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Difusión de la ciencia Año II. Vol. 3, julio - septiembre de 2014.
Imagen de stock: Pixland. PX044073.
La seguridad del paciente
como política pública
en México
Security patient as public policy in Mexico
Dra. Esther Mahuina Campos-Castolo*
Dr. Luis Alberto Villanueva Egan**
Resumen
as políticas públicas son procesos de construcción colectiva de iniciativas, decisiones y
acciones, respaldadas y legitimadas por el
Estado para dar respuesta a problemas sociales
reconocidos, en un contexto económico, político,
social y cultural particular. La trascendencia epidemiológica, económica y social de la seguridad del
paciente la colocan como un tema importante a
desarrollar en las políticas públicas mexicanas,
L
que apenas comienzan a verse delineadas, por lo
que representan una necesidad de certidumbre
para los pacientes y profesionales de la salud, no
sólo para los políticos y altos funcionarios.
Palabras clave: Seguridad del paciente, calidad
de la atención, políticas públicas.
Summary
Public policies are processes to build collective
initiatives, decisions and actions, supported and
legitimized by the Government, for response to
recognized social problems, economic, political,
*Subdirectora de Investigación. Comisión Nacional de Arbitraje Médico.
**Director de Investigación. Comisión Nacional de Arbitraje Médico.
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Año II. Vol. 3, julio - septiembre de 2014. Difusión de la ciencia
social and cultural particular. The epidemiological,
economic and social importance of Patient Safety
as an important issue to develop Mexican public
policies, that nowadays are just beginning to be
delineated, and thus represent a need for certainty
for patients and health professionals topic, not
only for politicians and high level government
employees.
Keywords: Patient safety, Quality of Healthcare,
Public Policies,
Aun cuando la atención clínica segura es un
concepto tan antiguo que ya fue referido desde
el Corpus hippocraticum1, y forma parte de los
principios bioéticos básicos de la medicina en
el conocido aforismo “Primum non nocere”
(lo primero es no hacer daño), la seguridad
se consideraba una cualidad inherente a los
procedimientos diagnósticos, terapéuticos y de
atención hospitalaria, así como a la calidad en la
formación del personal de salud y la ética en la
relación entre pacientes y personal de salud.2, 3
La capacidad de interacción y modificación de las
funciones, de la estructura anatómica y aún de la
información genética del ser humano es una de
las maravillas de la medicina moderna, pero lleva
aparejado el gran riesgo de que hoy, los sistemas
de atención a la salud tienen el potencial de
lastimar, sin intención, a los pacientes a quienes
tratan de ayudar.2, 4
La medicina actual es compleja y lleva riesgos
asociados, como la presentación de errores
que pueden traducirse en daño a los pacientes,
situación conocida como eventos adversos, de
acuerdo con la Clasificación Internacional para
la Seguridad del Paciente5, que constituyen el
suceso central que permite medir la relevancia
del tema.
La seguridad fue descrita por Aguirre Gas, desde
1990, como una de las dimensiones de la calidad
de la atención en salud y destacó el compromiso
moral, social y legal que los profesionales y los
servicios de salud adquieren para con el paciente
al momento de iniciar el proceso de atención.6
Aun cuando autores como Varo7 le dieron una
definición individualizada como el “balance
positivo de la relación beneficios/riesgo”, en el
contexto académico y gerencial de la salud se le
consideró inmersa y dependiente de una atención
médica de calidad.
No fue sino hasta la publicación del libro Errar es
humano8, en que se puso atención en el tema, ya
que según el estudio elaborado por el Instituto de
Medicina de Estados Unidos (IOM), se encontró
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que las muertes relacionadas con errores médicos
eran tan frecuentes que podrían considerarse
incluso como un problema de salud, al superar
en número a las muertes ocurridas en el mismo
periodo por accidentes automovilísticos, cáncer
de mama o sida.
A partir de ese estudio, la Organización Mundial
de la Salud (oms) creó una iniciativa internacional
llamada “Alianza Mundial para la Seguridad
del Paciente”, que fue puesta en marcha por el
Director General de la Organización Mundial de la
Salud, en octubre de 2004.9
La Alianza fue creada con el propósito de
coordinar, difundir y acelerar las mejoras en
materia de seguridad del paciente en todo el
mundo, como un medio y una guía para propiciar
la colaboración internacional y la acción de los
países miembros de la oms y de la comunidad
internacional de expertos, usuarios y grupos de
profesionales e industrias relacionadas con la
atención en salud.10 Hoy, la oms ya cuenta con
un área coordinadora en Ginebra, que lidera los
esfuerzos conjuntos de los sistemas de salud
alrededor del mundo.
La participación internacional coordinada que se
originó a partir de la Alianza, generó una rápida
adhesión durante los siguientes meses, tanto por
la comunidad académica como por los funcionarios de las diversas administraciones. México no
fue la excepción.
Pero, ¿por qué resultó tan eficiente dicho lanzamiento? ¿Cuál es la dimensión del asunto como
problema público?
En “Errar es humano” se detectaron entre
44,000 y 98,000 muertes relacionadas con
errores médicos. En estudios subsecuentes
se calculó que entre 8 y 12% de los pacientes
hospitalizados sufren eventos adversos al recibir
atención médica, alrededor del mundo, entre los
que se encuentran infecciones relacionadas con
la asistencia sanitaria (en torno al 25% de los
efectos adversos); errores de medicación (35%
del total), errores quirúrgicos, fallos técnicos,
errores de diagnóstico y respuesta inadecuada
a los resultados de las pruebas.8 Posteriores
estudios mostraron que más bien se trata de un
fenómeno mundial y no local11.
Aunado al costo humano de la falta de seguridad
del paciente, el tratamiento, la rehabilitación y
muchas veces las secuelas de dichos eventos
adversos y las demandas médico legales
derivadas de los resultados insatisfactorios
representan una carga económica de cerca de 10
billones de dólares al año12, 13, además de distraer
la atención y los de por sí reducidos recursos,
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tanto humanos como materiales, destinados para
la salud y generar no sólo insatisfacción con los
servicios de salud recibidos, sino incluso desconfianza en los sistemas y en los profesionales
mismos de la salud.14
Imagen: Brandx. bxp27572h.
Ante esta crisis y con la intención de prevenir su
agravamiento, los diversos actores de la salud
(sistemas y profesionales de la salud, pacientes y
sus familias) iniciaron propuestas conjuntas para
generar cambios en la atención a la salud, en una
coparticipación inédita, enfocada a reducir los
errores prevenibles y ofrecer una atención médica
más segura. Sin embargo, si bien es posible evitar
muchos de los daños causados a los pacientes,
las estrategias para conseguirlo se aplican de
manera muy diferente entre los países.4, 15
Para comenzar este breve análisis sobre la
inclusión de la Seguridad del Paciente como una
política pública para el Estado mexicano en el nivel
programático sectorial, desde la popularización
del concepto en los últimos diez años, debemos
comenzar con la defensa de los términos.
Política. En español es una palabra que se refiere
a tres vocablos anglosajones: polity, politics y
policy. La primera alude al ámbito de gobierno y
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sociedad humana; la segunda a la actividad de
organización y lucha por el control del poder y
la tercera al propósito y acción de un gobierno
expresado en políticas y programas, es decir, en
políticas públicas.16
Existen múltiples definiciones del concepto.
Aguilar-Villanueva las define como “decisiones
de gobierno que incorporan la opinión, la participación, la corresponsabilidad y el dinero de los
privados, en su calidad de ciudadanos electores
y contribuyentes”.17 El Grupo de Investigación
en Gestión y Salud Pública de Colombia, por su
parte, destaca su carácter colectivo: “procesos de
construcción colectiva de iniciativas, decisiones
y acciones, respaldadas y legitimadas por el
Estado, para dar respuesta a problemas sociales
reconocidos, en un contexto económico, político,
social y cultural particular”.18
Ahora, no todos los temas o problemas percibidos por las personas o por las instituciones
o analizados por las redes epistémicas son
necesariamente fuente de una política pública.
Para ello existe un proceso que inicia desde la
problematización, es decir desde la definición del
problema mismo.
Problema público. Es una “situación que afecta
negativamente al bienestar de la población”,
que el individuo o los conglomerados no pueden
resolver por sus propios medios, por lo que
requieren la intervención del Estado para su
resolución.
Los problemas son procesos mediante los cuales
una cuestión (problema, oportunidad o tendencia),
ya aprobada y colocada en la agenda política
pública es estudiada, explorada, organizada y
posiblemente cuantificada por los interesados,
quienes no raramente actúan en el marco de
una definición de autoridad, aceptable provisionalmente en términos de sus probables causas,
componentes y consecuencias.18 En contraste,
los problemas públicos son complejos, no
tienen una solución fácil y en muchas ocasiones,
tampoco una solución única que sea aceptable
por los interesados.
Existe un nivel superior de problemas públicos,
que son abordados por un tipo especial de
políticas públicas, llamado política de Estado. Las
políticas de Estado, como menciona Covarrubias son reconocidas por gobiernos, partidos
políticos, organismos, instituciones académicas
y grupos sociales, como la mejor opción para
atender las grandes cuestiones sociales, que
requieren una respuesta colectiva, de fondo, y
coordinada18. Tienen la particularidad de imponer
a los gobiernos, incluso a varios gobiernos en
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Año II. Vol. 3, julio - septiembre de 2014. Difusión de la ciencia
conjunto, una perspectiva transversal, intersectorial, anticíclica y global, acerca de asuntos
multifactoriales, intergubernamentales, interconectados y complejos. Las políticas de Estado
representan soluciones generales, financieramente viables, construidas social y democráticamente, que están dirigidas a resolver o modificar
los factores tanto generales como focalizados
que intervienen en el problema en cuestión.
Entonces, el problema de la seguridad del
paciente, ¿ya existe en la agenda pública?
La respuesta categórica es: Sí. Ingresó casi al
mismo tiempo a la agenda pública y a la agenda
de gobierno “por la puerta -gubernamental y
académica- grande”. Las redes de políticas
públicas nacionales y los tomadores de decisiones
caminaron prácticamente de la mano, guiados
por las redes epistémicas internacionales con
mayor autoridad moral y capacidad de influencia
en el ámbito médico: la Organización Mundial de
la Salud (oms), basada en estudios realizados por
el Instituto de Medicina de Estados Unidos (iom) y
con el respaldo y liderazgo del Servicio Nacional
de Salud (nhs) inglés. Así, la seguridad del
paciente se convirtió en una política de Estado.
La primera directriz fue entonces de índole
internacional, a través de la publicación el 18
de enero de 2002 de la Resolución del Consejo
Ejecutivo de la oms eb109.r161, titulada: “Calidad
de la atención: seguridad del paciente”, cuyas
conclusiones fueron las siguientes:
...La incidencia de los eventos adversos está
poniendo en peligro la calidad de la atención,
además de ser una causa importante y
evitable de sufrimiento humano y de entrañar
un elevado coste en pérdidas financieras y
en costos de oportunidad para los servicios
de salud; observando que puede mejorarse
notablemente el desempeño de los sistemas
de salud en los Estados Miembros evitando
los eventos adversos y, en general, mejorando
la seguridad del paciente y la calidad de
la atención de salud; reconociendo que la
promoción de la seguridad del paciente es
uno de los principios fundamentales de los
sistemas de salud…
Por lo anterior, el Consejo Ejecutivo instó a los
Países Miembros a reconocer la seguridad del
paciente como un problema grave de salud
pública, y recomendó a la 55ª Asamblea Mundial
de la Salud y a los Estados Miembros de la misma,
implementar las siguientes acciones:
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1) Elaborar “normas, estándares y directrices
mundiales que permitan definir, medir y
notificar los eventos adversos de la atención
de salud, producidos o que se haya logrado
evitar” y proporcionar “apoyo a los países
para el desarrollo de sistemas de notificación, la adopción de medidas preventivas y
la aplicación de medidas de reducción de los
riesgos”;
2) Promover la “formulación de políticas
fundamentadas en pruebas científicas,
con inclusión de normas mundiales que
mejoren la atención al paciente, dedicando
especial atención a aspectos tales como la
inocuidad de los productos, la inocuidad
de las prácticas clínicas con arreglo a las
directrices apropiadas y la utilización inocua
de productos e instrumentos médicos”, para
crear y fortalecer “una cultura de la seguridad
en el seno de las organizaciones de atención
sanitaria”.
3) Desarrollar “mecanismos que permitan
reconocer las características de los dispensadores de atención de salud que ofrezcan
un nivel de excelencia ejemplar en cuanto a
la seguridad de los pacientes a nivel internacional” (mediante certificación y otros
medios, por ejemplo); y
4) Alentar “las investigaciones conducentes
a la seguridad de los pacientes”.
Como en México las políticas públicas suelen
ser cíclicas (sexenales), el Estado no la incluyó
en el Plan Nacional de Desarrollo, en el Programa
Sectorial de Salud ni en la Cruzada Nacional por
la Calidad de la Atención, que fue el programa
con más proyección sociopolítica de la administración pública en salud durante el periodo
2001-2006. En dicha cruzada se incluyó como
indicador de efectividad “Atención efectiva,
eficiente, ética y segura”, orientado a medir el
grado de variación en el índice de calidad técnica
entre organizaciones y regiones, con una meta
de reducción de 50% en la variación existente
al inicio de la Cruzada. No se hablaba aún de
eventos adversos ni de su prevención, aunque el
tema comenzó a permear entre las comunidades
académicas, que empezaron a replicar el estudio
“Errar es humano...” y a generar investigaciones
colaborativas en el ámbito iberoamericano,
lideradas por grupos españoles. (Aranaz, 2005;
Ruelas-Barajas, 2006)
En 2007 se publicó el Plan Nacional de Desarrollo
2007-2012 y no se mencionó la seguridad del
paciente, ya que las prioridades de este periodo
en materia de salud fueron la cobertura finan139
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ciera y el acceso “universal” a los servicios de
salud. La calidad de la atención médica, como
metacualidad que incluye a la seguridad, fue
tema central del “Objetivo 5: Brindar servicios de
salud eficientes, con calidad, calidez y seguridad
para el paciente”, dentro del eje 3 Igualdad de
oportunidades.
Se delegó el tema al Programa Nacional de
Salud 2007-2012, que declaró inicialmente como
objetivo 3 la prestación de servicios de salud con
calidad y seguridad:
“Para poder mejorar las condiciones de
salud de una población es indispensable
contar con servicios personales y de salud
pública de calidad efectivos y seguros, que
respondan a las expectativas de los usuarios
y tomen en consideración su diversidad
cultural”.
“En esta materia el Programa Nacional de
Salud 2007-2012 se planteó las siguientes
metas:
• Meta 3.1 Acreditar el 100% de las
unidades de salud que ofrecen servicios
al Sistema de Protección Social en Salud
(spss).
• Meta 3.2 Implantar medidas de
prevención de eventos adversos, para
garantizar la seguridad de los pacientes
en 60% de las unidades del sector
público.
• Meta 3.3 Alcanzar y mantener una
tasa anual de infecciones nosocomiales
no mayor de 6 por 100 egresos en los
hospitales públicos de segundo nivel.”
Para lograr las metas descritas, se planteó la
“Estrategia 3: Situar la calidad en la agenda
permanente del Sistema Nacional de Salud”, con
la premisa de que “para mejorar las condiciones
de salud de la población es necesario contar con
servicios de salud efectivos y que garanticen la
seguridad del paciente”. Aún cuando se continuó
utilizando el metaconcepto de calidad, la
seguridad del paciente comenzó a desarrollarse
como un tema individual relevante dentro de la
misma, con acciones específicas:
•“Acreditar las unidades de salud que prestan
servicios al SPSS con criterios de capacidad,
calidad y seguridad. La meta en esta materia
es acreditar al 100% de las unidades que
prestan servicios al SPSS”.
•“Vincular a los hospitales públicos de
mediana y alta complejidad con el Proyecto
de Seguridad del Paciente, que incluya
medidas que garanticen una atención
limpia y prevengan la ocurrencia de eventos
140
adversos, errores en la medicación y cirugía
insegura”.
De manera paralela y complementaria, el pns
2007-2012 se enfocó en la identificación de
riesgos sanitarios, en particular para “impulsar, en
el marco de la política nacional de medicamentos,
acciones que garanticen la seguridad, calidad y
eficacia de los medicamentos e insumos para la
salud y las buenas prácticas de manufactura en
la industria”.
Se menciona en el pns 2007-2012 que se
escucharon de manera recurrente en los foros
de consulta ciudadana que se llevaron a cabo
en la primera mitad del 2007, dentro del tema
“Experiencias de calidad y seguridad de los
pacientes”, el interés por desarrollar una cultura
de seguridad en el personal de salud y los
usuarios e impulsar el modelo de seguridad del
paciente basado en experiencias exitosas.
Estas acciones se realizaron a través de diversas
instancias, entre ellas la Subsecretaría de
Innovación y Calidad, a través de su Dirección
General de Calidad y Educación en Salud (dgces)
y la Comisión Nacional de Arbitraje Médico
(Conamed).
La Subsecretaría de Innovación y Calidad
desarrolló el Programa de acción específico
2007-2012 Sistema Integral de Calidad en Salud
Sicalidad y creó en la dgces la Dirección General
Adjunta de Calidad y una dirección de área
dedicada a desarrollar y coordinar las iniciativas
sectoriales sobre la seguridad del paciente.
La “calidad técnica” y seguridad del paciente
se explicitaron como primera dimensión de la
calidad, complementándose con la calidad percibida y la institucionalización de la calidad, dimensiones a alcanzar “mediante la mejora continua,
la reducción de eventos adversos, la medicina
basada en la evidencia y la estandarización de
cuidados de enfermería”.
El programa sectorial Sicalidad, coordinado por
la dgces, desglosó los compromisos nacionales
en el tema de calidad y seguridad del paciente,
establecidos por el pns 2007-2012, en metas
y acciones específicas alineadas a las Metas
Internacionales de Seguridad del Paciente
lanzadas por la oms, tales como la acreditación
de las unidades afiliadas al Seguro Popular y
la vinculación de hospitales de alta y mediana
complejidad al Programa de Seguridad del
Paciente, en cuatro acciones: cirugía segura,
atención limpia, identificación de pacientes y
prevención de caídas, además de mantener las
infecciones nosocomiales en una tasa anual no
mayor a seis por ciento de los egresos. Se creó,
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al interior de cada unidad de salud, la figura de
los gestores de calidad y los Comités de Calidad
y Seguridad del Paciente, “para compartir
hallazgos, aprender de los mejores y lograr el
máximo de visibilidad en la preocupación de los
directivos y profesionales en favor de la calidad”.
Se establecieron once proyectos relacionados
con la calidad técnica y la seguridad del paciente,
y se publicaron diez acciones para la seguridad
del paciente, que fueron ampliamente difundidas
en todo el sector salud, lo mismo en las unidades
médicas públicas, federales y estatales, como en
las unidades médicas privadas.
Conamed incorporó a su misión y visión el
objetivo de contribuir con la mejora de la calidad
en la atención y la seguridad del paciente, con
investigaciones y proyectos que contribuyeran a
desarrollar una cultura de identificación, análisis y
comunicación de eventos adversos en salud. Se
realizaron y publicaron diversas investigaciones
sobre seguridad del paciente, se emitieron
recomendaciones para mejorar la calidad y
seguridad de la atención en salud, así como los
Lineamientos para la Seguridad del Paciente
Hospitalizado. También se desarrolló el Sistema
de Registro Automatizado de Incidentes en Salud
(Sirais).
Otras áreas de la Secretaría de Salud, instituciones de salud, universidades y otras instancias
académicas, realizaron acciones y proyectos
sobre seguridad del paciente, tanto operativos
como normativos, dirigidos a problemas como
la aplicación de medicamentos, identificación
del paciente, cirugía en sitio incorrecto, caída
del paciente, comunicación adecuada con el
paciente y con el equipo de salud, uso y apego
a protocolos y guías diagnósticas, prevención de
las infecciones nosocomiales, importancia del
factor humano en los eventos adversos, cambio
de cultura organizacional y corresponsabilidad
del paciente en su atención.
El interés del presente trabajo se centra en identificar cómo se fue incorporando el tema Seguridad
del Paciente dentro de la agenda gubernamental.
Los resultados de estas estrategias serán motivo
de un análisis más detallado en un proyecto de
investigación que se desarrollará durante 2014
entre académicos de la unam, Conamed y otras
instituciones.
Bueno, y ahora, ¿qué sigue?
En el Plan Nacional de Desarrollo (pnd) 2013-2018
no aparece el tema Seguridad del Paciente, de
manera explícita. Se establece como objetivo
principal asegurar el acceso a los servicios de
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salud, como derecho constitucional real y no solo
programático, con integración funcional de todas
las instituciones del sector y con una Secretaría
de Salud fortalecida en su función rectora. Se
habla de “reforzar la regulación de los establecimientos de atención médica, aplicar estándares
de calidad rigurosos, privilegiar el enfoque de
prevención y promoción de una vida saludable”,
así como de “renovar la planeación y gestión de
los recursos disponibles”.
Foto: Instituto de Salud.
Uno de los seis objetivos del Programa Sectorial
de Salud (pss) 2013-2018, es “asegurar el acceso
efectivo a servicios de salud con calidad”, con lo
que se retoma la calidad como metaconcepto.
Se preveen cinco estrategias para proteger la
salud de los mexicanos:
•“primera. Avanzar en la construcción de un
sistema nacional de salud universal.
•segunda. Hacer de las acciones de protección, promoción y prevención, un eje prioritario para el mejoramiento de la salud.
•tercera. Elevar la atención de la salud, a la
población en situación de vulnerabilidad.
•cuarta. Asegurar el acceso efectivo a servicios de salud de calidad.
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Difusión de la ciencia Año II. Vol. 3, julio - septiembre de 2014.
•quinta. Promover la cooperación internacional en salud.”
El Programa Sectorial de Salud (pss) 2013-2018
incorpora de manera explícita e implícita la
seguridad del paciente, en su binomio calidad
técnica-seguridad, en la “Estrategia 2.2 Mejorar
la calidad de los servicios de salud del Sistema
Nacional de Salud”, que consta de las siguientes
líneas de acción:
2.2.1. Impulsar acciones de coordinación
encaminadas a mejorar la calidad y seguridad
del paciente en las instituciones de salud.
2.2.2. Impulsar el cumplimiento de estándares de calidad técnica y seguridad del
paciente en las instituciones de salud.
2.2.3. Incorporar el enfoque preventivo en los
servicios de salud para todos los niveles de
atención.
2.2.4. Consolidar el proceso de acreditación
de establecimientos de salud para asegurar
calidad, seguridad y capacidad resolutiva.
2.2.5. Actualizar mecanismos que permitan
homologar la calidad técnica e interpersonal
de los servicios de salud.
2.2.6. Fomentar el uso de las Normas
Oficiales Mexicanas (nom), guías de práctica
clínica, manuales y lineamientos para estandarizar la atención en salud.
2.2.7. Fortalecer la conciliación y el arbitraje
médico para la resolución de las controversias entre usuarios y prestadores de servicios.
2.2.8. Consolidar los mecanismos de retroalimentación en el Sistema Nacional de Salud
para el mejoramiento de la calidad.
2.2.9. Promover los procesos de certificación
de programas y profesionales de la salud.
2.2.10. Establecer nuevas modalidades
de concertación de citas y atención que
reduzcan los tiempos de espera en todos los
niveles.
Adicionalmente se hace referencia a la calidad
y seguridad en la atención por adicciones, así
como en el uso de fármacos, insumos y dispositivos médicos.
¿Qué falta por hacer?
Aun cuando Sicalidad logró la institucionalización de la seguridad del paciente como política
pública sectorial, estimamos que como problema
público cumple con los criterios para considerar
su planteamiento como política de Estado, lo que
al día de hoy aún no ha alcanzado.
El primer paso para la transversalización de
la Seguridad del Paciente como política de
142
Estado, podría darse mediante una colaboración
intersectorial de las Secretarías de Salud y de
Educación, implementando un programa de
educación para la salud con acciones educativas
focalizadas, breves pero repetidas a lo largo de
la educación preescolar, básica y media, que
permitan la adquisición y mantenimiento de
una cultura del autocuidado y la prevención de
riesgos, para que todos los pacientes, actuales
y potenciales, puedan participar tanto de manera
pública y organizada en las Redes de Pacientes
por su Seguridad, como individual y privada en la
toma de decisiones clínicas.
Imagen: Corbis Vol 041. Medicine & Healthcare 2. MED2044.
Sólo podemos identificar y evaluar aquello que
conocemos, por lo cual deberemos educar al
paciente y a su familiar en la identificación precoz
de eventos adversos para la limitación de sus
complicaciones derivadas e incluso, en la detección de cuasifallas (evento o circunstancia que
podría haber ocasionado un daño innecesario a
un paciente, pero que no alcanzó a dañarlo), que
se complementaría con la ya iniciada inclusión de
la Seguridad del Paciente como parte del currículo universitario en las profesiones de la salud.
Es necesario cerrar filas entre todos los actores
de la atención médica: profesionales de la
salud, gerentes clínicos, pacientes y familiares,
autoridades sanitarias, autoridades educativas,
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Año II. Vol. 3, julio - septiembre de 2014. Difusión de la ciencia
comunidad académica, industrias farmacéutica y
de insumos para la salud, porque como dijo Sir
Liam Donaldson (2004), presidente de la Alianza
Mundial por la Seguridad del Paciente, durante el
lanzamiento de la iniciativa:
“Errar es humano, ocultar los errores es imperdonable, y no hay excusa para no aprender de ellos
(To err is human, to cover up is unforgiveable, and
to fail to learn is inexcusable)”.
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