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-28-
Opinión
martes 29 de marzo del 2016
Las políticas económicas correctas
Reflexión sobre el potencial de crecimiento
Luis
Carranza
A
Ex ministro
de Economía y Finanzas
pocos días de la elección, conviene reflexionar sobre la capacidad de crecimiento de la
economía peruana. Algunas
opiniones que surgen del análisis de los datos pecan de simplistas: toman
el crecimiento promedio de la economía peruana en el período de altos precios de materias primas, lo comparan con el crecimiento
promedio de América Latina y ese diferencial
es incorporado al promedio esperado de crecimiento para la región para determinar que
estaremos en torno al 4%-4,5% como crecimiento de largo plazo.
No se hace un análisis de potencialidades de crecimiento en función de políticas
activas en el lado de la inversión pública, la
inversión privada y las reformas estructurales que se podrían implementar. Un análisis
menos tendencial y más estructural nos da
un crecimiento potencial para la economía
en torno al 6%, siempre y cuando se apliquen
las políticas correctas.
En varias oportunidades en esta columna
hemos argumentado que sí es factible llegar
a estas tasas de crecimiento, pero en esta
oportunidad, en vez de repetir el análisis
anterior, haremos un ejercicio contrafactual.
Del 2006 al 2011 se mantuvo un resultado
positivo en el balance fiscal de 1,5% del PBI
como promedio anual.
Supongamos que el Perú hubiese sido un
poco menos disciplinado y hubiésemos aumentado adicionalmente el gasto corriente
en 1,5% del PBI cada año. Es decir, hubiésemos mantenido en promedio un déficit fiscal
igual a cero y la deuda como porcentaje del
producto hubiese seguido declinando, aunque no a la velocidad que lo hizo. Respecto al
promedio de la región, en este escenario hipotético, hubiésemos seguido con un mejor
desempeño fiscal en promedio.
Ahora supongamos que el multiplicador
del gasto corriente es pequeño, un poco por
encima de uno. En un contexto de alto crecimiento, con excesos de liquidez, bajas tasas
de interés y con credibilidad el multiplicador
fiscal tiende a ser mayor, pero asumamos una
cifra conservadora.
En esta historia contrafáctica, el creci-
miento de la economía peruana en el período
2006-2011 hubiese estado en torno al 9% y
no en el 7% como en realidad ocurrió. Estos
dos puntos adicionales hubiesen sido generados por el aumento del gasto corriente y no
por mejoras en productividad ni por mayor
inversión privada.
Se podría argumentar que era mejor gastar en infraestructura. De hecho, se intentó
gastar más en infraestructura, pero no se
lograron ejecutar los presupuestos disponibles. Cabe resaltar que la inversión pública
en el período 2006-2010 creció a un ritmo
promedio de 20% por año.
También se podría argumentar que era
mejor bajar impuestos, pero los efectos hubiesen sido menos potentes que por el lado
del gasto. La inversión privada ya crecía a dos
dígitos y marginalmente no se hubiese sentido la rebaja de impuestos (exactamente como ocurrió con la rebaja hecha por el actual
gobierno), por lo que solo se hubiese tenido
la opción de bajar impuestos al consumo.
¿Era razonable subir el gasto corriente o
bajar los impuestos al consumo? No, hacer
eso era muy fácil (aumentos de sueldos indiscriminados y no basados en meritocracia,
programas sociales con fines populistas, reducción del IGV, etc.), pero en el hipotético
caso de caída de precios de minerales, como
“La política fiscal es como
el remedio: en la dosis
adecuada nos cura, su
ausencia nos mantiene
enfermos por más tiempo y
su exceso nos envenena”.
efectivamente ha ocurrido, nos hubiésemos
encontrado con un déficit inercial muy alto
y que solo se podría ajustar recortando inversión pública y subiendo impuestos antitécnicos, como les está ocurriendo a otros
países ahora y como nos ha ocurrido en otros
momentos de nuestra historia.
Si le hacemos caso a la óptica tendencial,
deberíamos añadirle 2 puntos porcentuales de crecimiento a la economía peruana
por encima del promedio latinoamericano.
¿Sería eso razonable? De ninguna manera.
El ejemplo ilustra lo fácil que es dejarse engañar por el análisis numérico simplista al
no considerar las razones fundamentales
detrás del potencial de crecimiento de la economía peruana.
Resulta crucial que el siguiente gobierno no pierda un minuto y pueda utilizar la
capacidad fiscal que tenemos para impulsar la economía, pero debe ser consciente
de que esa capacidad fiscal no es ilimitada y
que tendrá que hacer sacrificios y priorizar
las acciones del gobierno. De lo contrario,
tendremos pan para hoy y hambre para mañana. La política fiscal es como el remedio:
en la dosis adecuada nos cura, su ausencia
nos mantiene enfermos por más tiempo y su
exceso nos envenena.
ilustración: giovanni tazza
los planes de gobierno de Kuczynski y Mendoza
Las elecciones y el pasado
Gisèle
Velarde
E
Filósofa
l rol del pasado en la formación del futuro es incuestionable. Los errores nos sirven para aprender. Conocer nuestra
herencia genética nos permite
una vida más saludable. Enterarnos de los
secretos familiares posibilita la comprensión
de lo que nuestros padres nos transmiten
emotiva y tácitamente. La terapia nos permite descubrir por qué nos comportamos de
determinada manera, vernos desde fuera,
para reconocer y entender nuestro pasado
y vivir mejor.
Así, tener conciencia del pasado es necesario para evolucionar y gozar de mayo-
res formas de libertad. Contrariamente,
quedarnos en el pasado denota que algo
internamente no está bien en nosotros o
que no hemos podido procesar una experiencia traumática o dolorosa. Asimismo,
desconocer el pasado nos hace autómatas,
instrumentos de otros o de las circunstancias. Lo mismo ocurre con los países y las
sociedades. El informe de la Comisión de la
Verdad y Reconciliación intenta ser un modo de reconciliarnos con nuestro pasado de
guerra interna, mientras que la ausencia de
hechos históricos fundamentales en nuestros textos escolares es una forma de borrar
un pasado que los jóvenes necesitan conocer
para no repetir.
Si unimos la ética y la filosofía política al
proceso de los pueblos y sus distintas experiencias sociohistóricas, podemos hoy reconocer cinco “principios de realidad”: (1) La
democracia es la mejor forma de gobierno.
(2) El crecimiento económico y la salida de
la pobreza social requieren una economía de
libre mercado (el estado de bienestar surgió
como un excedente de la riqueza). (3) Los seres humanos no nacen iguales ni son iguales,
pero debe haber igualdad ante la ley. (4) La
vida no es justa en sí misma, pero es un deber moral y político de las sociedades buscar
la justicia social (extensión de libertades y
reducción de desigualdades conjuntamente). (5) No hay convivencia social buena sin
un código de normas mínimo compartido
por todos los ciudadanos. Estos principios
de realidad, producto del aprendizaje de los
pueblos, podrían ayudarnos para emitir un
voto meditado e informado.
El crecimiento económico de los últimos
años es indiscutible. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI),
el índice de pobreza en el 2015 fue de un
20%. Los últimos diez años nos han dado la
esperanza de que este índice no vuelva más
al 50%. El mayor reto que tenemos ahora, co-
mo país, es la reducción total de la pobreza;
esto a su vez permitiría consolidar los principios 3, 4 y 5. Programas sociales –como Juntos, Pensión 65, Beca 18, Cuna Más y Haku
Wiñay– son altamente beneficiosos para la
población, pero solo son un complemento
en la erradicación de la pobreza.
En este sentido, es importante leer los programas de gobierno de los candidatos antes
de votar. La solidez y consistencia del plan de
Pedro Pablo Kuczynski destaca sobre el resto.
Concretamente, en economía, es quien mejor
ofrece la conexión entre micro y macroeconomía, así como medidas realistas, informadas
y concretas para dinamizar la economía. En
contraste, el plan de Verónika Mendoza es básicamente localista. Su propuesta económica
es inconsistente y refleja desconocimiento
del manejo macroeconómico. Su intención
puede ser buena, pero Mendoza representa
el riesgo de regresar al pasado y permanecer
en él en varios sentidos.