Download Día Viernes 30 de noviembre: Creo en la Iglesia católica como

Document related concepts

Comunión espiritual wikipedia , lookup

María del Divino Corazón wikipedia , lookup

Eucaristía wikipedia , lookup

Mediator Dei wikipedia , lookup

Clara Fey wikipedia , lookup

Transcript
Día Viernes 30 de noviembre: Creo en la Iglesia católica
como comunión entre Dios y nosotros.
Evangelio según San Juan (Jn 13,1-17).
grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía. Ustedes
serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican.
Palabra del Señor.
Reflexión:
Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de
pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio
ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que
él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el
manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un
recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la
toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo:
«¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?». Jesús le respondió: «No puedes
comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás».
«No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!». Jesús le respondió:
«Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte». «Entonces, Señor, le dijo
Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!». Jesús le
dijo: «El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está
completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos».
El sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: «No todos ustedes
están limpios». Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?
Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si yo,
que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan
lo mismo que yo hice con ustedes. Les aseguro que el servidor no es más
Catecismo 781-801.813-848.
Durante los últimos años, después del Concilio Vaticano II, la Iglesia ha tomado conciencia de lo que es verdaderamente y lo ha hecho con tres ideas: La
Iglesia es misterio, comunión y misión. Ayer reflexionamos en torno a la Iglesia como Misterio. Hoy veremos lo que significa que la Iglesia es comunión.
¿Qué decimos cuando hablamos de que la Iglesia es una comunión? Decimos que la vida cristiana no se vive solitariamente o a mi manera, se vive
con otros. La fe esencialmente se vive en comunidad. No se vive yo y Dios
directo sino yo-Dios-la comunidad. Hoy vemos dos tendencias: una ayuda a
vivir la fe en comunidad y la otra no.
Tendencia privatizante: Lleva a privatizar todo, incluido la fe. Nace del vivir
solo para mí. Es un incentivo a no meterse con los demás, no preocuparse
de los demás. Se ve esta tendencia en la intolerancia que tenemos al que se
equivoca, al que es distinto. Somos impacientes, no soportamos los errores
y defectos de los demás, del compañero de trabajo, del abuelito que apenas
camina o que se le olvida todo o del adolescente rebelde. Esa tendencia
hace que yo busque vivir la fe solo, tranquilo, sin meterme con otros, sin
participar en grupo ni comunidad. Pero así el ser humano se empobrece
y la fe se debilita. El Papa Benedicto dice que nadie puede vivir solo, nadie
peca solo, nadie se salva solo, en mi vida entra siempre la vida de los otros
y viceversa.
La otra tendencia que puede ayudarnos a vivir la fe es que los seres humanos en este mundo tan competitivo y frío necesitamos “lugares cálidos”,
ambientes donde uno se sienta persona, donde uno sea acogido no por
lo que hace o produce sino por lo que es como persona o cristiano y por
eso en nuestras parroquias y capillas siempre hay comunidades de adultos
mayores, jóvenes, niños, matrimonios, hay movimientos, grupos de pastoral
y comunidades de vida.
La Iglesia desde un comienzo vivió la fe en comunidad. En las comunidades
participaban de todo: ricos, pobres, intelectuales o analfabetos, jóvenes y
adultos, hombres y mujeres, vírgenes y viudas. El Espíritu Santo que los
convocaba los hacía romper sus barreras y se amaban. Y como sabemos el
amor puede llegar a tanto que “la multitud de los creyentes tenía un solo
corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino
que todo era común entre ellos” (Hch 4, 32).
Por eso la comunión en la Iglesia no nace sólo de un deseo humano bueno
de encontrar lugares cálidos sino de la fuerza del Espíritu que nos arranca
de nuestro individualismo, de nuestros prejuicios, de barreras sicológicas y
nos reúne en comunidad. Por eso crece la Comunión en la Iglesia cuando
nos volvemos a Dios. Si nos alejamos de Dios nos alejamos de los demás;
los demás pasan a ser competidores, molestosos, complicados, enemigos
de mi felicidad. Recordemos a Adán y Eva, ellos cuando desobedecen a
Dios muy luego se separan uno del otro y se culpan el uno al otro, se
pierde el amor, la solidaridad común.
El Papa Juan Pablo II en una carta del 2001 nos enseña lo que es la espiritualidad de la comunión en cuatro ideas fundamentales:
1. Espiritualidad de la comunión significa una mirada del corazón ante todo
hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de
ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro
lado. Es decir crecemos en comunión cuando vemos a Dios en nosotros y
en los demás.
2. Vivir en comunión significa “sentir al hermano de fe en la unidad profunda
del Cuerpo místico y por tanto, como uno que me pertenece, para saber
compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a
sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad” El otro
es mi hermano, soy parte de él y él es parte mía.
3. Tener espíritu de comunión es “capacidad de ver ante todo lo que hay
de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios, un
don para mí”. Mirar con los ojos buenos, con ojos de misericordia no de
juicio o pesimista.
4. “Espiritualidad de la comunión es saber dar espacio al hermano, llevando
mutuamente la carga de los otros, rechazando las tentaciones egoístas que
continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de hacer
carrera, desconfianza y envidias” ( Novo Millennio Ineunte 43)
En este mes vemos a la Virgen como aquella que no se restó a la comunión
con los discípulos y por eso está junto a todos los discípulos en el Cenáculo
esperando la venida del Espíritu. Ella entra en comunión con Pedro que
negó tres veces a Jesús y lo perdona; entra en comunión con los demás
apóstoles que abandonaron a Jesús y no los juzga sino que los considera sus
hermanos en la Comunión de la Iglesia. Que ella nos ayude a amar la Iglesia
concreta y nos dé amor para vivir en comunión profunda con todas las
personas, grupos y comunidades de nuestra Iglesia en Chile y en el mundo.
Dios en nuestro mundo. Debemos hacer visible al Invisible. “La Iglesia está
en la historia, pero al mismo tiempo la trasciende. Solamente con los ojos
de la fe se puede ver al mismo tiempo en esta realidad visible una realidad
espiritual, portadora de vida divina” (CIC 770).
Esta Iglesia es a la vez visible y espiritual. No se puede negar ninguna de las
dos realidades ya que hacerlo sería desfigurar lo que es verdaderamente
la Iglesia. Estas dimensiones juntas constituyen una realidad compleja, en la
que están unidas el elemento divino y el humano. En la Constitución sobre
la Liturgia del Vaticano II hay un párrafo esclarecedor de esto. Es propio de
la Iglesia “ser a la vez humana y divina, visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la acción y dada a la contemplación, presente en el mundo
y sin embargo, peregrina. De modo que en ella lo humano esté ordenado y
subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible, la acción a la contemplación
y lo presente a la ciudad futura que buscamos” (SC 2). El documento sobre
la Iglesia del Vaticano II nos dice que “la Iglesia es en Cristo como un sacramento o señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de
todo el género humano” (LG 1).
Oración Inicial
Oración Final
¡Oh María!, durante el bello mes a Ti consagrado, todo resuena con tu nombre y
alabanza.Tu santuario resplandece con nuevo brillo, y nuestras manos te han elevado
un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas
nuestras oraciones y votos.
¡Oh María, Madre de Jesús, nuestro Salvador y nuestra buena Madre! Nosotros venimos a ofrecerte, con estos obsequios que colocamos a tus pies, nuestros corazones
deseosos de serte agradable, y a solicitar de tu bondad un nuevo ardor en tu santo
servicio.
Para honrarte, hemos esparcido frescas flores a tus pies, y adornado tu frente con
guirnaldas y coronas. Mas, ¡oh María!, no te das por satisfecha con estos homenajes.
Hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Éstas
son las que Tú esperas de tus hijos, porque el más hermoso adorno de una madre
es la piedad de sus hijos, y la más bella corona que pueden depositar a sus pies, es
la de sus virtudes.
Dígnate a presentarnos a tu Divino Hijo, que en vista de sus méritos y a nombre de
su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud. Que haga lucir con
nuevo esplendor la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto
tiempo en las tinieblas del error. Que vuelvan hacia Él, y cambien tantos corazones rebeldes, cuya penitencia regocijará su corazón y el tuyo. Que convierta a los enemigos
de su Iglesia y que en fin, encienda por todas partes el fuego de su ardiente caridad,
que nos colme de alegría en medio de las tribulaciones de esta vida y dé esperanzas
para el porvenir.
Sí, los lirios que Tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones. Nos esforzaremos, pues, durante el curso de este mes consagrado a tu gloria, ¡Oh Virgen Santa!, en
conservar nuestras almas puras y sin manchas, y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas aun la sombra misma del mal.
La rosa, cuyo brillo agrada a tus ojos, es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos amaremos, pues, los unos a los otros, como hijos de una misma familia,
cuya Madre eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal.
En este mes bendito, procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta flor que te es tan querida, y con tu auxilio llegaremos a ser puros, humildes,
caritativos, pacientes y esperanzados.
¡Oh María!, haz producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables
virtudes; que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia, para poder ser algún
día dignos hijos de la más Santa y la mejor de las Madres.
Amén.
Amén.