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LAS ÈTICAS HUMANISTAS Y LA ÈTICA CRISTIANA:
EL DESAFÍO DEL RELATIVISMO CULTURAL
• DOS EJEMPLOS DE DIVERSIDAD MORAL:
– En las ceremonias funerarias (HERODOTO, Historias, Libro III)
– En la moral sexual o en el respeto a la vida: el código esquimal
• DESDE EL DESPRECIO A LA CONSTATACIÓN
CIENTÍFICA DEL PLURALISMO MORAL
• IMPLICACIONES ÉTICAS:
Relativismo cultural
Escepticismo ético
INVALIDEZ LÓGICA DEL ARGUMENTO RELATIVISTA EN
LAS ÈTICAS HUMANISTAS
• Argumento de las diferencias culturales:
Diversidad cultural
Diversidad moral
Escepticismo ético
• ERROR LÓGICO:
Creencias
Realidad
OTRAS OBJECIONES AL RELATIVISMO CULTURAL
•
NEGATIVAS IMPLICACIONES
– Las dificultades conceptuales: sociedad, cultura...
– La pasividad ante “intolerables” acciones (esclavistas, sexistas...)
– El conservadurismo de negar las ideas del progreso y la reforma
•
RELATIVISMO
•
NO HAY TANTA DIVERSIDAD
– Diferencias en las creencias y en las circunstancias más que en los valores
– La supervivencia del grupo condiciona la existencia de valores comunes
TOLERANCIA
• Por qué el relativismo cultural y ético no es válido:
– Para que dos o más éticas sean diferentes han de serlo fundamentalmente; o, lo
que es lo mismo, han de diferir sus principios inspiradores. Sólo así, aquellas
podrán dar diferentes soluciones a los mismos problemas morales.
– La hipótesis de la multiplicidad de éticas válidas lleva a la contradicción práctica
al individuo que la sostiene. Por ejemplo, si alguien dice: “(Para mí) son válidas la
ética marxista-leninista y la moral cristiana, pero detesto la ética nazi”, no tendrá
problemas al definirse respecto al racismo, pero necesariamente los tendrá en
relación con la violencia revolucionaria.
– Las afirmaciones “No hay ninguna ética válida” y “Cualquier ética es válida” son, en
la práctica, sinónimas. Ambas implican la inexistencia de un valor absoluto (es
decir, único, universal y objetivo) que sirva de referencia para las acciones
voluntarias. La consecuencia lógica de las dos es que “todo vale” (una conclusión
un tanto repugnante). No cabe, pues, la exigencia moral de ayudar al desvalido, y
se consideran lícitas, o no ilícitas, prácticas tales como el canibalismo o juegos
como el consistente en arrojar enanos contra una lona.
LA VALIDEZ DE LA DIVERSIDAD EN LA UNIDAD ÈTICA:
ética de mínimos y ética de máximos
•
•
ES UN ANTÍDOTO CONTRA EL DOGMATISMO MORAL FAVORECE LA
EXIGENCIA ÉTICA DE UNA MENTE ABIERTA, LIBRE DE PREJUICIOS
CULTURALES.
NOS ALERTA DE ALGUNAS COSTUMBRES SOCIALES QUE SE PRESENTAN
COMO PRINCIPIOS MORALES. NOS CONFIRMA QUE algunos valores son
culturales
•
NOS PERMITE ESTABLECER UNA ÈTICA DE MINIMOS. LA DIVERSIDAD DE
SISTEMAS ÈTICOS EXIGE CONSIDERAR QUÉ ES LO QUE TIENEN EN COMUN
COMO SISTEMAS ÈTICOS:. La característica diferenciadora de todo sistema
como moral y ético. Se asienta sobre unas creencias determinadas. El fundamento
de la ética es, pues, un conjunto de valores, un sistema de creencias. Por ejemplo,
la elección sincera y consciente de la ética cristiana implica la aceptación por fe del
fundamento de la misma. Fundamento que se asienta sobre algo plenamente
objetivo: el texto bíblico. Aceptamos, pues, que ante la diversidad de sistemas
éticos, hay una ética de mínimos. La cuestión inmediata es “¿cuál, el
cristianismo?”. Frente a la moral cristiana, podríamos situar a la ética humanista,
como alternativa principal y globalizante de las éticas no cristianas. Será
interesante dicha contraposición para comprender cuál es la ética de mínimos y
cuál la ética de máximos.
•
La distinción entre ambos modelos éticos se basa en el criterio relativo a la
capacidad humana, sobre todo en relación con los imperativos de la
conciencia y con esa vida mejor que persigue la ética. Ambas tienen como
fin el hombre, pero el cristianismo se diferencia por apelar a la fe.
LA ÉTICA DE MINIMOS. HUMANISTA O CRISTIANA
•
Frente a la moral cristiana, podríamos situar a la ética humanista, como alternativa
principal y globalizante de las éticas no cristianas. Será interesante dicha
contraposición para comprender la superioridad de la primera.
•
El fundamento humanista se expresa con la frase “El hombre puede”, Es
decir, la distinción entre ambos modelos éticos se basa en el criterio relativo a
la capacidad humana, sobre todo en relación con los imperativos de la
conciencia y con esa vida mejor que persigue la ética.
•
Los humanistas piensan que, al ser el problema de carácter ético, la solución
también ha de serlo. El razonamiento implícito es muy lógico: los problemas
matemáticos, de salud, técnicos, laborales..., usualmente encuentran solución
en el ámbito matemático, médico, técnico, laboral..., respectivamente. Es
decir, la experiencia indica que: 1) mejor o peor, el hombre suele resolver sus
problemas; 2) los suele resolver con soluciones que pertenecen al mismo
orden que aquellos. De ahí que las recetas humanistas se basen en la esfera
de las posibles acciones del individuo.
•
Por todo ello, el humanismo tiende a depositar su confianza en el hombre, en
las facultades que éste posee y, de modo muy particular, en la razón (a la que
los ilustrados, cumbre del humanismo, llegaron a divinizar).
•
Además, para lo ético, la confianza humanista necesita, se quiera o no, asumir
que la condición humana es esencialmente positiva en el terreno moral. Son
las circunstancias las que pervierten al hombre. Mediante el desarrollo del
conocimiento, el ser humano –como individuo y como especie– puede
progresar moralmente.
LA ÉTICA DE MINIMOS. HUMANISTA O CRISTIANA
•
•
Frente a la moral cristiana, podríamos situar a la ética humanista, como alternativa
principal y globalizante de las éticas no cristianas. Será interesante dicha
contraposición para comprender la superioridad de la primera.
•
El fundamento de la ética cristiana está en la afirmación “El hombre no
puede”. El fundamento de la ética cristiana es la salvación en Cristo. Sin
embargo el cristianismo de hoy no es tan dogmático como parece. Acepta que
en las distintas religiones e incluso en el ateismo se puede encontrar la
salvación.
•
Pero el hombre natural no percibe las cosas del Espíritu de Dios, porque le
son necedad; y no las puede entender, porque se han de discernir
espiritualmente» (Pablo, 1 Corintios 2: 14).
•
Esta es una de las declaraciones paulinas que subrayan la oposición
fundamental entre la percepción cristiana de la vida y la visión –en
terminología moderna– “humanista”. Según el apóstol, «el mensaje de la cruz
es locura para los que se están perdiendo» (1 Corintios 1: 18), y esto nos
mueve a preguntarnos acerca de las peculiaridades de una ética, como la
cristiana, que se basa en semejante “locura”.«Gozaos de ser participantes de
las aflicciones de Cristo, para que también os gocéis en la revelación de su
gloria» (1 Pedro, 4: 13).
Cristianismo y humanismo comparten un mismo optimismo en la meta de la felicidad
del hombre. Se diferencian en el salto de la fe en el amor mismo, en Cristo. que pide el
cristianismo. Si el pecado es la clave para interpretar con acierto el mundo natural, el
amor representa la única opción eficaz para transformarlo.
CONCLUSION:
LAS ÉTICAS DE MÍNIMOS, HUMANISTAS
LA ÉTICA DE MÁXIMOS, DE EXCELENCIA CRISTIANA
•
•
•
Las éticas humanistas, en su afán por consagrar la razón como fundamento último
de las acciones humanas, acaban antes o después en algún grado de relativismo y
aun de nihilismo. Y esto es así porque, como ya hemos visto, con la razón se
puede defender cualquier postura, o al menos tantas como a las personas
inteligentes les apetezca concebir. Si bien es cierto que los hechos suceden de
una sola manera, no lo es menos que las versiones que se dan de ellos difieren
mucho entre sí. (Pensemos, por ejemplo, en los conflictos internacionales).
A causa de ello, en todo marco social regido por las tesis humanistas (ciudades,
estados, relaciones internacionales) la solución que prevalece al final pasa por la
ley del más fuerte, tenga o no tenga razón. A pesar de lo expresado en la
conocida proclama “opongamos la fuerza de la razón a la razón de la fuerza”, lo
cierto es que la confianza en la primera lleva a la victoria de la segunda. Porque la
razón es múltiple (no así la verdad): la mía, la tuya, etcétera, y porque el hombre
natural no es, como quieren hacernos creer muchos humanistas, esencialmente
racional. Antes bien, el ser humano inconverso es un delicado juego de equilibrios
raramente estables, en el que lo normal es que dominen las motivaciones de orden
afectivo o sentimental sobre los criterios racionales, aunque luego se utilicen éstos
para disimular aquéllas (es la llamada racionalización).
Nos encontramos, pues, con que tanto empeño por esgrimir la razón como
fundamento y motor de las acciones humanas conduce necesariamente a la
confrontación. Pues cada ser humano no es básicamente objetivo, y la razón de
cada individuo se revela como mecanismo ineficaz para armonizar las diferentes
subjetividades. No así, como iremos viendo, la alternativa que presenta la fe
cristiana: la locura del amor (ver 1 Corintios 1: 18).