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LA SANTA IGLESIA CATOLICA
En lo Esencial UNIDAD, en lo no esencial LIBERTAD;
en todas las cosas CARIDAD
San Agustin de Hipona, Siglo V
Lo que Creemos
Nosotros creemos que la Biblia es la Palabra Revelada de Dios. Los Católicos
Anglicanos creemos que "las Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento son
el auténtico historial de la revelación misma de Dios y su actividad Salvadora, y que sus
demandas morales son revelación válida para todos los hombres y para todos los
tiempos.
Nosotros creemos que los credos antiguos, el de los Apóstoles, el Niceno y el
Atanasiano, expresan la Fe de la Iglesia y deben ser comprendidos en la forma en que
están escritos.
Creemos en la Sagrada Tradición de la Iglesia que está contenida en todo lo definido en
los Siete Concilios-Ecuménicos de la Iglesia Indivisa, en los siglos IV a VIII, y que en
estas definiciones dogmáticas se encuentra el Magisterio de la Iglesia explicado por los
Santos Padres y Obispos de la Iglesia Antigua.
Creemos que los postulados de la Ortodoxia Católica han sido preservados para el
cristianismo Occidental, en estos últimos tiempos, en la Declaración Doctrinal de la
Afirmación de San Luis, de Septiembre 14 al 16 de 1977, asegurando el movimiento
continuante Anglicano y la conformación de la Provincias Anglo-Católicas en Inglaterra
y el resto del mundo.
NUESTRAS RAICES ECLESIALES
En América Latina y la Península Ibérica, incluyendo Portugal y España, el AngloCatolicismo (Anglicanismo) es algo popular, pero muy poco conocido. Por
consiguiente, para ofrecer algunas luces sobre su naturaleza, corregir algunas
distorsiones gratuitas y presentar la verdad histórica respecto a la Iglesia Católica
Inglesa ( Anglicano1) y el Anglo-Catolicismo, nos hemos propuesto escribir las
siguientes glosas.
Es el dicho común de personas que no conocen el Anglo-Catolicismo,(el Anglicanismo)
que han sido caprichosamente mal informadas, o bien por las razones que sean
pretenden hacerle sombra, que el rey Enrique VIII de Inglaterra fue el "fundador" de la
Iglesia Católica Inglesa y del Anglicanismo. Oiremos de entrada que esta aseveración
riñe con la verdad histórica y carece de toda seriedad, pues antes de que naciera Enrique
VIII ya existía en Inglaterra la Iglesia Católica. El mismo Enrique VIII fue un decidido
defensor de la Iglesia frente al movimiento reformista protestante luterano y por su
escrito "Assertio Septem Sacramentorum", del 11 de octubre de 1521, el papa León X le
concedió el distinguido título de "Defensor de la Fe"(l).1
En la Edad Media, la Iglesia Católica inglesa era conocida como Ecclesia Anglicana y
comprendía las provincias de Canterbury y de York. Fue durante la última parte del
reinado de Enrique VIII (1491-1547) cuando la Iglesia Católica inglesa rechazó la
jurisdicción y supremacía papal romana, pero la Iglesia continuó existiendo como
iglesia nacional, manteniendo la doctrina y el orden y culto católicos, continuando
inclusive con el uso de la lengua latina, pero sin el papa de Roma. Por
consiguiente, laEcclesia Anglicana se remonta a la era apostólica y es parte de la Iglesia
Una, Santa, Católica y Apostólica, cuyo Fundador es Cristo.
El Anglo-Catolicismo y sus afines, son términos estrictamente teológicos y eclesiales.
El Anglicanismo, como cuerpo eclesial, se ha extendido por todo el mundo, y hoy se le
conoce por Las Iglesias Anglicanas, o sea, el conjunto de Iglesias que originalmente
(hasta 1.978) estaban en comunión con la antigua sede de Canterbury, cuyo primer
arzobispo fue San Agustín de Canterbury, enviado a Inglaterra en el año 597 por el papa
Gregorio Magno. Las Iglesias Anglicanas, y que hoy están reunidas en varias
Comuniónes y Provincias, tales como la de Canterbury (conocida hoy como la
Comunion Heterodoxa), la Tradicional(TAC) y la Comunion Internacional de la Iglesia
Anglicana (ACIC), y a través del mundo se denominan de forma variada, como por
ejemplo: Iglesia Anglicana de Australia o del Canadá, Igreja Episcopal do Brasil, Igreja
Lusitana (Portugal), Iglesia Episcopal (Estados Unidos), Santa Iglesia Católica en
China, la Santa Iglesia Católica Rito Occidental de Inglaterra , Santa Iglesia Católica en
el Japón , también la Iglesia Española Reformada Episcopal, La Santa Iglesia Catolica.Diocesis Anglicana del Caribe y la Nueva Granada, La Iglesia Anglicana de
Virginia, La Iglesia de Africa del Sur, etc..
RAIGAMBRES HISTÓRICAS
No hay certeza ni luces de cómo el Cristianismo llegó a las Islas Británicas. Hay varias
leyendas al respecto y, posiblemente, la más creíble es la de que un legionario
romano(alrededor del año 60 d.C..), convertido al Cristianismo, con la evangelizaciion
de San Pablo y despues las evidencias del viaje de Jose de Arimatea a las Islas
Britanicas, llegara y se instalara a esas playas y comenzara a predicar iniciando la
primera congregación cristiana y celebrando los oficios religiosos(El Culto Eucaristico)
en Britania (2). De todas formas, lo cierto si es que, cuando en el año 314 d.C., se
celebrara el Concilio de Arles (Francia) hay irrefutables evidencias históricas de que
varios obispos llegados de Britania, pagaron sus gastos de viaje. Y cuando San Agustín
de Canterbury fuera a hacer obra misionera a la Britania, allá en el siglo IV, encontró
que esas gentes eran ya cristianas, pero un tanto diferentes a las del continente europeo
eran nada menos que de la Iglesia Cristiana Celta y tenían un calendario cristiano
diferente, una lista de santos desconocido; por la Iglesia Católica con sede en Roma y,
aparentemente, ignoraban la existencia de la Iglesia continental.
En el año 596, el papa Gregorio escogió a Agustín, uno de sus monjes y a la sazón prior
de monasterio, para encomendarle la misión de presentar a los bretanos la tradición del
Cristianismo continental y traerlos a su regazo. Agustín y sus acompañantes monjes
evangelizadores, encontraron una afectuosa bienvenida en Kent, de parte del rey no
cristiano Ethelbert, cuya esposa Bertha era cristiana, hija de uno de los reyes francos.
Fue así como la labor de Agustín y sus monjes se hizo muy llevadera; las conversiones
y los bautismos eran numerosos. En el otoño del año 597 d.C., Agustín se desplazó a la
Galia para ser consagrado Obispo, por los Obispos Britanicos, y su misión evangelizar
la corona al bautizar miles de personas en la región de Canterbury (3). Ahora Agustín
implanta su diócesis, a la par que funda el monasterio dedicado a San Pedro y San
Pablo, en el que lógicamente establece la regla de San Benedicto. El primer arzobispo
de Canterbury cumple con su misión y, después de siete años de labor, muere en el 604
d.C., el mismo año en que muere su amigo y protector, el papa Gregorio Magno.
Con el correr de los años, los asuntos eclesiales en Inglaterra empiezan a cobrar cierta
tirantez, pues son dos culturas las que están operando, la heredada de Roma y la celta o
irlandesa. Varios asuntos reclamaban solución, entre otras cosas, concertar la fecha para
la celebración de la Pascua de Resurrección, Surge aquí, en la historia del
Anglicanismo, la figura de una mujer, la abadesa Hilda, quien es la encargada de
supervisar el Sínodo de Whitby, celebrado en el año 664 d.C. y en el cual se llega a un
acuerdo sobre la llamada "Controversia Pascual", que dividía a los cristianos celtas del
norte de los cristianos del sur de Inglaterra. En este Sínodo se acuerda observar la
Pascua de Resurrección en la fecha en que lo hacía la Iglesia de Occidente, como
también la Iglesia Católica Inglesa decide entrar en plena comunión con toda la Iglesia
Occidental bajo el liderazgo del Obispo de Roma.
Sigue la marcha de la historia, y a raíz de la desdichada división del Cristianismo
Occidental del Oriental, en el año 1184, el rey de Inglaterra lanzó la proclama llamada
comúnmente "La Constitución de Clarendon", en la cual se estatuía que la Corona sería
la encargada de codificar la ley inglesa con el fin de lograr un mejor gobierno. La
Iglesia se opuso violentamente a esto, blandiendo el argumento de que la libertad es don
de Dios a sus hijos y sólo ella podía dictarles los principios que gobernaban su
conducta. Esto genera la larga y penosa lucha entre la Iglesia y la Corona, en la cual se
debate qué institución habría de controlar la vida de los subditos ingleses. Pero lo que
viene a darle más tarde el cariz político a esta contienda es que la mencionada
Constitución hacía resaltar el nacionalismo radical que ha caracterizado a los pobladores
de las Islas Británicas, postura que ha transcendido través de sus instituciones históricas
y que, definitivamente, tuvo un impacto en la Iglesia de esas latitudes.
EL PRINCIPIO DE "SUPREMACÍA REAL"
En el año 1199 llega al trono inglés el Joven Juan I. Su inmadurez e inexperiencia
política, unidas a su irascibilidad e insolencia, le hacen inepto para gobernar. En actitud
un tanto infantil se opone al nombramiento de Stephen Langton como arzobispo de
Canterbury, designación que hizo el papa Inocencio III, y esto obligó a Roma a poner a
Inglaterra en entredicho. Más tarde, en 1209, Juan I recibe la excomunión del Obispo de
Roma y, por presiones políticas subterráneas, Francia amenaza con la invasión. Ante
esta situación, en el año 1213, Juan I se somete a la jurisdicción romana y, como con
secuencia, la nación inglesa se convierte en feudo romano. El pobre Juan I muere en
1214 batallando a los franceses. La nación se sume en confusión y desconcierto y el
pueblo de la Gran Bretaña, en actitud de olvido, nunca más ha vuelto a designar a
ninguno de sus monarcas con el nombre de Juan (4).
Por fuerza de las circunstancias socio-económicas, en 1213 los cristianos de la Ecclesia
Anglicana -rey y nobleza- firman el trascendental documento "Magna Carta", que ha
llegado a ser la primera Carta de Derechos Humanos. La Carta declara que, en virtud
del nacimiento, todo hombre tiene derechos inalienables que ni el rey ni la Iglesia
necesitan refrendar, ni mucho menos conceder. Es interesante observar que la primera
legislación inglesa emanada de la Carta Magna, consistió en declarar que la Iglesia
Católica inglesa estaría en libertad para conducir su propia administración sin ninguna
intervención extranjera. Median unos cuantos años, y en 1279 se establece en las Islas
Británicas el Parlamento, otro tremendo logro político, el cual viene a reforzar y a
promover y fortalecer el tradicional nacionalismo inglés y, en 1285, sin la venia dela
Iglesia, se implantan por primera vez en el marco histórico occidental los tribunales
civiles, los cuales constituyen una especie de desafío a los tradicionales tribunales
eclesiásticos. La rivalidad entre el poder civil y el eclesiástico sigue latente y, a pesar de
haber transcurrido más de cien años, la memoria del arzobispo Becket, fiel defensor de
los fueros eclesiales, no parecía disiparse.
El Parlamento inglés continúa aprobando leyes que, poco a poco, van sustrayendo la
autoridad del papa de Roma en las Islas Británicas, hasta llegar al punto de que, en el
año 1400, los tribunales eclesiásticos ya no podían ejercer recursos de casación a Roma;
el impuesto que Inglaterra pagaba al papa, llamado "denarii S. Petri” o "Peter`s Pence",
ya no tenia vigencia y todas las instituciones docentes de las Islas Británicas estaban
ahora bajo el control de la Corona y no de la Iglesia(5) . Parece ser que aquí se gesta el
concepto de supremacía real que, años más tarde, se asienta en el orden político
británico y que, hasta el día de hoy, está sustancialmente vigente, salvo algunas ligeras
enmiendas adjetivas(6).
La supremacía real la estatuye una ley aprobada en 1534, durante el reinado de Enrique
VIII y luego revisada bajo el reinado de Elizabeth I en 1559, la cual ratifica al rey y sus
sucesores el título de"único y su premo gobernante de este reino y de todos los otros
dominios y países bajo su Alteza, así como también de todas las cosas espirituales o
eclesiásticas y asuntos temporales(7). La supremacía real es la confirmación del
nacionalismo británico, el repudio de toda interferencia extranjera en los asuntos
políticos y religiosos del reino y la confirmación de que el monarca es el responsable
ante Dios del bienestar de la Iglesia. Aquí se elimina toda intromisión del papa de Roma
en los asuntos eclesiásticos y se restaura la antigua costumbre inglesa "congé delire"
("permiso para elegir" obispos). Una vez obtenido el permiso, el Deán y el Capítulo
Catedralicio postulan al candidato para que dicha postulación sea refrendada luego
por la Corona. Así que la supremacía real no implica que el monarca sea el "jefe" de la
Iglesia, sino su vigía y guardián. A este respecto, el pronunciamiento del arzobispo John
Whitgift (1583-1604) es bastante iluminador: "La reina tiene la supremacía en asuntos
eclesiales (gobierno de la iglesia, pero no en las funciones pastorales: predicar,
administración de los sacramentos o consagración de obispos(8).
EL REY ENRIQUE VIII
Corresponde ahora traer la figura del rey Enrique VIII, quien llega al trono inglés en el
año 1532. Las incidencias de su intervención real las trazaremos a grandes pinceladas,
pues lo que cabe recabar es que las acciones legales de este monarca se basaron en el
principio de supremacía real ya expuesto, y que a la sazón era asunto que motivaba
agrias pugnas en el continente europeo.
Enrique Vlll no fue un angelito con alas, ni mucho menos; fue un individuo paradójico
y lujurioso que tenía dos grandes amores: la Iglesia y las mujeres. La lujuria no era un
vicio exclusivo de este monarca, pues era actitud rampante de varios personajes de las
cortes europeas de su tiempo y del alto clero, inclusive. Lo irónico del asunto es que la
Corte de Enrique VIII era la única de las casas reales de aquellos días que comenzaba el
día con un servicio religioso, al cual la nobleza relacionada con la casa real tenía
obligación de asistir. El mismo Enrique VIII se dio a la tarea de traducir del latín al
inglés la Letanía y parte de los Salmos, con el fin de que hubiera más participación
comunitaria en los actos cúlticos.
Teniendo apenas diez y ocho años de edad, el 1 de junio de 1509, Enrique VIII contrajo
matrimonio con Catalina de Aragón, de veinticuatro años de edad, nacida en Alcalá de
Henares (España), hija de los Reyes Católicos Fernando II e Isabel I, y tía de Carlos V
de España, a la sazón Emperador del Sacro Imperio Romano. Este imperio ya empezaba
a vislumbrar su ocaso, debido al nacionalismo que cobraba fuerza en las naciones
europeas. No obstante, el poderío de Carlos V era todavía muy importante -acaso mayor
que el que tuviera Carlomagno- hasta el punto de que dominaba por completo la misma
Iglesia. De aquí que el emperador encontrara en el papa de Roma su decisivo defensor.
Catalina de Aragón se había casado con Arturo, hermano mayor de Enrique VIII. A la
muerte de aquél, se acordó el casamiento de la reina viuda con Enrique. Para lograr este
segundo matrimonio, el papa Julio II hubo de conceder a Catalina una dispensa especial,
pues tanto la ley canónica como la Sagrada Escritura prohibían el matrimonio entre
personas de primer grado de consanguinidad(9).
Transcurrieron diez y ocho años de matrimonio entre Catalina y Enrique sin que la
pareja real tuviera un hijo varón que pudiera suceder a su padre en el trono, como era la
costumbre de aquellos días, pues de los tres varones y dos mujeres que habían nacido,
todos murieron en la infancia, a excepción de María quien, en años posteriores, jugaría
un no muy plausible papel en la vida real inglesa.
Para estas fechas, Enrique VIII tenía como amante a Ana Bolena, cortesana muy
atractiva y con parientes de bastante influencia política. El rey cree que Ana le habría de
solucionar el problema de la sucesión, pues Catalina contaba ya con 40 años de edad y
pensaba que eran pocas las posibilidades de concebir un hijo varón. Entonces Enrique
VIII solicitó al nuevo papa, Clemente VIl, que declarara la nulidad de su matrimonio
con Catalina de Aragón( 10). Y arguyendo que el papa Julio II no tenía ninguna
autoridad para haber concedido a Catalina la dispensa para casarse con él, toda vez que
esto contravenía la Sagrada Escritura, como también la ley canónica(11). Además, en
este caso, Enrique VIII estaba apelando a una tradición oriental que habían seguido
antes en Europa algunos monarcas como Felipe II de Francia, tradición que ha llegado
hasta nuestros tiempos como es el caso del rey Faruk de Egipto y del Sha del Irán. De
todas formas, el papa Clemente VII, Clemente temia a Carlos V que de hecho lo
encarcelo por desobedecerler en 1.527 y 1.528 y no accedió a la petición de anulación
de matrimonio, de la Iglesia y la Nobleza Inglesa, por razones políticas, pues hubiera
tenido problemas de enormes proporciones con los monarcas católicos europeos y con
el mismo emperador Carlos V, siendo que se hallaba involucrado en este asunto nada
menos que un miembro de la realeza.
Después de una serie de luchas legales, el recién consagrado arzobispo de Canterbury,
Thomas Cranmer (1489-1556) sugirió que el problema se sometiera para su estudio y
opinión a las universidades inglesas y a algunas del Continente europeo. El resultado
fue que la mayoría de las universidades opinaron a favor de conceder al rey Enrique
VIII la nulidad de su matrimonio con Catalina de Aragón. Ahora Enrique necesitaba el
apoyo decidido del Parlamento, y durante los años 1532 a 1544 éste aprueba una serie
de leyes que fueron eliminando poco apoco los nexos jurisdiccionales con Roma,
declarando en una de ellas que "este reino de Inglaterra es un Imperio, es decir, un
Estado soberano e independiente, y el Rey es el jefe supremo de la iglesia del
Estado"(12). Aquí se asienta el principio de 'supremacía real qué antes hemos
comentado.
Ahora, como Iglesia nacional, el arzobispo Cranmer declara la nulidad del matrimonio
de Enrique VIII con Catalina de Aragón, y seis días más tarde el rey contrae matrimonio
con Ana Bolena. De ahora en adelante, la vida personal del rey Enrique VIII es un tanto
errática, cruel y borrascosa; el poder político lo embriagó y su conducta fue harto
censurable. Se casó sucesivamente con Juana Seymour, Ana de Cleves, Catalina
Howard y Catalina Parr.
Pero con todo y lo reprobable de la conducta personal de Enrique VIII, que censuramos
con firmeza, lo que nos corresponde recalcar, una y otra vez, es que él rey Enrique Vlll
no “'Fundo" "la Iglesia Anglicana, ni ninguna otra, pues a pesar dé" haber cortado los
nexos canónicos con Roma, la Iglesia Católica inglesa siguió su marcha: continuaron en
su puesto los obispos de sucesión apostólica (a excepción de dos o tres que renunciaron
a sus cargos), quienes prosiguieron consagrando a sus sucesores, como también
ordenando presbíteros y diáconos; el latín siguió siendo la lengua litúrgica, los
sacramentos se continuaron administrando ininterrumpidamente y la doctrina cristiana
no sufrió alteraciones (13). Es decir, la Iglesia Católica inglesa" prosiguió su vida hasta
nuestros días, pero sin la intervención del papa de Roma.
Reduciendo a términos breves las incidencias del reinado de Enrique Vlll, diríamos lo
siguiente: la Reforma Protestante, iniciada en el Continente europeo por Martín Lutero,
fue de carácter esencialmente doctrinal, pues se disputaron diferencias de orden
teológico; en cambio, durante el reinado de Enrique Vlll no hubo en la Iglesia
Anglicana discrepancias de orden doctrinal sino de orden político-eclesial. En lo que a
la doctrina católica respecta, el rey Enrique VIII 'fue fiel al título que le había conferido
el papa León X, "Defensor de la Fe", dignidad que todavía ostenta la reina de
Inglaterra.
Es en el reinado de Elizabeth I,, allá en el año. 1558, cuando se puede decir en verdad
que empieza la reforma de la Iglesia inglesa, en el sentido de que se la despoja de
aquellas cosas adjetivas que habían venido agregándose desde la Edad Media.
Además, la Biblia se pone en las manos del pueblo traducida al idioma inglés, el
Arzobispo Cranmer se encarga de revisar la liturgia y produce la obra monumental
como es el libro de Oración Común, compilación y simplificación de las vanas liturgias
qué se usaban; todos los actos cúlticos siguen celebrándose en el idioma del pueblo; se
continúan proclamando los Credos y la vida sacramental continúa vigente. Es decir, en
lo sustantivo, la Iglesia sigue siendo la misma Iglesia católica Inglesa de siglos
pasados.
Entonces, ¿qué fue lo que surgió durante el mandato de Enrique VIII? Podríamos
simplificar la respuesta en los tres aspectos siguientes:
1.
La Iglesia Católica inglesa pasó a ser una Iglesia nacional o estatal no teniendo
el papa de Roma ninguna soberanía o jurisdicción sobre ella. En virtud del principio de
supremacía real, el rey pasa a ser el jefe de la Iglesia y del Estado. La supremacía real
no quiere decir que el monarca sea fuente de revelación ni autoridad en asuntos de
doctrina. El monarca es, sencillamente, el defensor de la Iglesia, pues ésta es del pueblo
y para el pueblo.
2.
Surge una nueva forma constitucional de gobierno, que es. tan válida para la
Iglesia como para el Estado. Sus. estructuras constitucionales son semejantes, pero el
gobierno de la Iglesia ya no está exclusivamente en las; manos del clero, sino que los
laicos también lo comparten.
3.
que:
Se opera un cambio definitivo entre las relaciones Iglesia-Estado debido a
a) Por primera vez empiezan a funcionar los tribunales civiles simultáneamente con los
tribunales eclesiásticos; se codifica la ley civil inglesa.
b) Emerge la idea de que la Iglesia es para el Estado y no el Estado para la Iglesia; es
una Iglesia del pueblo y no ajena al pueblo.
Ante el contexto histórico expuesto, no cabe en mente sana decir que Enrique VIII fue
el "fundador" de la Iglesia Anglicana. Reiteramos: la Iglesia Anglicana siguió y sigue
siendo La Iglesia Católica, pero sin el papado. Es necesario entender que le Iglesia de
Roma no es la única poseedora de la catolicidad. Le Iglesia Una quedó dividida como
en el Calvario los vestidos del Crucificado. Cada grupo se apropió en exclusiva una
parte de Ia Iglesia; entonces, cada grupo, o, confesión cristiana que a través de los
siglos haya conservado las "marcas" de la Iglesia: -Sagrada Escritura, Credos,
Sacramentos, Episcopado histórico- es un ramal de la Iglesia Una, Santa, Católica y
Apostólica.
LA ESTIRPE APOSTÓLICA
La Santa Iglesia Catolica- Diocesis Anglicana del Caribe y la Nueva Granada, en plena
comunión con la Comunion Internacional de las Iglesias Anglicanas (ACIC), tiene su
raíz en el linaje apostólico y de él ha conservado sus características permanentes por
medio de la parádosis divina. Los padres de la Iglesia primitiva empleaban la voz
parádosis para significar la tradición verdadera (ortodoxia), la que consistía en la
revelación de Dios dada a su pueblo fiel por medio de los profetas y apóstoles. Por
consiguiente, en el Anglicanismo se entiende por tradición viva, no el haber heredado
algo, sino algo que se ha transmitido (enseñanza y doctrina), que se ha comunicado a
través de los siglos. Esta tradición viva no es una repetición histórica, sino la
transmisión de las enseñanzas cristianas que vienen desde el Evangelio de Jesús que al
principio se llamó "tradición apostólica", puesto que fueron los apóstoles y sus
inmediatos sucesores los Padres Apostolicos ( Clemente, Ignacio de Antioquia,
Policarpo, Bernabe, Ireneo.) quienes la transmitieron a la Iglesia. Más tarde se !a
denomina "tradición eclesial", puesto que fue transmitida a la Iglesia por medio de los
Obispos del siglo I , II , III y IV (que finalmente esta contenida en los Siete Concilios
Ecumenicos de la Iglesia Indivisa) .Es importante subrayar que la tradición viva a la que
se adhiere el Anglicanismo debe estar, siempre avalada por la Sagradá Escritura, que
esta en plena concordancia con las enseñanzas de los Obispos Antiguos y Padres de la
Iglesia.
La tradición viva interpreta el mensaje de la Palabra de Dios y su esencia la hallamos en
los credos cristianos o símbolos de la Fe: el Credo de los Apóstoles y el Credo de Nicea
o Símbolo Constantinopolitano aprobado por los Episcopados Ortodoxos, juntamente
con el Credo Atanasiano. En la literatura primitiva cristiana, ocasionalmente se
menciona la "tradición no escrita" (oral) que transmitían los apóstoles, la cual no se
refiere a enseñanzas independientes o ajenas a la Escritura, sino a fehacientes
instituciones, usos y costumbres cristianas primitivas que confirman las enseñanzas
de la Sagrada Escritura. Y todo lo definido dogmáticamente por los Siete (7) Concilios
Ecumenicos y los Escritos de los Santos Padres de la Iglesia.
Ahora bien, la tradición viva, como el dogma o la Iglesia-institución, en e! devenir
histórico ha sufrido un desarrollo, un cambio formal de su expresión sustantiva. De aquí
que en el Anglicanismo la Teología se entiende como un método para explicar -hasta
donde ello es posible- la fe apostólica y primitiva a los diferentes pueblos, en los
diferentes lugares y en las diferentes culturas. Por consiguiente, la elucidación de la le
apostólica lleva consigo el empleo de la razón humana. Dios" creó la raza humana no en
un vacío, sino como parte de ese orden creado en el cual El se manifiesta.
El divino Logos es principio de unidad, de finalidad, de racionalidad. Esa inhabitación
en la creación del Logos divino informa en la mujer y en el hombre la conciencia y la
razón por medio de la cual percibimos el bien y el mal. Pero este conocimiento es
limitado y mezquino, hasta tanto la revelación no venga a purificar la conciencia y la
razón de aquellas cosas que las manchan y denigran. Por tanto, en el Anglicanismo,
tanto la razón humana como la tradición viva, avaladas por la divina revelación, juegan
un papel muy importante. En suma, la estirpe apostólica del Anglicanismo -como
también lo es de los otros cuerpos católicos- reposa en una especie de triángulo tenso y
balanceado: la Sagrada Escritura, la tradición viva y la sana razón(14).
No negamos que en la familia de Iglesias Catolicas del Occidente, denominadas las
Iglesias Anglicanas ha habido teólogos que han enfatizado una de las partes del
triángulo, pero el que haya escrituristas, tradicionalistas y racionalistas, en las Iglesias
Anglicanas , indica esa nota genial anglicana que permite libertad de métodos para
hacer teología, los cuales enriquecen la vida de la Iglesia, pero sin hacer ninguno de
ellos una pequeña parcela de Dios. Dicho esto en otras palabras: en el Anglicanismo hay
una creadora diversidad teológica, litúrgica e inclusive formas de pensamiento ético y
político. Pero esta diversidad, en última instancia, lo es de temperamento y
circunstancias, pues se vive una unidad, más de lo que se sospecha, expresada en el
contenido doctrinal de la liturgia, tal y como lo testimonia el uso en las Iglesias del
Libro de Oración Común, y el Misal Anglicano.
UNA NOTA SOBRE EL EPISCOPADO HISTÓRICO ANGLICANO
E! Anglicanismo ha preservado el tesoro del episcopado histórico y esto le ha costado
fuertes criticas de algunas confesiones protestantes cristianas. Siguiendo la tradición
viva, el episcopado no es más que una forma de gobierno de la Iglesia y es la
continuación del apostolado instituido por Cristo. Sabemos que el Señor eligió doce
discípulos para que fueran de una manera especial los servidores de la comunidad |15).
Por otra parte, la "gran comisión" del Señor resucitado contiene tres órdenes
encomendadas a los apóstoles: han de discipular a todas las personas, han de
santificarlas por medio de los sacramentos y han de enseñarlas a guardarlos preceptos
divinos (16). Ahora bien, el ministerio confiado a los apóstoles no había de terminar con
ellos. Y aunque es verdad que en el Nuevo Testamento se menciona una variedad de
ministerios, el de los obispos es uno más; sabemos que desde el siglo II o comienzos del
III, el episcopado se distingue como el poseedor de la sucesión apostólicaº.,con sus tres
principales componentes y sus dos sub-componentes. Fue justamente San Ireneo quien
primero empleó la expresión "sucesores de los apóstoles" para referirse a los obispos.
Este tesoro histórico el Anglicanismo lo ha preservado ya que él involucra parte de la
catolicidad de las Iglesias Anglicanas en sus diferentes Comuniones y Provincias.
En el Anglicanismo se es consciente de que el Cuerpo de Cristo está fracturado, pero no
hay amputaciones. Mientras viene el kaíros divino, cuando las partes del cuerpo serán
soldadas, el Anglicanismo sigue fiel a su vocación ecuménica, orando y laborando para
alcanzar resultados que posibiliten nuevos horizontes para restaurar la unidad perdida.
Mientras tanto, los fieles de las Iglesias que forman las Iglesias de Tradicion Anglicana,
entre las que se encuentra la Santa Iglesia Catolica- Diocesis Anglicana del Caribe y la
Nueva Granada,(que incluye los territorios de Colombia, Venezuela, Ecuador, Peru,
Panama, Cuba y las Islas de West Indies, con territorios en Texas y España) seguirán
siendo leales en doctrina, disciplina y pastoral a la Iglesia Una, Santa, Católica y
Apostólica.
LEGITIMIDAD DE LAS ORDENES ANGLICANAS
Un problema serio en las latitudes latinoamericanas y en la Península Ibérica, respecto
a algunos escritos históricos sobre la Iglesia cristiana, ha sido que no pocos autores
católico-romanos, quienes han predominado con todo su peso literario, por información
equivocada o con intenciones oblicuas, han deformado hechos históricos eclesiales y los
han manipulado a la conveniencia de su Iglesia. Esta obnubilación histórica ha
repercutido en escritores que, sin adherirse ciegamente a dicha Iglesia, han bebido
indiscriminadamente de las fuentes turbias ya mencionadas, sucediéndose así una
cadena de errores y tergiversaciones históricas. Lo lamentable, y a veces gracioso, es
que Roma y sus interventores han sido los "buenos" y los otros los "malos " de la
película histórica.
Afortunadamente, el Concilio Vaticano II ha sido una especie de correctivo, pero
todavía leemos o escuchamos en tos medios de
comunicación social rastros de esta descaminada información. Por ser el asunto que
encabeza estas líneas uno de los que ha sufrido ataques y deformaciones históricas, es
por lo que hacemos las siguientes reflexiones, animados únicamente por la idea de
colocar los hechos en su sitio real, ofreciendo de esta forma la verdadera imagen
católica y apostólica que le corresponde al Anglicanismo en el concierto de las Iglesias
cristianas.
Cuando algún Cuerpo cristiano afirma que es parte de la Iglesia Católica de Cristo, una
de las pruebas de su veracidad radica en la Sucesión Apostólica, pues sin ella no puede
haber Ministerio Católico Sacramental(sacerdocio ministerial). El ministerio
profético(sacerdocio de los fieles), el de la Palabra, lo pueden ejercer todos los
bautizados.
Para el mejor entendimiento de nuestro discurso, de entrada diremos que el concepto de
Sucesión Apostólica en la Iglesia Católica de Cristo, es el que se deriva directamente de
los Apóstoles quienes, a su vez, lo recibieron de Cristo y luego lo transmitieron sin
intermisión a obispos que, hasta nuestros días, lo han preservado celosamente.
Entonces, la posesión de la Sucesión Apostólica y la preservación de la Fe Católica,(La
Ortodoxia) es lo que diferencia a las Iglesias de línea Católica (como es el caso de la
Iglesia Anglicana) de las otras confesiones cristianas a las que, desafortunadamente, las
contingencias de la Reforma Protestante del siglo XVI les separó de dicha sucesión. Las
Iglesias de la Tradicion Anglicana han tenido que sufrir violentas críticas de quienes no
comulgan con la posesión de este tesoro que ha legado la Tradición Viva, como también
han tenido que enfrentarse a quienes niegan la validez de sus órdenes sagradas,
blandiendo argumentos viciados de nulidad histórica. El Anglicanismo se aferra a la
creencia de que la Consagración Episcopal Apostólica es la piedra angular de la
estructura eclesial.
Es un hecho histórico indiscutible que los obispos de la antigua línea apostólica mantuvieron la Sucesión Apostólica en la Iglesia Católica inglesa, antes del siglo XVI,
durante los difíciles momentos de la Reforma Protestante continental y después de ella
hasta nuestros días. Pero como justamente esto es lo que han puesto en tela de juicio,
particularmente los hermanos de la Iglesia de Roma, es necesario, por ello, hacer
florecer la verdad de los hechos.
-I-
A raíz de la muerte del adolescente rey Eduardo VI (1553) accede al trono su hermana
María Tudor, hija del primer matrimonio de Enrique VIII con Catalina de Aragón.
María, por ser de filiación católica romana, como lo era su madre, estaba firmemente
persuadida de que, en asuntos religiosos, le debía lealtad y obediencia al obispo de
Roma. Por consiguiente, desde el comienzo de su reinado trazó una política clara: dar
marcha atrás en todo lo que había hecho su padre y su hermano, y restablecer la
jurisdicción de la Iglesia Católica inglesa con Roma. Además, el recién nombrado
legado papal, cardenal Reginald Pole y el obispo Stephen Gardiner, ejercieron enorme
presión sobre María para que restableciera el "antiguo" orden religioso en Inglaterra.
Fue así como a los clérigos que hubieron de colaborar con Enrique VIII y con Eduardo
VI se les motejó dé "herejes" y por ello pagaron con su vida. Entre otros, murieron en la
hoguera el 16 de octubre de 1554 los obispos Hugh Latimer y Nicholas Ridley; Thomas
Cranmer, Arzobispo de Canterbury, autor del "Libro de Oración Común" de 1549 y
1552, monumental obra litúrgica, pereció también en la hoguera el 21 de marzo de
1556. A ellos habría que añadir una lista de distinguidos clérigos que propiciaban la
reforma de la Iglesia Católica inglesa. Por estos excesos (fruto del espíritu de la época)",
la reina pasó a la historia con el apodo de "María la Sanguinaria"(1).
Aparentemente, la sangre española que corría por las venas de María la llevó a
enamorarse de Felipe de España, hijo de su primo, el Emperador Carlos V, su
confidente y protector. Contra viento y marea, María decide contraer matrimonio con
Felipe II el 25 de julio de 1554, unión que perseguía dos objetivos: la implantación del
catolicismo romano en Inglaterra y el establecimiento del absolutismo real. Este matrimonio fue un perfecto fracaso desde el principio hasta el fin; no hubo comunicación
entre Felipe y el Parlamento, pues Felipe no hablaba la lengua inglesa. De aquí en
adelante, este matrimonio real no tuvo mayor influencia política, pues el Parlamento
limitó estrictamente las facultades del consorte.
Las razones que contribuyeron al fracaso del matrimonio de María Tudor con Felipe II
pueden resumirse como sigue a continuación. En primer lugar, María llegó al trono
"muy tarde", es decir, después de su hermano Eduardo VI, cuando la reforma de la
Iglesia Católica inglesa estaba en franco progreso, pues la gran mayoría del clero y de
los teólogos no pensaron volver a la situación reinante antes de Enrique VIII. En
segundo lugar, el matrimonio de María con Felipe II, aunque bien intencionado, no tuvo
el respaldo popular del pueblo inglés y desde el principio se divisó el desastre. En tercer
lugar, la amplia y cruel persecución a los "herejes" que no querían "regresar a Roma",
disgustó al ciudadano común y corriente, acostumbrado a vivir en un ambiente de
libertad y justicia. Por último, la imposibilidad de que María pudiera concebir
descendencia para la sucesión real frustró y enfureció a Felipe. Fue así como en agosto
de 1555, Felipe abandonó Inglaterra para atender asuntos en los Países Bajos; dos años
más tarde regresa a Londres para firmar una declaración de guerra contra Francia y
contra el Papa que le había excomulgado. De aquí parte para España para no volver a
ver más a su esposa (2). Todos estos descalabros contribuyeron al quebranto de salud de
la pobre María, la que, ahora enferma y desilusionada, murió en el Palacio de Santiago
(Londres) el 17 de noviembre del año 1558. Coincidentemente, a las pocas horas del
fallecimiento de María, muere también su consejero inmediato, Reginald Pole, legado
papal. Ahora quedan vacantes el trono y el arzobispado.
- II-
Llega ahora al trono inglés Elizabeth I (1558) y se da a la tarea de restablecer el antiguo
catolicismo cristiano, pero depurándolo de las deformaciones que desde la Edad Media
lo venían minando, pues puede decirse que, en este momento histórico para la Iglesia
inglesa, la religión era más importante que la monarquía. La inmediata preocupación de
Elizabeth era llevar a la Sede de Canterbury a una persona que sostuviera el tradicional
amor por la libertad de la Iglesia inglesa frente a las ingerencias de Roma y que, a la
vez, no estuviera influida por ideas heterodoxas de reformadores extranjeros, a la par
que estuviera dispuesta a seguir saneando y reformando el catolicismo inglés.
La persona que escogió Elizabeth para esta importantísima tarea fue el Deán de Lincoln,
el Venerable Mathew Parker, salido de la Universidad de Cambridge y dotado de una
muy buena formación teológica y cultural. El Deán Parker fue consagrado Arzobispo de
Canterbury en la mañana del 17 de diciembre de 1559, ceremonia que se celebró en la
capilla del Palacio de Lambeth. Sus consagrantes fueron los señores Obispos William
Barlow de Bath y Wells, John Scory de Chichester y Hereford, John Hodgkins,
sufragáneo de Bedford y Miles Coverdale de Exeter (3). En los archivos del Palacio de
Lambeth se conservan datos minuciosos de tan importantísimo evento eclesial.
En términos generales, la consagración del obispo Parker es el vínculo que da
continuidad a la Sucesión Apostólica en la Iglesia Católica inglesa, después de haber
terminado la jurisdicción papal sobre dicha Iglesia. Precisamente la validez de la
consagración del obispo Parker es el contencioso de las autoridades de la Iglesia
Católica Romana para negar la legitimidad de las órdenes anglicanas. La veracidad
histórica se encarga de refutar tan triunfalista posición.
En el año 1.604, un sacerdote anglo-romano que vivía en Antwerp (Bélgica), de nombre
Holywood, escribió un libro en el cual ofreció la leyenda de que la consagración del
arzobispo Parker y otros Obispos era una bufonada, puesto que se había celebrado en
una “taberna” que llevaba por nombre "Nag's Mead". El autor no especifica fecha
alguna, y este cuestionamiento aparece cuarenta y cinco años después de que el Obispo
Parker había sido consagrado. Esta curiosa leyenda la explotaron y divulgaron durante
unos cuantos años los enemigos de la Iglesia Anglicana pero pronto, aún los más cultos
católico-romanos, no la tomaron en serio (4).
El hecho es que la legitimidad de la consagración del obispo Parker, la cual se celebró
en el Palacio de Lambeth en diciembre de 1559, está fuera de toda duda. Además, los
obispos co-consagrantes, Barlow y Hodgkins lo habían sido con el ritual del antiguo
Pontifical Romano, mientras que Scory y Coverdale lo fueron con el Ordinal Inglés.
Como en ocasiones acontece, Dios obra de forma especial en situaciones difíciles y, en
este caso, debido a las distorsiones y oleadas de juicios gratuitos respecto a la
consagración de Parker, su caso ha sido uno de los más estudiados e investigados,
trayendo como consecuencia evidencias meridianas respecto a la legitimidad de su
consagración (5),
En cuanto a la forma de la consagración del obispo Parker, se empleó la tradicional: el
principal consagrante fue el obispo Barlow quien, junto con los otros tres coconsagrantes, impuso las manos sobre la cabeza de Parker y, después de ciertas
oraciones y sufragios, todos los obispos repitieron a una las palabras del Pontifical de
Exeter: "Recibid el Espíritu Santo". A propósito, la consagración del obispo Barlow ha
sido víctima de la duda. Pero es el caso que el distinguido historiador y sacerdote
católico romano, Dr. John Lingard, se encarga de refutarla cuando dice: "Por diez años
Barlow celebró los ritos sagrados y demás actos civiles correspondientes a un obispo
consagrado: se sentó en el Parlamento y ostentó el título de "Lord Bishop" de S. David.
Ordenó sacerdotes y fue uno de los co-consagrantes de Bulkley(6),
- III-
Uno de los resultados de la reforma de la Iglesia Católica inglesa fue la compilación y
abreviación, en un solo volumen y en la lengua inglesa, de los servicios religiosos que
se empleaban en la Iglesia de la Edad Media. Esta liturgia oficial de la Iglesia inglesa
contiene los oficios diarios de Oración matutina y vespertina, la forma de administrar
los Sacramentos y otros varios Ritos, el Salterio y el Ordinal. Esta obra monumental fue
producto del obispo Thomas Cranmer y otros colaboradores y también la liturgia que
hoy en día se emplea en las Iglesias de las Iglesias Anglicanas, la cual ha sido revisada,
enriquecida y actualizada en varias de sus Provincias. El Ordinal que contiene el ritual,
para la ordenación del clero se completó en el año 1550, bajo el reinado de Eduardo VI
(7).
Es el caso que, en el año 1896, el papa León XII I, en la Encíclica "Apostolicae Curae",
declaró "inválidas" las Ordenes Anglicanas, porque alegaba el papa que el Ordinal
Edwardiano era defectuoso en la "forma" y en la "intención"! (8). Esta alegación papal
es, por demás, peregrina puesto que, de una parte, -este concepto aristotélico traído por
San Agustín a la teología cristiana ha sido variadamente interpretado en el decurso del
tiempo. Tanto los escolásticos medievales, Tomás de Aquino como la escuela
franciscana, le dan un contenido especial. En términos generales, la "forma" de un
Sacramento es "el signo visible de la gracia invisible". En el caso de la consagración del
Arzobispo Parker, como de otros Obispos, el consagrante obispo Barlow y los tres
obispos co-consagrantes, impusieron las manos sobre la cabeza de Parker y
pronunciaron las palabras del Ordinal que le dan sentido espiritual a este Sacramento:
"Recibid el Espíritu Santo", seguidas del encargo que San Pablo hace al obispo
Timoteo, de Efeso: "Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está
en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía,
sino de poder, de amor y de dominio propio" (I I Timoteo 1: 5-7).
Respecto al defecto de "intención" que alega el papa León XIII, no existe por ninguna
parte. El propósito que abrigaron el obispo Barlow y demás co-consagrantes fue
justamente hacer lo que quería la Iglesia en este caso "quod facit Ecclesia". Hubo
"intención" exterior e interior y la finalidad era consagrar un obispo, y no un diácono o
un presbítero, pues para cada caso hay un ritual en el Ordinal. Es necesario decir
también que el término "intención" se emplea en diferentes contextos, y los teólogos
anglicanos no usan tan evasivo vocablo en la teología sacramentaría. Es importante
advertir que los conceptos "forma" e "intención" son bastante vagos en el Pontifical
romano. En la consagración de obispos, al imponérsele las manos al obispo electo, los
obispos consagrantes dicen simplemente: "Recibid el Espíritu Santo"; nada más
agregan, y la intención la estipula el contexto. Así, siguiendo una estricta lógica, el papa
León XIII, al declarar inválidas las Ordenes Anglicanas, también declaró inválidas las
Ordenes de la Iglesia Romana.
También se ha blandido otro argumento contra la legitimidad de las Ordenes Anglicanas, el cual consiste en que en el Ordinal de Eduardo VI se omitió la porrectio
instrumentarum, o sea, la entrega al ordenando de los instrumentos característicos de su
oficio con la enunciación de las palabras: "Tenéis autoridad para ofrecer sacrificios a
Dios y celebrar la misa tanto para los vivos como para ¡os muertos"', acto seguido se
daba al nuevo presbítero un cáliz y una patena. Hay que advertir que este encargo le fue
agregado al Ordinal romano en el siglo XI, pues en la antigüedad no existía como
asunto interesante, el papa Pío XII, en la Constitución Apostólica "Sacramentum
Ordinis" del 30 de noviembre de 1947 declara tajantemente que la imposición de manos
es la única "forma" del Sacramento del Orden. Esta declaración papal es parte del rito
de ordenación en la Iglesia romana desde 1968(9).
En lo que respecta a la Iglesia Católica Inglesa, el Ordinal de ordenación de presbíteros
dispone que el obispo entregue una Biblia al ordenado y diga: "Recibe autoridad para
predicar la Palabra de Dios y para ministrar los Santos Sacramentos en la Congregación
donde seáis legalmente llamado y debidamente asignado (10). Este cambio-que nada
tiene que ver con la esencia del Sacramento del Orden-se hizo por varias razones muy
válidas. La Palabra y los Sacramentos comprenden todo el tesoro de la Iglesia de Cristo.
Cuando se ordena a los candidatos para que sean "fieles dispensadores de la Palabra y
de los Sacramentos", la Iglesia les encomienda su cuidado y todo su tesoro. Además, al
ministrar los Sacramentos como el Señor lo ha encomendado, el presbítero
necesariamente consagra la Eucaristía. Aquí el Anglicanismo sigue la praxis de la
Iglesia antigua en donde vemos que en el Sacramentario de San León el Grande no hay
mención alguna de un ofrecimiento del sacrificio eucarístico. La intención de la Iglesia
inglesa y de las Iglesias que forman parte de la Familia Anglicana, no ha sido otra que la
de "continuar/ emplear reverentemente estas Ordenes tan apreciadas", según reza el
Prefacio del Ordinal anglicano.
A manera de conclusión, sólo resta decir que desde antes de la Encíclica del papa León
XIII, eruditos serios, tanto católico-romanos como orientales, al examinar la evidencia
histórica de la legitimidad de las Órdenes Anglicanas, no abrigan duda alguna sobre la
validez de la Sucesión Apostólica en la Iglesia inglesa y, consecuentemente, en las
Iglesias Anglicanas miembros de las tres diferentes Comuniones jurisdiccionales a saber
Canterbury, Tradicional, e Internacional, entre las que se encuentra la Santa Iglesia
Católica- Diócesis Anglicana del Caribe y la Nueva Granada.
Además, los Viejo-Católicos de Alemania,Holanda y los Paises Bajos y muchas
Iglesias de la Ortodoxia Oriental reconocen oficialmente desde 1.718 , 1.882 y 1.930 la
validez de las Órdenes Anglicanas.
1 Anglicano significa ingles, este nombre genérico se usa de manera general fuera de
Inglaterra, y denota las iglesias que tienen una base histórica común con la iglesia de
Inglaterra y las diferentes provincias.
2.
F.L. Cross and E. A. Lívinsgtone, Anglicanism. The Oxford Dictionary of the Church,
2nd ed. (Oxford Univ. Press, 1974), pág.634, Col 2.
2 - J.W.C. Wand, Anglicanism in History. (New York; Thomai Nelson & Sons. 1962),
págs 3 y ss.
3 J.R.H. Moorman, A History of the Church in England. (Wilton, Conn.; MorehouseBarlow, 1980), págs.13, 14.
4 F.L. Cross & EA Livingstone.op.cit., pág. 750.
5-lbid_.,pág. 1074.
6.- H.W.Crips, A Practical Treatíse on the Law Relating to the Church and Clergy (ed.
By K M. Macmorran, 1937).págs. 74 ss.
7 - H. Gee-W.J. Hardy (eds.) Documents Illusfrative of English History, 1986,
págs. 442-458.
8 .- Citado por Hubert Cunliffe Jones, A History of Chrístian Doctrine. (Philadelphia:
Fortress Press, 1978), pág. 424. ct, Church of England Canons of 1969, A 7, of Royal
Supremacy.
9.-Levítico18:16;20, 21.
10 - Diccionario Enciclopédico de la Lengua Española, Madrid, Espasa Calpe, 1979,
pág. 289, Col. 1.
11 -J.J. Scarisbrick, Henty VIH, (1968), págs. 163-197.
12 - H.G.EE-W.J. Hardy, oP. cit.. págs. t78-243.
13.-J.H.R. Moorman,¿ History of the Church of England. (Wilton: MorehouseBarlowCo.,lnc.1980),pág. 179. John Cosin (1594-1672), Bishop of Durham, Notes and
Collections on the Book of Common Prayer, Works (Oxford, 1885), V. pág. 13
14 Richard Hooker, Treatise on the Laws of Ecclesiastica! Polity, ed. by A.S.
McGrade& Brian Vickers, (St. Martin's Press), V, 67, XII.
15 S. Marcos 10: 42-45; S. Mateo 20: 25-28.
16 S-Mateo 28:19-20a. º: la sucesión apostolica no es solo una sucesión táctil,sino
contiene tres componentes principales y dos sub-componetes,que la califican como
legitima Sucesion Apostolica segúnla Ortodoxia
1 F.L. Cross & E.A. Livingstone, The Oxford Dictionary of ffte Christian
Church. {Oxford: Oxford University Press, 1978), págs.885-886. J.R. Moorman, A
Hístory of ¡he Church of Bngland. (Wilton, Conn.: Morehouse-Barlow Co., 1980),
págs. 191 y ss.
2 Tyler, England under the ñeigns oí Edward VI and Mary. (London; 1839), págs.186200. Moorman,
Op.
cit.,
págs.
191-198.
David
L
Edwards,
Cftnsr/an&7p/ant/.(Mich.:GrandRapids. 1963), Vol. 2, págs. 58-65.
3F.L Cross & E.A. Livingstone, op. cil, págs.1033-1034. Cf., W. Haugaard, Elizabeth
and the English Reformation. (Cambridge, 1968).
4 Cf.,Lingard,H/storyof&70/and,V< I vi, AppendixD.D.,pág.328.
5 C. Courayer, The Validity of the Ordinations of the Englísh Church, Appendix,
1084, págs. 328 y ss.
6 Citado por Vernon Staley, The Catholic Religión. (London: Mowbray, 1961}. pág.
70.
7 -F.L Cross & E.A. Livingstone, op. cit., pág. 320.
8 -Ibid.., pág. 77. El texto completo de la Encíclica se encuentra en Leonis Papae XIII,
Allocutiones, Epístolas, Constituciones (199Q), págs. 198-210
9 -- F.L. Cross & E.A. Livingstone, op, cit, pág. 708.
10 10.- 77)6 Book of Common Prayer. (Oxford: Oxford Univ. Press, 1969), pág.
662 .&., El Libro de Oración Comun.
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CREDO ATANASIANO
Credo "Quicumque" (Quienquiera) o "de San Atanasio"
El Credo llamado de San Atanasio, también conocido como Quicumque se recitaba
antes en las Iglesias del Occidente en el Oficio Divino de los domingos. Se ha atribuido
su autoría al Obispo San Atanasio (295-373), Metropolitano de la iglesia de Alejandría
en Egipto. Una de las copias más antigua que se conoce en la Iglesia del Occidente
pertenece a una colección de homilías hecha por San Cesáreo de Arles (503-542).
Quicumque vult salvus esse, ante omnia
opus est, ut teneat catholicam fidem:
Quam nisi quisque integram inviolatamque
servaverit, absque dubio in aeternam
peribit.
Fides autem catholica haec est: ut unum
Deum in Trinitate, et Trinitatem in unitate
veneremur.
Neque confundentes personas, neque
substantiam seperantes.
Alia est enim persona Patris alia Filii, alia
Spiritus Sancti:
Sed Patris, et Fili, et Spiritus Sancti una est
divinitas,
aequalis
gloria,
coeterna
maiestas.
Qualis Pater, talis Filius, talis Spiritus
Sanctus.
Increatus Pater, increatus Filius, increatus
Spiritus Sanctus.
Immensus
Pater,
immensus
Filius,
immensus Spiritus Sanctus.
Aeternus Pater, aeternus Filius, aeternus
Spiritus Sanctus.
Quienquiera desee salvarse debe, ante todo,
guardar la Fe Católica:
quien no la observare íntegra e inviolada,
sin duda perecerá eternamente.
Esta es la Fe Católica: que veneramos a un
Dios en la Trinidad y a la Trinidad en
unidad.
Ni confundimos las personas, ni separamos
las substancias.
Porque otra es la persona del Padre, otra la
del Hijo, otra la del Espíritu Santo:
Pero la divinidad del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo es una, es igual su gloria, es
coeterna su majestad.
Como el Padre, tal el Hijo, tal el Espíritu
Santo.
Increado el Padre, increado el Hijo,
increado el Espíritu Santo.
Inmenso el Padre, inmenso el Hijo,
inmenso el Espíritu Santo.
Eterno el Padre, eterno el Hijo, eterno el
Espíritu Santo.
Et tamen non tres aeterni, sed unus
aeternus.
Sicut non tres increati, nec tres immensi,
sed unus increatus, et unus immensus.
Similiter omnipotens Pater, omnipotens
Filius, omnipotens Spiritus Sanctus.
Et tamen non tres omnipotentes, sed unus
omnipotens.
Ita Deus Pater, Deus Filius, Deus Spiritus
Sanctus.
Et tamen non tres dii, sed unus est Deus.
Ita Dominus Pater, Dominus Filius,
Dominus Spiritus Sanctus.
Et tamen non tres Domini, sed unus est
Dominus.
Quia, sicut singillatim unamquamque
personam Deum ac Dominum confiteri
christiana veritate compelimur: ita tres
Deos aut Dominos dicere catholica
religione prohibemur.
Pater a nullo est factus: nec creatus, nec
genitus.
Filius a Patre solo est: non factus, nec
creatus, sed genitus.
Spiritus Sanctus a Patre et Filio: non factus,
nec creatus, nec genitus, sed procedens.
Unus ergo Pater, non tres Patres: unus
Filius, non tres Filii: unus Spiritus Sanctus,
non tres Spiritus Sancti.
Et in hac Trinitate nihil prius aut posterius,
nihil maius aut minus: sed totae tres
personae coaeternae sibi sunt et coaequales.
Ita ut per omnia, sicut iam supra dictum est,
et unitas in Trinitate, et Trinitas in unitate
veneranda sit.
Qui vult ergo salvus esse, ita de Trinitate
sentiat.
Sed necessarium est ad aeternam salutem,
ut incarnationem quoque Domini nostri
Iesu Christi fideliter credat.
Y, sin embargo, no tres eternos, sino uno
eterno.
Como no son tres increados ni tres
inmensos, sino uno increado y uno
inmenso.
Igualmente
omnipotente
el
Padre,
omnipotente el Hijo, omnipotente el
Espíritu Santo.
Y, sin embargo, no tres omnipotentes, sino
uno omnipotente.
Como es Dios el Padre, es Dios el Hijo, es
Dios el Espíritu Santo.
Y, sin embargo, no tres dioses, sino un
Dios.
Como es Señor el Padre, es Señor el Hijo,
es Señor el Espíritu Santo.
Y, sin embargo, no tres señores sino un
Señor.
Porque, así como la verdad cristiana nos
compele a confesar que cualquiera de las
personas es, singularmente, Dios y Señor,
así la religión católica nos prohibe decir
que son tres Dioses o Señores.
Al Padre nadie lo hizo: ni lo creó, ni lo
engendró.
El Hijo es sólo del Padre: no hecho, ni
creado, sino engendrado.
El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo:
no hecho, ni creado, ni engendrado, sino
procedente de ellos.
Por tanto, un Padre, no tres Padres; un
Hijo, no tres Hijos, un Espíritu Santo, no
tres Espíritus Santos.
In en esta Trinidad nada es primero o
posterior, nada mayor o menor: sino todas
la tres personas son coeternas y coiguales
las unas para con las otras.
Así, para que la unidad en la Trinidad y la
Trinidad en la unidad sea venerada por
todo, como se dijo antes.
Quien quiere salvarse, por tanto, así debe
sentir de la Trinidad.
Pero, para la salud eterna, es necesario
creer fielmente también en la encarnación
de nuestro Señor Jesucristo.
Est ergo fides recta ut credamus et
confiteamur, quia Dominus noster Iesus
Christus, Dei Filius, Deus et homo est.
Deus est ex substantia Patris ante saecula
genitus: et homo est ex substantia matris in
saeculo natus.
Perfectus Deus, perfectus homo: ex anima
rationali et humana carne subsistens.
Aequalis Patri secundum divinitatem:
minor Patre secundum humanitatem.
Qui licet Deus sit et homo, non duo tamen,
sed unus est Christus.
Unus autem non conversione divinitatis in
carnem, sed assumptione humanitatis in
Deum.
Unus omnino, non confusione substantiae,
sed unitate personae.
Nam sicut anima rationalis et caro unus est
homo: ita Deus et homo unus est Christus.
Qui passus est pro salute nostra: descendit
ad inferos: tertia die resurrexit a mortuis.
Es pues fe recta que creamos y confesemos
que nuestro Señor Jesucristo , Hijo de Dios,
es Dios y hombre.
Es Dios de la substancia del Padre,
engendrado antes de los siglos, y es hombre
de la substancia de la madre, nacido en el
tiempo.
Dios perfecto, hombre perfecto: con alma
racional y carne humana.
Igual al Padre, según la divinidad; menor
que el Padre, según la humanidad.
Aunque Dios y hombre, Cristo no es dos,
sino uno.
Uno, no por conversión de la divinidad en
carne, sino porque la humanidad fue
asumida por Dios.
Completamente uno, no por mezcla de las
substancias, sino por unidad de la persona.
Porque, como el alma racional y la carne
son un hombre, así Dios y hombre son un
Cristo.
Que padeció por nuestra salud: descendió a
los infiernos, al tercer día resucitó de entre
los muertos.
Ascendió a los cielos, está sentado a la
derecha de Dios Padre omnipotente; de allí
vendrá a juzgar a vivos y muertos.
A su venida, todos los hombres tendrán que
resucitar con sus propios cuerpos, y tendrán
que dar cuenta de sus propios actos.
Los que actuaron bien irán a la vida eterna;
los que mal, al fuego eterno.
Ascendit ad caelos, sedet ad dexteram Dei
Patris omnipotentis: inde venturus est
iudicare vivos et mortuos.
Ad cuius adventum omnes homines
resurgere habent cum corporibus suis: et
reddituri sunt de factis propriis rationem.
Et qui bona egerunt, ibunt in vitam
aeternam: qui vero mala, in ignem
aeternum.
Haec est fides catholica, quam nisi quisque Esta es la fe católica, quien no la crea fiel y
fideliter firmiterque crediderit, salvus esse firmemente, no podrá salvarse. Amén.
non poterit. Amen.
==========================//==========================
AFIRMACION DE SAN LUIS
LA AFIRMACIÓN DE SAN LUIS
La Carta Magna del Movimiento Continuante Anglicano
Aprobada del 14 al 16 de Septiembre de 1977 en San Luis Missuri, Estados Unidos de
América
Afirmamos que la iglesia de nuestros antepasados basada en la Santísima Trinidad, vive
aún, y nosotros motivados por el Espíritu Santo para caminar solo en esa base, estamos
determinados a continuar en la Fe Católica, el Orden Apostólico, la Adoración
ortodoxa, y Testimonio Evangélico de la tradicional IGLESIA ANGLICANA, y
haremos todo lo que sea necesario para su continuidad. Nos sentimos amparados y
fortalecidos en esta determinación por el conocimiento que tenemos que muchas
Provincias y Diócesis de la Comunión Anglicana continúan en la misma Fé, ORDEN,
ADORACIÓN y TESTIMONIO, y ellas siguen limitando la Ordenación al sacerdocio y
al episcopado a varones. Nos regocijamos con esos hechos y afirmamos nuestra
solidaridad con esas diócesis y provincias.
NECESIDAD DE CONTINUAR ORDEN EN LA IGLESIA:
Afirmamos que todos los previos gobiernos eclesiásticos, se hallan
fundamentalmente deteriorados por actos ilegales de Concilios, no son efectivos con
nosotros, y por lo tanto, nosotros empezamos un Nuevo Orden de piadosa disciplina
como para dar energía a nuestra continuación en nuestra vida diaria y testimonio.
LA INVALIDEZ DE LA AUTORIDAD CISMÁTICA:
Afirmamos que la pretensión de cualquiera tal persona cismática, o cuerpo para
proceder contra miembros de la iglesia, clérigos o laicos por su adherencia a la Fé
Verdadera, no tiene ningún efecto por falta de Autoridad de la Iglesia Verdadera de
Cristo; y tal inhibición, deposición o disciplinamiento es inactivo, nulo e inválido.
NECESIDAD DE UNOS PRINCIPIOS Y UNA CONSTITUCIÓN:
Afirmamos que principios fundamentales de Doctrina, Moral y Constitucionales
son necesarios para el presente, y una Constitución que corrija defectos y abusos de
nuestro previo gobierno debe ser adoptada para que la iglesia continué una vida correcta
y sana.
CONTINUACIÓN DE LA COMUNÍON CON LAS SEDES FIELES A LA
ORTODOXIA CATÓLICA
Afirmamos nuestra comunión con las sedes de jurisdicciones Anglicanas que se
mantienen fieles a la ortodoxia católica y al orden apostólico.
Por lo Tanto; con firme confianza en la Divina Providencia y ante el Dios
Todopoderoso y toda la compañía del Cielo, solemnemente afirmamos, convenimos y
declaramos que Nosotros, legales y fieles miembros de iglesias Anglicanas,
continuaremos ahora y después siendo la unificada Iglesia Anglicana en Norte América,
en verdadera y válida sucesión.
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES:
Para llevar a efecto estas declaraciones, establecemos estos Principios
Fundamentales para continuar nuestra vida y testimonio.
PREFACIO:
En una firme convicción "que seremos salvos por la gracia del Señor Jesucristo"
y "que no hay otro nombre bajo el cielo por el que seamos salvos" y reconociendo
nuestro deber de proclamar la Verdad salvadora de Cristo a todos los pueblos, naciones
y lenguas, afirmamos nuestra determinación de mantener la Fé, Santa Católica y
Apostólica de DIOS."
Reconocemos la Regla de Fé proclamada por San Vicente de Lerin: "Vamos a
mantener aquello que ha sido creído en todo el mundo, siempre, y por todos, porque
eso es verdaderamente y propiamente católico”
PRINCIPIOS DE DOCTRINA:
1. Naturaleza de la Iglesia.
La Iglesia es el Cuerpo de Cristo Sacramental, funcionando en la tierra. Es la
compañía de todos los bautizados; está en el mundo, pero no es del mundo. Es la novia
fiel de Cristo; diferente al mundo y no debe ser influenciada por el mundo.
2. Esenciales de Verdad y Orden:
Repudiamos toda desviación y alejamiento de la Fé, en todo o en parte, y damos
Testimonio a favor de estos puntos esenciales de Verdad evangélica y Orden
Apostólico:
Las Sagradas Escrituras. Los Libros del Antiguo y Nuevo Testamento componen el
verdadero historial de la revelación de Dios, su acción salvadora, y sus demandas
morales-revelación para todos los hombres y para todo el tiempo.
Los Credos. El Credo Niceno como el sumario autorizado de las principales artículos de
la Fé Cristiana, junto con el Credo de los Apóstoles, y tal Credo conocido como Credo
de San Atanasio deben ser recibidos y creídos por todos los fieles en el sentido en que
fueron recibidos siempre en la Iglesia Católica.
La Tradición. La tradición recibida por la Iglesia y sus enseñanzas como las explican
"los antiguos Obispos y Doctores" y muy especialmente definidas por los Siete
Concilios Ecuménicos de la Iglesia Indivisa, para la exclusión de todos errores, antiguos
y modernos.
Sacramentos. Los Sacramentos del Bautismo, Confirmación, Santa Eucaristía, Santo
Matrimonio, Santa Orden, Penitencia y Unción de los enfermos como signos objetivos y
efectivos de la presencia continuada y gracia salvífica de Cristo nuestro Señor con su
pueblo y los medios pactados para transmitir su gracia. En particular afirmamos la
necesidad del Bautismo y la Santa Eucaristía. El Bautismo es medio que nos incorpora a
Cristo, complementado por la Confirmación como un sello del Espíritu Santo, y la
Eucaristía como sacrificio que nos une al completo y suficiente Sacrificio de Cristo en
la Cruz, y el Sacramento en que nos alimenta con su Cuerpo y Sangre.
Sacramento del Orden. Las Sagradas Ordenes de Obispos, Presbíteros y Diáconos son
para la perpetuación del don del Ministerio apostólico que Cristo le dejó a la Iglesia,
estableciendo la necesidad de Obispos de Sucesión Apostólica y sacerdotes ordenados
por ellos para ser celebrantes de la Eucaristía - estas órdenes han de ser ejercidas por
varones en acuerdo a la santa voluntad de Cristo, como lo evidencia la Santa Escritura y
la práctica universal de la Iglesia Católica.
Diaconizas. El antiguo oficio y ministerio de Diaconizas, como una vocación laica para
mujeres, y afirmamos la necesidad de estimular adecuadamente este Oficio y
Ministerio.
Deber de los Obispos. Las Obispos, como Apóstoles, Evangelistas, Profetas, Pastores y
Maestros (junto al otro Clero y Laicos) guardan y defienden la pureza de la Fé y
Enseñanza Moral.
Uso de Otras Fórmulas. Al afirmar estos principios, reconocemos que todas las
afirmaciones Anglicanas de Fé y fórmulas litúrgicas serán interpretadas de acuerdo a los
mismos.
Incompetencia de la Iglesia para Alterar la Verdad. No reclamamos ningún derecho ni
competencia para suprimir, alterar o cambiar ni enmendar definiciones de Fé hechas por
los antiguos Credos Ecuménicos, descartar o separarnos de la Sagrada Escritura, ni a
alterar ni desviarnos de los esenciales pre-requisitas de ningún Sacramento.
Unidad con Otros Creyentes. Declaramos nuestra firme intención de buscar y realizar
plena Comunión Sacramental y unión visible con otros CRISTIANOS que “adoran la
Trinidad en Unidad y la Unidad en Trinidad", y quienes mantienen la Fé Católica y
Apostólica de acuerdo con los principios ya expuestos.
PRINCIPIOS DE MORALIDAD:
La conciencia del hombre, como la inherente distinción entre el Bien y el Mal,
no puede estar aislada como arbitro soberano de moral. Cada cristiano viene obligado a
formar su conciencia Divina Ley Moral, y la Mente de Cristo como se revela en la
Sagrada Escritura y por las enseñanzas y tradición de la Iglesia, Sostenemos que cuando
la conciencia Cristiana está debidamente informada y dirigida esta debe afirmar los
siguientes principios morales.
Responsabilidad Individual. Toda la humanidad, individual y colectivamente es
responsable a su Creador por sus actos, motivos, pensamientos y palabras, pues todos
habremos de comparecer "ante el trono de justicia de Cristo".
Santidad de la Vida Humana. Cada ser humano, desde el momento de su concepción es
una criatura e hijo de Dios, hecho a Su imagen y semejanza, una vida infinitamente
preciosa y que la injustificable o inexcusable privación de la vida es siempre
pecaminosa.
Deber del Hombre para con Dios. Todos los seres humanos están sujetos a los dictados
de la Ley Natural y Voluntad de Dios, revelada tanto como cada ser pueda discenir.
Vida de Familia. Dios ha provisto para la procreación y la vida familiar disponiendo el
sagrado lazo conyugal; la actividad sexual deberá ser practicada solamente dentro de los
límites del Sagrado Matrimonio.
El Hombre Pecador. Reconocemos que el hombre, heredero del pecado original, "está
muy apartado de la Virtud Original", y como, rebelde contra la Autoridad de Dios, está
expuesto al juicio de Dios.
El Hombre y la Gracia de Dios. Reconocemos también, que Dios ama a todos sus hijos,
y muy particularmente lo ha demostrado en la función redentora del Señor Jesucristo y
reconocemos además que el hombre no puede salvarse con ningún esfuerzo humano,
solo por la Gracia de Dios, a través del arrepentimiento suyo y la aceptación del perdón
Divino.
El Cristiano Tiene Deber De Ser Moral. Creemos por lo tanto, es deber de la Iglesia y
sus miembros ser ejemplos de la Moral Cristiana, vivirla y rechazar las falsas normas
del mundo.
PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES
En la revisión constitucional que debemos realizar, recomendamos, para seria
consideración de los Anglicanos continuantes, lo siguiente:
Retener y Conservar Lo Mejor De Cada Provincia. Que se conserven las características
tradicionales y probadas de los sistemas eclesiásticos de Canadá y de Estados Unidos, y
se utilicen en la administración de la iglesia continuante.
Selección de Obispos. Que se organice y adopte un medio apolítico para escoger
obispos.
Sínodo Tripartita. Que se gobierne la Iglesia por un Santo Sínodo de tres cámaras
(episcopal, clerical y laica) presidida por el Primado.
Normas Bíblicas Para el Ministerio. Que se apliquen al Ministerio las normas
escritúrales y bíblicas por igual a todas las órdenes de Ministros.
Que Para Tomar Decisiones Haya Concurrencia de Las Tres Ordenes.Que para la
Constitución establezca la necesidad de que todas las Órdenes han de concurrir para la
aprobación de toda legislación; y que se requiera mayoría extraordinaria para la
consideración favorable a todo asunto de importancia.
Re-establecimiento de La Disciplina. Que la Iglesia re-establezca un sistema efectivo
y permanente de cortes eclesiásticas para la defensa de la Fé y preservar la disciplina
sobre todos sus miembros.
Se Convocará a una Asamblea Constitucional. Que nuestros Obispos citaran una
Asamblea Constitucional de representantes Clérigos y Laicos de las diócesis y
parroquias, a reunirse lo más rápido a un tiempo apropiado para preparar Constitución y
Cánones para la unificación y gobierno, con especial referencia a esta Afirmación y con
toda consideración a la antigua costumbre y la Ley Canónica General y a la ley de
nuestras provincias.
Acción Entretanto. Mientras esto se realiza, ponemos nuestra confianza en el poder
eterno de Dios para que nos conduzca en toda tribulación, pasamos todos los asuntos
que necesitan solución a la autoridad indicada en cada caso: Episcopal, Diocesana,
Parroquial, estimulando a todos los fieles a apoyar nuestro Testimonio como
participantes en esta Afirmación, invitando a todos los que sigan este curso, a que
participen en nuestra fraternidad y trabajar por la Iglesia.
NORMAS DE CULTO:
En la Iglesia Anglicana continuante, el Libro de Oración Común es (y
permanece) un sus dos ediciones: El Libro de Oración Común americano de 1928 y el
Libro Canadiense de 1962. Los dos son suficiente autoridad. No existe otra norma.
Para uso litúrgico solo el
Anglicanoconformes a él serán usados.
Libro
de
Oración
Común
y
el Misal
NORMAS DE ACCIÓN:
La Iglesia Anglicana continuante permanece en completa Comunión con
lasJurisdicciones y Provincias Anglicanas fieles a la Ortodoxia Católica y con todas las
expresiones legítimas de Comunión de etos Anglicano, y procurará activamente la
relación con todas las Iglesias Católicas y Apostólicas, si hay un acuerdo en cuanto a las
cosas esenciales en la Fé y Orden.
Reconocemos que el Concilio Mundial de Iglesias y otros Concilios Nacionales
y concilios en unión con el Concilio Mundial son cuerpos No-Apostólicos; son
humanistas y siguen objetivos seculares en prácticas y propósitos. Bajo tales
circunstancias no podemos ser miembros de ninguno de ellos.
Reconocemos además que la Consulta sobre Unión de la Iglesia (COCU) y otros
estudian y planean seguir una orientación No-Católica y No-Apostólica en su concepto
y forma y son inaceptables y no podemos estar asociados con ninguno.
Reconocemos que es imperativo el re-establecimiento de la educación Teológica
Ortodoxa, espiritual y erudita, bajo la supervisión episcopal y debe ser estimulada y
promovido por todos aquellos en Autoridad; y Obispos sabios y piadosos, y Clero y
Laicos deben acometer esa tarea con empeño y sin tardanza.
La Iglesia debe reconocer en forma legal y constitucional el derecho de cada
congregación de controlar su propiedad y bienes temporales, y debe comprometerse a
proteger tales derechos.
ASUNTOS ADMINISTRATIVOS:
Toda administración debe limitarse, creemos, a simples y elementales actos, de
modo que el énfasis se concentre en la adoración, cuidado pastoral, pureza espiritual y
moral y buenas obras personales y testimonio misionero como respuesta al amor de
Dios por el hombre.
LA IGLESIA COMO TESTIGO DE LA VERDAD:
Reconocemos también, que como guardianes de la verdad y deseo Dios para el
hombre, debemos y podemos ser testigos de esa Verdad y Propósito de Dios contra todo
el mal manifiesto, haciendo claro que somos como sirvientes en el mundo, pero siervos
de Dios primero.
PENSIONES Y SEGUROS:
Reconocemos y aceptamos nuestra inmediata responsabilidad de establecer un
programa de pensiones y seguros para la protección del Clero asalariado y otros obreros
de la Iglesia.
DEFENSA LEGAL:
Reconocemos la necesidad de coordinar recursos legales, profesionales y
económicos para la defensa de congregaciones que corren peligro por su apoyo a la Fé,
y recomendamos esta necesidad a los poderes diocesanos y parroquiales.
CONTINUACIÓN NO-INNOVACIÓN:
En esta gran reunión de Anglicanos, continuamos siendo lo que somos. No hacemos
nada nuevo. No queremos formar un cuerpo nuevo, solo continuar siendo Anglicanos.
Por eso, ahora profundamente alertas a nuestro deber hacia todos aquellos que creen y
aman la Fé de nuestros padres, nuestro deber hacia Dios, el que solamente juzgará lo
que hagamos, hacemos esta AFIRMACIÓN.
Ante la presencia de Dios, reclamamos nuestra herencia Anglicana, y proclamamos la
misma a la total Iglesia, mediante Jesucristo, nuestro Señor, a quien con el Padre y el
Espíritu Santo, sea todo honor y gloria por siempre jamás.
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ESTUDIO Y EXEGESIS DE LA PALABRA "CATOLICO"
The Most Reverend Michael M. Wright
Obispo Metropolitano de la Sede Provincial de Inglaterra y Gales
Todos los domingos repetimos en nuestros Credos la fe en la Catolicidad de la Iglesia.
Esta es una de las llamadas "cuatro notas" o características de la Iglesia, sin la cual no
sería Iglesia. Todos creemos en ella, de un modo u otro, pero en general no hay una idea
clara de su significado, o de si el significado es el mismo para nosotros que para los
Metodistas o para los Católicos-Romanos.
Sabemos que las palabras significan lo que pueblos y culturas han hecho que
signifiquen, a través de su uso durante siglos. La palabra "católico" ha estado sujeta a
muchas presiones, y significa diferentes cosas para distintos pueblos, y cada uno de
ellos considera que el sentido que le da es el correcto. Por ello, debemos aclarar en
nuestra mente qué significa, y porqué.
Hace poco tuve ocasión de predicar sobre la vida de San Patricio, cuyos trabajos
misioneros dieron por resultado el establecimiento de la Iglesia en Irlanda, en el siglo
V.,Alguien me comentó luego, muy honestamente, de que "cómo podríamos
considerarlo santo de la Iglesia, cuando había sido un católico-romano". Debo hacer
notar aquí que la manera de pensar de hoy no puede aplicarse a situaciones de hace
quince siglos, y que, si bien es cierto que él fué un católico, su catolicidad es algo
distinto de lo que hoy la Iglesia Romana define como católico.
La Comunión Anglicana y Nuestra Provincia de la Santa Iglesia Católica Rito
Occidental Diócesis de Europa extrae, tanto sus ideales como su concepto de
Catolicidad, de la antigua e indivisa Iglesia, en la cual la Catolicidad era una realidad
viviente, una palabra llena de frescor aplicada a la nueva y vigorosa Iglesia de Cristo, no
distorsionada ni confundida por siglos de disputas y conflictos. Pero, aparte de esta
postura de nuestra Iglesia, es ciertamente valioso tratar de dilucidar el significado
original de un término para saber si lo estamos usando correctamente después de
muchos siglos.
Vamos, pues, a volver no a la Sagrada Escritura, sino a la cultura griega para hallar el
origen de la palabra "católico". Tal vez les sorprenderá saber que el término "católico"
no aparece en ninguna parte de las Escrituras, con la posible excepción del título o
inscripción de las llamadas "Epístolas Católicas" (es decir, universales, dirigidas a
toda la Iglesia, no a una en particular), y aún éste es omitido en algunas ediciones del
Nuevo Testamento. Este hecho puede inquietar a aquéllos qué aceptan textualmente lo
que se afirma en el VI Artículo de Religión: "La Santa Escritura contiene todas las cosas
necesarias para la salvación, de modo que cualquier cosa que no se lee en ella, ¡ni con
ella se prueba, no debe exigirse de hombre alguno que la crea como artículo de Fe, ni
debe ser tenida por requisito necesario para la salvación". Y la Catolicidad de la Iglesia
es ciertamente un artículo de fe requerido para el bautismo, junto con los demás
artículos que contiene el Credo Apostólico. Sin embargo, existe la cláusula "ni con ella
se prueba"; y la misión universal de la Iglesia está tan bien testimoniada en cada página
del Nuevo Testamento, que no necesitamos citas de palabras textuales para probarla.
Y, si alguien citara, como argumento contra este hecho, las claras palabras del Señor a
la mujer sirio-fenicia de que El no había sido enviado sino a las ovejas perdidas de la
casa de Israel, le responderíamos que usamos el adjetivo "católico" para referirnos no a
su ministerio terrenal, sino a su cuerpo místico la Iglesia, que, inspirada por el Espíritu
Santo fue enviada explícitamente a cumplir la misión comenzada en Israel. “Id vosotros,
y haced discípulos en todas las naciones, bautizando en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo; enseñad a observar todas las cosas que yo os he enseñado; y he aquí
que yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin de los tiempos". Todo lo que leemos en
el libro de los "Hechos y en las Epístolas muestra una Iglesia Apostólica esforzándose
por cumplir esa comisión y romper los lazos con el judaísmo. El Nuevo Testamento
concluye con los escritos de Juan, quien despliega una visión de salvación para toda la
humanidad, y la creación de un nuevo cielo y una nueva tierra.
Entonces, cuando la Iglesia naciente buscó una palabra que expresaba su misión
universal para ser incluida en declaraciones de Fe bautismales, durante el siglo II de
nuestra era, escogió un término griego, no hebreo; tal vez con esto quiso mostrar
claramente que el Evangelio era para el mundo entero, y no solamente para los
judíos. Katholikos significa "general, universal, lo que es para todos, por entero"; se
deriva de las raíces griegas kata (respecto a) y holos (el todo). Así, es correctamente
traducida en el Libro de Oración Común cuando se aplica a la Iglesia como "Universal,
que sostiene la Fe de todos los tiempos, en todas las naciones y para todos los pueblos, y
que es enviada a predicar el Evangelio en el mundo entero". Cuando no se aplica a la
Iglesia, la palabra "católico" se usa aún ocasionalmente en su sentido original como*
cuando se dice que un hombre tiene intereses católicos para significar que es abierto,
comprensivo, que comparte sus intereses con el resto de la humanidad, no con una parte
de ella.
Encontramos por primera vez esta palabra aplicada a la Iglesia en la Epístola de Ignacio
(Obispo de Antioquía) a Esmirna, a comienzos del siglo II; era la época en que la
estructura dé la Iglesia visible comenzaba a emerger bajo el gobierno de los Obispos,
quienes sucedían a los Apóstoles en jurisdicción y autoridad sobre las Iglesias locales.
El pasaje es tan importante que lo transcribo completo: "Empero, evitad todas las
divisiones (o, cismas) como el comienzo de todos los males. Ved que sigáis al Obispo,
así como Jesucristo sigue al Padre; y el presbítero (o presbíteros), como si fueren
apóstoles; y reverenciad a los Diáconos, como si fuera mandamiento de Dios. Que
ningún hombre haga nada en relación con la Iglesia sin contar con el Obispo. Que sea
respetada toda Eucaristía administrada, ya sea por un obispo o por quien él delegue.
Dondequiera que el obispo aparezca el pueblo. Porque. Allí donde esta Jesucristo,
también está la Iglesia Católica. No es legal, que sin el Obispo, se celebre bautismo o
ágape; sino que todo lleve su aprobación, que también es placentero a Dios, para que
ello sea firme y válido".
Para mí, ése es un texto muy significativo. Puedo asegurar que en la traducción de los
Padres Apostólicos hecha por la Compañía de Jesús con el Imprimatur del Cardenal
Spellman aparecen casi las mismas palabras, con idéntico significado.
Las Epístolas de Ignacio fueron muy importantes para toda la Iglesia primitiva. Ignacio
fue, sin duda, discípulo de Juan y contemporáneo de otros apóstoles. A través de sus
siete epístolas (consideradas auténticas hay constantes referencias al obispo local como
centro de la unidad de la Iglesia, y a la necesidad de sumisión al obispo para mantener
esa unidad. Ciertamente que si el centro de la unidad y de la catolicidad hubiera sido el
Obispo de Roma, más que el obispo local, Ignacio se hubiera tomado el trabajo de
mencionarlo en alguna parte. Pero, con quien asocia la catolicidad de la Iglesia es con el
obispo local.
Tampoco en la Epístola a los Romanos hace mención alguna del Obispo de Roma; no le
asigna ninguna importancia al respecto ni la menciona como sede de San Pedro; no
obstante, en el saludo inicial se expresa con alta, estima de la Iglesia en la ciudad de
Roma, honrándola como instalada en la ciudad imperial y en el amor, como reflejo de la
caridad de Cristo". Nadie niega la posición que la Iglesia tuvo en la ciudad de Roma en
el mundo antiguo. Pero que ese hecho fundamente los reclamos posteriores del Obispo
de Roma es difícil de sostener sincera y racionalmente. Estoy mencionando esta
cuestión aquí en razón de que Ignacio fué el primero de los Padres en usar el término
"católico", y todo cuanto aparece en sus epístolas, tanto explícito como implícito,
concuerda con el concepto anglicano de catolicidad como centrada en los obispos de la
Iglesia; el concepto católico-romano, por su parte, sostiene la catolicidad como centrada
en la sede de Roma, a la cual están sujetos los demás obispos.
Lo interior en la vida de la Iglesia Católica es Jesucristo; la expresión externa de su
autoridad es el obispo. Si Ignacio hubiera sostenido la doctrina romana, seguramente
hubiera hablado del "Obispo de Roma"; y más aún cuando aceptaba la preeminencia
de la Iglesia en Roma. Su silencio es una cuestión clave para la doctrina romana y
elocuente para anglicanos y ortodoxos que rechazan las pretensiones de Roma.
En el "Martirio de Policarpo" (Obispo de Esmirna, quien murió por su fe en su ciudad
alrededor del año 150) encontramos frecuentes referencias a "la-Santa y Católica
Iglesia" con el sentido en que lo entendemos y usamos en el Credo, es decir, como la
Comunión Universal de todos los cristianos, Policarpo oró por "toda la Iglesia Católica
sobre todo el mundo", lo cual suena muy similar a la Liturgia Inglesa, que ora por “toda
la condición de la Iglesia de Cristo, militante aquí en la tierra". Habla de sí mismo como
de un apóstol y maestro profético, "obispo de la Iglesia Católica que está en Esmirna".
La cabeza de la Iglesia, según dice nuestro Catecismo, es Nuestro Señor Jesucristo, a
quien Policarpo "bendice como salvador de nuestras almas, gobernador de nuestros
cuerpos y pastor de la Iglesia Católica a través del mundo".
Si examinamos los escritos de Ireneo contra los gnósticos (alrededor del 150),
encontramos el testimonio de que toda la Verdad Divina ha sido depositada en las
Iglesias Apostólicas (en plural), de las cuales ningún hombre puede diferir en cuestiones
de fe sin caer en herejía. "En cada Iglesia está el poder de toda ella, para quien desee ver
la verdad, contemplar claramente la tradición de los apóstoles manifestada a través del
mundo; y estamos en posición de reconocer todos aquellos que fueron instituidos por
los Apóstoles como obispos en las Iglesias, y de demostrar la sucesión de ellos hasta
nuestros días". (Libro III, Contra Herejías, Cap. 3, 1) (Nótese cómo la apostolicidad está
unida a la catolicidad, y ésta a la ortodoxia). "Pues ellos (los Apóstoles) deseaban que
estos hombres fueran perfectos y sin mancha en todas las cosas, así como quienes les
sucedían al dejarles su propio lugar y gobierno ".
Continúa diciendo que, debido a que no tiene tiempo para reconocer la sucesión de
todas las Iglesias, escoge la de Roma (como ciudad Imperial), que tiene la ventaja de la
doble fundación apostólica de Pedro y Pablo, así como la de ser la gran Iglesia de
Occidente, a la cual llegan todos los viajeros, y es por consiguiente una especie de casa
de liquidación en materia de enseñanza apostólica. Ireneo hace una lista de los obispos
dela Iglesia en Roma, mostrando su continuidad desde los Apóstoles. "En este orden, y
por esta sucesión, la tradición eclesiástica desde los Apóstoles y la predicación de la
verdad ha llegado hasta nosotros. Y ésta es la prueba más abundante de que una es la
misma y vivificante fe, la cual ha sido preservada en la Iglesia desde los Apóstoles hasta
hoy, y expuesta en la verdad". Esta es, naturalmente, la Fe Universal, Católica y
Apostólica.
Aquí aparece, por primera vez en la patrística, un indicio de acuerdo con Roma respecto
a un principio de fe y verdad. Pero, al tiempo que dice ésto, Ireneo deja ver claro en el
siguiente párrafo la diferencia fundamental entre su interpretación y la que adopta
posteriormente el Obispo de Roma. Sigue diciendo: "pero Policarpo también fue
instruido no solo por los Apóstoles y por las pláticas con personas que habían visto a
Cristo, sino por Apóstoles en Asia; escogido para obispo de Esmirna, a quien vi en mi
juventud, ha enseñado siempre las cosas que ha aprendido de los Apóstoles, que la
Iglesia ha sostenido y que son solo la verdad. De estas cosas, todas las Iglesias de Asia
testifican, así como todos los hombres que han sucedido a Policarpo hasta el presente.
Pues, ¿de qué se trata? Supongamos que surja una disputa relativa a alguna cuestión
importante entre nosotros, ¿no tendríamos recursos entre las Iglesias más antiguas con
las que los Apóstoles tuvieron relación constante (la mayoría de ellas en el Este), y no
sabríamos por ellas lo que es cierto y diáfano respecto a la tal cuestión?" Aquí aparece
claro que en la Iglesia Universal reside la Verdad Divina revelada por nuestro Señor a
sus Apóstoles, y que las Iglesias apostólicas tienen una línea especial de comunicación
con la Verdad Revelada, particularmente en las personas de sus obispos, sucesores de
los Apóstoles.
A medida que la Iglesia luchaba contra la herejía en el período pre–niceno (325), la
palabra "católico" comenzó a adquirir tonos de ortodoxia; porque lo ortodoxo era
contrario a lo herético, es decir, lo que había sido recibido por la Iglesia "en todo tiempo
y lugar" se oponía a lo "particular" de cada herejía. Verdad cristiana era verdad católica,
y ambas estaban íntimamente asociadas con apostolicidad.
La influencia de la Iglesia de Roma comienza a matizar la palabra católico desde que
ella se convierte en la Iglesia más grande de Occidente, conocida por su fundación
apostólica, su grandeza, su caridad y su ortodoxia; y el Obispo de Roma se identifica
con ese término en la medida en que es el vocero natural de esa Iglesia, su máxima
autoridad y el sucesor de Pedro y de Pablo, quienes la fundaron. Pero ésto está muy
lejos de 1870, en que el proceso se invierte y Pío IX "declara que la catolicidad de
toda la Iglesia reside en su persona y en sus declaraciones, que la Iglesia descansa sobre
la infabilidad papal más que en el seguro fundamento de Apóstoles y Profetas cuya
piedra angular es Cristo. Menciono ésto porque todo el masivo edificio de pretensiones
papales durante el mundo antiguo, medieval y moderno ha influenciado tanto el
significado de la palabra "católico" que aún en el mismo diccionario (Webster) se dice
que "desde la Reforma, católico es lo que pertenece o designa al cuerpo de cristianos o
Iglesia cuya cabeza es el Papa u Obispo de Roma", añadiendo como segundo
significado, "lo que pertenece o designa al cuerpo de cristianos de una o de varias
Iglesias que sostienen la sucesión apostólica en su episcopado histórico". Entonces,
según la primera definición, la Iglesia Católica es "el cuerpo de cristianos cuya cabeza
es el Papa". Tal definición no aparece en los Padres Apostólicos que he mencionado, en
donde el término "católico" es aplicado a la Iglesia toda; y, dado que usan el término, se
supone que sabían su significado. Yo acepto el significado que tenía para ellos, y no el
de la Iglesia Católica-Romana.
No podemos seguir aquí la historia de las pretensiones papales desde estos indicios en
los escritos de Ireneo hasta los reclamos de Inocente III en la Edad Media. Es suficiente
decir que las pretensiones crecieron más y más en la Iglesia de Occidente hasta una
medida jamás igualada por la Iglesia de Oriente. La catolicidad, en Occidente, fue
definiéndose cada vez menos como lo que toda la Iglesia había hecho y creído, y más
como lo que Roma hacía y creía, especialmente sus obispos. Esto fué un proceso lento,
pues, desde los primeros Concilios hasta la caída del Imperio en el siglo V, católico
siempre significó universal, no papal. Sólo cuando la institución de la Iglesia sustituyó
al Imperio como fuente del orden en la sociedad de Occidente, y el papado reemplazó al
emperador en ese orden y autoridad, comenzó aquél a reclamar jurisdicción imperial
sobre toda la Iglesia, y gobierno sobre los obispos, así como arbitrio sobre la verdad
católica. Aún entonces lo que se reclamaba era nada comparado con las pretensiones
durante la Edad Media y la Moderna. La historia más reciente de la Iglesia de Occidente
y el aumento de las pretensiones papales son los que han corrompido la palabra
"católico", desde su prístina pureza en los Padres con el sentido de "universal" hasta las
presentes connotaciones relativas a lo papal. Opino que son tan opuestas como lo blanco
y lo negro.
Aunque es imposible discutir aquí los escritos patrísticos para destacar el verdadero
sentido de catolicidad, deseo mencionar sólo uno de ellos, cuyas enseñanzas han tenido
gran influencia sobre la Iglesia de Inglaterra. Se trata de Vicente de Lerins, un clérigo
galo del siglo V, quien escribió un tratado contra las herejías poco después del Concilio
de Efeso (431). En este famoso período de controversia teológica sobre la persona de
Cristo, Vicente discute las "notas" que distinguen la catolicidad de la herejía. No es lo
que el Obispo de Roma establece, sino más bien aquéllo que es creído "quod ubique,
quod semper, quod ab ómnibus", "en todas partes, siempre y por todos". Esta es una
triple prueba, cuidadosamente reflejada en nuestra propia definición de católico en el
Libro de Oración Común: en todas partes, en todo tiempo y por todo pueblo. Nuestro
criterio de ortodoxia sigue siendo el consensus fidelium, el consenso universal.
Debemos ahora pasar por encima del período medieval, no porque la Iglesia dejare de
ser lo que fué en el llamado Oscurantismo, sino porque nada nuevo se añadió al
concepto de catolicidad, excepto por el fortalecimiento de la institución papal y el
crecimiento del Santo Imperio Romano, así como el rechazo que este desarrollo produjo
en el Este, lo que llevó a la ruptura entre Roma y Constantinopla en el siglo XI.
Saltando a la Inglaterra del siglo XVI, encontramos un maravilloso despertar de
Renacimiento en el conocimiento de hombres, tales como Erasmo, Colet y Thomas
More, que hacen que la Iglesia regrese a las Escrituras y al Cristianismo antiguo, para
descubrir errores y añadidos medievales. Con el creciente nacionalismo que se da en el
orden secular, encontramos a Enrique VIII venciendo a la Institución papal en Inglaterra
en nombre de la verdadera catolicidad y del principio de jurisdicción local en materia
eclesiástica. Como hemos visto en los Padres Apostólicos, éste fué el principio por el
cual la Iglesia vivió su más vigoroso período. Ni por un instante pensaron los reyes
Tudor o Estuardo, ni los teólogos de la Reforma de la Iglesia de Inglaterra, que su
protesta contra el dominio de Roma fuera una protesta contra el Catolicismo. Era una
firme y declarada protesta en favor del verdadero Catolicismo, contra el papismo y el
tipo medieval de religión. Los padres de la Iglesia de Inglaterra de los siglos XVI y
XVII siempre destacaron la antigua e indivisa Iglesia contra la Iglesia y el Obispo de
Roma, que oscurecieron y obstruyeron esa catolicidad mediante arrogancias y
pretensiones. Para aquéllos, lo opuesto a católico era herético, y lo opuesto a protestante
era papal. Su posición se expresa claramente en el Artículo XIX, "Sobre la Iglesia":
"Como la Iglesia de Jerusalén, de Alejandría y de Antioquia erraron, así también ha
errado la Iglesia de Roma, no solo en cuanto a la vida y las ceremonias, sino también en
materias de Fe".
La Iglesia de Inglaterra, bajo la jurisdicción local de la Corona y del Parlamento (del
cual los obispos eran miembros en la Cámara de Lores, y los laicos en la Cámara de los
Comunes, como integrantes tanto de la Iglesia como de la nación) extendió su mano
amiga hacia cualquier Iglesia en cualquier nación que con fe pura la aceptara, y así lo
sigue haciendo hoy. Su tipo de gobierno local no impide relaciones de camaradería con
otras Iglesias cristianas de otras tierras, tal como sucedía en tiempos antiguos entre las
Iglesias de Esmirna y Antioquía, por ejemplo; reconoce esto como un principio
universal de verdadera catolicidad. Una barrera para este tipo de relaciones siempre ha
sido interpuesta por Roma, que exige sumisión absoluta a la sede romana como sine
quanon para el reconocimiento de pertenencia al Cristianismo; este concepto es
completamente extraño al primitivo Catolicismo y es la mayor a la vez que única
barrera para la fraternidad entre los pueblos cristianos del presente.
Después de los acontecimientos de los reinados de Eduardo VI y María Tudor, la Iglesia
de Inglaterra se estableció bajo Isabel I, reconociéndola como Gobernante Supremo. El
desarrollo posterior demuestra que este hecho no fue una transferencia del poder papal
al monárquico. Puede parecer que el Estado tomó la jurisdicción de los asuntos
eclesiásticos durante los Tudor y los Estuardos. No podemos negar que existió esa
tendencia bajo el ímpetu de un nuevo y radical nacionalismo y la gran afirmación del
poder real como símbolo de ese espíritu para unificar al pueblo y guiarlo bajo ese
dominio. Aún así, la Iglesia emerge en los siglos siguientes como dueña de sus propios
asuntos; y el gobierno de la Corona, y luego del Estado (con su cuerpo representativo, el
Parlamento) estará limitado alas cuestiones temporales de la Iglesia. Bajo Isabel I, el
ideal de acoger a todos los Cristianos bajo un solo Estado e Iglesia fue usado como una
gran meta para la pujante y creciente nación. Este acoger fué su filosofía política, muy
sabia por cierto para las circunstancias de la época, pero que no debe ser confundida con
la' Catolicidad, la cual es para la Iglesia de todos los tiempos; fué resultado del
absolutismo papal y de la rebelión puritana.
Cuando la reina Isabel fué excomulgada en 1570 por el Obispo de Roma, y sus súbditos
eximidos de obediencia civil, los católicos-romanos tuvieron que ser declarados
peligrosos para la seguridad del Estado y de la Iglesia y aún del bienestar espiritual y
civil de la nación. Bajo los Estuardos, los Independientes primero, y luego los
Presbiterianos, se declararon fuera de la jurisdicción regular de la Iglesia al rechazar el
episcopado, el cual estaba tan ligado al Apostolado y a la Catolicidad, como vimos en
los antiguos Padres. Sin embargo, en un lento y penoso proceso que comenzó con la
Gran Rebelión y la Guerra Civil de 1641, y termino con la Gloriosa Revolución de
1689, pasando por la Restauración en 1661, los Disidentes fueron integrándose poco a
poco a los asuntos públicos y a la vida espiritual de Inglaterra. Los católicos-romanos
ingleses, después de 250 años de extrañamiento pudieron, en el siglo XIX, probar su
lealtad e integrarse también a la vida civil; fue un trabajo de retrospección, que llevará a
su integración final en la vida espiritual de la Comunidad Cristiana Católica de
Inglaterra.
Aquel acoger comprensivo de la política estatal nunca fue entendido por los padres
anglicanos como violación o corrupción de la Catolicidad de la Iglesia, la cual fue
consagrada como esencial en los Artículos de Fe del Libro de Oración. Y lo esencial
nunca ha sido comprometido. La Iglesia Anglicana sostiene una máxima que describe
muy bien su posición: "En lo esencial unidad; en lo no esencial libertad; y en todo
caridad". Puede considerarse que la política de Estado de la reina Isabel influyó en el
carácter, posterior de la Iglesia de Inglaterra en lo que respecta a la segunda categoría de
esa máxima. El signo de la cruz, las vestiduras, los ornamentos, el uso de incienso, etc.,
no constituyen la Catolicidad (aún cuando puedan ser signos para el ojo y el oído); y la
ausencia de ellos no determina la herejía. El servicio religioso más sencillo en una
parroquia puede ser tan católico como el más rico y ornamentado en una catedral); lo
importante es que formen parte de la Iglesia Universal, como se expresa en los Credos.
Ese acoger comprensivo como política espiritual de la Iglesia, adoptado a partir del
acoger político del Estado de Inglaterra, fué consonante con la Catolicidad básica, de la
cual debe depender; (al respecto véase el Artículo XX: "La Iglesia tiene poder para
decretar Ritos y Ceremonias, y autoridad en las controversias de la Fe"). Las ceremonias
han cambiado y cambiarán en el futuro, según la naturaleza de las cosas. En este
aspecto, la Iglesia puede ser comprensiva, confiada en el Espíritu de Verdad que llena la
Iglesia para guiarla en cuanto a la variedad de usos que es buena y saludable para sus
hijos.
En el Prefacio del Libro de Oración de la Iglesia Episcopal (1789) se dice: "Es una parte
inestimable de la bendita libertad con que Cristo nos hizo libres, permitir sin ofensa
alguna diferentes formas y prácticas de culto, con tal que se conserve íntegra la esencia
de la Fe. . . Y las fórmulas particulares del Culto Divino y los Ritos y Ceremonias
designados para el mismo, son cosas indiferentes y alterables por su naturaleza, y así se
reconocen. Por consiguiente, es razonable que, después de consideraciones graves e
importantes, y de acuerdo con las diversas exigencias de los tiempos y de las ocasiones,
puedan hacerse tales cambios y alteraciones. . ." En esta área podemos invocar
comprensión, como queda explicado. Podemos ser Católicos y Protestantes al tiempo,
siempre que Protestante signifique espíritu evangélico e inclinado a la 'sencillez del
culto, y no cuando se entienda como opuesto ala fe Católica.
No hay duda que durante la época de influencia nacional de la política erastiniana, entre
los siglos XVI al XIX, el control estatal matizó la catolicidad de la Iglesia, pero no la
destruyó. Los obispos fueron a menudo funcionarios del Estado, más que pastores del
pueblo de Cristo, y la Iglesia fué con frecuencia el brazo espiritual del Estado. Pero en
1787 afirmó su verdadera Catolicidad y su libertad esencial frente al Estado al consagrar
a los americanos White y Provost como Obispos con jurisdicción fuera del dominio de
Inglaterra, demostrando así su incumbencia con "todos los pueblos y todas las
naciones". Si no hubiera actuado así, aquéllo que es inglés por naturaleza habría
dominado lo que es sobrenaturalmente Católico y Universal en la misma misión de la
Iglesia. La afirmación de su verdadera naturaleza ha sido ampliamente justificada y
probada en los últimos 150 años, durante los cuales se ha establecido en toda América,
África, India, Japón, Filipinas, etc., en pueblos que no han tenido ninguna relación
particular con la soberanía inglesa, su idioma o su cultura, y que han aceptado como
propia esa Fe Católica que poseían sus miembros británicos.
A pesar de esa clara afirmación de Catolicidad, la política nacional no dejó de producir
conflictos en la Iglesia de Inglaterra del siglo XIX. El sermón de Keble en Oxford en
1833 sobre "La Apostasía Nacional" evocó el espectro de una Iglesia incapaz de
sostener su episcopado, cuando el Parlamento votó por la abolición del episcopado
irlandés al no cumplir sus funciones espirituales. Aunque el espectro era irreal, un
peligroso principio contrario al orden católico fué invocado, tal vez con justa causa. El
Movimiento de Oxford colocó a la Iglesia en situación de recuperar su dignidad y
status, y controlar sus propios asuntos, que muchos deseaban reducir a los intereses y
fines de la nación; no obstante, la ficción de un control estatal perduró. Sin embargo,
nadie cree hoy en Inglaterra que el "establecimiento" sea un peligro para la Catolicidad
de la Iglesia; y en otros países ni siquiera se plantea esa posibilidad.
La parcialmente infortunada relación entre Iglesia y Estado tuvo que pagar su precio
con la deserción de algunos miembros del clero, quienes se sometieron a la obediencia
de Roma a consecuencia de la influencia erastiniana sobre la verdad Católica. Esta llevó
a Newman a calificar a la Iglesia de Inglaterra de seminaria y a invocar la famosa frase
de San Agustín (en su controversia con los donatistas) contra su Iglesia madre: "sécurus
íudocat orbis térrarum", —el mundo seguro (la Iglesia Universal) juzga al parcial (el
particular o cismático). Para él, Roma representaba el mundo, y la Iglesia de Inglaterra
limitada al Estado lo particular y por tanto, no católica. Este error le hacía olvidar que
Roma es particular en cuanto toda autoridad y tradición dependen de una sede; en
cambio, la Iglesia de Inglaterra, aún cuando sea insular, comprende muchas sedes
dentro de un país, y en esencia y principio ha afirmado su independencia respecto de ese
país o de cualquier otro y ha extendido su comunión a muchas sedes allende el Océano.
Y aún las pocas sedes inglesas extraterritoriales que ha establecido han afirmado el
mismo principio. Frente a la cada vez más centralizada y particular autoridad de
Roma, la Iglesia de Inglaterra ha' enfatizado la visión mundial de una Iglesia con un tipo
de autoridad distribuido en sus múltiples sedes episcopales. En este sentido, el
argumento agustiniano parece ir contra Roma.
Así como la insularidad geográfica se ha superado en esos 150 años, también la
insularidad lingüística y cultural ha sido vencida en favor de la Catolicidad. La
comunión con aquéllos que oran en diferentes lenguas y poseen diferentes herencias
culturales ha profundizado y enriquecido esa Catolicidad. Ya las Iglesias de Asia, África
y Sud-América han hecho importantes contribuciones en favor de la totalidad del
cuerpo, abriendo así el camino por medio del cual el Espíritu Santo se expresará en
Verdad a todos. Mientras la dispensación del Espíritu estuvo en parte limitada para los
cristianos de Inglaterra a las relaciones de Catolicidad entre ellos mismos, algo se sentía
que faltaba para alcanzar esa Verdad que está en-Cristo. La Comunión actual hace sentir
que ese espíritu llena ese Cuerpo de cristianos, es decir, todas las Iglesias que componen
la única Iglesia, y ésto enriquece nuestro sentido de verdadera Catolicidad, fortalecido
periódicamente por los contactos que se realizan en las Conferencias de Lambeth y en
los Congresos Anglicanos. La extensión de esta comunidad a las Iglesias Ortodoxas
Orientales y a las no-episcopales de Occidente sin duda que enriquecerá también la
plenitud de la revelación divina. Este es el propósito de nuestra participación en el
Movimiento Ecuménico.
Finalmente, nuestra confrontación histórica con Roma tendrá sus frutos, porque la
voluntad del Espíritu no será frustrada en su intento de que todos seamos uno. La
verdadera misión de la Sede Romana y su función en el orden Divino, oscurecida
temporalmente por la pretensión y la arrogancia humanas, se revelará al fin para que la
Iglesia Universal pueda proclamarse como tal. Entonces, todo nuestro "conocimiento
parcial" será engrandecido y conoceremos más perfectamente, porque el conocimiento
del todo conforma cada miembro. Fué necesario en el propósito de Dios que las partes,
en diferentes naciones y pueblos, se extrañasen entre sí por un tiempo para que la
contribución peculiar de cada una pudiera desarrollarse total y libremente, sin
interferencias de la Iglesia Latinado de la Sede de Roma. Pero, esto cumplido y la
semilla de la verdad divina extendida sin el impedimento de los errores añadidos, la
Sede Romana puede servir como un foco para la Iglesia Universal, algo así como un
lente que recogiera multitud de rayos luminosos para proyectar uno más radiante. Si
ésto se realiza, y solo la historia podrá decirlo, el testimonio de la Iglesia de Roma a
través de su larga historia no se habrá perdido, sino que se integrará con la totalidad en
la medida que el orden Divino le asigne; así ocurrirá también con nosotros y con la
medida que se nos haya asignado.
Título original: "That word Catholic"
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La Iglesia Católica
Hoy día la Iglesia Católica, en sus ramas Anglicana y Ortodoxa, continúa la misma
Tradición Apostólica, aunque lamentando la dolorosa separación que realizó Roma
entre los siglos VII y X con respecto a la Iglesia Universal. Esta separación tiene su
fundamento en el aislamiento en que quedó Europa Occidental con respecto al resto del
Imperio Romano como consecuencia, fundamentalmente, de la invasión de los bárbaros.
Los intentos de reunificación política que realizó el Patriarca de Roma en su territorio lo
indujeron a tomar paulatinamente un rol de monarca tanto en lo social como en lo
religioso.
A partir del S. II la distancia cultural, o mas bien el creciente desconocimiento mutuo,
gestó las bases para la consolidación y separación de dos grandes bloques eclesiales: los
cuatro Patriarcados de Constantinopla, Antioquía, Alejandría y Jerusalén por un lado y
el Occidente por el otro, quedando aislado el Patriarcado de Roma de sus Iglesias
hermanas. La expectativa de la Iglesia de Roma de extender su primacía monárquica y
centralista a toda la Iglesia Universal fue, obviamente, rechazada por los demás
miembros y obispos de la Iglesia Católica, cuyo sistema de organización permaneció
fiel a las enseñanzas apostólicas, en tanto esta considera cada comunidad, reunida en
torno al obispo, en igualdad de condiciones con todas las demás Iglesias (Cf. San
Ignacio de Antioquia).
En Roma, cabeza del antiguo Imperio, se traslada el poder político del Emperador al
Obispo y la influencia de este último va cubriendo toda Europa; así las cosas, el Obispo
de Roma, el Papa Gregorio I en el año de 597 envía a Inglaterra sus misioneros
encabezados por el monje obispo Agustín, futuro obispo de Canterbury. Claro que al
llegar con espíritu de propagador el obispo Agustín se encuentra con decenas de obispos
ya establecidos y comienzan las negociaciones para convencer a la Iglesia Inglesa de
plegarse a la de Roma. Aquí se inicia una historia de estira y afloje que dura siglos.
Recordemos que todas las Iglesias orientales y occidentales de la época no veían otra
forma de ser más que la autonomía de las diócesis y la coordinación regional con
participación en Concilios Generales para los acuerdos globales.
Hay que esperar al 673 para que Teodoro de Canterbury logre un arreglo sobre diez
puntos de negociación con los obispos británicos a fin de que se unifique la iglesia
británica.
Esta lucha por la autonomía atraviesa la historia inglesa, ya en 1075 Guillermo el
Conquistador le escribe al Papa reafirmando su rechazo a jurar lealtad, incluso
eclesiástica, a Roma; por su parte se establece con claridad la independencia de la
iglesia británica en la así llamada Carta Magna que firmó Juan Sin Tierra en 1215 y que
se considera el documento base del sistema inglés.
Este espíritu crítico con respecto a la Iglesia de Roma se mantiene permanentemente,
sea en personajes históricos como Wycliffe +1324, o en movimientos tales como el
Renacimiento o el Humanismo –recordemos a Erasmo-, y como actitud cultivada por el
pueblo y en las universidades.
En el momento de aparición de la Reforma los ingleses ven soplar ráfagas de un nuevo
viento ideológico que condice con sus inquietudes de investigación teológica, crítica a
la disciplina eclesiástica romana e independencia política[1] .
Esta breve introducción reubica el problema y, evidentemente, resulta escandalosa para
nuestro habitual modo de apreciar la historia del cristianismo y de la Iglesia Católica en
particular. Estamos demasiado acostumbrados a descodificar en nuestros oídos la
palabra católico como “católico romano”. “Errores son del tiempo que no de España…”
Inscriptos en la romanidad, para nosotros “católico” sigue siendo: “perteneciente al
patriarcado del obispo de Roma”, cuando en realidad “Católico” es membresía en la
Iglesia Universal, uno de cuyos patriarcados fue y es Roma, aun cuando esté, por su
decisión reafirmada en el tiempo, auto - excluida de la Iglesia Católica como tal. Esta
dolorosa situación sigue siendo lamentada por la Ortodoxia y por la Comunión
Anglicana; diariamente se elevan plegarias y se realizan acciones para que el cuerpo
visible de Cristo en la tierra recobre la unidad perdida.
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VESTIDURAS LITURGICAS
Actualmente es distinta la costumbre respecto a los varios ministros de la celebración:
El organista y los cantores se pueden en ciertos casos revestir aunque no obliga la
costumbre. Los lectores y ministros de la comunión no ordenados sí lo hacen a veces;
las Diaconizas y los monaguillos generalmente tienen su vestidura especial, Alba y
escapulario para las Diaconizas y Alba y roquete para los Monaguillos; pero los que
como norma se revisten son los ministros ordenados: diáconos, presbíteros y obispos.
El vestido litúrgico básico para estos ministros ordenados es elAlba, blanca túnica, a la
que se va buscando dar una forma más estética, de modo que no requiera amito (porque
cierra bien el cuello). Sobre el alba los ministros ordenados se ponen la Estola.-esa
franja de diversos colores de acuerdo al tiempo litúrgico que vive la Iglesia (su nombre
viene del griego "stolizo", adornar) que los diáconos se colocan en forma cruzada,
mientras que los presbíteros la cuelgan por el cuello cruzada hacia adelante y obispos lo
hacen colgándola por ambos lados del cuello hacia el frente; también la estola se tiende
a que sea de materia más digna y estética, para los casos, cada vez más numerosos, en
que se celebra sin casulla (diáconos, concelebrantes, etc.).
Además del Alba y la Estola, el presbítero o el obispo que preside la Cena del Señor o
Eucaristía se reviste la Casulla: su nombre ya indica que es como una especie de "casa
pequeña", a modo de manto amplio que cubre a la persona (como el "poncho"
americano actual). La Casulla es el indumento litúrgico que ha venido a caracterizar
sobre todo la celebración de la Cena del Señor o Celebración Eucarística. Mientras que
se va perdiendo la "dalmática" (que vendría a ser como una casulla con mangas) que
llevaban antes los diáconos.
La "Capa Pluvial" que se utiliza principalmente en las procesiones; las Vestiduras
Corales de los Canónigos (por ejemplo el manto coral y la muceta negra); las
"Insignias" distintivas (por ejemplo para el obispo, la Cruz pectoral, el Anillo, el Báculo
Pastoral, el Solideo color violeta; para los Arcedianos, lila, y para los abades, negro).
La Casulla que, durante siglos, había sido amplia y elegante, había adquirido con el
correr del tiempo unas formas más recortadas y de poco gusto, hasta llegar a la forma de
guitarra que todos hemos conocido, recargada, además, con adornos y bordados que
hacían de ella más un "ornamento" que un vestido.
La búsqueda de una estilización de los vestidos litúrgicos, más en consonancia con el
gusto estético de nuestros días, no quiere oscurecer, sino por el contrario favorecer, la
razón de ser que tienen en la liturgia cristiana: expresar pedagógicamente, con el
lenguaje simbólico que les es propio, la dignidad de lo que celebramos, y el ministerio
característico de cada uno de los ministros que intervienen en la celebración.
Es importante resaltar que la "cátedra" del Obispo, su sede, no debe parecerse a un
trono, con su baldaquino y todo... Se queire conjugar a la vez la expresión gráfica de lo
que es un Obispo para la diócesis -maestro, animador espiritual, signo genuino de Cristo
Pastor- con una sencillez más evangélica en los signos de esa dignidad...
El sentido de que los ministros se revistan
¿Por qué se revisten los ministros en la celebración cristiana?
En la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, no todos los miembros desempeñan un mismo
oficio. Esta diversidad de ministerios se manifiesta en el desarrollo del sagrado culto
por la diversidad de las vestiduras sagradas, que, por consiguiente, deben constituir un
distintivo propio del oficio que desempeña cada ministro. Por otro lado, estas
vestiduras deben contribuir al decoro de la misma acción sagrada.
Los vestidos en la liturgia no tienen una finalidad en sí mismos, como si fueran algo
sagrado. Tienen una función que podemos llamar pedagógica, en la línea que hemos
visto funcionar en la vida social, con el lenguaje expresivo y simbólico que les es
propio.
a) Ante todo, estas vestiduras distinguen las diversas categorías de los ministros. Es
lógico que el Obispo, por la plenitud de ministerio que tiene en la comunidad cristiana,
signifique con algún distintivo su identidad: el báculo, la cruz pectoral, el anillo, el
solideo, la mitra... Es lógico que el que preside la Cena del Señor o Eucaristía,
presbítero u obispo, en nombre de Cristo, se revista de un modo determinado, que ha
venido a ser con la Casulla.
Naturalmente que estos vestidos no están pensados para "separar" a los ministros de la
comunidad. Toda la comunidad cristiana que celebra la Cena del Señor o Cena
Eucaristíca es "pueblo sacerdotal", con una dignidad radicalmente igual, que le viene
del Bautismo. Todos son hermanos en la casa de Dios. Estos vestidos no son signos de
poder o de superioridad, por parte de los ministros. Son unos signos simbólicamente
eficaces, que recuerdan a todos en primer lugar a los mismos ministros- que ahora no
están actuando como personas particulares en su oración o en su predicación, sino como
ministros de Cristo y de la Iglesia. Que están actuando "in persona Christi" y también
"in persona Ecclesiae". El vestido tiene, para esta finalidad, una contrastada eficacia,
como en la vida civil, judicial, política o académica. Aquí, en la celebración,
"distinguen" sin separar. Ejercen una cierta mediación pedagógica para favorecer el
clima y la identidad de la celebración cristiana, en la que hay una alternancia interesante
entre una comunidad y sus ministros.
b) Estos vestidos ayudan también al decoro, a la estética festiva de la celebración.
No se trata de hacer ostentación de riqueza, sino de mostrar, por el mismo modo
exterior de actuar, el aprecio que se tiene a lo que celebramos. Se unta el valor de la
Palabra, de la Cena Eucarística, de la asamblea misma, del día del Señor- si es domingo, del misterio de la presencia del Señor en medio de los suyos: todo esto hace que la
celebración cristiana sea un momento privilegiado en el conjunto de la vida de fe. Un
momento que pide signos exteriores de aprecio; y el vestido, junto a los cantos y tantos
otros signos, es uno de los elementos más fácilmente inteligibles para subrayar el
carácter festivo de la acción.
En el fondo está siempre la proporción pedagógica entre lo que celebramos y el modo
exterior de comportarnos. Y aquí lo que celebramos es en verdad algo importante y
festivo. Y cuanto más festivo, tanto más significativo debería ser también el vestido
litúrgico que nos ponemos. Un domingo no es lo mismo que otro día de la semana. La
noche de Pascua no es como cualquier otro domingo... La estética y la "festividad" o
"decoro" son los objetivos de estos vestidos litúrgicos que se endosan los ministros, ya
que al Señor debemos darle lo mejor!
Al decoro festivo de toda la celebración contribuye ciertamente el que se respeten las
leyes de la estética y la dignidad en esas vestiduras.
Unas leyes que hoy están presididas por la sencillez (contra el barroquismo que antes
gustaba), por la dignidad en la belleza, sin ampulosidad, pero también sin tacañería, de
modo que exista autenticidad también en este signo: unos verdaderos "vestidos", nobles
y dignos, que favorezcan el aprecio a la misma celebración y el ejercicio del ministerio
por parte de los ministros.
e) En alguna manera los vestidos litúrgicos ayudan a entender el misterio que
celebramos.
Expresan elocuentemente que estos ministros -sobre todo el presidente- están animando
una celebración sagrada. Lo que está sucediendo aquí no es como otros encuentros que
se pueden tener en una comunidad o en una parroquia, sino una verdadera experiencia
sacramental de la gracia de Cristo, un encuentro con el Cristo presente en su Palabra, en
su Cena, en la misma comunidad reunida en su nombre. Y como tal acción misteriosa y
sagrada, se realiza con signos exteriores diversos de los ordinarios.
El que los ministros se revistan de modo especial quiere expresar el sentido de este
"salto" que existe entre las otras acciones y ésta: la “ruptura" con la vida normal.
Porque la Palabra que aquí se proclama no es lo mismo que las mil palabras que nos
envuelven continuamente. La comunión con el Cristo de la Cena Eucarística no es
como una comida de hermandad cualquiera.
Así como a un ministro, el vestido especial le recuerda que no actúa como persona
privada, sino como ministro de Cristo y de la Iglesia, le recuerda también que él no es
"dueño de la Cena Eucarística", ni de la Palabra. Que está realizando, en nombre de
Cristo y de la Iglesia, una acción que le sobrepasa totalmente a él: que está sirviendo a
un misterio de comunión entre Dios y su Pueblo.
Claro que todo esto no lo dice sólo la indumentaria: es todo un conjunto de
comportamientos, de signos, de palabras y de acciones lo que nos introduce
pedagógicamente a la experiencia de este misterio cristiano de comunión con Cristo.
Pero no es indiferente el factor del vestido. Tampoco en el caso de los grupos más
reducidos (una asamblea de niños, de jóvenes, de grupos o comunidades): precisamente
porque son grupos más pequeños y homogéneos, a ellos también les hace falta subrayar
con signos exteriores que ellos no son dueños de lo que celebran, sino que lo hacen en
unión con toda la Iglesia, y el ministro que les preside no lo hace porque es un amigo
suyo, sino como ministro de toda la comunidad.
Para Dios lo Mejor!!!
Imagenes de la Vestiduras
Para un mejor entendimiento sobre la costumbre en el vestir en la Liturgia de la
Iglesia, presentamos estas gráficas que corresponden a las vestiduras de los diferentes
ministros.
Como podemos observar el Obispo lleva la estola colgándola por ambos lados del
cuello hacia el frente, los presbíteros la cuelgan por el cuello cruzada hacia adelante
mientras que los diáconos se la colocan en forma cruzada.
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Insignias de Los Obispos
Un Obispo, del griego episkopos que significa supervisor, es un sucesor directo de los
apóstoles. Por divina institución, los Obispos han tomado el lugar de los apóstoles
como pastores de la Iglesia. El Obispo en sí es un símbolo y está rodeado de
símbolos. A continuación, se ofrece una breve información sobre algunos de ellos.
La Cátedra del Obispo
La silla del Obispo recibe el nombre de cátedra, palabra derivada del latín cathedra que
significa silla. En la antigüedad, una cátedra era un símbolo de autoridad para
enseñar. La presencia de la cátedra obispal en una iglesia es lo que la convierte en una
catedral. La silla del Obispo es un símbolo de su oficio de enseñar y de su poder
pastoral en su diócesis. Es también un signo de la unidad de los creyentes en la fé que
el Obispo proclama como Pastor del Rebaño del Señor.
El Escudo de Armas
El escudo de armas de un obispo se distingue por un signo de su rango. Ese signo,
colocado sobre el escudo, es una version particular de un sombrero eclesiástico que fué
usado en procesiones hasta el año 1870. El sombrero es de baja corona, liso y de ala
ancha. En el escudo de armas del obispo, el sombrero es verde y colgando de él se
encuentran doce borlas verdes, seis de cada lado. También se encuentra una cruz
procesional encima del escudo. La cruz en el escudo de armas de un obispo tiene una
barra; la del un arzobispo tiene dos. El diseño del escudo en sí varía de obispo a obispo.
La Mitra
La mitra es el tocado litúrgico apropiado para todos los obispos de la Iglesia de
Occidente. La palabra mitra se deriva del latín mitra, nombre dado al tocado de los
sumos sacerdotes judíos. Se compone de dos alas de material endurecido, unidas por
una cinta con dos largas piezas de tela ribeteadas que cuelgan desde la base posterior de
la mitra.
La Cruz Pectoral
El nombre de esta cruz se debe a que es usada sobre el pecho o pectus. La cruz cuelga
de un cordón verde entretejido con hilos dorados. Hay reglas que determinan si debe
ser usada por encima o por debajo de la ropa, dependiendo de cómo esté vestido el
obispo. Si lleva un traje y cuello, usualmente la cruz pectoral es colocada en el bolsillo
del chaleco con la cadena por fuera.
El Cayado (Báculo)
El Báculo es una vara pastoral que le es conferida a los obispos (y a los abades) en el
momento de su instalación. En el occidente, la parte de arriba de la vara es curva como
recordatorio del cayado del pastor y del cuidado de los fieles que le han sido
encomendados. Es un símbolo de la necesidad que tiene el obispo de velar por todo su
rebaño, sosteniendo a los débiles y a los inseguros, confirmando la fé vacilante, y
guiando a los equivocados para que regresen al verdadero rebaño.
El Anillo
El anillo del obispo es un símbolo de su fidelidad a la Iglesia, su esposa, y al lazo
nupcial que lo une a ella. Significa el matrimonio simbólico del obispo con la Iglesia,
con Cristo. Usualmente, el anillo es de oro con una amatista. El anillo fué mencionado
per primera vez como una parte oficial de la insignia del Obispo a principios del siglo
VII.
El Suchete (Solideo)
El Suchete es un gorrito usado particularmente por los prelados desde el siglo XIII. Su
color depende del rango del prelado que lo use. El de los obispos es púrpura o morado.
Los demás lo usan negro.
Organigrama Provincial Diócesis Anglicana del Caribe y La Nueva Granada
Los Santos de la Iglesia
George bebis, Ph.D.
San Nectario
DIOS Y LA SANTIDAD
Es preciso indicar, desde el principio que la única verdadera "santo" o una santa
(Hagios) es Dios mismo. La Biblia dice "Porque yo soy el Señor tu Dios, que se nombre
santo y guardaos santos, porque yo soy santo ..." (Levit. 11:44; 19:2 y 20:7). El hombre
se convierte en santo y "santos" por la participación en la santidad de Dios.
La santidad o la santidad es un don (carisma) dada por Dios al hombre, a través del
Espíritu Santo. El esfuerzo del hombre para convertirse en un participante en la vida de
la santidad divina es indispensable, pero la santificación es en sí misma la obra de la
Santísima Trinidad, especialmente a través del poder santificador de Jesús Cristo, que se
encarnó, sufrió la crucifixión y la levantó de los muertos, a fin para conducirnos a la
vida de santidad, a través de la comunión con el Espíritu Santo. En la segunda carta a
los Tesalonicenses St. Paul sugiere: "Pero nosotros debemos dar gracias a Dios siempre
por vosotros, hermanos amados por el Señor, porque desde el principio del tiempo, Dios
eligió a usted para encontrar la salvación en el Espíritu que consagra, (en agiasmo
Pneumatos) y en la verdad que usted cree. Es por esto que El os llamó mediante el
Evangelio hemos traído, para que usted pueda poseer para su propio esplendor de
nuestro Señor Jesucristo "(2: 13-14).
Categorías
de
los
Santos
A través del trabajo de la Santísima Trinidad todos los cristianos pueden ser llamados
santos, especialmente en la Iglesia primitiva, siempre y cuando fueron bautizados en el
nombre de la Santísima Trinidad, recibieron el sello del Espíritu en la Confirmación, y
participaban a menudo en la Eucaristía. En el mismo espíritu de St. Paul, al escribir a las
Iglesias que había visitado, llama a todos los fieles "santos". Escribiendo a los Efesios,
se dirige a "los santos que viven en Efeso" (1:1); escribiendo a los Corintios que utiliza
las mismas expresiones (2 Cor. 1:11). San Basilio, al comentar sobre este punto, escribe
que Pablo se refiere a todos los que están unidos con Dios, que es el Ser, la Vida y la
Verdad (Contra Eunomio, II, 19). Por otra parte, St. Paul escribe a los Colosenses que
Dios ha reconciliado a los hombres por la muerte de Cristo, "para que él os lo presente
antes de sí mismo santo, sin mancha e inocente delante de él" (1:22).
En nuestra sociedad, sin embargo, que puede ser abordado como un santo? ¿Quiénes
son esos hombres y mujeres y niños que pueden ser llamados santos por la Iglesia de
hoy? Muchos teólogos ortodoxos clasifican a los santos en seis categorías:
Los Apóstoles, que fueron los primeros en difundir el mensaje de la Encarnación de la
Palabra de Dios y de la salvación por medio de Cristo.
Los profetas, porque predijo y profetizó la venida del Mesías.
Los mártires, por haber sacrificado su vida y sin miedo confesar a Jesucristo como el
Hijo de Dios y el Salvador de la humanidad.
Los Padres y Jerarcas de la Iglesia, que sobresalió en la explicación y en la defensa, de
palabra y obra, la fe cristiana.
Los monjes, que vivía en el desierto y se dedicaron a ejercicio espiritual (ascesis),
alcanzando, en la medida de lo posible, la perfección en Cristo.
El justo, los que vivían en el mundo, llevar una vida ejemplar como clérigos o laicos
con sus familias, convirtiéndose en ejemplos para la imitación de la sociedad.
Todos y cada uno de todos estos santos tiene su propia vocación y características: todos
ellos lucharon la lucha "bueno para la fe" (1 Tim. 6:12 2 y Tim. 4:7). Todos ellos
aplicados en sus vidas las virtudes bíblicas de la "justicia, piedad, fidelidad, amor,
fortaleza y mansedumbre" (1 Tim. 6:11).
El concepto de theosis
El objetivo final de la santa es imitar a Dios y vivir la vida de la deificación (theosis).
San Maximos el Confesor (siglo VII), escribe que los santos son hombres que han
llegado a theosis, han evitado el desarrollo natural del alma, es decir, el pecado, y trató
de vivir de la manera natural de la vida (es decir, vivir de acuerdo a creado la
naturaleza), volviéndose y mirando siempre hacia Dios, por lo tanto lograr la unidad
total con Dios a través del Espíritu Santo (en la teología, 7,73).
Se puede afirmar aquí que los santos son, ante todo amigos "de Dios. En segundo lugar,
a través de su verdadera piedad y la obediencia absoluta a Dios, que le agradó y por ello
han sido "santificados", tanto en alma y cuerpo, y, posteriormente, glorificado en este
mundo. En tercer lugar, han sido aceptados en el seno de Dios después de su paso por el
mundo a la vida eterna. En cuarto lugar, muchos de ellos se les ha dado especial
"gracia" o "a favor" de hacer milagros, ni antes de su partida de este mundo o después.
En quinto lugar, se les ha concedido el don especial para orar e interceder por los que
todavía viven en este mundo y la lucha contra la lucha "bueno" para la gloria de Dios y
su propia perfección en Cristo. Esta resortes intercesión del hecho de que ellos también
son parte de la "Comunión de los Santos". Ellos comparten oraciones y buenas obras
con los cristianos en la tierra y hay una constante interacción y unidad entre los santos
glorificados en el cielo y los cristianos que todavía viven en el mundo.
La
intercesión
de
los
santos
Mosaico
icono
de
San
Jorge
El hecho de que los cristianos pedir las oraciones de los santos y su intercesión se
prefigura en el Nuevo Testamento. St. Paul pide a la Efesios cristiana, Tesalonicenses,
Colosenses y los romanos que recen por él (Efesios 6:19, 1 Thesal. 5:25; Colos. 4:3, y
Rom. 15:30-31). En cada liturgia, le pedimos a Dios el Padre a aceptar, en nuestro
nombre ", las oraciones y la intercesión" de todos los santos que ahora viven en el cielo.
Los Padres de la Iglesia también aceptar como cosa natural la oración y la intercesión de
todos
los
santos.
En una de sus cartas, San Basilio escribe expresamente que acepta la intercesión de los
apóstoles, profetas y mártires, y busca sus oraciones a Dios (Carta 360). Entonces,
hablando de los cuarenta mártires, que sufrieron el martirio por Cristo, que hace
hincapié en que "son amigos comunes de la raza humana, embajadores fuerte y
colaboradores en fervientes oraciones" (capítulo 8). Santa Gregorio de Nisa pide a San
Teodoro el Mártir "para orar a nuestro fervor Común rey, nuestro Dios, para el país y el
pueblo" (Encomium a Teodoro Mártir). El mismo lenguaje es utilizado por San
Gregorio el Teólogo en su encomio de San Cipriano. San Juan Crisóstomo dice que
debemos buscar la intercesión y la oración ferviente de los santos, porque tienen
especial "osadía" (parresía), delante de Dios. (Gen. 44:2 y encomio a Julian, Iuventinus
y Maximino, 3).
La veneración de los santos
En la Iglesia ortodoxay las Iglesias Anglicanas que porfesan la Ortodoxia catolica el
culto (latreia) dado a Dios es completamente diferente de la honra (Tim) del amor
(ágape) y el respeto, o incluso veneración (proskynesis), "atención a todos aquellos
dotados con un poco de dignidad" de San Juan ( Crisóstomo, Hom. III, 40). Los
ortodoxos honrar a los santos para expresar su amor y gratitud a Dios, que ha
"perfeccionado" a los santos. Como San Simeón el Nuevo Teólogo escribe: "Dios es el
maestro de los Profetas, los co-viajero con los Apóstoles, el poder de los Mártires, la
inspiración de los Padres y Maestros, la perfección de todos los Santos ..." (La
catequesis, I).
Fresco de la catacumba de la latina Vie, Roma
A lo largo de los primeros cristianos, los cristianos se reunió habitualmente en los
lugares donde los mártires habían muerto, para construir iglesias en su honor, veneran
sus reliquias y la memoria, y presente su ejemplo a imitar por otros. Interesante
información sobre este tema se deriva del Martirio de San Policarpo (cap. 17-18), según
el cual los primeros cristianos con reverencia recogidos los restos de los santos y los
honraba "más de piedras preciosas." También se reunieron el día de su muerte para
conmemorar "su nuevo cumpleaños, el día en que entró en su nueva vida, en el Cielo."
Hasta el día de los ortodoxos han mantenido la costumbre litúrgica de la reunión el día
de la muerte del santo, de la construcción de iglesias en honor a sus nombres, y de pagar
un respeto especial a sus reliquias y los iconos. El Séptimo Concilio Ecuménico (787
dC), al resumir esta práctica de la Iglesia, declara que "adoramos y respetar a Dios
nuestro Señor, y los que han sido criados genuino de nuestro común Señor honramos y
veneramos porque tienen el poder de hacer nos amigo de Dios el rey de todos ".
Las fiestas y las celebraciones en honor a los santos se había convertido en una práctica
común en el siglo IV. El canon vigésimo del Consejo, de Gangra en Asia Menor (entre
los años 325 y 381) anatematiza a los que rechazan las fiestas de los santos. Tan grande
era la estima en que los apóstoles, profetas y mártires se llevaron a cabo en la Iglesia,
que los escritos de muchos parecía describir sus logros espirituales, el amor y devoción
a
Dios.
Junto con el Martirio de San Policarpo, la información sobre la veneración de los santos
se deriva del sufrimiento padecido por los Mártires de Scilli, un pequeño pueblo del
norte de África (a finales del siglo II). La lista de fuentes indudes San Atanasio ' Vida
de San Antonio, San Basilio Homilía en honor al "Cuarenta Mártires", Gregorio de Nisa
Homilía en honor a San Teodoro, San Juan Crisóstomo también entregó un número
considerable de sermones dedicados a los mártires de la Iglesia.
Las
reliquias
de
los
Santos
y
Mártires
de
Varios
Los Padres y los primeros cristianos en general, cuenta de modo particular un gran
respeto a las reliquias de los mártires. Además de las fuentes ya mencionadas, Eusebio
de Cesarea, el historiador de la Iglesia, dice que "los que sufrieron por la gloria de
Cristo siempre en comunión con el Dios vivo" (Historia de la Iglesia, 5:1). En la
Constitución Apostólica (5:1) a los mártires se les llama "hermanos del Señor" y
"buques del Espíritu Santo." Esto ayuda a explica el honor especial y el respeto que la
Iglesia atención a las reliquias de los mártires. San Basilio, San Gregorio Magno de
Nisa, San Cirilo de Jerusalén, y San Juan Crisóstomo nos recuerda que las reliquias de
los mártires "están llenos de gracia espiritual", que hasta sus tumbas están llenas de una
"bendición". Esta práctica continúa en nuestros días patrística, y la gente de todas partes
del mundo, visitar las iglesias que poseen las reliquias de los mártires y santos.
También, según la antigua tradición, la consagración de nuevas iglesias se lleva a cabo
con la deposición de las reliquias de santos en la Santa Mesa del santuario.
Gran controversia han ocurrido en el pasado por el honor especial debido a los iconos
de Cristo, así como las de los santos de la Iglesia. Las controversias que se inició
iconoclasta en Bizancio en el siglo VII sacudió a toda la iglesia. Los Padres de la
Iglesia, sin embargo, declaró con toda claridad que el honor pertenece al "prototipo" y
no a la del material de imágenes de Cristo o los santos. Las Actas de la Cuarta sesión
del Consejo Ecuménico de Nicea Séptimo (787 dC) iluminar este punto en particular:
"Aceptamos (aspazometha) la palabra del Señor y sus Apóstoles a través del cual se nos
ha enseñado a honrar (Timan) y magnificar (megalynein) en primer lugar la que es
correcta y verdaderamente la Madre de Dios (Theotokos) y exaltado por encima de
todas las potestades del cielo, también los santos y ángeles Potencias, el bendito y
alabado-todos los Apóstoles y los Profetas glorioso y triunfante de los Mártires que
lucharon por Cristo, santo y temeroso de Dios médicos, y todos los hombres santos, a
buscar su intercesión (presveies), para hacer de nosotros en casa con el todo real-Dios
de todos, siempre y cuando guardamos sus mandamientos y se esfuerzan por vivir
virtuosamente. Además aceptamos (aspazometha) la imagen de la honorable y
vivificante cruz, y las santas reliquias de los santos, y recibimos la santa y venerable
imágenes, las aceptamos y las abrazamos, de acuerdo con las antiguas tradiciones de la
Iglesia Católica Santo de Dios, es decir, nuestros santos Padres, que también recibieron
estas cosas y les estableció en todas las Iglesias más santa de Dios y en todos los lugares
de su dominio. Estas imágenes honorable y venerable, como se ha dicho, el honor, la
aceptan y veneran con reverencia (timitikosproskynoumen): la imagen de la encarnación
de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, y la de Nuestra Señora Inmaculada, la toda
santa Madre de Dios, de quien se complace en aprovechar la carne y guardar y líbranos
de toda idolatría impía; también las imágenes de los santos ángeles e incorporales, que
se apareció a los así como los hombres. Del mismo modo, también veneran las cifras y
las efigies (morphas, eikonismata) de lo divino y todos alabaron-Apóstoles, el de habla
profetas de Dios, y el sufrimiento mártires y santos, para que a través de sus
representaciones (anazografiseos) que puede ser capaz de ser llevado en la memoria y
los recuerdos con el prototipo, y participar en su santidad "
(de Nicea y de Nicea-Padres Post , Vol. 14, p. 541).
Las fiestas de los Santos
Icono de la Madre de Dios
Los primeros cristianos se reunían en el nombre-día de un santo, que en la práctica era
generalmente el día de su muerte. Estas reuniones se llevó a cabo ya sea alrededor de la
tumba del santo o en la iglesia, que mantienen y conservan sus reliquias santas, o en las
iglesias históricas y teológicas con un gran significado. Esa reunión, llamada un día de
fiesta o festival (Panegyris), conmemora la memoria del santo. Los fieles participan en
estas fiestas para escuchar un discurso encomiástica exaltan las gestas o el martirio del
santo venerado, y en general para sacar provecho espiritual. Una interesante descripción
es la de la panegris de Santa Tecla de Seleucia, en Asia Menor (-a mediados del siglo
quinto), y de San Demetrio de Tesalónica, Grecia (siglo XII). Los Padres de la Iglesia y
los cánones de la Iglesia acepta este tipo de encuentro, que sigue teniendo lugar, pero
muy en guardia contra la "comercialización de festivales" (Speros Vryonis, Jr., "La
Panegyris
de
la
bizantina
Santa,"
La
bizantina
Saint,
1981).
En la Tradicion Ortodoxa y Anglicana se le da un lugar especial de honor y la
veneración de la Virgen María la Madre de Dios, los Ángeles, y San Juan el Bautista.
En cuanto a la Virgen María, como Madre de Dios, basta con decir que el Tercer
Concilio Ecuménico de Efeso (431 dC), adoptado oficialmente el término Theotokos en
su honor. Hay un período de ayuno (los primeros 14 días del mes de agosto) y
numerosas fiestas e himnos dedicados a ella. Su imagen es tradicionalmente pintados
sobre el Santuario y pidió "más amplias que los cielos" (Platytera). La Virgen María, ser
madre de Dios, intercede por nosotros con seriedad, porque ella le dio su carne a Cristo
con toda humildad y obediencia, para que la Palabra de Dios pudo hacerse hombre.
Arcángel Miguel
La Ortodoxia Católica cree que los ángeles son seres incorpóreos, creados por Dios
antes de la creación actual. Ellos son inmortales, no por naturaleza sino por la gracia de
Dios, y se llaman "las luces en segundo lugar," la primera luz que Dios mismo. Su
naturaleza era originalmente variable, pero después de la Encarnación de Cristo, los
ángeles fueron considerados como salvado (sesosmenoi) y, por tanto, inalterada. Los
padres creían que cada creyente tiene su propio "ángel de la guarda", los ángeles ruega
por nosotros, cantar y glorificar a cesar la Santísima Trinidad. También sirven como
ejemplos
de
que
la
gente
debe
seguir.
San Juan Bautista, cuyo icono se encuentra en el iconostasio de todas las iglesias
ortodoxa, fue el profeta que bautizó a Cristo y se preparó su venida en la tierra, sin
embargo, sufrió el martirio por su santidad y obediencia a la voluntad de Dios. La
Iglesia tiene cinco fiestas en honor de San Juan el Bautista.
Canonización de los santos
En la Tradicion Ortodoxa y Anglicana no hay un procedimineto procedimiento oficial
para el "reconocimiento" de los santos. Inicialmente, la Iglesia aceptó como santos a los
que habían sufrido el martirio por Cristo. Los santos son santos, gracias a la gracia de
Dios, y que no necesitan reconocimiento eclesiástico oficial. El pueblo cristiano, la
lectura de sus vidas y ser testigo de su actuación de los milagros, aceptar y honrarlos
como santos. San Juan Crisóstomo, perseguidos y exiliados por los eclesiásticos y
autoridades civiles, fue aceptado como un santo de la Iglesia por aclamación popular.
San Basilio el Grande fue aceptada inmediatamente después de su muerte como un
santo de la Iglesia por el pueblo. Recientemente, con el fin de evitar abusos, el
Patriarcado Ecuménico ha emitido especiales encíclicas (Tomoi) en la que el Santo
Sínodo "reconoce" o acepta los sentimientos populares acerca de un santo. Un ejemplo
en nuestros días es San Nicodemos de la Montaña Sagrada (1955).
Desde la época cristiana primitiva no se han conservado muchas descripciones en
movimiento de las vidas y martirios y los milagros de los santos. Eran (y aún lo están)
llama synaxaria (de la palabra griega Synaxis, lo que significa una reunión en la iglesia
con fines litúrgicos, donde las vidas de los santos fueron leídos). San Nicodemos de la
montaña sagrada compuesta synaxaria de los santos durante el siglo XVIII, y, más
recientemente, el Padre. George Poulos y Constantino Dr. Cavarnos han escrito vidas de
los santos en Inglés