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Llanto
Excesivo
Ps Jaime E Vargas M
A515TE
Intuitivamente casi cualquier padre o maestra podría
distinguir dos clases de llanto : el llanto respondiente y el llanto
operante. Los criterios para definir cada clase se encuentran en sus
variables independientes.
El llanto respondiente ocurre en respuesta a un estímulo
doloroso o un estímulo inesperado. En general, las maestras de nivel
pre-escolar asumen que un llanto es respondiente si el niño se golpea
o se cae, si cae en una posición forzada o queda atrapado en algún
mueble, si es empujado o tirado por algún niño más grande o si se ha
llevado un susto por encarar un estímulo inesperado, como un
accidente cercano.
Las maestras suelen atender inmediatamente al niño que
presenta este tipo de llanto respondiente.
Por el otro lado, el llanto operante es emitido o mantenido
dependiendo de sus efectos sobre el ambiente social.
De manera general, la más clara indicación de que un episodio
de llanto es operante y no respondiente, es que el niño busca
alrededor momentáneamente y hace contacto visual con un adulto,
antes de empezar a llorar.
Otros criterios que permiten distinguir el llanto operante es
que se incrementa el volumen y la intensidad si el adulto no lo atiende
inmediatamente, además de que el niño no llama para que lo ayuden o
se acerca para que lo ayuden.
Obviamente, el llanto que inicialmente es respondiente,
rápidamente puede volverse operante.
Método
SUJETOS :
En esta presentación, nos referiremos a dos estudios
sistemáticos que utilizaron el reforzamiento social positivo para ayudar
a dos niños que mostraban llanto operante excesivo (tasa alta), para
que adquirieran una conducta más efectiva en situaciones
medianamente desagradables.
Ambos sujetos formaban parte del Laboratorio de Pre-Escolar
en la Universidad de Washington. Ambos iban en el mismo grupo, el
cual incluía ocho niños y ocho niñas de edad semejante (entre 4 y 4
años y ½), de un nivel socioeconómico de clase media alta y con una
inteligencia arriba de lo normal. Todos los niños asistían a la escuela 5
días a la semana (por la mañana), con jornadas de 2 horas y ½.
Sujeto 1.
El primer sujeto fue Bill, quien tenía 4 años y un mes de
edad cuando entró a la escuela. Era un niño alto, saludable, bien
parecido con un buen desarrollo de habilidades verbales, sociales
y motrices. Fuera del salón él corría, trepaba y conducía un triciclo
con energía y agilidad. En el salón, utilizaba todos los materiales
disponibles y parecía preferir materiales de construcción.
Desde los primeros días en la escuela, las maestras notaron
que a pesar de la buena socialización de Bill con sus compañeros,
lloraba más durante la mañana, que otros niños del salón.
Si se tropezaba al correr o si se golpeaba el codo con algún mueble,
lloraba hasta que la maestra lo iba a ver. Si se caía, si se sentía
frustrado o amenazado por cualquier tipo de ataque físico de parte
de otro niño, gritaba y lloraba. Su juego y el de sus compañeros se
detenía hasta que Bill era tranquilizado por varios minutos por la
maestra.
Sujeto 2.
Al segundo sujeto, Alan, le faltaban dos semanas para
cumplir los 4 años de edad, cuando entró a la escuela. Estaba en el
mismo grupo que Bill. Sin embargo, a diferencia de Bill, Alan era
nuevo en el grupo y no conocía a los demás. Durante el primer mes,
exploró con vigor el equipo, los materiales y las situaciones sociales
que ofrecía la escuela.
Usaba los materiales creativamente, con libertad e
imaginación, hacía estructuras balanceadas complejas e intrincadas
con bloques. Se comunicaba con confianza y asertividad, demandando
que lo oyeran contar lentamente una historia o que cumplieran sus
requerimientos inmediatamente.
Aunque no lloraba tan seguido como Bill, Alan lloraba igual de
fuerte cuando se golpeaba o caía.
Registro de los Episodios de Llanto.
En ambos casos, la conducta de
llanto operante era registrada por la
maestra usando un contador de bolsillo.
Ella apretaba el botón del contador por
cada episodio de llanto.
El episodio de llanto se definió
(a) siendo lo suficientemente fuerte como
para ser escuchado a 15 metros de
distancia y (b) con una duración mínima
de 5 segundos.
Al final del día, el número total
de episodios de llanto era apuntado y
actualizado en una gráfica acumulativa.
Procedimientos para Presentar y Retirar los Reforzadores.
Durante 10 días antes de iniciar los procedimientos de
extinción del reforzamiento, se registró el número de veces que Bill
tenía episodios de llanto cada mañana, con objeto de obtener el nivel
operante de su conducta. Esto se hizo al final de su primer mes en la
escuela. Un registro de línea base del llanto de Alan se efectúo unos
meses después, luego que Alan había asistido a la escuela durante
tres meses.
Inmediatamente después de obtener estos datos se
instauraron los procedimientos de extinción del llanto operante.
Las maestras debían ignorar el llanto operante de los niños, nadie
debía ir hacia ellos, hablarles o verlos mientras estuvieran llorando
Si la maestra estuviera cerca del niño llorón, tenia que darle la
espalda y gradualmente retirarse de él.
Para demostrar que el llanto operante de estos niños era
verdaderamente función del reforzamiento de los adultos se decidió
reinstaurar la conducta y volver a prestarle atención al llanto de los
sujetos.
Finalmente, cuando el llanto regresara al nivel que tenía antes,
se extinguiría nuevamente, al mismo tiempo se le daría atención a las
respuestas verbales “apropiadas” como decir “párale”, “me duele” o
“regrésamelo, es mío”.
Resultados
Como se puede ver en la Figura 1, al principio, en la línea base de
Bill, este lloraba entre 5 y 10 veces cada mañana.
A los 5 días de haberse introducido el procedimiento de extinción,
su llanto operante disminuyó entre 0 y 2 episodios al día.
Cuando se le volvió a dar atención continua por parte de un adulto,
rápidamente se restableció la tasa de respuesta que tenía en la línea
base.
Posteriormente, cuatro días después de reintroducir la extinción del
llanto operante, la conducta fue prácticamente eliminada.
Para Alan, la tasa de su llanto operante durante la línea base
promediaba cerca de 5 episodios diarios, como se ve en la Figura 2.
Estos episodios de llanto disminuyeron a 2 o menos, luego de
5 días de extinción de esta conducta.
El comportamiento volvió a incrementarse a un nivel casi tan
alto como en la línea base, cuando se regresó a reforzar nuevamente
esta conducta.
Los procedimientos de extinción fueron otra vez instaurados y
la tasa de llanto operante decayó gradualmente hasta un episodio
diario o menos.
Conclusión
Estos estudios demuestran que el llanto frecuente de
los niños es en buena medida una función de la atención que
reciben por parte de los adultos.
REFERENCIA :
Effects of Social Reinforcement on Operant Crying
Betty M. Hart, k. Eileen Allen, Joan S. Buell, Florence R. Harris y
Montrose M. Wolf
Journal of Experimental Child Psychology, 1964, 1, 145-153