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Texto: Dolores Aleixandre.
Presentación: Asun Gutiérrez.
Música: Caccini. Avemaría.
Se alegra mi espíritu
en Dios mi Salvador,
porque ha mirado
la humildad de su sierva...
...canta María
(Lc 1,48),
reconociendo que en esa mirada
está la fuente de su júbilo.
Dios se ha inclinado hacia ella, la ha envuelto en su ternura
y la ha inundado de gracia.
María, al saberse así mirada,
se alegra hasta las raíces más hondas de su ser.
Sin detenerse ahí, vuelve sus ojos
allí donde Dios los tiene puestos,
y contempla la historia
con la misma mirada
en la que se ha sentido envuelta.
Se asoma a la ventana de la realidad con unos ojos nuevos,
con un realismo consciente de la precariedad de las cosas
y de la dureza de la vida:
hay personas hambrientas,
pobres y humilladas;
hay ambiciones y poderes opresores
que son su causa.
Pero ella no se deja engañar por las apariencias,
sino que es capaz de perforar la realidad y ver las cosas,
las personas y las relaciones tal como Dios las ve.
Por eso se adelanta a contemplar
a las personas hambrientas ya saciadas,
a las humildes y abatidas exaltadas
y a las personas ricas y poderosas
despedidas con las manos vacías.
Estamos llamados a recorrer con ella ese mismo proceso:
dejarnos mirar por Dios para sentirnos acogidos
y envueltos en su ternura, su perdón y su amor incondicional.
A sentirnos envueltos en la protección cálida de un amor que nos acoge
y nos posibilita la existencia y el crecimiento.
Estamos llamados, como ella,
a emigrar de los viejos suelos que sustentan nuestro yo,
para encontrarnos anclados en otro centro
y respirando otro aire.
A hacer la experiencia de la relación filial
que nos aquieta y ensancha el corazón.
Desde ahí, tomamos de nuevo contacto con la realidad
y nos asomamos a esa ventana con una mirada nueva:
la de quien se sabe hijo y hermano.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador;
porque ha mirado la humildad de su sierva.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
¿Cómo podemos
mirar hoy el mundo
desde los criterios y valores
que aparecen
en el Magnificat?