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Somos felices, cuando ecogemos em nosotros los resultados
positivos de aquello em que pusimos nuestra esperanza y
nuestro corázon.
Pero, de igual manera, la tristeza nos alcanza, no
necessariamente porque la tengamos como meta, sino
porque así la recibimos.
Para darnos cuenta de esa realidad, solo debemos poner
atención a nuestras reacciones frente a los actos y los
verdaderos deseos de aquellos que los provocaron.
Há personas que no hieren voluntariamente, pero la gran
mayoría de las veces, nos sentimos heridos, tristes y abatidos
simplesmente porque reaccionamos a uma acción, a um
gesto efectuado e no... a uma palabra dicha u olvidada.
Nuestra sensibilidad e, mejor dicho, susceptibilidad, nubla
nuestro cielo, aunque allá afuera el sol brille com toda su
fuerza.
El amor es puro e incondicional, por eso amor, debería cerrar
sus ojos después de cada acto. Darse, donarse por amor y
punto final. Eso sería el más sublime altruísmo de la raza
humana.
Por lo tanto, estamos fallando em nuestro amor y de allí nace el
sentimiento de ingratitud que tanto lastima a nuestro corazón.
Cremos que las personas son ingratas porque esperamos de
ellas um reconocimiento por lo que hacemos. Nos sentimos
menudos, usados, desgastados, porque damos sin cesar de
nuestro yo, de nuestro tiempo y, el regresso nunca llega. Y em
esa ansiedad, nos volvemos infelices y culpamos al outro.
Vamos... El verdadero amor que Dios nos enseña no es um
asunto de prestar um servicio y esperar el pago. Eso sería um
contrato. El verdadero amor es darse y tener como
recompensa el sentimiento de haberse dado y hecho el bien al
prójimo. Nada más eso.
Amar incondicionalmente es amar com los ojos cerrados y el
corazón totalmente al descubierto. Es cruzar um puente y
derrumbarlo tras de si, sin esperar retorno... y es estar
contento de esa acción. Sentirse recompensado
simplesmente por haber dado algo de uno.
Si alcanzamos esa grandeza de alma y riqueza de espíritu, el
sentimiento de insatisfacción desaparece y llegaremos hasta
la cima del amor.
Créditos:
Texto: Letícia Thompson – Ingratitud
Versión em español por Eduardo e Irany Lecea
Imagens: Internet
Música: Enia – The promisse
Formatação: Beth Norling