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Islam 632­750:​ Los califas ortodoxos o perfectos y la dinastía Omeya. Luego de la muerte de Mahoma, en el año 632, se abre un nuevo periodo hasta el 660 cuando Alí es asesinado. Durante estos 30 años el Islam estuvo dirigido por los califas perfectos u ortodoxos, ya que los cuatro que le siguieron a la muerte de Mahoma poseían vinculaciones parentales con el Profeta. El primero es Abu Bakr​, miembro de la tribu de Quraysh​, acompañó al exilio (​hégira​) en ​Medina​ a Mahoma. Al estar casado con la hija de Mahoma, ​Aisha​, era su suegro. Durante su gobierno, se realizó la primera compilación del Corán​, que hasta entonces solo se recitaba de memoria. Abu Bakr murió el ​23 de agosto del ​634​ en Medina. Poco antes de su muerte nombró sucesor a ​Umar ibn al­Jatta​b. ​Quien era además suegro de Mahoma, ya que éste se casó con su hija ​Hafsa​. Una vez elegido califa, Umar luchó contra el ​Imperio bizantino​ y contra el ​Imperio Sasánida​ de ​Persia​. Se lanzó a la conquista del ​Mediterráneo​ oriental, dando inicio a un proceso que se seguirá extendiendo. Es importante en este sentido hacer referencia a una de las buenas costumbres escritas en la Sunna, libro que englomera enseñanzas de Mahoma, donde “el esfuerzo” militar contra los paganos y los que desconocen al Dios verdadero, Alá, cobra una gran importancia. En todos los territorios conquistados mantuvo las estructuras administrativas existentes y no intentó acabar con las creencias religiosas de sus habitantes, entre otras cosas porque puso a los no musulmanes bajo el estatuto de “​
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dhimmíes o "protegidos", lo que les obligaba a pagar un impuesto específico que proporciona importantes ingresos al Estado islámico. Sus tropas eran mantenidas en un cierto aislamiento de la población en los lugares conquistados y las pagaba con el botín obtenido. Murió asesinado el 4 de noviembre de 644 en la ​mezquita​ de ​Medina​. ​A Umar le siguió Uthman quien ​gobernó entre los años ​644​ y ​656​, quien bajo su mandato ordenó el establecimiento de una versión única del libro de la Revelación (el Corán), donde pretende censurar los malos dichos en el mismo hacia su clan, y termina siendo asesinado. El gobernador de Siria Muawiya acusa de dicho asesinato a Alí, quien sería el nuevo califa. Para ese momento lo esencial del imperio islámico, lo que actualmente es Egipto, Siria, Iraq e Irán ya habían sido conquistadas para el 656, momento en que explota el conflicto entre los herederos de Alí y de Uthman. A partir de entonces el Islam se ve fragmentado: el primer lugar los partidarios del yerno de Mahoma, es decir, de Alí, los jaridjies que defendían principalmente la idea de que el califa debía ser necesariamente un pariente del Profeta, ya que de esa forma resultaba legítimo para llevar la palabra de Alá. Ya que el propio título de califa significa “sucesor o lugarteniente del Enviado de Dios”. Y por otro lado, un grupo a favor de Muawiya, quienes tienen como fundamental base el expansionismo militar. Este caos social se ve agravado por el descontento de los habitantes de las tierras colonizadas por los musulmanes, es importante esclarecer que ya para el 637 los musulmanes habían entrado al Imperio Persa en la batalla de Qadisiya hasta Jurasán donde fue asesinado el último rey sasánida. Ya tienen incorporados los territorios de Egipto, Siria, Palestina, y amenazaron parte de Asia Menor y Chipre. Incluso Jerusalén pasó a manos de los mismos, y se convirtió también para el Islam en una ciudad santa. Por lo que 20 años después de la muerte de Mahoma los musulmanes habían acabado con el Imperio Persa y habían reducido a un tercio el Imperio Bizantino. Estas conquistas fueron hechas con una gran velocidad, y los motivos de la misma pueden ser varios, en primer lugar el debilitamiento de ambos imperios, que pudieron llegar incluso a cierta colaboración de algunas provincias con respecto a los conquistadores, y además la búsqueda de acceso a tierras más fértiles. Por otra parte, los musulmanes, al inicio, no se mostraron hostiles con “los hombre de libro”, es decir, judíos y cristianos. Donde se les respetaba cierto grado de autonomía. El control de dicho territorio conquistado se confiaba a un grupo de guerreros árabes que se establecen en el ansar, un especie de acuartelamiento que acabarían siendo el germen de las ciudades. En este sentido es importante mencionar el esquema de organización que presentan las ciudades árabes, estos grandes campos militares luego se transformaron en centros administrativos, intelectuales, artísticos. Resultan a la vista espontáneas y desorganizadas, ya que su organización difiere mucho del esquema romano. La ciudad se organizaba en barrios en torno a la mezquita, totalmente individualizados que estaban cerrados a veces por murallas, los particularismos étnicos, los lazos familiares, agudizaron la división de la ciudad en pequeñas células. Los mercaderes y los artesanos se agrupaban en el bazar, un extenso barrio de negocios donde los pequeños comercios se alineaban en los callejones. Los artesanos formaban asociaciones especializadas bajo la dirección de un maestro. El muhtasib era un importante personaje destinado a asegurarse de que las reglas del islam fueran cumplidas, vigilando los mercados y centros de trabajo, fijando precios, pesos, medidas. Con respecto a la imposición de impuestos territoriales, éstos no afectan a los musulmanes que sólo tenían la limosna voluntaria, sino a la población conquistada lo que puede haber sido un factor relevante en la conversión a la nueva fe. Para facilitar esta conversión, las personas pasaban a ser mawali, maulas o clientes de cualquiera tribu árabe. Lo que también desata conflictos, entre los musulmanes y los maulas por la diferenciación tributaria y fundamentalmente entre musulmanes, con respecto al poder del califa y el contenido del Corán. Entonces, retomando lo anterior, en medio de este caos es cuando Muawiya, asesinó a Alí y se hace con el poder. Dando inicio a la dinastía omeya. Los omeyas establecieron en el califato un régimen social y político que algunos historiadores denominan “monarquía árabe”, ya que centralizan la administración, cambian la capital de Medina a Damasco e intentan una mayor unidad convirtiendo a la lengua árabe como la común y acuñando una moneda propia. La base financiera de este régimen se seguía sustentando en el recaudo de impuestos, e incluso se fijan dos impuestos claves. En primer lugar la djizya, el cual era pagado por los dhimmiés por la protección. Y el segundo impuesto era territorial, el jaradj, teniendo como base la superficie de la tierra. El problema se presentó en el momento en el cual los dhimmies comenzaron a convertirse al Islam, y por ello mismo dejaban de pagar dicho impuesto, lo cual comenzó a debilitar a la dinastía omeya. Si hay algo que caracteriza al periodo omeya son sus lejanas expediciones alcanzando ir incluso más al este, pasando Jorsán, conquistando hacia el occidente los territorios del norte de África y llegando a la Península Ibérica donde ya en el año 711, los visigodos quienes estaban ubicados previamente en la península ibérica estaban siendo claramente derrotados, pero su resistencia duró, hasta el 716 los jefes musulmanes tuvieron que organizar grandes campañas militares, y siguieron expandiéndose por este hacia el norte, hasta la zona de los Pirineos donde se da la famosa batalla de Pointers en el 732 en la cual el franco Carlos Martel detiene el avance musulmán. Cuando las grandes expansiones comenzaron a apaciguarse, varias críticas a los omeyas suscitaron, las más frecuentes se referían a la vida de lujo que poseían estos califas, teniendo acceso a objetos como los tejidos de lino, tapices persas, perfumes, todos suntuosos que también mercantilizan y aseguran no sólo a los gobernantes sino a los mercaderes el acceso a monedas de cambio que llegaban de Occidente. Dos grandes movimientos religiosos se encargaron de manifestar ese descontento, el primero fue el de los jarachíes, los cuales se declaran como totales anti­omeyas y buscaban recuperar el antiguo pacto tribal preislámico como forma de organización política. El otro movimiento fue el sií, el cual reivindicaba los derechos de Alí y de sus sucesores como los legítimos, ya que para los siies el jefe del Islam debía pertenecer a la familia del Profeta, la única elegida por Alá. Para el 747 estalla la lucha contra los Omeyas, donde sólo Abd­al­Rahman consigue refugiarse en el Al­Ándalus. Varios autores árabes la categorizan como la más privilegiada de todo es Islam. La cual desde el 719 contaba con la instalación de un gobernador omeya se había instalado en Córdoba, transformándola en una gran metrópoli que en la época de Abderramán III, siglo X, deslumbraba a los viajeros. El triunfo de los sublevados, desemboca en que en el 750 se le da inicio a una nueva dinastía, la de los abasíes. Bibliografía ●
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Heers, J.; “Historia de la Edad Media”; Editorial Crítica; Barcelona; 1995 Fossier, R.; “La Edad Media” Tomo I y II García de Cortázar, J.A.; “Manual de Historia Medieval” Paula Fabra, 2do C.