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INSTITUTO DE ESTUDIOS SUPERIORES “FEDERICO RANGEL FUENTES”
La educación desde una
perspectiva filosófica
¿Buscar la razón última de las cosas permite una
verdadera educación humana?
ASIGNATURA: FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN
PROFESOR: JESÚS HECTOR RODRIGUEZ VERGARA
ESTUDIANTE: LICDA. EN EDUCACIÓN PRIMARIA JUDITH IZAMAR
BUENROSTRO ALEMÁN
Villa de Álvarez Col. Sábado 12 de Octubre del 2013
El presente documento expresa una breve, pero significativa reflexión sobre el
impacto de la filosofía en el quehacer educativo.
Valorando la importancia de la
búsqueda de la razón última de las cosas, para lograr una verdadera educación
humana en la actualidad, trayendo consigo individuos competentes capaces de
enfrentar la vida, sus constantes cambios, pero sobre todo con la preocupación
primordial de la acción por el bien común.
La educación desde una perspectiva filosófica
“Si buscas resultados diferentes,
no hagas siempre lo mismo.”
-Albert Einstein
De acuerdo a cada momento histórico se han venido apreciando situaciones
específicas en relación a las expectativas de la población para la formación de los
individuos. Aunado a ello, es que se ha tenido la oportunidad de apreciar varias
reformas educativas las cuales pretenden atender la evolución de los distintos ámbitos
sociales; político, económico, social y cultural, generando la actualización de
contenidos, metodologías congruentes al tipo de sujetos que demanda la nación
mexicana, y no sólo en ella, en el presente, y ya hace un par de años, se busca con
gran ímpetu que sean competentes tomando como referente la globalización, es decir
aptos para la humanidad en su totalidad.
Sin embargo a lo largo de dicha experiencia hoy día se tiene claro que “Educar en y
para el siglo XX, representa un desafío mayor para los sistemas educativos nacionales
en el mundo. Si bien existen experiencias exitosas, no hay fórmulas infalibles que
conduzcan a todos, con la misma certeza, por caminos de éxito ya trazados y, cuando
los hay, no son permanentes” (SEP, 2011 p.9).
Por lo anterior, surge como objetivo fundamental
de éste documento brindar una
reflexión breve pero significativa a los agentes relacionados con el ámbito educativo,
desde autoridades, docentes, estudiantes, padres de familia o tutores, con el fin de que
valoren la capacidad de filosofar y por ende promuevan la filosofía, en lugar de una
transmisión poco significativa de teorías o verdades ya existentes, ello sin desvalorar
por supuesto los sustentos de las ciencias.
Dado la evolución acelerada, en el presente se exhorta a acciones acordes a las
incertidumbres vigentes, en pocas palabras a reflexionar sobre la importancia de la
filosofía en el quehacer educativo tomando en cuenta sus perplejidades.
¿Buscar la razón última de las cosas permite una verdadera educación humana?
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La educación desde una perspectiva filosófica
Cabe mencionar que el ver a “La educación desde una perspectiva filosófica”, nace del
interés despertado en mí gracias a la asignatura “Filosofía de la educación” impartida
en el instituto de Estudios Superiores “Federico Rangel Fuentes” facilitada
por el
profesor Jesús Héctor Rodríguez Vergara, en el segundo cuatrimestre de la maestría
en Educación.
Los elementos considerados para la elaboración de este texto, se organizan partiendo
los cuestionamientos: ¿a qué se refiere qué sólo el hombre puede ser educado?
¿qué es filosofía y cuál es su relación en la educación contemporánea?, y
¿buscar la razón última de las cosas permite una verdadera educación humana?
También con base en mi reflexión presento en las conclusiones un razonamiento de lo
que representó el estudio de la temática, las respuestas a las interrogantes centrales.
Finalmente para sustentar y respaldar las ideas que enriquecieron el contenido del
documento, se da a conocer la bibliografía consultada.
¿Buscar la razón última de las cosas permite una verdadera educación humana?
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La educación desde una perspectiva filosófica
«Todos los seres humanos
aspiran por naturaleza al conocimiento»
Aristóteles
Valorar la filosofía en un primer momento en los estudiantes suele ser una tarea
compleja, ya que, ésta los remite a relacionarla con situaciones aburridas, prácticas
tediosas, saberes antiguos, más que disfrutarla la padecen como si ésta no tuviera
ninguna función significativa en su vida.
Cuando es todo lo contrario, constantemente es ser humano por su naturaleza se ha
visto inmerso en el conocimiento a partir precisamente de la oportunidad de pesar,
cuestionarse y reflexionar para realizar alguna actividad, en un primer momento con el
objeto satisfacer sus necesidades básicas en la prehistoria.
Tal es el caso de situaciones que hoy en día la mayoría conocemos gracias a la
información que aporta la arqueología, la antropología, paleontología, entre otras
ciencias, sobre el modus vivendi de los primeros grupos humanos en el actual territorio
mexicano.
“Sus diferentes actividades cotidianas utilizando agujas de hueso,
navajas y otros instrumentos tallados en madera y piedra, así como cuerdas y redes. Se
vestían con pieles de animales, que raspaban fuertemente para quitarles la grasa y la
carne que tenían adheridas. El trabajo era colectivo y, de acuerdo con la edad y sexo, se
asignaban tareas específicas como la caza de animales o recolección. Sus viviendas
iban desde cuevas hasta refugios sencillos (techos de pieles) hojas y ramas sostenidos
por estacas de madera, las cuales usaban para dormir y protegerse de la lluvia y las
abandonaban cuando migraban a otra zona (…) Gracias a la agricultura y a la
domesticación de ciertos animales (…) que les brindaban alimento por periodos más
largos (…) desarrollaron una nueva forma de vida. (SEP, 2011.p. 22-23)
Así pues como alude Aristóteles en su cita “Todos los seres humanos aspiran por
naturaleza al conocimiento”, ¿por qué pasa esto?,
¿acaso los demás seres
pertenecientes el reino animal no aprenden de manera natural para sobrevivir? ¿son
los animales educados como el hombre? ¿qué características tiene el hombre que lo
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hace ser diferente? y como se analiza en la cita anterior, ¿van perfeccionando su forma
de vida, con una mejora continua en la prehistoria?
Un aspecto primordial que debe quedar claro es que “Nuestra humanidad biológica
necesita una confirmación posterior, algo así como un segundo nacimiento en el que
por medio de nuestro propio esfuerzo y de la relación con otros humanos se confirme
definitivamente el primero” (Savater, 1997 p. 27). Esto se refiere a que los demás seres
vivos nacen siendo lo que son, tal cual, con las características propias que los
distinguen, sin embargo, el ser humano no puede llamarse de tal forma sólo por el
hecho de nacer siéndolo, biológicamente.
Éste
necesita
lograr
la
condición
humana
desarrollando
con
voluntad
sus
potencialidades e interactuando con la humanidad, a tal proceso se le conoce como
“Neotenia” (Savater, 1997 p. 27) palabra que indica que los humanos nacemos
inmaduros por decirlo de alguna manera, llegamos al mundo demasiado indefensos a
diferencia de las crías de otros mamíferos.
Y no se dejará mentir, sencillamente un recién nacido humano no podría sobrevivir por
sí sólo, requiere ser alimentado y protegido, se vale de su expresión corporal para
comunicar sus necesidades, va creciendo lentamente, mientras que por ejemplo un
primate, pronto puede andar, buscar su propio alimento, agarrarse de su madre,
rápidamente se hace independiente.
Si se reflexiona la discrepancia es muy notable, lo interesante es que al cabo de un
tiempo el mono tenderá a repetir sus acciones, siendo incapaz de ilustrarse, solo logra
adiestrarse, en cambio el niño o niña irá multiplicando notablemente, siendo capaz de
aprender cosas nuevas a lo largo de toda su vida.
Así pues como alude Savater (1997) “el niño pasa por dos gestaciones: la primera en el
útero materno según determinismos biológicos y la segunda en la matriz social en el
que se cría”, nacemos con caracteres genéticos distintivos de la raza humana, ésta por
sí misma no garantiza la humanidad, es hasta que se interactúa con otros seres
humanos cuando se posibilita la esencia.
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Por lo anterior se dice que sólo el hombre puede ser educado, “de acuerdo con Ricardo
Nassif (1984), la palabra educación se deriva del griego "exducere" que equivale a
sacar, llevar, o conducir desde dentro hacia fuera (…) Afirma que también viene del
latín "educare" que significa criar, nutrir o alimentar” (Muñoz 2009 p.8).
Referente a ello es prudente aludir que la conceptualización de la educación ha ido
cambiando a lo largo de la historia y lo seguirá haciendo, en la medida que está
estrechamente ligada con la época, la demanda de la sociedad que no es estática, y
por ende cada vez más se va contando con un concepto de educación más amplio,
integral y completo, es por ello la importancia de la actualización persistente, y de la
capacidad de ser críticos, analíticos y reflexivos, ver a la educación desde una
perspectiva filosófica, más que de un cumulo de conceptualizaciones y verdades
absolutas.
“Es claro que los seres humanos han sido el foco del estudio científico durante más de
cien años. Esto constituye un esfuerzo en continua evolución. (…) Estos cambios
reflejan el progreso” (Papalia, 2001 p. 1) lo anterior es
indudable,
los avances
científicos han traído consigo cambios en todos los ámbitos.
En consecuente es que surge la importancia de valorar la relación entre la filosofía y la
educación, sin dominar los conceptos como tal, el ser humano desde su existencia ha
aplicado ambos. El primero de ellos dado que “En la FILOSOFIA, interesan las
respuestas porque frecuentemente acudimos a ella para buscarlas, pero son mucho
más valiosos los interrogantes. La experiencia de la FILOSOFIA, por tanto, se
transforma en un juego dialéctico de preguntas, respuestas, nuevas preguntas y
nuevas respuestas” (Noro, 2013 p. 9).
La segunda, de acuerdo a lo establecido por la ley general de Educación (1993) “es
medio fundamental para adquirir, transmitir y acrecentar la cultura; es proceso
permanente que contribuye al desarrollo del individuo y a la transformación de la
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sociedad, y es factor determinante para la adquisición de conocimientos y para formar
a mujeres y a hombres, de manera que tengan sentido de solidaridad social”.
De tal manera que si no existiese la filosofía, es decir el cuestionarse la razón última de
las cosas en el quehacer educativo, no habría una verdadera educación humana, es
decir no habría hoy en día tanta preocupación por la perplejidades de la educación,
entre ellas el debilitamiento considerable de la educación moral y cívica, así como
peligro de la acción humana para el bien común, el fin de la vida en un mundo en paz y
armonía.
Los lazos entre filosofía y educación son fuertes, ya que la capacidad filosófica ha
permitido pensar para lograr mayor conocimiento de las mejores metodologías de
enseñanza, construcción de aprendizajes, comprensión del desarrollo cognitivo, social
y afectivo del ser humano, es parte fundamental al grado que sustenta a la educación
y sus evoluciones, y ésta a su vez motiva al constante cuestionamiento.
En resumidas cuentas la filosofía permite realmente saber, la ciencia da la pauta para
conocer después de un proceso comprobable, y ambas dirigen a las técnicas más
adecuadas, es decir al hacer.
¿A qué se refiere ese “realmente saber”?, a que es diferente creerse que saberse
educado, en este sentido remitiéndonos un poco a lo analizado en clase, respecto a
esta afirmación y a las conceptualizaciones de gnoseología y epistemología, la primera
alude a las creencias míticas, que los sabios tomaban como verdades sin cuestionarse,
a diferencia de la segunda que se basa el origen de las cosas optando por lo
comprobable, haciendo la diferenciación entre sabios como seres creyentes y a los
filósofos como seres que saben realmente, asumiendo que es mejor tener
incertidumbres a verdades, que un tiempo después pueden dejar de serlo.
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Como menciona Edgar Morín (1999) en el libro Los siete saberes para la educación del
futuro, “Las ciencias nos han hecho adquirir muchas certezas, pero de la misma
manera nos han revelado, en el siglo XX, innumerables campos de incertidumbre”.
Cobrando relevancia las características del Plan de Estudios de Educación Básica
2011 que apuestan más por “enseñar a aprender” que por “dar conocimientos”, idea
que no dista de la idea de Savater (1997) que afirma que “La verdadera educación no
sólo consiste en enseñar a pensar sino también en aprender a pensar sobre lo que se
piensa y este momento reflexivo. Hasta tal punto es así que el primer objetivo de la
educación consiste en hacernos conscientes de la realidad de nuestros semejantes”.
De tal manera que en la educación contemporánea suele ser más significativo que el
educador funja como facilitador, que se haga cargo de centrar la atención en los
estudiantes, en sus procesos de aprendizaje, generando ambientes donde despierte la
curiosidad por construir el propio conocimiento, acompañado del bagaje cultural de la
humanidad pero siempre con una actitud de posibilidad de cambio o enriquecimiento de
esa verdad, tomando en cuenta que “La diferencia entre educar y adoctrinar consiste
en romper la línea de demarcación entre el saber y el creer, en educar ayudando a que
el estudiante autoestructure su conocimiento y su personalidad en contacto con la
realidad y realizando inducciones ” ( Muñoz 2009, p.14 ), dando el papel protagónico al
educando, actuando activamente en su desarrollo integral.
Tomando en cuenta el postulado que retoma Savater (1997) en su libro El valor de
Educar, específicamente en el capítulo Los contenidos de enseñanza “Lo importante
es enseñar a aprender. Según el conocido Jaime Balmes, el arte de enseñar a
aprender consiste en formar fábricas y no almacenes. Por supuesto, dichas fábricas
funcionarían en el vacio si no cuentan con provisiones almacenadas
cuales elaborar nuevos productos”
a partir de las
eso hace referencia la importancia de formar
individuos capaces de crear, valorando los conocimientos existentes para construir los
propios, lo que comúnmente
se conoce como reactivación de los conocimientos
previos, aplicación y construcción con la aplicación de una estrategia de aprendizaje,
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se podría decir que a mayor grado de contextualización de los saberes de los
educandos con el conocimientos mayor construcción significativa y formación por ende
de fabricas y no simples almacenes.
En conclusión efectivamente solo el hombre puede ser educado, por las características
que posee para aprender, entre ellas la neotenia (plasticidad, educabilidad), la
constatación de la ignorancia, es decir la capacidad de darse cuenta que ignora algo, o
que tiene un error gracias a la inteligencia, así como por los procesos educativos
implementados, ya sean formales o informales, si bien nace inmaduro a diferencia de
otra especie del reino animal, se diferencia de ellos porque puede “renacer” a lo largo
de su vida, nunca deja de aprender.
El ser humano no nace siendo humano como tal, lo es después gracias a al
aprendizaje arrojado de la convivencia con otros seres humanos, la denominada
segunda matriz social, donde va creando variadas determinaciones simbólicas,
mientras que los antropoides van desarrollando destrezas a través de una imitación
ocasional, en cambio los niños humanos son obligados por los mayores a fijarse en lo
que hay que hacer, tal como afirma Savater (1997) “Los adultos humanos reclaman la
atención de sus crías y especifican ante ellos las maneras de la humanidad, para que
las aprendan. Por medio de: Estímulos de placer o dolor (intención decididamente
pedagógica)”.
Por tanto como educadores es importante tomar conciencia del papel relevante en la
sociedad, es su misión desempeñar de la mejor manera su profesión, siempre con el
compromiso de actualización, educando pero a la vez educándose. Predicando con el
ejemplo, diseñando ambientes
donde los alumnos construyan sus propios
aprendizajes, tomando en cuenta los conocimientos empíricos, para la comprensión de
los científicos.
Es importante que se les presente los contenidos científicos pero vinculándolos con
actividades reales que les permita no almacenar, sino comprender y reflexionar el
conocimiento que ya existe en la humanidad, con la meditación de que el conocimiento
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no es estático, motivarlos a aprender a aprender, poniendo en juego la hipótesis,
inquietud, curiosidad, y experimentación, conclusión, construcción, entre otros, para
construir, más que aceptar verdades absolutas, despertar incertidumbres, más que
querer respuestas, contar con mayor cuestionamiento, lo que se conoce como enseñar
filosóficamente en la época actual.
“ENSEÑAR FILOSÓFICAMENTE es, por supuesto, buscar constantemente recursos
para poner en movimiento al alumno, sabiendo también que cada uno aprenderá a su
modo. El aprendiz es responsable de su aprendizaje; el enseñante, es responsable de su
enseñanza. El aula es lugar de tensión y de diálogo, no de propaganda. No se trata de
adoctrinar, de imponer, obligar a repetir, ni siquiera de con-vencer (si esto implica algún
tipo de violencia sobre el pensamiento del otro), sino de com-partir, de contagiar, de
hacer participar del mismo banquete común del conocimiento” (Noro 2013 p.17)
Aunado a ello es una forma de valorar
la filosofía en relación con el quehacer
educativo, ya que, la filosofía se puede llevar a cabo en edades tempranas, he incluso
a veces sin darnos cuenta la estamos llevando a cabo, cuando nos cuestionamos de
cualquier situación, y en ese momento surgen nuevos cuestionamientos que nos
permiten llegar a la verdad o explicación de las cosas, y no solo a los educandos sino
también a los educadores, con la constante búsqueda de la razón última para optar por
la metodología de enseñanza más adecuada a las características grupales y
particulares que formen seres humanos integrales, que sean capaces de desarrollar
sus potencialidades para un bien común, para la humanidad, buscar la razón última de
las cosas permite una verdadera educación humana.
En consecuente que al filosofar (buscar la razón última de las cosas o hechos) ha
permitido a las personas y si la desarrollamos puede permitir vivir en armonía, con paz
y tranquilidad entre otros, pues, sin lugar a dudas el reflexionar antes de actuar o decir
evita conflictos sociales.
Podemos en síntesis filosofar antes del hecho y posterior a él y con ello se tendrán
acciones más humanas, al ser más analíticos podemos encontrar en lado positivo que
existe en todas las cosas y situaciones de nuestra vida.
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Una persona con capacidad filosófica se dará cuenta, de que en ocasiones será más
prudente no escuchar comentarios que no le dejan nada productivo, que todo en la vida
tiene una razón de ser, hasta las tristezas, decepciones, malas compañías, el llanto, te
evocan a un aprendizaje, ya sea a ser más fuertes, a buscar soluciones, a valorar no
ser como esos malos ejemplos, a expresar emociones.
En el quehacer educativo, a darte cuenta de que trabajas con sujetos y no con objetos,
a la existencia constante de evolución, a que es relevante contextualizar, emplear una
metodología tomando en cuenta la edad, desarrollo cognitivo, social y afectivo entre
otros. En síntesis la única manera de desarrollar y entender la filosofía es precisamente
involucrándola en nuestra vida habitual.
“La única forma de entender la FILOSOFIA es encontrarse con ella en temas que nos
involucren. Ningún saber es tal si definitivamente no se convierte en parte de nuestras
vidas (...) La mejor manera de acceder a la filosofía es convertirla en parte de nuestra
vida, en ingrediente de nuestras tareas, en condimento imprescindible de nuestras
decisiones. No se puede aprender filosofía si no se la experimenta: nadie sabe lo que es
la riqueza si no se da el gusto de vivir como un rico, a quien los recursos no le pesan,
porque tiene demasiado. (Noro, 2013, pp. 8-9)
Por todo lo anterior buscar la razón última de las cosas permite una verdadera
educación humana, así como una primordial acción por el bien común en la vida.
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BIBLIOGRAFÍA
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Noro (2013) Curso de filosofía y educación para la formación y el ejercicio
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