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Entropía
La entropía (del gr. enthropos, desorden) es el nivel de aleatoriedad molecular o desorden que posee
una sustancia. Es una medida de cuán inquietas son las moléculas de un compuesto. Existe, dentro
de las leyes de la termodinámica, un principio llamado “principio del incremento de la entropía”, el
cual dice que un fenómeno es natural sólo si tiende a incrementar la entropía del Universo. Por
ejemplo, cuando una taza de café se enfría, cede su calor al aire, haciendo que las moléculas del aire
se muevan más debido a la energía, por lo que la entropía aumenta.
Ahora bien, saltando las barreras de la termodinámica, este principio nos indica que todo fenómeno
es espontáneo solo si incrementa la entropía del Universo, es decir, si genera caos. Todo aquel
fenómeno que tenga como propósito disminuir el caos, no es natural, y tiende a fracasar. En otras
palabras, la ley de Murphy, y todos sus corolarios, pueden sustentarse en el principio del incremento
de la entropía.
El principio del incremento de la entropía puede explicar varias cosas interesantes. Desde que el
hombre es hombre, se ha estado realizando preguntas que cruzan el umbral de lo físico, para
ubicarse hacia el plano de lo trascendental: ¿Quién soy? ¿Cuál es mi naturaleza? ¿Hacia dónde voy?
¿Cuál es el sentido de la vida? Es más que obvio que, si pudiéramos responder estas preguntas, toda
nuestra vida tendría sentido, por lo que el caos (es decir, la entropía) disminuiría o desaparecería.
Puesto que las respuestas a esas preguntas son entes disminuidores de entropía, no se generan
espontáneamente, es decir, las respuestas no van a venir de la nada, o no se tendrán jamás.
Es realmente importante aprender a convivir con el caos, a moverse dentro de la entropía. Algunas
veces, la entropía puede ser buena. En medio del caos, cuando las cosas se nos ponen feas, damos lo
mejor de nosotros. Hay personas que trabajan mejor cuando están sometidas a presión (es decir,
cuando están influenciadas por la entropía). La entropía nos pone a prueba: separa a los aptos de los
débiles. No me queda más sino aconsejar al lector para que aprenda a convivir con la entropía y
aprenda a usarla a conveniencia, y no que la entropía lo use a Ud.