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Nazismo, relación con el poder económico e impacto en la
estructura social, según Ian Kershaw
¿La política subordina, condiciona y determina a la economía y sus fuerzas
dominantes en la economía nazi o son éstas quienes imponen sus intereses y
objetivos por encima de los principios ideológicos y políticos?. Kershaw sostiene la
dificultad de separar rígidamente “los objetivos e intereses estrechamente
entrelazados de la dirigencia nazi y el capital alemán ... ya que ambos se afectaron,
influyeron y condicionaron mutuamente. Establecer la primacía de uno sobre otro
constituye una simplificación extrema de una interrelación por demás compleja”1.
El argumento del autor2 se basa en desentrañar y entender el carácter policrático
del cártel de poder en el 3º Reich, entendido éste como un pacto de “intereses
mutuos” conformado inicialmente (1933) por los grandes intereses, el bloque nazi
y el ejército, y luego completado (1936) por la guardia personal de Hitler (grupo
SS) y el Servicio de Seguridad (Grupo SD)3. Puede decirse que dentro de este
contexto el diferente protagonismo y poder de decisión que ostentarán cada uno
de los integrantes de esta alianza no escrita en la Alemania nazi será el que
determinará la relación de la política con la economía. Siguiendo al autor,
coincidimos en la lenta pero progresiva e inevitable preeminencia de la política y la
ideología nazi por sobre el resto. No obstante podemos sostener que:
1. El pacto del poder político con la elite económica (industrial militar) se extendió
desde 1932/3 hasta la parte final del Tercer Reich, siendo el rearme masivo un
elemento en el que confluyeron los intereses de los integrantes del cártel.
1
Kershaw, Ian. La dictadura Nazi. Política y Economía en el estado nazi. Siglo XXI editores. Buenos
Aires. 2004.
2
Este planteo fue formulado también por F Neumann y desarrollado por P Hütemeberg.
3
El ingreso al cártel de estos dos sectores marca un debilitamiento de las posiciones relativas del
grupo de los grandes intereses y del ejército.
2. Las coincidencias entre los intereses económicos y políticos se profundizaron
mediante decisiones políticas nazis relacionadas con el estímulo a la creación de
trabajo, el reordenamiento de las relaciones industriales, la libertad otorgada a la
industria y el aplastamiento de la izquierda.
3. Hacia 1934, un sector de los grandes intereses, obtiene un mejor
posicionamiento colocando a uno de sus hombres (el banquero Hjalmar Schacht)
como ministro de Economía. La no pertenencia de Schacht al poderoso grupo
industrial que impulsaba las políticas autárquicas, abre paso a una crisis que habría
de resolverse con el impulso de la política de rearme anunciada a través del Plan
Cuatrienal. Esto marca el encumbramiento del gigante de la industria química IGFarben.
La irrupción del Plan Cuatrienal (y el exitoso manejo de la crisis de 1936) establece
una división entre la influencia de la industria y marca el avance hacia una definida
preeminencia de lo ideológico y lo político.
4. El expansionismo como alternativa (impulsado fuertemente por Karl Krauch de
IG-Farben) frente al oscuro panorama económico fue, entre otras cosas, funcional
al crecimiento de las empresas alemanas. Esta política propició enormes ganancias
a las empresas “arianizadas” en Austria, Checoslovaquia y en menor medida
Polonia (que fue, sin embargo, explotada despiadadamente).
5. Durante la guerra (avalada por las fuerzas económicas) la industria alemana
siguió involucrada intrínsecamente en las decisiones políticas de la barbarie nazi.
No obstante, se llevaron adelante decisiones políticas de magnitud con repercusión
y objetivos económicos (Vg. Invasión a la Unión Soviética en 1941- cuestión
granos y petróleo-) que no necesariamente respondían a los grandes intereses
industriales alemanes y sí se fundaban en una rara mezcla de alienación y
geopolítica (N de la R).
6. Los grandes intereses fueron indiferentes al odio racial (salvo cuando se
afectaran sus intereses por las presiones internacionales) y apoyaron la
“arianización” de las empresas judías (1937/1938).
El exterminio judío (aún cuando fuera una política a contramano de ciertos
principios de racionalidad económica, por decirlo de alguna manera) contó con la
colaboración en general de todos los sectores del Cártel de poder y en particular
de la industria alemana, que estuvo ausente de las ámbitos de resistencia al
régimen (hay que recordar que sectores del Ejército sí lo hicieron) y participó
directa y activamente de la masacre, saqueo y explotación de los territorios
ocupados hasta la última fase de la guerra.
7. Las ganancias de la empresas y los sectores financieros vinculados a la
producción de armas fue extraordinaria hasta el agotamiento de la bestialidad
nazi.
Kershaw concluye su análisis sosteniendo que la política de rearme dio a los
representantes de esa industria un notable poder de negociación que fue usado en
su provecho a lo largo y ancho del 3º Reich. Aún así, aclara que debe distinguirse
entre lo que es el inicio, la explotación y la ejecución de una política. Esta última
fue inexorablemente inclinándose hacia el bloque nazi dentro del cártel de poder.
Las especulaciones sobre un “capitalismo en un victorioso orden nazi” las
considera innecesarias de cara a entender lo incompatible de la dinámica
destructiva nazi con cualquier tipo de sistema económico.
B) Mas allá de las complejidades para comprender el impacto que el nazismo
produjo en la estructura social de Alemania, Ian Kershaw afirma claramente que si
bien el nazismo no produjo una ”revolución social” (ni de
una “realidad social objetiva” como tampoco de una “realidad social
interpretada”) en Alemania, la resultante de posguerra constituyó una sociedad
muy diferente a la que la antecedió.
A Hitler no le interesaban las estructuras sociales en tanto no alteraran sus
intereses, en lo que sí el nazismo se mostró insaciable fue en su intención de
modificar la conciencia subjetiva mas que modificar las realidades objetivas. La
falta de valores, actitud y mentalidad del pueblo alemán constituían el diagnóstico
nazi del problema4. La persecución de una verdadera revolución psicológica que
“desclasara” en sus distintos niveles a la sociedad para conformar una “masiva y
enaltecida conciencia nacional” -que preparase al pueblo para el escenario de la
guerra- aparecía como un objetivo. Moldear al pueblo a imagen y semejanza de un
ejército sin mas. Demás está decir que esta política no constituía ningún intento de
cambio en la estructura social: era sólo propaganda.
En opinión del autor las ideas de un cambio social aparecen negativas (la
destrucción de las organizaciones obreras, la discriminación y el odio racial) e
ilusorias a corto o mediano alcance. Un panorama general nos muestra que las
elites vieron inalterable su posición social hasta la última fase de la guerra y se
mezclaron con las nuevas elites políticas con las que coexistieron sin
inconvenientes mayores y la educación siguió estando en manos de las clases
media y alta. La clase obrera, en cambio, fue desempleada masivamente,
explotada brutalmente por los empleadores apoyados por las fuerzas represivas y
su nivel de vida fue reducido en los primeros años del 3º Reich. En la clase obrera
industrial, la propaganda nazi en búsqueda de reemplazar la conciencia de clase
por la conciencia nacional, produjo escaso efecto. De igual forma operó
inútilmente el intento por desmantelar las lealtades tradicionales de las iglesias
cristianas. Los cambios que se produjeron en la clase media fueron producto de la
recuperación industrial.
Siguiendo al autor podemos concluir que las continuidades en las estructuras
sociales superaron a las políticas de cambio que, lejos de ser revolucionarias,
constituyeron hasta el proceso de desarticulación total de la fase final y la era de la
inmediata posguerra, el reflejo de una economía capitalista con un alto grado de
4
La realidad social interpretada, al decir de Schoembaun.
intervención estatal. El nazismo emergió de un estado industrial avanzado y la
función objetiva inicial del régimen fue restablecer el orden socioeconómico y
apoyar a la amenazada elite gobernante aplastando para ello y sin miramientos al
movimiento obrero. Así, el nazismo en el poder, apoyó la mas despiadada
explotación en una sociedad industrial de clase. El punto clave en la cuestión de la
influencia del impacto social del nazismo sobre el cambio social está vinculado con
la esencia misma destructiva del sistema. Como bien sostiene Kershaw, dicha
dinámica “derribó los pilares del viejo orden social en su propio fin violento y
preparó el camino para una drásticamente corregida forma de estado capitalista
en Occidente y una genuina revolución social en Oriente”
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