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EL PAÍS, martes 24 de mayo de 2005
SOCIEDAD
33
JAMES WATSON / Codescubridor de la doble hélice de ADN
Una mañana de sábado de 1953, mientras barajaba en su laboratorio de Cambridge unas cartulinas con las cuatro letras
del ADN (A, C, G, T), el joven Jim Watson halló la clave de la doble hélice, el secreto de la vida, probablemente el
mayor descubrimiento de la biología del siglo XX. Watson, que se ha mantenido como uno de los científicos más
influyentes del planeta, recibe hoy en Barcelona su primer doctorado honoris causa por una universidad española.
“Lo que piensa la Iglesia católica sobre la
clonación sólo puede retrasar la medicina”
JAVIER SAMPEDRO, Barcelona
Sólo había venido una vez a España —a Valencia, hace 14
años—, y ayer parecía sinceramente arrepentido de no haber
visitado
antes
Barcelona
—“¡Tanto arte en una sola ciudad!”—, pero James Watson
(Chicago, 1928), uno de los científicos más influyentes del siglo
XX, recibirá hoy su primer doctorado honoris causa por una
universidad española, la Autónoma de Barcelona. Su padrino,
el catedrático de Cardiología
Antoni Bayés de Luna, es consciente de que el premio es más
para la universidad que para
Watson, pero asegura que no ha
sido una pieza especialmente difícil. Más vale tarde que nunca.
En 1953, cuando sólo tenía
25 años, Watson descubrió junto al científico británico Francis
Crick la doble hélice del ADN,
el secreto de la vida. De aquel
hallazgo esencial viene directamente el proyecto genoma, del
que Watson fue el principal impulsor, y el primer director hasta 1992. Lleva casi cuarenta
años al frente de uno de los mejores laboratorios de biología
del mundo, el Cold Spring Harbor de Nueva York.
En 1962 recibió el premio Nobel de Medicina y en 1968 publicó La doble hélice, un clásico de
la divulgación científica. Su último libro, ADN, demostró hace
un par de años que su estilo directo, agudo y transparente sigue en muy buena forma. Habla
con lentitud, y se interrumpe a
menudo para buscar un ejemplo, o afilar un argumento al ritmo de su respiración agitada.
Pregunta. ¿Cómo evalúa el experimento de clonación terapéutica que los científicos coreanos
presentaron la semana pasada?
Respuesta.
Simplemente
muestra que la clonación terapéutica es posible, de modo que
deberíamos seguir adelante y
ver hasta dónde podemos llegar.
Por supuesto que el experimento
no es perfecto. Por ejemplo, los
genes mitocondriales [que están
fuera del núcleo, y por tanto no
pertenecen al paciente, sino a la
donante del óvulo] están ahí, y
las células no son por tanto un
clon perfecto del paciente. Otro
ejemplo: para que funcione es
preciso usar óvulos de una mujer joven, y esto plantea un problema ético, porque la mujer podría preferir usarlos para tener
niños. Pero no son obstáculos
insalvables, y es muy bueno saber que éste no era un paso tan
difícil después de todo.
P. ¿Qué pasará en su país, Estados Unidos, si el Gobierno sigue sin aprobar fondos federales
para la investigación con embriones y células madre?
R. Bueno, la partida presupuestaria aprobada en California [3.000 millones de dólares
para los próximos diez años] es
ticos, yo debo saberlos también.
R. Bueno, antes de hacerte
una póliza, podrían preguntarte: “¿Conoce usted su genoma?”. Si tú mientes y dices que
no, podrán demandarte o penalizarte cuando se den cuenta del
engaño. No sé, probablemente
la gente deberá facilitar su información genómica a las aseguradoras.
P. Todo el mundo acepta la
selección genética de embriones
para evitarle una enfermedad al
propio embrión. España acaba
de aprobar hacerlo para que el
embrión sea compatible con un
hermano enfermo y pueda salvarle. ¿Dónde hay que poner la
línea?
“La decisión sobre
qué genes evitarles
a los hijos debe ser
de cada familia”
“Probablemente la
gente deberá facilitar su
información genómica
a las aseguradoras”
James Watson, ayer en Barcelona. / MARCELÍ. SÁENZ
probablemente suficiente para
hacer los experimentos necesarios. El Reino Unido, por su lado, va un par de años por detrás
de los coreanos, en parte porque, de momento, no tienen a
casi nadie trabajando en ello, y
en parte porque no quieren ofender a ciertos sectores. Es una línea de investigación polémica, y
debemos proceder lentamente,
pero sería una estupidez renunciar a ello. Tengo la impresión
de que los chinos también están
en ello. Podría ser un campo
científico dominado por el lejano Oriente.
P. ¿Podría ocurrir?
R. Sí. Es muy duro renunciar
a algo que puede hacer un bien
con el argumento de que podría
usarse mal. Lo que la Iglesia católica piensa sobre la clonación
puede ser un completo error, y
lo único que pueden conseguir
es retrasar la medicina en Europa y los Estados Unidos. No sabemos si funcionará, pero nuestra obligación es intentarlo.
P. ¿Es necesario que la información genética sea confidencial?
R. Una compañía de New
Heaven que secuencia genes
muy rápido me ha pedido una
muestra de mi ADN para descifrarla. Me dijeron que les llevaría un año y costaría un millón
de dólares. Les respondí en broma: “Háganme todo el genoma
excepto el gen de la apolipoproteína E”.
P. ¿Y eso?
R. Es que ese gen predice la
propensión al Alzheimer, y no
quiero saberla.
P. ¿No quiere saberla?
R. No, no quiero saberlo. Así
puedo pensar lo que me dé la
gana. Y que me digan cuáles son
mis talentos potenciales ahora
que tengo 77 años, pues la verdad... En general, tú quieres saber todos los datos que pueden
mejorar su vida, pero no aquéllos sobre los que no puedes hacer nada, aparte de cogerte una
depresión.
P. Pero las aseguradoras dicen: si usted sabe sus datos gené-
R. No debe haber línea. La
decisión debe ser de los padres,
y cada padre tiene una línea diferente. Por ejemplo, yo no veo
qué problema hay con seleccionar el sexo si una mujer que ya
tiene tres hijos varones quiere
una hija.
P. ¿Hay riesgo de que vuelva
la eugenesia?
R. Creo que la eugenesia está
condenada a volver en un sentido: que todo el mundo quiere
tener hijos lo más saludables
que sea posible.
P. ¿Y que sean más inteligentes?
R. Pues eso también me parece una buena cosa.
P. ¿Que no tengan propensión a las adicciones, o a la depresión?
R. Es difícil encontrar un
buen argumento general contra
la idea de hacer seres humanos
mejores. Por supuesto, ahora
mismo tenemos uno muy bueno:
que no sabemos cómo hacerlo.
Todo lo que podemos hacer ahora es evitar que nazcan niños
con enfermedades horribles. Tal
vez, dirá usted, si evitamos los
genes de predisposición al trastorno bipolar nos quedaremos
sin genios creativos. Puede ser
un argumento. Pero toda familia en que se dan casos sabe que
el trastorno bipolar es una enfermedad terrible. No creo que el
Gobierno español o el estadounidense puedan decidir lo que
es bueno para la familia española, o para la estadounidense. Es
una decisión de cada familia.