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Decir amar para decir evangelizar por el arzobispo de
Tánger, monseñor Santiago Agrelo
Quien me invitó a estas Jornadas, me pidió que presentase "la
experiencia de Tánger", entendida como experiencia "de
evangelizar mediante el testimonio de la caridad cuando no es
posible el anuncio explícito de Jesucristo y de su Evangelio".
La petición se justificaba porque esa forma de evangelizar, la
única legal en Marruecos, podía resultar iluminadora también en
España, en una sociedad que es cada vez más plural, y en la que el
creyente encuentra cada vez más dificultad para compartir su fe,
para anunciar lo que ha conocido de Dios. "La experiencia de
Tánger" podría ayudar "a descubrir el valor evangelizador de lo que
hacemos y del modo en que lo hacemos".
En resumen, que si no he entendido mal, se me ha pedido una
reflexión, hecha desde la Iglesia de Tánger, sobre la fuerza
evangelizadora del amor. De ahí el título que les propongo: Decir
amar para decir evangelizar.
Desde la Iglesia de Tánger:
La reflexión está hecha desde Tánger, desde la experiencia de
una Iglesia que vive entre musulmanes. He de aclarar lo que esto
significa.
Para cualquiera de ustedes, hablar de 2.500 católicos, es hablar
de una parroquia pequeña, en la que tener un cura con dedicación
plena parecería un lujo injustificable. Sospecho que la
Archidiócesis de Tánger, un territorio de más de 20.000 Km2, no
llega a tener esos 2.500 fieles. El apóstol, además de decirnos
aquello de "fijaos en vuestra asamblea... no hay en ella muchos
sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas,
sino que lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a
los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar
lo poderoso"1, podría haber añadido: _ ¡Y por encima pocos!
Ésa es la realidad: que somos pocos, somos pequeños, y,
paradojas de la gracia, que a Dios se le ocurrió escogernos para sus
cosas.
1
Son muchos los carismas y culturas que embellecen el cuerpo
de esta pequeña comunidad eclesial; en ella están presentes quince
Institutos religiosos2, y tres Institutos seculares3. Y son muchas las
nacionalidades y colores de las gentes que integran la comunidad
eclesial: españoles, portugueses, franceses, italianos, polacos,
egipcios, filipinos, paquistaníes, gentes de color negro azabache
procedentes de los países al sur del desierto del Sahara...
Subrayo el hecho de que entre los miembros de la comunidad
eclesial no se encuentran marroquíes, sencillamente porque no
puede haberlos.
__________________________________________________
1Cor 1, 26-27.
2 Hijas de la Caridad, Misioneras de la Caridad, Adoratrices
Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, Franciscanas
Misioneras de la Inmaculada Concepción, Franciscanas de la
Inmaculada, Franciscanas Misioneras del Inmaculado Corazón de
María, Franciscanas Misioneras de María, Jesuitas, Hermanos
Franciscanos de Cruz Blanca, Hermanos de la Orden de Frailes
Menores, Carmelitas Descalzas, Carmelitas de la Caridad Vedruna,
Religiosas de Jesús-María, Instituto de la Bienaventurada Virgen
María, Esclavas de la Inmaculada Niña.
3 Pro Ecclesia, Vita et Pax, y Movimiento "Obra de María"
(Focolares).
__________________________________________________
¿Por qué desde Tánger?:
Habrán observado que, al resumir lo que se me pidió preparar
para estas Jornadas, lo dejé en "reflexión, desde la Iglesia de
Tánger, sobre la fuerza evangelizadora del amor". Habrán notado
asimismo que, al proponer el título de esa reflexión, toda referencia
a Tánger ha desaparecido. ¡Es justo y necesario! El del amor no es
un camino que, durante un tiempo y en un determinado lugar, una
Iglesia se ve obligada a recorrer, sino que es el camino que ha de
recorrer la Iglesia universal en todo tiempo y lugar, si quiere llevar
a los pobres el evangelio que para ellos el Espíritu de Dios le ha
confiado'.
2
Lo que quiere decir que el argumento de esta reflexión -decir
amar para decir evangelizar- podría exponerlo desde la propia
experiencia un creyente cualquiera que se haya sentado alguna vez
a los pies de Jesús de Nazaret para saber de Dios.
La experiencia dice, sin embargo, que la práctica de la caridad
no es considerada como forma primera y esencial de
evangelización, sino como alternativa pobre -no voy a decir
despreciada- al ejercicio de la predicación.
Hemos dado por cierto que las palabras tienen más fuerza que
la vida, que los discursos son más elocuentes que los abrazos:
¡Preferimos exponer doctrinas a compartir mesa!
Y aquí entra en escena Tánger. La razón es sencilla: Lo que no
aprendí por las buenas a los pies de Jesús de Nazaret, me lo enseñó
por las regulares la misión en un país musulmán. El obispo de
Tánger está hoy aquí, porque se supone que la Iglesia que él
preside, se ha visto llevada por la ley a evangelizar con el
testimonio de la caridad, dado que en Marruecos la ley no permite
evangelizar con el anuncio explícito de la palabra de Dios.
Quien hoy os va a hablar del amor como camino de
evangelización, lo hace desde Tánger, pero lo hace resaltando,
cuanto sabe y cuanto puede, que ese camino lo ha señalado a la
Iglesia, no una ley humana que coarta la libertad, sino el mandato
del Señor que nos ha hecho libres.
Sólo el amor dice bien de Dios:
Juan de la Cruz, hablando de la condición en que nos hallamos
quienes vivimos bajo la ley de gracia, escribió: "Porque (Dios) en
darnos, como nos dio, a su Hijo —que es una Palabra suya, que no
tiene otra-, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola
Palabra, y no tiene más que hablar"5.
Eso se dice en la Subida al Monte Carmelo, pero no habríamos
entendido mal si allí donde el místico escribió, "todo nos lo habló
junto", los indoctos leyésemos: "todo nos lo dio junto"; y donde el
místico dijo, "no tiene más que hablar", nosotros entendiésemos:
"no tiene más que dar".
3
No ha querido Dios que su revelación al hombre quedase
limitada al ámbito del conocimiento, y que nuestra relación con él
se viese circunscrita al ámbito de las ideas o
__________________________________________________
4 Palabras del Papa Benedicto XVI en Alemania: La Iglesia en
Alemania tiene muchas instituciones sociales y caritativas, en las
cuales el amor al prójimo se lleva a cabo de una forma también
socialmente eficaz y que llega a los confines de la tierra. Quisiera
expresar en este momento mi gratitud y aprecio a todos los que
colaboran en Caritas alemana u otras organizaciones, o que ponen
generosamente a disposición su tiempo y sus fuerzas para las tareas
de voluntariado en la Iglesia. Este servicio requiere ante todo una
competencia objetiva y profesional. Pero en el espíritu de la
enseñanza de Jesús se necesita algo más: un corazón abierto, que se
deja conmover por el amor de Cristo, y así presta al prójimo que
nos necesita más que un servicio técnico: amor, con el que se
muestra al otro el Dios que ama, Cristo.
5 San Juan de la Cruz, Subida al monte Carmelo, Libro 2, cap.
22, n. 3.
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de las creencias que tenemos sobre él. La meta a la que tiende
la divina revelación no es la comunicación al hombre de nuevas
proposiciones sobre Dios, sino la donación que Dios hace de sí
mismo al hombre. La revelación es un camino para el encuentro de
Dios con el hombre.
Dicho de otro modo: La revelación es el camino que el Verbo
ha seguido desde el seno del Padre hasta la plenitud de su entrega
en el misterio de la encarnación: Verbo revelado en la creación,
pues nada se hizo sin él; Verbo ofrecido a los suyos en los hechos
del pueblo de Dios, en la palabra de las Escrituras sagradas, en la
voz de los profetas; Verbo que, hecho carne, habitó entre nosotros,
lleno de gracia y de verdad.
Si, para Dios, revelarse significa darse, para nosotros, conocer
la revelación de Dios será, ante todo, aceptar el don que, por ella, se
nos hace: conocer la revelación significará acoger a Dios.
4
En la noche de Belén, el ángel del Señor no formuló un nuevo
enunciado sobre Dios, sino que anunció el nacimiento de un
salvador, que era el Mesías, el Señor.
La plenitud de la revelación no está caracterizada por la
exposición de una nueva doctrina, sino por el don del Unigénito de
Dios.
Esto sitúa la revelación en el ámbito del amor, porque el amor
es la razón del don de Dios, porque el don de Dios, a su vez, es la
medida de su amor6; y también porque la Palabra que nos habla de
Dios, ya se trate de la Palabra que crea el universo, ya se trate de la
Palabra velada en las Escrituras santas, ya se trate de la Palabra
entregada en el misterio de la encarnación, esa Palabra nos ha
llevado a este saber último: "Dios es amor"'.
Nuestra fe es necesariamente «fe en el amor que es Dios», o, si
quieren decirlo de otro modo, es «fe en Dios que es amor».
Y se intuye también que la vida de los que creemos en la
Palabra de Dios hecha carne, es inseparable del mandato de amar
que hemos oído de sus labios: "Como yo os he amado, amaos
también unos a otros"8.
El apóstol ya se limitará a parafrasear el mandato recibido:
"Amigos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de
Dios y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que
no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. En esto se hizo
visible entre nosotros el amor de Dios: en que envió al mundo a su
Hijo único para que nos diera vida".9 El enviado de Dios no es un
científico o un filósofo o un teólogo que llega con la misión de
instruirnos en esos ámbitos del saber. Dios nos dio a su Unigénito
para que, creyendo en él —acogiéndole a él-, tuviésemos vida
eterna.
Si no queremos hacer estéril la palabra de la predicación,
hemos de considerar "que el objeto de la fe, más que una doctrina,
es una realidad", y que "el misterio, más que un problema, es un
encantamiento"10
Como escribí en su día a los responsables de Caritas nacional
española, "a los pobres, los enviados de Cristo no les llevan
5
palabras sino sacramentos, no llevamos doctrinas sino
salvación"11; ahora podría añadir: no les llevamos una nueva
ideología sino una nueva vida.
__________________________________________________
6 Jn 3, 16: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su
Unigénito".
7 1 Jn 4, 8.
8 Jn 13, 34,
9 1 Jn 4, 7-9.
1° P. Charles, La priére de toutes les choses (Paris 1964).
Citado en J.-G. Saint-Arnaud, En las fronteras de la fe (Madrid
2012) 93-94.
11 Carta del 11 de junio de 2012.
_________________________________________________
Si no queremos hacer estéril la palabra de la predicación,
hemos de sacarla del ámbito del adoctrinamiento, para ponerla al
servicio de la experiencia de salvación: "Ves la Trinidad si ves el
amor"12
Temo, sin embargo, que este modo de percibir el objeto de la
fe, y de entender lo que hemos de llevar a los pobres, resulte de
hecho y con frecuencia ignorado, más aún, puede que muchos
eclesiásticos lo consideren un modo inaceptable de percibir y de
entender.
A todos nos conviene recordar el dicho de Nietzsche acerca de
los cristianos: "Creeré en su Dios cuando, nada más verlos,
parezcan salvados"13; o lo que de nosotros escribió el psiquiatra
Yves Prigent: "He observado que los eclesiásticos que me hablaban
de religión eran casi siempre sabios, casi siempre dotados de
capacidad de mando, y a menudo virtuosos. Pero que fuesen
amadores perpetuos, niños exaltados, hermosas criaturas vivas,
resucitados de buena mañana, seres barridos por el irresistible
viento del deseo que se impuso en Pentecostés, no; verdaderamente
ésa no ha sido nunca mi impresión. Su existencia no me ha
parecido arriesgada, audaz, soberanamente libre, profundamente
animada, vuelta hacia el exterior, abierta de par en par, vivida con
6
pasión... Muy por el contrario, mi impresión ha sido que lo que se
mueve en el ámbito de lo religioso es cerrado, rígido, planeado, ya
resuelto, digerido de antemano, prejuzgado, ya experimentado por
otros. No he percibido ninguna duda viva, ninguna locura, ningún
impulso perturbador, ningún absurdo infantil, ninguna belleza
natural, capaces de comunicarme que el Dios de esta gente estaba
vivo, lleno de deseo y de gracia, cargado de alimento y de
embriaguez, como el pan y el vino, ardoroso como un pastor o un
novio"14
Ese peligro de esterilidad que se cierne sobre eclesiásticos
sabios y virtuosos, se conjura mejor, creo yo, si el anuncio del
evangelio, en vez de confiarlo a palabras que pretenden explicar lo
que se refiere a Dios, lo confiamos a la práctica de la caridad que
imita lo que Dios es.
Al fmal va a resultar que las leyes antiproselitismo del Reino
de Marruecos están siendo una ayuda inestimable para que los
cristianos fijemos la mirada en lo esencial del evangelio.
Sólo el amor que damos, dice bien del amor que es Dios.
Sólo el amor dice bien de la verdad:
La verdad ha sido y es piedra de tropiezo para muchos
hombres y mujeres de fe.
Porque hay una verdad, porque Cristo es la verdad, porque se
nos ha concedido la gracia de conocer y amar la verdad, porque se
nos ha concedido el don increíble de conocer y amar a Cristo Jesús,
porque ya no somos capaces de entender nuestra vida sin la verdad
que es Cristo, podemos hacer de la verdad un absoluto y, en su
nombre, puede el creyente levantar barreras que lo separen de
quienes, supuestamente, todavía no la han alcanzado.
Nosotros hemos conocido que "la gracia y la verdad nos han
llegado por medio de Jesucristo"15 , y se nos ha dado creer que
Cristo nuestro Señor, es "el camino, la verdad y la vida"16. Pero
ese conocimiento que viene de lo alto, esa fe con que hemos sido
agraciados, al tiempo que nos permiten gozar del don de Dios,
pueden impedirnos gozar plenamente del don de los hermanos.
7
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12 San Agustín, De Trinitate, VIII, 12. Citado en Benedicto
XVI, Carta Encíclica Deus caritas est, 19.
13 Citado en J.-G. Saint-Arnaud, En las fronteras de la fe
(Madrid 2012) 75.
14 Citado en J.-G. Saint-Arnaud, En las fronteras de la fe
(Madrid 2012) 74-75.
15 Jn 1, 17.
16 Jn 14, 6.
__________________________________________________
Pocas cosas pueden resultar más peligrosas que el orgullo por
la verdad poseída. Si se apodera de nosotros, lo más fácil será ceder
a la atracción del fundamentalismo o precipitarse en el abismo del
relativismo. Pero eso que es lo fácil, y puede que por eso mismo
sea lo más socorrido, no representa los únicos peligros que acechan
al creyente en su relación con la verdad.
El más sutil puede que sea el de la superioridad moral que la
verdad concede a quienes creen haberla conocido.
Para hacer luz sobre los peligros que acompañan a ese
sentimiento, por otra parte muy natural, de superioridad moral, he
de referirme a la Declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano
II(17).
Con esa Declaración, la relación de la Iglesia católica con las
religiones no cristianas entraba de forma doctrinalmente
irreversible por el camino del respeto y del diálogo: "La Iglesia
católica no rechaza nada de lo que en estas religiones —hinduismo,
budismo, las restantes religiones que se encuentran por todo el
mundo- es verdadero y santo. Considera con sincero respeto los
modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, aunque
discrepen mucho de los que ella mantiene y propone, no pocas
veces reflejan, sin embargo, un destello de aquella Verdad que
ilumina a todos los hombres"".
A nadie se le oculta, sin embargo, que subrayar lo que une, no
elimina lo que separa. Y, de hecho, de aquel explícito "la Iglesia no
rechaza", "la Iglesia considera con sincero respeto", la Declaración
8
pasa a un igualmente explícito: la Iglesia "anuncia y tiene la
obligación de anunciar sin cesar a Cristo, que es camino, verdad y
vida, en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida
religiosa, en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas"19.
Con ello quedaban fijados los límites reales de este 'camino del
respeto' en la relación de la Iglesia con las religiones no cristianas,
límites en los que quedan atrapadas las propuestas que hace la
Declaración: La Iglesia "exhorta a sus hijos a que, con prudencia y
caridad, mediante el diálogo y la colaboración con los seguidores
de otras religiones, dando testimonio de fe y vida cristiana,
reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y
morales, así como los valores socioculturales que se encuentran en
ellos"20
Uno no puede evitar la impresión de que, también en esta
Declaración, la Iglesia se presenta como depositaria de la verdad, y
se dirige a los demás desde una posición de superioridad. Sería
dificil evitar la acusación de que los cristianos respetamos en los
demás, o miramos en ellos con aprecio, sólo lo que tienen de
parecido con nosotros.
El paso que se había dado hacia los demás, un paso decidido en
la dirección del respeto y del diálogo, rompía con una tradición que
exaltaba las diferencias y recorría caminos de contraposición y de
enfrentamiento, puede incluso que de negación del derecho del otro
a su modo de ser, de pensar y de creer. La Declaración devolvía a
la Iglesia los ojos para ver a Dios en el misterio de cada hombre,
pero la dejaba todavía sola en su papel de señora de la verdad.
Creo que los Padres conciliares fueron conscientes del callejón
sin salida a donde los había llevado la idea de situar la relación de
la Iglesia con las religiones no cristianas en el campo de la verdad
alcanzada o poseída. De ahí que, con un último golpe de timón,
pusieron proa al futuro, llevando la relación deseada al terreno del
amor:
__________________________________________________
17 Concilio Vaticano II, Declaración Nostra Aetate (= NAe).
18 NAe 2.
9
19 NAe 2.
20 NAe 2.
__________________________________________________
"No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a
conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen
de Dios.
La relación del hombre con Dios Padre y la relación del
hombre con los hombres sus hermanos están tan estrechamente
unidas, que dice la Escritura: el que no ama, no ha conocido a Dios.
Así se suprime el fundamento de toda teoría o praxis que
introduce discriminación entre un hombre y otro, entre un pueblo y
otro, en lo relativo a la dignidad humana y a los derechos que de
ella dimanan"21.
En el camino hacia los demás, podemos ir más allá de la
verdad compartida: podemos amarlos, sin que la verdad levante
barreras que el amor no pueda superar. En realidad, sólo el ejercicio
de la caridad puede decir bien de la verdad.
Pero sólo la verdad puede decir bien del amor:
Con ello decimos que el amor del que aquí se habla, es una
disposición de la mente, de la voluntad, de todo el ser, que ahonda
sus raíces en la fe que profesamos. El amor cristiano ahonda sus
raíces en el Credo, en el Catecismo, es decir, en la historia de la
salvación, en lo que Dios nos ha revelado de sí mismo, en lo que de
Dios hemos conocido por la fe.
Sólo si la fe le da forma al amor, el amor podrá dar testimonio
de la fe. Esto hace de la contemplación el recurso primero y
principal de Caritas. ¡Contemplación antes que bolsa! Que es como
decir: En el ejercicio de la cariad, el presupuesto anual no puede
suplir a la contemplación diaria.
El creyente ha de aprender a amar como es amado: como Dios
nos ama, como nos ama Cristo Jesús, con un amor semejante al que
se nos revela en la Eucaristía que ofrecemos y recibimos.
a) Amar como Dios nos ama:
10
En la creación, el amor de Dios se revela como pura gratuidad:
Todo lo que nace de Dios, sólo en el amor de Dios encuentra su
razón de ser.
Pero en la obra de la creación, si admirable resulta la gratuidad
del don, más admirable aún resulta la vulnerabilidad asumida por el
Creador que nos los hace: "El amor auténtico es precario y conlleva
el riesgo del rechazo. Requiere compromiso en vez de indiferencia,
y esto también hace vulnerables a las personas. Al Dios bíblico le
afectan las vicisitudes de la creación: se deleita con su belleza y se
aflige con sus aspectos trágicos"22.
¡El amor a sus criaturas hizo a Dios vulnerable!: Dios que
goza, Dios que sufre, Dios celoso, Dios que perdona.
En la narración que abre el libro del Génesis, acercamiento
teológico al misterio de la relación de Dios con sus criaturas,
primera escena en el drama de la libertad humana, hallamos
esbozada la trama de la relación de Dios con la humanidad, con
Israel, con nosotros. El relato del paraíso anticipa la experiencia
unitiva del Cantar de los Cantares y la tragedia de las
Lamentaciones, evoca alianzas e idolatrías, desposorios y
adulterios: En verdad, al crearnos, Dios ha aceptado el riesgo de
amarnos.
La encarnación de la Palabra, culminación y centro de la
historia de la salvación, y medida del amor que Dios nos tiene, es
evidencia de la vulnerabilidad de Dios.
En la encíclica «Deus caritas est», dedicada toda ella al amor
que es Dios, el Papa Benedicto XVI hace referencia a "un amor tan
grande que pone a Dios contra sí
__________________________________________________
21 NAe 5.
22 Cf. W. H. Vanstone, citado en IAN G. BARBOUR, El
encuentro entre ciencia y religión. ¿Rivales, desconocidas o
compañeras de viaje? (Santander 2004) 238.
__________________________________________________
mismo, su amor contra su justicia"23 . Es este amor que se nos
ha revelado, es este amor en el que hemos creído, el que ha de dar
11
forma al amor con que evangelizamos. No lo digo yo; lo dice el
vulnerable de Nazaret: "Amad a vuestros enemigos y rezad por los
que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial,
que hace salir su sol para malos y buenos, y manda la lluvia a
justos e injustos... Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es
perfecto"24 . Que el amor os haga vulnerables, como vulnerable es
vuestro Padre del cielo.
La del amor de Dios es la verdad que dirá bien de nuestro
amor.
b) Amar como nos ha amado Cristo Jesús:
Supongo que quien es servido también es capaz de amor: de
darlo y de recibirlo. Pero Jesús de Nazaret, el hombre que, ungido
por el Espíritu, fue enviado a evangelizar a los pobres25, dijo de sí
mismo: "El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a
servir y dar su vida en rescate por la multitud"26.
Pudieras entender que, en ese contexto, el verbo "venir" hace
referencia al misterio de la encarnación del Hijo de Dios.
En efecto, el evangelista Juan lo había visto como "luz
verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo"27 ; y
de él había dicho que "vino a su casa, y los suyos no lo
recibieron"28. Y luego, en la intimidad de unas palabras pobres,
encerró el misterio inefable del anonadamiento de Dios: "El Verbo
se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su
gloria"29 . Al decir que "el Verbo se hizo carne", con la palabra
«carne», el evangelista quiso expresar "lo ligado a la tierra, lo
caduco y perecedero, algo así como lo típico del modo humano de
existir"30 . Puedes entender que se hizo siervo, y, no habrías
entendido mal si entendieses que se hizo vulnerable.
El apóstol Pablo, en otro himno a Cristo Jesús, vio el misterio
de la encarnación como abajamiento, anonadamiento del Ungido de
Dios: "El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el
ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo, tomando la
condición de esclavo, hecho semejante a los hombres"31.
Pero tampoco entenderías mal el sentido del verbo "venir" si
considerases que, para "rescatar a la multitud", el Mesías Jesús, la
12
Palabra hecha carne, ha escogido, no el camino del poder, no el de
la sabiduría, sino el de la debilidad, el de la fragilidad, el de los
últimos, el de los menores, el de los que sirven a los demás32.
Y si quieres concretar las formas de ese servicio, sólo tienes
que recorrer las páginas del evangelio; allí encontrarás nombrada la
acción de Jesús: Anunciar la llegada del Reino de Dios, enseñar,
curar, bendecir, perdonar, buscar ovejas perdidas, monedas
perdidas, hijos perdidos, liberar oprimidos, resucitar muertos, darse
hasta dar la vida.
Ese don de sí, verdadero y real en cada hora de la vida de
Jesús, se hace amor extremo en la hora de su glorificación:
"Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó
hasta el extremo"33
_________________________________________________
23 Benedicto XVI, Deus caritas est, 10.
24 Mt 5, 44-45.48.
"Cf. Lc 4, 18.
26 MC 10, 45.
27 Jn 1, 9.
28 Jn 1, 11.
29 Jn 1, 14.
30 R. Schnackenburg, El Evangelio de, san Juan. Versión y
comentario. Tomo I (Barcelona 1980) 284.
31 Fil 2, 6-7.
32 Cf. J. I. González Faus, La Humanidad Nueva. Ensayo de
Cristología (Santander 1984) 185-206.
33 Jn 13, 1.
_________________________________________________
En aquella hora, porque ama, Jesús "se levanta de la cena, se
quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en
la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos,
secándoselos con la toalla que se había ceñido"34 . Has visto bien:
has visto realizado "ese ponerse Dios contra sí mismo"35 , has
visto a Dios a los pies del hombre, lo has visto siervo del hombre,
13
pues has visto a Jesús, al Maestro, al Señor, lavar los pies de sus
discípulos.
Lavando los pies a sus discípulos, Jesús representa lo que ha
sido su vida, la misión para la que ha sido ungido, de llevar a los
pobres la buena noticia; y anticipa, arrodillado, el don que a todos
va a ofrecer crucificado: el don de tener parte con él, de estar en
comunión con el Hijo, de entrar con el Hijo en la vida misma de
Dios36.
Es este amor arrodillado, el que ha de dar forma al amor con
que evangelizamos. No lo digo yo; nos lo dice el mismo a quien
hemos visto arrodillado: "Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he
lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a
otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con
vosotros, vosotros también lo hagáis"37.
Puede que en este capítulo del Libro de la Gloria se haya de
ver una referencia a la institución de la Eucaristía. Yo les sugiero
además que vean en aquel gesto de Jesús el acto de promulgación
solemne del ideario de Caritas: ¡Cristo a los pies de los pobres!
c) La Eucaristía, icono del diálogo de Dios con el hombre:
La Eucaristía es memoria verdadera, real, objetiva, del Mesías
Jesús.
Durante la Última Cena, Jesús, mediante la institución de la
Eucaristía, ha perpetuado la entrega de su vida. Ya en aquella hora,
él anticipa su muerte y resurrección, dándose a sí mismo a sus
discípulos38.
El pan que comulgas consagrado en este sacramento es el
Cuerpo entregado del Señor. El cáliz que se te ofrece para que
bebas de él, es el de la Sangre de Cristo, Sangre de la alianza nueva
y eterna, derramada por todos para el perdón de los pecados.
La gracia que en estos misterios recibimos, es la misma que el
Padre ofreció al mundo cuando por amor nos dio a su Hijo: La vida
eterna, el encuentro con Cristo, la comunión con él.
Si la verdad del sacramento representa —hace presente- la
entrega de nuestro Señor Jesucristo en el misterio de la
encarnación, el signo sacramental, el pan sobre la mesa de la
14
comunidad, nos recuerda el camino que ha recorrido hasta nosotros
la Palabra, la Luz, la Vida que viene de Dios: se hizo hombre, se
hizo pobre, se hizo maldición, se hizo nuestro Pan.
Sacramentos de la presencia de Cristo entre los pobres:
Dicho lo dicho, ya podemos hablar de lo que hacemos y del
modo en que lo hacemos, sin ceder a la tentación de quedarnos en
una enumeración de actividades.
Todavía necesito, sin embargo, recordar las palabras de la
profecía, que Jesús leyó un día en la sinagoga de Nazaret, y que allí
declaró cumplidas en su persona: "El Espíritu del Señor está sobre
mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los
pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la
vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de
gracia del Señor"39
_________________________________________________
34 Jn 13, 4-5.
35 Benedicto XVI, Deus caritas est, 12.
36 Cf. Jn 13, 8.
37 Jn 13, 14-15.
38 Cf. Benedicto XVI, Deus caritas est, 13.
Lc 4, 18-19.
_________________________________________________
Necesito recordarlas, porque en esas palabras, queda a la vista
el lazo misterioso que une, en Jesús de Nazaret, y también en
nosotros, lo que se hace con lo que se es. Ese lazo misterioso, que
hasta aquí habíamos llamado amor y verdad, es el Espíritu Santo, el
que está sobre Jesús y sobre nosotros, porque nos ha ungido. El
Espíritu de Jesús nos ha enviado a evangelizar a los pobres.
"El Espíritu es esa potencia interior que armoniza el corazón de
los creyentes con el corazón de Cristo, y los mueve a amar a los
hermanos como él los ha amado, cuando se ha puesta a lavar los
pies de sus discípulos y, sobre todo, cuando ha entregado su vida
por todos. El Espíritu es también la fuerza que transforma el
corazón de la comunidad eclesial para que sea en el mundo testigo
15
del amor del Padre, que quiere hacer de la humanidad, en su Hijo,
una sola familia""
Éste es, creo yo, el corazón de la presencia de la Iglesia en el
mundo, también entre musulmanes. La Iglesia no es una ONG, la
más grande y poderosa de las ONG. Intentamos ser la carne, el
cuerpo pequeño y humilde del infinito amor con que Dios ama a
sus hijos, sacramentos de la divina misericordia, memorias de la
bondad de Dios, hombres y mujeres ungidos por el Espíritu de Dios
y enviados a llevar a los pobres la buena noticia que necesitan,
aunque tal vez ya no la esperen.
Esto es lo que somos: Ungidos de Dios para amar.
"Para la Iglesia, la caridad no es una especia de actividad de
asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que
pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su
propia esencia"41.
Nuestro camino, como el de Jesús, es el de bajar y servir: "El
mayor entre vosotros se ha de hacer como el menor, y el que
gobierna, como el que sirve"4`
Nuestra lucha, como la de Jesús, es contra la enfermedad,
contra la explotación, contra la marginación, contra la tristeza,
¡contra el mal!
Y en esa lucha contamos con la complicidad del otro. En
Marruecos, con la complicidad de la sociedad marroquí y de sus
instituciones.
El estatuto jurídico que el rey Hassam II le ha concedido a la
Iglesia católica43, le permite ejercer públicamente y libremente sus
actividades propias, en particular las relativas al culto... a la
beneficencia de sus fieles y a la enseñanza religiosa.
En la lucha contra el mal, independientemente de credos
religiosos, estamos comprometidos y hermanados hombres y
mujeres de buena voluntad. De ahí que la sutileza estatutaria de
limitar a los fieles la beneficencia, y al ámbito de lo religioso la
enseñanza, no haya supuesto un impedimento real para llevar ayuda
y conocimientos a quien los necesita, independientemente de su
pertenencia religiosa.
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En nuestras guarderías, en nuestra Escuela para educación de
sordomudos, en el Centro para educación de niños discapacitados,
en los Centros culturales, en los talleres de corte y confección, en el
Centro de acogida para niñas en situación de riesgo social, no
impartimos enseñanza religiosa cristiana, sino educación específica
cuando se trata de remediar deficiencias congénitas", educación
especializada cuando se trata de favorecer la promoción de la
mujer, educación en valores universales cuando se trata de integrar
o completar la formación que los niños reciben en las escuelas de
Marruecos.
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Benedicto XVI, Deus caritas est, 19.
41 Benedicto XVI, Deus caritas est, 25.
42 Lc 22, 26.
43 Dahir del rey Hassam II, 25 rebia I 1404, correspondiente al
30 de diciembre de 1983. Véase texto francés en Anexo I; texto
español en Anexo II.
" Centro CENDIS (= Centro de Educación para Niños
Discapacitados), Escuela «Effetah», para educación de niños
sordomudos.
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Si se me permite hablar en términos de esperanza cristiana, yo
diría que también en Marruecos estamos trabajando por el
advenimiento del Reino de Dios, que también en Marruecos
estamos caminando hacia Cristo, que también en Marruecos
estamos llevando el mundo a su consumación.
Pero la utopía del Reino, la recapitulación de todas las cosas en
Cristo, lo que consideramos etapa final de nuestra peregrinación en
la fe, hemos de anticiparlo en términos de esperanza mundana.
En Marruecos como en España, unos y otros vamos hacia lo
que añoramos, cristianos y musulmanes nos esforzamos por
alcanzar lo que esperamos: Un mundo de hombres y mujeres
conscientes de la propia dignidad; una sociedad consciente y
respetuosa de los derechos inviolables de cada uno de sus
miembros; un mundo en el que los creyentes, sea cual fuere la fe
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que profesan, reconozcan en el honor que deben a Dios el
fundamento y la razón de su preocupación por el bien del hombre.
A modo de conclusión:
En la Encíclica Deus caritas est lo encontré dicho así: "La
naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea:
anuncio de la palabra de Dios (kerygmamartyria), celebración de
los sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia). Son
tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de
otra9,45
Por mi parte, intenté hacerles ver que el servicio de la caridad,
si ahonda sus raíces en los sacramentos celebrados y en la palabra
de Dios escuchada y acogida, es, por sí mismo y por eso mismo,
proclamación de la fe que lo inspira. Eso deseo, eso espero, eso
pido.
Gracias por su atención.
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45 BENEDICTO XVI, Deus caritas est, 25.
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