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Prodavinci
¿Existe realmente la buena y la mala música?
Aquiles Báez · Saturday, May 22nd, 2010
Siendo políticamente correcto, diría que
depende, pero en lo personal diría que sí.
Afirmo esto porque hay una música que es
hermosa y otra que, sencillamente, es
horrorosa. Es un tema muy complejo porque
no hay una garantía de que por muy
sofisticada sea buena o que por sencilla sea
mala. Pero existen ciertos criterios de calidad,
independientemente de los gustos. La música
está hecha para el entretenimiento pero
principalmente es un arte. Sin duda hubo una
división conceptual entre arte y entretenimiento cuando los mecanismos del mercado
se activaron. ¿Pero cuándo empezó todo esto?
El arte está basado en el proceso de las ideas, el desarrollo técnico e intelectual, la
profundidad y el sentido orgánico. El entretenimiento, en cambio, se destina a lo que
debe satisfacer el gusto de la gente. Hay arte que es entretenimiento y viceversa. Los
medios de comunicación, por su parte, crean la cultura masiva. El teórico Marshall
McLuhan lo afirma cuando escribió que el medio es el mensaje. Allí plantea que
vivimos en una consecuencia de efectos secundarios producidos por los medios. El
mundo de la música no escapa a esta consecuencia. La cantidad de etiquetas y
justificaciones para venderla hacen que ésta se aleje de su intención inicial: la
conexión espiritual y artística.
Hay música de corte empírico y otra de mucho más formal. No estoy en contra del
empirismo musical, de hecho, soy amante de las tradiciones y sus cultores son gente
del pueblo. Tampoco estoy en contra de quienes deciden irse por el camino comercial.
De lo que sí estoy en contra es de la mediocridad. En cuanto al aspecto formal de la
música, diría que es aquella que requiere de una preparación para generarse.
Los medios masivos
Con la aparición del fonógrafo empezó el efecto masivo en el universo musical.
Anteriormente el método para promover las composiciones era a través de la partitura
o la tradición oral. Con la radio la proyección fue más evidente y luego con la
televisión surge el aspecto visual que no estaba planteado anteriormente.
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Vemos repetidas veces como no importa la calidad musical de los artistas con tal de
que sean “bellos”. En esta época no hubieran tenido su espacio un Enrico Caruso o
Ella Fitzgerald porque eran gorditos o una Edith Piaf porque era fea. La importancia
del aspecto físico es tal que no se llega a ser demasiado sobresaliente en el mundo
comercial sin un físico privilegiado.
Además tienes que ser que ser bello, simpático, carismático y tener un apoyo
económico muy fuerte que resuelva la promoción de tu carrera. Por eso es importante
hacer una clasificación de los parámetros que determinan la calidad de la música.
Clasificaciones de la música
Ritual o Folklórica
Cuando escuchamos alguna música folklórica de cualquier parte del mundo, hay un
sentido orgánico, una fuerza proveniente de las raíces que es demasiado contundente.
Recuerdo haber ido a las fiestas de San Juan y llorar de la emoción que producen los
cantos de sirena, generalmente escritos por personas del pueblo con su hermoso
empirismo. En general las fiestas folklóricas tienen una intención ritual o grupal. Ahí
las reglas del juego son claras, lo que no es del todo claro es cuando la música se
convierte en un producto.
Música sencilla y música elemental
Nos paseamos por la frágil frontera que existe entre lo sencillo y lo elemental. Me voy
al diccionario y busco las dos definiciones. Sencillo: “que no tiene complicación, fácil,
formado por un elemento o por pocos, natural, espontáneo, no presuntuoso”.
Elemental: “Obvio, evidente, o fácil de entender”. Hay una diferencia muy sutil. Pienso
que nos hemos quedado en muchos caminos de la música con lo obvio.
Cuando el universo sonoro es sencillo, va a la raíz de las cosas y generalmente tiene
una poesía o magia particular que lo sostiene. No hay que ser complicado para hacer
buena música lo que sí es cierto es que hay que tener algo que decir. La música de
Simón Díaz es hermosamente sencilla. Vemos en cambio que lo elemental se hace
cada vez más básico por lo que la fórmula prescrita se diluye deteriorando la calidad
de cierta música. Mucho de lo comercial de hoy es totalmente elemental y básico, no
menciono a nadie porque el muerto tiene dolientes.
La música culta y a veces oculta
Existe el universo de la música que necesita un estudio o conocimiento previo. Para
esto hay toda una metodología y muchas veces resulta la música menos apetecible
para la audiencia, pero es la que conlleva a una evolución artística. Los verdaderos
artistas son los que transforman la música. Ahora vamos a un punto interesante ¿que
es lo que es arte? En Wikipedia conseguí esta definición:
“El arte es entendido generalmente como cualquier actividad o producto realizado por
el ser humano con una finalidad estética o comunicativa, a través del que expresa
ideas, emociones o, en general, una visión del mundo, mediante diversos recursos,
como los plásticos, lingüísticos, sonoros o mixtos”
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La filosofía plantea que para que el arte exista tiene que ser una “verdad”. Einstein
diría: la verdad es relativa. Lo que si es cierto es que tenemos parámetros estéticos
que son trascendentales. El filosofo Martín Heidegger afirma para que el arte sea
arte, “Es necesario superar el concepto mismo de estética”. Es necesario revisar cuál
es el elemento decisivo que convierte una obra en verdad.
La verdad de la música
Por supuesto que todo artista quiere vivir de su arte y que éste le de ganancias
económicas. Sin embargo es una decisión tanto del creador como del oyente decidir
hacia donde se quiere apostar musicalmente. Por mi posición de músico que ha
estudiado estoy en contra del conformismo
Definitivamente hay muchos caminos para llegar a Roma. La intención creadora y la
búsqueda de un sentido estético empuja al creador a escoger su propio medio. En este
sentido habría que ver si hay un objetivo artístico, espiritual o material. Vemos
distintas posiciones en este sentido. Bach componía para dios y así suena el. Mozart
compuso porque no podía evitarlo y la música sencillamente fluía de el. El pianista y
compositor de jazz Bill Evans plantea en una entrevista que la música es el arte de
hablar con espontaneidad. Cuando la música deja de ser un producto cultural vienen
los cambios. En la inmediatez con la que vivimos, la música ha pasado de ser una
búsqueda de creación a ser un producto de consumo. El concepto imperante es music
is money.
¿Qué es lo que es comercial?
Es la música hecha con un objetivo: vender. Se rige bajo las leyes de un mercado que
generalmente busca fórmulas. Se estandariza por armonías muy sencillas y ritmos que
no compliquen a la gente. Sin embargo existen excepciones contundentes. La “Chica
de Ipanema” de Antonio Carlos Jobim es la canción en el mundo que cuenta con más
cantidad de versiones y su estructura armónica y melódica es bien compleja. La salsa
de los 70´s tenía una complejidad melódica y estructural. Uno de los temas de salsa
más conocidos es “Pedro Navaja” y dista mucho de las estructuras comerciales. Creo
que el problema radica en que la música comercial se ha distanciado del arte y lo que
importa es la venta de un producto. Hemos caído en esquemas reiterativos en donde
impera el “copy-paste”.
Desde el punto de vista semántico el arte corresponde a un estimulo estético. Bajo
este concepto habría que preguntarse, ¿la música comercial seria arte?, yo les
preguntaría a los filósofos si consideran que la música hecha por Daddy Yankee es una
“verdad”.
No pienso que todo lo comercial sea malo, de hecho hay mucha música comercial bien
artística, pero también es cierto que en el mundo de la industria musical es donde hay
una mayor mediocridad. Hay una labor que hacer: la de educar y mejorar la calidad de
la música que dicta el mercado. Hay músicos del lado comercial que son excelentes
como Stevie Wonder, o Juan Luis Guerra o Sting. Lo que debería ser importante para
un autor determinado es el hecho de transformar su música en una verdad.
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¿Qué impone el mercado? ¿Cantidad, formulas, o calidad?
El problema es que hemos caído en el facilismo y nos quedamos en la superficie.
Recuerdo estar en la oficina de un sello disquero para el cual trabajaba y ver afiches,
dvds, videoclips y carpetas de un cantante que no recuerdo el nombre, pero era un
niño con nombre de telenovela, algo si como Rodolfo Alejandro.
Cuando le pregunto al chico del sello quién es este personaje, se percata que estoy
viendo toda la inversión publicitaria y me contesta, tranquilo que tú vendes muchos
más discos que el. Entonces le pregunte que si era así ¿porque yo no tenia todo ese
aparataje?
Muchas veces me siento equivocado porque he estado estudiando música desde los 6
años de edad y cada vez siento que necesito aprender más cosas. No niego que
muchas veces me he desconcertado al ver que músicos que apenas tocan tres acordes,
ganan doscientas mil veces más que los músicos que se preparan no solo un día sino
toda la vida. No todo el mundo tiene que ser súper virtuoso. El problema es que los
parámetros para determinar la calidad de la música han pasado a ser otra cosa y no la
música en si misma.
El arte ha perdido su importancia. Voy a darles ejemplo al respecto. Me consigo en un
avión a un amigo que toca en un grupo pop bastante conocido. Empezamos a hablar y
le cuento que estoy trabajando por subir el nivel, que estoy estudiando piezas de Bach
que me pongan a trabajar técnicamente y tratando de estudiar más horas diarias.
El pana sorprendido me pregunta ¿y tu todavía estudias todos los días?, no supe que
responder, porque para mi era algo obvio esa necesidad de subir el nivel. Seguimos
hablando y me doy cuenta de que caemos en una conversación sobre el mercado de la
música como si estuviéramos vendiendo un carro. Es difícil como artista pensar en el
arte como el objetivo de una venta, pero el mundo contemporáneo así lo plantea y uno
termina siendo una suerte de Fausto que vende su música al Mefistófeles del mercado.
Lo bueno, lo malo y lo feo
Estos principios son muy interesantes porque existe música de calidad, la que es
mediocre o mala y otra muy bien hecha que sencillamente es fea.
¿Como definimos la belleza? Eso se está estudiando desde el principio de la historia y
hay valores culturales aparte de los gustos personales. Otro aspecto es que la
emocionalidad de la música es un factor determinante en los gustos. Reitero, estamos
en un punto muy difícil y es que la autenticidad no cuenta. La música para que sea
comercial no depende ni siquiera de la calidad sino de cuánto estás dispuesto a
invertir para que tu proyecto suene. Y en eso el mercado se mueve con todas sus
estrategias. Por otro lado la música más formal se ha vuelto tan intelectual que a
veces se aleja de la emocionalidad. Pienso que hay que buscar un punto medio entre la
emoción y la acción del intelecto.
¿Cómo determino que es buena o mala música?
Cada quien tiene sus puntos de vista y una visión de su “verdad”. Las reglas para
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determinar una posición absoluta son imposibles. Lo que si podríamos hablar es de
criterios de calidad. Cuando oímos algo desafinado, así nos guste, está desafinado. Al
elevar los criterios de calidad del oyente, hay una expectativa más profunda en
términos de una búsqueda musical. Hay que manejar un criterio basado en la calidad y
no en la cantidad.
Nos paseamos adaptando nuestros propios valores al mundo de las manifestaciones
artísticas. No existe una verdad absoluta, solo hay caminos diferentes. Verdades
relativas que suceden las unas a las otras. Pienso que la “verdad” en cualquier
manifestación artística es la consecuencia de ciertos estándares de calidad.
Si ponemos atención y clasificamos los elementos de la música, podríamos madurar
como audiencia y ése es el objetivo. No quedarnos en primer grado teniendo la
posibilidad de hacer una maestría y hasta un doctorado. Claro está, es una decisión
personal. Hace algún tiempo le presenté la música de Bill Evans a una amiga que sólo
escuchaba lo que dictaba el mercado.
Ahora es una asidua amante del jazz. Creo que hay que hacer un trabajo arduo de
educación para que el publico general tenga otras oportunidades de discernir y no
determinemos los gustos por lo que dictan las corrientes de la industria. Desde mi
punto de vista para que una música sea buena tiene que tener alma y cuando esto
sucede estamos enfrente a la alquimia de la musa y la vida. El celebre violinista
Yehudi Menuhin afirma: “Estoy seguro de que la buena música la vida alarga”.
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on Saturday, May 22nd, 2010 at 12:49 am and is filed under Artes
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