Download Carta P. Francisco Javier Arriola, L.C.

LEGIONARIOS DE CRISTO
REGNUM CHRISTI
Muy estimado lector,
Reciba un cordial saludo aunado con la gratitud por interesarse en nuestra iniciativa para conseguir algunos instrumentos musicales. Sé que podría surgir una pregunta natural al acceder a esta petición: ¿para
qué unos seminaristas, dedicados a Dios, pueden necesitar unos instrumentos musicales? Las preguntas
pueden ser variadas, pero todas más o menos pueden versar de este modo. Trataré de responder brevemente a esta pregunta.
Hay que partir primero de la realidad de que la música es un medio excelente para transmitir sentimientos,
mensajes, valores y emociones. La música ha acompañado al ser humano desde el inicio de su historia, ya que
toca mucho la dimensión espiritual. De hecho, es la única de las bellas artes que solo tiene dos dimensiones,
por no ser material propiamente dicha como lo es una escultura, una pintura, una casa, etc. Al ser más espiritual, entonces la música tiene una dimensión mucho más variada y casi infinita en sus modos de expresión.
Podríamos decir que hay tanta música, cuantas personas en el mundo.
Durante mucho tiempo la música se utilizó como medio de enseñanza, hundiendo sus raíces sobre todo en la
enseñanza religiosa, en la catequesis del pueblo de Dios. Por su rasgo espiritual tan característico, se desarrolló
más fácilmente en su expresión de música sacra, o polifonía sacra, desarrollada para el culto divino, es decir,
para el embellecimiento de la participación de los fieles en las celebraciones litúrgicas, especialmente en la
Santa Misa. Con este motivo, han surgido a lo largo de la historia grandes compositores y músicos que se han
inmortalizado con sus obras maestras musicales, como fueron Tomás Luis de Vitoria, Giovanni Pierluigi de
Palestrina, Mozart, Beethoven, Bach, Händel, y muchos más. Todos ellos han maravillado al mundo por la
belleza de su música, casi toda, destinada a interpretarse en las misas y para alabanza de Dios.
La vida de un sacerdote, sobre todo en nuestros días, debe estar esmaltada con una formación esmerada y trabajada en todos los ámbitos de la persona humana. El sacerdote debe tener una profunda y sólida vida espiritual
que le permita ser un hombre de Dios que cumpla su misión de llevar a Cristo al corazón de cada persona; debe
poseer una formación humana que le permita estar preparado para afrontar todo tipo de situaciones, vicisitudes
y circunstancias que su ministerio le ponga; debe tener una esmerada formación intelectual que lo ponga a la
altura de las necesidades actuales de dar razones de la fe, de justificar lo que enseña y de argumentar sólida y
convincentemente acerca de los valores trascendentales del ser humano; finalmente debe tener una formación
apostólica que le lleve a ser un apóstol que sabe salir al encuentro de las almas para hacerlas partícipes de la
riqueza de la Iglesia y los tesoros de la fe y la vida en Cristo.
Precisamente la formación musical se encaja en el bordado de la formación humana. Esta formación música la
desarrollará de acuerdo a sus capacidades y cualidades personales, pero siempre las va a necesitar en su labor
ministerial como sacerdote. Aprenderá a cantar para poder liderar el canto en sus celebraciones litúrgicas, y en
la medida de lo posible, también a tocar un instrumento que le permita amenizar sobriamente sus actividades
con las personas cuando esto sea posible. Podrá interpretar a los clásicos de la música; podrá transmitir alegría,
valores, mensajes y virtudes por medio de la música. Muchos seminaristas, casi la mayoría, tienen cualidades
musicales que han ido desarrollando desde pequeños y que es de desear que no se interrumpa esta formación
musical sin que por ello vaya en detrimento de su formación integral como seminarista y sacerdote.
Para nosotros, en nuestra formación, este factor musical es importante, pues nos ayuda a demostrar el equilibrio, la sana jovialidad y alegría con la que podemos también dar testimonio de nuestra entrega a Dios cuando
interpretamos piezas musicales, clásicas o modernas. Esto lo hacemos muchas veces como gesto de agradecimiento a quienes nos ayudan material o espiritualmente a salir adelante en nuestra formación sacerdotal;
también cuando nos visitan obispos, sacerdotes o familiares. Y como decía, todo ello se inserta en el bello
bordado de filigrana que la formación de un sacerdote debe tener para estar a la altura de los tiempos que
requieren hombres maduros, sabios, prudentes y muy humanos que sepan acoger a todo tipo de personas y
ganarlos para la causa de Cristo.
Estos son los motivos por los que queremos pedir ayuda para conseguir varios instrumentos musicales y aparatos de sonido, para poder formar nuestro grupo musical –o estudiantina, como lo llamamos entre nosotros- en
nuestro seminario de Salamanca, para continuar con esta tradición. Con ello queremos ofrecer a nuestros seminaristas y sacerdotes que ya tengan experiencia musical o a quienes quisieran aprender algún instrumento, un
medio para seguir cultivando estas cualidades y ponerlas al servicio de los demás. Nuestro grupo musical cada
año se va renovando, pues unos seminaristas parten a otro centro para continuar su formación y llegan al mismo tiempo otros nuevos para empezar el período de estudios de humanidades clásicas que aquí se ofrecen.
De antemano agradecemos su amable interés y ayuda por facilitar a nuestros seminaristas, futuros sacerdotes, los
medios para desarrollar su formación musical que llevarán a todos los lugares a los que Dios les destine. Usted podrá tener la seguridad de haber contribuido a que estos seminaristas hagan de la música un medio de evangelización
y un enriquecimiento más de sus personas y de todas aquellas a las que llegue su música. Le deseo un excelente día
y que Dios nuestro Señor le pague con creces lo que con tanta generosidad hace por los demás. Se despide un seguro
servidor que queda a su disposición, Francisco Javier Arriola, LC
P. Francisco Javier Arriola, L. C.
Director de la estudiantina del seminario de Salamanca