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DEMENCIA Y TRATAMIENTO NO FARMACOLOGICO Verónica Domingo García. Especialista en Geriatría. Hospital General Universitario Gregorio Marañón El diagnóstico de demencia debe hacerse por un especialista cualificado (Neurólogo, Psiquiatra ó Geriatra). Para dicho diagnóstico es fundamental evaluar la presencia de los tres tipos de síntomas claves: Cognitivos, detectando qué funciones intelectuales se han alterado: memoria, lenguaje, orientación, capacidad de juicio, etc. Funcionales, examinando las repercusiones de los síntomas cognitivos en el desarrollo de las actividades básicas, instrumentales o avanzadas de la vida diaria: aseo, vestido, continencia de esfínteres, cocina, compras, relaciones sociales, etc. Psiquiátricos o del comportamiento. Suelen aparecer en demencias moderadas o avanzadas y son importantes tanto en frecuencia (aparecen en el 70-90% de los pacientes), como en su repercusión. Son determinantes para la calidad de vida tanto del enfermo como de sus familiares, siendo la primera causa de sobrecarga de cuidados en los familiares y de institucionalización del individuo. Consisten en: 1. Alteraciones del pensamiento y la percepción. Son los delirios (falsas creencias, que suelen ser de temática simple, como robo, sospecha infundada, infidelidad), alucinaciones (fundamentalmente visuales pero también auditivas)ó falsos reconocimientos (confusión de personas cercanas, no reconocerse en un espejo) 2. Alteración de la afectividad. Tanto en depresión (lo más frecuente) como en manía. 3. Alteración de la personalidad y el comportamiento. Cambios de personalidad, agresividad, deambulación incesante, trastornos alimentarios, comportamientos sexuales inadecuados, alteración del ritmo sueño-vigilia. Una vez realizado el diagnóstico, el abordaje del tratamiento debe ser global, dirigido a los tres tipos de síntomas. En el caso de las alteraciones cognitivas y psiquiátricas, el especialista indicará la necesidad del tratamiento farmacológico correspondiente. Pero lo fundamental desde el inicio, es el conocimiento del tratamiento no farmacológico, realmente el pilar básico de la asistencia al enfermo con demencia. En este sentido, existen unas reglas generales a seguir y actitudes específicas según los síntomas, que son las siguientes: • Corregir deficiencias sensoriales. • Intentar una comunicación óptima: Hablarle de frente, con frases cortas y directas, sin subordinadas ni opciones. La comunicación no verbal (gestos) y la afectiva (contacto físico) son importantes y las últimas en deteriorarse. • Buscar el nivel óptimo de autonomía, con la estimulación que permita la mejora pero que no irrite ni afecte. • Modificar el entorno: Simplificar mobiliario y objetos, mantener visibles reloj y calendario, señalizar las habitaciones con carteles. • Estructurar actividades, con horarios regulares y esperables de alimentación y aseo • Repetir las veces que precise, sugiriendo las cosas de forma variada y diferente. • Guiar y demostrar cómo se hace. • Reforzar los comportamientos adecuados. • • • • • • Reducirle las opciones para facilitar la elección. Evitar aprendizaje de cosas nuevas. Detectar y utilizar las capacidades para las que sea especialmente hábil. Distraer o pasar a otra actividad si se detecta angustia. Evitar accidentes: Cerrar con llave objetos peligrosos, eliminar cerrojos interiores, proteger radiadores y ventanas, identificación personal en personas con riesgo de pérdida. Evitar caídas: Retirar o fijar alfombras y cables, evitar obstáculos, asegurar la lámpara de mesilla, mantener iluminación nocturna con recorrido al baño, asideros en bañera e inodoro. En cuanto a las actitudes más específicas, podríamos hablar de: • Ejercicios de memoria: Revisar el álbum familiar, comentar noticias, provocar estímulos sensoriales (olores, música…), realizar pasatiempos, clasificar objetos, hacer listas de objetos, etc. • Estimulación física: Ejercicio y paseos, realizar actividades recreativas • Cuando aparecen los síntomas conductuales, siempre hay que descartar dolor, ansiedad o depresión, así como enfermedades físicas que los justifiquen. Pero si se descarta una causa sobre la que actuar, también hay medidas no farmacológicas más específicas: 1. Delirios: Inducirle a hablar de otro tema. Si es de robo, mostrar el objeto. 2. Alucinaciones: Descartar cuadro confusional, buscar un entorno sencillo con buena iluminación, distraer la atención. 3. Vagabundeo o deambulación incesante: Hay que permitirlo en lo posible, pero también se puede prevenir con paseos y ejercicio físico de manera regular y controlada. Es importante orientarle y distraerle, así como prevenir el extravío. 4. Preguntas repetidas: No hay que enfrentarse al paciente, discutir ni razonar. Se puede hacer intervenir a otras personas para distraer la atención. Hay que responder brevemente y en términos de actividades, por ejemplo a la pregunta: “¿Qué hora es?”, responder: “Hora de cenar”. 5. Insomnio: No permitir dormir de día, con siestas de menos de 30 minutos, manteniendo horarios fijos, realizar ejercicio físico regular, orinar antes de acostarse evitando la toma de líquidos previos. 6. Incontinencia: si es de aparición brusca, buscar una causa tratable como infección de orina. En el caso de descartarse, la micción programada, llevando al baño cada cierto periodo de tiempo aunque no manifiesten deseos de orinar, es efectiva. 7. Reacciones catastróficas: Realizar prevención, evitando demasiadas demandas. Cuando ocurren, mantener la calma, hablar cariñosamente, e intentar mantener el contacto físico, evitar ruidos excesivos. 8. Búsqueda y ocultación de objetos: No dejar cosas importantes a mano, no tirar la basura sin revisar. 9. Sexualidad inapropiada: Explicarlo sin enfado, cambiando de habitación. Respetar la sexualidad con la pareja.