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Título:
“Ciencia y Religión:
opuestos que se atraen.”
DATOS DEL ALUMNO
NOMBRE: Ana Laura Daglio
DIRECCIÓN: Chiclana 3356, Olavarría, provincia de
Buenos Aires.
TELÉFONO: (02284)446570
FECHA DE NACIMIENTO: 16/09/1991
D.N.I.: 36.572.367
AÑO: 2º
MODALIDAD: Polimodal, Cs. Naturales
E-MAIL: [email protected]
DATOS DE LA ESCUELA
NOMBRE: E.E.M. Nº 10, Escuela Normal “José Manuel
Estrada”.
DIRECCIÓN POSTAL: San Martín 3051 C.P.(7400)
TELÉFONO: (02284)428493
DATOS DEL PROFESOR
NOMBRE: Viviana Murgia
E-MAIL: [email protected]
CIENCIA Y RELIGIÓN: OPUESTOS QUE SE ATRAEN
Introducción
El hombre es un ser particular que ha buscado durante toda su existencia dar explicaciones a
todas las dudas que se despiertan en su mente. Ha desarrollado distintos caminos para
complacer su anhelo de saber: a través de la Religión se afirma sobre un sostén ya construido
ya que transfiere su confianza al dogma religioso; basándose en la Ciencia, no sólo busca tener
las respuestas ante sus ojos (como lo hace al creer en la Religión), sino que quiere ver el
recorrido que lo lleva a encontrarlas, a través de la experimentación.
Las dos pueden ser consideradas contrapuestas porque los métodos que utiliza cada una para
llegar a una afirmación son incompatibles. Pero ambas se originaron en el seno humano y por lo
tanto tienen puntos en común. Una persona puede creer en algo con la seguridad de que es
verdadero y a la vez dudar de la veracidad de otras cosas.
Pero, ¿hacia dónde conduce ese interés de saber? ¿Puede el hombre controlarlo y emplearlo
solo para fines beneficiosos que no sean perjudiciales para nadie? ¿Es posible que se haga
realidad la utopía de vivir en un mundo armonioso, valiéndose el hombre de la Ciencia y la
Religión?
¿O existe en el hombre una maldad y ambición infinitas que no permiten que la amplitud de
conocimientos y la tolerancia, a pesar de las discrepancias religiosas y científicas, lleven a un
futuro ideal?
Desarrollo
Ciencia y Religión son ideas contrapuestas y no lo son. Las que no son contrapuestas son la
idea de que Ciencia y Religión son opuestas y la idea de que Ciencia y Religión son
compatibles. Ambas concepciones pueden coexistir, es decir, no constituyen dos líneas de
pensamiento contrarias.
* Ciencia y Religión son opuestas porque así son los métodos que utilizan para tratar de
explicar la realidad. Si Ciencia y Religión fueran dos personas se podría asegurar que la primera
solo cree en lo que puede comprobar con sus propios ojos, no admite que algo se asegure si no
puede verificarlo con la experimentación. En cambio, la persona-religión entrega plenamente su
confianza a otros y cree en lo que le dicen ya que admite la seguridad dogmática. Posee una fe
ciega en ciertas escrituras, personas o seres según la cual no necesita probar que lo que le
garantizan no es mentira.
* Pero también la persona-ciencia y la persona-religión van juntas en busca de la verdad y en
ese sentido no pueden ser contrapuestas. Ambas conviven con interrogantes que desean
responder aunque en el camino surjan nuevas inquietudes y de esta manera sea imposible
terminar con las dudas humanas.
Estas dos formas de pensamiento pueden convivir en la razón de un mismo humano: no por el
hecho de creer que Ciencia y Religión son opuestas debe negarse que tengan puntos en común.
Si volvemos a la idea de que Ciencia y Religión son dos personas podemos observar la
siguiente situación:
Las dos parten del mismo lugar, por ejemplo la ciudad de Bariloche. Ambas salen en sentidos
opuestos, la persona-ciencia se dirige hacia el Este y la persona-religión, hacia el Oeste. En un
momento dado van a encontrarse del otro lado del mundo, y aunque hayan comenzado con
rumbos contrarios sus caminos terminarán cruzándose. Allí entra en acción una tercera persona:
la Filosofía. La misma será el lazo que una la persona-ciencia y la persona-religión. Las tres irán
juntas en busca de respuestas, aunque deban transitar un túnel eterno, de final inaccesible. Tal
vez vean una luz en la lejanía que indique donde termina el recorrido, pero si ésta lograra
alcanzarse ya no existirían objetivos para intentar cumplirlos, lo cual es imposible. No por
casualidad a Ciencia, Religión y Filosofía las representé con personas. Todas surgieron del
hombre a partir de la curiosidad que siente por explicar por qué las cosas son como son. Tal vez
esta curiosidad sea la diferencia más importante entre el humano y los demás seres vivos, y no
la capacidad de razonamiento. Porque este último es una consecuencia y la causa que lo
provoca es la sensación de ignorar por qué la realidad se presenta de tal forma y no de otra.
Esta ignorancia y la necesidad de satisfacer las inquietudes despertadas son las que inducen a
razonar al humano. Por eso se puede afirmar que nunca se podrá responder a todo, ya que si
esto ocurriera el humano dejaría de ser
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humano. Aún si pareciera que se han encontrado todas las verdades, el hombre se preguntaría:
¿por qué ya no hay nada que responder?, ¿cómo se lograron satisfacer todas las dudas?, ¿qué
o quién asegura que ya no exista nada por descubrir?, entre infinitas preguntas más que se
podrían realizar. Sería imposible pensar que el hombre se dedique simplemente a vivir,
conforme de que ya no exista nada nuevo que encontrar.
Partiendo de esta base en la que la mente humana nunca estará inerte e inmutable, se pueden
distinguir diferentes respuestas posibles por parte del hombre a las preguntas que él mismo se
plantea:
* Puede facilitar su búsqueda de la verdad creyendo en certezas antes fundadas, sin
cuestionarlas porque confía absolutamente en ellas y en quien las haya establecido.
* Puede optar por valerse por sus propios medios y recurrir a la experimentación y/o al
razonamiento lógico.
Pero la seguridad dogmática que se alude en el primer caso no sólo se refiere a la Religión.
También la Ciencia admite como verdades a ciertas afirmaciones que se han formulado en base
a generalidades, pero nadie puede asegurar que esas verdades sean absolutas. Quizás existan
en alguna parte del universo excepciones a las reglas encontradas. Por eso las teorías
científicas pueden ser refutadas y reemplazadas por otras que tal vez en un futuro también sean
consideradas incorrectas. Sin embargo, la Ciencia es uno de los pilares fundamentales en los
que se apoya la humanidad transfiriéndole su confianza; y una vez más Ciencia y Religión
vuelven a tener aspectos compartidos. Las dos transmiten seguridad en sus afirmaciones, las
cuales son aceptadas como un dogma incuestionable por ciertos humanos.
Por otro lado, cuando el hombre no cree en todo lo que es aseverado, comienza a cuestionar y
utiliza sus propias herramientas para intentar llegar a su objetivo: comprender un poco más la
realidad. En esta perspectiva se pueden incluir la Ciencia y la Filosofía. La primera aplica la
experimentación y la segunda, el razonamiento lógico, pero ambas permiten dar explicaciones
conociendo los fundamentos que las sostienen.
El hombre inevitablemente necesita valerse de conocimientos considerándolos ciertos para
continuar avanzando y ampliando sus saberes. Pero también dudando de esos conocimientos
profundiza su aprendizaje.
En medio de tantas divisiones y clasificaciones, opuestas, paralelas, unidireccionales,
dogmáticas o cuestionadoras, lo primordial es que Ciencia, Religión y Filosofía son propias del
hombre y hacen del mismo un ser muy particular. El ser humano por naturaleza tiene el deseo
de saber, y ese anhelo es común en todas las disciplinas, por lo cual ninguna de ellas está por
encima de las otras. Aunque los humanos tengan prioridades por la Ciencia, la Religión o la
Filosofía, no hay una que pueda ser impuesta como verdad absoluta. Todas contribuyen a
ampliar la mirada sobre la realidad, no como partes individuales sino como un grupo diverso en
el cual las tres comparten ciertos aspectos.
Muchas veces las personas se realizan preguntas como ¿qué hubiera ocurrido si nunca
hubiera existido el hombre, la vida o el universo?, o ¿a dónde nos lleva el hecho de existir y
buscar enriquecer nuestro saber?; pero como el hombre está aquí y ahora, es muy importante
pensar en la utilidad de ese saber. La ampliación de conocimientos le permitió al hombre
satisfacer sus necesidades pero muchas veces lo hizo perjudicando a otros. Tal es el caso de
las armas, como por ejemplo la bomba atómica, que se utilizó para fines que unos pocos creían
beneficiosos (le permitió a EEUU derrotar definitivamente a Japón en la Segunda Guerra
Mundial) pero costó la vida de millones de personas. Los creadores de la bomba no midieron las
consecuencias que podía provocar el enriquecimiento del saber. En el artículo “La bomba, 60
años después” escrito por Richard Rhodes en la revista National Geographic, edición de Agosto
de 2005, se da a conocer que los científicos Oppenheimer y Bohr pensaban que el avance del
conocimiento nuclear constituiría una gran amenaza para el mundo pero también sería una
esperanza ya que, sólo con el reconocimiento del peligro, los países podrían unirse en contra de
la expansión de las armas nucleares. Pero lo que no tuvieron en cuenta al plantear esta idea tan
optimista, y tal vez ingenua, es que el hombre es capaz de priorizar el beneficio propio aún
cuando se daña a los demás.
La maldad existe hasta este momento (desde una mirada utópica se puede pensar que en el
futuro se acabará) y es pura y exclusivamente humana ya que es el hombre el único ser
capaz de comprender qué acciones son malas y es el único que puede reprimir ese mal
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accionar. Es decir, el hombre tiene el poder de decidir si realizar o no ciertas cosas. Los demás
seres vivos no razonan si lo que hacen está bien o mal, sólo intentan sobrevivir, aunque en su
lucha le ocasionen daños a otros seres; pero no lo pueden evitar, no poseen una moral que les
indiquen qué es bueno y qué es malo.
Otros ejemplos en los cuales la actitud del hombre frente al saber produjo consecuencias
negativas fueron las guerras “en nombre de Dios” y todos los hechos de imposición de una
religión por encima de las creencias de otros individuos o pueblos. En la Edad Media se puede
apreciar claramente que el hombre, hambriento de respuestas a sus preguntas sobre la realidad,
se aferró a la religión para satisfacer sus inquietudes. Tal era la confianza que tenía por sus
creencias que no lograba aceptar que otro pensara distinto. Esta actitud que aún se presenta en
la actualidad no produce desde ningún punto de vista algún beneficio. Encierra al hombre en una
profunda necedad que no le permite enriquecer a otros con sus ideas y enriquecerse él con los
saberes de los otros.
Lo más importante del querer-saber es que está presente en el hombre como un motor, un
impulso, un estímulo innato que hace del humano un ser muy especial. La respuesta a ese
estímulo debe realizarse con alguna utilidad práctica, vital (como por ejemplo buscar la cura de
una enfermedad), espiritual (cuidar la salud del alma), etc. Pero fundamentalmente la respuesta
al estímulo del querer-saber, basada en dogmas o en cuestionamientos, debe realizarse siendo
consciente de las consecuencias que se pueden provocar.
Conclusión
El hombre en su naturaleza tiene el deseo de saber cada vez más y tal vez posea la ilusión
mental de lograr la perfección aunque sepa que esto es imposible. En su lucha por dar
respuestas a todas sus dudas, el ser humano se aferra a la Religión entregándole su fe y
confianza o intenta hallar la verdad por medio de la experimentación científica. También puede
valerse del razonamiento puro y no de la experiencia práctica. En éste se basa la Filosofía,
actividad humana que cuestiona tanto a la Ciencia como a la Religión. La oposición entre estas
dos últimas está dada por los caminos que utiliza cada una para explicar la realidad. Pero ambas
se atraen por el solo hecho de haber nacido en la mente humana, y también al considerar ciertas
afirmaciones como verdaderas conformando un dogma no solo religioso sino también científico.
Esta seguridad incuestionable que transmiten la Ciencia y la Religión le permite al hombre
avanzar sobre nuevos conocimientos ya que le resulta imposible estar preguntándose todo el
tiempo cómo se origina cada pensamiento que le viene a su mente o cada afirmación que
considera certera. Pero también poniendo en duda lo indudable le permite abrir su mente y
ampliar la visión de las cosas.
En sí, Ciencia y Religión son opuestos (por los caminos que toman) que se atraen por una
misma verdad buscada y por el lugar donde se originaron: la esencia humana.
El deseo o estímulo de querer-saber está comprendido tanto en la Ciencia como en la
Religión. La diferencia reside en la forma de responder a ese estímulo. Pero la división y los
enfrentamientos desvirtúan el objetivo primordial de ampliar el saber y hacer productiva esa
ampliación. Por eso Ciencia y Religión deben convivir en la humanidad que les dio origen y las
confrontó en numerosas oportunidades (y sigue confrontando). Esta mutua tolerancia le
permitirá al hombre progresar con sus objetivos. Pero aún logrando la armonía entre estas
disciplinas es preciso que los seres humanos midan las consecuencias que pueden provocar
sus acciones.
Fuentes
CD de la murga uruguaya Agarrate Catalina, “El corso del ser humano”, carnaval 2007.
Bibliografía
Marcia Bartusiak, “Einstein y su legado”, en Revista National Geographic, Mayo de 2005.
“El espacio, Viaje del siglo”, en Revista National Geographic, edición especial de 2003.
Richard Rhodes, “La bomba, 60 años después”, en Revista National Geographic, Agosto de
2005.
Páginas de Internet
http://www.xtec.es/ lvallmaj/palau/home2.htm
http://www.xtec.es/ lvallmaj/palau/univers2.htm
http://www.xtec.es/ lvallmaj/palau/vida2.htm
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