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Guión litúrgico para la eucaristía del segundo domingo
de mes cuya colecta se destina a la Cáritas Parroquial
8 de SEPTIEMBRE de 2013
(Material para que los miembros de cada Cáritas Parroquial puedan animar la
Eucaristía dominical, con el fin de sensibilizar e implicar a la comunidad en el
compromiso sociocaritativo.)
Ambientación
En el interior de la Iglesia, ante el ambón o el altar, se colocará un cartel que diga:
Monición de entrada
Bienvenidos a esta celebración que hoy animamos desde Cáritas. Queremos
ser discípulos de Jesús, crecer sin cesar en nuestro camino de seguimiento.
Por eso venimos hoy a esta Eucaristía para entregar al Señor de la Vida lo que
tenemos, lo que somos, lo que vivimos, para que en sus manos se multiplique y
nos haga ser, en medio del mundo, fermento del Reino. Sin nuestra pequeña
aportación… el Reino que Jesús vino a despertar no será posible. Abramos los
oídos y el corazón a lo que hoy, el Señor de la Vida, quiere decirnos a cada
uno de nosotros en esta Eucaristía.
PALABRA DE DIOS
Monición a las lecturas (Sab 9,13-18 / Flm 9b-10.12-17 / Lc 14,25-33)
Escuchemos con atención la Palabra de Dios que se nos va a proclamar, y
apliquémosla a la realidad personal que cada uno de nosotros está viviendo. La
primera lectura nos dirá de qué tenemos que llenarnos para que podamos
descubrir la voluntad de Dios sobre nosotros.
En la segunda lectura, Pablo rompe la relación de esclavitud que había en
aquella época, y pide que sea la relación fraterna, de igual a igual, la que
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caracterice las relaciones humanas. Con la llegada de Jesús ya no hay
superiores ni inferiores, se acabaron las relaciones de dominio, poder y
sometimiento.
En el evangelio, Jesús nos va a advertir de que seguirle a él, ser su discípulo,
implica trabajo personal, compromiso, esfuerzo, entrenamiento, dedicación,
sacrificio, estilo de vida concreto, nada de pasividad o acomodamiento.
¿Queremos ser discípulos de verdad?
PETICIONES
1. Señor de la Vida, te pedimos por todos los que estamos celebrando esta
eucaristía. Ayúdanos a seguir creciendo en nuestra fe, a ser discípulos
tuyos de verdad, y fruto de ello seamos mejores instrumentos en tus
manos para acompañar, aliviar y sanar las pobrezas que veamos a
nuestro alrededor. Roguemos al Señor.
2. Señor de la Vida, te pedimos por todos los que sufren, por los que se
sienten abatidos, por los parados, por los que no encuentran salida a
sus problemas, por los que viven en la desesperanza. Tú estás con
ellos. Ayúdanos a ser tus instrumentos para dar vida y esperanza.
Roguemos al Señor.
3. Señor de la Vida, te pedimos por los pastores de la Iglesia. Que tu
Espíritu les fortalezca e ilumine para ser tus profetas de Esperanza y
compromiso con los excluidos de hoy, para así ser testigos del
Evangelio. Roguemos al Señor.
4. Señor de la Vida, te pedimos por los gobernantes de este mundo. En
sus manos está el hacer posible que acabe la pobreza y el hambre. Haz
que escuchen el clamor de la ciudadanía para erradicar la pobreza y el
hambre. Roguemos al Señor.
ORACIÓN PARA DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Ayúdanos a cambiar, Señor,
para mirar las cosas, el mundo, la vida
con tu mirada y desde tus ojos.
Sana nuestras cegueras que nos impiden ver
el dolor y el sufrimiento de los que caminan al lado,
de los que viven en nuestro mundo, bajo nuestro mismo sol.
Sacude nuestro corazón para que aprendamos a ver
con los ojos llenos de Evangelio y Esperanza de Reino.
Corre ya el velo de nuestros ojos
para que, viendo,
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podamos conmovernos por los otros,
y movernos desde lo profundo del corazón,
para acudir a dar una mano,
y la vida toda,
a los que están caídos en las cunetas de los caminos,
a los leprosos de hoy en día,
a los que esta sociedad injusta
ha tirado a un costado porque no cuentan,
o no interesan,
o no son rentables a las leyes del mercado.
Ayúdanos Señor
a ver,
y a cambiar…
a verte
y actuar…
a utilizar esa mirada maravillosa
que nos dejaste para mirar el mundo, la realidad, la vida:
la mirada del Evangelio,
para ver con tus ojos de Dios,
para sentir con tu corazón compasivo,
para actuar llevados por la fuerza
y el fuego comprometido de tu Espíritu,
para hacer posible, ya aquí en la tierra,
el mundo nuevo que esperamos,
el Reino de los cielos.
Así sea.
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