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“Desde la Eucaristía, apasonad@s por Jesús y testig@s de la Pasión de Dios por la humanidad” “No temas, porque yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre, tú me perteneces… Tú vales mucho a mis ojos, Yo te aprecio y te amo mucho” (Is. 43,1-4) En su camino, una mujer samaritana, encontró a Jesús. Sintió en su corazón el atractivo de su persona, de su misterio y de su mensaje Por Él abandonó su cántaro, es decir su antigua vida y se convirtió en testigo y sembradora del Evangelio (Jn 4, 5-42). En su camino encontró un hombre samaritano a otro ser humano, medio muerto, víctima del despojo y de la violencia. Sintió su corazón movido a compasión; por él se apartó de su camino, se hizo prójimo y lo atendió con detalle y generosidad (Lc 10, 29-37). Samaritana y Samaritano son iconos del camino por el cual el Espíritu conduce hoy a la vida consagrada, y del amor y compasión que suscita en su corazón. Los consagrad@s nos colocamos al lado de ell@s, y nos sentimos interpelad@s por su sed y deseos de agua viva y por su compasión hacia l@s “herid@s” del camino. LA CASTIDAD CONSAGRADA “Y hay EUNUCOS que así mismo se han hecho tales, por el Reino de los Cielos” (Mt. 19,12) “La vida Religiosa está invitada a significar, bajo diversas formas, la caridad misma de Dios, en el lenguaje de nuestro tiempo” (CIC. 926c) Sentido teológico del voto de Castidad “En Jesucristo hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor. El que permanece en el amor, en Dios permanece y Dios en él” (IJn.4, 15b-16) UNA OPCIÓN, UN IMPERATIVO: AMAR AL AMOR El consejo evangélico de la CASTIDAD va dirigido de un modo especial al amor del corazón humano. Es la invitación a un amor esponsal con CRISTO, expresado en el amor al hermano/a. Estilo de vida de Jesús “Mientras iban de camino un hombre le dijo a Jesús: Señor deseo seguirte a donde quiera que vayas. Jesús le contestó: Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos pro, el Hijo del Hombre no tien donde re costar la cabeza” (Lc. 9,57-58) La castidad vista desde el cristianismo Todo cristiano está llamado a la castidad Para el cristianismo la castidad es una virtud necesaria en los distintos estados de vida. Desde el punto de vista de la moral del cristianismo, la castidad es la virtud que gobierna y modera el deseo del placer sexual según los principios de la fe y la razón. No es negación de la sexualidad sino un fruto del Espíritu. ¿Opción? ¿Abstención? ¿Ofrenda? “Cristo se ofreció así mismo en sacrificio de una vez por todas…” (Heb. 7, 27b)) ¿Consagración? ¿Virginidad? Los votos de OBEDIENCIA, CASTIDAD y POBREZA son formas concretas y radicales de vivir el Evangelio que nos exigen una vida totalmente asumida en Dios y en su proyecto de salvación Somos llamado/as por la Castidad a seguir a Cristo en el don total de nuestro ser “Ahora hermanos los invito por la misericordia de Dios que se entreguen ustedes mismos como sacrificio vivo y santo que agrada a Dios…” (Rom. 12, 1) “No saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en nosotros y que lo hemos recibido de Dios? Ustedes ya no se pertenecen a sí mismos sino que han sido comprados a un gran precio. Entonces que sus cuerpos sirvan para dar gloria a Dios” 1 Cor. 3, 16-17; 6, 19-20) Y en la cotidianidad de nuestra vida este mismo Espíritu nos transforma en ofrenda permanente. (Cfr.Plegaria Eucarística Nº 3) Al acoger el don del Señor que nos llama a pertenecerle totalmente, nos comprometemos por voto a vivir la CASTIDAD perfecta en el celibato, en vista del Reino, por el sólo amor de Cristo y de nuestros hermanos Dimensión comunitaria de la CASTIDAD La castidad da a nuestra vida comunitaria una calidad que favorece la alegría, la amistad, las relaciones fraternas y nos abre a un amor universal. El amor nacido de la gracia de Dios y consagrado a su servicio es el motor de la vida de la comunidad que nos capacita para la corrección fraterna y el perdón de las injurias. El diálogo fraterno y confiado, la humildad y el desprendimiento de toda propiedad privada para podernos entregar en cuerpo y alma a la comunidad, al servicio de Dios en los demás, nos abre al amor de Dios como el único Señor y nos hace solidarios con los más necesitados. Nuestra castidad, respuesta de amor al amor del Padre debe ser asumida por toda nuestra realidad de hombres y mujeres. Nuestro corazón habitado por el la Trinidad aprenderá a amar con la ternura y la misericordia de Dios. Así describe Agustín las relaciones entre amigos , y que puede llevarse a nuestrs relaciones fraternas, en uno de los párrafos de las “Confesiones”: "Había un montón de detalles por parte de mis amigos que me hacía más cautivadora su compañía: charlar y reír juntos, prestarnos atenciones unos a otros, leer en común libros de estilo ameno, bromear unos con otros dentro de los márgenes de la estima y respeto mutuos, discutir a veces, pero sin acritud, como cuando uno discute consigo mismo. Incluso esta misma diferencia de pareceres, que, por lo demás, era un fenómeno muy aislado, era la salsa con que aderezábamos muchos acuerdos. Instruirnos mutuamente en algún tema, sentir nostalgia de los ausentes, acogerlos con alegría a su vuelta: estos gestos y otras actitudes por el estilo, que proceden del corazón de los que se aman y se ven correspondidos, y que hallan su expresión en la boca, lengua, ojos y otros mil ademanes de extrema simpatía, eran a modo de incentivos que iban fundiendo nuestras almas y de muchas se hacía una sola". (Conf. IV, 8, 13). La dicha perfecta del ser humano sólo se encuentra en la unión con Dios. Esta unión es posible porque Dios desciende a la criatura, la deifica, la levanta, y la introduce a la casa paterna para volver a sentarla en la mesa de los hijos. La inteligencia sin amor, te hace perverso. La Justicia sin amor, te hace implacable. La diplomacia sin amor, te hace hipócrita. El éxito sin amor, te hace arrogante. La riqueza sin amor, te hace avaro. La docilidad sin amor, te hace servil. La pobreza sin amor, te hace orgulloso. La belleza sin amor, te hace ridículo. La verdad sin amor, te hace hiriente. La autoridad sin amor, te hace tirano. El trabajo sin amor, te hace esclavo. La sencillez sin amor, te envilece. La ley sin amor, te esclaviza. La fe sin amor, te hace fanático. La oración sin amor, es estéril. La vida sin amor, no tiene sentido. “Donde está tu tesoro allí está tu Corazón” Mira con ilusión y esperanza el nuevo día... el futuro que se te abre, la vida que se te ofrece…