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¿Hacia una economía más ética?
Antón Costas, catedrático de Economía de la UB y presidente del Círculo de
Economía
Lourdes Benería, catedrática emérita de la Universidad de Cornell (Nueva York),
«¿Por qué estamos en una crisis tan profunda?», «¿a qué se debe que nos cueste tanto salir
de ella?» y «¿cuáles son las recetas para no volver?» son algunas de las preguntas a las que
respondieron Lourdes Benería y Antón Costas el pasado 27 de noviembre en el Palau Macaya
en el debate «¿Hacia una economía más ética?», dentro del ciclo Futur(s) organizado por Obra
Social “la Caixa” y el Ateneu Barcelonès.
Antón Costas, catedrático de Economía de la UB y presidente del Círculo de Economía,
diagnostica el capitalismo como «un enfermo maníaco-depresivo, con fases de euforia y
depresión» y, por lo tanto, con pequeñas crisis regulares y grandes altibajos cada cincuenta
años, como la crisis económica actual. Para este economista, autor de La torre de la
arrogancia. Políticas y mercados después de la tormenta (2011), hasta los años ochenta del
siglo pasado había un principio moral que regía la economía de mercado, que era la empatía.
«En los ochenta esta especie de pegamento social se rompió y empezaron a aparecer algunas
conductas poco éticas» en grandes empresas multinacionales, «y después de 2008 la crisis
reveló que estos comportamientos poco éticos eran generalizados», sobre todo en el mundo de
las finanzas y las grandes empresas globales.
Lourdes Benería, catedrática emérita de la Universidad de Cornell (Nueva York), también
recuerda la Teoría de los sentimientos morales de Adam Smith, pero va más allá y habla de la
teoría del homo economicus, según la cual los humanos buscamos la ganancia económica
como si fuera parte de nuestra naturaleza, y esto determina nuestra conducta. Así, la tendencia
del hombre es maximizar las ganancias, lo que intentamos todos, desde los productores a los
comerciantes, pasando por los empresarios con los beneficios y los trabajadores con los
sueldos, «sin tener en cuenta los posibles efectos negativos que tiene esta maximización sobre
los demás y sobre el medio ambiente».
Ambos expertos consideran que una de las lacras de esta crisis es el crecimiento de la
desigualdad, pero también advierten que no es un fenómeno nuevo. Costas recuerda que todo
comenzó en los años setenta del siglo XX, cuando los sueldos empezaron a bajar en todos los
países. De cara al futuro, otro de los factores que pueden afectar a la desigualdad es la
productividad, según Costas. «La robotización y la digitalización llevarán a un aumento
extraordinario de la productividad», y entonces la clave será saber «quién es el dueño de los
robots». «Porque si conseguimos una buena distribución de la propiedad de los robots,
podemos hacer que la productividad llegue a todos. Pero si los dueños de los robots son los
mismos que ahora, el crecimiento de la desigualdad será tan grande que acabará
destruyéndolo todo.»
Benería recuerda que hay otro aspecto de la desigualdad «que es muy nocivo», y que es la
distancia económica entre las personas; «los de abajo van imitando lo que hacen los más ricos
y este impulso nos lleva a más consumismo, como si la insaciabilidad de las personas no
tuviera fin», hasta el punto de que «estamos construyendo una economía que a veces parece
que no tenga sentido».
«La salida está en la democracia», explica Costas, «pero yo la entiendo como un juego de al
menos tres grandes elementos: mercados, vigilantes, y una ciudadanía muy activa,
responsable y exigente con los comportamientos de la sociedad. Exigente con la desigualdad,
sobre todo».
«Necesitamos crear una sociedad de mercado pero que no funcione con la racionalidad
económica actual, que nos lleva al fraude y la corrupción... Podemos funcionar con más
cooperación y organizar la producción de una manera diferente, a través de la economía social
y solidaria, por ejemplo. Debemos buscar una sociedad que no busque solo la ganancia
económica, sino que se centre también en proyectos sociales y aquellos que hacen felices a las
personas», concluye Lourdes Benería.