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Jesucristo, Dios y hombre
verdadero
1. La venida de Cristo
• Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo.
• Es Dios en Persona quien viene al hombre.
• La existencia histórica de Nuestro Señor es una verdad de
fe.
• También un hecho que se puede probar fácilmente.
• Jesucristo nació, vivió y murió en un tiempo histórico .
• Es Hombre verdadero: "trabajó con manos de hombre,
pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de
hombre, amó con corazón de hombre...”.
• No es un mito, ni una creación de los hombres.
• Jesucristo declaró que era Dios: Hijo Unigénito de
Dios, de la misma naturaleza que el Padre.
• Manifestó su divinidad con su vida, su doctrina y sus
milagros, sobre todo con su gloriosa Resurrección.
2. La unión hipostática
• El Verbo asume la humanidad
• A esta unión de la naturaleza humana con la naturaleza
divina en la Persona del Hijo la llamamos unión hipostática.
• La Iglesia debió defender y aclarar esta verdad de fe
durante los primeros siglos frente a las herejías que la
falseaban:
• El docetismo negaba que la Humanidad de Cristo fuera
verdadera ; decían que era aparente.
• El arrianismo decía que el Hijo de Dios "era de una
substancia distinta de la del Padre". Fue condenado en el
Concilio de Nicea (a. 325): El Hijo es de la misma
substancia (homousios) que el Padre .
• El nestorianismo decía que en Cristo había dos personas,
una divina y otra humana.
• El Concilio de Efeso (a. 431) enseñó que en Cristo hay una
sola Persona, la divina, que ha asumido una naturaleza
humana.
• Este Concilio proclamó que María es "Madre de Dios"
(Theotokos)
• El monofisismo ("una-naturaleza": error de Eutiques),
decía que en Cristo hay una sola naturaleza.
• El Concilio de Calcedonia (a. 451) condenó esta herejía
enseñando que en Cristo hay dos naturalezas, la divina y la
humana, "sin confusión, sin cambio, sin división, sin
separación“ .
• El Concilio de Constantinopla, a. 553, confesó: "No hay más
que una sola hipóstasis [o persona], que es nuestro Señor
Jesucristo. "Por tanto, todo en la humanidad de Jesucristo
debe ser atribuido a su persona divina como a su propio
sujeto, no solamente los milagros sino también los
sufrimientos y la misma muerte.
3. La Humanidad
Santísima de Jesucristo
• En la Encarnación la naturaleza humana ha sido asumida,
no absorbida por la persona del Verbo.
• La Iglesia enseña la plena realidad del alma humana de
Cristo, con sus operaciones de inteligencia y de voluntad, y
la plena realidad de su cuerpo humano.
• La naturaleza humana de Cristo pertenece propiamente a la
persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido.
• Por este motivo la más pequeña de las acciones de Cristo
por medio de su Humanidad tiene un valor infinito en
orden a nuestra salvación.
• Anonadamiento: El Señor asumió la naturaleza humana sin
manifestar en su Humanidad la gloria sobrenatural que le
correspondía: "se anonadó a sí mismo" (Philip 2,7): padeció
hambre, cansancio, etc. Quiso asemejarse a nosotros en
todo, menos en el pecado.
• La gracia de Cristo: Por su unión con la Divinidad, el alma
humana del Señor tuvo desde el primer momento la
plenitud de la gracia santificante.
• La gracia sobrenatural que Dios nos concede es
participación de la plenitud de gracia de Cristo.
• Ciencia humana de Cristo: El alma humana que el Hijo de
Dios asumió está dotada de un verdadero conocimiento
humano.
• Por eso el Hijo de Dios, al hacerse hombre, quiso progresar
«en sabiduría, en estatura y en gracia» (Lc 2,52) .
• Fue “aprendiendo”...
• Ciencia beata: Este conocimiento verdaderamente humano
expresa la vida divina de su persona: debido a su unión con
la Sabiduría divina en la persona del Verbo encarnado, el
conocimiento humano de Cristo gozaba en plenitud de la
ciencia de los designios eternos que había venido a revelar.
• La voluntad humana de Cristo: Cristo posee dos voluntades
y dos operariones naturales, divinas y humanas, no
opuestas sino cooperantes, de forma que el Verbo hecho
carne, en su obediencia al Padre, ha querido humanamente
todo lo que ha decidido divinamente con el Padre y el
Espíritu Santo para nuestra salvación.
• El poder de Cristo: Jesús ha manifestado tener en cuanto
hombre un poder que sobrepasa las fuerzas naturales del
hombre, especialmente al realizar milagros.
• Aparte de la capacidad natural humana, su Humanidad es
como un instrumento unido de su divinidad.
• El Corazón del Verbo encarnado: Jesús, durante su vida, su
agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a
cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de
nosotros:
«El Hijo de Dios me amó y
se entregó a sí mismo por mí» (Gal. 2,20).
• Nos ha amado a todos con un corazón humano.
• El sagrado Corazón de Jesús es como el símbolo del Amor
con que ama continuamente al eterno Padre y a todos los
hombres.
• A Cristo se le debe culto de adoración,
también en su Humanidad,
porque es la humanidad de Dios:
"in nomine Iesu omne genu flectatur" (Philip 2,10).
• En Cristo se manifiesta y revela la Divinidad a través de su
Humanidad.
• La Santísima Humanidad del Señor es el camino para llegar
a la Divinidad.
• Contemplar y escuchar a Jesús es tratar a Dios.
• La santidad consiste
en imitar a Cristo y unimos a Él,
para llegar a ser alter Christus, ipse Christus,
por la acción del Espíritu Santo.
4. El motivo de la Encarnación
• El motivo de la Encamación lo afirmamos en el Credo:
"Por nosotros los hombres
y por nuestra salvación
bajó del cielo".
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El Verbo se hizo carne:
para salvarnos, reconciliándonos con Dios ;
para que conociésemos el amor de Dios ;
para ser nuestro modelo de santidad ;
para hacemos partícipes de la naturaleza divina: que
llegáramos a ser hijos de Dios .
• La Encarnación es un inmenso don que:
- robustece nuestra fe, pues nos habla el mismo Dios ,
- aumenta nuestra esperanza, mostrándonos de modo
supremo que Dios quiere que todos los hombres se salven,
y enciende en nosotros el deseo de encontramos con
Cristo,
• inflama nuestra caridad, ya que al conocer cuánto nos ama,
nos sentimos empujados a devolverle amor por Amor;
• nos lleva a obrar mejor, ya que se encarnó para darnos
ejemplo de vida, y nos aparta del mal al mostrarnos la gran
dignidad de la naturaleza humana, que Él mismo asumió.
• Buenos Aires, 7 de abril 2008
• Auditorio del CUDES
• P. Juan María Gallardo
[email protected]
www.oracionesydevociones.info