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LA ALEGRIA DE LA BUENA NUEVA
Sofonías 3, 14-18ª
Filipenses 4, 4-7
Lucas 3, 10-18
P. Gerardo Coté, sme
Servicio de Comunicación Social
Vicariato Apostólico de Pucallpa
13 de diciembre de 2009
A pesar de los sufrimientos y las penas que
nunca faltan en la vida humana, tenemos
que reconocer que siempre hay momentos
de alegría que nos fortalecen y nos
permiten seguir adelante. ¡Qué interesante
ver la capacidad que tienen los pobres para
vivir momentos de alegría en medio de sus
penas, lo que les permite almacenar fuerzas
y seguir luchando! ¿Acaso no se halla
alegría acompañando y dando consuelo a
una persona que sufre? ¿Y qué decir de la
alegría promovida por el perdón mutuo
como respuesta a las ofensas?... ¿y el
experimentar el perdón y la misericordia de
Dios? Por supuesto, no es la misma alegría
que se siente en una fiesta, es una alegría
más profunda, una alegría del corazón.
Lucas nos presenta el testimonio de
Juan Bautista, el precursor de Jesús. Su
mensaje toca los corazones y llama a la
conversión como medio para sentir la
alegría de la amistad y del amor de Dios. El
pueblo lo escucha y queda impresionado.
Mucha gente se siente atraída y con ganas
de dar un paso adelante, hacia algo nuevo,
diferente. No saben todavía cómo vivir con
mayor tranquilidad y paz; por eso le
preguntan: “¿qué debemos hacer?” Juan
les invita a romper las ataduras del egoísmo
y abrirse a los demás: “Compartan lo que
tengan, el que tenga dos capas, que dé una
al que no tiene, y el que tenga de comer,
haga lo mismo”.
Mucha gente no tiene que comer y
vestirse, muchos no tienen un empleo bien
remunerado, y cuántos no tienen el dinero
para comprar medicamentos. Vemos
entonces que el mensaje de Juan Bautista
cobra gran fuerza en nuestro propia
realidad social y en muchos lugares del
mundo. La solidaridad y el compartir son
formas concretas de amar y establecer la
justicia en medio de un mundo quebrado
por la desigualdad. Quien lo practica
experimenta la alegría de colaborar en la
construcción de un mundo diferente, más
cercano a la voluntad de Dios.
A los cobradores de impuestos, tal
vez muchos de ellos intranquilos por los
abusos que cometen como funcionarios
públicos, Juan Bautista les dice lo que
deben hacer para liberarse y sentir en el
corazón la alegría que da la honradez: “No
cobren más de lo establecido”. Si esta
recomendación valía para los cobradores de
impuestos de aquellos tiempos, ¿no valdrá
también hoy para los que evaden el pago de
los impuestos necesarios para el buen
funcionamiento del país y para los
funcionarios públicos que caen en la
corrupción?
Tampoco
faltan
algunos
miembros de las fuerzas del orden en busca
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de paz interior. A ellos Juan Bautista les
recomienda “no abusar de la gente, no
coimear, no hacer denuncias falsas y
contentarse con su sueldo”. El uso del
poder para imponerse a los demás no
procura alegría verdadera y paz a nadie,
menos todavía a los que sufren abusos.
Mas bien, compartir algo con los más
pobres nos hará vivir el don de alegría que
Jesús vino a avivar en nosotros al nacer.
Por ello, en medio de las tristezas y
sufrimientos, como las flores que desafían
las espinas, el profeta Sofonías hace brotar
un grito de esperanza: “¡Regocíjate y que
tu corazón esté de fiesta... no te acobardes;
el Señor, tu Dios, está en medio de ti, él
goza y se alegra contigo, renovando su
amor, se llena de júbilo por ti, como en día
de fiesta”
¿Cómo anunciar hoy la Buena
Nueva como lo hacía Juan Bautista?
¿Cómo dar alegría a los que padecen
hambre y miseria? ¿Será posible vivir la
alegría de Navidad tapándose los ojos y
cerrándose el corazón? Ciertamente, no.
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El Perú actual muestra graves problemas ecológicos. Uno de ellos es el cambio
climático, situación que pone en riesgo la supervivencia de los seres humanos. Y
de toda la Creación a nivel mundial. A la variabilidad natural del clima, que
refleja el carácter permanente y continuo de la Creación, se han sumado
cambios provocados por una actividad humana sesgada por el manejo
irracional de la naturaleza, que ha generado un proceso de calentamiento
global en el planeta.
Documento final del IV Encuentro Nacional de la Pastoral Ecológica (3)
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