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colores del otoño
al pie del serradero
Las redondeadas formas de estos
cordales transformados hace siglos en
pastizales (conocidos como
serraderos en la comarca) y dehesas
en pos de la trashumancia apenas
permiten diferenciar la sucesión de
lomas peladas y extensas áreas
boscosas que conforman las cumbres
de la Sierra del Serradero
Castroviejo
Castroviejo, dormido en las cumbres cercanas al monte
Serradero, vigila desde su atalaya el valle del río Yalde,
que pasa recién nacido a sus pies. A 15 kms. de Nájera y
34 de Logroño, es uno de los lugares más apacibles del
valle; su escasa población y el entorno boscoso que lo
circunda hacen de esta villa un remanso de paz.
“La villa de Santa Coloma está sita en la falda del Monte Ero, que hoy llaman Serradero, dos leguas al oriente de la ciudad de Nájera.
Estaba ya fundada en la era 961, año 923, como consta de un privilegio, que se conserva en el monasterio de Santa María la Real de
Nájera, concedido por el rey Don Ordoño el II de León, su fecha en el Castillo de Nájera a 21 de octubre de dicho año, por el cual
entrega el abad Somnano y a sus monjes el monasterio de Santa Coloma, que estaba desamparado por las correrías y continuas
infestaciones de los moros…” (Fray Prudencio Bujanda, Nájera, 1803)
Desde estas cimas se alcanza el valle riojano
del río Ebro y las cadenas montañosas que lo
reconducen hacia estas tierras.En el horizonte
inmediato, la ermita de Castroviejo
la flor típica del otoño, la quitameriendas de
color violáceo que abunda en las laderas del
Serradero, una de las últimas flores que se
pueden observar y que nos anuncia que se
acaba el buen tiempo.
Las hayas comienzan a mudar el color de sus hojas
esperando las nieves tempranas. De estos troncos,
los carboneros extraían pacientemente el carbón
vegetal que les permitía subsistir.
Para saber más:
Las carboneras en Ledesma de la Cogolla
Los helechos comienzan a tornar el color, se están
secando. En estas zonas altas se recolectaban para la
venta en los pueblos del valle del Yalde. En Uruñuela
con este combustible se “chumarraban los lechones”,
para eliminar las cerdas de los animales.
La variedad de este bosque norteño crea un
abanico de colores inigualable en esta
época del año.
Las bayas, en este caso los
tapaculos, le dan un toque especial
al color del bosque, mientras
colman las despensas de las aves.
Bulle el bosque, los vientos del
norte zarandean inmisericordes la
arboleda.
FOTOGRAFÍA, DISEÑO Y MONTAJE
BIBLIOTECA GONZALO DE BERCEO
La Rioja, 2008