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DIDÁCTICA DE LA ÉTICA EN FRANCISCO LARROYO
Resumen
“Nada más actual que un buen clásico”
Francisco Larroyo vivió una época en que la pedagogía como disciplina
independiente, vinculada con las ciencias, se encontraba en ciernes. A él
mismo le tocó desempeñar un papel destacado en su consolidación como
ciencia de la educación. Entre otras aportaciones, tuvo la virtud de vincular la
pedagogía con la filosofía; como defensor del neokantismo, siempre consideró
la ética como tema clave de toda formación educativa. Defendió en todo
momento la naturaleza social de la ética y su manifestación en todos los
campos de la cultura. Larroyo sustenta una particular filosofía basada en los
valores: “La filosofía de la cultura no puede ser sino una filosofía de los
valores”. Dentro de su obra escrita, como “Los principios de la ética social”, “La
filosofía de los valores” y otras, se encuentran varias propuestas didácticas
para la enseñanza de la ética, tanto para el nivel técnico como para la
educación media superior y superior. En este documento se expone su
pensamiento ético, específicamente sus conceptos de valor, bien y virtud, y su
nexo con la cultura; también se explica su propuesta didáctica para desarrollar
personas con sentido ético. La novedad de su propuesta se haya en que a
diferencia de otras éticas la suya gira en torno del concepto “Valor”.
Palabras clave: Didáctica de la ética, Valores, Ética profesional.
LÍNEA DE INVESTIGACIÓN: Valores y ética profesionales.
Salvador Ceja Oseguera
Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla
Correo: [email protected]
DIDÁCTICA DE LA ÉTICA EN FRANCISCO LARROYO
Salvador Ceja Oseguera
Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla
Correo: [email protected]
En este documento se expone el pensamiento ético de Francisco Larroyo,
específicamente sus conceptos de valor, bien y virtud, y su relación con la
cultura, pero de manera especial se describe su propuesta didáctica para la
enseñanza de la ética. La novedad de su propuesta se haya en que a
diferencia de otras éticas, la de él gira en torno del concepto “valor”, entendido
este como “un concepto de relación, es decir, una manera de enlazar los
objetos de medio a fin.“ ((Larroyo, 1971, p. 130).
En 1936 Francisco Larroyo publicó la primera edición de “Los principios de la
ética social”. Con el paso de los años este libro llegó a alcanzar las catorce
ediciones, en cada una de las cuales su autor procuró mantenerlo actualizado,
por lo que el texto pasó, de 172 páginas de la primera edición, a 352 en la 14ª
en 1971, por referirnos sólo a la extensión. La actualización en cada una de las
ediciones de sus obras fue una constante en él. Otros libros que publicó
enfocados directamente a la ética fueron La filosofía de los valores (1936), que
fue su tesis de maestría en filosofía y Lecciones de lógica y ética (1957),
dirigido de manera especial a la educación media y a escuelas comerciales y
técnicas.
Larroyo propuso una nueva forma de enseñar la ética, tanto en su contenido
como en su didáctica. En cuanto a su contenido, aborda el estudio de la
filosofía moral de manera sistemática, por problemas concretos, más que como
una exposición histórica de las doctrinas morales, como tradicionalmente se
venía haciendo. En cuanto a su didáctica, ofreció algunas propuestas basadas
en los modelos activos, para facilitar la adquisición de esta ciencia.
Cultura
La cultura es el objeto de la filosofía. Por cultura tradicionalmente se ha
entendido el cultivo de las aptitudes humanas o el perfeccionamiento del
espíritu humano. Por cultura podemos entender el conjunto de bienes que se
han desarrollado a lo largo de la historia.
El concepto de cultura abarca tanto la obra realizada (cultura objetiva), como
el proceso interior del hombre (cultura subjetiva). “El hombre se cultiva
asimilándose los bienes que forman la cultura objetiva (ciencia, arte, moral,
religión, lenguaje, derecho).” (Larroyo, 1973, p. 36). Lo que motiva al hombre a
querer cultivarse son ciertas cualidades que ennoblecen, dignifican y hacen
preferible alguna formación cultural, las cuales reciben el nombre de valores.
Con este elemento agregado, tenemos que la cultura puede concebirse como
aquello en que residen y se realizan valores. Ejemplos de estos valores son: la
verdad, la justicia, la santidad, la belleza, la bondad. La verdad se realiza en la
ciencia, la santidad en la religión, la belleza en el arte, la bondad en la moral…
Los valores se concretizan en bienes culturales. Mientras los valores son
universales, los bienes culturales no, pues cambian dependiendo de la época y
del lugar.
Para Larroyo (1971, p.35): “…en última instancia, la palabra cultura se aplica a
aquello que tiene valor, a lo que es portador de valor, a lo que se ofrece dotado
de un carácter valioso.”
Filosofía moral
El punto de partida de la ética es la sociedad. Para él resulta evidente que el
hombre individual, ajeno a lo social, no existe: “El hombre aislado (…) es pura
abstracción”. “La comunidad de intereses sociales es lo que hace del individuo
un hombre.” (Larroyo, 1971, p. 25).
Es en la sociedad donde el hombre desarrolla una cierta manera de conocer,
sentir y actuar en la vida, lo que da origen a una determinada concepción del
mundo y de la vida que poseen todos; algunos se centran en la Verdad, otros
en la Belleza, en la Utilidad Económica algunos, en la Justicia otros, y en la
Felicidad, el Placer o la Santidad unos más. Cuando estos valores sustentan
una corriente filosófica dan origen al intelectualismo, al utilitarismo, al
esteticismo, el eudemonismo, el hedonismo, etc. También se puede caer en
eticismo, es decir, aquella postura que señala a lo bueno como lo preferible en
la vida.
La ética para él es una ciencia, la ciencia que estudia la moralidad. Como
ciencia posee un conjunto de verdades fundamentadas, demostrables,
sistematizadas. La ética tiene una doble función: por una parte es una ciencia
normativa y por la otra es una disciplina axiológica. Desde el punto de vista
normativo ofrece reglas de conducta, es decir se enfoca al deber ser. Este
deber ser puede darse gracias a que el hombre tiene una capacidad para darse
cuenta del deber, de la necesidad de someterse a normas o reglas; esta
capacidad recibe el nombre de conciencia normativa. Cabe recalcar que estas
normas son creadas en la sociedad, por lo que la conciencia normativa se
convierte en conciencia social normativa. En la perspectiva axiológica, la ética
es una disciplina que interpreta la conciencia normativa desde la idea de valor.
La conciencia consiste en “darse cuenta” del proceso cultural. Se parte de los
hechos para descubrir cuáles son las leyes de la conciencia o “maneras de ser
de la conciencia que determinan las distintas clases de fenómenos
culturales.”(Larroyo, 1971, p. 74) Al ser leyes, lo que se busca es conocer las
relaciones constantes que nos sirven para darle el mismo nombre a
determinado fenómeno cultural, independientemente del lugar y la época en
que se haya realizado. Por eso a este método se le llama trascendente, porque
busca conocer las leyes que se encuentran por encima de todo hecho cultural.
Este método se denomina “crítico” porque pretende alejarse de cualquier
intromisión metafísica o empirista.
Fin es algo por alcanzar y medio lo que se necesita para lograr dicho fin. En
última instancia se requerirá de un fin final que sirva de guía en la libre
elección. Toda elección va acompañada de un acto de la voluntad. Los
elementos esenciales de un acto volitivo, según Larroyo, son:
- Pluralidad de fines
- Elección de uno de ellos.
- Conciencia de poder realizar el fin elegido.
- Disposición para llevarlo a cabo
Para Larroyo el problema de la libertad es un problema de preferencia, de
valor. El acto moral es un hecho voluntario en el que un fin final interviene en
alguna forma en la elección. Gracias al concepto anterior de acto moral el
individuo se eleva al rango de persona, ya que se le reconoce la cualidad de
ser con responsabilidad.
Un acto moral es aquel que se realiza de manera libre buscando un fin
incondicionado. Sólo las personas y sus acciones pueden ser objeto de
estimación moral. Para decidir si una acción es buena o mala se requiere
descubrir un principio o criterio general que sea aplicable a todo fenómeno
ético. La propuesta del autor se basa en la ética crítica, con lo que se aleja de
la ética dogmática, de la metafísica y del empirismo anómico que no reconoce
ningún principio general. Él mismo postula como criterio de lo axiológicamente
bueno la “voluntad social pura”. Solamente el imperativo categórico kantiano
ofrece una fundamentación suficiente de la obligatoriedad del acto moral, sólo
que en el caso de Larroyo se le agrega el carácter social: “obra y quiere en el
sentido de la voluntad social pura” (Larroyo, 1973, p. 101).
Axiología y teleología
El tema de los valores y los fines es fundamental para Larroyo. Se podría
señalar que constituyen la esencia de los contenidos del acto educativo. A
través de la axiología y la teleología se intenta realizar cierto tipo de hombre.
Los principales problemas que enfrenta la axiología, según él, son:
a) El problema de la esencia del valor. ¿Qué son los valores?
b) El problema del conocimiento de los valores. ¿Cómo se conocen los
valores?
c) El problema de la clasificación de los valores. ¿Cuántas clases de
valores hay?
d) El problema de la valoración. ¿En qué consiste la „validez‟ del valor?
e) El problema de la jerarquía de los valores. ¿Qué valores valen más?
f) El problema de la realización de los valores.
Antes de valorar un acto ético como digno o valioso, primero hay que tener
claro lo que es un valor. Estos temas forman parte de la teoría de los valores o
axiología. Desde los griegos el tema del valor ya se encontraba entre sus
preocupaciones, pero es en Kant donde se encuentra el primer ensayo
sistemático aunque incompleto de la filosofía de los valores.
De los objetos se puede decir qué son y para qué son, es decir, en la primera
pregunta se hace referencia a su esencia y en la segunda a su finalidad, al fin
que cumple. En esta segunda pregunta es donde se encuentra el valor.
.
”El valor es ante todo un concepto de relación, es decir, una manera de enlazar
los objetos de medio a fin. Todo valor, además, supone una polaridad (es
positivo o negativo: bello o feo, bueno o malo, útil o inútil, etc.), una gradación
(más o menos malo, más o menos injusto). Una materia (ético o artístico, útil o
agradable), y una jerarquía, es decir, una relación de categoría o rango
respecto a las demás especies de valor (¿vale más la belleza que la verdad; la
justicia que el placer?).”(Larroyo, 1971, p. 126)
En el pensamiento de Larroyo, los valores encarnan en bienes, por lo que la
pregunta a este problema sería: “¿Cuáles son las leyes inmanentes a través de
las cuales los bienes de la cultura se tornan valiosos?”. (Larroyo, 1980, p.202)
Todo valor se encuentra relacionado a un fin, pues se dice que algo vale
cuando es adecuado a un fin. Otra característica del valor es la gradación, que
consiste en la mayor o menor idoneidad de dicho valor para el fin que se
persigue. La polaridad es otra característica que poseen. Un rasgo
especialmente importante de los valores consiste en que tienen su propio
campo de realización cultural. Esto permite distinguir entre valores científicos,
morales, estéticos, religiosos, etc. Otra característica es la jerarquización, pues
es posible subordinar unos valores a otros.
Los valores no son algo abstracto, sino que encarnan en bienes culturales. En
principio, los valores se captan, después se „valoran‟. Toda evaluación implica
tanto preferir como posponer. La preferencia se basa en un sentimiento, pero
se acompaña de un acto volitivo cuando se trata de valores morales.
La cultura tiene un carácter universal. La conciencia puede tener un carácter
individual o general. El origen de toda estructura cultural se encuentra en la
conciencia.
Es constante su énfasis por desmarcarse de la metafísica. Cuando explica el
concepto de “razón crítica”, repite que se trata de explicar los hechos de la
cultura, pero sin “deducirlos” de principios metafísicos. Pero una vez analizados
dichos hechos habrá de elevarse para conocer las condiciones inherentes, las
relaciones constantes, las formas de todo hecho cultural. Esta elevación es a lo
que le llama “trascendental” (de trascender).
Axiología y educación
En la perspectiva de Larroyo toda pedagogía es pedagogía axiológica, dado
que todo acto educativo implica la realización de valores.
El objetivo de la pedagogía axiológica consiste en averiguar cómo los bienes
culturales se pueden transformar en bienes educativos, aunque no todos los
bienes culturales pueden ser transformados en bienes educativos en cualquier
momento y para cualquier persona, ya que la acción educativa tiene límites.
A Larroyo le preocupa de manera especial cuál es el valor cultural de la
Educación; se pregunta “¿qué axiología es peculiar de la educación?”, y se
responde:
la
formación
humana.
La
formación
humana
implica
dos
características: a) la creciente asimilación de bienes culturales y b) la
potenciación del educando para que mejore su forma de vida.
En toda formación humana intervienen todos los valores de la cultura. Cada
que se emplea el término “formación humana” se hace con un sentido
axiológico, pues se emite una apreciación, un juicio de valor.
Didáctica de la ética
Equipara a la didáctica con la teoría del aprendizaje y le llega a llamar ”doctrina
de la enseñanza”. La considera el estudio de los métodos más eficaces en las
tareas de la enseñanza. “la didáctica es aquella parte de la pedagogía que
describe, explica y fundamenta los métodos más adecuados y eficaces para
conducir al educando a la progresiva adquisición de hábitos, técnicas,
conocimientos, en suma, a su adecuada e integral formación.” (Larroyo, 1981,
p. 254). En esta definición implícitamente se incluye al docente como el
responsable de llevar a cabo dicha tareas sistemática e intencionada para
propiciar el aprendizaje en el alumno.
Su preocupación por la difusión de la ética en la sociedad se manifiesta en la
constante actualización de sus textos que tratan este tema. Mención especial
merece su libro Lecciones de lógica y ética, pues a través de él deseaba
impactar en aquellos que no tenían acceso a la preparatoria ni a la universidad.
Los principales problemas que se deben abordar en la enseñanza de la ética
son:
a) El problema de la esencia del acto ético. ¿Qué es un acto ético? ¿Qué
condiciones hacen posible el surgimiento de la acción moral?
b) El problema de la valoración moral. ¿Cuál es el principio que permite
distinguir entre bueno y malo, valioso o no valioso?
c) El problema de la obligatoriedad. ¿Cuál es el fundamento de la
obligatoriedad de los preceptos morales?
d) El problema de la realización de los valores morales. ¿Qué instituciones
sociales son idóneas para la realización de los valores morales?
Señala que existen tres métodos para la enseñanza de la moral: los léxicos,
los negativos y los métodos activistas. Los métodos léxicos son aquellos que
se imparten como una asignatura más. Este método también utiliza la narración
de alguna historia con contenido moral, la cual después es analizada por los
alumnos. El método léxico se suele utilizar también en la impartición de
cualquier materia con comentarios éticos ocasionales en forma anecdótica.
Según Larroyo estos métodos no logran despertar del todo el interés en los
alumnos, pues no toman en cuenta su experiencia emotiva y vital. Como la
enseñanza moral impacta en la voluntad del sujeto, para llegar a ella la
enseñanza oral debe venir después de la experiencia vivida y no antes.
En oposición a los métodos léxicos se encuentran los llamados negativos.
Reciben este nombre debido a que no prescriben cosa alguna a los alumnos.
Su método típico es el de los “procedimientos disciplinarios por medio de las
consecuencias” (Larroyo, 1981, p. 461), en donde no se impone norma alguna;
consideran que las consecuencias propias del acto encausarán al individuo por
el camino del deber.
Ante las posturas anteriores, Larroyo se inclina por la de los métodos activos,
los cuales se fundan en cinco principios: autoactividad, paidocentrismo,
autoformación, actividad variada y actuación funcional.
Con relación a la autoactividad, es indispensable lograr poner en acción el
querer del educando para que busque conseguir un fin. Es indispensable que el
estudiante quiera por sí mismo dicho fin. El papel del docente en este momento
deberá limitarse a aconsejar, orientar y guiar.
Como en todo acto pedagógico, en la educación moral hay que partir del
estudiante, de sus intereses, afectos y sentimientos (Paidocentrismo).
Se debe evitar el adoctrinamiento externo. La mejor manera de educar en lo
moral es a través de la realización práctica de los valores, de la adquisición de
hábitos: “La práctica de la moral es el gran objetivo; no las reglas, los
mandatos, los preceptos.”(Larroyo, 1981, p. 463)
Se debe inculcar la conciencia del deber a través de diversos recursos, en
armonía con variados valores éticos (Fines múltiples). Se pueden utilizar las
lecturas históricas, el trabajo en equipo entre los alumnos, fomentar juegos y
actividades deportivas, etc.
La educación moral buscará la adaptación del educando a los valores
predominantes de la sociedad donde vive (Funcionalidad).
A pesar de la diversidad de propuestas éticas, existen ciertos valores
fundamentales, a los cuales les llega a llamar virtudes, como la veracidad, la
valentía, la templanza, la justicia y la lealtad.
Para complementar la formación moral del estudiante se requieren los
siguientes elementos: Noción del deber, Noción de la regla, Obligatoriedad,
Disciplina y autoridad, Nobleza, Admiración.
Conclusión
De Larroyo y la ética se puede decir mucho: siempre defendió una corriente
filosófica que se centraba en la axiología, hizo todo lo posible por difundirla a
través de libros, revistas, clases, formación de discípulos, organización de
congresos, etc. Aparte de los contenidos que sugería, también proponía cierta
metodología para su enseñanza, en la cual defendía la autonomía del
estudiante y el tomar como punto de partida los hechos concretos más que los
deberes abstractos.
Intento hacer accesible a diferentes públicos los más importantes temas de la
filosofía moral. Su propio estilo para escribir intenta ser didáctico, por la
sencillez y orden con que escribe.
El impacto del pensamiento ético de Francisco Larroyo en México fue
importante. Durante varias décadas sus libros fueron utilizados como texto
obligatorio en las preparatorias de la UNAM, en la Escuela Normal y en varios
planteles de educación técnica, razón por la cal fueron reeditados varias veces.
El legado de Larroyo para la pedagogía y la filosofía mexicanas es de
innegable valor. Este documento es sólo un esbozo de la riqueza académica
que se puede encontrar en la obra del fundador de la carrera de pedagogía en
a UNAM.
REFERENCIAS
Escobar, Edmundo (1970). Francisco Larroyo y su personalismo crítico.
Ed. México, Porrúa.
Larroyo, Francisco. (1965). Pedagogía de la enseñanza superior. México:
Editorial Porrúa.
Larroyo, Francisco (1970). Lecciones de lógica y ética. México, Ed. Porrúa.
Larroyo, Francisco (1971). Los principios de la ética social. México, Ed. Porrúa,
14ª.Edición.
Larroyo, Francisco (1973). Introducción a la filosofía de la cultura. México:
Editorial Porrúa.
Larroyo, Francisco (1981). La ciencia de la educación. México, Ed. Porrúa.
Pérez Gutiérrez, Teresa de Jesús (1993). Francisco Larroyo y la historia de
la educación en México: la constitución de un campo disciplinario.Tesis
de licenciatura en Pedagogía. México: Aragón.