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Pocas frases son más adecuadas para resumir la belleza de los monumentos de la
Acrópolis de Atenas, y en especial del Partenón, que la que escribiera Plutarco hace
más de dos mil años: «De tal manera brilla siempre en ellos una flor de juventud
que ha preservado su aspecto del paso del tiempo. Parece como si estas obras
tuviesen un soplo siempre vivo y un alma inaccesible a la vejez»
La Acrópolis, símbolo de la gloria de Atenas
El momento de máximo esplendor ateniense se inicia con Pericles, tras la guerra
con Persia, quien a poco de ser elegido como primer magistrado encarga a Fidias la
dirección de las obras necesarias para la reconstrucción de la Acrópolis. Ello tuvo
como objetivo simbolizar la victoria de Grecia sobre la barbarie y del nuevo
predominio de Atenas sobre la Hélade, financiado su proyecto con el tesoro de la
Liga Délica, es decir del dinero aportado para la guerra por las ciudades que se
encontraban aliadas.
Sin lugar a dudas, desde el neolítico, La Acrópolis ateniense, había servido de
refugio y fortaleza natural para el asentamiento de la población. La misma estaba
situada en una colina rocosa, en el sur del país. Durante siglos, sucesivos templos
fueron levantándose sobre ella, aunque muchos fueron destruidos en épocas de
guerras. Los orígenes de esta ciudad hunden sus raíces de forma tan profunda en la
tradición griega y su vinculación con antiguas leyendas sobre su fundación. Por
ejemplo, su nombre actual proviene de una disputa entre dioses (Poseidón y
Atenea) por conseguir el dominio de tan hermoso lugar. Estos acontecimientos y la
disposición de los edificios dan un aspecto “desordenado” a la polis, ya que el único
elemento articulador del espacio era la vía procesional, relacionada con los ritos
más importantes que se llevaban a cabo en la misma.
Fidias, un gran escultor fue el encargado designado por Pericles, de la supervisión y
direccion de las obras de reconstrucción de la Acrópolis. La primera en iniciarse fue
el Partenón, siguió luego la de los Propileos, luego el templo de Atenea Niké y por
último el Erecteion. Una vez concluidos los mismos, el aspecto general de la polis
era diferente a la actual, los templos ya no estaban asilados, sino al contrario
pasaron a estar insertos en un conjunto armonioso ornado por un sin fin de
estatuas de bronce o piedra. Es así, como entre ellas la mas significativa fue la
Atenea Prómaco, magnifica obra de Fidias, que se caracterizaba por su gran altura
en todo el lugar (9 metros) y a la que los navegantes podían ver desde las aguas.
La Acrópolis ateniense, levantada entre 437 y 432 a.C., fue diseñado por Mnesides
y consiste en un pasadizo entre columnas con dos alas desiguales a los lados: una
destinada a pinacoteca y otra a biblioteca, que no llegó a completarse.
Pero sin
lugar a dudas, en Grecia todos los conjuntos religiosos tenían estructuras más o
menos similares.
El templo de la diosa doncella
La Atenea Parthenos o “virgen”, con su majestuosa altura (12 metros), fue otra de
las grandes esculturas de Atenea para la Acrópolis llevada a cabo por Fidias. El
mismo lo realizo en madera y lo revistió de marfil y oro, más precisamente en
marfil la parte visible del cuerpo, y en oro traje y ornamentos. Es de aquí donde
subyace la idea de construcción del Partenón, edificio principal de todo el conjunto
con motivo de cobijo hacia dicha estatua. Esta obra magma, fue realizada por los
arquitectos Ictinos y Calícrates, quienes emplazadores el nuevo templo sobre la
parte más elevada de la roca, en los años 447 hasta el 435 a.C.
El Partenón, se caracteriza por su imagen de perfección, exactitud que proviene del
estilo dórico con algunos toques jónicos. Es considerado el edifico cumbre dentro
del proyecto de Pericles, levantado sobre otro templo cuya firmeza data de las
guerras medicas, el Hecatompedón, del cual además se aprovecharon algunos
materiales.
El templo, peristilo, tiene la proporción clásica de un número de columnas, es decir
ocho en este caso, en su parte más estrecha y el doble más una, es decir, 17, en su
lado más largo. Concebido en un recinto de mármol con cimientos de caliza. Cada
columna mide 10,43 metros de altura. Por su parte, sobre una base de tres
escalones, las columnas sostenían un entablamento compuesto por arquitrabe
sobre el que se asentaba el friso de triglifos y metopas. En la parte frontal del
templo aparecen los frontones, bajo cada uno de ellos hay 14 metropas. El frontón
oriental representaba el nacimiento de Atenea y el occidental recordaba la disputa
de la diosa con Poseidón.
El Partenón, además en su interior, comprende un pronaos precedido por una hilera
de seis columnas, la cual se abría por una puerta de doble persiana a la celia,
separada la misma por un muro macizo, dispuesto de cuatro columnas jónicas.
Solamente se abría esta sala hacia el opistódomo, es decir hacia el oeste en
dirección simétrica del pronaos.
Esta obra arquitectónica se caracterizaba aun más por su unidad y equilibro,
basado fundamentalmente en sus cuidadas proporciones fijadas a partir de un
módulo inicial tomado del diámetro de la parte inferior de la columna: 1,10 m. pero
los arquitectos, como en otros templos griegos también, introdujeron una pequeña
variación para lograr un efecto óptico de sorprendente liviandad.
De hecho, las
columnas, con una ligera circunvolución en su parte central, no están verticales, se
inclinan cada vez más hacia su interior y las cuatro angulares son cada vez más
gruesas. Todas ellas se elevan además sobre un basamento que no es horizontal
sino que tiene una ligera curvatura que culmina en el centro de los laterales. Y por
lo tanto, el resultado final es un espléndido templo ateniense, el Partenón.
Los relieves del Partenón
Tradicionalmente se ha atribuido la decoración escultórica del Partenón —ubicada
en frontones, metopas y friso- a Fidias, aunque es difícil precisar qué parte del
trabajo es obra de su taller. Se supone que él se ocupó de hacer los moldes en yeso
o en arcilla que más tarde sus ayudantes pasaban al mármol. El frontón occidental
representaba la contienda de Atenea y Poseidón por el patronato de Atenas: la
diosa hizo brotar del suelo de la Acrópolis el olivo, y el dios el caballo. Venció la
diosa porque, según los atenienses, el árbol proporciona más riqueza que el animal.
El frontón oriental ilustraba el nacimiento de Atenea de la cabeza de Zeus. En las
metopas, un total de 92 cuadros de metro y medio de altura en altorrelieve, se
representaron la gigantomaquia —lucha de los dioses y los titanes— en el lado este,
la centauromaquia —contienda de los lapitas con los centauros— en el sur, y la
amazonomaquia ---batalla contra las amazonas y los bárbaros en la guerra de
Troya— en el lado occidental. Las metopas del lado norte, probablemente dedicadas
a la destrucción de Troya, están prácticamente perdidas. La elección de los temas
no es casual: la gigantomaquia recordaba que Atenas había vencido en la lucha
contra la barbarie personificada en los persas, del mismo modo que los dioses
habían vencido a los titanes e impuesto el orden en el Olimpo.
El friso, que recorría el interior de la celia, representaba el tema de la procesión de
las Panateneas, festividad que se celebraba cada cuatro años en honor de la diosa.
Fomentada desde la segunda mitad del siglo VI a. C. por Pisístrato, se suponía
instaurada por el mismo Teseo. Toda la ciudad se reunía para llevar a la estatua de
la diosa un manto de lana (peplo). Estos relieves estaban situados a considerable
altura, por lo que la parte superior se hizo un poco más profunda que la inferior
(unos 5 cm) y se inclinó hacia afuera, para evitar que el observador perdiera
detalles debido al reflejo de la luz. Todas las figuras estaban pintadas con vivos
colores, pero la policromía se ha perdido. Se conoce la ubicación de estos grupos
escultóricos gracias a los dibujos del pintor francés Carré, que en 1674 formaba
parte del séquito del embajador de Luis XIV en la corte turca. La procesión
comienza en el lado occidental y sigue caminos paralelos por los flancos norte y
sur. El principio lo componen un grupo de jinetes con sus caballos encabritados,
que se van serenando a medida que avanza el desfile. Delante de ellos están los
carros con sus aurigas, después, un grupo de: ancianos y de músicos: preceden a
los conductores de animales para el sacrificio (ovejas y bueyes). La ceremonia
propiamente, dicha tiene lugar; en el lado oriental, al que. se acercan las jóvenesatenienses ataviadas con hermosos peplos. - En el centro, un’ joven hace entrega
del manto doblado a un magistrado, en presencia de la sacerdotisa de Atenea;
contemplan la escena varios dioses y héroes sentados, cuya presencia no es
advertida por: los mortales. Estilísticamente se notan diferencias de unos relieves a
otros, debido a la intervención de numerosas manos y a que unas placas se
labraron en el taller y otras cuando ya estaban colocadas en el edificio. Rasgos
unificadores son el modelado airoso y natural de los paños, el perfecto estudio de
las anatomías y las expresiones serenas. Todo ello marca la cima del clasicismo en
la escultura griega. El Partenón, al igual que todos los templos’ griegos, estaba
pintado. Se supone que las estrías de las columnas estuvieron decoradas en rojo;
los ábacos, en azul; los triglifos, en azul y amarillo, y los fondos de los frontones y
las metopas, en rojo.
Otros edificios de la Acrópolis
Muertos Pendes y Fidias, se levantó el Erecteón (420-405 a. C.), templo jónico
destinado a varias divinidades relacionadas con los mitos fundacionales de Atenas.
Sus constructores se vieron obligados a adaptarse a las necesidades rituales y
tradiciones religiosas, y debieron salvar un pronunciado desnivel en el terreno. A
uno de los lados tiene una tribuna sujeta por cariátides. Se labraron ricas molduras
con motivos geométricos y florales; el friso estaba formado por figuras de mármol
recortadas y embutidas en un fondo de piedra. Las basas y capiteles de las
columnas se doraron y se incrustaron en ellas trozos de vidrio. Otro bello ejemplo
del jónico ateniense es el templo de Atenea Niké, erigido entre 421 y 415 a. C.,
para conmemorarla paz de Calias.
La ruina más bella del mundo
El Partenón permaneció prácticamente intacto hasta el siglo y d. C., cuando se
retiró la estatua de Fidias y se convirtió en iglesia cristiana consagrada a la Virgen
Theoto kos. Hacia el siglo VII sufrió algunos cambios estructurales en su interior.
Los turcos tomaron la acrópolis en 1485 y Convirtieron el edificio en mezquita, para
lo que levantaron un minarete en el lado sudoccidental. El conjunto ha llegado en
muy malas condiciones hasta nuestros días porque albergó en su interior un
polvorín, y en 1687 una granada lanzada por los venecianos durante el sitio de
Atenas lo dañó gravemente. A comienzos del XIX se arrancaron la mayor parte de
los relieves, que fueron vendidos al Museo Británico; algunos restos de escultura se
conservan en el Louvre, Copenhague y Atenas. El Partenón resultó seriamente
dañado por un terremoto en 1894; el arquitecto Balanos trató de reconstruirlo a
principios del siglo XX por el procedimiento de la anastilosis, un tipo de intervención
Consistente en recuperar los fragmentos y tratar de restituirlos al lugar que
ocupaban originalmente. En esta restauración se cometieron graves errores. En los
últimos tiempos, el edificio sufre un peligroso deterioro por el turismo masivo y la
contaminación (Ver Arte Griego)