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Nuestros últimos lusitanos. La inmigración portuguesa en el Uruguay
(1930-1965) a través de las fuentes orales.
Blanco, Mercedes, Departamento de Historia Americana - FHCE – UdelaR
[email protected]
El presente trabajo se trata del adelanto de una investigación en curso sobre la última
inmigración portuguesa al Uruguay, la que tuvo lugar entre los años 1930 y 1965. Se ha
tomado esta periodización a partir de las fechas de llegada de los ciudadanos portugueses
que hoy residen en nuestro país. A su vez, estas fechas coinciden con acontecimientos que
incidieron en la vida política y económica de Portugal. Hacia 1930 Portugal era un país en
constante crecimiento demográfico, empobrecido respecto al resto de Europa e inestable
políticamente. El fin de la Primera República en 1926 sumió al país en un clima de
efervescencia política en el que comenzó a tener cada vez mayor gravitación el fascismo
portugués. En 1932, el golpe de Antonio de Oliveira Salazar instauró el Estado Novo, un
nuevo régimen autoritario con rasgos fascistas que tuvo por pilares a la familia y a las
corporaciones económicas, morales e intelectuales.1 Este régimen se caracterizó en lo
político por la censura, la persecución y la represión y en lo económico, por el
nacionalismo estatista. La población rural fue uno de los sectores más afectado dentro de la
sociedad. El Estado Novo inició una política proteccionista de sustitución de importaciones
que pretendió resolver, en el plano agrícola, el viejo problema de Portugal: la carencia del
trigo. Para ello instrumentó como medida la extensión de los campos de trigo a fin de
terminar con el gasto presupuestal que implicaba al país la importación de este cereal. La
‘campaña del trigo’ tuvo efectos desastrosos. Si bien de hecho aumentó la producción de
1 A. H. de Oliveira Marques, Historia de Portugal II. De las Revoluciones Liberales a nuestros días, México,
F.C.E., 1983 (1era ed. en español), p.226.
1
este alimento, muy pronto los campos se vieron agotados por la pobreza propia de suelos no
aptos para este cultivo. Paralelamente, la abundancia de trigo determinó un descenso en los
precios del cereal.2 Esta es una época, además de constante aumento demográfico. De 1930
a 1968 la población del país aumentó en más de un tercio. Salvo en Lisboa y en otras
grandes ciudades, el mayor crecimiento demográfico se registró en el campo, donde
residían grandes familias en pequeñas propiedades rurales. Esta situación, sumada a una
tradición de emigración del país, empujó a un gran contingente de portugueses a emigrar.
Luego del descenso de la emigración de finales de la década de 1920, la salida de
portugueses volvió a aumentar en las décadas de 1930 y 1940, sólo interrumpidas por el
estallido de la Segunda Guerra Mundial, y continuó creciendo en las décadas de 1950 y
1960. Los números oficiales registraron 20.000 emigrantes en 1950, 30.000 en 1951, casi
50.000 en 1952, un promedio de 30.000 entre 1953 y 1963, 55.000 en 1964 y 89.000 en
1965. Los destinos preferidos fueron Brasil, Estados Unidos, Canadá y el resto de Europa.3
Sin embargo, esta década, la de 1950, fue la de mayor arribo de inmigrantes portugueses a
nuestro país, algo que se desprende de las entrevistas realizadas a los inmigrantes.
Si bien existen numerosas investigaciones sobre las principales corrientes
inmigratorias que arribaron a nuestro país –fundamentalmente sobre los españoles e
italianos- lo que tampoco significa un agotamiento de las mismas, las demás corrientes
inmigratorias que llegaron al Uruguay a lo largo del siglo XX han sido y son escasamente
estudiadas. Comparadas con el aluvión inmigratorio español e italiano de la segunda mitad
2 Ibidem, p.p.244-245.
3 Ibidem, p.246.
2
del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, estas corrientes inmigratorias aparecen como
‘menores’, sin embargo, sus colectivos, en algunas zonas de nuestro país, se imponen
cuantitativa y cualitativamente. Este es el caso de la comunidad portuguesa en el
Montevideo rural.
Hasta la década de los cincuenta, el Anuario Estadístico dio cuenta de los volúmenes
inmigratorios discriminados por nacionalidad. Lamentablemente, a partir del cincuenta sólo
se consigna la entrada de ciudadanos españoles e italianos, englobando a los portugueses en
la categoría de ‘otros europeos’. Con todo, si bien el Anuario Estadístico no cubre todo
nuestro período, da cuenta de la entrada y salida de inmigrantes lusitanos durante las
décadas del 30 y 40. Según esta misma fuente, en 1934, entraron 625 ciudadanos
portugueses a la República, frente a 3.285 españoles, 2.954 italianos, 1.399 ingleses, 1379
franceses, 551 rusos, 905 polacos y 452 lituanos. De los 625 portugueses, 624 entraron por
el Puerto de Montevideo y sólo 1 por el Puerto de Fray Bentos. Ese mismo año salieron 443
portugueses de la República. De ellos, 429 lo hicieron por el Puerto de Montevideo, 9 del
Puerto de Colonia y 5 del de Fray Bentos. Ese mismo año, el Anuario Estadístico consigna
que sólo 79 pasajeros salieron de Montevideo con destino a Portugal, lo que nos indica, que
no todos los portugueses que salieron ese año de nuestro país, viajaron para regresar a su
tierra natal, sino que probablemente, lo hicieron en busca de otros destinos regionales,
donde eventualmente, probar fortuna. Sólo 7 años después, en 1941, el Anuario Estadístico
registra una merma considerable en la entrada de inmigrantes portugueses. La Segunda
Guerra Mundial posiblemente fue el factor de disminución de este flujo migratorio: Aquel
año de 1941 entraron 199 ciudadanos portugueses al país, frente a 9.159 españoles y 7.593
italianos. Entre los portugueses, 191 entraron por el Puerto de Montevideo, 3 por el Puerto
3
de Carmelo,1 por Paysandú,1 por Fray Bentos y 3 por Salto. La segunda posguerra acentuó
la disminución del flujo inmigratorio portugués. El Anuario Estadístico del quinquenio
1945-1949 da cuenta de la entrada de solo 24 portugueses en 1945, 5 en 1946 y 9 en 1947.
A partir de 1948, la corriente lusitana vuelve a aumentar, pero sin alcanzar el pico de
mediados de la década del 30. En 1948 ingresaron al Uruguay 112 ciudadanos portugueses,
y en 1949, 121.
El tema de la última corriente inmigratoria portuguesa en Uruguay es un tema
inexplorado. Salvo un pequeño folleto publicado por Fernando Assunçao en 2004, titulado
Portugueses en el Río de la Plata: presencia y herencias del siglo XVI al s. XX, que trata
muy parcialmente el tema de la última inmigración portuguesa, no existen estudios
específicos sobre este colectivo en el Uruguay. Tampoco este último trabajo aborda el
estudio de la inmigración portuguesa en su totalidad, una inmigración eminentemente rural
y agricultora, sino que se limita a la mención de las familias portuguesas que, tras su
llegada al Uruguay, se caracterizaron por la actividad política o diplomática de alguno de
sus integrantes. Estas familias portuguesas representan una minoría de la inmigración
lusitana a nuestro país. La lectura del folleto de Assunçao me impuso la necesidad de
elaborar otra historia, una historia que diera la palabra a los propios inmigrantes
portugueses. Resumiendo, hoy en día, no existen estudios de nivel académico sobre los
inmigrantes portugueses, en su mayoría analfabetos y desconocedores del valor de su
legado cultural. Además, se tratan de inmigrantes de edad avanzada que no están dejando
testimonios escritos ni orales, salvo los que se trasmiten de generación en generación al
interior de las familias, y esto último en caso de que se cumpla con esa trasmisión, a veces
4
escasa o inexistente. En vista de estas realidades, la investigación iniciada tiene tres
objetivos principales.
1.
En primer lugar, la creación de registros de testimonios orales de
inmigrantes portugueses a partir de las técnicas de la Historia Oral.
2.
En segundo lugar, el conocimiento de las características de la
inmigración lusitana en el Uruguay.
3.
Por último, el proceso de afincamiento de familias portuguesas en
la zona rural de Montevideo como parte de la historia del Montevideo rural.
Para este primer objetivo se hizo una selección previa de los inmigrantes a entrevistar.
Se visitaron las zonas de Punta Espinillo y Rincón del Cerro y se hicieron consultas a las
familias sobre qué integrantes de la familia eran portugueses. Por el momento, solo se han
hecho entrevistas a portugueses nacidos en Portugal. Luego se evaluará la pertinencia de
hacer entrevistas a hijos y demás familiares. Como segunda condición para la selección se
estableció una edad mínima de nueve años al momento de la llegada al Uruguay. Esta edad
no es arbitraria. Si bien aún eran niños, los portugueses que contaban con esta edad ya
trabajaban en su Portugal natal y venían con el propósito de trabajar aquí. Los más
pequeños simplemente seguían a sus padres y no conservan recuerdos de la inmigración.
Luego de la selección de los posibles deponentes se los contactó telefónicamente, a modo
de pre-entrevista, a fin de presentar nuestra investigación y solicitar su permiso para la
realización y grabación de la entrevista. Además, se coordinó el día, el lugar y la hora de la
entrevista. A partir de entonces, se realizó un cronograma de entrevistas que aplicamos
flexiblemente en función de las eventualidades. Una vez en el lugar de la entrevista,
5
presentamos las preguntas del cuestionario a los entrevistados. No lo hicimos con
antelación a fin de no quitar espontaneidad a las respuestas de los deponentes.
El adelanto de investigación que se presenta a continuación está basado en entrevistas
realizadas a inmigrantes portugueses de las zonas de Punta Espinillo y Rincón del Cerro.
Hasta el momento se realizaron entrevistas a diez inmigrantes. Más adelante, se piensa
continuar en otros barrios de Montevideo. Las entrevistas se realizaron a partir de un
cuestionario guía que tiene como objetivo rescatar los aspectos principales del proceso
inmigratorio lusitano. Este cuestionario guía se aplicó con flexibilidad, teniendo en cuenta
las características de cada caso. Se comenzó con preguntas básicas como el año y la región
o provincia de nacimiento, en qué año partió de Portugal y qué edad tenía en ese momento.
Luego se indagó sobre los motivos de la emigración y cómo se vivía en Portugal en aquel
entonces. Posteriormente se preguntó sobre si tenía algún conocimiento de Uruguay antes
de partir y si en realidad era el Uruguay el país donde había decidido establecerse. Se
preguntó además que objetivos tenía al llegar al Uruguay así como las particularidades del
viaje, como por ejemplo, si viajó solo o acompañado y en este último caso con quien, o si
recuerda alguna anécdota del viaje. A fin de detectar la presencia de una cadena
inmigratoria se preguntó si algún pariente o amigo lo esperaba en Uruguay y si después de
su llegada siguieron llegando familiares o vecinos de su tierra natal. Otro grupo de
preguntas apuntan a la historia de vida del entrevistado: si terminó o no su escolarización,
en qué barrios residió, que trabajos desempeñó al llegar y después, cómo formó su familia.
Además, se hicieron preguntas acerca el grado de contacto que mantuvo con Portugal. De
acuerdo a ello se preguntó si siguió manteniendo comunicación con familiares, vecinos y
amigos de Portugal y si volvió alguna vez a su país. En este sentido, se preguntó que
6
costumbres continúa manteniendo de Portugal y si trasmitió su idioma y estas tradiciones a
su familia. Por último, se preguntó si había logrado cumplir con los objetivos que se había
propuesto al partir y que costumbres había adquirido aquí.
Dada la escasa extensión de esta ponencia, analizaremos las respuestas acerca de los
motivos de emigración de los inmigrantes portugueses. Las mismas, más que de una única
causa, revelaron una combinación de variables que habría lanzado al colectivo lusitano a
emigrar. Entre los que emigraron entre la década de los treinta y de los cincuenta, el motivo
de la partida fueron los altos impuestos del gobierno dictatorial de Oliveira Salazar, en
otros, la onerosa carga de las deudas, el propósito de los padres de que sus hijos no fueran
militares, el rumor de que los gobiernos argentino y uruguayo daban tierra a quienes
querían venir a trabajar. Maximiliano De Moura, natural de Calvao, pueblo de la provincia
de Chaves cercano a la frontera con Galicia, salió de su país en 1953, a la edad de 19 años.
Respecto a los motivos de la emigración, nos cuenta:“Uno trabajaba y solo era para los
gastos. Mucho imposto. Los animales todos pagaban imposto. Yo venía con un carro de
leña a la ciudad y tenía que pagar peaje. Teníamos un viñedo cerquita, más cerquita de la
frontera y teníamos que sacar día y poner el pelo de los bueyes que llevábamos, el color.
Después, mi padre no quería que fuera militar. Váyanse para cualquier parte que no vayan
a ser militares. Y éramos tres hermanos y salimos los tres.”4 Entre los que emigraron más
tardíamente, en la década de los ‘60, en todos los casos el motivo principal fue el propio
impulso de la dinámica migratoria que lentamente tendió a reunir las piezas del disperso
rompecabezas familiar. Aquel impulso aventuró a las esposas detrás sus maridos, a los hijos
detrás de sus padres… Sin embargo, determinadas variables aparecen más insistentemente
4 Mercedes Blanco, Entrevista a Maximiliano De Moura, Montevideo, 12 de julio de 2008.
7
que otras: las insuficiencias de una agricultura intensiva de subsistencia, el elevado costo de
los alimentos y la imposibilidad de obtener ganancias de la agricultura más allá de lo
indispensable para sobrevivir. María Antonia Marrao, proveniente del pueblo de Ilan,
provincia de Bragança, es una de los últimas inmigrantes portuguesas llegadas a la zona de
Punta Espinillo. Salió de Portugal en el año 1964, a los cuarenta años de edad. Si bien el
motivo de emigración fue la reunión con su esposo, que tres años antes había emigrado a
Montevideo, María recuerda el trabajo esforzado y escasamente rentable como problema
fundamental del Portugal de su época, lo que habla del motivo inicial de la emigración de
su marido:“Era costoso, era muy costoso. […] Era gente de trabajar mucho, la gente era
como hormigas. Había que trabajar mucho y poco de comer, como decimos nosotros.” 5La
diversidad de cultivos plantados como la imposibilidad de vender los productos nos habla
de una agricultura intensiva de subsistencia: María Antonia Moraes, describe la quinta de su
familia: “Se plantaba de todo, plantaba […] trigo, y papas, porotos, plantábase de todo, de
todo plantaba. La gente plantaba para gastos, vender no se vendía nada, porque no había
quien compraba. Toda la gente sacaba para ellos.”6 La ‘miseria’ es el peor recuerdo de
Portugal de los inmigrantes lusitanos. La miseria vivida en carne propia, la miseria
recordada en la prosperidad, la miseria de los que se quedaron y que al volver a Portugal,
reaparece en las caras de hermanos, tíos y sobrinos. Una vez en Uruguay, el temor a un
nuevo estado de miseria basó una cultura de austeridad y economía de ahorro que
caracterizó a las familias portuguesas de esta zona de Montevideo, así como a la de otros
colectivos inmigratorios en Uruguay.
5 Mercedes Blanco, Entrevista a María Antonia Moraes, Montevideo, 13 de julio de 2008.
6 Ibidem.
8