosa de Bal o sus similares,
repetida tres veces y comenzando el tratamiento a los cinco minutos de la intoxicación, impide la manifestación de ésta, siempre que la dosis total sea de 0,3 mgr. por kilogramo; cuando
el comienzo del tratamiento se retrasa hasta
media hora, no se logra evita11 la nefrosis grave mercurial. En los perros intoxicados con 4
miligramos de cloruro mercúrico por kilogramo
se evitan los síntomas con tres inyecciones de
Bal (en total, 0,15 mgr./kg.), comenzando a la
media hora de inyectar el sublimado; aún a las
dos horas de la intoxicación se observan efectos
notables; cuando la intoxicación de los perros
se realiza por vía oral, aún puede tener éxito
una terapéutica iniciada más tardíamente: de
44 perros intoxicados con 30 mgr./kg. de sublimado por vía oral, y cuyo tratamiento con
Bal no se comenzó hasta a las dos a once horas,
sobrevivieron 28 animales, y únicamente uno
murió en uremia.
Los datos experimentales son animadores
para el ensayo del tratamiento con Bal en la
clínica humana, en la que la intoxicación con
sublimado es aún tan frecuente, y para combatir
la cual no se dispone de ningún medio realmen-
461
te eficaz. LoNGCOPE y LUETSCHER han tratado
ya con dimercaprol a 23 pacientes intoxicados
con dosis variables entre 0,5 y 20 gr. de cloruro
mercúrico. Los que tengan experiencia sobre la
gravedad de la intoxicación mercurial en la clínica 」ッューイセョ、・£@
el inmenso avance terapéutico que supone el hecho de que solamente falleció uno de los 23 enfermos. La prontitud en la
iniciación del tratamiento es esencial para el
éxito; casi todos los enfermos de LoNGCOPE y
LUETSCHER fueron tratados a la media o pocas
horas de la intoxicación; el que falleció había
ingerido un gramo de sublimado trece horas ant es de instaurar el tratamiento; sin embargo,
en la estadística se incluye un enfermo que curó
después de ingerir 1,5 gr. y no comenzar a tratarse hasta diecinueve horas después.
La técnica terapéutica de LoNGCOPE y LUETSCHER es la siguiente: Al ingresar el enfermo se
le lava el estómago con formol-sulfoxilato sódico al 5-10 por 100 y se le inyecta intramuscularmente una dosis d.e Bal de 300 mgr. en aceite
de cacahuet y benzoato de bencilo. Una hora
después se practica una segunda inyección de
150 mgr, y generalmente otra igual a las cuatro-seis horas, seguida en ocasiones de otra a
las doce horas; posteriormente se administran
150 mgr. dos veces al día, de tal modo, que la
cantidad total inyectada fué ordinariamente de
1.200 a 1.950 mgr. La curación se estableció en
un tiempo variable entre dos y siete días, rara
vez más prolongado, hasta veintidós días. A pesar de las grandes dosis administradas, los efectos tóxicos fueron muy escasos: algunos enfermos experimentaron enrojecimiento facial, dolor abdominal, tembloi' en la lengua, quemazón
bucal, mareo, etc., efectos todos muy poco duraderos.
BIBLIOGRAFIA
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LoNGCOP!l, W. T., LUETSCHER, J. A., VINTROBE, M . M. Y JACER V.-J. Clin. lnvest., 25, 528, 1946.
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WIDCLER, J., EATLE, H., TATUM, H. J., MACXt.'S0..'1, H. J. Y
WATSON, E. B.-J. Clin. Invest., 25, 467, 1946.
TRANSMISION DEL VIRUS DE LA ENCEFALITIS
Durante los últimos años se ha estudiado
muy detenidamente la epidemiología de las encefalitis. Cuando s.e conoció la posibilidad de
que el virus de la encefalomielitis equina oriental y el de la occidental ocasionen enfermeda-
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31 marzo 1947
REVISTA CLINICA ESPAÑOLA
des en el hombre, se pensó que tales animales
podrían constituir el reservorio del virus, y a
partir de ellos .se originarían las epidemias humanas. Los hechos de observación no sugieren
que esta posibilidad sea cierta. Los brotes de
encefalitis humana y caballar no suelen ser
coincidentes, y en muchos enfermos no se encuentra el antecedente de la relación con caballos. Por otra parte, lo.s estudios sobre la presencia de virus en la sangre de los caballos han
demostrado (HowrT) que es poco duradera, por
lo que no es fácil que constituyan el buscado
resc.rvorio.
En Rusia era conocida la existencia de una
enfermedad llamada encefalitis primaveral de
los bosques, cuyo reservorio parecía estar constituído por distintas especies de roedores y aves
y quizá también por grandes mamíferos. Posteriormente se demostró la presencia en distintos
lugares de Norteamérica del virus de la encefalomielitis equina oriental en pichones, faisan""s
y numerosos otros animales (tordos, buitr.:s,
cigüeñas, patos, lagartos, etc.), y HowrTT descubrió la presencia del germen de la encefalitis
equina occidental en el cerebro de 43 animales
salvaje::; distintos y en 144 esp2cies de aves.
Desde los posibles reservorios, la transmisión
al hombre se r ealizaría por insectos hematófagos. Los epidemiólogos rusos atribuyeron tal
papel a las garrapatas y a distintas especies de
mosquitos del género Culex. En el Japón, MrTAMURA y sus colaboradores pudieron transmitir a ratones la infección por el virus de la encefalitis japonesa B, por ·medio de Culex pipiens, infectados artificialmente. L a transmisión
desde los Culex adquirió importancia cuando en
la epidemia de 1941 en el Valle de Yakima, del
Estado de Wáshington, HAMMON, REEVES, BROOKMAN, lZUMI y GJULLIN descubrieron el virus
en mosquitos del género citado y demostraron
al mismo tiempo la pr.esencia de anticuerpos virulicidas en la mayoría de los pollos d·e la región (HAMMON, LUNDY, GRAY, EVANS, BANG e
Izmvn). Culex intensamente infectados se descubrieron en los gallineros. No serían éstos los  セ ᆳ
cos mosquitos capaces de realizar la tranmisión
ya que REEVES y HAMMON han podido エイ。ョウュゥセ@
tir experimentalmente la encefalitis japonesa B
al ratón y al pollo mediante siete especies norteamericanas de los géneros Culex, Aedes y Culiseta, con lo que se demuestra que el número
de posibles vectores d e encefalitis es mayor de
ィセウエ。@
ahora ウセ@ セ「■。@
supuesto. Lo que
lo ・@ アセ
es discutible es la posibihdad de que el virus se
transmita por los huevos de los insectos, según
sostienen investigadores japoneses (MITAMURA)
y rusos (PETRISCHEVA, SMORODINTSEV) · los eStudios de REEVES y HAMMON no han podido confirmarlo. Puede decirse lo mismo del papel vector de las garrapatas (Argas persicum, Dermanyssus gallinae), con los que SMITH, BLATTNER
y HEYS refieren haber conseguido la transmisión experimental de la encefalitis de S. Luis,
en tanto que han fracasado en ello HAl\IMON,
REEVES e lZUl\II.
Aun demostrada la importancia como vectores de distintos mosquitos, no reina acuerdo sobre cuál e.s el reservorio auténtico de la enfermedad, ya que la presencia de anticuerpos virulicidas en la sangre no rs suficiente demostración. Para que un r eservorio pueda ser tal,
los animales que l e constituyan han de tener el
virus en la sangre de un modo suficientemente
duradero para poder transmitirle a los insectos
hematófago.s. Recientemente, HAMMON y REEVES han investigado el asunto en pollos inoculados subcutáneamente con una cantidad de
virus como la que es posibL que penetre con la
picadura de un insecto, y de los que se extrae
sangre para hacer pases en tiempos determinados. Demuestran así que la vilemia, en el caso
de la encefalomielitis equina occidental, no suele persistir más de dos días. Experiencias similares de haャ|QioセL@
REEVES e Izmn con el virus
de S. Luis demuestran que la viremia puede llegar hasta a las ciento veinte horas en el pollo,
y también セ ョ@ el pato y la paloma. En cambio,
con ambos virus no se demuestra viremh en
tern eras, gatos, cobayas y caballos, lo cual hace
poco probable que estos animales sean el reservorio del virus para que se infecten los mosquitos.
Como se deduce de los datos anteriores, faltlln aún detalles sobre la epidemiología de las
encefalitis, pero todo induce a suponer que d
papel predominante en su difusión, por lo menos セョ@
la de algunas formas (por ejemplo, la
de S. Luis), corre a cargo de los pollos, y que
los mosquitos Culex son los vectores entre los
animales y de ellos al hombre.
BIBLIOGRAFIA
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M., LUNDY, H. W., GRAY, J. A., E\'ANS, F. C.,
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•
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HA..\1.\!0:-1, W.
hamセエonL@
W.
M. G.,
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smordiセtevL@
362 1944.
BLA'M'NER,
R. J. y
HEY I'
•
A. E., SHUBLADSE, A. K. y
Arch. ges. Virusforsch., 1, :;49, 1939
F. M.
Science 100,
•
NEWSTROEV, V. D.-
MIANESINA, OTRO FARMACO COADYUVANTE A LA ANESTESIA
. Dsntro del estudio e investigación que se r ealiza en el terreno de la anestesia, y a la que tan
grandes progresos ha conducido el curare, ha
。セイ・」ゥ、ッ@
recientemente un trabajo farmacológico de BERGER y BRADLEY y otro clínico de
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TOMO XXIV
NÚMERO 6
GERMENES DE LA PLEURONEUMONIA
MALLINSON sobre el empleo de un nuevo producto llamado mianesina, y cuya composición
es alfa : beta-Dihidroxi-Gamma-(2-metilfenoxi)propano. Administrado en dosis convenientes,
produce la relajación muscular y la parálisis sin
provocar una detención de la respiración y sin
influenciar para nada la presión art-erial; tiene
una toxicidad muy baja, y es íntegramente destruída por el organismo animal. La mianesina
antagoniza totalmente las convulsiones p-or la
estricnina, anula la excitación debida a los barbitúricos y pot•encia la anestesia por estos fármacos. La mial).esina no parece que actúe sobre
el cerebro, pues no afecta la consciencia ;r no
causa nunca excitación .p renarcótica y, por lo
tanto, no puede incluírse entre los anestésicos
ni puede considerarse tampoco como un sustituto del curare, puesto que su modo de acción
es totalmente diferente, ya que así como el curare actúa sobre la sinapsa neuromuscular, la
mianesina actúa sobre la medula, deprimiendo
los reflejos. En virtud de su acción selectiva sobre la musculatura abdominal, la amplitud de la
dosis terapéutica y la ausencia de efectos desagradables la hacen más practicable que el curare, y, por otro lado, puede ser •eficaz en el
tratamiento de la parálisis espástica, estados
distónicos y para la profilaxis de las complicaciones traumáticas del electroshock.
BIBLIOGRAFIA
BERGER, F. M . y BRADLEY, W.-Lan cet, 1, 97, 1947.
MALLINSON, F. B.-Lancet, 1, 98, 1947.
LOS GERMENES DE LA PLEURONEUMONIA COMO AGENTES PATOGENOS EN EL
HOMBRE
Los gérmenes del grupo de la pleuroneumonía, llamados gérmenes L, están ampliamente
distribuídos, y algunas de sus especies son patógenas para los animales, especialmente para
el ganado vacuno y los roedores; pero de un
tiempo a esta parte han aparecido algunos trabajos sobre su demostración en los órganos genitales, tanto de los hombres como de las mujeres. Recientemente BEVERIDGE y cols. han aislado dichos gérmenes del 20 por 100 de enfermos con uretritis inespecífica, y las pruebas
de fijación de complemento fueron positivas en
463
más de las dos terceras partes de los sueros
probados; asimismo encontraron que el 17 por
100 de las mujeres que fueron asistidas en una
clínica ginecológica presentaban una u!'etritis
inespecífica, que en la mayoría de los casos era
debida a dichos gérmenes.
SALAMAN ha realizado una investigación en
este sentido, y ha cultivado los gérmenes L en
12 de 35 casos de gonorrea, 2 de 34 casos de
uretritis inespecífica residual de una gonococia
y en 3 de 24 casos sin signos de enfermedad génitourinaria, y en mujeres, en 11 de 18 casos de
gonorr-ea, en 39 de 63 casos de vaginitis por trichomonas, •en 8 de 18 casos de cervicitis inespecífica, en 20 de 20 casos de gonorrea y vaginitis por trichomonas, en 6 de 8 casos de cervicitis inespedfica y vaginitis por trichomonas y
en sólo uno de 17 mujeres normaJ.es clínicame!1te. Estos resultados no son muy concluyentes,
pero es de señalar que fué capaz de detectar los
gérmenes L por medio de la penicilina, que inhiben el crecimiento de los gonococos, pero no
el de los gérmenes L, según pudo probar en cada
una de las 80 razas de gonococos que examinó.
Los gérmenes L se caracterizan por crecer
bien en un medio de agar-chocolate al 10 por
100 en atmósfera de carbónico; se trata de gérmenes int-ermedios entre las bacterias y los virus, y en el examen microscópico aparecen como
una trama de filamentos muy finos, en cuyo
seno se encuentran las vesículas de 2-.10 micrones de diámetro. SALAMAN ofrece cuatro posibles explicaciones, admitiendo que puede tratarse de formas degenerativas de los gonococos,
que invariablemente contaminan los cultivos de
gonococos, que pueden vivir en simbiosis con
ellos porque sean estadios en el ciclo vital de
los gonococos. Desde el punto de vista etiológico, esta última posibilidad es la más verosímil, especialmente en vista de las dificultades
para demostrar los gonococos en la gonococia
crónica y complicada, y desde el punto de vista
clínico, la asociación frecuente de la uretritis
inespecífica con ·alteraciones oculares y fenóm enos reumáticos, hablaría en favor de una .posible intervención de estos gérmenes de la pleuroneumonía en la producción del cuadro denominado "enfermedad de Reiter".
BIBLIOGRAFIA
DI&'IES.-Proc. Soc. Exp. Biol. Me d., 44, 468, 1940.
99, 1942.
DIENES y SMITH.-Proc. Soc. Exp. Biol. -Med., セN@
BEVERIDGE.-Med. J. Austral, 2, 479, 1943.
KLIE:.'IEBERGER-NOBEL.-Lancet. 2, 46, 1945.
SALAi\IAN.-J. Path. Bact., 58, 31, 1946.
B!:VERIDGE, CAMPDELL y L•IND.-Med. J. Austral, 1, 179, 1946.
SALAMAN.-Brit. J. ven. Dis., 22, 47. 1946.