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Jerusalén en el Corán
Por Vincezo Ianniello
OFM: Orden de Frailes Menores, más conocidos como franciscanos
Si consideramos la importancia teológica, psicológica y también social que la
ciudad de Jerusalén ocupa en el pensamiento judío y cristiano, es obvio que
no nos maravillaríamos de las decenas de referencias que hay tanto en el
Antiguo como en el Nuevo Testamento. En verdad las Escrituras y los
distintos hechos políticos y religiosos que se han desarrollado en esta ciudad
han creado esta dependencia religiosa y cultural. Los acontecimientos
históricos, actuales o no, de distinto orden, sucedidos en Jerusalén y el
afecto cultural y religioso que los musulmanes tienen por Jerusalén, hace
suponer que también en el Corán debemos encontrar una cierta cantidad de
citas.
Esta expectativa, por el contrario, es ampliamente decepcionarte. Abrir el
Corán y buscar cualquier referencia a la ciudad de Jerusalén, entre la
variedad de nombres con que es conocida, no da ningún resultado. En
realidad Jerusalén no es nunca explícitamente mencionada. Hay referencias
que nosotros podemos deducir presentando a la Ciudad Santa en cuanto
ligada a los sucesos presentes en la Biblia o en los Evangelios Apócrifos que
sabemos sucedieron o que la tradición teológica-cultural judía y cristiana han
colocado en Jerusalén.
Indicamos solo algunos:
La promesa de un descendiente a Zacarías (Sura 19,1-15). Igualmente una
tradición pone la promesa del nacimiento de Isaac y Jacob como la de Jesús
en Jerusalén. El relato de la Última Cena bajo la forma de una mesa
preparada descendida del cielo (Sura 5,112-115). La muerte aparente de
Cristo sustituido por un sosias (Sura 4, 157-158). Dos citas idénticas se han
querido referir a Jerusalén (o quizá Jericó) pero nada de concreto se puede
decir al respecto.
“Y cuando decimos: entren en esta ciudad y coman lo que quieran en abundancia pero
entren por la puerta postrándose y diciendo: ‘Perdón’, y nosotros perdonaremos vuestros
pecados y seremos grandes con los buenos”. (Sura 2, 58; 7,161).
Es un versículo en el contexto del Éxodo de Israel, en la cual algunos
autores han visto la referencia a la conquista de Jericó. La referencia al
perdón puede haber hecho pensar en Jerusalén. Según una tradición, aquí
los ángeles interceden por sus moradores, Allah (Dios) mira con
benevolencia sus habitantes y perdona sus pecados. Siguiendo la tradición
musulmana, el paraíso es puesto en las proximidades de Jerusalén. Del
paraíso se abre una puerta hacia Jerusalén a través de la cual pasa una luz (la
gracia) que apaga el fuego del infierno y manifiesta la misericordia de Allah.
Otra puerta se abre del cielo hacia los alrededores de la ciudad y serán
perdonados los pecados de aquellos que cumplan las acciones relativas a los
Cinco Pilares del Islam. Para algunos autores este versículo es una alegoría
de quien está por entrar por la puerta de los mandamientos y se postra en
signo de humillación. Nos encontramos de frente a la teología de Jerusalén.
Veremos que la exaltación de la Ciudad Santa es posterior al primer período
histórico del Islam.
En la Sura 2,142 ss., en un contexto en que parece que Allah quiere tomar
distancia del pueblo judío por haber escondido la verdad de su revelación, se
habla de la “dirección” (qiblah) de la oración. Sabemos que los pueblos
orientales rezaban vueltos hacia oriente, donde surgía el Sol. Con respecto a
los judíos esa costumbre permanece hasta cuando, queriendo centrar toda la
atención sobre el Templo, se fijó la nueva dirección de la oración sobre
Jerusalén.
En el Corán, Sura 2 se habla de una primera “dirección” (qiblah) para la
oración, después abandonada en favor de una segunda que es la del templo
sacro por excelencia: la Kaabah (la Meca). También en este caso el nombre
de la ciudad no es citado, pero en el contexto se puede entender que la
dirección es aquella en uso por los judíos, por lo tanto hacia el lugar en que
se alzaba el templo de Jerusalén: lugar indudablemente sacro para el
monoteísmo. Según los estudiosos este cambio de dirección de la oración
sucedió en el segundo año de la Hégira (enero-febrero 624) quizá no tanto
porque Mahoma había visto vana cada tentativa de atraer hacia sí los judíos,
sino porque él había tomado conciencia de la necesidad de autonomía de su
religión respecto a los otros monoteístas. A este fin la nueva comunidad que
se venía formando tenía ya su santuario hacia el cual volverse, la Kaaba.
¿Qué cosa los ha separado de la qiblah que tenían antes? Responden: “A Dios pertenecen
el oriente y el occidente; El dirige a quien quiere por el camino recto… No establecemos la
qiblah que tú tenías antes, si no para distinguir quien habría seguido al profeta de quien
se sabría alejado y cierto que fue esto un acontecimiento grave, excepto por aquellos que
Dios dirige; Dios no dejará perder el fruto de vuestra fe, porque, al contrario, Dios con los
hombres es amable y compasivo”.
En una primera lectura el pasaje que claramente podría hacer pensar en uno
de los lugares de Jerusalén, y más precisamente todavía, en la Explanada del
Templo, habla en estos términos:
“Alabanza a aquel que transportó a su siervo, de noche, del templo santo al templo más
remoto, por el cual hemos bendecido el recinto, para mostrarle algunos de nuestros signos.
Dios es aquel que entiende y ve perfectamente” (Sura 17,1).
Este versículo da el nombre a todo el capítulo, en árabe surat al-Israh (sura
del viaje). La tradición musulmana explica que mientras Mahoma dormía en
las cercanías de la Kaaba, el ángel Gabriel lo hizo subir sobre un animal
alado (un caballo o quizá un pato macho) y emprende el viaje hasta la
mezquita más remota. De aquí ascendió hasta el séptimo cielo, encontrando
por el camino las fuerzas del bien y del mal. Al final del viaje encontraron a
los principales profetas del pasado Abraham, Moisés, Jesús. Mahoma es
reconocido por ellos como el primero y el sigilo de los profetas. Por lo tanto
asciende hasta el trono de Dios y recibe de Él el Santo Corán.
Este viaje debería haber sucedido el 17 de Rabi 621. Según la ortodoxia
(Sunna) se trata de un hecho real sucedido físicamente y en estado de vigilia.
Para otros, por el contrario en referencia a 17,60 se trata de una visión
tenida en sueños y dura menos de lo que dura el derramar de una jarra de
agua.
Analizamos la siguiente expresión: Bi min al-masjid al-ahram ila al-masjid alaqssa. El término aqsa quizás nos suscitará emoción, en cuanto que el
pensamiento corre a la bien conocida mezquita de el-Aqsa que significa
como sabemos: mezquita más remota, más distante. Si bien la tradición
musulmana asocia este versículo a la Explanada del Templo, a la Cúpula de
la Roca en Jerusalén, casi ciertamente no es éste el sentido originario. Una
tradición habla simplemente de dos mezquitas cerca de la Meca. La más
cercana es la Kaaba, la más lejana es una mezquita fuera de la Meca. Por otra
parte deja al menos alguna perplejidad unir los términos Aqsa con Jerusalén,
pues en la sura 30,2-3 se dice que los bizantinos fueron vencidos por los
persas en la tierra (a nosotros) más cercana. Se refiere a la victoria de los
persas en Siria-Palestina y Egipto en los años 613-614.
Algunos autores interpretaban en sentido más espiritual la expresión templo
remoto y veían el lugar de oración de los ángeles (cf, 7,205; 39,75; 15,14-15;
53,5; 12,1). También para los musulmanes la referencia a Jerusalén del
versículo en cuestión es posterior. En efecto los textos y las inscripciones
más antiguas nos recuerdan el hecho. Probablemente la identificación del
templo más remoto con un lugar de Jerusalén, viene en la redacción final del
Corán, y el v.1 fue cambiado con los vv 2-8 en los cuales se habla de las dos
destrucciones del templo judío en el 586 A.C. por obra de los babilonios con
Nabucodonosor y en el 70 D.C. por obra de los romanos con Tito. De
todos modos los primeros textos no relacionan el v. 17,1 con el antiguo
templo de Jerusalén. Por otra parte, en aquel tiempo sobre la explanada del
templo no se levantaba ninguna construcción digna de centrar la atención de
los creyentes. Los cristianos tenían los lugares bien señalados para la fe. Los
judíos eran excluidos.
La identificación de la “Roca Santa” como lugar de la “ascensión” de
Mahoma es tardía. El versículo en cuestión aparece relacionado con este
monumento solo en el período fatimí cerca del siglo XI / V. Es posible que
Abd el-Malik haya querido hacer converger en una sola fe la tradición
musulmana y la cristiana o más verazmente haya querido proclamar la
victoria de una nueva fe y de un nuevo imperio. En un primer tiempo se
apropiaron de tradiciones comunes para atenuar los resentimientos
cristianos y cuando la necesidad de la cohesión interna contra el enemigo
bizantino decae, el Islam se apropia definitivamente de toda el área,
exactamente como sucede con la Basílica de San Juan en Damasco.
En un primer momento los musulmanes no se mostraron particularmente
interesados en la ciudad. En su conquista ocurrida en el 638, los ocupantes
les impusieron tributo, pero acamparon en los alrededores, prefiriendo no
mezclarse con gente extranjera. La misma situación sucederá en la conquista
de “Fustat”, El Cairo, en Egipto. Más tarde en la lucha entre Abd el-Malik
de la familia Omeya e Ibn az-Zubayr, el primero trató de crear un lugar
santo alternativo al santuario de la Meca, donde ejercitaba el poder su rival.
Fue en esta ocasión cuando se puso mano a la construcción de la Cúpula de
la Roca, se pensaba que era la roca de la cual Mahoma habría marcado el
vuelo para su ascensión. Estamos entre los años 688 y el 692. Estudios más
recientes colocan por el contrario el recuerdo del sacrificio de Isaac (o
Ismael). Esta construcción no se entiende como mezquita, sino como
memorial, lo que parece estar en línea con la tradición cristiana del martyrium.
Sobre la explanada del templo hay una edícola que recuerda los hechos de
aquella sorprendente noche del Isra y del Mi’rag.
Aquí termina el análisis del tema encomendado. Diremos estrictamente
hablando: si el pensamiento nos lleva a Jerusalén, lo debemos a la Sagradas
Escrituras de judíos y cristianos, no al Corán.
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