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Carácter subversivo del bloqueo económico contra Cuba (I)
Guerra económica, un ingrediente de los planes para destruir la Revolución
http://www.granma.cubaweb.cu/secciones/verdad/
ANDRÉS ZALDÍVAR DIÉGUEZ (*)
El bloqueo económico, comercial y financiero de Cuba por parte del Gobierno
norteamericano, y en general toda la guerra económica contra la nación cubana,
tuvieron su origen y alcanzaron sus rasgos fundamentales como parte integrante
de las grandes operaciones subversivas encaminadas a destruir a la Revolución
que se llevaron a vías de hecho en los primeros años de la década del sesenta.
Medidas económicas posteriores, incluidas la llamada Ley Torricelli, la HelmsBurton y otras, piezas de planes subversivos más amplios, lo que han hecho es
extender y profundizar lo alcanzado en aquellos
primeros años.
LA INVASIÓN A PLAYA GIRÓN, UNA DE LAS
GRANDES OPERACIONES SUBVERSIVAS DE
LOS PRIMEROS AÑOS.
Este proceso ha formado parte de una regularidad en
la toma de decisiones del vecino del Norte contra
Cuba: cuando se han empeñado en la elaboración y
ejecución de medidas para destruir a la Revolución,
que en todos los casos han tenido un profundo
contenido subversivo, entre ellas siempre han estado
las de tipo económico. Los intentos por hacer
desaparecer a la Revolución han concluido siempre
en una derrota, iniciando un nuevo ciclo en espiral, y
las nuevas medidas económicas complementan y
profundizan las anteriores trayendo como resultado el aberrante sistema
actualmente existente, que si algo muestra es el fracaso de todas las medidas
adoptadas previamente.
Las grandes operaciones subversivas de los primeros años que le dieron al
bloqueo sus rasgos básicos fueron tres. Dos de ellas, la que culminó en la
invasión por Playa Girón y la Operación Mangosta, son muy conocidas y
estudiadas, pero nunca se ha prestado la atención debida a sus contribuciones en
el establecimiento del bloqueo económico de Cuba y la conformación de la guerra
económica anticubana. La tercera de esas operaciones, aprobada por el
presidente Kennedy el 19 de junio de 1963, ha sido desconocida por el gran
público e incluso en sectores especializados en los últimos cuarenta años.
MAYO DE 1959 A ABRIL DE 1961: PREPARATIVOS Y EJECUCIÓN DE LA
INVASIÓN POR PLAYA GIRÓN
Las medidas que contra la economía cubana se adoptaron en los primeros meses
posteriores al triunfo de la Revolución no respondían aún, a un plan elaborado
expresamente a destruirla, sino que eran continuidad de los planes existentes
desde 1958 para impedir su triunfo. La animadversión mostrada por la
administración Eisenhower hacia el nuevo estado de cosas emergido en Cuba tras
la fuga del tirano Batista se manifestó en medidas de presión económica que
perseguían impedir el fortalecimiento de las posiciones más revolucionarias y
radicales. Una de las primeras fue la tácita negativa a la devolución de los fondos
robados al erario público por malversadores y asesinos, ascendentes a 424
millones de dólares del tesoro de la República que rápidamente se depositaron en
bancos norteamericanos, sin que fuesen devueltos a Cuba ni los criminales de
guerra que encontraron refugio en las costas de la Florida ni los fondos robados.
Otra acción fue la negativa al otorgamiento de un empréstito solicitado por el
Banco Nacional de Cuba, el 12 de febrero de 1959, encaminado a estabilizar la
moneda cubana. Las amenazas de eliminación de la cuota azucarera cubana en
el mercado norteamericano también formaron parte de estas tempranas medidas
contra la economía, que hubiesen sido exitosas si en Cuba no hubiese existido
una Revolución verdadera.
La Ley de Reforma Agraria de mayo de 1959, necesidad urgente e impostergable
para el desarrollo económico y social de la nación, trajo consigo la decisión
gubernamental norteamericana de acabar con la Revolución, y como parte de ello
el inicio de la sistematización de las medidas de guerra económica. Fue el
momento en que se inició la regularidad que aludíamos más atrás: a una nota del
Departamento de Estado del 11 de junio, clamando por una "pronta, adecuada y
efectiva compensación", y a una medida congresional del 8 de julio que otorgaba
al Presidente mayores facultades para suspender la ayuda a todo país que
nacionalizase propiedades norteamericanas, le sucedió un periodo de ocho meses
en que la CIA elaboró e inició el cumplimiento de los planes que supuestamente
destruirían a la Revolución, aprobados por el presidente Eisenhower el 17 de
marzo de 1960, fracasados estrepitosamente en las arenas de Girón en abril de
1961, entre los que se encontraban las presiones contra nuestra economía.
(*)El autor es investigador del Centro de Estudios de la Seguridad del
Estado. Su más reciente obra: Bloqueo, el asedio económico más
prolongado de la historia, fue presentada en vísperas de ser sometido a la
Asamblea General de las Naciones Unidas un nuevo proyecto cubano de
rechazo al bloqueo de Washington contra la Isla.
Comienza el programa de acción encubierta
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ANDRÉS ZALDÍVAR DIÉGUEZ*
Que las medidas económicas que se aplicarían en la nueva etapa se comenzaron
a gestar desde mediados de 1959 como parte de un paquete subversivo más
amplio lo prueba un documento del 1º de julio de ese año, del Departamento de
Estado, que mencionaba entre las alternativas de medidas de presión económica
la prohibición a préstamos públicos o privados, el tratamiento comercial
discriminatorio, el desaliento a la inversión y el impedimento a transacciones
financieras. Al igual que desde octubre de 1959 se iniciara por la flotilla aérea
secreta de la CIA el ametrallamiento y bombardeo con sustancias incendiarias de
los centrales azucareros y plantaciones cañeras cubanas para dañar la economía
en su principal renglón exportable, en acciones que rondaban ya el medio
centenar para abril de 1961: eran tanto acciones abiertas de política comercial
como encubiertas contra sectores priorizados de la
economía.
LOS
SABOTAJES A LA RED
ALCANZARON SU PUNTO MÁS
EL INCENDIO DE EL ENCANTO.
COMERCIAL
ALTO CON
Medidas de ambos tipos se encontraban en el
denominado Programa de Acción Encubierta contra el
régimen de Castro, aprobado por Eisenhower el 17 de
marzo y que dio luz verde a los preparativos para lo que
posteriormente fue el fracaso de Girón. Generalmente no
se vinculan las medidas abiertas de guerra económica
que se ejecutaron en todo aquel periodo, hasta abril de
1961, con las de carácter secreto, entre ellas la creación de una oposición
contrarrevolucionaria en Cuba o la creación de una fuerza paramilitar externa que
la entrenase y la abasteciese de armas y explosivos para la ejecución de
sabotajes, a pesar de su orgánica interacción. Finalidades similares y
complementarias tenían la suspensión del suministro de petróleo o la cancelación
de la cuota azucarera cubana en el mercado norteamericano con la grave
afectación de la infraestructura económica del país manifestada en los sabotajes a
la red comercial, que alcanzó su punto más alto con el incendio de El Encanto, o
el ataque terrorista a la refinería Hermanos Díaz de Santiago de Cuba, en el que
incluso intervino una de las embarcaciones participantes poco después en la
invasión por Girón.
El gran aporte de esta primera operación subversiva en la génesis del bloqueo se
sintetiza en el denominado Programa de presiones económicas contra el régimen
de Castro, línea de actuación aprobada por el presidente Eisenhower el mismo día
17 de marzo de 1960, escasamente conocido y poco relacionado con las medidas
públicas que como parte del mismo se gestaron y aplicaron, cuyo objetivo era el
de hacer de tal manera difíciles las condiciones económicas internas en Cuba que
les facilitase su labor a la contrarrevolución que en esos momentos crearon
externa e internamente. Los objetivos perseguidos se sintetizan en un documento
del Departamento de Estado del 6 de abril de 1960: "... enajenar el apoyo interno
a través del desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las
dificultades económicas", a fin de "... causar hambre, desesperación y el
derrocamiento del Gobierno".
Ese Programa de presiones económicas, orgánicamente integrado a los planes
desembocados en Girón, fue precisado al más alto nivel gubernamental en
reunión en el Departamento de Estado el 27 de junio de 1960, y dio origen al
bloqueo. Entre sus primeras medidas estuvo la reducción y posterior suspensión
de la entrega de petróleo a Cuba y la reducción y posterior corte de la cuota
azucarera cubana en el mercado norteamericano, mencionadas antes, pero
también las presiones a inversionistas norteamericanos para que se retirasen de
Cuba, las prohibiciones de visitar Cuba a turistas norteamericanos y las medidas
encaminadas a prohibir las exportaciones norteamericanas a la Isla, puestas en
vigor el 19 de octubre de 1960, que en la práctica iniciaron el bloqueo económico.
La invasión por Playa Girón en abril de 1961, que culminó en un estrepitoso
fracaso, dejó tras de sí el primer gran grupo de medidas contra la economía
cubana, públicas y secretas, que inició la sistematización de la guerra económica
contra la Revolución. La etapa que le sucedió trajo consigo nuevas medidas que
contribuyeron a conferirle los rasgos que le caracterizaron en las siguientes
décadas.
* El autor es investigador del Centro de Estudios de la Seguridad del Estado.
Su más reciente obra: Bloqueo, el asedio económico más prolongado de la
historia, fue presentada en vísperas de ser sometido a la Asamblea General
de las Naciones Unidas un nuevo proyecto cubano de rechazo al bloqueo de
Washington contra la Isla.
Carácter subversivo del bloqueo económico contra Cuba (III)
Revanchismo por la humillación del fracaso en Girón
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Mayo de 1961 a enero de 1963: la Operación Mangosta, la oficialización del
bloqueo a Cuba y la política de tierra arrasada de su economía
ANDRÉS ZALDÍVAR DIÉGUEZ*
Un segundo momento en la toma de decisiones y ejecución de acciones
anticubanas, con gran incidencia en la esfera de las presiones económicas, fue el
período comprendido entre mayo de 1961 y enero de 1963, en que se gestó, se
echó a andar y fracasó la Operación Mangosta, en que la administración Kennedy
intentó hacer pagar caro a la Revolución cubana la humillación del fracaso en
Girón, y que no hizo más que pasar a la posteridad como otro Girón, pero esta vez
en secreto.
LA TAREA NÚMERO 24 ENCOMENDÓ A LA
CIA, ENTRE OTRAS COSAS, IMPEDIR LAS
EXPORTACIONES CUBANAS DE NÍQUEL,
PERSECUCIÓN QUE HOY SE MANTIENE.
La idea operacional de Mangosta, que luego de su
etapa preparatoria emergió en noviembre de 1961,
era provocar una desestabilización interna tal en el
país que trajese consigo un levantamiento popular
programado para el mes de octubre de 1962, el
que se complementaría con la invasión militar directa. Todo ello debía acabar con
la Revolución. Se aplicarían medidas de diverso tipo, desde propagandísticas
hasta intentos de asesinato del Comandante en Jefe. Las medidas económicas
eran las cuantitativamente más numerosas, y en estrecha interacción con las
medidas de sabotaje y otras de carácter militar elevaron la guerra en esta esfera a
un nivel inimaginable en aras de lograr una tábula rasa en la economía cubana,
que las dificultades de ellas derivadas compelieran al levantamiento popular
perseguido.
Un aspecto que nunca ha recibido la suficiente divulgación es que la oficialización
del bloqueo económico a Cuba, y con ello su profundización, fue resultado de la
primera de las medidas económicas de la Operación Mangosta.
Según el plan elaborado, que contemplaba manipular a la Organización de
Estados Americanos (OEA), tal y como hoy lo hace contra la Revolución
bolivariana, la diplomacia norteamericana se empeñó a fondo para que la Octava
Reunión de consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores de esa
organización, cuyas sesiones se realizarían a fines de enero de 1962 en el
balneario uruguayo de Punta del Este, emitiese una resolución de condena de la
Revolución cubana, que se utilizaría como justificación para la asfixia económica
de Cuba. Por haberlo conseguido, tras su regreso de ese cónclave el secretario de
Estado, Dean Rusk, fue recibido como héroe en los jardines de la Casa Blanca y
de inmediato, el 3 de febrero, el presidente Kennedy firmaba la Orden Ejecutiva
Presidencial 3447, Resolución Federal 1085 del 6 del mismo mes, que entró en
vigor al día siguiente, bajo la autoridad legal de la sección 620 (a) de la Ley de
Asistencia Extranjera del 4 de septiembre de 1961, estableciendo el bloqueo
económico, comercial y financiero a Cuba.
La pauta establecida en la Operación Mangosta se cumplía, al justificarse tal
medida en su preámbulo de la forma siguiente: "Considerando: que la Octava
Reunión de los Ministros de Relaciones Exteriores, sirviendo como Órgano de
Consulta en la aplicación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca
(TIAR), en su declaración final resuelve que el actual Gobierno de Cuba es
incompatible con los principios y objetivos del Sistema Interamericano...".
Emergido del contexto clandestino de la Operación Mangosta, el bloqueo
económico, comercial y financiero a Cuba rápidamente se convirtió en el punto
focal de las relaciones entre los dos países, sin abandonar en los 42 años
transcurridos la finalidad subversiva para la que fue concebida la guerra
económica: que la insatisfacción y las dificultades económicas, el hambre y la
desesperación creen condiciones para la destrucción de la Revolución.
La extraterritorialidad se reflejó en las tareas 22 y 23 de Mangosta: en
cumplimiento de ellas trabajaron en aras de lograr la cooperación en las medidas
económicas anticubanas por parte de sus aliados de la OTAN, tanto
bilateralmente como en aquel foro integrador, así como de Japón.
La execrable guerra biológica fue expresamente reflejada en la tarea número 21,
encomendada a la CIA "para provocar fracasos en las cosechas de alimentos en
Cuba", iniciando una práctica también encaminada contra la población animal de
valor económico e incluso la salud humana, que posteriormente a través de la
epidemia del dengue hemorrágico en 1981 cobró 158 vidas, de ellas las de 101
niños. También se le encomendó a este organismo de inteligencia y subversión la
tarea 24, encaminada a impedir las exportaciones cubanas de níquel, iniciando
una persecución al comercio de ese producto que aún hoy se mantiene.
La destrucción de las principales industrias cubanas era tarea a cumplir mediante
la realización de los miles de sabotajes que se programaron con la utilización de
medios y métodos clandestinos, encomendada a la CIA como parte de la tarea 30,
incluida en el epígrafe de las acciones militares. El Grupo Especial (Ampliado) del
Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos se esmeró a fondo en la
precisión de cuáles debían ser las principales industrias del país a destruir a
través de métodos terroristas. Ello es facilmente verificable en los documentos
desclasificados del Gobierno norteamericano de ese período.
El pueblo cubano enfrentó aquella escalada terrorista y salió vencedor en la
contienda. La nueva situación creada tras la Crisis de Octubre obligó al Gobierno
norteamericano a cancelar la Operación Mangosta, lo que se hizo firme a partir de
enero de 1963. Pero el ya complejo sistema de medidas contra la economía
mantenía toda su vitalidad, y en muy poco tiempo, en los meses venideros, ya
alcanzaría la totalidad de rasgos básicos, lo que acaeció en la siguiente etapa.
*El autor es investigador del Centro de Estudios de la Seguridad del Estado.
Su más reciente obra: Bloqueo, el asedio económico más prolongado de la
historia, fue presentada en vísperas de ser sometido a la Asamblea General
de las Naciones Unidas un nuevo proyecto cubano de rechazo al bloqueo de
Washington contra la Isla.
Carácter subversivo del bloqueo económico contra Cuba (IV y final)
Lograron, sí, que el pueblo se identificara más con su Revolución
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Primer semestre de 1963: la guerra económica contra Cuba alcanza sus
rasgos básicos
ANDRÉS ZALDÍVAR DIÉGUEZ *
La actividad subversiva contra Cuba no decayó tras la
cancelación de la Operación Mangosta: todo lo contrario.
En un tercer momento en la adopción de las medidas
subversivas anticubanas, correspondió formular las
nuevas propuestas a un órgano creado entonces en el
Departamento de Estado, la Oficina de Asuntos Cubanos,
así como a un grupo interagencias sobre Cuba formado
por representantes de alto nivel de los Departamentos de
Estado y de Defensa así como, con un muy destacado
rol, de la CIA.
Tras un proceso deliberatorio que se inició desde
diciembre de 1962, esas propuestas tomaron cuerpo en
una denominada Política encubierta y programa integrado de acción hacia Cuba,
aprobada por el presidente Kennedy el 19 de junio de 1963, a través de la cual se
le dio continuidad, e incluso fue incrementada, la política de tierra arrasada sobre
la economía cubana que había caracterizado a la etapa de la Operación
Mangosta.
Si algo resultaba novedoso en la nueva Política era precisamente que elevaba a
niveles más altos la interacción entre las diferentes medidas públicas y secretas
que se debían ejecutar contra la Revolución, en aras de una multiplicación de
efectos derivada de su aplicación como parte de un sistema de medidas. El
espionaje que se realizase debía indicar cuáles eran los sectores más importantes
para afectar mediante el sabotaje de sus instalaciones y equipos, y luego las
medidas de bloqueo debían dificultar su reposición. A su vez, la situación creada
debía incrementar el rechazo de la población al Gobierno revolucionario y facilitar
la recopilación de una información cada vez de mayor calidad. De ahí el carácter
integrado de acciones recogido desde su propio título. El resultado obtenido fue
exactamente el opuesto: las medidas adoptadas lo único que lograron fue que el
pueblo se identificase cada vez más con su Revolución.
Las seis medidas de esta Política que debían actuar combinadamente eran la
recolección encubierta de inteligencia; acciones de propaganda para estimular la
realización de sabotajes de bajo riesgo y otras formas de resistencia activa y
pasiva en la población; la explotación y estimulación de la desafección en sectores
sensibles de la sociedad; fortalecimiento del bloqueo económico, comercial y
financiero; sabotajes y hostigamientos generalizados; así como el apoyo a grupos
de la emigración contrarrevolucionaria en la ejecución de acciones terroristas
contra naves de transporte o pesca y las zonas costeras del país, dando la
impresión de que estas actuaban autónomamente.
De su solo enunciado se percibe que la asfixia de la economía cubana hasta
lograr la total parálisis del país era uno de los objetivos básicos de este nuevo
proyecto subversivo del Gobierno norteamericano contra Cuba. En el apartado
dedicado a los sabotajes se puntualizaba que se debían priorizar las acciones
contra los sectores relacionados con la generación eléctrica; el petróleo, aceites y
lubricantes; los transportes de todo tipo y el amplio campo de la producción y el
procesamiento de manufacturas, mencionándose expresamente el complejo
niquelífero de Nicaro, plantas productoras de cemento, destilerías y una infinidad
de industrias asociadas con la producción de alimentos, ropas y materiales de
construcción.
Se puntualizaba que la selección de los objetivos específicos para sabotear, y la
determinación de la táctica para su ejecución, debía realizarse atendiendo a la
extensión en que el objetivo podía ser físicamente dañado, el efecto resultante
sobre la economía, el costo o esfuerzo requerido para que el campo socialista
entonces existente supliera lo dañado, su efecto psicológico sobre la población,
las reacciones adversas que pudiesen anticiparse y las capacidades
operacionales y las limitaciones en los medios por parte de la CIA.
No debe existir ninguna duda con respecto a que la promulgación por el
Departamento del Tesoro norteamericano, el 8 de julio de 1963, de las
Regulaciones de Control de Activos Cubanos, que le dieron al bloqueo los rasgos
básicos que aun hoy subsisten, respondió de forma directa a la cuarta de las
medidas de la Política encubierta y programa integrado de acción hacia Cuba,
encaminada al fortalecimiento del bloqueo.
Esas Regulaciones establecieron la congelación de los fondos cubanos en
Estados Unidos, la prohibición de todas las transacciones financieras y
comerciales que no estuvieran bajo licencia, el embargo de las importaciones
cubanas; la prohibición a cualquier persona de cualquier nacionalidad y lugar de
establecer transacciones no autorizadas con Cuba en dólares estadounidenses, e
incluyeron las Regulaciones sobre Exportaciones del Departamento del Comercio.
Podemos afirmar que con las medidas económicas de esta Política encubierta y
programa integrado de acción hacia Cuba de junio de 1963, que se sumaban o
potenciaban las que ya se habían adoptado previamente en cada una de las dos
operaciones subversivas anteriores, se concluyó el ciclo iniciado tras la
aprobación de la Ley de Reforma Agraria en Cuba en mayo de 1959 y el bloqueo
económico y en general la guerra económica contra Cuba alcanzaba sus rasgos
básicos.
No por ello esta guerra económica ha dejado de hacerse cada vez más férrea y
criminal, y medidas ulteriores siempre han estado en directa relación con otros
planes subversivos, sin abandonar nunca sus objetivos: que la insatisfacción y las
dificultades económicas de la población propicien el derrocamiento del Gobierno.
* El autor es investigador del Centro de Estudios de la Seguridad del Estado.
Su más reciente obra: Bloqueo, el asedio económico más prolongado de la
historia, fue presentada en vísperas de ser sometido a la Asamblea General
de las Naciones Unidas un nuevo proyecto cubano de rechazo al bloqueo de
Washington contra la Isla.
Bibliografía empleada en esta serie:
Department of State: Foreign Relations of United States. United States
Printing Government, volume VI (1992); volume X (1997); volume XI (1996).