Download El Veracruz “portugués” del siglo XVII, 1640-1650

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Transcript
1
Artículo publicado en: Antonio Ibarra y Guillermina del Valle, Coords, Redes sociales e
instituciones comerciales en el imperio español, siglos XVII a XIX. Instituto Mora/ Facultad
de Economía UNAM. México, 2007: Pp. 41-83.
LA MALLA INCONCLUSA. VERACRUZ Y LOS CIRCUITOS
COMERCIALES LUSITANOS EN LA PRIMERA MITAD DEL
SIGLO XVII
Antonio García de León.1
Hoy se aprende más en un día gracias a los portugueses
que en cien años con los romanos.
García da Orta, Coloquios dos simples, 1563.
EL ESCENARIO CENTRAL
Lo que voy a proponer es la aproximación a un conjunto de eventos ocurridos en el
principal puerto de la Nueva España que involucran la actuación de individuos insertos
en solidaridades colectivas hechas de complicidad y confianza, a menudo basadas en las
relaciones familiares extensas y que se desarrollaron en el interior de un sistema que
más o menos funcionaba, es decir, en un espacio en construcción como lo fuera la
Nueva España de esa época. Esta reflexión arranca de la posibilidad de mostrar parte de
las mallas inconclusas que caracterizaron a la transición capitalista del XVII en un
contexto a la vez central y periférico: el del tráfico de la Carrera de Indias, por una
parte, y, por la otra, el de la América española dominada por un imperio que en esa
época, lejos de decaer, lo que hizo en realidad fue nunca llegar a despegar. El énfasis
1
Este trabajo forma parte de una investigación más amplia sobre la historia colonial del puerto de
Veracruz y su litoral sur, llamada ―costa de Sotavento‖ (Tierra adentro, mar en fuera: el puerto de
Veracruz y su litoral a Sotavento, 1519-1821). Las siglas de los archivos mencionados son: AGNM
(Archivo General de la Nación/México): en especial los ramos de Inquisición, Inquisición/Lote Riva
Palacio, Real Fisco de Inquisición, Reales Cédulas Originales y Tierras, AGI (Archivo General de Indias
de Sevilla), AHNM (Archivo Histórico Nacional de Madrid, en especial Inquisición Relaciones de causas
de fe), AIC (Archivo de la Inquisición de Cartagena de Indias, Colombia), ANOR (Archivo Notarial de
Orizaba, Veracruz), ANTT (Arquivo Nacional do Torre do Tombo, Lisboa), AMB (Arquivo Municipal
da Bahía, Brasil), BN (Biblioteca Nacional, México) y BNM (Biblioteca Nacional, Madrid, España).
Agradezco a la John Simon Guggenheim Memorial Foundation el apoyo económico para financiar parte
de la investigación.
2
puesto aquí en la Nueva España, y en particular en una de tantas redes comerciales que
crecieron y se extinguieron en ella en esa época, ofrece la oportunidad de mostrar las
vinculaciones de esta ―periferia‖ nada menos que con el ―núcleo‖ central mismo de un
capitalismo comercial que se trasladaba al norte de Europa en el justo momento de la
separación entre las coronas de España y Portugal. Por lo mismo, ésta es una historia
que empieza en Veracruz y termina en Ámsterdam.
Pero en el contexto de ese gran proceso de transición, en donde las limitantes
institucionales eran aún demasiado débiles, las redes comerciales resultaban muy
efímeras, dado que dependían de circunstancias muy cambiantes y estaban sujetas a
variaciones cualitativas que dificultan su encuadramiento actual a través de una sola
herramienta, el análisis de redes sociales.2 Las formas de socialización que se
establecieron en la Nueva España se fundaban principalmente en las estructuras
familiares y de parentesco, en una diversidad de situaciones que derivaban tanto de las
estructuras preexistentes como de las originadas en la Europa medieval, trasladadas a
América en el proceso de colonización. Estas formas, que iban de la familia extensa
cohesionada por los lazos de sangre a la construcción de redes de sociabilidad de muy
diverso tipo, tendían a reforzarse en tanto tuvieran que preservar intereses construidos
en su seno. Es por ello que el análisis de las redes comerciales, o el de las estructuras de
poder de ese periodo, se entremezcla con el tema de las relaciones de parentesco y
confianza, aun cuando la pertenencia a estas redes no excluyera la participación en otros
tejidos de relaciones.3 De manera general, este tipo de lazos se encontraba entonces
2
Que ha sido principalmente diseñada por la sociología y la antropología: dos disciplinas particularmente
sincrónicas y especialmente reacias a considerar la historicidad de los hechos sociales. Otras conclusiones
se desprenden de todo esto y tienen que ver con la manera de abordar y representar estas relaciones sin
perder la aprensión holística de los hechos históricos. Dicho de otra manera: ¿Es posible enredar a estos
comerciantes, que sobrevivían en una playa inhóspita, en las mallas tupidas de la regularidad y el
comportamiento lógico y ―económicamente correcto‖? Porque también, al poner el énfasis en esta parte
de la red atlántica portuguesa, además de obviar sus relaciones múltiples, hemos debido trasladar los
hechos a la centralidad del escenario de estudio (en este caso, Veracruz), aun cuando el verdadero centro
de este fragmento de la red atlántica haya sido en realidad la ciudad de México, de cuyo Consulado
dependía el principal puerto de la Nueva España; y que el nodo en el que confluían todas las relaciones
del grupo haya sido, como veremos, el patriarca religioso y económico que en ella residía.
3
Véase acerca de esto el artículo de Michel Bertrand, ―Las redes de sociabilidad en la Nueva España:
fundamentos de un modelo familiar en México (siglos XVII-XVIII)‖en Georges Baudot (comp.), Poder y
desviaciones: génesis de una sociedad mestiza en Mesoamérica, México, Siglo XXI Editores/CEMCA,
1998, p.p. 103-133. El mismo autor ensaya aquí una definición que puede sernos útil: ―Por red de
sociabilidad entendemos el conjunto permanente o temporal de vínculos de naturaleza diversa que unen a
los individuos entre sí. Estos lazos constituyen una verdadera organización social que rige al conjunto de
los individuos unidos de esa manera. Suponen entre los participantes lazos de solidaridad del mismo tipo
que los existentes en un linaje. Pero a diferencia de este último, reúnen a individuos relacionados también
por lazos de dependencia. El conjunto de esos vínculos los lleva a actuar de manera colectiva en una
misma dirección para la obtención de resultados que interesan, si no directa y simultáneamente, a la
totalidad de sus miembros, por lo menos a una fracción importante de ellos. Esta acción se organiza
entonces en torno a un elemento dinámico o central de la red que impulsa el movimiento hacia el todo‖.
3
sujeto a eventualidades como las que veremos adelante, que podían implicar cambios
bruscos y acontecimientos inmediatos que impiden hasta hoy considerar estas
vinculaciones como inmóviles.
Y ya ubicándonos en el escenario de los hechos, se suele decir siempre que la
Veracruz era la puerta y garganta de las mercaderías y la plata, el único puerto
autorizado de la Nueva España y, por lo mismo, un foco de atención del imperio en esta
parte de las Indias.4 Pero mucho de su desarrollo es contradictorio, pues su evidente
fortaleza parece más hecha de una suma de debilidades, de porosidades internas y de
paradojas combinadas, apenas flotando sobre un océano de negocios: justo como las
paredes de las casas y fortalezas de esta ciudad hecha de mar, que combinan el ladrillo y
la madera con la piedra múcara de las madréporas de sus vecinos arrecifes. Tan
inestable como su asentamiento, la Veracruz terminó por imponerse gracias a las
presiones del mercado, aún bajo las condiciones precarias impuestas por su fragilidad.5
Sin embargo, hay un aspecto digno de recalcar en todo esto: si la Veracruz se
mantuvo, creció dificultosamente como ciudad y sobrevivió para la posteridad, no fue
fundamentalmente por el gran comercio de la famosa Carrera de Indias —pues para
ésta no era más que una terminal de la ciudad de México—, sino por la más intensa y
constante actividad del tráfico de cabotaje, de contrabando y el sostenido legal e
ilegalmente con otras colonias americanas, en donde redes como ésta florecieron.
Porque a fin de cuentas, la Carrera solamente representaba una parte de la totalidad de
los intercambios,6 aparecía en primer plano pero no era lo definitivo. Fue más bien el
bullir de las actividades modestas pero constantes lo que hizo posible la supervivencia
del puerto en condiciones de extrema debilidad, así como su posterior desarrollo al
margen del debilitado monopolio sevillano.
En lo que se refiere a los mercados, aquí habrá que distinguir entre tres pisos
dentro de la circulación que se entremezclaron y que, al mismo tiempo, se desarrollaron
de manera independiente, dependiendo de las fluctuaciones del mercado y de los
cambios generales: el comercio intercontinental, el interamericano y el local. 7 Es en el
4
―Es Gobierno Político y Militar de los de primera atención en Indias‖, como dice un informante
anónimo en 1785: Anónimo, Índice comprensivo... BNM, Ms. 22572, 1785.
5
El viajero alemán Alejando de Humboldt, hacia 1802, llegó a decir que en su vida había visto clima más
insano y características menos idóneas para la ubicación de un puerto. Posiblemente el único puerto
americano que supera a Veracruz en esto haya sido Portobelo, desaparecido en ese siglo en el Istmo de
Panamá.
6
Su estudio actual en el comercio atlántico es algo así como una ―historia oficial‖, que impide ver
muchos detalles regionales y particulares.
7
Fernand Braudel, en su pequeño libro La dinámica del capitalismo, México, FCE, 1986, p, 11-12 que
resume su imponente Civilización material y capitalismo, desglosa esta transición: ―Lo que me parece
primordial en la economía preindustrial es, en efecto, la coexistencia de las rigideces, inercias y torpezas
4
segundo y el tercer plano en el que se inscribe precisamente el surgimiento de una malla
de intereses relacionada con las actividades diversas de quienes aparecían como simples
accesorios del gran comercio atlántico en el momento de mayor auge de la Carrera de
Indias: núcleos pequeños en los que la modernidad universal se instalaba, que
dinamizaban el lado oscuro del gran tráfico y que construían a su alrededor una
dinámica estructura paralela.
LA NATURALEZA DE LA RED LUSITANA
Entre 1580 y 1640, Portugal y los reinos de Castilla estuvieron unidos coyunturalmente
bajo la hegemonía de los Austrias: en condiciones que permitieron que los súbditos de
Lisboa —herederos de un imperio que se extendía por el Extremo Oriente, el África, el
Atlántico y el Brasil— se incrustaran por todo el imperio español implantando en él sus
formas de expansión comercial8 y ofreciendo sus servicios a los asientos y
consignaciones de la Corona española. Fue así como las redes mercantiles y financieras,
locales e internacionales, establecidas por ellos se fueron consolidando en el contexto de
la mentalidad emprendedora e itinerante de sus miembros, imbuidos de ese espíritu de
búsqueda y empresa que los llevó a cambiar constantemente de residencia en todo el
mundo conocido, en los dominios de Portugal, España, Holanda y Francia. Extrema
movilidad debida a la naturaleza de sus negocios y a los cambios impuestos por la
veleidad de los mercados. Así, con la unión de las dos Coronas, no fueron los
castellanos los que se infiltraron en el imperio portugués, sino los portugueses en el de
Castilla. Y por sobre la natural aversión que los españoles tenían entonces por la
industria y el comercio,9 —en tanto que preferían participar de la burocracia y la
iglesia—, esta supuesta infiltración de quienes se consideraban de la ―nación‖ judía
sefardí ibérica, se había desarrollado precisamente en estas actividades económicas de
riesgo, de tráfico de dinero, papeles valorizados, mercancías y seres humanos.
de una economía aún elemental con los movimientos limitados y minoritarios, aunque vivos y poderosos
de un crecimiento moderno. Por un lado están los campesinos en sus pueblos, que viven de forma casi
autónoma, prácticamente autárquica; por otro, una economía de mercado y un capitalismo en expansión
que se extienden como una mancha de aceite, se van forjando poco a poco y prefiguran ya este mismo
mundo en el que vivimos.‖
8
Desde antes de la unión de las dos Coronas, un artificio de los portugueses era cruzar la raya de
Portugal, asentarse en Sevilla o en Extremadura, españolizarse y luego pasar a las Indias de Castilla.
Diego Santiago del Riego, un fiscal de Santo Domingo lo expresaba así en 1563: ―Los extranjeros, en
especial portugueses, han hallado una invención para pasar a estas partes y comerciar, y es que teniendo
su naturaleza, casa y familia y hacienda en Portugal, vanse a un lugar de la corona de Castilla y piden
vecindad y dánsela, y como vecinos pasan a estas partes‖ (Citado por Marcel Bataillon, ―Santo Domingo
‗era Portugal‘‖, en B. García Martínez, et al., Historia y sociedad en el mundo de habla española.
Homenaje a José Miranda, México, El Colegio de México, 1970, p. 115).
9
Lo que Pierre Vilar llama ―el irrealismo español‖, el divorcio ―entre su manera de vivir y su manera de
producir‖ (P. Vilar, ―Le temps du Quichotte‖, Europe. Enero1956: 1-16).
5
En la primera mitad del XVII, el más amplio entramado portugués estaba
centrado en la capital lusitana y explica los sucesos que llevaron a su posterior
independencia. Como tal, era un vasto y frágil sistema, que no duró más que algunos
decenios, pues después de la ―restauración‖ de su monarquía, Portugal caería pronto
bajo la dinámica de otros sistemas imperiales más poderosos, principalmente los
centrados en Ámsterdam y Londres.10
Asimismo, la distribución de las vinculaciones del grupo de banqueros
portugueses que servían a la Corona castellana desde 1627 por lo menos, de
arrendadores y asentistas residentes en el imperio español, corresponde con la parte del
mundo controlada entonces por los conversos lusitanos y su ―estrategia de negocios.‖11
Era un conjunto de rutas y una cadena de prestación de servicios que conformaban
desde años atrás una malla internacional de próspero comercio marítimo, privilegiada
por las concesiones o asientos que les habían sido otorgadas por la Corona española, en
especial el de introducción de esclavos africanos y el de provisiones generales,12
dándole a los portugueses (en su mayoría conversos) una serie de privilegios que eran
muy criticados por los arbitristas, los consejeros del rey e, inclusive, por los
intelectuales cercanos a la corte.13 La vitalidad de las redes y de las rutas dependía a su
10
Según Fernand Braudel, ―el sistema portugués, extendido a las dos orillas, africanas y americanas del
Atlántico, constituye una inmensa red que se expande a través del nuevo mundo en una decena o en una
veintena de años. Esta viva expansión es forzosamente un hecho de importancia internacional. Sin ella,
Portugal no se hubiera ―restaurado‖ en 1640, es decir, no hubiera recobrado su independencia de España.
Explicar la restauración, como se hace de ordinario, por el florecimiento del azúcar brasileño, no sería, en
todo caso, suficiente […] La plata clandestina del Potosí, gracias a los nuevos cristianos portugueses,
prestamistas de Felipe IV el Rey Planeta, se unirá así con la plata oficial, regularmente desembarcada en
los muelles de Sevilla.‖ Fernand Braudel, Civilización material, economía y capitalismo…, tomo 2,
Madrid, Alianza Editorial, 1984, p.130-131.
11
La bancarrota de 1627 obligó a sustituir a los banqueros genoveses por los portugueses, y quien
favoreció esta medida en el Consejo de Hacienda fue el principal asesor o valido del rey: el conde duque
de Olivares. Una de las estrategias de los ricos conversos portugueses consistió en efectuar ―asientos de
anticipación‖, es decir, préstamos de dinero a la Corona a cambio del disfrute de una renta determinada,
especificando el tiempo del disfrute y la cantidad a percibir. Así, el 66 por ciento de las operaciones
realizadas en vellón por los portugueses en esta época se ajustaron a cambio de arrendamientos de rentas,
prorrogaciones en el disfrute de las mismas, o garantías de exclusividad ante la oferta de algún otro
arrendador, todo lo cual los había convertido en los dueños virtuales de las aduanas y los puertos (como
lo demuestra Rafael Valladares, Felipe IV y la restauración de Portuga, Málaga, Editorial Algazara,
Málaga, 1994, p.p. 199-235. Sobre esta estrategia véase también: Frédéric Mauro, Le Portugal et
l’Atlantique au XVIIe siècle, 1960. Asimismo, sobre el origen de las redes comerciales portuguesas: J.
Gentil da Silva, Stratégie des Affaires à Lisbonne entre 1595 et 1607. París, 1956.
12
Nicolás Broens, Monarquía y capital mercantil: Felipe IV y las redes comerciales portuguesas (16271635, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 1989. El uno se refería a la concesión exclusiva para
introducir esclavos de Angola, el Congo y Guinea en la América hispana, y el otro a las ―provisiones‖ y
préstamos de los financieros portugueses a la Corona española.
13
Algunos de los argumentos antisemitas y antiportugueses más duros de la época provienen de Francisco
de Quevedo, uno de los autores más conocidos del Siglo de Oro español: Execración contra los judíos.
Crítica, Barcelona, 1996. Se trata de un texto de 1633 contra ―la blasfema obstinación de los judíos que
hablan portugués‖: ―Porque‖, dice, ―los judíos hacen con nosotros lo que Satanás hizo con Cristo (…) el
propio metal acuñan que Satanás‖. Bartolomé de Legasa, uno de los secretarios del ministro de la Real
Hacienda exclamaba, durante la escasez de fondos de 1646 (motivada por la persecución) que ―estos
6
vez de la circulación de mercancías y recursos, o, dicho de otro modo, del comercio que
en ellas se llevara a cabo.14 Y es que en la plena expansión de los inicios del siglo, la
Corona española no disponía de un sistema para movilizar sus ingresos dentro del
mismo imperio, o para trasladar la plata hacia las diversas plazas en donde se requería,
teniendo que recurrir precisamente a estas redes de comerciantes, los que ponían a
disposición de la Corona tanto el crédito necesario, las letras de cambio y los endosos,
como la transferencia de los ingresos y recursos en metálico. Además, la concesión en
Castilla de ―cartas de naturaleza‖ para el comercio con América, más todos los
privilegios anteriores, permitían la inserción de estas mallas de intereses en todas las
áreas del comercio.
Por su parte, y en lo que concierne a la Nueva España, la mayoría de los
portugueses establecidos en ella desde fines del XVI participaban de esta gran red de
transacciones y servicios: traficando negros esclavos de Guinea, Angola y el Congo,
cacao de Venezuela y Guayaquil, perlas de la isla de Margarita, plata y harinas, telas
europeas y asiáticas, metales preciosos y diversos productos americanos y europeos,
cuyo centro de distribución se hallaba precisamente en Veracruz, extendiéndose a
algunos puntos estratégicos del interior (la ciudad de México, Puebla, Guanajuato,
Querétaro, Taxco, Pachuca, Guadalajara, Zacatecas, las minas del norte y Acapulco).
Además, ante una serie de privilegios obtenidos por las cláusulas del asiento de negros
—entre ellos los de incautar esclavos de contrabando, revisar las cargas de los navíos,
interferir en la formación y control de las milicias de negros y mulatos, intervenir en el
control de las Lonjas de comerciantes y ejercer ciertas funciones tributarias en los
puertos habilitados como factorías de los asientos— la presencia de estos mercaderes se
hacía cada vez más indispensable mientras que los síntomas de rechazo a sus
actividades se venían acumulando en todo el imperio hispano-portugués. Y es que desde
la unión de las dos Coronas en 1580, los españoles, principalmente en América, no
acababan de integrar a los portugueses como súbditos de la Corona ni los aceptaban
totalmente, acusándolos en conjunto de practicar el judaísmo, lo cual era un buen
portugueses son aquellos que ni negocian con SM ni arriendan sus rentas, sino un género de gente que
trata con el dinero en cambios secos y otras negociaciones perniciosas, atravesando la negociación y
dando ley a los cambios‖.
14
Recordemos que en lo general, el imperio español estaba ya comercial y financieramente dominado por
genoveses, portugueses, ingleses, flamencos, alemanes y holandeses, que operaban en Sevilla, el corazón
mismo de las transacciones de la Carrera de Indias. Para darnos una idea de esta presencia, habría que
subrayar que, según Broens, en 1640 había 2 mil comerciantes portugueses de todo tipo solamente en
Sevilla y Madrid. Por lo mismo, el periodo de unión de las dos coronas, las seis décadas del imperio
―hispano-portugués‖, marca un hito importante en el primer impulso a la globalización de cuatro
continentes. Cfr. Serge Gruzinski, Les quatre parties du monde. Histoire d’une mondialisation, Turín,
Éditions de la Martiniêre, 2002.
7
pretexto para aplicar un criterio exclusivista según los intereses del Estado español y sus
mecanismos de represión político-religiosa. Los portugueses, por su parte, nunca
acabaron tampoco de considerar como propio al monarca español, conservando Portugal
su autonomía bajo una especie de ―dominación,‖ lo que terminó por empujarlos hacia la
―infidelidad‖ desde 1640.15 En América, como bien se sabe, ―portugués‖ era sinónimo
de ―judío,‖ ―judaizante‖ o ―cristiano nuevo‖.
A este clima de creciente animadversión se vino a sumar el hecho de que las
rutas comerciales se hallaban, desde entonces y por lo mismo, severamente afectadas o
cada vez más fuera del control directo de la Corona española. En estas circunstancias, y
una vez habiendo triunfado en su guerra de independencia —en su ―restauración‖ y
separación de la Corona española— se aceleró desde 1641 el hostigamiento contra los
portugueses, año crucial en el cual, además, la flota no había arribado de España por los
constantes ataques de los piratas holandeses en el Caribe.16
Así, dentro de los sucesos que se desencadenaron en la Nueva España a partir de
entonces, quedó al descubierto la existencia previa de una extensa filigrana de rutas
comerciales y financieras, paralelas al comercio oficial y controladas por los conversos,
que atravesaban el Pacífico, desde el Perú hasta las islas Filipinas, y que cubrían todo el
entorno del Atlántico de Sevilla y la costa occidental de África, el Brasil y,
eventualmente, Venecia, Génova, Burdeos, Ruán y Ámsterdam.17
Y si acercamos la mirada hacia el principal puerto de la Nueva España, las
actividades primordiales de los lusitanos se concentraban claramente en siete campos de
actividad económica relacionados entre sí, que se habían ido creando —sobre todo y a
partir de las licencias para la introducción de esclavos africanos— en el ámbito del
15
La guerra de independencia de Portugal se produjo 14 meses después de la derrota de la monarquía
española en el Mar del Norte y a 23 semanas de iniciada la rebelión de Cataluña. Habiendo triunfado en
1641 con la ascensión del duque de Braganza al trono portugués (Juan II), se convirtió en una guerra de
27 años, hasta los tratados de 1668, cuando España admitió su derrota en todos los frentes y recibió a
cambio la posesión de Ceuta, en el norte de África. ―Su revuelta fue la más coherente, un bloque sin
fisuras de todo un pueblo; con algunas adherencias de tipo económico y social que no restaron un ápice a
su carácter de revolución política, de revolución nacional, y por ello fue la única que triunfó‖, dice
Antonio Domínguez Ortiz, ―Prólogo‖ a J. H. Elliott, et al., 1640: La Monarquía hispánica en crisis,
Barcelona, Centre d‘Éstudis d‘Historia Moderna Pierre Vilar/ Editorial Crítica, 1992, p. 11.
16
Véase nuestro libro Contra viento y marea. Los piratas en el Golfo de México, México, Plaza Janés,
2004, en donde analizamos la piratería como parte del continuum comercio legal, ilegal, contrabando y
piratería: un fenómeno que no puede solamente atribuirse al ―enemigo‖ sino como parte de la dinámica de
la corrupción en el seno del mismo imperio español. También en 1641, y como preámbulo a la guerra de
independencia, Portugal perdió temporalmente el control sobre sus fuentes de aprovisionamiento de
esclavos y azúcar, a apoderarse Holanda de la importante colonia de Angola y de una parte del Brasil.
17
Tomando a la red atlántica portuguesa en su conjunto, podemos decir que los principales puertos de
abastecimiento y de salida eran, en orden de importancia, Lisboa, Oporto, Viena, Pernambuco, Sevilla,
los del norte de España y los puertos franceses del Atlántico. La amalgama que cohesionaba todo esto era
un eficiente sistema de transferencia de pagos al que los historiadores europeos han llamado Atlantic
Paysystem.
8
comercio intercolonial del Gran Caribe (comercio que crecía a la par de la decadencia
creciente de la Carrera), en el de cabotaje hacia el sur de la Nueva España y Yucatán y
en los entresijos del comercio con España. Fue así como a partir de varias ciudades
fueron creando una auténtica red comercial capitalista, toda una tupida malla de
relaciones de intercambio de mercancías y esclavos, servicios fiscales, financieros y de
información, dado que a través de esas rutas circulaba también una parte del correo
escrito oficial.18 Tenían incluso personas, socios, sucursales y colonias mercantiles en
varios puertos del Caribe insular y de Tierra Firme. Así, la red se desarrollaba en varias
esferas de actividad:
1) Como factores o rendeiros de los asientos y el tráfico negrero: considerando a
éstos como la obligación contractual entre el monarca y los comerciantes a cambio de
un pago convenido por la prestación de un servicio. Así, la introducción de esclavos por
las compañías portuguesas a Nueva España tuvo su principal factoría en Veracruz entre
1590 y 1640, contándose aproximadamente unos 70 mil los que llegaron con registro en
ese periodo,19 y un 10 por ciento más los introducidos por las vías del contrabando. A
pesar de su importancia local, los negreros oficiales y ―sueltos‖ en realidad dependían
del centro de la red comercial que se ubicaba en la ciudad de México y que dirigía
Simón Váez Sevilla, originalmente vecino de la ciudad andaluza. Como puede
deducirse de los documentos, los negreros de Veracruz20 no eran más que agentes de los
establecidos en la capital. La ciudad de México era el centro del tráfico esclavista de la
Nueva España y Veracruz el puerto de desembarco, base de la factoría y cauce hacia la
capital. Por otro lado, —como ocurrió con los asientos esclavistas posteriores— el
18
Podemos decir que la información era la principal arma para el control de rutas y asociaciones de
comerciantes: Al transportar metálico, papeles y documentos oficiales, quienes controlaban las rutas se
enteraban del comportamiento de los precios, de noticias varias (entre ellas y con antelación de las
cédulas y edictos que les eran contrarios) y de las fluctuaciones de los mercados. Esta información
circulaba y se guardaba celosamente en el seno de una comunidad basada en un complejo tejido de
confianzas mutuas, las que sólo serían rotas por la labor represiva y de ―contrainteligencia‖ del Santo
Oficio de la Inquisición. Una vez hechos prisioneros, eran ampliamente interrogados para obtener
información acerca de sus contactos y transacciones. El Tribunal del Santo Oficio ejercía entonces un
papel estrictamente político para la salvaguarda de los intereses de la Corona.
19
Enriqueta Vila Vilar, Hispanoamérica y el comercio de esclavos, Sevilla, EEHS, 1977, p. 207.
20
Los factores de Veracruz se instituyeron desde 1596 y fueron: Francisco López Enríquez (1596-1601),
Juan Fernández de Moza (1602), Manuel Carrillo, con su Guarda Mayor y escribano Martín Cabral
(1603-1604), Francisco López (1605-1616), Tomás de León (1617-1622), Alfonso Váez de Oliveira, con
su Guarda Mayor Luis Pereira (1623-1633), Francisco Sánchez de Sosa (1632-1635) y Fernando
Rodríguez (1636-1641). Antonio, el hermano de Francisco Sánchez de Sosa, fue uno de los principales
factores en Cartagena de Indias. Por su parte, el primer factor, Francisco López Enríquez, fue acusado en
su tiempo de delitos contra la fe. BN, Archivo Franciscano, caja 66, exp. 1218, 1601-1606, ―Proceso
contra Francisco López Enríquez, portugués, mercader de negros, por judaizante‖.
9
comercio de esclavos no era tan jugoso en sí mismo, sino más bien, se erigía como un
parapeto autorizado que encubría la introducción ilegal de otras mercancías.21
2) Como introductores de cacao. Precisamente, el comercio del cacao
venezolano, que fue de hecho iniciado por esta red desde 1621, se creó gracias a una
creciente demanda: importándose a la Nueva España en virtud de la crisis agrícola que
no permitía cubrir las necesidades del consumo novohispano y de la redistribución a
Europa.22 Y es que después de 1620, Venezuela se había convertido en una plantación
al servicio del mercado novohispano: entre 1620 y 1650, el 99% de las exportaciones
venezolanas iban a la Nueva España. Este comercio se realizaba en fragatas propiedad
de miembros de la red que transportaban el cacao desde Maracaibo o desde La Guaira
(Caracas) hasta Veracruz, y que navegaban de regreso al Caribe con harina y trigo del
valle de Puebla, loza, plata labrada particular, y luego también, con la moneda metálica
que el virrey de Nueva España —aprovechando esta red de fragatas— distribuía para el
pago de la administración militar y civil de un fragmento del Caribe español: el llamado
situado de la plata. Las naves de tráfico del cacao pertenecían en su mayor parte a
contratistas venezolanos, a los Fernández Gramajo (judíos portugueses de Cartagena), a
algunos de los lusitanos vecinos de Veracruz y a Simón Váez Sevilla. De hecho, este
tráfico, que iba en ascenso antes de la persecución, se suspendió totalmente entre 1641 y
1645, recuperándose significativamente hasta finales del siglo.23
Gráfico: Exportaciones de cacao de Venezuela a Nueva España, 1621-1700
21
Habrá que decir, sin embargo, que en algunos años de prosperidad del tráfico negrero, el pago de
derechos por la introducción de esclavos de Angola, superaba al almojarifazgo del 10 por ciento por la
entrada de la flota. Como ocurrió en el lapso de marzo de 1638 a junio de 1639, cuando, de 297 mil 111
pesos cobrados por la Caja Real de Veracruz, 59 mil 55 correspondieron a la flota y 85 mil 380 a
derechos de esclavos introducidos. Véase: Klein, Herbert S. y John J. Te Paske, Las Cajas de la Real
Hacienda de la América española. Siglos XVI a principios del XIX. [Veracruz.xls, Carlos Rodríguez
Venegas]. Disco compacto. El Colegio de México/ INAH/ Facultad de Economía UNAM. México, 2004
22
Un 12% del cacao introducido no procedía del Caribe sino del puerto de Guayaquil, en el Reino de
Quito. Se introducía a través de Acapulco y se redistribuía desde México y Veracruz. Este cacao era más
barato y amargo: era consumido por los pobres y bebido con azúcar, aumentando la demanda de este
último producto. Uno de los actores de este tráfico fue Francisco López de Fonseca, quien residió por
temporadas en Santa Fe de Bogotá, Riobamba (Ecuador), Quito, Guayaquil y Acapulco. La persecución
lo sorprendió en Orizaba.
23
Eduardo Arcila Farías, La economía colonial de Venezuela, México, FCE, 1946. Este mismo autor
describe lo que fue la llamada ―feria del cacao‖ en el puerto de Veracruz, desde la primera mitad del
XVII. A mediados de la siguiente centuria era ya el 80 por ciento de cacao venezolano el que se conducía
a Veracruz, mientras que el total consumido ascendía a unas 322 mil 664 fanegas.
10
60000
50000
40000
30000
20000
Fanegas
10000
0
1621- 1641- 1661- 16811625 1645 1665 1685
3) Como introductores de textiles finos. El tráfico de las telas europeas (principalmente
de Ruán, de Inglaterra y de Holanda) y de sedas chinas, así como de otros productos
textiles. Esto implicaba una relación directa no solamente con Filipinas y Sevilla, sino
también, a través de Sevilla y las Canarias con otros puertos europeos y asiáticos dentro
y fuera del imperio español, que contaban con fuertes comunidades de judíos
portugueses. Estas telas se introducían legalmente y usando también las extendidas
redes del contrabando y el llamado ―comercio de balandra‖ que en ese entonces
prosperaba en el litoral del Golfo. La redistribución de estas mercancías se orientaba
principalmente hacia tierra adentro, la capital y las Provincias Internas, y hacia los
puertos del sur: Alvarado, Coatzacoalcos, Villahermosa, Campeche y Yucatán.
4) Como arrendadores de impuestos. La administración y el cobro de alcabalas y
tributos, que sentó las bases del mercado interno regional y estableció sus relaciones a
corta y gran distancia, se basaban en la larga experiencia de los portugueses en la
administración de la Casa de Contratación de Sevilla y otros lugares de España y
Portugal, permitiendo que se ocuparan de cobrar los impuestos de avería, almojarifazgo,
alcabalas y otras imposiciones al tráfico comercial —a través del control o la
complicidad con los Oficiales Reales— así como los tributos a algunas comunidades
indígenas situadas al sur del puerto, en las regiones de la Veracruz Nueva,
Cosamaloapan y la cuenca del Coatzacoalcos: precisamente allí donde los españoles
demostraban poca o ninguna eficiencia en el control fiscal de los indios. En este último
caso, se usaban negros libres y parte de las milicias de pardos y morenos que estaban de
hecho bajo el control de los portugueses.24 Esta posición les daba además la capacidad
24
Algunos de los vecinos menores de la red, como Duarte Castaño, empleaban grupos de negros libres
armados –sus propias guardias o mesnadas- para obligar al pago del tributo, del que se guardaban una
comisión, a las comunidades renuentes en la Veracruz Nueva (Medellín, Tlalixcoyan, Tlacotalpan…), en
Cosamaloapan y en Coatzacualco. En esta última jurisdicción, uno de los acusados en 1642, Jorge
Serrano, había sido organizador de milicias de pardos y morenos, y luego, Corregidor y visitador de la
Real Hacienda precisamente en el ramo de los tributos de los indios. Cfr. Antonio García de León, ―Las
11
de visualizar potenciales mercados de consumidores en un mercado interno en
construcción sobre el litoral del Golfo. Los que sobrevivieron a los acontecimientos de
1642, pequeños tratantes y dueños de tiendas, seguirían por décadas imponiendo su
presencia en los pueblos más alejados.
5) Como redistribuidores de plata y cereales. El inicio del situado de las harinas
y el trigo, que al igual que el situado de la plata, vinculaba a Veracruz con la Florida,
Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico; Trinidad y el oriente de Venezuela (principalmente
la isla de Margarita y el puerto oriental de Cumaná). Estos situados eran una red de
suministros y relaciones de todo tipo entre la Nueva España y las colonias españolas del
Caribe: además, en los años anteriores al golpe inquisitorial, la redistribución estaba
bajo la supervisión del Corredor Mayor de la Lonja de Veracruz, quien fue durante este
tiempo aliado o miembro de la red.
6) Como poseedores de títulos de deuda, es decir, de préstamos hechos a
deudores en México, Provincias internas, Filipinas, Caracas, Maracaibo, Campeche, San
Juan de Puerto Rico, La Habana, Pernambuco, Angola y varias ciudades españolas
(Sevilla, Madrid, entre otras).25 Préstamos basados en créditos frescos concedidos en
periodos frecuentes de atraso de las remesas y los situados, lo cual habla no sólo de la
gran movilidad y del grado de inclusión en la economía-mundo de los principales
comerciantes acusados, sino de la capacidad de inserción en los tiempos discontinuos
del tráfico. En el momento de la represión, una gran cantidad de escrituras y letras de
cambio fueron decomisadas por el Real Fisco de Inquisición, convirtiéndose desde
entonces en simples documentos sin valor, pues su valoración era virtual mientras no se
convirtieran en metálico. La letra de cambio, era más que una mera orden de pago,
debido a que no implicaba únicamente la transferencia de dinero, sino también su
conversión en otra moneda. Esto, a su vez, hacía posible la especulación, dadas las
continuas fluctuaciones de cotización. Otros cobros eran las comisiones, las que
producían un promedio de cinco por ciento de interés anual.26
7) Como funcionarios menores. El usufructo y control de cargos intermedios en
la administración civil y militar, y en los negocios particulares; y en donde miembros
menores de la red, no necesariamente portugueses, actuaban como escribanos,
milicias de pardos y morenos en el Veracruz del siglo XVIII: una aproximación general,‖en Ejércitos y
rebeldes. XXV Jornadas de Historia de Occidente, Jiquilpan, Mich., CERMLC, 2005, p.p. 75-90
25
AGNM, RFI, 18, ½. Ff. 5-84, 1644, ―Relación de bienes y deudores de Fernando Rodríguez,
reconciliado‖.
26
Esto puede verse por ejemplo, en las donaciones que Antonio Méndez alcanzó a hacer a sus hijos
tenidos con negras de Angola (AGNM, RFI. 43, 14: 172-177, 1642-1643) meses antes de su aprehensión,
de seis mil pesos a cada uno, ―de cinco por ciento al año, que son trescientos pesos…‖
12
secretarios, capitanes de milicias, albaceas de bienes particulares, etcétera. En estos
cargos participaban también mulatos libres ilustrados que se habían iniciado como
empleados de los portugueses, algunos de origen angolano, y que de hecho
sobrevivieron a la expulsión.27
En virtud de todo lo anterior, el papel de los judíos portugueses en el
mantenimiento de las redes mercantiles del Atlántico y el Caribe resulta un aspecto
fundamental que ha sido poco considerado en el análisis del comercio del siglo XVII
entre España y las Indias. Asimismo, habría que resaltar la importante contribución que
esta comunidad tuvo en la expansión de los vínculos comerciales y humanos, enlazando
ciudades y puertos del imperio español en América con las ciudades, puertos y
establecimientos coloniales franceses, portugueses, ingleses y holandeses: en una red
que se extendía, por decir algo, desde Jamaica y Saint Domingue, hasta Barbados, la
Martinica,28 Cartagena de Indias, las Guyanas, Curazao29 y el Brasil portugués y
holandés. También, al propiciar la activación de las Lonjas de comerciantes y la
creación, en 1636, de la Armada de Barlovento (originalmente subsidiada por los
integrantes del Consulado de Comercio de la ciudad de México para la defensa del
Caribe);30 se insertaban en la estrategia política y militar del imperio, fortaleciendo las
rutas y los modos de operación comercial y financiera que desarrollaron los portugueses
en América, el Lejano Oriente, África y Europa. Se trataba en toda forma de un ―campo
magnético‖ de relaciones humanas a gran distancia. Es más, la cohesión misma del
imperio hispano-portugués, caracterizada por su gran extensión, estaba determinada por
la unión a través de ésta y otras redes de rutas comerciales que desarrollaban su
actividad dentro de los límites a menudo inciertos del imperio.31 Es más, estos
itinerarios comerciales le daban forma y marcaban su periferia, constituyéndose en las
27
AGNM, RCO, 32, 14: ff. 34-35v., 1704, ―Contra funcionarios mulatos de origen portugués en la Vera
Cruz Nueva‖.
28
Abraham Cahen, ―Les Juifs de la Martinique au XVIIe siècle‖ en Revue d’Études Juifs, 2, 1981, pp. 93122.
29
Oruno D. Lara ha detallado la red en Curazao: ―Marchands juifs à Curaçao‖ en Caraïbes en
construction : espace, colonisation, résistance. t. I, CERCAM, Epinay sur Seine, 1992, p.p. 219-146.
También Linda M. Rupert, Rethinking Curaçao’s Commercial History. Some Initial Notes on the Role of
Black Seafarers and Jewish Merchants in the Early Modern Period (1648-1790). Ms. Duke University,
2003.
30
Manuel Alvarado M., La ciudad de México ante la fundación de la Armada de Barlovento, 1635-1643,
México, El Colegio de México/Universidad de Puerto Rico-Río Piedras, 1983. También: AHNM,
Diversos, 31, doc. 47, 3 junio 1637, ―Despacho del Cabildo de México a los Oficiales Reales de Vera
Cruz para el cobro del servicio de los 200 mil pesos destinados a la fundación y sustento de la Armada de
Barlovento, en virtud de la provisión del Marqués de Cadereyta de fecha 7 de enero de 1637.‖
31
Los portugueses eran muy influyentes pero no los únicos ni los más poderosos en ciertas áreas del
imperio. Con fortunas de 200 mil pesos o más, y sus contactos comerciales internacionales, establecieron
posiciones de fuerza diversas, pero el comercio directo con las Indias, organizado alrededor de la
Carrera, estuvo lejos de ser monopolizado por ellos.
13
arterias que permitían su existencia como tal. Destruirlas significó, como veremos, un
daño irreversible.
LA COMPLICIDAD GRANDE: LOS SUCESOS DE 1642
Pero después de haber desarrollado estrategias tan efectivas como fue mantener las
fragilidades de una red en expansión, sobrevino la guerra de independencia portuguesa
y con ella la decisión de la Corona española de erradicar a estos ―extranjeros‖ del
comercio y la administración del imperio. La secesión de Portugal coincidía con un
debilitamiento en sus posesiones africanas y americanas, con el fortalecimiento de los
reductos holandeses a raíz de su propia independencia y con un reacomodo total de las
colonias del Caribe, en donde se había recrudecido la intromisión de los enemigos de
España en varias islas y franjas de la Tierra Firme. Es en ese contexto de alarma que se
sitúan los acontecimientos que en México se atribuyeron a la llamada ―complicidad
grande.‖
Habiendo sido una práctica recurrente del Tribunal del Santo Oficio de la
Inquisición la persecución a los judíos de Nueva España, desde que se estableció
formalmente en México, en 1571,32 arreció en forma notable en 1642, por el
quebrantamiento total de las relaciones entre España y Portugal. Esta acción punitiva
tiene sus antecedentes en el clima de persecución que ya se vivía en España 33 y en el
virreinato del Perú, en donde había ocurrido una ola previa de persecuciones entre 1635
y 1639, que culminaron con un gran Auto de Fe que involucró a una parte de la red
portuguesa enlazada con la Nueva España. La persecución y el clima de antisemitismo
exacerbado coincidían además con la crisis política y económica de ambos virreinatos,
la que le daba el motivo para culpar a los judíos de las desventuras reales y supuestas
que sufría esta parte del mundo colonial americano.
Por otra parte, la administración como virrey de México de don Diego López de
Pacheco y Bobadilla, marqués de Villena y duque de Escalona, —de agosto de 1640 a
junio de 1642— así como la directa relación de éste con los sucesos de Portugal,34
crearon el clima propicio para que se hablara en México de una ―gran complicidad,‖ en
32
Solange Alberro, Inquisición y sociedad en México, 1571-1700, México, FCE, 1988. También: Stanley
M. Hordes, The Crypto Jewish Community of New Spain, 1620-1649. A Collective Biography Ph. D.
Thesis. Tulane University, 1980, y Robert Ricard, « Pour une étude du judaïsme portugais au Mexique
pendant la période coloniale », Revue d’Histoire Moderne. Paris, 1939, p.p. 459-471.
33
Debida a la declinación del conde duque de Olivares, supuestamente favorable a los portugueses y a la
expansión de sus negocios. Cfr. Antonio Domínguez Ortiz, Los judeoconversos en España y América,
Madrid, Ediciones Istmo, 1971 (Fundamentos; 11)
34
La guerra de independencia de Portugal, que estalló en junio de 1640, estuvo bajo la dirección del
duque de Braganza, nada menos que cuñado del virrey de Nueva España y quien se proclamó rey de
Portugal con el título de Juan IV, separándose de la corona de Castilla.
14
donde supuestamente el virrey, ligado al nuevo rey de Portugal, varios funcionarios y el
grupo compacto de los portugueses y sus aliados, pretendían arrastrar a la colonia entera
hacia los brazos de los enemigos del rey de España.
Estos sucesos, de los que se supo en México hasta abril de 1641, influyeron así
directamente en la cancelación de las concesiones para la introducción en América de
esclavos africanos, otorgadas desde 1580 a las compañías portuguesas por la Corona
española. La factoría del asiento en Veracruz, la segunda en importancia después de
Cartagena de Indias, fue cancelada desde mayo de 1641 y su principal factor, Fernando
Rodríguez, fue desconocido como tal por las autoridades del puerto. La tensión entre
españoles y portugueses aumentó a mediados de ese año, pues en la ciudad de México
circulaba el rumor de una conspiración en Cartagena de Indias y de que en el Brasil los
portugueses habían dado muerte a 3 mil españoles. El famoso obispo de Puebla y
visitador general,35 Juan de Palafox y Mendoza fue uno de los primeros en escribir al
rey diciendo que también la Nueva España estaba en serio peligro por todos estos
sucesos. ―Lo siguió la Inquisición, la cual informó a España, al inquisidor general, que
la capital, Puebla y Veracruz, eran presa de tensión por el temor de que los portugueses
de México estuvieran acumulando, como se creía, armas de fuego y parque. Palafox
recordó a la Corona que el duque de Escalona estaba emparentado con los Braganza.‖36
El duque de Escalona, en respuesta al rey, consideró entonces que todos estos
temores eran infundados y exagerados y defendió a los hermanos Váez de Acevedo,
principales acusados ante el Tribunal por ―judaizar‖ y por supuesto acopio de armas
aprovechando sus cargos militares,37 pues según él eran católicos a toda prueba y leales
a la Corona, como lo habían demostrado en el desempeño de sus cargos en México y
Filipinas. Y la verdad es que lo único que los portugueses estaban acumulando eran
35
Comisionado por la Corona para inspeccionar la conducta de los Oficiales Reales y de los ministros de
la Iglesia.
36
Jonathan I. Israel, Razas, clases sociales y vida política en el México colonial, México, FCE, 1980, p.
213. También: AGNM, Inquisición, 407, ff. 439-442, 1641. El virrey duque de Escalona era viudo de una
hermana de Braganza. A los ojos de la Corona, todos estos sucesos estaban encadenados por relaciones
familiares que se tejieron alrededor del conde duque de Olivares, Gaspar de Guzmán: recuérdese que
estalló también en esos meses una rebelión en Andalucía, encabezada por el Marqués de Ayamonte y el
duque de Medina Sidonia; y que éste último, don Gaspar de Guzmán y Sandoval, era pariente y
homónimo del conde duque de Olivares y hermano de doña Luisa de Guzmán, esposa del mismísimo
Braganza.
37
Pues en especial, gran parte de los ataques se dirigían contra un personaje supuestamente protegido por
el virrey, el comerciante portugués sefardí Sebastián Váez de Acevedo, encargado del abastecimiento de
provisiones y municiones de la Armada de Barlovento, mientras su hermano mandaba un destacamento
de infantería en la ciudad de México. El virrey Escalona los defendió a capa y espada, minimizando los
rumores de riesgo, pues según él, eran oficiales leales con muchos años al servicio del Rey. Sebastián y
Luis Váez de Acevedo eran, además, gruesos introductores de esclavos de Angola: véase, por ejemplo:
AGNM, Tierras. Vol. 3259, ff. 106-362v, 1615-1626: ―Cuentas en lengua portuguesa de introducción de
esclavos a Veracruz, en los navíos Nossa Señora de Nasaré y Nossa Señora de Ayuda‖.
15
caudales y fortunas, los que terminaron en poder del Real Fisco de Inquisición, la
administración del Tribunal del Santo Oficio: no sin antes haberles arrancado un
―donativo,‖que muchos dieron por temor a mayores represalias.38
Pero a los ricos comerciantes portugueses de México, ―comerciantes gruesos‖ —
que eran en realidad sólo un grupo dentro de los inmigrantes conversos y cristianos
viejos de Portugal y Angola— se les acusaba no solamente de practicar de manera
oculta la ―ley de Moisés,‖ o de apoyar a los rebeldes de Portugal, sino principalmente de
preparar en México una revuelta contra el rey de España en alianza con los africanos. Se
decía entonces algo que sólo era parcialmente cierto: que en Veracruz y Campeche
controlaban las milicias y las unidades militares estacionadas allí, que habían
establecido
nexos
de
colaboración
económica
(subvencionando a conventos y cofradías)
39
con
las
órdenes
religiosas
que tenían muchos esclavos y empleados
mulatos, que algunos vivían en unión libre con sus esclavas o libertas, que gozaban de
la lealtad del conjunto de la población de origen africano y que tenían abundante dinero
para llevar a cabo sus planes de supuesta subversión.40 La Real Cédula de febrero de
1642, dirigida por el monarca español al virrey duque de Escalona, reflejaba muy
38
Se trataba de ―…un donativo crecido a Vuestra Magestad, por estar los más ricos y caudalosos presos‖:
AGI, México, 35, N22, 9 febrero-28 marzo 1643, ―Cartas del virrey Conde de Salvatierra‖, f. 2. A pesar
de esto, se pudieron recoger 24 mil 200 pesos de oro de los residentes portugueses (10 mil de México, 5
mil de Puebla, mil 200 de Cholula, 3 mil de Tlaxcala, mil de Huejotzingo y 4 mil de Veracruz). Ya desde
1642 se habían reunido otros 2 mil 127 pesos entre 70 vecinos portugueses de Puebla, existiendo la
relación detallada de nombres y cantidades, y entre quienes destacan, por ―donar‖ más de 200 pesos,
Manuel Gómez, Manuel Borrego, Luis de Amézquita, Antonio García, Antonio Correa, Francisco
González, Gaspar Negrero, Vicente Rodríguez y Pedro de Sosa Cfr. María de las Mercedes Gantes
Tréllez, ―Aspectos socioeconómicos de Puebla de los Ángeles (1624-1650)‖ en Carlos Contreras Cruz y
Miguel Ángel Cuenya, Ángeles y constructores. Mitos y realidades en la historia colonial de Puebla
(siglos XVI-XVII, Puebla, BUAP, 2000, p.p. 207-317.
39
En especial se sospechaba de los jesuitas. En el mismo Veracruz, el grueso de la comunidad portuguesa
vivía alrededor de la plazoleta de la Compañía de Jesús, y el mismísimo rector del colegio de los jesuitas,
el padre portugués Andrés González, había sido objeto de una investigación del Tribunal del Santo Oficio
en 1635, ―porque no se le han oído decir, cuando dice misa, las palabras de la consagración‖ (AGNM,
Inq., Vol. 381, exp. 10: 13 ff, 1635). Se acusaba también a los jesuitas de guardar vales, cartas poder,
cartas de orden, letras de cambio y comisiones de los comerciantes portugueses del puerto en su
convento. Por lo demás, a ellos estaba encargada la evangelización y bautismo de los esclavos bozales
introducidos en las cargazones provenientes de África, motivo por el cual visitaban las ―armazones‖ de
esclavos una vez llegados al puerto. De esos años datan las primeras expresiones inquisitoriales, que
luego se harían vox populi en el puerto, de que la causa de que los portugueses y los negros no murieran
durante las epidemias de fiebre amarilla o ―mal de Luanda‖, era que mantenían secreta su adhesión a la
Ley de Moisés y un supuesto pacto colectivo con el demonio. Al parecer, la inmunidad de la comunidad
provenía de la leche materna de las nodrizas angoleñas, pero ésa es sólo una hipótesis de la que ya hemos
hablado en otro lugar.
40
A su vez, entre los portugueses también circulaban versiones alejadas de la realidad que eran producto
del clima de hostigamiento. En una carta de Fernando de Amézquita, fechada en Veracruz en 1641, se
mencionaban los rumores sobre cierto navío portugués con 150 soldados a bordo que estaría llegando a
las islas Canarias, en camino hacia Nueva España, para liberar a la comunidad de la persecución
inquisitorial, así como de un inminente arribo de los holandeses en el mismo sentido. AGNM, Inq., 449,
1: ff. 5-6, ―Proceso y causa criminal contra Luis de Amézquita, 1642‖. Luis era vecino de Puebla.
16
claramente todos estos temores. En ella se le advertía, antes de retirarlo de su cargo,
que:
Estéis con advertencia a reconocer el gran cuidado que pueden dar los
portugueses, respecto de ser como son en gran número y hallarse en los puertos
más armados de gente, más caudalosos de dinero que los naturales y más unidos
entre sí que todo el resto; que en los Reales de Minas están muy ricos y estoy
informado que vienen a ser la esponja de todo el oro y la plata de rescate y que
extravían mis reales quintos, y que no se recatan en hablar contra la fidelidad.
Que están muy mezclados con los negros, con quien tienen grande unión y
gran parentesco, y ellos los respetan, así por hallarse con mucho número de
esclavos, como por haberlos criado y llevado de Angola y mirarlos como a
Padres, los cuales componen gran parte del pueblo y que se puede tener
cualquier riesgo de ellos […] Y estéis con gran recato atendiendo que en la
Veracruz no introduzcan los rebeldes de Portugal ninguna negociación ni
correspondencia […] y particularmente al que nombráredes por Corregidor de la
Veracruz, procurando sea de entera y segura satisfacción y vos la habéis de tener
de que sea ajeno a toda codicia que es por donde se corrompe más fácilmente lo
seguro del gobierno.41
Fue así bajo estas circunstancias que, en junio de 1642, don Juan de Palafox y Mendoza,
obispo de Puebla y visitador (ligado desde antes al principal asesor o valido del rey, el
conde duque de Olivares, recibiendo de él órdenes expresas de vigilar al virrey), fue
nombrado arzobispo electo de México y, mediante un golpe de estado avalado por una
real provisión, se erigió como virrey y capitán general en sustitución del duque de
Escalona.42 A partir de entonces, varias familias de comerciantes, tratantes de poca
monta y simples artesanos o colonos, fueron exterminadas, expropiadas en sus bienes,
dispersas o desterradas. Los procesos en México en realidad habían empezado con una
serie de denuncias hechas en 1641 en el Tribunal de Sevilla contra el rico comerciante
41
AGNM, RCO, 1, 288: 528. De Felipe IV al virrey. Febrero de 1642. En esos días, el mismo Felipe IV
escribía, después de la caída del conde-duque de Olivares, que ―Habiendo considerado que el gran
número de portugueses que hay en estos reinos, y la mano que por medio de los asientos y
arrendamientos tienen, puede causar inconvenientes de mucho perjuicio. Tengo sometido a junta
particular pensar en los medios de atajarlos, y mientras se me consulta, me ha parecido ordenaros que los
arrendamientos de rentas que en adelante se hicieren, particularmente los puertos secos, no se rematen en
portugueses‖.
42
AHCV, ―Real provisión indicando al Duque de Escalona, cese en su cargo de Virrey de la Nueva
España y lo tome don Juan de Palafox y Mendoza‖. 1642. Caja 1, Vol. 1: 297-303. Don Juan de Palafox
se enfrascaría luego en un largo pleito con los jesuitas en su diócesis de Puebla, sufriría desavenencias
políticas a varios niveles y terminó por regresar a España. A fines del XVII sus hechos gloriosos fueron
objeto de varias hagiografías redactadas en la península, en donde se le atribuyen varios milagros: lo que
dio lugar a un proceso fallido de beatificación. Cfr. Antonio Rubial García, La santidad controvertida.
Hagiografía y conciencia criolla alrededor de los venerables no canonizados de Nueva España, México,
UNAM/FCE, 1999. Curiosamente, uno de sus más entusiastas admiradores fue el jesuita portugués
Antonio de Vieira (Lisboa, 1608- Bahía, 1697), quien en 1642 se convirtiera en valido, promotor y
recaudador de fondos para el naciente gobierno del rey Juan II de Portugal. Por su protección a los
conversos, Vieira fue perseguido por el Santo Oficio de Coimbra y terminó como predicador y misionero
en Brasil. Debatió sobre cuestiones teológicas con la monja poetisa mexicana Sor Juana Inés de la Cruz
Robert
Ricard,
―Antonio
Vieira
y
sor
Juana
Inés
de
la
Cruz‖,
en:
www.dartmouth.edu/research/sorjuana/Commentaires/Ricard/Ricard.html.
17
―mexicano‖ Simón Váez Enríquez (o Váez Sevilla, o Váez de Castelo Branco), en un
tiempo vecino de la ciudad andaluza, que mantenía tratos comerciales con la Nueva
España, —a donde finalmente se trasladó— y quien era el más rico de la comunidad
asentada en México, además, depositario de conocimientos religiosos del judaísmo, lo
que le dio un enorme prestigio en el seno de la comunidad sefardí mexicana:
considerándosele una especie de rabino, en cuya casa se reunían todos los ―judaizantes‖
de la ciudad de México.43 La acusación contra Simón Váez comprendía también a todos
los Váez de Acevedo, a la mayoría de los miembros de la numerosa familia Enríquez y
a otros conversos que habían cruzado el Atlántico y se habían establecido en el Perú y
México,44 o bien, que habían emigrado a Ámsterdam y a los puertos de la costa atlántica
francesa,45 sin romper sus nexos con los portugueses de Sevilla, ubicados en la calle de
la Sierpe, o ―calle de los portugueses‖. En 1620 Simón Váez se había casado con Juana
Enríquez, hija de Blanca Enríquez, ―descrita por los inquisidores como una de las más
pérfidas dogmatistas rabinas que pisaron la Nueva España,‖46 y de Fernando Rodríguez,
el mismo factor del asiento de negros en el puerto de Veracruz.
Por su parte, el breve gobierno de Palafox (de junio a noviembre de 1642)
deshizo los nexos financieros de Escalona con la comunidad judía, denunció su
sospechosa actitud de protección hacia ella y se apropió también de sus deudas con
algunos de los comerciantes perseguidos, en especial con Antonio Méndez Chillón,
mercader de Veracruz ligado a Váez Sevilla y a Fernando Rodríguez.47 Se ordenó
también, en virtud de la Real Cédula de febrero de 1642, que los portugueses entregaran
todas las armas que tuvieran en su poder (lo cual dio una magra cosecha de sólo 16
43
Simón Váez nació en 1598 en Santiago de Castilla y se crió en Castelo Branco (Portugal). Heredó de su
padre, Gaspar González Soburro, el interés por los negocios, pues éste había sido cobrador de rentas
reales en Lisboa (además de hostelero, carnicero y verdugo), hasta que un juicio inquisitorial lo obligó a
trasladarse a Sevilla, en donde un primo suyo, también llamado Simón Váez, había sido nada menos que
Contador del impuesto de Avería de la Casa de Contratación desde 1604. AGI, Contratación, 5874, L3,
ff. 129-129v., 4 0ctubre 1604, ―Nombramiento…‖ Sobre Simón Váez, véase: Eva Alexandra Uchmany,
―Simón Váez Sevilla‖, Estudios de Historia Novohispana, 9, México,. UNAM., 1987, p.p. 67-93;
Seymour B. Liebman, ―Fuentes desconocidas de la historia mexicano-judía‖, Historia Mexicana, 14, 56.
México, junio 1965, p.p. 707-719.
44
Estos procesos se encuentran en varios ramos del AGNM, en especial en Inquisición y Real Fisco de
Inquisición, y resumidos en el AHNM. Cfr. Seymour Liebman, Los judíos en México y América Central.
Fe, llamas, Inquisición, México, Siglo XXI Eds., 1971 y Luis Gerardo López Hernández, Los orígenes
del contrabando en México: Gobierno, guerra comercial e Inquisición en la Complicidad Grande (16241649), México, UNAM. Facultad de Filosofía y Letras, 2003 (Tesis Licenciado en Historia)
45
Cfr. Gérard Nahon, ―Le modèle français du marranisme: perspectives nouvelles‖ en Inquisiçao.
Ensaios sobre mentalidades, heresias e arte. Brasil, Universidad de Sao Paulo, Expressao e Cultura,
1987, p.p. 227-265.
46
Uchmany, op. cit., p. 70. También: AGNM, Inq., 398, 1: ―Proceso y causa criminal contra Simón Váez
Sevilla por observante de la Ley de Moysén, 1642-1649‖. Blanca Enríquez, avecindada en Veracruz junto
con su marido, murió en las cárceles secretas por efectos de la tortura y fue quemada en estatua en el Auto
de Fe de 1649.
47
Después de refugiarse varios meses en un convento, el duque de Escalona retornó a España, enfrentó un
juicio en donde obtuvo el perdón del rey y el cargo de virrey en Navarra.
18
armas de fuego) y que todos abandonaran el puerto de Veracruz y otras plazas
estratégicas, retirándose a más de veinte leguas tierra adentro, por su posible
complicidad con los rebeldes a la Corona. Algunos de los perseguidos, vecinos de
Veracruz, se trasladaron a Puebla y a la ciudad de México con sus familias, y otros se
refugiaron en la cercana villa de Orizaba, esperando que la tormenta amainara. Al
corregidor del puerto, Juan Fernández de Córdoba, acusado de participar en la supuesta
conspiración, se le condujo preso al fuerte de San Juan de Ulúa, y todos los portugueses
titulares de cargos militares o administrativos fueron despedidos, con excepción de
Sebastián Váez de Acevedo, cuyas funciones de proveedor de la Armada de Barlovento
se consideraron irremplazables. El único personaje conocido y sospechoso de judaizante
que escapó a la persecución fue Melchor Suárez, reconciliado de la Inquisición en
Portugal, quien era nada menos que secretario del virrey Palafox y que, como delator de
la comunidad, tuvo después una larga trayectoria política al servicio de Sanz de la
Mañozca y otros inquisidores, escapando a todas las acechanzas de la época.48
Si consideramos que los acusados ante el Santo Oficio efectivamente vivían en
las principales plazas de Nueva España, en ciudades como Puebla y Guadalajara, reales
de minas como Pachuca y Taxco49 y puertos como Veracruz, Campeche y Acapulco,
entonces podemos decir que ocupaban los lugares estratégicos de la economía
novohispana. Pero muy especialmente, el grueso de esta inmigración estaba ubicado en
las dos principales plazas del virreinato: la ciudad de México (en donde se decía, desde
1622, que tenían una sinagoga) y, en Veracruz. ―La Veracruz es la llave principal de
estos reynos y se hallan hoy en ella más portugueses que castellanos‖, decía Palafox en
una carta de noviembre de 1641,50 mientras que otros testimonios insistían sobre esta
presencia dominante en el litoral vecino, al sur del puerto.
Fue así como durante el gobierno de Palafox, unos 50 judíos portugueses (entre
los que había algunos extremeños) fueron apresados, entre ellos Simón Váez Sevilla,
Matías Rodríguez de Oliveira, Francisco de Texosso, Antonio Váez de Castelo Branco51
y varios más junto con sus familias. Hombres, mujeres, niños y ancianos ingresaron a
48
Sobre Melchor Juárez, véase: Alberro, op. cit.; Pilar Huerga Criado, En la raya de Portugal.
Solidaridad y tensiones en la comunidad judeoconversa, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1994.
(Cap. 4.2, ―Cristianos viejos y nuevos en Badajoz.‖)
49
Cfr. Araceli Reynoso, Judíos en Taxco, México, Gobierno de Guerrero/ Instituto Mora, 1991. También
Seymour B. Liebman, op. cit. Así como: Stanley M. Hordes, op. cit. y María Herrera Sotillo, Ortodoxia y
control social en México en el siglo XVII: el Tribunal del Santo Oficio, México, 1980.
50
AGNM, Inq., 489, ff. 85-88v., ―Carta del obispo Palafox al virrey Escalona‖.
51
O Antonio Váez de Acevedo, hermano de Sebastián, era nativo de Lisboa y de 30 años ―poco más o
menos‖. Era comprador y traficante de esclavos como agente de su hermano. Era vecino permanente de
Veracruz, alojado en la parte alta de la casa de un tal Gonzalo Rodríguez. Los esclavos los enviaba a
México e iban facturados a nombre de su hermano.
19
las cárceles secretas de la ciudad de México, saturándolas y obligando a la Inquisición a
construir nuevas prisiones, mientras que los bienes incautados eran puestos a
disposición de un fideicomiso creado para el efecto y administrado por el Tribunal y la
Real Hacienda: el Real Fisco de Inquisición. Y si bien varios tratantes escaparon a la
acción del Tribunal, no cabe duda que en esos meses el núcleo fuerte de la comunidad
judía de Nueva España fue totalmente capturado y destruido. A Simón Váez, el más rico
de la comunidad de México, le fueron entonces incautados más de 100 mil pesos en
bienes y capitales,52 aún cuando logró ocultar una parte de su fortuna. Otros acusados,
entre ellos los más ricos de Veracruz, no lograron evadir la acción depredadora del
Tribunal: los principales fueron reconciliados y desterrados en 1647.53 En el Auto de fe
del 11 de abril de 1649 —―el más grandioso y costoso que haya tenido lugar fuera de la
península ibérica‖54— varios de los cautivos fueron quemados.55
Nudos y nodos
Los principales afectados por la persecución en la Nueva España correspondían al
estereotipo imperante del judío portugués, al supuesto intruso y convertido en la
―esponja‖ que absorbía el oro y la plata. Los más conocidos fueron varios vecinos del
puerto de Veracruz, entre los que destacaban Fernando Rodríguez, último factor del
asiento de negros, Francisco Texosso y Antonio Méndez Chillón, uno de los
52
Entre sus deudores se encontraba quien fuera alguna vez Prior del Consulado de México, Álvaro de
Lorenzana, quien le debía 50 mil pesos. Louisa Schell Hoberman. ―Merchants in Seventeenth-Century
Mexico City: A Preliminary Portrait‖. Hispanic American Historical Review. Vol. 57, no. 3. Duke
University, 1977, p 488. Según esta autora, entre 1621 y 1653, se distinguieron en la ciudad de México un
total de 23 comerciantes gruesos. Por sus lugares de origen, 9 eran de Sevilla, 4 de México, 3 de Toledo,
2 de Castelo Branco (Baixa, Portugal), 1 de La Rioja, 1 de Palencia, 1 de Moguer, 1 de Córdoba y 1 de
Bilbao.
53
Simón Váez y su mujer, arrepentidos, fueron azotados en el Auto de Fe de abril de 1649 y expulsados
poco después. En ese famoso Auto fueron quemados vivos Antonio Váez, hermano de Simón, Duarte de
León, mercader y vecino de México, y Tomás Treviño de Sobremonte (el más ―rebelde y contumaz‖,
obcecado en su fe). ―El lunes 12 de dicho mes y año de 49 sacaron del Tribunal siete personas, los seis
hombres y a doña Juana Enríquez, mujer del dicho capitán Simón Váez Sevilla […] A todos los
sentenciaron a destierro perpetuo de estos reinos […] Entre los de Sambenito perpetuo fue uno el dicho
capitán y su mujer doña Juana, quienes mandaron en esta ciudad, y eran visitados por oidores y oidoras,
regalados y respetados como si fueran los más nobles del reino; fueron confiscados todos sus bienes, fue
su padre de dicho capitán carnicero en Casteloblanco, de donde fue natural, y a falta de verdugo hizo el
oficio…‖ Gregorio M. de Guijo, Diario, 1648-1664, Tomo 1[1648-1654], Edición y prólogo de Manuel
Romero de Terreros, México, Editorial Porrúa, 1952, p.p. 38-47.
54
Israel, op. cit., p. 135.
55
De los casi 200 judíos perseguidos en México entre 1642 y 1646, ―cerca de cien habían nacido en
Portugal, principalmente en Lisboa y en Castelo Branco; más o menos treinta y cinco eran nativos de
Nueva España, pero hijos de padres portugueses y otros quince o veinte, también hijos de portugueses,
procedían de Francia, España, Italia y el Perú‖. Algunos de los desterrados en 1647, y que eran vecinos
del puerto de Veracruz, eran criollos de Angola, o bien, eran hijos de padres portugueses y madres
africanas. De hecho, los portugueses vecinos de Veracruz, capturados en diferentes redadas entre 1642 y
1646, eran casi un tercio de todos los perseguidos en la Nueva España.
20
comerciantes más ricos del lugar. Otros cautivos, relacionados con ellos tanto familiar
como comercialmente, eran también comerciantes y pequeños tratantes, como Francisco
López de Fonseca,56 otro yerno de Fernando Rodríguez, quien era natural de Batán en
Portugal, que había sido vecino de Coimbra y La Guarda, de Valladolid, Madrid y
Sevilla, de Tenerife y Luanda, de Cartagena de Indias, Santa Fe de Bogotá, Quito,
Guayaquil, Riobamba y Maracaibo. Fue conocido en Perú como Francisco Méndez y
llegó como introductor de cacao a la ciudad de México, en donde, a través de Váez
Sevilla, se relacionó con Rodríguez. Su confesión ante el Santo Oficio ofrece mucha
información sobre la particular cultura religiosa de los conversos y los demás
procesados de Veracruz.57
Las lealtades primordiales del grupo se reproducían por medio de la adhesión a
la ―ley de Moisés‖ y a su particular interpretación hispanoamericana. La fe de los
conversos, así como sus vinculaciones y manifestaciones religiosas y de grupo, giraban
alrededor de algunos ritos y celebraciones, de los ayunos en determinadas fiestas —
como la ―fiesta grande‖ o yom kippur—58 de observar el sábado como día de descanso,
de las oraciones en español aprendidas de memoria,59 de la iniciación de los neófitos en
la pubertad o la juventud (cuando la familia podía transmitir a los hijos el ―secreto de su
fe‖ sin arriesgarse a una delación) y toda una concepción de la salvación personal con
rasgos más cristianos que judíos. En suma, un posibilismo marcado por una cultura
56
Quien en su confesión ante el Santo Oficio acusaba a otros de ser mercachifles: ―que buscando la vida
así mercachiflean‖.
57
AGNM, Inq., 410, 2: ff. 270-274, 1642, ―Contra Francisco López de Fonseca, judío portugués vecino
de Veracruz‖. Otros vecinos del puerto son: Tomás Méndez, también yerno de Fernando Rodríguez y
natural de Covilha en Portugal, Beatriz Enríquez, su mujer, Juan López Correa, hijo de Rodríguez, su
hermano el bachiller Rodrigo Fernández Correa, Joan Cardoso (natural de Silves, en el Algarbe de
Portugal), Francisco de Acosta (sobrino de Antonio Méndez Chillón e itinerante entre Veracruz y
Guatemala en el tráfico del añil), Manuel Díaz, Duarte Rodríguez, Clara Texosso (quien conducía
esclavos de Veracruz a México), Jorge de Espinosa o Jorge Serrano, natural de la ―raya de Portugal‖, que
había sido vecino de Pernambuco y San Salvador de Bahía. Cfr. AMB, Protocolos, 28, 1638.
Reconciliado en el Perú y Corregidor de Coatzacoalcos, Duarte Castaño (natural de Abrantes en Portugal
y vecino de Caracas), Diego de Campos (vecino de Campeche), Francisco y Manuel Gómez Álvarez,
Antonio González Jamaica, Alberto Duarte Correa (―tenedor de armas y bastimentos de la Armada de
Barlovento‖), Manuel Méndez Miranda, Catalina Enríquez, Antonio de Burgos (natural de Badajoz y
socio de Rodríguez), Juan de Araujo, Simón de Araujo (muerto en La Guaira ―en el terremoto de 1641‖),
etcétera.
58
Es curioso que en el código clandestino de la comunidad conversa de Veracruz, ―cobrar la escritura‖
significaba llevar a cabo un ayuno.
59
AGNM, Inq., 670, 83: ff. 18-50v., 1635, Nueva Veracruz, ―Proceso contra la memoria y fama de
Manuel Gómez de Acosta, portugués difunto, vecino de la ciudad de la Nueva Veracruz…‖. Varios
procesos de 1642 incluyen colecciones de estas oraciones. Gómez de Acosta, relajado después de muerto,
era dueño de una fragata del tráfico del cacao, la Nuestra Señora de la Natividad, miembro de la Lonja, a
veces Corredor Mayor de ella, controlador de los corredores, entre ellos un Manuel Coronel también
acusado de judaizar, relacionado con los jesuitas y con Duarte Rodríguez, uno de los expulsados en 1646.
En su agonía, acusó a los santos y al ―Cristillo‖ de no curarlo de sus males, se confesó adorador del
verdadero dios, Adonai, y pidió no se le enterrara con el hábito franciscano, sino a la usanza judía,
envuelto en una sábana blanca y con un bastón en la mano, pues desde los 16 años había traicionado a sus
padres adoptando la fe católica.
21
religiosa perseguida y obligada a carecer de manifestaciones públicas, de lugares
abiertos de culto y de reconocimiento social. Sus expresiones religiosas en el contexto
de la cultura dominante y su expresión local en un momento de profundo sincretismo en
toda la Nueva España, marcaron para estas comunidades la adopción de algunas formas
católicas populares, la interpretación de los textos alterada por la lejanía de las fuentes
originales, el uso de Biblias ―en romance‖ editadas en Venecia o Ámsterdam, el ver
asociado al judaísmo con la riqueza y muchos elementos solamente posibles bajo el
clima de asedio en que estas comunidades se reproducían.60
Como en muchas otras partes, la comunidad sefardí de Veracruz era un tejido
social presidido por un patriarca rico (Fernando Rodríguez), influido desde México por
un dirigente espiritual y protector de sus vinculaciones personales y económicas (Simón
Váez Sevilla, yerno del primero), y en donde la mayoría de los miembros eran parientes
o relacionados entre sí y empezaban a descollar como nuevos miembros ricos de la
comunidad (Antonio Méndez Chillón, Francisco López de Fonseca, etcétera). Toda esta
estructura de lealtades, fue severamente trastornada a través de las denuncias y
confesiones
arrancadas
bajo
tortura,
lo
cual
generó diferencias
personales
irreconciliables. Al acusarse unos a otros de participar en los ritos y ayunos, los
miembros de la comunidad sólo podían sobrevivir en el destierro, la culpa, el
aislamiento, la sospecha y la dispersión.
Los dos personajes más importantes en Veracruz, y cuyos casos hemos podido
seguir hasta su expulsión a Sevilla, su posterior traslado a Pernambuco (Brasil) y su
incorporación a la comunidad sefardí de Ámsterdam, son Fernando Rodríguez y
Antonio Méndez Chillón, ambos expulsados de México en 1647 y puestos a disposición
del Tribunal de Sevilla.61 El primero era natural de la villa de Aveiro, hablaba
―portugués cerrado‖ y tenía más de 60 años cuando fue expulsado en 1647. ―Sabía de
antemano la llegada de los judíos a Veracruz, y por muchos años mantuvo su casa
abierta para que éstos pudieran descansar después de tan arduo viaje marítimo y
60
Algunos elementos de esta fe sincrética quedaron hasta hoy en la magia popular del litoral veracruzano:
como el culto a Adonai, mencionado en el proceso contra Gómez de Acosta, y que aparece ahora como
advocación del demonio en la magia popular de los Tuxtlas, en el sur de Veracruz. Cfr. Marcela
Olavarrieta, Magia en los Tuxtlas, México, INI, 1977. La huella afrolusitana también quedó en la
toponimia del puerto, pues de esa época datan las primeras referencias al lugar llamado ―Mocambo‖:
nombre afroportugués de los ―palenques‖ o kilombos de negros cimarrones. Aunque el Mocambo de
Veracruz recordaba más bien el nombre de uno de los barrios de Lisboa, que hasta hoy se mantiene en la
capital lusitana.
61
AGNM, Inq. LRP, 35,18: ff. 1-6, 1647, ―Relación de los reos que este Tribunal de la Inquisición de
México ha penitenciado y castigado en dos Autos de Fe que ha celebrado, y van desterrados
perpetuamente de Nueva España, Perú, Tierra Firme y Madrid‖. También: AHNM, Inquisición-Tribunal
de México, Libro 1605, Año de 1647, ―Memoria de los reos a quienes se les ha dado testimonio de las
sentencias para salir desterrados a España, desde Veracruz‖.
22
recobraran sus fuerzas para el difícil viaje a la ciudad de México.‖62 Tenía mercancías
distribuidas y esclavos vendidos a plazos, o deudores importantes en Orizaba,
Acatzingo, Puebla, México, Tlaxcala, Campeche, Cartagena de Indias, Sevilla, San
Paulo de Luanda, Caracas, Maracaibo, Pernambuco, etcétera. Fue reconciliado y había
contraído matrimonio con Blanca Enríquez (muerta en las cárceles del Santo Oficio y
―relajada en estatua‖ en el Auto de Fe de 1649). Ella era parte del grupo de ―las
Blancas‖, en cuya familia, —según una tradición milenarista propia de los judíos
novohispanos— nacería el Mesías en 1642 o 1643. A Rodríguez se le incautaron, entre
muchas otras cosas de menor valía, lotes de esclavos, letras de cambio, cartas poder,
libranzas, vales, recibos, escrituras de obligación, cobranzas, cuentas de libros, etcétera,
escritas en portugués y español63. De Fernando Rodríguez se cuentan otras historias
anteriores de persecución en Portugal y en Badajoz,64 y se decía que era sobrino del
célebre Antonio Rodríguez, gobernador de Angola. Su hija Beatriz Enríquez contrajo
matrimonio con Tomás Méndez, otro de los perseguidos, y Ana Suárez, otra de sus
hijas, era esposa de Francisco López de Fonseca. También, todos sus hijos fueron
encarcelados y desterrados.
El segundo personaje, Antonio Méndez Chillón, había nacido en Lisboa, en el
seno de una familia acomodada de conversos,65 presidida por su padre, Francisco
Méndez, y que se trasladó a Veracruz desde 1601.66 Desde Veracruz, Antonio Méndez
empezó a controlar el tráfico del cacao de Maracaibo a partir de 1628, cuando llegó de
Angola con un cargamento de esclavos como capitán de fragata de la compañía de
62
Liebman, 1965, p. 708. En la relación de los reos del AGNM se dice (f. 2): ―Fernando Rs. Natural de la
villa de Aveiro en Portugal vezino de la ciudad de la Nueva Veracruz a donde fue factor de los negros por
la corona de Portugal, viudo de doña Blanca Enríquez observante de la Ley de Moysén que murió en las
cárceles secretas de este Santo Oficio. Es de edad de más de sesenta años de buen cuerpo, blanco con
pecas en el rostro al lado derecho. Ojos azules, barba y cabello blanco y habla muy serrado la lengua
portuguesa‖. Según este documento, mostraba señales de circuncisión. Cuando llegó a Veracruz en el
comercio de esclavos, Rodríguez usaba el nombre de ―Francisco López‖.
63
AGNM, RFI, 20, 21: ff. 238-245, 1648, ―Bienes y esclavos confiscados a Fernando Rodríguez y doña
Blanca Enríquez, su mujer‖; AGN, Real Fisco de Inquisición, 17,8: ff. 124-160v., ―Secuestro de los
bienes de Joan y Simón de Araujo, naturales de Orense y comerciantes y vecinos de Veracruz‖.
64
Cfr. Pilar Huerga, op. cit., p.p. 140-147.
65
Luis Moure-Mariño, ―Apuntes sobre los Mendes de Lisboa‖, El Correo Gallego, Santiago de
Compostela, 25 de mayo 1997: ―Los Mendes de Lisboa monopolizaban casi ellos solos el comercio
portugués y a principios del siglo XVII admitían que su fortuna no bajaba de los ochenta millones de
ducados‖. Los Mendes Chillón eran de la tribu de Naar, descendientes de Isaac Naar. Otros ―alias‖ usados
por los Naar en Europa, África y América eran: Pina, Guillao, Chillón, Lópes de Lisboa, Lópes de Liz,
Lópes
de
Matos,
Lópes
de
Oliveira
y
―Lópes
de
Tepotzotlán‖
(http://www.jewishgen.org/jhscj/Genealogy.html)..
66
Francisco Méndez fue acusado en Veracruz de estar en contubernio con los contrabandistas holandeses
y estuvo preso en México, por esta causa, en 1608 (AGI, México, 27, nos. 52 y 57, ―Carta de don Luis de
Velasco a Su Majestad, 23 de junio 1608‖). Una hermana mayor de Antonio, Justa Méndez, fue
procesada por el Santo Oficio de Lisboa en 1596.
23
Rodríguez d‘Elvas.67 Méndez Chillón fue aumentando poco a poco las importaciones de
cacao de Maracaibo a Nueva España, mientras que el cacao de Caracas era
preferentemente introducido a Veracruz por Fernando Rodríguez, con quien compartía
esta red de comercio múltiple. El capitán Méndez Chillón comerciaba además con
cargas de ropa (telas de origen español, telas francesas de Ruán y sedas de China), plata
labrada, joyas, añil de Guatemala, vino y aceite procedentes del Perú y estaba
relacionado con los negreros portugueses de Cartagena de Indias, en donde dejó algunos
bienes y tenía un factor y negocios con Duarte Rodríguez, otro de los procesados en
México.68 La vinculación original con el Perú se estableció a través de Francisco
Texosso, también vecino de Veracruz y perseguido junto con su familia en 1642.
Antonio controlaba también una red de recuas de arrieros y a varios vendedores que, a
través de la factoría de negros de Veracruz, introducía esclavos de Cabo Verde, Angola
y el Congo al interior de la Nueva España, llevando de retorno productos mexicanos que
eran conducidos a la Florida.69 Méndez tenía asimismo muchos deudores, entre ellos a
gentes importantes. El principal de ellos era el virrey Marqués de Villena, que le debía
doce mil pesos cuando fue depuesto en 1642,70 y parte de su éxito consistía en que
vendía los esclavos a crédito y con facilidades de pago. Exportaba plata labrada, harina
y oro en tejos a La Habana (a su socio Antón Alfonso Nieto) y a algunos agentes en
Sevilla, y era socio de otros portugueses residentes en Venezuela (Domingo Fernández
de Acosta, alias Tangafarranga, Antonio González Jamaica y Pedro de Turcios), en la
posesión de varias fragatas que traían el cacao y que conducían el situado de la plata a
Puerto Rico y Cumaná. Entre sus socios y deudores se cuentan secretarios del virrey,
67
AGNM, Inq., 706, 2: ff. 27-41. ―Contra Antonio Méndez Chillón, mercader de Veracruz, 1645‖. Sobre
Fernando Rodrigues d‘Elvas, factor en Mina, véase: ANTT, Lisboa, Libro 5 de Confirmaçoes geraes, f.
843. También: ANTT, Lisboa: ―Antonio Mendes, Alv. para hir viver fora do Reino‖, Libro 1, ff. 248v219, 1628. ANTT, Lisboa, Inquisiçao, ―Papeis sobre vaias pretensoes da gente de naçao hebraica‖, Cabo
Verde, 1624-1632.
68
Cfr. En la Inquisición de Cartagena de Indias: AIC, Libro 355, R 02, ff. 372-373, 12 de mayo 1667:
―Ejecutoria ganada por Antonio de Ávila como sucesor de Duarte Rodríguez‖/ ―Ejecutoria ganada por
Martín Román de Nogales como sucesor de los bienes de Antonio Méndez Chillón‖. Sobre la red
portuguesa en Cartagena, véase: Antonino Vidal Ortega, ―Portugueses negreros en Cartagena‖, 15801640‖. IV Seminario Internacional de Estudios del Caribe. Memorias, Bogotá, Instituto Internacional de
Estudios del Caribe-Universidad de Cartagena. Facultad de Ciencias Humanas, 1999, p.p. 135-154.
69
Lo hemos detectado en varias transacciones de venta de esclavos en Orizaba y otros emplazamientos
del interior. Por ejemplo: ANOR, 659, 9 septiembre 1630: ―Antonio Mendes Chilón, que viene de
Angola, vende a Antonio de Ayala, mulato libre dueño de recua y vecino del pueblo de Orizaba, una
esclava negra nombrada María, de tierra Angola, de edad de veinte años poco más o menos, bozal, por
precio de 400 pesos de oro común‖.
70
AHNM, Inquisición, Legajo 4535, exp. 2. 33 fojas, año de 1655, ―Sobre los bienes de Antonio Méndez
Chilón, reconciliado por la Inquisición de México y los bienes y hacienda del marqués de Villena, virrey
que fue de México y de Navarra‖, en donde se narra la forma como Méndez envió a su sobrino Francisco
de Acosta, en 1645, a cobrarle al duque de Escalona esta deuda, un poder que otorgó el ―capitán Méndez‖
(capitán de fragata) al comerciante de México Sebastián de Castro para cobrar cartas de pago y otros
documentos a sus deudores. Según esto, las deudas del virrey ascendían a más de 40 mil ducados cuando
murió, hacia 1652.
24
oficiales reales del puerto, el hermano mayor del Hospital de la plaza (Fray Francisco
Roldán), el prior del convento de San Francisco en Veracruz (Fray Francisco Carrero) y
el mismo Comisario del Santo Oficio en el puerto (Francisco de Viruegas y Amarilla),
quien le debía una considerable suma de dinero (requerida a su turno y antes de su
destitución por la misma Inquisición). Recibía también, de otros vecinos del puerto,
joyas en empeño a cambio de préstamos en pesos. Su fortuna personal incautada en
1642 ascendía a 60 mil pesos ―poco más o menos,‖71 sin contar otros bienes muebles e
inmuebles.72 Pero hay que recalcar que el capital líquido incautado era mínimo, sobre
todo con relación a las mercancías almacenadas, esclavos, joyas, bienes inmuebles,
deudas y letras de cambio, lo cual era común en un periodo de crisis e inestabilidad.
71
AGNM, RFI, 43,4: ff. 48-69, 1645, ―Relación de acreedores y deudores y Audiencia de Hacienda del
reo Méndez Chillón‖: A más de una casa en la plazoleta del colegio de la Compañía de Jesús, en
Veracruz, ―lo que valía su caudal cuando fue preso, fue de sesenta mil poco más o menos, en reales, oro,
doblones, cadenas de oro, plata labrada, grana, cacao, vino, vinagre, aceite, ocho esclavos, ropa de
Castilla, canela, Ruán y mercaderías de Campeche‖.
72
Las fortunas de Rodríguez y Méndez, siendo importantes en Veracruz, eran menores a la de Simón
Váez y deben ser colocadas en un papel modesto si las comparamos con la de algunos comerciantes de
México de esa época, como Melchor de Cuellar y Francisco de la Torre, quienes poseían entre los dos
865 mil pesos de capital. Otros, como Alonso Ortiz de Arévalo y Cristóbal de Zulueta poseían un capital
conjunto de 501 mil 300 pesos. Personajes como Simón Váez, servían a veces como representantes de
estos ―Cresos‖ del Consulado de México. Cfr. José F. de la Peña, Oligarquía y propiedad en Nueva
España México, FCE, 1983, p.p. 109, 132-133.
25
Méndez, a pesar de las prohibiciones y de que los miembros de la comunidad no eran
partidarios de la posesión de bienes raíces, poseía además una casa de piedra y madera,
bodegas de almacenamiento, trapiches arrendados73 y otros bienes en Veracruz y sus
alrededores. Tenía deudores en todo el mundo del comercio del Atlántico y el Pacífico,
y de las minas del Gran Norte, desde Zacatecas hasta Nuevo México74. Por los detalles
de su proceso sabemos que Méndez Chillón tenía 53 años cuando fue desterrado en
164775 y que, siendo soltero, había vivido en supuesta unión libre con una de sus
esclavas de Angola, Lucrecia Zaure, (muerta poco antes de la persecución) y luego con
su hermana Tomasina, ―morena libre‖, con quienes había procreado, respectivamente,
dos hijos naturales: María de Zaure y Juan Chillón, a quienes dejó bajo custodia, la
primera con una dote en el ―niñado del convento de Regina Celi‖ en la ciudad de
México, en 1642, y el segundo al cuidado de Sebastián de Castro, un comerciante de
México
73
que
se
encargaba
de
sus
negocios
y
de
cobrarle
sus
AGNM, RFI. Vol. 35, 3: 1661: ―Pleito del Real Fisco de Inquisición contra Jacinta Buzón, vecina de
Veracruz y viuda de Juan de Bosques sobre los trapiches y azúcares que administraba su marido para el
reo Méndez Chillón, en la hacienda del capitán Sebastián de la Higuera y Matamoros‖. Es decir, en el
famoso Mayorazgo de Santa Fe de la Higuera, que ocupaba gran parte del camino de Veracruz a Jalapa.
El lugar es conocido actualmente como El Buzón, en la carretera Veracruz-Jalapa, y es uno de los sitios
arqueológicos olmecas situados más al norte.
74
Véase: ―Deudores a Chillón‖ en ―Audiencias de Hacienda que se tuvieron en el Tribunal con Antonio
Méndez Chillón en 9 de octubre de 1645 y en 20 de dicho octubre‖: AGNM, RFI. 43, 4: 48-69 (contiene
deudores, deudas, bienes raíces, bienes muebles, donaciones que hizo, fianzas que tenía hechas –a
funcionarios, entre ellos a don Francisco de Largacha, ensayador de plata, por 2 mil ducados-, lo que valía
su caudal cuando fue preso, prendas que se tenían empeñadas, cuentas en sus libros y cosas sueltas que
declaró). Entre los papeles secuestrados, que Méndez trató de recuperar (AGNM, RFI. 47, 3: 11-15v,
1645) se encontraban unas cédulas reales sobre su naturalización, cartas de pago de débitos ―que me
pueden ser pedidas‖ y las cuentas de un albaceazgo que estuvo a su cargo.
75
En la ―Relación de reos‖ del Lote Riva Palacio, se lee en la primera foja: ― AMC, soltero, vezino y
mercader de la ciudad de la Nueva Veracruz, natural de la de Lisboa en Portugal, de edad de sinquenta y
tres años, chico de cuerpo, algo grueso, ojos grandes, bien ajestado poblado de barba y bigote negro
entrecano. Ladino en la lengua castellana‖, con cicatriz aparente de ―circuncisión o retajación‖.
26
deudas.76
Después de la expulsión, en mayo de 1649, alguien vio a los desterrados ―andar muy
galanes y con espadas en Cádiz y Sevilla‖77, en tanto que Rodríguez y Méndez, entre
otros, se habían sumado a la comunidad sefardí del Pernambuco holandés, y luego a la
de Ámsterdam78, en donde volvieron a restablecer parte de su antiguo poder económico.
76
AGNM, RFI, 43, 14: ff. 172-199v., 1643, ―Donaciones que el capitán Antonio Méndez Chillón hizo a
sus hijos naturales tenidos con negras de Angola‖. Se refiere a María Zaure, hija de Tomasina Zaure,
vecina de Veracruz, y Juan Chillón, hijo de Lucrecia Zaure, ―morena libre difunta que vino del Reyno de
Angola‖. Lucrecia vino, según el documento, trayendo un cargamento de esclavos a Veracruz (―Y quando
falleció la dicha Lucrecia, su madre, quedaron en mi poder por sus bienes mill y quinientos pesos de a
ocho reales procedidos de algunas piezas de esclavos que la susodicha truxo del dicho Reyno de Angola
donde había sido mi esclava‖), pues era originalmente del grupo de ―signares‖, mujeres nobles de
Luanda, dedicadas a la trata, esclavizadas después por un decreto de 1622. Juan Chillón quedó bajo la
custodia de Sebastián de Castro, mercader de México y representante de Méndez. Al parecer, y según uno
de los testimonios, el casamiento de Antonio con Tomasina se hizo en Veracruz bajo el rito judío (no
reconocido como tal por los inquisidores mexicanos), pues es posible que estas mujeres de Angola fueran
judías: de hecho, la comunidad sefardí de Ámsterdam albergó en la segunda mitad del XVII a un grupo de
negros y mulatos expulsados del imperio español que practicaban la ―Ley de Moisés‖ y que provenían de
los contactos y las mezclas de españoles y portugueses con los nativos del Congo y Angola.
77
Cfr. Alberro, ¿DÓNDE SE CITA? 1988, pág. 583. La presencia de ambos en Pernambuco y San
Salvador de Bahía, en Brasil, está documentada en Protocolos, 1650, del AMB: así como sus relaciones
de ida y vuelta con la comunidad sefardí de Ámsterdam.
78
De hecho, ―…durante el siglo XVII la comunidad sefardí de Ámsterdam se constituyó en el eje
principal del judaísmo hispano-portugués de Europa occidental:‖ Yosef Kaplan, Judíos nuevos en
Ámsterdam, Barcelona, Gedisa, 1996, p. 11. Sobre la continuación de los negocios en Ámsterdam y la
naturaleza de la conducta mercantil sefardí, véase: Iosseph Penso de La Vega, Confusión de confusiones.
Diálogos curiosos entre un Philosopho agudo, un Mercader discreto, y un Accionista erudito,
describiendo el negocio de las Acciones, su origen, su Etimología, su realidad, su juego y su enredo.
Ámsterdam, 1688 (BNM)
27
[Reproducción de una carta cuenta]
28
ALGUNAS CUESTIONES DE MÉTODO
Antes de concluir, quisiera advertir que el análisis de redes sociales (ARS),
perfectamente aplicable a este caso particular, despierta hoy muchas expectativas, y ello
se debe en gran medida a la fascinación que ejercen los formalismos matemáticos en el
relato de las ciencias sociales (en este caso, y tardíamente, entre los historiadores);
independientemente de su utilidad o de su función heurística y olvidando que sólo es
una aproximación intelectual amplia para identificar las estructuras sociales que
emergen de las diversas formas de relación, pero sobre todo un conjunto específico de
métodos y técnicas. Generalmente, las aproximaciones del ARS se centran demasiado
sobre una cuantificación de parámetros, más que sobre la estructura cualitativa global de
las redes,79 es por eso que en el desarrollo de una indagación se puede perder la
perspectiva inicial, propuesta ya por Simmel desde hace un siglo,80 que sitúa al ARS en
una posición subordinada de instrumento de notación: algo que sirve para manifestar
con mayor claridad la estructura lógica de un conjunto de proposiciones teóricas sobre
una problemática con claros referentes empíricos. Pero como para las matemáticas el
concepto de relación tiene un referente claro, completamente desproblematizado,
entonces siguen siendo indispensables los referentes cualitativos e interpretativos en los
que se enmarca cada muestra particular dentro de la unidad y la inteligibilidad de los
procesos histórico-sociales.81 Dicho de otra manera: no se puede dejar de considerar el
fondo económico que hace inteligible el conjunto, la interconexión dialéctica de todas
79
En nuestro caso, por ejemplo, si aplicamos sólo una cuantificación de relaciones entre nodos (actores,
personas), puede resultarnos que un simple mensajero está muy lleno de contactos y no por ello es un
actor de máxima importancia, dado que la centralidad, la confianza que suscita y el prestigio de una
persona es difícil de cuantificar numéricamente aun disponiendo de fuentes exhaustivas de contactos.
80
Georges Simmel, Sociología [1908], Madrid, Alianza Editorial. 1986. Lo más interesante de la
propuesta de Simmel se refiere a que las relaciones entre relaciones definen la naturaleza de las relaciones
mismas, y que éstas pueden ser diagramadas y mostradas bajo un modelo matemático. En México, desde
mediados del siglo pasado los diagramas de redes han sido más utilizados por los lingüistas que por los
antropólogos y sociólogos; por ejemplo, para establecer distancias léxico-estadísticas entre variantes
dialectales: un método iniciado en México por el lingüista norteamericano Morris Swadesh (la
―glotocronología lexicoestadística‖), una forma de mostrar el cambio lingüístico pero sin olvidar el
análisis cualitativo, gramatical e histórico de las variantes.
81
O como lo plantea Barry Wellman en un extenso artículo ―El análisis estructural: del método y la
metáfora a la teoría y la sustancia,‖ Revista Política y Sociedad, no 33 Monográfico Análisis de Redes
Sociales: la consolidación de un paradigma interdisciplinario. Madrid, junio 1999: ―Estas (pseudo)
concepciones han surgido debido a que muchos analistas han (pseudo) usado el ‗análisis estructural‘
como un cajón de sastre de términos y técnicas. Algunos lo han ‗congelado‘ hasta reducirlo a un método,
mientras que otros lo han suavizado en una metáfora. Muchos han limitado el poder del enfoque al tratar
todas las unidades como si tuvieran los mismos recursos, a todos los lazos como si fueran simétricos, y
como si los contenidos de todos los lazos fueran equivalentes‖.
29
las cosas, pues corremos el peligro de soslayar el contenido cualitativo de esas
contabilidades y de colocarlas fuera del marco de su época y lugar.82
Y en ese gran proceso de transición, más interesante puede ser el indagar si la
red comercial que establecían estas familias tenía la misma estructura a gran y pequeña
escala. Si es así, nuestra red puede tener un grado de autosimilitud que la emparienta
con un fractal. Independientemente de lo sugerente que esto resulta, las estructuras
fractales se manifiestan por sí mismas como muy eficientes: 83 lo que precisamente
resulta comprobable sobre las ventajas que las redes portuguesas indudablemente tenían
sobre otras redes existentes en esa época.
Si aplicamos una forma de nodo central, de red radial (como la que podemos
detectar en la estructura centralista de la recaudación de impuestos), perdemos toda la
riqueza paradójica de este ejemplo histórico complejo: pues su riqueza estuvo basada en
el hecho de que se necesitaron pocos actores, con relaciones muy cercanas y extendidas
hacia las más grandes distancias del planeta (de Ámsterdam a Filipinas, por ejemplo),
para establecer un conjunto diverso de formas de relación: lo que nos remite más
claramente a un modelo de red de mundo pequeño. Es decir, que tomando una red con
un diámetro grande y añadiendo un muy pequeño número de vínculos al azar, el
diámetro —definido como la distancia máxima entre dos posibles puntos de la red-,
tiende a disminuir drásticamente.84 Está claro que si las conexiones no se hacen al azar,
se puede llegar a construir redes de diámetro mínimo. Y mientras menor es el diámetro,
o lo que es lo mismo: el camino que tienen que recorrer mercancías, dinero,
información e influencias, mayor es la eficiencia de la red. En pocas palabras, para que
un miembro de la red en Filipinas pueda contactar con uno en Ámsterdam, hay muy
pocos pasos, una gran ―longitud‖ de caminos particularmente ―cortos‖ en donde el
diámetro efectivo de la red es mucho menor que las distancias geográficas y temporales
que cubre. De hecho, es ésta una forma particular de la mundialización del XVII, la
clave del proceso de modernización de ese siglo: a cargo de grupos pequeños que se
encargan de hacer pequeño el mundo.
82
Insisto en lo cualitativo porque el ARS se ocupa menos en porqué la gente hace lo que hace y más en la
comprensión de los condicionantes estructurales de sus acciones. En el caso de un ejemplo como el
descrito, para poder aplicar estas técnicas se requiere que esta comunidad se encuentre en su fase de
madurez, ‗congelarla‘ en ese momento y apuntar que las técnicas propuestas se encuentran limitadas por
las posibilidades de visualización disponibles, ya que existe un número de nodos (actores, en este caso) a
partir de los cuales se hace difícil una representación visual comprensible de la red.
83
Por ejemplo, una estructura fractal por excelencia como lo es un árbol, tiene una forma muy eficiente
de distribuir las hojas para captar la luz, y esa estructura se repite a la escala del árbol, de las ramas, de las
nervaduras de las hojas y de las raíces.
84
Es lo que se conoce como el ―fenómeno del mundo pequeño‖ o de ―los seis grados de separación,‖ ya
que en la red social planetaria cualquier persona resulta estar vinculada a cualquier otra por alrededor de
seis conexiones. Cfr. Duncan J. Watts, Six Degrees: The Science of A Connected Age. 2003.
30
Otra de las características que permitían la persistencia de la red atlántica, y que
se reproducía en el nivel de la Nueva España, era una especie de ―redistribución de
tensiones,‖ pues claramente muchos de sus nodos, sobre todo en los momentos de
peligro, hacían redistribuir las deudas para que no se acumularan sobre un miembro en
particular, distribuían sobornos y negociaban, aun bajo condiciones extremas de
presión, logrando perpetuar su poder al máximo.85 Esta ―integridad de tensión‖ marca
otro camino posible de análisis cuando aparecen reacomodos debidos al ejercicio del
poder.86
Parece claro además, que las relaciones de parentesco sobre las que se basaba el
conjunto, son redes de este tipo que ayudaron a hacerlo aún más eficiente, con la ventaja
de que si se quitan eslabones, la red sigue funcionando. Pero una red así tiene la
desventaja, como de hecho se demostró, de poder ser desmantelada fácilmente; pues, al
estar tan interconectada, todos sus miembros se conocían entre sí y compartían
información que, bajo situaciones de presión pudo volverse un factor de desunión y
desconfianza. Una forma de medir los límites de esta red, que son de hecho los del
imperio, es precisamente analizar hasta dónde persistía la estructura y hasta cuándo
pudo resistir a las embestidas conservadoras de las fuerzas que se oponían al desarrollo
de una economía-mundo.
85
Esto explica por qué, después de la ruptura de1640 los financieros portugueses lograron permanecer en
España, mientras se trasladaban con bienes y capitales a Holanda, Inglaterra y el Báltico.
86
Es lo que se ha traducido del inglés como ―tensigridad‖, término rápidamente desprestigiado por su
abuso entre los seguidores new age de Carlos Castaneda. Esa característica está en casi todas las redes
que han probado ser resistentes: hamacas, edificios antisísmicos, telas y hasta sistemas políticos: como
cuando una autoridad ejerce el poder en un sentido, pero recurre al mecanismo electoral que invierte esa
fuerza, lo que permite redistribuir las tensiones y hace más resistente al sistema. Muchas anécdotas de la
persecución inquisitorial de esta época, sobre todo cuando los perseguidos tratan de preservar su poder y
sus capitales, revelan la existencia de esta característica en la red que nos ocupa.
31
MATANDO A LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO
Además, algunos aspectos económicos que se desprenden de todo esto tienen que ser
explicados en el tenor más amplio de las turbulencias de aquel siglo que se debatía entre
la modernización capitalista y la restauración feudal: una batalla fractal, uno de cuyos
bordes se desplegaba en la Nueva España. En ese contexto, las intenciones del Santo
Oficio al incautarles bienes, capitales y deudas en un momento de profunda crisis
administrativa y fiscal se explican muy claramente por varias razones: por el desgaste
motivado por la prolongada guerra de España contra Francia (Guerra de Treinta Años),
por la bancarrota de 1627, por la crisis general de la monarquía hispánica —puesta en
evidencia por las rebeliones de Cataluña, Portugal y los Países Bajos— por el
incremento de las actividades de la piratería contra las principales plazas americanas del
32
imperio español, por el aumento —debido a lo mismo— de los gastos de defensa en el
Golfo de México y el Caribe, por la brusca disminución de la población indígena que
caracterizó a la Nueva España de entonces y por la escasez de los esclavos de origen
africano, que obligó a los españoles de México a incrementar nuevas ramas de la
producción, a efectuar cambios en la estructura de la propiedad y a buscar nuevas
fuentes de mano de obra.87 En 1633, lo que explica mucho de las ambiciones del Santo
Oficio sobre los capitales amasados por los conversos, había terminado bruscamente el
subsidio del rey a las Inquisiciones americanas, iniciándose un periodo de dificultades
financieras exageradas a menudo por los miembros del Tribunal.
El imperio español, entre 1580 y 1620, durante su última fase de expansión antes
de declinar, había absorbido y aceptado a los inmigrantes portugueses, sobre todo
porque aseguraban la apertura de grandes redes comerciales. Pero al iniciarse un largo
periodo de dificultades, había mucho menos riqueza que compartir y empezaron a
aflorar las intolerancias, en donde los huéspedes del imperio no eran bien recibidos: fue
así como el Tribunal de México, que vivía su propia crisis por el fin del subsidio, vio en
la persecución de los judíos una posible fuente de recursos frescos.88
En la metrópoli y a partir de 1640, las finanzas de la Real Hacienda entraron en
una severa recesión, agravada por todas las dificultades militares de la guerra en los
Países Bajos, las acechanzas en el Caribe, la rebelión de Cataluña y el frente portugués.
Las emisiones de moneda de vellón aumentaban mientras que los suministros de plata
americana se enfrentaban a nuevas asechanzas, incrementando su valor con relación a la
moneda acuñada, su premio, como se decía entonces.89 Los adelantos de los banqueros
no solucionaban el problema, mientras que los comerciantes judíos, crecientemente
amenazados, trataban de mantenerse neutrales y recurrían al recurso tradicional de hacer
cuantiosas donaciones a la Corona, para evitar la persecución o para paliarla
momentáneamente. En septiembre de 1642, y mientras se arreciaba el asedio a los
portugueses en Nueva España, el gobierno en la península se vio obligado a una
devaluación del 25%, lo que era en realidad una nueva forma de imposición fiscal para
allegarse recursos para los diferentes frentes de guerra.
87
―La mortandad de negros en esta Nueva España ha sido la mayor que se ha visto y la falta de entrada de
navíos de ellos, por la supresión del Asiento en Vera Cruz, me da ocasión a consultar a Vuestra Majestad
si se podrán socorrer las labores con indios en caso de necesidad urgente, aunque hay pocos‖. Esto lo dice
el virrey Conde de Salvatierra (1642-1648). AGI, México. 35, N22, 2 septiembre 1643, f. 1v.
88
―Si hubiera de hacerse‖, como dice Valladares, op.cit. , p. 224, ―un balance global de lo que supuso la
aventura financiera portuguesa en el seno de la Monarquía Hispánica, debería comenzarse por decir que
su papel inicial, desde 1627 y hasta aproximadamente 1635, fue positivo para las dos partes involucradas
[…] A partir de esta última fecha […] intentaron apurar sus mecanismos hasta sus últimas consecuencias,
el resultado fue que forzaron un sistema que acabó por reaccionar volviéndose contra ellos.‖
89
Earl J. Hamilton, American Treasure and Price Revolution in Spain. Cambridge, Mass., 1934, p. 86.
33
Y en todo esto, Veracruz era visto desde Europa como el principal puerto de
salida de la plata, en un momento en que el virreinato de la Nueva España empezaba a
sustituir al del Perú en cuanto al flujo de metales preciosos y recursos fiscales aportados
al imperio. Esta transformación, a la que se unía la vitalidad del comercio interno,
aumentó la importancia del principal puerto de Nueva España en los años en que
ocurrieron estos sucesos. Paralelamente, la avidez del Santo Oficio con relación a los
capitales de la red, y los mecanismos de presión y chantaje que usaba para obtenerlos,
eran favorecidos por el contexto de la crisis general imperante. Ésta generaba un clima
de tensiones, que como en épocas anteriores y posteriores, derivaron también en el
antisemitismo y la intolerancia religiosa. La ansiada ―pureza‖ del medio católico exigía
que los conversos que reincidieran en su fe fueran eliminados: para colmo, eran casi
todos extranjeros, comerciantes y usureros, y en su gran mayoría, ricos.90
Sin embargo, en lugar de fortalecer a la economía, al afectar a estos
comerciantes por la vía de incautarles bienes y capitales, se destruyeron también las
redes mercantiles ya establecidas por ellos, se rompieron los contactos y las rutas que
eran vitales para la supervivencia del gran comercio en esta parte del imperio,
profundizando entonces los efectos nocivos de la depresión. En este momento, y en
función de aprovecharse de estas redes tan golpeadas por los inquisidores españoles, el
rey de Portugal y la corona holandesa acogieron a los perseguidos, dándoles asilo en los
puertos de un Brasil ávido de colonización (principalmente en Pernambuco y Bahía),
mientras que otros se trasladaban a Francia y Holanda. El itinerario último de los
expulsados de Veracruz sigue de hecho esta ruta. Para 1675, algunos de ellos son
vecinos de Ámsterdam,91 de Pernambuco y de Curazao.
La decadencia del imperio español, la profundización de su crisis a mediados del
siglo, la consolidación portuguesa en Brasil y el auge del comercio en el norte de
Francia y los Países Bajos, tienen que ver con esta expulsión de los conversos de los
dominios hispánicos, con esta mutilación que termina por perjudicar a España y a su
imperio colonial (además, por supuesto, con las costosas guerras que la afectan en esos
años). Las redes construidas, las relaciones personales del gran comercio mundial de la
época, que se diluyen en las manos del corrupto tribunal, son de esta manera
90
O como lo dice Nicolás Broens, ―La Inquisición servía a la Corona española como instrumento con el
que intentaba dominar las redes comerciales de los portugueses, y las rutas que las constituían. No se
echaba atrás a la hora de chantajear sin ningún escrúpulo a los portugueses […] La Inquisición no debe
ser considerada como un mero tribunal eclesiástico, sino como un instrumento de fuerza y chantaje del
que podía disponer la Corona para controlar en mayor grado las redes comerciales de, primordialmente,
los comerciantes portugueses en Castilla y Portugal.‖ Vid., op. cit., p.36.
91
Véase: Joaquim Mendes dos Remedios, ―A populaçao judaico-portuguesa em Amsterdam no anno
1675‖en Os judeus portugueses em Amsterdam, Lisboa, 1911, p.p.197-209
34
aprovechadas por otros enemigos de la monarquía española en el contexto de la
competencia mercantil a gran escala.
Podemos decir que los efectos de la expulsión fueron de dos tipos:
primeramente, inmediatos y particulares, teniendo que ver sobre todo con la destrucción
de los derroteros y contactos de la red portuguesa ya mencionada. De manera
secundaria, se dieron algunas consecuencias de largo aliento que tuvieron que ver con
aspectos mayores de la crisis mundial de la economía en el siglo XVII, y en especial,
con su despliegue en el continente americano.
Porque no cabe duda que después del golpe inferido por la Corona y la Iglesia
Católica a este dinámico grupo de comerciantes, la vida económica del puerto sufriera
una de las más severas recesiones y efectos locales inmediatos. Esto coincide además
con la crisis particular, detectada en el cobro de los almojarifazgos, y que se acrecentó
con la reducción del tráfico de las flotas —de anual a bianual— la reducción a la mitad
en el cobro de impuestos en las Cajas Reales del puerto, aunque el tráfico del cacao
venezolano continuó incrementándose. Después de años de mala administración, la vida
comercial internacional no se pudo recomponer sino hasta después de 1720, ochenta
años después, cuando el comercio local y marítimo fue de nuevo acaparado por un
grupo emprendedor de catalanes, vascos y montañeses, iniciando un nuevo y azaroso
periodo de auge comercial. Todavía en 1648, un año después del destierro de los
principales inculpados, —a ocho años de la separación de las dos Coronas y de la guerra
entre ellas— el puerto de Veracruz seguía en un efecto de inercia siendo una plaza
segura para algunos buques y tratantes portugueses.92 En 1650, y según otros registros,
la ciudad permanecía marcada por la presencia de los conversos lusitanos, pues los
pocos que habían quedado al margen del arresto, lograban burlar la vigilancia de la
Corona, usando parte de los contactos anteriores para realizar sus negocios en el
mercado interno del litoral.
El funcionamiento de las Cajas Reales y la recaudación de los impuestos, el
tráfico del cacao venezolano, el situado de la plata, el comercio intercaribeño y otros
sectores de la economía local antes y después de la persecución muestran diversas
magnitudes del daño causado. De hecho, a partir de 1621 y por razones mucho mayores
92
―Tanto, que la Corona reprendió al virrey por su manifiesta incapacidad de hacer acatar la prohibición
del comercio entre Nueva España y Portugal‖. Israel, op.cit., p., 128.
35
relacionadas con la crisis general —y a las que Veracruz no era ajeno— se registró una
disminución continua en el movimiento marítimo.93
-------------------------------------Recaudación del almojarifazgo en Veracruz, en pesos
1587.1593
642,638.9
1594.1598
171,025.2
1599-1615
2.509,028.7
1616.1635
1.348,584.6
1636.1650
762,287.4
Fuente: E. Gil Blanco, 1997: 110-111
----------------------------------------Posteriormente, y más allá de las calamidades del siglo —como la epidemia de
fiebre amarilla que asoló el puerto en 1648— las acciones del Santo Oficio y del Real
Fisco de Inquisición se vieron fuertemente afectadas por la ineficacia y la corrupción,
especialmente en la administración de los bienes confiscados a la comunidad perseguida
(capitales y bienes raíces), lo que generó un sinnúmero de conflictos y recriminaciones
posteriores, como las acusaciones de malversación de fondos entre varios inquisidores
(Medina Rico contra Sanz de Mañozca, etcétera)94 que ocuparon la atención del Santo
Oficio durante varios años después. A raíz del ―secuestro‖ de los bienes, el Real Fisco
fue incapaz de hacer producir los capitales incautados —de cobrar las deudas y las
rentas de los edificios— y los inmovilizó en un contexto de simple acumulación:
concibiendo a estos capitales, principalmente en plata y oro, como una especie de botín
de guerra despojado de sus atributos monetarios. Porque lo que en realidad habían
hecho, muy de acuerdo con la mentalidad española de la época, era congelar los
capitales circulantes y sus condiciones espaciales de reproducción, sacándolos de la
circulación y convirtiéndolos en ―tesoros‖ muertos. Los títulos de deuda, escrituras y
letras de cambio que amparaban parte de esos capitales, terminaron también
inmovilizados y muertos, quedando hasta hoy incobrables en los fondos documentales
del Santo Oficio. Al pretender apropiársela para subsanar sus necesidades, al destruir a
un grupo comercial moderno, estos representantes del atraso español en la Nueva
España, terminaron por matar a la gallina de los huevos de oro. Y como dice Elliott con
93
Pierre et Huguette Chaunu, ―Le continent: La Nouvelle Espagne,‖ t. VIII, 1957; Emiliano Gil Blanco,
―Interpretación del comercio de un puerto colonial novohispano durante un periodo de crisis, Veracruz
(1587-1650),‖ Alcalá de Henares, EHSEA, 14 enero-junio 1997, p.p.75-123.
94
José Toribio Medina, Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en México. (1905
edición?) México, CNCA, 1991: en especial el cap. XIV, ―Resultados del Auto grande.‖
36
justa razón al referirse a la decadencia española: ―Parece improbable modificar la
versión comúnmente aceptada de la historia española del siglo XVII, porque existen
siempre los mismos naipes, por mucho que los barajemos: manos muertas y
mendicidad, ineptitud gubernamental y desprecio generalizado hacia la dura realidad de
la vida económica.‖95
Más allá de todos estos quebrantos y pasiones, y de un largo abandono posterior
del terreno portuario por parte de los colonos blancos, criollos y peninsulares (quienes
temían a las enfermedades del trópico, en especial a la fiebre amarilla), entregada a su
suerte como ciudad saqueada por piratas y funcionarios, Veracruz cobijaría desde
entonces a una población mestiza aclimatada a las condiciones locales, heredera de estas
tradiciones de tráfico y trajín constante.
Y fue así como el Veracruz de los portugueses se había diversificado
socialmente para finales del ―siglo de la depresión‖ y el recuerdo de esta presencia se
iría diluyendo al paso del tiempo.
95
J.H. Elliott, ―La decadencia de España‖ en Cipolla, Carlo, et al., La decadencia económica de los
imperios, Madrid, Alianza Universidad, 1985, p.p. 129-155.
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