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Trabajos y
ensayos
Publicación del Máster Universitario y del
Doctorado en Estudios Internacionales.
Departamento de Derecho Internacional Público,
Relaciones Internacionales e Historia del Derecho
UPV/ EHU
Número 13
(enero de 2011)
ISSN: 1887-5688
El Activismo de la Mujer Islámica: Palestina e Islamismo
Soraya Vellisca
1. INTRODUCCIÓN
Desde hace siglos el ser humano en lugar de aceptar la diversidad cultural ha subrayado
las diferencias entre civilizaciones. Muestra de esto es el caso de la mujer islámica, durante
siglos tachada de sujeto pasivo y prisionera de su ley. Sin embargo, los hechos demuestran
que las mujeres en el mundo árabe han venido participando en la esfera política con mayor o
menor visibilidad y de distintas maneras.
El propósito de esta investigación es demostrar que las mujeres islámicas están
desarrollando acciones que en las sociedades arabo-islámicas tradicionalmente correspondían
a los hombres. Para ello se analiza el caso de Palestina, donde el conflicto árabe-israelí ha
llevado a las mujeres a ser protagonistas directas de la lucha.
2. LOS DISCURSOS ISLÁMICOS SOBRE EL ROL DE LA MUJER
Ser mujer ha supuesto durante siglos estar subordinada al hombre, no tener las mismas
libertades y mucho menos los mismos derechos. En una historia de hombres, hecha por y para
éstos, la mujer apenas ha conseguido alzar la voz hasta hace relativamente poco; y no con
menores dificultades en el Oriente Medio y Próximo1 a tenor de la dominación masculina
imperante.
Sin embargo, realizar apreciaciones y llegar a conclusiones cuando el objeto de estudio
es Oriente resulta especialmente complicado. Desde hace siglos los estereotipos han
1
Para un criterio de diferenciación entre uno y otro consultar el siguiente boletín terminológico de la Unión
Europea: http://www.europarl.europa.eu/transl_es/plataforma/pagina/celter/bol42.htm.
1
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El Activismo de la Mujer Islámica: Palestina e Islamismo
conformado la razón occidental hasta tal punto que muchos de los tópicos habituales se
consideran realidades irrefutables.
Son conocidas las dificultades que los seres humanos hemos tenido, y continuamos
teniendo, para aceptar diferencias culturales. A lo largo de la historia varios acontecimientos
han dado cuenta de ello. Valga como ejemplo la esclavitud y la colonización que se
justificaron mediante la consideración de lo diferente como una forma inferior de lo propio.
Occidente y Oriente son un ejemplo concreto de cómo el contacto entre diferentes
sociedades ha llevado a pensar y hablar de los unos y los otros, el grupo propio y el
extranjero, lo civilizado y lo irracional, lo bueno y lo malo. El problema es que esta forma de
operar ha desembocado en ignorancia, malentendidos y tensiones.
El discurso occidental sobre la mujer, en la mayoría de los casos, suele hacerse con base
en los principios y objetivos del paradigma que domina en Occidente respecto a las relaciones
entre los dos sexos2. De acuerdo con el profesor de Teología José Morales Marín, Occidente
atribuye a la ley islámica la culpabilidad de la inexistencia de igualdad en los terrenos
político, económico y educativo, dando pie a que las mujeres arabo-islámicas sean descritas
como seres pasivos incapaces de llevar a cabo acciones eficaces que mejoren su situación.
Esto le lleva a concluir a la socióloga y arabista Gema Martín Muñoz que la visión
etnocentrista impide entender dinámicas que no reproduzcan nuestra construcción de la
realidad y nuestro modelo feminista laico3.
Así, para realizar una interpretación más acorde a la realidad, a continuación se hace un
breve análisis de los factores sociológicos y fundamentos religiosos, puesto que de ambos
derivan las tendencias políticas e identidades culturales.
2.1. La mujer y el islam
Dentro del mundo islámico pueden observarse dos grandes tendencias respecto al papel
que debe desempeñar la mujer. La primera de ellas, que enlaza con el fundamentalismo y los
tradicionalistas, promueve la vuelta al hogar y una presencia mínima de las mujeres en el
espacio público. Valga como ejemplo Muhammed Qutb, quien concluye que, por ignorancia o
negligencia, hay quien dice que el islam es enemigo de la mujer, degrada su dignidad y
2
J. Morales, El Islam, Madrid, Ediciones Rialp, 2001, pp. 112-113.
G. Martín Muñoz, “Mujeres musulmanas entre el mito y la realidad” en F. Checa y Olmo (ed.), Mujeres en el
camino. El fenómeno de la migración femenina en España, Barcelona, Icaria, 2005, p. 208.
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humilla su orgullo, y que el islam considera que la mujer no es más que un goce sensual para
el hombre y un instrumento para engendrar.
“Estos y aquellos no conocen la realidad del Islam, o la conocen y luego
intencionadamente confunden lo justo con lo injusto para desviar a la gente, y propagar, la
corrupción en la sociedad, facilitando así la pesca a quien desea pescar en las aguas turbias”4.
La segunda corriente, defendida en particular por ideólogos islamistas como el tunecino
Mohammed Ghannuchi, considera que la mujer debe estar presente en el espacio público,
acceder a la educación, al mercado de trabajo y a ciertos cargos5.
Por tanto, no hay unanimidad a la hora de determinar qué papel debe corresponder a la
mujer según el islam. Una mirada al Corán tampoco es suficiente para determinar cuál es la
posición adecuada, pues las prescripciones contenidas en el libro sagrado del islam son
bastante diáfanas a la hora de determinar los derechos de las mujeres.
“Dios ha preparado perdón y magnífica recompensa para los musulmanes y las
musulmanas, los creyentes y las creyentes, los devotos y las devotas, los sinceros y las sinceras,
los pacientes y las pacientes, los humildes y las humildes, los que y las que dan limosna, los que
y las que ayudan, los castos y las castas, los que recuerdan y las que recuerdan mucho a Dios”6.
Esta aleya parecería reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres, no obstante en
todos los casos antepone lo masculino a lo femenino (los devotos y las devotas, los castos y
las castas…). Igual de confusa es la aleya 2:282 que reza: “Llamad, para que sean testigos, a
dos de vuestros hombres; si no los hay, elegid a un hombre y a dos mujeres de entre quienes
os plazcan”7. Textos como este último han llevado a considerar que el Corán establece que el
valor de la mujer es la mitad que el del hombre, a pesar de que se diga que ambos tienen
iguales derechos.
No obstante, un repaso histórico evidencia que durante la época de la revelación, las
mujeres y los hombres estaban unidos, ambos seguían el camino de Allah que no comprendía
de géneros. Es más, la mujer preferida de Mahoma, Aixa, desempeñaba un papel político no
poco importante. Por estas razones muchas mujeres actuales consideran que su falta de
4
M. Qutb, La mujer en el Islam, Madrid, Centro islámico en España, 1986, p. 9.
T. Desrues, “El islamismo en el mundo árabe. Interpretaciones de algunas trayectorias políticas”, Revista
Internacional de Sociología (RIS), vol. 67, n.º 1, enero-abril, 2009, p. 21.
6
El Corán, edición preparada por Julio Cortes, Madrid, Editora Nacional, 1984, p. 488.
7
Ibidem, p. 42.
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derechos se debe a que el Corán ha sido interpretado por hombres, por eso exigen que las
mujeres puedan reinterpretarlo con el fin de llevar a la práctica en su totalidad la igualdad en
términos de género.
2.2. La mujer y la militancia
Para comprender lo que realmente sucede en el seno del mundo islámico resulta
indispensable analizar la actitud y opinión de las propias mujeres. Atendiendo al grado de
protagonismo que se le reserve a la religión puede establecerse una tipología de mujeres
militantes en la que cabe distinguir distintos casos:
En primer lugar, las mujeres islamistas reivindican una sociedad islámica justa y
equitativa que reconozca y respete la compatibilidad de sexos en lugar de verlos como
competidores. Su misión, por lo tanto, es trabajar para un cambio hacia la islamización a
través de una participación activa de la mujer en todos los niveles. Así pues, las islamistas se
benefician de las adquisiciones de la modernidad para dar a la mujer una nueva garantía y una
nueva dignidad.
En segundo lugar, las feministas musulmanas consideran que el discurso de la igualdad
entre el hombre y la mujer está totalmente de acuerdo con el islam. Estas mujeres rechazan
que la igualdad sea algo que intente imponerse desde Occidente, defienden que tal igualdad
está reconocida por el Corán, sólo que ha sido malinterpretada por los hombres a lo largo de
la historia, por lo que exigen una reinterpretación de la Sharia.
Justo este aspecto religioso es el que el tercer grupo de mujeres, las feministas liberales
o seculares rechaza. Según éstas, los derechos de la mujer y los derechos humanos son
inherentes al individuo. Consideran que la religión es un asunto privado; no quieren que la
religión sea la base de decisiones políticas, lo que ha conllevado que sean consideradas
infieles o víctimas occidentales8.
No obstante, cabe considerar que esta clasificación estaría incompleta sin añadirle un
cuarto tipo de mujer: la islamista radical.
“Radical Islamic terrorist organizations such as Al Qaeda and others linked to the global
jihad were slow to begin incorporating women into their ranks. Initially, Islamic clerics opposed
8
M. Makram, “La mujer, los derechos humanos y el islam”, Foro FRIDE, 1 de abril de 2005, pp. 3-11 en
http://www.fride.org/evento/96/mujer-derechos-humanos-e-islam.
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women’s involvement in jihad, and only a handful of the more progressive clerics
acknowledged that women could participate in a jihad” 9.
El hecho de que en una sociedad patriarcal la mujer haya adquirido tal protagonismo,
independientemente de su racionalidad, demuestra que el islamismo está suscitando cambios.
Representa un intento de encontrar una estabilidad en un mundo que apenas guarda valores
tradicionales, no repara en la religión y además soporta ocupaciones, bombardeos, saqueos e
invasiones. Esto es evidente en el conflicto árabe-israelí, donde la mujer se ha entregado a la
causa política de la misma manera que lo han hecho los hombres.
3. LA LUCHA DE LA MUJER EN PALESTINA
La diversidad del mundo islámico conlleva que la situación de la mujer varíe en función
de la ubicación geográfica, entorno y condiciones de vida. El caso de Palestina es
especialmente relevante en tanto que las condiciones políticas, sociales y económicas surgidas
desde el conflicto árabe-israelí han impulsado la ruptura de las funciones que
tradicionalmente se le habían atribuido a la mujer.
La ocupación, además de ejercer la violencia política sobre las mujeres como una parte
de la sociedad palestina, también ha instrumentalizado desde el principio las tradiciones y la
inequidad de género. Teniendo en cuenta que existe una relación directa entre la violencia
política y la violación de los derechos de las mujeres, entramos en un círculo vicioso en el que
la protección de las mujeres se hace prácticamente imposible. En este contexto, la ocupación
ha afectado a las mujeres palestinas de manera diferente desde 1967 hasta el día de hoy10.
3.1. El comienzo del conflicto árabe-israelí
Hasta mediados del siglo XX, la sociedad palestina era rural y tradicional, pero una serie
de acontecimientos históricos como el final del Período Otomano, el Mandato Británico de
1927 a 1948, el inicio de la inmigración judía, el éxodo rural y los primeros focos de
industrialización dan comienzo a un cambio en la vida de la mujer. Así, poco a poco ésta
9
M. Bloom, “Mother. Daughter. Sister. Bomber” en J. Davis, Women and radical islamic terrorism: planners,
perpetrators, patrons?, Strategic Datalink, n.º 136, mayo 2006, p. 1, http://www.opencanada.org/wpcontent/uploads/2011/05/SD-136-Davis.pdf.
10
H. Muhiar, “Las mujeres palestinas como objetivo de la ecuación demográfica” en R. Escudero Alday (ed.),
Segregados y recluidos. Los palestinos y las amenazas a su seguridad, Madrid, Catarata, 2008, p. 198.
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comienza a acceder a niveles más altos en su educación. No obstante, las transformaciones
más visibles empezaron posteriormente, con la diáspora palestina entre 1948 y 1949. Es
entonces cuando la guerra y la ocupación sionista forzaron a la mujer a intervenir en el
espacio público, el trabajo y la política, hecho que contribuyó a que cambiaran la opinión
sobre sí mismas y el juicio que sobre ellas tenía el resto de la sociedad11.
Hablar de Palestina y sus dramáticas circunstancias supone necesariamente hacer
referencia al conflicto árabe-israelí. La Naqbah o catástrofe, simboliza la destrucción del
pueblo palestino a costa de la creación de un hogar para los judíos en 1948. Es entonces
cuando, a consecuencia de la muerte de hermanos, hijos, maridos y padres en el conflicto, las
mujeres se convierten en las encargadas de garantizar la supervivencia de la familia. Esto las
llevó a participar en la esfera laboral, ámbito marcadamente masculino en tal sociedad
patriarcal, lo que conllevó también el desarrollo de una mayor conciencia política que
finalmente se plasmó en acciones.
De este modo, progresivamente, el conflicto árabe-israelí fue promoviendo que la mujer
optase por dar prioridad a la lucha del pueblo palestino por la liberación nacional antes que a
la problemática del reconocimiento de sus propios derechos.
Pese a que en un principio los líderes palestinos pidieran ayuda a las mujeres, las
funciones no se alejaban de la tradicional partición de labores atribuida a los géneros. En
cambio, la mujer fue buscando sus propios medios para llevar a cabo la lucha:
“Primero vendían su oro para comprar armas para la revolución (1923-1948), luego
utilizaron éstas para resistir (1948-1967-1970), tomaron parte en la Intifada enfrentándose al
Ejército israelí con piedras para defender su tierra y sus hijos, participaron en actividades en
barrios y medios de comunicación, preservando su identidad y cultura en su papel de madres
(1978-1990) y, finalmente, hay que destacar su papel como líderes políticos a partir de su
implicación en partidos políticos, siendo partícipes, de 1990 en adelante, de la toma de
decisiones”12.
Es decir, hasta la creación del Estado israelí la mujer desempeñó trabajos sociales y
caritativos, educó y trabajó en organizaciones benéficas y religiosas. La ocupación israelí en
1967 cambió drásticamente la vida de éstas pues desde entonces se involucraron en
11
A. García y E. Ortiz, “Intifada Al-Aqsa: voces de mujeres”, Feminismo/s: revista del Centro de Estudios sobre
la Mujer de la Universidad de Alicante, n.º 3, junio 2004, p. 192.
12
M. Nassar, “Resistencia y lucha ante el conflicto”, Gara, 31/10/07.
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operaciones armadas. Además, se produjo una especialización que atendía a parámetros
geográficos; en Gaza, por ejemplo, lanzaban bombas contra vehículos militares y sedes
oficiales del Gobierno israelí. Después, se afiliaron a partidos políticos y por primera vez
fueron admitidas como dirigentes en las organizaciones de resistencia logrando luchar como
un hombre más. En 1976 se reconoció por primera vez el derecho de voto a la mujer, pero no
se les permitió la actividad política.
3.2. La primera Intifada
Posteriormente tuvo lugar la primera Intifada en 1987 y, con ésta, la asunción de un
papel de liderazgo. Desde esta fecha las mujeres se enfrentaron a los soldados en defensa de
sus hijos y maridos y, cuando éstos eran hechos prisioneros, se hicieron cargo de la
manutención de la familia como también de la visita a los prisioneros.
No obstante, cinco años después de la Intifada, la falta de una solución política a la
ocupación, el desastre económico tras la guerra del Golfo y la aparición de movimientos
fundamentalistas provocaron la vuelta de la mujer a las viejas normas patriarcales13.
Este nuevo contexto fue aprovechado por el islamismo. El islamismo buscó intimidar y
coaccionar a las mujeres militantes laicas de los comités populares. Algunas renunciaron a su
activismo, aunque de manera general el efecto producido fue el contrario: las organizaciones
de mujeres empezaron a plantear abiertamente temas como el carácter discriminatorio de
ciertas tradiciones, la violencia doméstica o la discriminación dentro de los partidos y familia.
Es decir, globalmente la Intifada supuso un desarrollo de la conciencia crítica de género
sobre las diversas formas de opresión, fuera ésta de carácter nacional (en la ocupación),
económica (en el mercado), social o familiar.
La implicación masiva de la mujer en todos los escenarios supuso un punto de inflexión
en la historia del movimiento de las mujeres y acarreó un reconocimiento social del papel de
la mujer mas allá de los roles que tradicionalmente se le habían asignado14.
13
A. García y E. Ortiz, op. cit., pp. 194-196.
I. Barreñada, “Mujeres palestinas. Protagonismo y relegación”, Nación Árabe, n.º 44, año XIV, primavera
2001, p. 62.
14
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3.3. La segunda Intifada
Tras un breve periodo relativamente pacífico, volvieron a comenzar las revueltas. El
incumplimiento de los Tratados de Oslo que preveían devolver a los palestinos la mayor parte
del territorio ocupado en 1967, el duplicamiento del número de colonos israelíes asentados en
Gaza y Cisjordania, el mantenimiento del control israelí en Jerusalén y la visita que en
septiembre del año 2000 hizo el exministro de Defensa Ariel Sharon a la mezquita Al Aqsa,
fueron el caldo de cultivo para que estallara la segunda Intifada.
“The agenda of this intifada thus included three characteristics that differed from those of
the first one: a gender-oriented (feminist) social agenda as an alternative to the national agenda
of the hegemonic male-dominated leadership; an alternative motherhood, along with the
previous recruited national motherhood; and the phenomenon of women suicide bombers
(shahidat)”15.
A diferencia de la primera Intifada, en la de Al Aqsa las madres no asimilaron el tipo de
maternidad que años antes se les había atribuido. Durante la primera Intifada, las mujeres
tenían hijos con la idea de que fueran combatientes, pero en ésta se oponen a que sus hijos se
enfrenten a la muerte.
Por otra parte se produce un cambio de mentalidad, ya que, con el empeoramiento de las
condiciones de vida en Palestina, se da la circunstancia de que las mujeres son las que más
sufren dada la manera particular en que, desde su nacimiento, se ven condicionadas por el
conflicto. Esto supone que la mitad de una población está condenada a una vida no digna,
circunstancia que impide el desarrollo del pueblo palestino.
Por último, la Intifada de Al Aqsa supuso una moderación en los discursos políticos que
impedían que la mujer ejecutara ataques suicidas. La organización Fatah fue la primera en
cambiar estas limitaciones y apostar por una mujer que esté dispuesta a dar su vida para hacer
frente a Israel.
Hoy por hoy, la organización nacionalista Fatah y los partidos islamistas Hamas y
Yihad Islámica en Palestina siguen considerando que las mujeres pueden hacer frente a los
israelíes de igual modo que lo harían los hombres. Según manifiestan líderes de las
organizaciones, las razones por las que se acepta que las mujeres participen en atentados
15
M. Tzoreff, “The palestinian shahida: national patriotism, islamic feminism, or social crisis” en Y. Schweitzer,
Palestinian
Female
Suicide
Bombers:
Reality
vs.
Myth,
2006,
pp.
15-16,
http://se2.isn.ch/serviceengine/Files/.../en/03_The+Palestinian+Shahida.pdf.
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suicidas no responden a la falta de hombres para llevarlos a cabo, sino que se debe a una
mayor facilidad de acceder a zonas estratégicas. No obstante, esto no quiere decir que las
mujeres participen en la elaboración de planes estratégicos, pues su cooperación se limita a
tomar parte en una fase de entrenamiento para llevar a cabo el objetivo.
La participación activa de las mujeres en atentados suicidas ha sido un salto evolutivo
muy importante en el tradicional papel de la mujer en la mayoría de las organizaciones
terroristas. Si bien su papel siempre fue clave para la supervivencia de todos los grupos
extremistas, ahora ha pasado de ser una eficaz colaboradora en labores de apoyo y logísticas,
además de ser la verdadera responsable de transmitir los valores a los hijos, a convertirse en la
protagonista directa de la lucha.
4. EL ISLAMISMO, ¿UNA OPORTUNIDAD PARA LA MUJER?
A pesar de que no todas las organizaciones islámicas reivindiquen los mismos
principios, el simple hecho de que una mujer pueda tomar parte en ellos es un paso adelante,
pues esto supone una ruptura con las tradicionales reinterpretaciones islámicas que mantienen
en un segundo plano a la mujer.
El islamismo es una ideología política que se desarrolla en sociedades en profunda
transformación. Su objetivo es recrear una sociedad islámica, construir un Estado islámico y
establecer la Sharia en la sociedad. Por tanto, debe considerarse un movimiento moderno en
tanto que recoge la necesidad de crear un Estado-nación.
El islamismo surge y se expande en las sociedades arabo-islámicas cada vez más
urbanas, donde las solidaridades rurales se están debilitando y emergen nuevas formas de
articulación social.
“La juventud urbana, alfabetizada en masa, nacida después de las independencias, poco
sensible a la retórica de la legitimación nacionalista de las elites gobernantes y con escasas
expectativas de movilidad social, constituye la base de los diferentes movimientos islamistas.
La ideología islamista ofrece a estos individuos un instrumento conceptual para pensar una
modernización que invade su cotidianidad”16.
16
B. López y M. Hernando de Larramendi, “Islamismo” en J. Antón Mellón (ed.), Ideologías y movimientos
políticos contemporáneos, Madrid, Tecnos, 2006, p. 329.
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Es en este contexto donde la mujer musulmana ha encontrado una vía para hacer frente a
tradiciones que la mantienen subordinada. De hecho, de acuerdo a la socióloga Nilüfer Gole,
además de propiciar cambios en los roles que se les han atribuido a las mujeres
tradicionalmente, el islamismo supone una oportunidad de alzar la voz para un colectivo
silenciado.
“Islamism empowers Muslims women, providing intellectual and political tools for
asserting their long-silenced difference. /…/ Furthermore, Islamic politics provides a realm of
opportunities for their “self-realization” and becomes a vehicle for their public and professional
visibility. /…/ An elite cadre of Islamic women is thus emerging from within Islamist”17.
En este mismo sentido, Thierry Desrues plantea que la militancia femenina muestra la
existencia de una ruptura con la sociedad tradicional, puesto que se promueve la
individualización de la mujer, lo que significa que un proceso de modernización es posible en
las sociedades árabes18.
En definitiva, la modernización propuesta por el islamismo junto con determinadas
circunstancias que tienen lugar en entornos conflictivos permiten de una manera progresiva la
participación de la mujer.
5. CONCLUSIONES
El islamismo es un movimiento político que está cobrando fuerza en aquellos lugares
donde las injusticias y los conflictos son constantes. Hasta hace poco a la mujer islámica se le
reservaba un ámbito privado, era la encargada de garantizar el equilibro afectivo y emocional
de la familia, ser madre y ama de casa. Esto, no obstante, no quiere decir que tal y como
argumenta Occidente la mujer sea necesariamente una víctima del islam, sino que hay países
en los que la interpretación de las fuentes religiosas ha sido una tarea masculina, hecho que ha
propiciado un mantenimiento de roles a través de los años. No es el islam en sí lo que
conlleva que a la mujer se le atribuya ese papel, sino las interpretaciones de éste por una parte,
y la defensa frente a la amenaza occidental por otra. De hecho, la inclusión de la mujer
islámica en los discursos occidentales ha aumentado la presión en las sociedades islámicas
hacia las mujeres. Ahora bien, en ambientes conflictivos, las circunstancias dramáticas han
17
18
N. Gole, The forbidden modern: civilization and veiling, Michigan, University of Michigan Press, 1997, p. 22.
T. Desrues, op. cit., p. 21.
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permitido que la tradición y el rechazo antioccidental no impidan que la mujer se convierta en
protagonista directa de la lucha.
Las transformaciones en el rol de la mujer palestina empiezan en un viejo escenario
belicoso, Palestina, concretamente con la diáspora entre 1948 y 1949. La guerra y la
ocupación sionista forzaron a la mujer a intervenir en un ámbito público —trabajo y
política— hecho que contribuyó a que ellas cambiaran de opinión sobre sí mismas.
Durante las Intifadas el cambio fue más evidente. Durante la primera, el rol de la mujer
fue instrumentalizado tanto por israelíes como por palestinos. La capacidad reproductiva de
las mujeres suponía una amenaza para los israelíes, en tanto que el objetivo sionista es
expulsar a palestinos, y una oportunidad para los palestinos, puesto que ellas tienen la
capacidad de crear nuevos combatientes. En cambio, durante la segunda Intifada las mujeres
llevan al extremo sus reivindicaciones políticas hasta el punto de estar dispuestas a dar su vida
para hacer frente a Israel en nombre de Allah.
Si las circunstancias continúan como hasta ahora, la influencia de los islamistas podría
crecer de nuevo considerablemente. Si este movimiento continúa su labor en los ámbitos
social, educativo y político, el apoyo de la población será mayor. Debido a que este
movimiento tiene en consideración al sector femenino, las mujeres islámicas lo seguirán
apoyando, pues les brinda nuevas posibilidades que pueden permitirles progresar. Así, el
islamismo aumenta el número de simpatizantes al incluir a las mujeres entre las defensoras, a
la par que abre nuevos caminos a éstas.
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